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Bitácora Urbano Territorial

Print version ISSN 0124-7913

Bitácora Urbano Territorial vol.29 no.2 Bogotá May/Sept. 2019  Epub Aug 30, 2019

 

Desde el posgrado

La producción de conocimiento urbano-arquitectónico. ¿Una colonización cultural?*

The production of urban-architectural knowledge. A cultural colonization?

A produção de conhecimento urbanoarquitetônico. ¿Uma colonização cultural?

La production de savoir urbainarchitectural. ¿Une colonisation culturelle?

Yuzzel Alcántara-Ceballos** 

** Licenciada en Lengua, Literatura y Letras Hispánicas Becaria CONACYT yuzzel.alcantara@comunidad.unam.mx https://orcid.org/0000-0003-2609-639X. Licenciada en Lengua, Literatura y Letras Hispánicas y estudiante de la Maestría en Arquitectura, Ciudad y Territorio (Universidad Nacional Autónoma de México). Su tesis de licenciatura obtuvo Mención Honorífica por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. Actualmente es becaria CONACYT y se dedica a la investigación en temas relacionados con ciudad, emociones, arquitectura y literatura. Realizó una estancia de investigación en Carleton University, Ottawa, Canadá, en Geografías Emocionales y es miembro del Laboratorio Grupo Estudio de las Emociones, GEE-MX Lab, y del Proyecto LELITEANE (Lengua, Literatura y Teatro).


Resumen

El artículo presenta cuatro categorías analíticas relacionadas con el ámbito económico y cultural como globalización, sociedad del riesgo, marginalidad y racionalismo, categorías con las cuales se enseña a pensar el espacio urbano arquitectónico en un contexto universitario mexicano. Esta reflexión es parte del trabajo realizado en el seminario Análisis crítico de la arquitectura y el urbanismo: las opciones contemporáneas, y corresponde a una autocrítica que intenta dar cuenta de la necesidad de descolonizar el saber científico con el que se enseña a pensar la arquitectura y las ciudades latinoamericanas.

Palabras clave: colonización cultural; conocimiento urbano arquitectónico; América Latina

Abstract

In the following reflection I present four analytical categories related to the economic and cultural sphere such as globalization, risk society, marginality and rationalism with which the urban-architectural space is taught in a university context. The reflection presented below is part of the work carried out in the seminar: "Critical analysis of architecture and urban planning: contemporary options". It corresponds to a self-criticism that tries to account for the need to decolonize the scientific knowledge with which it is taught to think about Latin American architecture and city.

Key words: cultural colonization; urban-architectural knowledge; Latin America

Resumo

Na reflexão a seguir, apresento quatro categorias analíticas relacionadas à esfera econòmica e cultural, como a globalização, a sociedade de risco, a marginalidade e o racionalismo com os quais o espaço urbano-arquitetònico é ensinado em um contexto universitário. A reflexão apresentada a seguir faz parte do trabalho realizado no seminário "Análise crítica da arquitetura e do planejamento urbano: opções contemporâneas" e corresponde a uma autocrítica que procura dar conta da necessidade de descolonizar o conhecimento científico com o qual se ensina pensar na arquitetura e cidade latino-americanas.

Palavras chave: colonização cultural; conhecimento urbano-arquitetònico; América Latina

Résumé

Dans cet article, je présente quatre catégories analytiques liées à la sphère économique et culturelle telles que la mondialisation, la société du risque, la marginalité et le rationalisme, catégories avec lesquelles l'espace urbain architectural est enseigné dans un contexte universitaire mexicain. Cette réflexion s'inscrit dans les travaux du séminaire Analyse critique de l'architecture et de l'urbanisme: options contemporaines et correspond à une autocritique qui tente de rendre compte de la nécessité de décoloniser les connaissances scientifiques avec lesquelles l'architecture et les villes sont apprises Latino-américain.

Mots clés: colonisation culturelle; savoir urbain architectural; Amérique latine

Introducción

Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros; los imperios y sus caporales nativos (Galeano, 2004:15).

¿Bajo cuáles categorías analíticas piensa un arquitecto y/o planificador en formación el espacio, la ciudad, el ambiente construido? ¿Cuáles conceptos son usados por los estudiantes de arquitectura para analizar los problemas urbano arquitectónicos en una de las universidades principales de México, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)?

En el siguiente documento expongo algunos de los conceptos y categorías aprendidas durante el seminario Análisis crítico de la arquitectura y el urbanismo: las opciones contemporáneas, materia cursada durante el primer semestre de la Maestría en Arquitectura Ciudad y Territorio de la UNAM, los que me sirven para preguntar ¿bajo cuáles teorías son moldeadas las mentes de los arquitectos mexicanos en formación en un contexto como el señalado? ¿Se enseñan categorías apropiadas para entender la configuración de lo urbano, arquitectónico y territorial en el país, y en Latinoamérica?

El presente texto no pretende ser un artículo científico sino una reflexión basada en mi experiencia personal, que contribuya a repensar las categorías analíticas con las que se enseña lo urbano arquitectónico en la universidad. Se conciben estas líneas para hacer circular la necesidad de descolonizar la enseñanza de la arquitectura en Latinoamérica.

Colonización cultural

El problema de la colonización cultural ha sido trabajado en la filosofía por Enrique Dussel, Walter Mignolo y Aníbal Quijano (Lander, 2000), quienes, desde diferentes tesis, han buscado alternativas al pensamiento eurocéntrico y colonial con el objetivo de construir nuevas bases sobre las cuales pensar los fenómenos sociocultu-rales en América Latina. De acuerdo con ellos, la modernidad se ha sostenido en cuatro dimensiones: 1) la visión universal de la historia asociada a la idea de progreso; 2) la naturalización de las relaciones humanas y de la naturaleza humana; 3) la naturalización de las múltiples separaciones de la sociedad; y 4) la necesaria superioridad de los saberes que produce esa sociedad (ciencia) sobre cualquier otro saber.

Dicha condición de superioridad/inferioridad del saber fue denominada por Foucault (1976) como los saberes sujetos. Llamó así a los contenidos históricos que fueron sepultados o enmascarados dentro de coherencias funcionales o sistematizaciones formales y que, por ende, quedaron descalificados como no competentes o insuficientemente elaborados: saberes ingenuos, jerárquicamente inferiores, por debajo del nivel de conocimiento o cientificidad requerido.

¿Cuáles saberes han sido sepultados al ser utilizadas categorías como movimiento moderno, estilo internacional, industrialización y globalización? Para Galeano (2004), América Latina ha sido la perdedora constante desde que los europeos del Renacimiento perpetraron su saqueo. Este fue un tipo de colonialismo militar al que le sucedió uno cultural. Desde ese entonces, la forma de producir conocimiento sobre las ciudades y la arquitectura ha dependido de lo producido en Europa y en Norteamérica, y con base en ese eurocentrismo, se han definido los problemas que padece México y América Latina.

El nivel de desarrollo con el que se mide a cada país y se catego-rizan como de primer o tercer mundo, o países desarrollados y en vías de desarrollo responde también a una invención colonial. Para Fanon (1967), el tan llamado primer mundo fue, de hecho, un producto del tercer mundo, es decir, fue a través de la explotación económica, política y cultural de los no europeos como fue construida la fortuna, la cultura y la civilización de Occidente.

Occidente definió los saberes, valores y prácticas culturales con las cuales se juzgó a quienes no las practicaran. Este mismo patrón persiste en categorías utilizadas en el presente siglo como modernización, desarrollo, desarrollados y menos desarrollados. A continuación, abordo cuatro categorías (saberes validados) con las que se han pensado fenómenos urbanos y que son enseñadas en la universidad a arquitectos en formación.

Racionalismo

¿Cuáles saberes ocultó la categoría de arquitectura racionalista? Lo urbano arquitectónico se ha pensado a partir de modelos de conocimiento que han dado como resultado diferentes formas de hacer, producir y pensar las ciudades a través del tiempo. Estos sistemas de pensamiento han dominado determinados momentos históricos, pues han contado con la validez científica que la geopolítica del conocimiento les ha facilitado. La cuestión radica en que han producido categorías analíticas que América Latina ha adoptado para pensar los problemas propios. Se han validado así determinadas formas de diseñar, planificar y entender lo urbano arquitectónico.

A partir de la tercera década del siglo XX, el movimiento moderno se constituyó como un sistema de pensamiento superior en América Latina que se intensificó con la llegada de arquitectos europeos que escaparon a la segunda guerra mundial. Al arribo de las ideas de Le Corbusier a Latinoamérica existían en la región grandes obras de mejoramiento y embellecimiento de ciudades. En cada país se llevaban a cabo acciones para controlar problemas urbanos como la insalubridad sanitaria y ambiental, se abrían nuevas calles, se promulgaban normas y leyes para intentar controlar las formas de expansión urbana, y la formulación de grandes planes urbanos como fue el caso de ciudades de Argentina, Brasil y Chile, orientados a remontar el pasado colonial que los había mantenido vinculados a los requerimientos de España y Portugal. Estos intentos por hacer ciudad quedaron sepultados por los saberes del movimiento moderno.

En la clasificación de los saberes arquitectónicos que guiaron los planteamientos urbanos en América Latina a través del tiempo realizada por Choay (2009) y Munizaga (2016) es clara la presencia de los saberes eurocéntricos en el diseño de nuestras ciudades. Choay (2009) agrupa tres visiones diferentes según la postura de lo arquitectónico con respecto a la técnica, a la naturaleza y a la historia/cultura, apareciendo así un urbanismo progresista, un urbanismo naturalista y un urbanismo culturalista respectivamente (Munizaga, 2016). Esto produjo teorías y modelos de ciudad a partir de diferentes posturas ideológicas, por ejemplo, el urbanismo culturalista implicó "un rechazo a la sociedad mecanizada y un refuerzo de la cultura y comunidades naturales de menor tamaño [...] configurando un modelo de teoría de la Ciudad Jardín de Howard" (Munizaga, 2016: 23). Dicho modelo fue replicado en el proyecto de la colonia Jardín Balbuena por Mario Pani en Ciudad de México.

De manera semejante, Munizaga (2016) reagrupa dicha clasificación de acuerdo a tres ámbitos: método, teoría y sujeto, hablando de tres enfoques diferentes: la ciudad orgánica (naturaleza), el racionalismo (progreso) y la racionalidad compleja (historia y cultura). ¿Es el racionalismo del movimiento moderno el que parte de un método compositivo, buscando proporciones geométricas puras y académicamente estéticas, una de las teorías que aún prevalecen y dominan el pensamiento de los arquitectos y urbanistas al día de hoy? ¿En qué medida se continúa pensando a la ciudad como un objeto que debe ser determinado y diseñado unívocamente, es decir, sólo mediante la mano de los especialistas?

Durante los siglos XIX y XX, el ascenso de la burguesía, la política liberal, la industrialización, el auge económico y la conformación de los Estados Nacionales llevaron a un crecimiento urbano exagerado y al surgimiento de necesidades que reclamaron la aparición de nuevos equipamientos civiles como escuelas, bibliotecas, hospitales, cárceles, oficinas de correos y de administración, así como de nuevas funciones comerciales y culturales dedicadas al tiempo libre, al encuentro y al intercambio, como cafés, teatros, parques, grandes almacenes y pasajes comerciales. La ciudad fue diseñada para el automóvil, dando pie a la creación de una nueva imagen de ciudad y a una nueva forma de habitarla basada en la estetización del espacio urbano arquitectónico.

Las ideas del CIAM prevalecieron varias décadas en América Latina, desde proyectos hasta obras construidas, como el modelo de planificación urbana para Bogotá o Sao Paulo, entre tantos más que elaboró Le Corbusier o siguiendo sus postulados.1 Un ejemplo muy claro es la Ciudad Universitaria en Ciudad de México, donde se observan varias de las ideas de este sistema de pensamiento: la super manzana, la vialidad como circulación continua para el automóvil y el edificio aislado con sus cuatro fachadas.

La idea de progreso a la que remite este movimiento se dio paralelamente en la esfera económica a través del proceso de industrialización y el modelo de sustitución de importaciones. El urbanismo y la economía estuvieron imbricados entre sí y, por ende, las categorías analíticas económicas y culturales, aún sin haber sido producidas en la región, se usaron también para explicar fenómenos propiamente urbanos. Bajo las lógicas del movimiento moderno, el edificio se convirtió en un objeto autónomo desvinculado de la calle, dejó de ser parte de un frente construido y perdió las lateralidades que lo destinaban a ser componente de un conjunto urbano, asemejándose a una estructura exenta, compleja y desarticulada. Los nuevos espacios como los parques y las zonas verdes que, en la mayoría de los casos, aparecieron en las áreas residenciales fueron pensados para el tiempo libre, para el deporte y el juego de los niños, o simplemente para ser vistos desde los edificios o desde el automóvil. Estos saberes condujeron a las primeras fragmentaciones del espacio y de la vida urbana: el área residencial, industrial, administrativa y comercial están separadas en las ciudades latinoamericanas y, de hecho, es posible observar la supervivencia de estas categorías eurocéntricas en la ciudad contemporánea.2

A pesar de las décadas de distancia con respecto al día de hoy, los saberes del movimiento moderno y el estilo internacional están vigentes en la práctica profesional de arquitectos y planificadores, ello ha impedido caminar hacia el entendimiento de la ciudad más allá de sus dicotomías centro-periferia o urbano-rural. Proyectos realizados recientemente en la región, y la presencia de una estética heredera de las composiciones y elementos de diseño aceptados por el movimiento moderno permiten afirmar que el pensamiento arquitectónico continúa teniendo una fuerte carga racional progresista, aún cuando las circunstancias históricas han cambiado.

Bogotá es la ciudad que mayor impulso dio a la creación de parques, ejes, canales, alamedas y penetraciones verdes en el tejido urbano. El gobierno municipal realizó un proyecto de malla verde urbana y la creación de parques distritales (1998-2001) que muestran un diseño basado en los saberes impuestos por el movimiento moderno: la composición de ejes, áreas verdes aisladas o la creación de super manzanas. En otro caso, Alberto Kalach, con su propuesta de Ciudad Futura, hizo en el año 2000 un diseño de ciudad que recuperaba las aguas del lago Texcoco, conectando los puntos terrestres mediante largas vías para el automóvil. En los sitios que permanecen sobre tierra hace uso de la gran manzana, divide el terreno en zonas de oficinas y zonas para la recreación, y coloca edificios tipo bloque con fachadas libres por los cuatro lados (Imagen 1). Más allá de los aciertos o errores que ambos planes puedan tener, lo que interesa señalar es la prevalencia del pensamiento moderno (saberes superiores impuestos) en la manera de proyectar y pensar la ciudad.

Fuente: https://www.kalach.com/ciudad-futura/

Imagen 1 Proyecto Ciudad Futura de Alberto Kalach 

Puede decirse que, durante la segunda mitad del siglo XX, América Latina fue pensada bajo el lente eurocéntrico, con ideas y teorías que provenían de economías y culturas diferentes a las de esta región. Ello conduce a preguntarnos ¿cuáles conflictos urbanos desencadenó el uso de los paradigmas europeos y norteamericanos en las ciudades de América Latina?

Estructura económica y pensamiento cepalino

Dice Galeano (2004: 16) al hablar de los países de América Latina que, "a cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera en turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas". Esto significa que la región se encuentra inmersa dentro de un sistema que conduce a la opresión y al despojo desde la punta a la base de la pirámide: los países imperialistas despojan a los subdesarrolla-dos, mientras que en los subdesarrollados la burguesía nacional oprime a la clase media y la clase media se beneficia del trabajo otorgado por los estratos socioeconómicos más bajos. En cada nación, complejos sistemas financieros y legislativos, decisiones políticas y consecuencias económicas actúan a favor de las élites y afectan cada vez más a las clases bajas y medias.

De acuerdo con Sassen (2015) ya no es suficiente hablar de desigualdad, sino de una lógica de expulsión que deja ver las patologías del capitalismo en casos como el empobrecimiento de las clases medias en países ricos, la expulsión de millones de agricultores en países pobres debido a las doscientas veinte millones de hectáreas de tierra adquiridas por inversores y gobiernos extranjeros desde 2006, o las expulsiones de nueve millones de familias en Estados Unidos, cuyas hipotecas fueron ejecutadas en una crisis de vivienda brutal. Estas situaciones permiten ver cómo la dinámica ganador-perdedor que planteaba Galeano (2004) se ha complejizado a tal punto que muchas veces pasa desapercibida, pues es llevada a cabo por medios tan perversos que ocultan su malignidad, como las "finanzas" y la "protección ambiental global" (Sassen, 2015). En la geopolítica del conocimiento la forma como circulan estas ideas o nuevos planteamientos en tanto que soluciones a conflictos actuales representan el riesgo a replicarlas sin anticipar ni pensar en sus implicaciones.

Lo anterior trae al debate una serie de paradigmas que han sido ejecutados por los que están en el poder con la intención de beneficiar a los que no, y cuyo verdadero objetivo es perpetuar el orden con base en el despojo y replicar el mismo sistema. Galeano (2004) menciona el programa difundido sobre la planificación familiar que buscaba convencer a los pobres de que la pobreza era el resultado de los hijos que procreaban, cuando lo que se pretendía realmente era detener el coraje de las masas y evitar rebeliones. Ello remite a la idea mediante la cual Estados Unidos decidió facilitar el acceso a la vivienda a una mayor parte de la población en la década de 1970, pues una estadística sugería que entre las personas con trabajo y vivienda existía una menor probabilidad de rebelarse.

Un tipo de saber producido en América Latina fue la teoría de la CEPAL. Hay que mencionar que, a partir de la década de 1930, comenzaron a gestarse procesos de movilización popular, tanto de la clase obrera como de los sectores medios, que se convirtieron en actores políticos para la creación de un Estado populista: Cárdenas en México, Perón en Argentina, Vargas en Brasil. Bajo este contexto surgió una reflexión fructífera sobre la situación económica y social, "y sus potencialidades de transformación que sembraban las teorías de la economía del desarrollo [...] un pensamiento propio y original que interpretaba no sólo al continente latinoamericano, sino al conjunto de países semejantes que integraban el tercer mundo" (Gutiérrez, 2010: 33), constituyéndose así la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).

El pensamiento cepalino se cimentó en tres ejes: la teoría de la economía internacional, el modelo de sustitución de importaciones y la teoría del Estado como idea-fuerza del desarrollo. Bajo la idea de que el progreso técnico no se distribuía equitativamente en todas las naciones del mundo, el nivel de la productividad y las instituciones sindicales en los países centrales siempre perjudicarían y ejercerían una presión sobre los países periféricos.

De esta forma, el primer eje diferenció dos polos: "el centro y la periferia ligadas en una relación macroeconómica fundamental: el deterioro de los términos de intercambio para América Latina" (Gutiérrez, 2010: 35). Para los teóricos de la CEPAL, la condición periférica estaría rezagada estructuralmente del aparato productivo, puesto que los salarios y beneficios se contraerían por debajo del crecimiento de su propia productividad debido a la presión estructural de la condición céntrica en las relaciones de intercambio comercial. Esta simple premisa mostraba la existencia de una brecha entre países centrales y periféricos que, desde esas décadas, comenzaba a manifestarse y a ampliar sin límites las desigualdades. La pregunta es si la dicotomía centro-periferia puede contribuir a generar nuevos modelos de ciudad o si requiere ser nuevamente pensada.

El segundo eje se propuso absorber el sobrante de población activa impulsando la industrialización e invirtiendo en nuevas tecnologías para el campo. La propuesta de la CEPAL se fundamentaba en un "crecimiento hacia adentro teniendo como fuerza central la industrialización basada en la sustitución de importaciones y estimulada por una política proteccionista que favorecía la constitución del mercado interno" (Gutiérrez, 2010: 38).

La categoría desigualdad ha sido otro tema de debate. Hacia el 2016, la CEPAL sumó indicadores de desigualdad como los étnico-raciales, de género, los correspondientes a las diferentes etapas de vida de las personas y los territoriales que, en conjunto, condicionan la brecha en el desarrollo social y en la apropiación de los recursos productivos (ingresos, bienes, servicios). La incorporación del territorio como indicador ha permitido reconocer que las desigualdades territoriales perjudican no sólo "a las personas que viven en los territorios rezagados, [sino que] también tienen significación, consecuencias y costos para el conjunto" (Czytajlo, 2017: 125). No obstante, dicha categoría aún no alcanza a dar los resultados que la realidad latinoamericana exige, pues una mejoría en los indicadores no necesariamente se ve reflejada en la vida cotidiana de la población.

La conceptualización de la desigualdad remite a un cuestiona-miento necesario: ¿cómo medir el desarrollo? Siendo una categoría geopolítica surgida en la segunda mitad del siglo XX con base en parámetros de los autodenominados países desarrollados, ¿qué significa desarrollo en las ciudades latinoamericanas? Desde el sur, algunos teóricos han buscado redefinirlo de acuerdo con las problemáticas locales y regionales, así, han indagado en categorías como ruralidad, participación ciudadana, innovación, pobreza, descentralización y la gestión del territorio (Estrada-Meléndez y Olivares-González, 2017). Sin embargo, han encontrado que la instrumentalización de las políticas públicas significa un obstáculo para que el conocimiento teórico logre un impacto en la práctica de modelos de desarrollo urbano regional.

Como parte del tercer eje, la política proteccionista buscaba controlar y regular las fuerzas del mercado, surgiendo el Estado como idea-fuerza que debía cumplir varias funciones dentro de la sociedad, basándose en la propuesta keynesiana del Estado del bienestar, otra categoría impuesta.

Lamentablemente, gran parte de este planteamiento teórico se quedó en especulación pues su puesta en práctica repitió la experiencia de la industrialización de los países desarrollados en condiciones socioculturales e históricas muy diferentes a las nuestras. No logró asentar las bases para el desarrollo autónomo y agropecuario de las economías latinoamericanas, y aumentó la exportación y la manufactura en detrimento del sector agropecuario.

¿Cómo se reflejó en la ciudad la crisis del modelo cepalino? Un cambio en el habitar donde impactó la crisis de este modelo fue la marginalidad. A nivel urbano, la industrialización generó una expansión de la ciudad, aumentó la migración campo-ciudad y los obreros se establecieron alrededor de los centros industriales. Cuando la industria quebró surgieron los cinturones de miseria. A nivel rural el analfabetismo se agudizó y aumentó la morbilidad. "Los pobres fueron poblando la periferia y los intersticios del espacio urbano, formando colonias que se conocen con diferentes nombres, según los países: barriadas, villas miseria, favelas, callampas, colonias de paracaidistas o rancherías" (Lomnitz, 1975: 22).

En ese contexto nacional, las relaciones urbano-rurales y, en general, la estructura territorial de la producción tendieron a re-adecuarse en función de los nuevos requerimientos económicos imperantes. La organización agraria y exportadora de las economías latinoamericanas que caracterizaba la estructura territorial de la producción comenzó a sufrir modificaciones sustanciales, en el sentido de que las grandes ciudades se convirtieron en los centros articuladores de los circuitos internos de acumulación y del proceso de urbanización, agudizándose el predominio de la centralidad sobre la periferia, ya no solo en el ámbito nacional, sino en el regional.

En suma, en América Latina, la lógica capitalista aunada al incremento de los recursos económicos provenientes, en algunos casos, de la exportación petrolera, redefinió la concentración de las urbanizaciones nacionales y, en consecuencia, el papel de las grandes metrópolis. De allí que sólo ciertas ciudades (metrópolis) se convirtieran en el centro de mayor dinamismo relativo de cada país.

La marginalidad espacial

Lomnitz (1975) habla acerca de esa población sobrante que la industrialización buscaba absorber. La explica muy acertadamente diciendo que hay ocupaciones marginales, saberes no valorados por el sistema (saberes sujetos), puesto que son ocupaciones manuales no calificadas, artes especializadas como la carpintería o la herrería que son devaluadas por el mercado laboral urbano siendo este incapaz de integrarlas a su sistema.

El término marginalidad fue concebido en la región a partir de sus propias realidades. Lomnitz (1975) apunta que, aún, cuando el Estado pudiese acabar con la pobreza subsidiando a los pobres e institucionalizando el subempleo, la marginalidad continuaría existiendo puesto que es sistémica.

De la mano del sistema económico que origina estructuralmente la marginalidad, existe un sistema cultural que se ha formado en torno a los marginados: un conjunto de imaginarios que culpan a los pobres de su pobreza, eludiendo la existencia de una estructura que los relega y les impide superar esa condición. Sobre este punto Bayón (2012) realizó un estudio interesante en Chimalhuacán, Ciudad de México, mostrando las percepciones y significados que los pobres construyen en torno a la pobreza, y cómo miran a la otredad, así como la manera en la que la pobreza es vista desde una posición externa.

La estigmatización de los pobres es más evidente en contextos donde predomina una visión de la pobreza atribuida a causas individuales, lo que genera un discurso moralizador [...] los pobres son considerados: culpables de su propia situación, de no hacer lo necesario por y para sí mismos producto de una cultura de la pobreza [culpabilización de la víctima]. O la explicación por la pereza: sino trabaja es porque no quiere, porque es un flojo [explicación de la pobreza por la pereza] (Lomnitz, 1975: 148).

Lomnitz (1975: 157) asegura que existe una violencia simbólica y señala cómo "a través de imágenes simplistas y unilaterales, esos lugares y sus residentes son criminalizados y señalados como la encarnación de todos los males y peligros sociales: delincuencia, drogadicción, narcomenudeo, desintegración familiar y margina-ción social"

Dicho sistema cultural ideológico altamente estigmatizante también tiene repercusiones en la experiencia de habitar el espacio urbano, pues los habitantes que validan esos saberes tienden a criminalizar a las personas equivocadas, a generar un temor hacia el otro: el pobre, el indigente, la prostituta o el niño de la calle. El miedo al espacio urbano conlleva a la reclusión de los habitantes en su espacio privado, sus casas, que se muestran como dispositivos de seguridad en los que se sienten protegidos, por eso fortifican sus viviendas y buscan crear hábitats homogéneos donde el otro, el diferente, no tenga derecho a entrar (Caldeira, 2007).

La globalización y la sociedad del riesgo

Se habla de la globalización y de la arquitectura global, un tipo de arquitectura producida por el star system que se replica en las grandes metrópolis del mundo y que se entiende como un saber válido, aún, cuando quienes las realizan no consideren los problemas específicos de cada lugar. Pensar en ciudades globales, ¿es útil para el caso de las ciudades latinoamericanas?

Para Stiglitz (2002), la globalización ha traído algunos beneficios que han revolucionado aspectos antes inconcebibles en el habitar cotidiano, como un mayor acceso al conocimiento y a la información, también ha reducido la sensación de aislamiento y ha permitido una interconexión mayor con grupos a nivel mundial. No obstante, Marc Augé (2015) menciona que la brecha del conocimiento ha aumentado a partir del fenómeno de la globalización, pues el más especializado está en manos de una élite y sólo ellos tienen acceso a tal información. El conocimiento ha aumentado en cantidad, pero no ha tenido una distribución equitativa en términos de calidad.

En cuanto a las facetas negativas del término ambiguo de globalización, Stiglitz da cuenta de la desventaja constante en la que se encuentran los países del tercer mundo. "Cuando los proyectos agrícolas o de infraestructura recomendados por Occidente, diseñados con el asesoramiento de consejeros internacionales, y financiados por el Banco Mundial fracasan, los pueblos pobres del mundo subdesarrollado deben amortizar los préstamos igualmente" (Stiglitz, 2002: 33). Ello muestra la tendencia a oprimir el desarrollo de los países pobres. También señala que, a raíz de la globalización, "el medio ambiente fue destruido, los procesos políticos corrompidos y el veloz ritmo de los cambios no dejó a los países un tiempo suficiente para la adaptación cultural" (Stiglitz, 2002: 33), produciéndose un mayor colonialismo cultural.

Dichos procesos se han reflejado en un cambio en la configuración espacial y territorial de los países pobres. Fernández Durán (1997) señala la diferencia entre los movimientos de la población de finales del siglo XX con los que suceden en el siglo presente. Para él, la expansión de la pobreza y el incremento en las migraciones, las cuales ya no se dan en el marco de la búsqueda de oportunidades de empleo que ofrecía el contexto de la industrialización, se están produciendo por el deterioro ambiental que comienza a tener repercusiones muy fuertes en la calidad del suelo. Muchas porciones de terreno han dejado de ser productivas, lo que ha obligado a las personas que habitaban el campo y vivían de él a emigrar. Fernández Durán (1997) las llama migraciones ambientales.

Esta suma de factores, hechos y situaciones nos convierte, según Ascher (2011: 33), en una "sociedad del riesgo", entendiéndolo como algo diferente al peligro. "El riesgo es un peligro probable más o menos previsible y calculable que puede ser potencial (hipotético) o cierto". Los avances científicos, el desarrollo de las formas de comunicación y de transporte que disminuyen la distancia espacial y temporal entre las causas y los efectos de los problemas han agudizado esa sensación de vivir expuesto al riesgo. "La sociedad traduce cada vez más sus dificultades, sus miedos y su inseguridad en términos de riesgo, es decir, en términos de peligros que debe identificar, medir y dominar" (Ascher, 2011: 33). Las preguntas pertinentes serían, ¿quiénes tienen acceso a los avances científicos, a las nuevas formas de comunicación y de transporte? ¿Quiénes habitan con la sensación de riesgo? Las élites.

Hablar de la sociedad contemporánea como una sociedad del riesgo sería semejante a emplear la categoría compresión del espacio-tiempo, que generaliza un tipo de habitar independiente a la raza, el género y la clase social. Massey (1994) se preguntó: ¿quiénes perciben la sensación de compresión del espacio y del tiempo? ¿Quiénes se benefician de ella? De acuerdo con la autora, esta categoría sólo explica la experiencia de un grupo en el poder, que son quienes la experimentan, hacen el movimiento y pueden desplazarse grandes distancias en muy poco tiempo. Otros comprenden el espacio-tiempo de maneras muy opuestas: "the mobility and the control of some groups can actively weaken other people. Differential mobility can weaken the leverage of the already weak. The time-space compression of some groups can undermine the power of others" (Massey, 1994: 150). La experiencia de los pobres y subordinados es de encarcelamiento y reclusión a un determinado espacio y tiempo, sin posibilidad de fluir a través de estos.

De manera semejante, vivir en riesgo explica sólo la experiencia de otro grupo en el poder. El aumento de la información que fluye por internet o de la inseguridad definen la sensación de ciertos grupos de población mas no de todos.

Conclusión

¿Qué caminos tomar para descolonizar el conocimiento arquitectónico y la manera de pensar la ciudad? Bajo las categorías analíticas expuestas se señaló el impacto que estas han tenido en la generación de acciones sobre el fenómeno urbano arquitectónico, exponiendo los riesgos de asumirlas como herramientas válidas para explicar realidades ajenas al contexto donde fueron producidas.

América Latina requiere de una suma de esfuerzos que redefinan el conocimiento científico desde la universidad, desde la etapa temprana de formación de arquitectos y planificadores, que les otorgue herramientas propias y generadas por pensadores latinoamericanos, con las cuales analizar lo urbano arquitectónico.

En la experiencia expuesta, pese a que se critica al movimiento moderno como un sistema de pensamiento impuesto, se carece aún de una propuesta alternativa de enseñanza que no hable de América Latina bajo el tamiz del movimiento moderno, sino de lo urbano-arquitectónico latinoamericano como tal.

El uso de términos como globalización o sociedad del riesgo promueven la homogeneización de los problemas, siendo que los países latinoamericanos habitan una experiencia muy diferente a los norteamericanos o europeos, por ejemplo.

Se debe resaltar el valor del lugar. Más allá de la discusión global/ local/glocal, lo interesante, y necesario es investigar y observar el papel del lugar sin utilizar categorías analíticas ajenas.

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1 Por ejemplo, el Plan Regulador de Caracas, Venezuela, elaborado por arquitectos e ingenieros europeos y norteamericanos expuestos a la Bauhaus con propuestas de Robert Moses, y el Plan Regulador de Punta del Este, Uruguay, por Carlos Gómez Gavazzo tras haber trabajado con Le Corbusier (Goycoolea, 2014).

2Por ejemplo, en Ciudad de México se encuentra Ciudad Universitaria (zona de estudio), Iztapalapa (zona industrial), Bosque de Chapultepec (zona recreativa), Reforma, Polanco y Santa Fé (zona administrativa y comercial).

* El siguiente trabajo ha surgido a partir de las ideas puestas en debate en el seminario Análisis crítico de la arquitectura y el urbanismo: las opciones contemporáneas de la Maestría en Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Recibido: 11 de Enero de 2018; Aprobado: 19 de Noviembre de 2018

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