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Bitácora Urbano Territorial

versión impresa ISSN 0124-7913versión On-line ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.30 no.3 Bogotá sep./dic. 2020  Epub 07-Dic-2020

https://doi.org/10.15446/bitacora.v30n3.82480 

Artículos

Ciudadanía, vecindad y derecho a la ciudad. Cova da Moura, Lisboa [1]

Citizenship, neighborhood and right to the city. Cova da Moura, Lisbona

Cidadania, vizinhança e direito à cidade. Cova da Moura, Lisboa

Citoyenneté, voisinage et droit à la ville. Cova da Moura, Lisbonne

Francisco José Cuberos-Gallardo1 

1 Doctor en Antropología Social Universidad de Sevilla fcuberos@us.es https://orcid.org/0000-0003-3678-8576


Resumen

El barrio de Cova da Moura, ubicado en la periferia de Lisboa, alberga un serio conflicto entre dos formas antitéticas de entender el derecho a la ciudad. De un lado, las instituciones públicas intentan habilitar este derecho mediante una ordenación higienista que homologue dicho espacio al resto del territorio portugués. De otro, los vecinos del barrio rechazan los planes urbanísticos propuestos por el Estado y entienden que su derecho a la ciudad pasa por un reconocimiento de la singularidad cultural del vecindario y unas políticas urbanísticas que la protejan. En el presente trabajo se analiza este conflicto, el cual enfrenta dos modelos de territorialización contrapuestos: uno que se construye sobre la categoría abstracta del ciudadano y a través de criterios cartesianos y otro que remite a la noción del vecino y que se apoya sobre la especi-Acidad de experiencias concretas.

Palabras clave: inmigración; identidad; conflicto social; urbanización; planificación urbana

Abstract

The Cova da Moura neighborhood, located on the outskirts of Lisbon, holds a serious conflict between two antithetical ways of understanding the right to the city. On the one hand, public institutions try to enable this right through a hygienist arrangement that homologues this space to the rest of the Portuguese territory. On the other, the residents of the neighborhood reject the urban plans proposed by the Portuguese State, and understand that their right to the city goes through a recognition of the cultural uniqueness of the neighborhood and urban planning policies that protect it. In this work this conflict is analyzed. It faces two opposing territorialization models: one that is built on the abstract category of the citizen and through Cartesian criteria, and another that refers to the notion of the neighbor and that relies on the specificity of concrete experiences.

Keywords: immigration; identity; social conflicts; urban ization; urban planning

Resumo

O bairro Cova da Moura, localizado na periferia de Lisboa, alberga um sério conflito entre duas formas antitéticas de entender o direito à cidade. De um lado, as instituições públicas tentam viabilizar esse direito por meio de um arranjo higienista que homologa esse espaço com o restante do território português. De outro lado, os moradores do bairro rejeitam os planos urbanísticos propostos pelo Estado Português e entendem que seu direito à cidade passa pelo reconhecimento da singularidade cultural do bairro e por políticas de planejamento urbano para protegê-la. Neste trabalho analisamos esse conflito, que enfrenta dois modelos de territorialização opostos: um que se baseia na categoria abstrata do cidadão e em critérios cartesianos e outro que se refere à noção de vizinho e que se baseia na especificidade de experiências concretas.

Palavras-chave: imigração; identidade; conflito social; urbanização; planificação urbana

Résumé

Le quartier de Cova da Moura, situé à la périphérie de Lisbonne, entretient un conflit sérieux entre deux manières antithétiques de comprendre le droit à la ville. D'une part, les institutions publiques tentent d'habiliter ce droit par le biais d'un arrangement hygiéniste qui homologue cet espace au reste du territoire portugais. De l'autre, les résidents du quartier rejettent les plans urbains proposés par l'État portugais et comprennent que leur droit à la ville passe par la reconnaissance de la spécificité culturelle du quartier et par les politiques d'urbanisme qui le protègent. Dans ce travail, ce conflit est analysé, qui fait face à deux modèles de territorialisation opposés : un construit sur la catégorie abstraite du citoyen et sur des critères cartésiens, et un autre qui fait référence à la notion de voisin et qui repose sur la spécificité. Des expériences concrètes.

Mots-clés: immigration; identité; conflit social; urbanisa tion; aménagement urbain

La vecindad, como categoría, no resulta de la obtención de un estatus legal ni de un reconocimiento jurídico, sino de la participación activa en una red acotada de relaciones sociales, que produce cotidianamente significados propios y que se fundamenta sobre el reconocimiento personalizado. El vínculo del ciudadano con el territorio está mediado por su pertenencia a una comunidad abstracta, mientras que el vínculo del vecino es directo y se fundamenta en la participación personal y continuada del territorio concreto.

Introducción

Durante la década de 1970, miles de inmigrantes se instalaron en la periferia de Lisboa, en terrenos hoy encuadrados en los concelhos de Oeiras, Amadora, Loures y Odivelas. Llegaban a la zona procedentes de las antiguas colonias portuguesas en África, así como del Alentejo y otras regiones del medio rural portugués (Fonseca, 2009). La inserción residencial de esta población resultaba extremadamente difícil por su bajo perfil socioeconómico y por la escasez de viviendas en un país que, en plena descolonización, buscaba acomodo para más quinientos mil portugueses retornados de Angola, Guinea Bissau, Mozambique, Cabo Verde y Santo Tomé (Pires, Maranhão y Quintela, 1987; Rocha-Trindade, 1995). En este contexto, la mayor parte de la población africana no portuguesa, negra o mulata, optó por la construcción de barracas en terrenos aledaños a las fábricas del extrarradio en donde trabajaban. Fue así como en torno a 1974 nació el barrio de Cova da Moura, mediante una ocupación ilegal de terrenos públicos y privados que, en sus primeros años, contó con el consentimiento tácito de las autarquías locales (Malheiros y Mendes, 2007).

Casi medio siglo después, hoy el barrio ocupa dieciséis hectáreas y alberga unos siete mil vecinos, de los cuales aproximadamente el sesenta por ciento son de origen africano. A través de un crecimiento acelerado y desordenado, el barrio ha visto consolidarse en su seno un nivel de pobreza y desempleo preocupante, al igual que problemas de convivencia ligados al tráfico de droga al menudeo y formas de pequeña delincuencia. Así, se ha generado un fuerte estigma alrededor de este vecindario y de su población, que ha sido visibilizado en todo Portugal como un caso clínico de marginalidad. Paralelamente, el crecimiento del área metropolitana de Lisboa ha provocado que los terrenos del barrio, antaño abandonados, se hayan revalorizados y resulten atractivos para la inversión inmobiliaria. Como consecuencia de todo ello, el Estado ha virado significativamente su tratamiento hacia el barrio. Si en un primer momento la actitud de las autoridades portuguesas ante la ocupación ilegal de estos terrenos fue de inhibición y consentimiento tácito, la prolongación y profundización de los problemas urbanísticos y sociales en la zona ha hecho que pase a ser considerada una prioridad política y objeto preferente de planes de intervención.

En este trabajo se propone un análisis diacrónico de cuarenta años de reivindicaciones de los vecinos de la Cova da Moura frente al Estado portugués. Mediante la descripción etnográfica abordamos dos formas aparentemente incompatibles de interpretar el derecho a la ciudad (Lefebvre, 1969) y reconstruimos el conflicto urbanístico que atraviesa este vecindario a partir de la mirada de sus protagonistas. El texto se fundamenta en un trabajo de campo de un año de duración, construido sobre una metodología de base cualitativa, que incluyó la observación participante y las entrevistas en profundidad a los vecinos de la zona. La información recogida en terreno ha sido complementada con la consulta sistemática de documentación bibliográfica y material audiovisual sobre inmigración caboverdiana en Portugal; fotografías producidas por los vecinos y asociaciones del barrio; noticias aparecidas en medios de comunicación -prensa y televisión- y algunos vídeos y documentales de especial interés.[2]

Ciudadanos, vecinos y derecho a la ciudad

El rechazo de los vecinos de la Cova da Moura a los planes urbanísticos de las instituciones públicas portuguesas puede ser interpretado como el resultado de dos formas distintas de territorializar un mismo espacio. El concepto de territorialización refiere aquí a los modos diversos en que los grupos humanos desarrollan ejercicios de significación y diferenciación del espacio mediante su apropiación, delimitación y/o definición funcional (Garcés, 2006). El Estado moderno ha ejercido, sin duda, una influencia especialmente importante en las formas de territorialización en el marco del capitalismo. Las políticas de ordenación del territorio, las normas urbanísticas, la construcción sistemática de edificios públicos o la vertebración del territorio mediante grandes vías de comunicación han sido algunas de las herramientas que han permitido al Estado la producción de una espacialidad propia. Una espacialidad de carácter tecnocrático y burocrático, como expresa David Harvey (2014), regida por un criterio de racionalidad cartesiana. A través de la aplicación de la ley, del trabajo cotidiano de sus funcionarios y de la implementación de políticas públicas, el Estado ejerce un poder decisivo sobre las pautas de distribución física de la población, los rasgos arquitectónicos del paisaje, la ordenación del espacio y las formas de movilidad. No obstante, como ya apuntó Henri Lefebvre (1991) y el propio Harvey (2014) reafirma, esta producción tecnocrática y burocrática del espacio tiende, sistemáticamente, a provocar la rebelión de las poblaciones. Precisamente porque está concebida para un modelo de ciudadano ideal y ahistórico, mientras que los vecinos son personas concretas, con sus propias historias y problemas y necesitan territorializar el espacio de formas coherentes con su experiencia singular.

En este punto resultan de interés las observaciones de Francois-Xavier Guerra (1999) sobre el carácter antitético de las identidades del vecino y del ciudadano. En su concepción original, el ciudadano aparece como un componente individual de una colectividad abstracta -el pueblo, la nación-, mientras que el vecino lo hace como alguien concreto, enraizado: territorializado. Frente al concepto liberal del ciudadano, que construye a los individuos como reproducciones anónimas de un modelo racionalizado y universal, el vecino se construye con base en una identidad específica y diferenciada. La vecindad, como categoría, no resulta de la obtención de un estatus legal ni de un reconocimiento jurídico, sino de la participación activa en una red acotada de relaciones sociales, que produce cotidianamente significados propios y que se fundamenta sobre el reconocimiento personalizado. El vínculo del ciudadano con el territorio está mediado por su pertenencia a una comunidad abstracta, mientras que el vínculo del vecino es directo y se fundamenta en la participación personal y continuada del territorio concreto. Podemos interpretar así que, en la Cova da Moura, el Estado piensa el barrio como un espacio a regular con criterios generales para un ciudadano estandarizado, en cambio, los vecinos lo piensan desde la concreción y la singularidad de sus experiencias.

Debe tenerse en cuenta, en el caso estudiado, que la mayor parte de estos vecinos son de origen extranjero, concretamente de las antiguas colonias portuguesas en África. Esto plantea, sin duda, consecuencias particulares en su relación con el territorio. Por un lado, las formas de habitar el espacio se enmarcan en la vasta red de personas, territorios y relaciones que integran la diáspora caboverdiana (Carita y Rosendo, 1993; Batalha, 2008; Góis, 2008; Marques y Santos, 2008; Sardinha, 2004). Es común que personas del barrio pasen temporadas visitando a sus familiares en Cabo Verde o en Santo Tomé, que emigren temporalmente a Francia y Bélgica o que alojen durante un período indefinido a familiares residentes en los Estados Unidos. Por otro lado, el barrio se construye con base a prácticas arquitectónicas, formas de ocupación del espacio y pautas de movilidad directamente ligadas a la identidad cultural de estos inmigrantes. Finalmente, en la Cova da Moura se da una situación aparentemente paradójica: el hecho de "no ser ciudadanos" -el origen extranjero- atraviesa la experiencia concreta que sustenta "el ser vecinos".

En los estudios de caso disponibles sobre conflictos entre vecinos nativos y extranjeros, suelen ser los autóctonos quienes, precisamente por serlo, movilizan su identidad étnica para reclamar un control exclusivo sobre el territorio (Steil y Ridgley, 2012). La Cova da Moura, por el contrario, es construida cotidianamente por la mayoría de sus vecinos como una no-Portugal o, por decirlo mejor, como una Portugal-otra, reflejo de la historia silenciada de la experiencia colonial, la inmigración, el racismo y la exclusión de los subalternos. En la Cova da Moura la otredad étnica de sus habitantes, unida al proceso singular de ocupación del espacio y a sus graves problemas socioeconómicos, se han traducido en formas distintivas de territorialización que devienen en una concepción alternativa del derecho a la ciudad y que merece la pena detallar.

El barrio y sus vecinos: historia y conformación del territorio en la Cova da Moura

La conformación espacial del barrio Cova da Moura se vio moldeada desde sus orígenes por las condiciones de extrema precariedad que enmarcaron su poblamiento. En los años setenta del siglo veinte, los inmigrantes encontraron una extensa franja de terrenos baldíos, pero, instalarse, exigía la inversión de una alta carga de trabajo de su parte. La primera tarea para los nuevos pobladores fue la construcción de las viviendas con sus propias manos, que comenzaron siendo barracas edificadas con materiales desechables, fundamentalmente madera. Dichos materiales eran conseguidos por los vecinos en aserríos del entorno, así como en depósitos de desperdicios. Su recolección y transporte eran tareas desarrolladas de manera autónoma por cada unidad doméstica. La construcción de la barraca tenía lugar durante la noche y en el escaso tiempo libre que dejaban las prolongadas jornadas laborales. Todos los miembros de la familia tomaban parte, ejerciendo los adultos como peones de obra y los niños como asistentes en labores de carga y transporte de materiales. Determinadas fases del proceso de construcción, como la colocación del techo, exigían la disposición de una mayor cantidad de fuerza de trabajo. Para estas labores, cada familia recababa la ayuda voluntaria de otros vecinos adultos.

Cuando llegué al barrio, aquí no había casas, no había nada, solo barracas de madera. Para hacer las casas, ayudaban los vecinos. Usted hablaba con los colegas para hacerla. [...] Me gusta el barrio, porque antiguamente no había nada, pero ahora está bien (João Lucio. Caboverdiano, 69 años).

El acceso a conexiones ilegales de luz y la construcción de estructuras para el almacenamiento de agua fueron igualmente trabajos que exigieron cooperación entre los vecinos. Así, la colaboración se arraigó en los modos de territorialización del barrio desde sus orígenes. La dureza del contexto de recepción hizo que para estos migrantes organizarse y ser solidarios fuese un requisito indispensable para seguir existiendo como comunidad (Pujadas, 1990). Todo ello fue cuajando en densas redes vecinales, con un fuerte componente de solidaridad mutua (Malheiros y Mendes, 2007), que jugaron un papel decisivo en la lucha por el acceso a los servicios básicos para el barrio. Así, en 1978 nació la primera asociación de vecinos entre los habitantes más antiguos de la Cova da Moura, mayoritariamente portugueses. Esta organización va a desarrollar una labor de movilización vecinal muy intensa, orientada casi por entero a la obtención de infraestructura urbana para el barrio.

En esta primera fase de ocupación del barrio la reivindicación del derecho a la ciudad se expresa, fundamentalmente, como la homologación material al entorno urbano. Así, se consiguieron las primeras instalaciones regulares de agua, luz y alcantarillado en las zonas bajas del barrio. Mientras tanto, miles de africanos seguían instalándose en las zonas no urbanizadas de la parte alta del vecindario. A partir de 1984 arrancó entre estos nuevos vecinos un fuerte proceso organizativo de carácter autónomo, que desembocó en la Asociación Moinho da Juventude e involucró a la población caboverdiana con un papel protagonista.

Hicimos la primera reunión para conseguir agua para novecientas personas. [...] Esto fue el 1 de noviembre del 84, que es cuando decimos que dio inicio la asociación. Que eran novecientas personas que no tenían agua. Fue una lucha de tres años para conseguir agua y alcantarillado. En aquel momento vivían aquí unas tres mil y algo personas... casi cuatro mil. Entonces era un cuarto que no tenía agua y alcantarillado en la casa (Adele. Belga, 70 años).

Así, a lo largo de los años ochenta del siglo veinte se consolidaron en la Cova da Moura dos ritmos de urbanización claramente diferenciados. En la parte baja, los vecinos portugueses, de mayor antigüedad en el barrio y organizados como asociación de vecinos, consiguieron mejoras urbanísticas importantes. A lo largo de esta década, cuando las barracas fueron siendo sustituidas por construcciones edificadas, la asociación gestionó el loteo de los terrenos, la delimitación del trazado urbano, el asfaltado de las calles y la instalación de la red eléctrica, de agua y de alcantarillado. Mientras tanto, en la zona alta del barrio, la ausencia de las mejoras logradas en la parte baja, unida a un sentimiento creciente de marginación racial en ámbitos como el acceso al empleo y al estatus legal de la ciudadanía, desencadenó un proceso diferenciado de autoorganización entre los caboverdianos, que giraba en torno a la asociación Moinho da Juventude y que pronto iba a ejercer un impacto notable sobre los espacios del barrio. Resulta interesante en este punto observar que la exclusión de la ciudadanía jurídica -limitada a la comunidad nacional portuguesa-va a espolear la iniciativa de los caboverdianos para movilizarse de forma autónoma "en tanto vecinos".

Pronto la Moinho da Juventude asumió funciones importantes en la cobertura de necesidades básicas que no eran atendidas por el Estado, por ejemplo, organizando talleres de formación en empleo o construyendo una pequeña biblioteca en la que los niños podían pasar las tardes mientras sus padres y madres trabajaban. Al crecimiento de la asociación siguió su inscripción legal como Instituição Particular de Solidariedade Social (IPSS)[3] en 1987 y, dos años más tarde, la firma del primer convenio de cooperación con la Seguridad Social portuguesa para la prestación de servicios en el barrio. A partir de entonces, la escasez de servicios públicos estatales en el barrio llevó al Moinho da Juventude a recabar subvenciones de la Seguridad Social y del Fondo Social Europeo para la prestación de estos servicios: comedor, guardería y asesoría laboral. Los dirigentes de la asociación se fueron consolidando como referentes cruciales en la gestión de la vida cotidiana del barrio y como interlocutores legítimos con organismos gubernamentales, universidades y ONGs. Todo este trabajo permitió la construcción de la primera sede de la asociación, mediante una combinación peculiar de autoorganización vecinal y apoyo externo.

En la construcción de la primera sede tuvimos el apoyo de voluntarios de Bélgica, de Holanda, de Alemania. [...] [Los voluntarios pertenecen a una ONG] que existe en varios países y que van a ayudar durante las vacaciones: ellos pagan su viaje y nosotros tenemos que dar alojamiento y comida y ellos trabajan (Adele. Belga, 70 años).

Desde fines de los años ochenta del siglo veinte, la asociación Moinho da Juventude experimentó un crecimiento extraordinario en sus niveles de incidencia en el barrio, su capacidad para movilizar recursos y legitimidad entre los vecinos. De este modo, llegó a gestionar servicio de guardería, comedores escolares, talleres de formación profesional, aulas de tiempo libre, servicio de asesoría jurídica y de mediación sociocultural, gabinete de inserción profesional, cursos de alfabetización y equipos deportivos en cuatro disciplinas. Con más de ochenta vecinos contratados, hoy la asociación consigue dotar de empleo y recursos económicos a buena parte de las familias del barrio.

El crecimiento de la asociación ha exigido el aumento de su presencia física en el barrio. En la actualidad, su actividad cotidiana es coordinada desde un gran edificio de oficinas centrales que incorpora en un inmueble anexo la guardería, así como una cocina comunitaria y un comedor para los escolares. En otro edificio más pequeño, ubicado a unos trescientos metros, presta los servicios de asesoría jurídica y laboral, mientras que un tercer edificio alberga la biblioteca, una pequeña sala de reuniones y algunos despachos. Finalmente, las actividades culturales, incluyendo las clases de batuke y los ensayos de danzas tradicionales, son celebradas en un cuarto edificio, una casa de varias plantas donada temporalmente a la asociación por una familia caboverdiana que emigró a Francia hace años. En resumen, hoy la Moinho da Juventude cuenta con una presencia constante en cuatro puntos del barrio, que constituyen espacios centrales de sociabilidad vecinal. Prácticamente todos los vecinos de la Cova da Moura, especialmente los de las zonas altas, tienen un contacto directo o indirecto con la asociación. "Todos en el barrio respetan mucho a la asociación. Porque si uno no participa, participa su hermano o su hijo va a la guardería o su vecina trabaja en la cocina o su abuelo va a alfabetización" (Jorge Carlos. Caboverdiano, 25 años).

Para entender el impacto de la Moinho da Juventude en las formas de territorialización de este barrio, hemos de tener en cuenta la escasa presencia del Estado portugués durante dos décadas. La Cova da Moura permaneció largo tiempo como un espacio olvidado por las instituciones, excluido de los grandes planes de urbanización y sujeto a graves problemas de pobreza entre sus familias, precariedad en sus instalaciones y estigmatización en su imagen pública. Este olvido institucional es percibido por los vecinos como una afrenta y como una forma de discriminación institucionalizada. Un sentimiento que se agudiza a partir de 1993, cuando el barrio quedó excluido del ambicioso Programa Especial de Realojamiento (PER), instituido por el Decreto Ley No. 163/93, cuyo objetivo era la erradicación de los barrios de barracas mediante la concesión por parte del Estado de apoyo financiero a los municipios para la construcción, adquisición o arrendamiento de viviendas. Con un discurso de corte higienista, este programa produjo una transformación decisiva en todo el Área Metropolitana de Lisboa por más de diez años. Sin embargo y por darse prioridad a otros barrios, la Cova da Moura quedó por fuera de la cobertura del PER. Esta exclusión actuó como un acicate en el proceso de autoorganización y de reafirmación identitaria.

A finales de los años noventa del siglo veinte, el Moinho da Juventude ostentaba una presencia constante en todos los ámbitos de sociabilidad del barrio. Mientras tanto, este sufría un grave deterioro de su imagen pública, asociada a marginalidad y delincuencia. Especialmente durante la mitad de dicha década, el crecimiento de la ciudad de Lisboa, unido con la mejora del transporte público que trajo la Expo'98, favorecía una tendencia al alza del precio del suelo en la zona y los primeros signos de interés por parte de constructores e inmobiliarias en ella. Fue entonces cuando diferentes instituciones estatales portuguesas volvieron sus ojos hacia la Cova da Moura que, en pocos años, pasó de ser olvidada a aparecer como una prioridad absoluta en materia de intervención urbanística.

Políticas públicas y resistencia vecinal en la cova da moura

En el año 2002, el gobierno municipal de Amadora lanzó el primer borrador del Plan de Recualificación para la Cova da Moura (Câmara Municipal da Amadora, 2002). Con un discurso higienista y el objetivo de transformar el parque de viviendas y el trazado urbanístico de la zona, el programa planteaba abiertamente la demolición del ochenta por ciento de las construcciones existentes. Pretendía una intervención contundente, que atajase definitivamente los problemas de pobreza, exclusión y marginalidad que atravesaban el vecindario. Dicho plan constituyó la primera propuesta específica para la ordenación urbanística del barrio por parte de las instituciones portuguesas, sin embargo, enseguida encontró la oposición frontal de los vecinos, quienes se organizaron en torno a una comisión unitaria[4] para desarrollar una estrategia de resistencia. Durante varios años esta comisión recogió firmas entre los vecinos para expresar el rechazo generalizado a la propuesta. En un argumentado elaborado en 2006, se observan planteamientos que reflejan una conciencia clara sobre la existencia de dos propuestas enfrentadas de territorialización para el barrio.

Muchos de los trazos del tejido urbano del barrio son marca y al mismo tiempo dispositivo propiciador de la riqueza de la sociabilidad y de la vida asociativa local, estando anclados en su origen, en la historia y en la cultura de sus "residentes-constructores", así como en la inversión que estos realizaron aquí a lo largo de tres décadas (Comissão de Bairro Alto da Cova da Moura, 2006: s.p.).

Las mismas redes vecinales forjadas en el proceso de construcción material del barrio y que solicitaron durante años una presencia efectiva del Estado portugués en la zona ahora esgrimen un discurso que reclama su propiedad legítima y cuestiona las motivaciones de las autoridades estatales. Después de años de pasividad institucional, las entidades vecinales acusan al Plan de la Cámara Municipal de Amadora de responder a intereses ilegítimos y vinculados a la especulación inmobiliaria. Entre la población del barrio, de condición económica humilde, comienza a cundir la preocupación por un posible realojamiento en bloques de pisos que no desean y que tendrían que pagar en alquiler. Se extiende la sospecha de que el Plan de Recualificación no se orienta a la mejora de la vida de los vecinos, sino a habilitar un proceso especulativo para fomentar la subida del valor de los suelos de la zona. Frente a esto, la mayor parte de los vecinos reivindica un derecho sobre el barrio que se traduce en un discurso de reafirmación identitaria. Así, frente a una propuesta institucional que pretende regular el espacio con un criterio ciudadanista, se afirma alternativamente un derecho a la ciudad basado en la condición legítima de vecinos.

En este escenario, la identidad caboverdiana es activada como un eje de resistencia frente a la voluntad especulativa que se intuye en los nuevos planes institucionales de recualificación para el barrio, que continúan la línea higienista anticipada por el PER y por el Plan de Recualificación del gobierno de Amadora. Es el caso del Proyecto Urban II de las freguesías Damaia y Buraca, subvencionado por la Comisión Europea,[5] el cual propone una transformación en profundidad del barrio con base en cuatro objetivos: 1) recualificar el ambiente urbano y valorizar el espacio público; 2) integrar a la población africana; 3) revitalizar el ambiente social; y 4) valorizar el contexto socio-educativo de la población juvenil (Malheiros y Mendes, 2007). O el programa Bairros Críticos, creado por Resolución del Consejo de Ministros No. 1.43/2005 y administrado por el Instituto Nacional Portugués de Vivienda y Rehabilitación Urbana (IHRU) y que el gobierno portugués implementa entre 2005 y 2013 en la Cova da Moura y en otras dos zonas con graves problemas de vulnerabilidad urbana y social: Lagarteiro (Porto) y Vale da Amoreira (Moita). Estas iniciativas apuntalan un discurso institucional que construye a la Cova da Moura como un espacio "anómalo" (Garcés, 2014: 145), que se debe intervenir con urgencia. Las políticas urbanísticas propuestas se orientan al ordenamiento de un espacio que es presentado como caótico, carente de sentido y peligroso. Desde la perspectiva de las instituciones, los residentes de la Cova da Moura son parte indiferenciada de una ciudadanía cuyo derecho a la ciudad se concretaría en la homologación del barrio al resto del territorio portugués.

La construcción de este discurso conlleva a una sobreexposición mediática de los problemas de la zona, que, en poco tiempo, pasa a ser famosa en todo Portugal como ejemplo negativo de exclusión urbana y de falta de integración cultural. Desde fines de los años noventa del siglo veinte, el aumento del desempleo, unido a los efectos del largo abandono del barrio, favorecen la consolidación de un problema considerable de tráfico de drogas al menudeo que, a su vez, se vincula directamente con episodios recurrentes de violencia, presencia de armas de fuego e intervenciones policiales en la zona. Este escenario conflictivo despierta el interés de los medios de comunicación, que difunden una imagen muy negativa del barrio que los vecinos rechazan.

La imagen del barrio es mala y la culpa es sobre todo de los medios de comunicación. Porque solo muestran lo malo y no muestran lo bueno. Solo enseñan delincuencia y nunca enseñan las actividades de los jóvenes y otras cosas (Carlo Andrade. Descendiente de caboverdianos, 27 años).

Los vecinos hacen una lectura muy crítica de este proceso de estigmatización, que conectan con los planes de territorialización higienista que las autoridades tienen para el barrio. Varios líderes vecinales señalan que eso hace parte de un proceso directamente ligado a los intereses especulativos que los presiona, considerando que la difusión de una imagen de la Cova da Moura como lugar peligroso forma parte de una estrategia de pauperización de la zona que persigue la expulsión de la población residente.

Este barrio está en un sitio muy bueno: cerca de Lisboa, cerca de Sintra, cerca de Cascais. Tiene una localización óptima y está construido sobre una colina. Y también es óptimo, porque tiene aquí una vista óptima. Por eso la especulación inmobiliaria está muy interesada en este terreno. [...] Estigmatizaron mucho el barrio desde 2002, porque había un plan para hacer aquí: arrasar el barrio. [... ] El plan que hicieron era echar abajo el ochenta por ciento del barrio. [... ] Nosotros teníamos que salir y después vendrían aquí personas con más dinero (Adele. Belga, 70 años).

Frente al problema de la invisibilidad que en otro momento lamentaron, los vecinos padecen ahora la difusión abusiva de imágenes que presentan el barrio como un gueto peligroso. Esto les lleva a reorganizar sus estrategias, priorizando una serie de iniciativas orientadas a combatir el estigma. Se trata de medidas con las que intentan difundir una imagen más positiva de la Cova da Moura, que valoriza la historia de este barrio y dignifica a su población. Dichas estrategias afirman ya de manera explícita un proyecto de territorialización alternativo, construido alrededor de la identidad caboverdiana. Además, en la medida en que se proyecta una imagen positiva de los vecinos, se les habilita como beneficiarios legítimos del derecho a la ciudad.

Explotando este discurso, los vecinos de la Cova da Moura desarrollan un proceso de autoconstrucción como barrio caboverdiano. El objetivo es visibilizar el origen étnico de la mayoría de ellos, lo cual es reconstruido como motivo de orgullo y fuente de riqueza cultural para la capital portuguesa. Esto entraña una serie de transformaciones urbanas que cargan de significado los espacios del barrio y los ligan de manera expresa a la idea de una identidad caboverdiana en el exilio. El barrio se llena de grafitis que representan imágenes alusivas al país africano, incluyendo los colores de la bandera, mapas de las islas o retratos de Amílcar Cabral.

Las calles van a ser retituladas con nombres que evocan lugares, expresiones o personajes propios de la historia de Cabo Verde y de África. Esta práctica de rebautizar los espacios del barrio constituye un desafío radical al modelo de ordenación urbana predominante y una afirmación de la legitimidad exclusiva de los vecinos sobre el territorio (Duminy, 2014). En los letreros que adornan las calles y en otras iniciativas vecinales se observa un proceso de recuperación y visibilización de palabras del criollo caboverdiano. Esta lengua, mayoritaria en las islas y largamente denostada como un dialecto vulgar, pasa a ser cargada de un sentido de orgullo y reafirmación identitaria. Los vecinos reivindican ahora palabras como sabura o morabeza y rescata el uso estético de la k como letra característica en la redacción escrita del criollo. Incluso, el barrio es rebautizado como Kova-M, adoptando así una forma que cabalga entre la tradición cabover-diana y un estilo propio del hip-hop, fuertemente asociado en Portugal a los jóvenes descendientes de la inmigración africana.

Sabura (alegre, placentero) será el nombre que se dé a un programa consistente en la organización de visitas guiadas al barrio para gente del exterior (Carvalho, 2010) y que va a contar con el apoyo financiero del Alto Comisariado para las Migraciones (ACM) de Portugal. El objetivo es combatir la imagen de la Cova da Moura como un sitio peligroso, ofreciendo, en su lugar, un retrato amable y pintoresco de un enclave caboverdiano. Las visitas al barrio son guiadas por jóvenes de la asociación Moinho da Juventude a través de un recorrido prefijado que lleva el título de Ruta de las islas y que construye, simbólicamente, el paseo por el barrio como un acercamiento a la historia y la identidad de los inmigrantes que lo habitan. A lo largo de estas excursiones los visitantes descubren las peluquerías afro de la zona, los bares y restaurantes especializados en platos procedentes del archipiélago y un conjunto desordenado de callejones cuyos colores, olores y sonidos reflejan permanentemente una idea de la caboverdianidad en la distancia.

Paralelamente, se aprovechan los contactos con actores diversos para canalizar la participación directa de los vecinos en la ordenación territorial del barrio. Por ejemplo, en el año 2005, la asociación Moinho da Juventude organiza un taller conjunto con la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Lisboa (UTL) para hacer pública una propuesta alternativa al Plan de Recalificación de la Cámara Municipal de Amadora. Esta gira en torno a la dignificación de la imagen del barrio y manutención de las viviendas existentes.

De otra parte y en el marco de esta reactivación de la identidad cultural caboverdiana, la celebración anual de la fiesta del Kola San Jon, organizada durante veinte años por la asociación Moinho da Juventude, ha despertado el interés de personas y organizaciones ajenas al barrio. Consiste en una procesión masiva en honor a San Juan, realizada el 24 de junio, que incluye música, danzas, comida y bebidas típicas de esta ceremonia en las islas de Cabo Verde, la cual, ha sido incluida en 2013 en el inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de Portugal, gracias a la asesoría activa de investigadores de universidades públicas portuguesas. Este es un reconocimiento que subraya el valor etnológico de la fiesta y dignifica el origen cultural de los vecinos del barrio, pero también, es un marco de protección jurídica para ellos frente a los planes urbanísticos anunciados desde las instituciones portuguesas, pues la conservación de dicho patrimonio pasa a ser un argumento importante en la defensa del derecho de sus vecinos a seguir viviendo en el barrio y participando de su gestión cotidiana.

Conclusión

Los vecinos de la Cova da Moura han reivindicado durante más de cuarenta años su derecho a vivir dignamente en el barrio que habitan. Durante todo ese tiempo han mantenido viva una estrategia orientada a reforzar su reconocimiento como habitantes legítimos de este territorio, para dotarlo de los recursos necesarios y para dignificar la vida de los vecinos y su imagen ante el resto del país. Sin embargo, la lucha ha experimentado una evolución discontinua en sus formas, respondiendo de manera coherente a los cambios acontecidos en el entorno político-institucional, económico y cultural. En este sentido, podemos distinguir dos etapas claramente diferenciadas.

La primera arranca tras la consolidación del poblamiento del barrio y se extiende aproximadamente hasta mediados de los años noventa del siglo veinte. En ella se desarrolla el proceso de urbanización propiamente dicho, que está marcado por la condición periférica del vecindario, una baja demanda sobre sus terrenos y una ausencia relativa del Estado portugués en la prestación de servicios públicos. En este contexto, la lucha vecinal reivindica el derecho a la ciudad como un "derecho a ser iguales": se exige una mayor presencia estatal en el barrio y la implementación de políticas equivalentes a las consideradas genéricamente portuguesas. Se reivindica un urbanismo "ciudadanista", que debe servir para desdibujar las diferencias entre la Cova da Moura y el resto del territorio nacional. Ante la falta de respuestas por parte de la administración pública, los vecinos refuerzan las redes internas de cooperación, desarrollando sus propias intervenciones en el entorno urbano -construcción de edificios, impulso de espacios comunes- y adoptando frente al Estado un papel que es fundamentalmente suplementario -prestación de servicios sociales en el barrio: guardería, comedores- y reivindicativo -recolección de firmas, manifestaciones-.

A lo largo de los años noventa del siglo veinte, una serie de transformaciones determinan un viraje decisivo en la estrategia de los vecinos. De un lado, la desindustrialización reduce considerablemente las fuentes de empleo en la zona y, en paralelo, se da un cierto crecimiento de formas de economía delictiva que contribuyen a deteriorar tanto el ambiente urbano como la imagen del barrio hacia el exterior. De otro, la expansión del área metropolitana de Lisboa y la mejora de las comunicaciones terrestres, especialmente a raíz de la Expo'98, provocan una mejora relativa de la ubicación de los terrenos del vecindario y un ascenso paralelo del valor económico del suelo. Como resultado de todo ello, se observa un renovado interés de la administración portuguesa por regularizar la situación urbanística de la Cova da Moura.

Después de dos décadas de abandono, el cambio de siglo alumbra un nuevo período en el que se suceden las iniciativas institucionales para ordenar este espacio, con un criterio que reivindica precisamente la normalización del barrio y su homologación con el resto del área metropolitana y del país (Plan de Recualificación de la Cámara Municipal de Amadora, Programa Urban II, Programa Bairros Críticos). Los vecinos, sin embargo, perciben en este cambio de actitud del Estado portugués un riesgo, pues el nuevo interés por intervenir la zona no garantiza la inclusión de sus demandas. A partir de esta constatación, se aprecia un cambio en el discurso de los moradores y en su estrategia de lucha. Comienza una reivindicación creciente de la singularidad cultural del barrio y una necesidad de salvaguardarla frente al riesgo de un urbanismo homogeneizador.

El derecho a la ciudad pasa a ser reconstruido como un "derecho a ser diferentes" y un derecho a tomar parte activa en la ordenación de un barrio desde sus propias necesidades y criterios. Se trata de un urbanismo "vecinalista", que confronta el criterio homogeneizador-ciudadanista del Estado y señala el derecho de los vecinos a intervenir sobre el barrio que crearon en un terreno baldío y en el que han construido un Portugal diferente, ligado a la migración postcolonial y fuertemente imbuido de culturas y formas de habitar la ciudad importadas del continente africano. Este discurso encuentra su apoyo en el desarrollo de una sensibilidad creciente, en el conjunto de la sociedad portuguesa, hacia el valor de la diversidad cultural, así como en la aparición de nuevos actores en el terreno -Unión Europea, ONGs, entre otros-.

Como se aprecia en la etnografía, los vecinos saben reaccionar a esa tendencia: de un lado, explotan el nuevo compromiso del Estado portugués con la diversidad, registrando expresiones como el Kola San Jon en el inventario del Patrimonio Cultural Inmaterial de Portugal y recurriendo a nuevas instancias portuguesas como el Alto Comisariado para las Migraciones (ACM) para obtener fondos. De otro lado, intensifican sus contactos con nuevos actores, cooperando con ONGs extranjeras de constructores solidarios o con técnicos de la Facultad de Arquitectura de la UTL, así como buscando apoyo económico de la Comisión Europea. La relación con el Estado cambia: frente a la reivindicación directa y exclusiva, los vecinos se centran ahora en consolidar sus redes con otras entidades y reforzar su posición en procesos de negociación más complejos.

La experiencia de los vecinos de la Cova da Moura demuestra que el derecho a la ciudad "sólo puede formularse como derecho a la vida urbana, transformada, renovada" (Lefebvre, 1969: 138). Las estrategias para la reivindicación de este derecho han tenido que ajustarse a los cambios acontecidos en el escenario político, económico e institucional e, incluso, a las transformaciones en la identidad portuguesa y en el lugar que ocupa en ella la historia colonial y la inmigración africana. Resulta difícil predecir la evolución que seguirá esta lucha y, más aún, aventurar su resultado final. Sin embargo, la investigación evidencia que en Cova da Moura se ha desarrollado un proceso de territorialización diferenciado, donde los vecinos han construido una interpretación distintiva del derecho a la ciudad que, necesariamente, deberá de ser contemplada en las políticas que el Estado portugués implemente en el futuro.

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1Este artículo recoge parte de los resultados del proyecto de investigación Imigração e conflito urbano: o direito à cidade diversa em Latino-América e na Península Ibérica, financiado por La Fundação para a Ciência e a Tecnologia FCT de Portugal [Referen cia SFRH/BPD/85438/2012].

2Destacan los documentales Ilha da Cova da Moura y Kola San Jon é festa di Kau Berdi, del realizador Rui Simões [Real Ficção].

3Figura legal recogida en la Constitución portuguesa de 1976 para integrar en el nuevo sistema de Seguridad Social a las instituciones caritativas que, hasta entonces, habían asumido funciones de asistencia básica. Las IPSS son organismos fiscalizados por el Estado, tienen su propio régimen contributivo y establecen acuerdos con la Seguridad Social para la prestación financiada de servicios a la población.

4Comisión integrada por las siguientes entidades: Associação de Moradores do Alto da Cova da Moura, Associação de Solidariedade Social do Alto da Cova da Moura, Centro Paroquial São Gerardo y Associação Cultural Moinho da Juventude.

5Proyecto referencia 2001PT160PC001, aprobado definitivamente el 20/04/2005. La Cova da Moura pertenece a la freguesía de Buraca, la cual representa el nivel más bajo del sistema administrativo portugués, justamente por debajo de las cámaras municipales.

Cómo citar este artículo: CUBEROS-GALLARDO, F. J. (2020). “Ciudadanía, vecindad y derecho a la ciudad. Cova da Moura, Lisboa”. Bitáco ra Urbano Territorial, 30 (III): 137-148. https://doi.org/10.15446/bitacora. v30n3.82480

Autor

Francisco José Cuberos-Gallardo Doctor en Antropología Social y profesor-investigador en la Universidad de Sevilla. Su trabajo se centra en los procesos de incorporación de poblaciones migrantes a contextos urbanos. Ha realizado trabajo de campo en España, Portugal, Ecuador y Argentina y es autor de numerosas publicaciones, incluyendo artículos en revistas como Journal of Urban History, Ethnic and Racial Studies, Cultural Studies, EURE, AIBR y Scripta Nova.

Recibido: 26 de Septiembre de 2019; Aprobado: 30 de Marzo de 2020

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