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Bitácora Urbano Territorial

Print version ISSN 0124-7913On-line version ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.31 no.1 Bogotá Jan./Apr. 2021  Epub June 15, 2021

https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n1.87795 

Dossier Central

Habitar el barrio en medio del desarraigo: miradas juveniles en el Centro-Sur de Bogotá [1]

Dwelling the neighborhood amidst uprooting: sights from youth in the Central-South area of Bogota

Habitar o bairro no meio do desenraizamento: olhares juvenis no Centro-Sul de Bogotá

Habiter le quartier en plein déracinement: des regards juvéniles dans le Centre-Sud de Bogotá

Daniela Joya Valbuena1 

1Trabajadora Social - Magíster en Hábitat Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá djoyav@unal.edu.co https://orcid.org/0000-0001-8573-1715


Resumen

Este artículo presenta un análisis sobre las formas a partir de las cuales un grupo de jóvenes se vincula con su barrio en el centro-sur de Bogotá. Se parte de una comprensión del habitar como un proceso central en la construcción de subjetividades, según la cual se revisa críticamente el contexto contemporáneo marcado por la individualización y el desarraigo a través de las maneras en que estos sujetos han introyectado dichos discursos en su experiencia cotidiana. Con ello queda planteada una serie de retos para pensar la cohesión y la apropiación del espacio urbano en medio de una época caracterizada por la fragmentación social. La metodología de la investigación se sustentó en una perspectiva cualitativa que permitió conocer los relatos de las y los jóvenes y a partir de allí, comprender sus principales encuentros, desencuentros y configuraciones simbólicas sobre su contexto espacial.

Palabras clave: Juventud; desintegración; barrio; identidad; espacio urbano

Abstract

This paper presents the analysis about the ways in which a group of youngsters builds a relationship with the neighborhood in the Central-South area of Bogota. By understanding that dwelling is a central process on subjectivities construction, it critically goes over the current context which is characterized by individualization and uprooting, taking as a basis the ways in which these subjects have introjected these discourses in their daily life experience. This situation supposes a series of challenges to think cohesion and space appropriation in a time that is characterized by social fragmentation. The methodology of the research was based on a qualitative perspective that allowed to know the narrations of the youngsters in order to understand their main encounters and symbolic configurations about their spatial context.

Keywords: Youth; disintegration; neighborhood; identity; urban spaces

Resumo

O artigo visa apresentar a análise dos vínculos de um grupo de jovens com seus bairros, localizados na zona centro-sul de Bogotá, capital da Colômbia. O habitar, como um processo central na construção de subjetividades, entende criticamente o contexto contemporâneo marcado pela indivi-dualização e desenraizamento das maneiras pelas quais os sujeitos introduziram aqueles discursos em sua experiência cotidiana. Coloca-se uma série de desafios para pensar a coesão e apropriação do espaço urbano no meio de uma época caracterizada pela fragmentação social. A metodologia da pesquisa baseou-se numa perspectiva qualitativa que permitiu conhecer as histórias dos jovens e daí, compreender seus principais encontros, discordâncias e configurações simbólicas com seu contexto espacial.

Palavras-chave: Juventude; desinte gração; bairro; identidade; espaço urbano

Résumé

Cet article présente l'analyse des relations entre un groupe de jeunes et leur quartier du Centre-Sud de Bogotá. En comprenant la vie comme un processus central dans la construction des subjectivités, le contexte contemporain marqué par l'individualisation et le déracinement est revu de manière critique à partir de la façon dont ces sujets ont introjecté ces discours dans leur expérience quotidienne. Avec cela, une série de défis sont posés pour réfléchir à la cohésion et l'appropriation de l'espace urbain au milieu d'une ère caractérisée par la fragmentation sociale. La méthodologie de recherche a basé sur une perspective qualitative qui a permis de connaître les histoires des jeunes et, de là, comprendre leurs principales rencontres, désaccords et configurations symboliques sur leur contexte spatial.

Mots-clés: Jeunesse; désintégration; quartier; identité; espace urbain

Es a partir de esta perspectiva que el habitar se asume como algo más que un mero ocupar y que, así como lo plantea Heidegger, la relación con el espacio es constituyente, pues el ser humano "es en la medida que habita" (1951:2) y el "hábitat adquiere su verdadero ser cuando es habitado" (Sánchez,2009:123).

Introducción

El contexto contemporáneo supone una serie de retos para pensar la relación entre la construcción social del hábitat y la consolidación de tejidos sociales en los territorios. La multiplicidad de dinámicas, espacios y subjetividades en las ciudades latinoamericanas se ven permeadas por lógicas estructurales de fragmentación, individualización y segregación que plantean un panorama complejo para pensar la cohesión y el agenciamiento del espacio por parte de los sujetos. Las relaciones sociales, la construcción de identidades colectivas, los sentidos de pertenencia y la apropiación entran en una serie de paradojas que no se escapan de los discursos dominantes del mercado, las desigualdades y la desintegración (Páramo, 2011), y la sociedad legitima progresivamente la individualización, el aislamiento y el anonimato como las formas adecuadas de ser y estar en la ciudad (Bauman, 2009).

En este escenario, surge la pregunta por el barrio y por las maneras en que este es experimentado por sus múltiples actores. El interrogante por la convivialidad y la cohesión en esta escala pasa por el reconocimiento de la pluralidad de experiencias y contextos en los que las y los habitantes de la ciudad se encuentran con otros y otras (De Certeau, Mayol y Giard, 1999) y, por ello, es necesaria una aproximación a las dinámicas socioespaciales desde las subjetividades de quienes habitan un contexto geográfico determinado.

Asumiendo esta apuesta, este artículo presenta la experiencia barrial de unos sujetos concretos en un contexto particular. Los hallazgos presentados hacen parte de la investigación "Subjetividades, espacios y prácticas: habitar y cotidianidad de jóvenes en el Centro-Sur de Bogotá" que tuvo como objetivo "Comprender las conexiones entre el habitar y la subjetividad de jóvenes que residen en cuatro barrios del Centro-Sur de Bogotá" y que, desde una perspectiva multiescalar buscó identificar los espacios de la vida cotidiana de los sujetos de la investigación, conocer las prácticas que desarrollan en cada escala y analizar desde sus narraciones las maneras en que su habitar construye identidades.

Si bien los resultados de la investigación arrojaron una multiplicidad de relaciones, espacios-lugares, prácticas y sentidos[1], en este artículo se profundizará solo en la escala barrial y en las maneras en que las y los jóvenes participantes se sitúan en ella. Esto teniendo en cuenta que las construcciones simbólicas y los modos de configurar dicha relación están atravesados por el contexto de la época que, como ya fue dicho, se caracteriza por la individualización y la desintegración.

Como punto de partida se plantea el horizonte teórico que orientó el trabajo y el análisis, y luego se sitúa la investigación y la perspectiva metodológica elegida. Después se procede a analizar la experiencia de habitar el barrio desde la mirada de las y los jóvenes; que a su vez resulta constitutiva de sus subjetividades e identidades como habitantes del espacio urbano. Finalmente, se plantean una serie de retos y perspectivas para pensar la producción social del espacio en un contexto de desarraigo y fragmentación.

Habitar es más que ocupar: un punto de partida para analizar la espacialidad desde las subjetividades y las relaciones sociales

El interrogante sobre la relación habitar-subjetividad se basó en una perspectiva que asume el hábitat como un campo que trasciende lo estrictamente físico-geométrico; en el que, en cambio, existe una interrelación constante y dinámica entre elementos culturales, históricos y materiales que se expresan en las prácticas cotidianas de los sujetos (Echeverría, 2009; Sánchez, 2009). Desde este punto de vista, aproximarse a los procesos del habitar implica un análisis tanto de las condiciones estructurales (simbólicas y materiales), como de los componentes microsociales de la experiencia vivida por las y los habitantes, quienes al trazar una trayectoria biográfica particular van atribuyendo sentidos a los lugares, a las relaciones y a sus itinerarios, a partir de las formas en que apropian el lenguaje y los marcos interpretativos de la cultura.

Al respecto, Schütz y Luckmann afirman que los sujetos configuran su experiencia cotidiana en un marco "espacio-temporal y social" que es compartido con otras y otros, y a través del cual se consolidan niveles de importancia y afectos que los vinculan de maneras diferenciadas con la espacialidad vivida (1973: 54). Así, la experiencia humana e intersubjetiva se va tejiendo en diferentes grados de "intimidad y anonimia (...) extrañeza y familiaridad (...) proximidad y distancia social" (Schütz y Luckmann, 1973: 58). De esta manera se construyen relaciones "Nosotros" o "Ellos" según la intensidad y profundidad que se atribuye a cada encuentro.

Es a partir de esta perspectiva que el habitar se asume como algo más que un mero ocupar y que, así como lo plantea Heidegger, la relación con el espacio es constituyente, pues el ser humano "es en la medida que habita" (1951: 2) y el "hábitat adquiere su verdadero ser cuando es habitado" (Sánchez, 2009: 123). De esta manera se plantea una interacción indisoluble entre el espacio y los sujetos, en la que ambos se gestan y se producen de manera constante. De allí que pueda afirmarse junto con De Certeau que la ciudad practicada no es la misma planificada desde la técnica, sino que las y los habitantes "trazan trayectorias indeterminadas (...) que no son coherentes respecto al espacio construido, escrito y prefabricado" (1980: 41). Por ello, analizar el barrio y sus relaciones implica una mirada que logre desentrañar estos trazados y significados, conectando la heterogeneidad de sus actores y las maneras en que se apropian o resisten los discursos estructurales y las lógicas dominantes de la época.

En este sentido, también es preciso situar la reflexión en las particularidades de los sujetos de la investigación. Para el caso de este trabajo, nos referimos a las y los jóvenes como practicantes del espacio urbano desde unos itinerarios que les han sido socialmente asignados. Así, no asumimos la juventud como una "etapa" que se restringe a la determinación de un rango etario homogéneo para todas las épocas y contextos y que excluye la diversidad de variables que configuran las identidades (Reguillo, 2000), sino que la comprendemos como una categoría construida histórica y culturalmente.

Al respecto, los Estudios Culturales Latinoamericanos han llamado la atención sobre la existencia de de una jerarquía intergeneracional en la que niños, niñas y jóvenes adquieren un lugar de subalternidad y falta de autonomía, que se ha legitimado a través de un sistema de dominación adultocéntrico que los nombra como sujetos "incompletos", "en transición" en el que no son reconocidos como actores políticos y sociales (Amador, 2013; Brito, 1998; Krauskopf, 2010). Este punto es central en el análisis sobre el habitar y la vinculación de las y los jóvenes con sus barrios, pues están subordinados a las disposiciones de las personas adultas de su familia y no escogen su vivienda o el lugar de la ciudad en el que residen, en esa medida se enfrentan a diversas restricciones para poder agenciar el espacio desde sus intereses y perspectivas. De allí que en este trabajo se recojan sus vivencias y miradas para abrir la reflexión sobre el diseño de la ciudad, las dinámicas habituales del espacio urbano y los desafíos que se plantean para pensar el hábitat desde esta generación.

Ahora bien, la condición etaria y generacional está mediada también por un contexto de época (Reguillo, 2000) que constituye las subjetividades desde los discursos que circulan y que transforman constantemente los modos de relacionamiento de los sujetos. Las y los jóvenes configuran praxis diferenciadas desde su experiencia en el espacio y el tiempo (Brito, 1998), construyen sentidos anclados a su contexto histórico y se sitúan como habitantes del espacio urbano a partir de la apropiación de unos modos particulares de habitar; esto está atravesado por variables de clase, género y contextos geográficos que, entre otros elementos, se imbrican en las identidades de los actores sociales. De allí que sea necesario situar la discusión desde las particularidades de los barrios y su relación con la ciudad, teniendo en cuenta que es a partir de dicha localización que las y los jóvenes construyen sus relatos sobre la escala barrial, la relación vecinal y la manera de concebir la ciudad.

Una mirada al contexto y a la perspectiva metodológica

Situar los barrios de residencia de las y los jóvenes de la investigación es fundamental para comprender la naturaleza de sus narraciones y de sus formas de vincularse o no con la dimensión comunitaria y con el agenciamiento de las dinámicas del territorio. En este punto es necesario precisar que la configuración del espacio urbano no es desideologizada, sino que está condicionada por una organización desigual que imbrica lo material con lo simbólico. Los sujetos asumen formas de habitar y estilos de vida particulares desde lo que la cultura ha atribuido a la jerarquización de clases sociales (Bourdieu, 2011; Cortina, 2002).

Para el caso de Bogotá, se ha sedimentado una manera de significar la ciudad desde una división simbólico-geográfica del espacio, en la que se le atribuye al norte la localización de las élites, al sur la de las clases populares y a otros sectores como el centro-norte, el occidente o el centro-sur la de las clases o sectores medios de la sociedad[2]. A su vez esta distribución está asociada a niveles de "prestigio" o "desprestigio" que se convierten en referentes sociales de cada zona (Sabatini, 2006) y desde allí se legitiman discursos que normalizan la desigualdad y la estigmatización. Desde esta lógica, las construcciones culturales acerca del lugar en el que los sujetos desarrollan su vida cotidiana impactan los estilos de vida y formas de relaciona-miento "habituales"; es decir, desde su condición de clase y las configuraciones simbólicas que históricamente se han consolidado sobre los barrios.

A partir de este contexto, es posible situar a las y los participantes de la investigación en un sector de clase media en el centro-sur de Bogotá (Figura 1). Rodríguez caracteriza estos sectores como aquellos en los que "se disemina la sociabilidad de los sectores campesinos y obreros en ascenso y aquella que tiene como origen a los grupos que han caído de los sectores de la élite" (2008: 183). Se asume entonces que en las clases medias convergen múltiples actores que se sitúan en el hábitat y experimentan la vida cotidiana desde costumbres que entretejen lo subalterno con lo hegemónico, y la introyección de una lógica dominante con pequeñas resistencias que se experimentan en lo cotidiano.

Fuente: Elaboración propia en QGis 3.4 con datos de Ideca, 2019

Figura 1 Localidad Rafael Uribe Uribe en Bogotá 

Los barrios en los que las y los jóvenes residen son: Olaya, Quiroga I, Gustavo Restrepo y Bosque de San Carlos, localizados en el costado norte de la localidad Rafael Uribe Uribe (Figura 2), en las UPZ residenciales consolidadas[3] Quiroga -39 y San José - 36. Estos se organizaron como urbanizaciones planificadas que durante el siglo XX fueron planteadas como vivienda social para sectores obreros, a medida que se expandía la ciudad hacia el sur (Forero y Forero, 2009). Actualmente, han pasado de ser barrios de borde a constituir una centralidad urbana dotada de equipamientos reconocidos social y culturalmente, como el Centro Policlínico del Olaya, el parque metropolitano Bosque de San Carlos, el parque Estadio Olaya Herrera y el Hospital San Carlos, y cuentan con importantes vías de acceso como la Av. Caracas y la Av. Primero de Mayo. Sus habitantes se autoreconocen como sujetos de clase media y catastralmente se les ha asignado la clasificación correspondiente a "estrato medio-bajo" (estrato 3)[4].

Fuente: Elaboración propia en QGis 3.4 con datos de Ideca, 2019

Figura 2 Localización barrios de residencia jóvenes 

Según este contexto, es posible situar a los sujetos de la investigación desde una posición de clase y una manera particular de vincularse con la ciudad desde su localización geográfica y las características de sus barrios de residencia. Así, el horizonte metodológico priorizó los relatos de quienes, según De Certeau, constituyen "una marginalidad masiva (...) una mayoría silenciosa" (1980: 48); aquellos actores que escriben la historia del espacio urbano sin ser visibles y que en sus itinerarios reproducen y resisten las lógicas dominantes de su contexto y de la estructura social. Por ello, se quiso recoger desde una perspectiva cualitativa y fenomenológica[5], las experiencias de estos y estas jóvenes que se configuran a sí mismos y a sí mismas desde su espacialidad, a la vez se incorporan en dinámicas socioespaciales que les permiten narrar la ciudad de una forma particular.

De esta manera, del diseño metodológico se consideró pertinente poder trabajar de manera intensiva con un grupo pequeño y estable de jóvenes, con quienes se pudiera profundizar tanto en las subjetividades particulares como en la identificación de elementos comunes del habitar. Esto teniendo en cuenta que como lo afirma Scribano, en la investigación cualitativa "el problema no es cuántos sino qué queremos saber" (2008: 35); por lo tanto, se formularon los siguientes criterios de selección de las y los participantes: (a) que no estuvieran vinculados a algún tipo de colectivo y organización barrial, sino que desarrollaran sus prácticas en lo que es considerado como "lo habitual" y "lo acostumbrado"; (b) que tuvieran en común alguno de sus espacios cotidianos; (c) que residieran en el mismo sector.

A partir de allí se inició una búsqueda de posibles escenarios para desarrollar el trabajo de campo. Luego de presentar la propuesta a algunas instituciones, se dio apertura al proceso en uno de los colegios de los barrios seleccionados[6]. Las directivas convocaron a estudiantes interesados en participar y finalmente se consolidó un grupo de seis jóvenes (tres hombres y tres mujeres) en edad escolar (14 a 18 años) que respondían a los criterios de selección y con quienes se inició un trabajo participativo, de encuentro constante y de revisión conjunta de la metodología y los hallazgos de la investigación.

La apuesta cualitativa que profundizó en las perspectivas de las y los participantes se basó en distintas herramientas. El taller se planteó como la principal técnica de investigación, ya que permitía una mayor flexibilidad y adaptación progresiva según los desafíos del campo (Ghiso, 1999)[7]; este se articuló con entrevistas semiestructuradas y con un recorrido por los barrios realizado con las y los jóvenes. En el marco de los encuentros grupales se desarrollaron: un ejercicio de cartografía social, una reconstrucción de recorridos cotidianos en el territorio, dos mapeos de redes, tres grupos de discusión apoyados en medios tecnológicos, la planeación y ejecución del recorrido y, por último, un ejercicio de construcción de una propuesta de serie televisiva que reflejara las dinámicas socioespaciales de manera atractiva para una plataforma virtual. Las entrevistas semi-estructuradas se desarrollaron de manera individual con cada una y cada uno de los participantes, teniendo en cuenta la importancia de recoger las particularidades de cada sujeto junto con las perspectivas colectivas.

A partir de este trabajo fue posible identificar las principales construcciones de sentido del grupo y de cada participante con respecto a su barrio; así mismo, en los relatos se evidenciaron paradojas sobre la manera en que se vinculan con los lugares, las dinámicas y con los otros y otras. Las tensiones entre la pertenencia y la indiferencia, entre la identidad y la fragmentación social, entre los afectos y los malestares estuvieron presentes de manera permanente en las expresiones de las y los jóvenes. Se dedica entonces un análisis de cada una de estas ambivalencias para pensar cómo el contexto de época y los discursos han impactado en la vivencia barrial de esta generación.

El barrio como escenario de paradojas: sentidos de pertenencia y fragmentación social en la experiencia vecinal

De Certeau et. al. (1999) describen el barrio como una escala intermedia entre la vivienda y la ciudad, que pone a los sujetos en una relación inmediata con el espacio público a partir del conocimiento de lugares; unos códigos de convivialidad que orientan las relaciones sociales; trayectos cotidianos; transacciones económicas en el comercio vecinal y la construcción de una territorialidad mediante la pertenencia a un colectivo. Fue posible identificar estos componentes en la experiencia de las y los jóvenes, a partir de sus formas de narrar los barrios de residencia; sin embargo, no aparecen de forma lineal y armónica, sino que se inscriben en una multiplicidad de tensiones y aparentes contradicciones.

En primer lugar, el sentido de pertenencia y la identidad construida están atravesados por la falta de autonomía que estos sujetos tienen para escoger la vivienda y el barrio. Rodríguez (2008) señala que las personas que habitan los sectores medios hacen esta elección desde su capacidad adquisitiva, los gustos personales y las preferencias particulares que cada uno tiene para vincularse con la ciudad. Por su parte, desde una posición desigual en la jerarquía intergeneracional, las y los jóvenes han asumido las disposiciones y posibilidades de las personas adultas de sus familias al respecto, sin tener la oportunidad de decidir qué barrio habitar.

Al compartir sus experiencias y su vinculación frente al barrio, las y los participantes expresaron "no sentirse muy a gusto" de residir allí y la intención de mudarse de barrio en el futuro; ninguno manifestó sentir algún tipo de compromiso o afecto favorable que le hiciera sentirse como "parte" del barrio o narrar su propia identidad desde su adscripción barrial. A pesar de ello, al desentrañar las configuraciones simbólicas de sus trayectos cotidianos se identificó que hay un impacto de las dinámicas socioespaciales sobre las formas en que configuran sus subjetividades; si bien no aludieron a un "Nosotros" como colectividad, hubo una referencia a determinados "Ellos" al hablar de habitantes de otros barrios y sus dinámicas.

Esto se evidenció particularmente cuando compartieron sus percepciones sobre barrios cercanos con mayores dinámicas comerciales, como El Restrepo o El 20 de Julio, respecto de los cuales señalaron la presencia de dinámicas diferentes a lo que para ellos y ellas resultaba cotidiano y "normal". Así mismo, se constató una construcción identitaria en torno a la relación entre el barrio y la clase social, a través de una marcada diferenciación de las y los jóvenes con las personas habitantes de los sectores populares aledaños, alrededor de los cuales construyen una frontera del habitar, como podrá verse más adelante.

Ahora bien, en términos del reconocimiento de lugares significativos y de la familiaridad con las dinámicas barriales, las y los jóvenes mostraron preferencias especiales por los establecimientos comerciales en los que podían desarrollar encuentros con sus pares fuera del espacio del colegio. También fue posible advertir que el parque metropolitano Bosque de San Carlos tenía una relevancia particular para ellos, a causa de sus características ambientales y las percepciones sensoriales que asociaban a él. Fue considerado por ellos y ellas como un "pulmón de Bogotá", y en medio de la indiferencia que rodeaba los relatos sobre sus barrios, este apareció como el único espacio que incidía en la construcción de afectos en torno a esta escala.

Por otra parte, valoraron negativamente la recurrencia de visitantes de otras partes de la ciudad a equipamientos significativos social y culturalmente, como el Centro Policlínico del Olaya o el Parque Estadio Olaya Herrera. Observaron que la presencia constante de personas que no habitaban sus barrios hacía que se perdiera la posibilidad de convertirlos en espacio de encuentro.

A propósito de esto, surge la reflexión sobre la relación vecinal en medio de una paradoja entre la pertenencia y la indiferencia. Si bien las y los jóvenes mostraron un alto nivel de familiaridad con las dinámicas sotioespatiales y con los lugares significativos, expresaron una marcada extrañeza frente a las y los habitantes. Frases como "no conozco a nadie en el barrio", "yo no tengo amigos en el barrio", "solamente salgo a la tienda", dan cuenta de lo que Bauman caracteriza como una ruptura entre la proximidad física con la social en las relaciones de vecindad, que se expresa en la existencia de "forasteros dentro de nuestro alcance físico. Vecinos fuera del alcance social" (2009: 172).

Ahora bien, esta relación de extrañeza y anonimia no fue la única que apareció en las narraciones de las y los jóvenes; la confrontación y el conflicto también hicieron parte de la manera de vincularse con otros y otras en esta escala, especialmente en lo que respecta a los sujetos de su misma generación. Junto con la ausencia de amistades y los encuentros mediados únicamente por intereses comerciales con los vecinos y vecinas, se identificaron rivalidades con jóvenes que estudiaban en colegios diferentes al del grupo.

Durante el recorrido y en los múltiples encuentros pudo evidenciarse la significación de un "Ellos" a pesar de compartir un contexto geográfico y una adscripción generacional con los participantes del estudio. Las y los jóvenes de otros colegios son vistos como sujetos antagónicos desde las identidades de las instituciones educativas. Al respecto, Bauman precisa que la indiferencia y la extrañeza no son las únicas formas de relacionamiento que marcan distandas; cuando afirma que al asumir un "Nosotros" y un "Ellos"aparecen "la vinculación emocional y la antipatía; la confianza y la sospecha; la seguridad y el miedo; la colaboración y la competencia" (1994: 43).

Es así, como esta multiplicidad de paradojas y tensiones en las relaciones impacta las formas en que las y los jóvenes se vinculan con sus barrios, y la manera en que se sitúan como habitantes que pueden agenciar las dinámicas de estos. Se abre entonces la pregunta por la apropiación del espacio en un contexto en el que la individualización del habitar es evidente y en el que, contrario a la cohesión, predominan la distancia, la indiferencia y la confrontación. Sobre ello, Páramo (2007) afirma que para hablar de la apropiación y arraigo de un sujeto es necesario que se desarrolle un sentido de pertenencia, que está aunado a una búsqueda de control sobre el entorno y sus dinámicas, y que se inscribe en una vida comunitaria expresada en lo público y en la construcción iniciativas colectivas de transformación.

Como se ha mostrado, entre las y los jóvenes prevalece un sentido de pertenencia paradójico, pues aunque no está sustentado sobre un afecto, genera identidades a partir de la "oposición" con sujetos que residen en otros barrios. Además de esto, la ausencia de una relación vecinal significativa conduce a que los compromisos se individualicen y que, desde las prescripciones morales y culturales, se prioricen las acciones institucionales y las respuestas individuales sobre la posibilidad de constituir un tejido comunitario que promueva el ejercicio colectivo de agenciamiento y transformación. En el trabajo de campo, un ejemplo de ello se relacionó con la disposición de residuos sólidos en las viviendas y en el espacio público; al indagar sobre esto y, en general, sobre los compromisos frente a la ciudad, el ambiente y su entorno barrial, las y los participantes indicaron que esto dependía de la "conciencia" de cada uno para responder favorablemente a las iniciativas del gobierno distrital.

Ahora bien, la ausencia de encuentros de encuentros y la falta de participación en un tejido comunitario no son los únicos elementos que configuran el desarraigo de los sujetos. Los discursos vinculados a la inseguridad y a la segregación socioespacial también se instalan en sus subjetividades, al punto de proyectar un mayor descontento y malestar en la significación que hacen de su entorno barrial.

Percepciones de inseguridad y la búsqueda de ascenso social en la proyección del habitar

Además de estar marcados por la desintegración y la desvinculación, el contexto contemporáneo y las maneras de concebir el espacio urbano están atravesados por la lógica del miedo y del encerramiento en la esfera de lo privado. Bauman se refiere a ello como "un estremecedor y perturbador espectro de las «calles inseguras»" (2000: 102) que ha permeado la manera en que las y los habitantes se vinculan con el entorno y con los otros y otras. Páramo, por su parte, habla de la noción de inseguridad, la ruptura de relaciones vecinales y la instauración de un temor permanente hacia "el desconocido" (2011: 124).

Al hablar de sus barrios, las y los jóvenes hicieron constante referencia a la percepción de inseguridad. Según ellos, una de las razones principales para no vincularse positivamente con su barrio era que el sector resultaba "peligroso" y que, a pesar de haber naturalizado estas dinámicas y haber construido estrategias para evitarlas, preferían cambiar de barrio hacia uno que les generara mayor tranquilidad. En este punto es importante señalar que, si bien las y los participantes no se habían visto directamente expuestos a situaciones que atentaran contra su seguridad, han consolidado un contexto de sentido sobre ello a partir de los relatos de otros y otras (familiares y amigos) de la información compartida en redes sociales virtuales y en los medios de comunicación, y de distintas percepciones sensoriales; todo lo cual incidía en su construcción de referentes de lugares o puntos de los barrios como "más inseguros" que otros.

A propósito de esto último, subrayaron el diseño de algunas de las calles, sus características morfológicas y la falta de iluminación; se refirieron particularmente a "los callejones del Quiroga" como espacios evitados en ciertas horas del día. Así mismo, interpretaron el tiempo nocturno como desfavorable para estar en el espacio público y señalaron que la falta de vigilancia vecinal en "espacios muy solos" les producía una impresión de riesgo y no transitaban por estas zonas. Por otra parte, el tema del consumo de sustancias psicoactivas fue uno de los más problemáticos en sus entornos. Las y los jóvenes han introyectado las prescripciones culturales que vinculan esta práctica con el peligro y que sancionan formas de comportamiento como "inadecuadas" en el espacio público.

Esta apropiación de los discursos sobre la inseguridad y el consumo de sustancias psicoactivas en el espacio público ha impactado la identidad de las y los jóvenes, en cuanto habitantes del sector y en cuanto bogotanos. En las conversaciones al respecto, señalaron que se han habituado a ello y que consideran que es algo propio de sus barrios por estar al "sur", y lo interpretan como algo "normal" en Bogotá. A pesar de ello, afirman su adscripción a un sector de clase media y expresan la intención de mudarse a "mejores barrios" una vez cuenten con la autonomía para elegir y con las condiciones materiales de existencia para hacerlo.

Ahora bien, esta no es la única manera en que las construcciones culturales hegemónicas sobre la clase han impactado las formas de habitar de las y los jóvenes. Además de apuntarle a ascender socialmente, han estructurado en sus subjetividades una distinción frente a los habitantes de los sectores populares aledaños a sus barrios, incorporando el discurso y la lógica de la segregación socioespacial que hace parte de la configuración de las ciudades latinoamericanas.

Segregación socioespacial próxima: el reto de la desintegración social

Al suroccidente de los barrios de residencia de las y los jóvenes se encuentra un barrio autoconstruido en el cual las características topográficas y de las viviendas son distintas, y donde se marca una ruptura se marca una ruptura tanto en términos paisajísticos como en las dinámicas socioespaciales, según la percepción de los participantes[8]. Este barrio es nombrado por ellas y ellos como "la loma", aludiendo a una diferenciación entre el área plana en la que residen y el área de montaña de este barrio aledaño. Durante los diálogos con el grupo fue posible advertir que uno de los puntos más relevantes en la manera de significar los barrios tenía que ver con la proximidad a un sector que, desde la posición de clase, se consideraba "distinto"; lo que a su vez estaba atravesado por una naturalización de la segregación socioespacial en su contexto cercano e inmediato.

Sabatini (2006) explica que el fenómeno de la segregación socioespacial tiene que ver con la manera en que se han consolidado las ciudades a partir de la separación de grupos humanos por características culturales o socioeconómicas, lo cual configura asentamientos alrededor de poblaciones homogéneas que están jerarquizadas en un orden social determinado. Para el caso latinoamericano, la segregación socioeconómica es la más frecuente y supone una distribución desigual del espacio urbano: los sectores altos y medios (con mayor prestigio) se localizan en las centralidades urbanas, mientras que los sectores populares lo hacen en las periferias o áreas deterioradas de los centros históricos. En esto se legitima la inequidad, la desintegración social entre clases y la estigmatización de la pobreza a través de un discurso que la vincula con actos delictivos y riesgos de seguridad.

Las y los jóvenes, a pesar de contar con fácil acceso a los barrios aledaños por su proximidad espacial, han consolidado una frontera de su habitar a partir de la introyección de estos estigmas y de la percepción de inseguridad. Al recorrer los barrios de residencia, el paso por las zonas cercanas a "la loma" suscitó frases como "por allá no paso" o "debe ser repeligroso". Así mismo, fue posible evidenciar que estas percepciones se han derivado de relatos de otros y otras y no de una experiencia propia o de un encuentro con las y los habitantes de estos barrios. Las historias que circulan entre sus familiares o amigos y la pre-existencia de los estigmas son los principales elementos que han fundado esta forma de (des)vinculación con un posible escenario de integración y de superación de las lógicas hegemónicas de la segregación.

Esto conduce a una reflexión profunda sobre la manera en que la segregación socioespacial se instala en las subjetividades de las y los habitantes del espacio urbano, a partir de distintas características generacionales o de clase. No es posible reducir el análisis a una diferencia entre "segregadores" y "segregados" y señalar a quienes han asumido este discurso que se enmarca en lo estructural, sino que es necesario desarrollar un ejercicio crítico frente a las maneras en que diversos sujetos se posicionan en la ciudad desde sus trayectorias biográficas y su inscripción a la cultura. Por ello, a partir de las miradas juveniles que hasta aquí se han presentado se recogerán algunos retos y perspectivas para pensar la cohesión y la apropiación en el contexto contemporáneo.

A modo de conclusión: retos y perspectivas para la cohesión y la apropiación

El análisis de la experiencia barrial de las y los jóvenes que hasta aquí se ha abordado deja abierta una serie de perspectivas en torno a los desafíos para la cohesión territorial y la consolidación de tejidos comunitarios en las ciudades latinoamericanas. En primer lugar, es necesario pensar las paradojas entre las pertenencias y las indiferencias que se expresan en las rupturas de la relación vecinal y en el aislamiento predominante en las dinámicas cotidianas de las y los habitantes.

Actualmente, nos vemos abocados a la configuración estructural de unas sociedades que promueven la individualización y la priorización de búsquedas particulares sobre los escenarios colectivos y de cooperación. Estas lógicas y discursos atraviesan las subjetividades de los actores sociales en diferentes contextos y, a su vez, impactan en la manera como se vinculan con el hábitat y con las dinámicas relacionales que se tejen en él. La pregunta por la cohesión y el reconocimiento de los otros y las otras en la vida cotidiana es fundamental para pensar las ciudades y el diseño de los diferentes espacios que resultan significativos para los sujetos en su multiplicidad y diversidad. La urgencia de gestar espacios de encuentro alrededor de los contextos compartidos, como el barrio, es cada vez mayor, en la medida que en lo habitual predomina el desarraigo y la desvinculación territorial y vecinal.

Así las cosas, es pertinente analizar los elementos que resultan significativos para los sujetos en sus entornos. En el caso de la investigación fue posible evidenciar que en medio de una relación de anonimia e indiferencia, el parque metropolitano Bosque de San Carlos involucraba la construcción de afectos y de referentes significativos para las y los jóvenes. Este ejemplo permite ver que, a pesar del panorama desalentador de la época, las y los habitantes mantienen vínculos significativos con sus contextos espaciales, lo cual es un elemento clave para potenciar la transformación de los malestares hacia compromisos colectivos y hacia la posibilidad de gestar tejidos comunitarios y sentidos de pertenencia locales.

Ahora bien, asumir esta reflexión desde la mirada juvenil hace pensar en la manera como se concibe la ciudad y las formas en que las y los habitantes toman decisiones con respecto a ella. Se abre así la pregunta por la falta de autonomía y el adultocentrismo para pensar procesos participativos que resulten significativos para distintas generaciones, en los que se reconozca que la apropiación del espacio no es lineal y unívoca para todas las épocas y contextos, sino que requiere de la articulación de una multiplicidad de actores que convergen en los barrios y en las ciudades.

Por último, esta prevalencia del desarraigo y la desintegración en las formas de habitar el barrio llama la atención sobre la responsabilidad social de la academia con los sectores medios. Si bien hay unos discursos hegemónicos que se han apropiado y a través de los cuales los sujetos han naturalizado la división desigual del espacio urbano y la perpetuación de lógicas de estigmatización, es necesario emprender procesos de diálogo y de deconstrucción en los que puedan desentrañarse dichas configuraciones simbólicas; unos escenarios de encuentro que transformen estas rupturas en posibilidades de cohesión y de integración, que superen las lógicas binarias y dicotómicas que profundizan las confrontaciones entre diferentes sectores sociales.

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[1] Los resultados presentados en este artículo hacen parte de la investigación "Subjetividades, espacios y prácticas: habitar y cotidianidad de jóvenes en el Centro-Sur de Bogotá" presentada por la autora como tesis para optar por el título de Magíster en Hábitat en la Universidad Nacional de Colombia - Sede Bogotá.

1En el análisis multiescalar se abordó el habitar de las y los participantes desde la propia habitación hasta llegar a la ciudad. Para mayor información sobre los espacios analizados se sugiere revisar el documento completo de la investigación.

2Es importante precisar que esta percepción cultural no corresponde a las realidades complejas de la ciudad, pues la organización espacial de Bogotá contiene paradojas, tensiones y desigualdades que no pueden reducirse a una división simplista del espacio urbano.

3En Bogotá, las localidades se dividen en Unidades de Planeamiento Zonal-UPZ- y Unidades de Planeamiento Rural -UPR- que se clasifican según sus características. Las UPZ residenciales consolidadas son sectores de estratos medios de uso predominantemente residencial (SDP, 2018)

4En Bogotá, la estratificación es "una herramienta de focalización (...) para clasificar los inmuebles residenciales" (SDP, 2018, p. 28) estableciendo: 1 = "bajo-bajo", 2 = "bajo-bajo", 3 = "medio - bajo", 4 = "medio", 5 = "medio-alto", 6 = "alto".

5Taylor y Bogdan refieren que las metodologías orientadas por la fenomenología, permiten comprender "los fenómenos sociales desde la perspectiva del actor" (1984: 16) desde pluralidad de experiencias, sin apuntarle a obtener datos objetivables para aproximarse a la realidad social.

6Teniendo en cuenta la importancia de mantener la confidencialidad de la identidad de los sujetos de la investigación, se mantendrá reserva sobre el nombre y las características de la institución educativa.

7Ghiso señala que si bien hay una tendencia a cuestionar el taller como técnica de investigación, "estilos emergentes de carácter sociocrítico, fenomenológico o idiográfico, han utilizado el taller como forma de recoger, analizar y construir conocimiento" (1999: 142)

8El nombre del barrio se omite en concordancia con la perspectiva ética de la investigación.

Cómo citar este artículo: Joya Valbuena, D. (2021). "Habitar el barrio en medio del desarraigo: miradas juveniles en el Centro-Sur de Bogotá". Bitácora Urbano Territorial, 31 (I): 139-150. https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n1.87795

Autora

Daniela Joya Valbuena Magíster en Hábitat, Trabajadora social de la Universidad Nacional de Colombia

Recibido: 29 de Mayo de 2020; Aprobado: 28 de Julio de 2020

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