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Bitácora Urbano Territorial

Print version ISSN 0124-7913On-line version ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.31 no.1 Bogotá Jan./Apr. 2021  Epub June 15, 2021

https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n1.87679 

Dossier Central

Conmemoraciones periféricas en barrios segregados en Santiago de Chile: Efectos sociopolíticos en la configuración de comunidad [1]

Peripheral commemorations in segregated neighborhoods in Santiago, Chile: Sociopolitical effects on the construction of community

Comemorações periféricas em bairros segregados em Santiago do Chile: Efeitos sociopolíticos na construção da comunidade

Commémorations périphériques dans les quartiers ségrégués de Santiago du Chili: Effets sociopolitiques sur la construction communautaire

Alicia Olivari Vargas1 

Manuela Badilla Rajevic2 

María José Reyes Andreani3 

1Investigadora, Universidad de Chile aliciaolivariv@gmail.com https://orcid.org/0000-0001-7079-4027

2Investigadora Postdoctoral Proyecto Anillo PIA CONICTY SOC 180007, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso, Chile. manuelabadilla@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-9643-3761

3Profesora Asociada del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. mjrandreani@u.uchile.cl https://orcid.org/0000-0002-1874-9031


Resumen

Este artículo analiza los efectos sociales y políticos de la producción de memoria en la construcción de comunidad y fortalecimiento de la identidad en barrios periféricos y segregados de la ciudad de Santiago. A partir de un estudio cualitativo que considera el análisis de 55 entrevistas con jóvenes que habitan algunos de estos territorios y de observación participante de actividades conmemorativas del golpe de Estado desarrolladas cada 11 de septiembre, se analizan repertorios de conmemoración del pasado reciente de Chile a través de los cuales estos jóvenes interactúan y producen el territorio. Estos repertorios de memoria generan, por una parte, espacios de participación y ciudadanía fortaleciendo el sentido de pertenencia territorial, y por otra, gatillan conflictos hacia el interior y exterior del barrio que pueden reproducir experiencias de segregación. El artículo concluye ilustrando la complejidad de la construcción de comunidad en estos territorios históricamente segregados.

Palabras clave: Memoria colectiva; dictadura; comunidad; ciudad

Abstract

This article analyzes the social and political effects of memory production in building community and strenghtegning identity in peripheral and segregated neighborhoods of Santiago. From a qualitative study that considers the analysis of 55 interviews with young people that live in some of these territories and participant observation of commemorative activities of the coup d'état carried out on September 11, we examine different repertoires to commemorate Chile's recent past through which these young people interact and produce the space. On the one hand, these repertoires of remembering generate spaces for participation, strengthening the sense of territorial belonging, and on the other, trigger conflicts towards the interior and exterior of these neighborhoods that can reproduce experiences of segregation. The article concludes by illustrating the complexity of the construction of communities in these historically segregated territories.

Keywords: Collective memory; dictatorship; community; city

Resumo

Este artigo analisa os efeitos sociais e políticos da produção de memória na construção da comunidade em bairros periféricos e segregados da cidade de Santiago. De um estudo qualitativo que considera a análise de 55 entrevistas com jovens residentes em alguns desses territórios e a observação participante de atividades comemorativas do golpe de estado realizadas em 11 de setembro, são examinados diferentes repertórios que comemoram o passado recente do Chile através dos quais esses jovens interagem e produzem território. Esses repertórios de memória geram, por um lado, espaços de participação e cidadania, fortalecendo o sentimento de pertencimento territorial e, por outro, desencadeiam conflitos em direção ao interior e exterior do bairro que podem reproduzir experiências de segregação. O artigo conclui ilustrando a complexidade da construção de comunidade nesses territórios historicamente segregados.

Palavras-chave: memória coletiva; ditadura; comunidade; cidade

Résumé

Cet article analyse les effets sociaux et politiques de la production de mémoire sur la construction communautaire et le renforcement de l'identité des certains quartiers périphériques et ségrégués de Santiago. À partir d'une étude qualitative qui considère l'analyse de 55 entretiens avec des jeunes qui habitent certains de ces territoires et l'observation participante des activités commémoratives du coup d'État menées tous les 11 septembre, on analyse les répertoires de commémoration du passé récent du Chili à travers desquels ces jeunes interagissent et produisent le territoire. Ces répertoires de mémoire génèrent, d'une part, des espaces de participation et de citoyenneté qui renforcent le sentiment d'appartenance territoriale, et d'autre part, ils déclenchent des conflits vers l'intérieur et l'extérieur du quartier qui peuvent reproduire des expériences de ségrégation. L'article conclut en illustrant la complexité de la construction communautaire dans ces territoires historiquement exclus.

Mots-clés: mémoire collective; dictature; communauté; ville

En este marco, y asumiendo que los procesos de construcción del pasado traen aparejado disputas y conflictos (Jelin 2002), este artículo se plantea como objetivo comprender los efectos sociales y políticos de la producción de memorias en la configuración de comunidad en barrios segregados de Santiago a través de las prácticas que despliegan los/as jóvenes

Introducción

Éramos un grupo entre 40 a 50 personas aproximadamente, algunos acompañados de sus bicicletas, todos a paso calmo recorrimos la calle principal donde algunos vecinos/as miraban y saludaban desde sus puertas. Al llegar a la casa de la señora María ella salió acompañada de una hermana y sosteniendo en su mano izquierda un cartel con la fotografía de su hija desaparecida en dictadura. Allí se hizo un pequeño homenaje, ella dijo unas palabras referentes a la desaparición, se pintó su foto en la vereda y se le agradeció por su persistencia y lucha. Cuando la breve ceremonia terminaba, y mientras crecía el número y envergadura de fogatas cercanas, sucedió algo inesperado para esa hora del día. Mientras se leía un testimonio entró de improviso un carro blindado de policía intentando abrirse paso entre fuego, escombros, insultos, gente que participaba de la actividad y piedrazos. El aire se volvió tenso, bastaba con que la policía decidiera bajar para que las mutuas provocaciones se concretaran en un enfrentamiento sin control (...) Fueron solo un par de largos minutos hasta que la policía pasó y desapareció calle abajo. La gente se empezó a retirar. Humo, fuego, la calle negra por el carbón, cenizas, junto a vecinos/as y niños/as que miran, conversan y alimentan las hogueras como cada 11 de septiembre. (Notas de campo, septiembre de 2014).

En Chile, en el mes de septiembre, y especialmente el día 11, abundan los actos conmemorativos que buscan recordar y homenajear a las víctimas de la dictadura civil militar (1973-1990). Así, no solo sitios de memoria, museos, parques, memoriales, tumbas y ex centros de detención albergan estas actividades, en su mayoría convocadas por agrupaciones de familiares de víctimas y presos políticos, sobrevivientes u otro tipo de organización, sino también algunos barrios de la capital, en particular, los llamados "periféricos" o "segregados" dadas sus condiciones económicas y sociales. La viñeta etnográfica introductoria nos habla de lo que sucede cada 11 de septiembre en uno de estos territorios que tienen historias de organización y resistencia antidictatorial así como de represión y hostigamiento policial. De ahí que las prácticas conmemorativas sean usuales en estas fechas con una doble función: recordar la lucha y organización entre vecinos/as, y a la vez retejer y fortalecer sus lazos comunitarios mermados no solo por los efectos de la represión política vivida en dictadura, sino también por las implicancias de las políticas neoliberales consolidadas desde la vuelta a la democracia.

En este marco, y asumiendo que los procesos de construcción del pasado traen aparejado disputas y conflictos (Jelin 2002), este artículo se plantea como objetivo comprender los efectos sociales y políticos de la producción de memorias en la configuración de comunidad en barrios segregados de Santiago a través de las prácticas que despliegan los/as jóvenes. Son las nuevas generaciones las que desafían ciertas lógicas utilizadas por otras generaciones o por el Estado, y las que reivindican con mayor fuerza dificultades vinculadas al presente y al territorio. De esta manera la producción de sentidos del pasado reciente de Chile desde los/as jóvenes, muestra la presencia de una negociación constante entre memorias que, como ilustraremos, se inscribe problemáticamente en los territorios. Esta negociación puede fortalecer las comunidades en estas zonas y restaurar su tejido social (Schindel 2014), al tiempo que puede generar conflictos hacia el interior y exterior de las mismas y reproducir experiencias de segregación y estigmatización socioterritorial (Wacquant 2008).

Aproximación Metodológica

El análisis que presentamos en este artículo se basa en un estudio cualitativo de carácter interpretativo que considera 55 entrevistas en profundidad con jóvenes de barrios periféricos y segregados de Santiago. El reclutamiento de los/as participantes se realizó a través de la técnica de bola de nieve. Los criterios de inclusión para su selección fueron los siguientes: 1) tener más de 18 años (mayoría de edad legal en Chile) y haber nacido después del fin de la dictadura; 2) residencia en barrio periférico de Santiago; y 3) participación en actividades sociales, políticas o culturales. La técnica de reclutamiento junto a los criterios de inclusión resultó en el contacto con jóvenes de 12 barrios.

La entrevista en profundidad es una técnica de producción de datos que indaga especialmente en la construcción de significados sociales y culturales sobre experiencias vitales, permitiendo su exploración desde la trayectoria y subjetividad de los propios entrevistados. Esta técnica nos permitió explorar la relación de los/as jóvenes con el pasado reciente de Chile y con sus territorios. Las entrevistas fueron realizadas entre los años 2013 y 2019. Previo consentimiento informado, la mayoría de las entrevistas fueron grabadas en audio digital y luego transcritas.

Asimismo este proyecto consideró la examinación de notas de campos de observación participante en conmemoraciones del 11 de septiembre en dos de los 12 territorios periféricos donde residen nuestros entrevistados/as. La observación participante es una técnica de producción de datos que permite estudiar acciones e interacciones sociales que no necesariamente están presente en los relatos (Guber 2011). La selección de estos territorios fue intencionada, considerando por un lado, que ambos tienen historias de organización social y de represión durante la dictadura, y por otro, que dada la cercanía de las investigadoras con algunos/as vecinos/as, era posible participar de las conmemoraciones.

Todos los datos fueron analizados utilizando un análisis de contenido basado en la teoría fundamentada (Strauss y Corbin 1998), es decir, fueron categorizados inductivamente, identificando códigos y categorías temáticas emergentes que estructuraran el discurso hasta alcanzar una saturación. Para la sistematización de los datos, se utilizó el software para análisis de datos cualitativos Atlas ti.

La ineludible relación entre memoria, identidad y espacio

Las memorias de una comunidad y las formas utilizadas por ésta para recordar interactúan con la construcción de su identidad social, es decir de un "nosotros" que permitiría nuestra continuidad en el tiempo y que nos diferenciaría de otros grupos. Simultáneamente, este sentido de pertenencia extendido en el tiempo haría posible la permanencia y transmisión de esas memorias así como su inscripción en el espacio (Halbwachs 1980). Este es un proceso social que inevitablemente dejará huellas concretas y simbólicas que irán creando, fortaleciendo o transformando una comunidad.

La relación dialéctica entre la construcción de memorias colectivas y comunidades, donde simultáneamente la memoria crea comunidad y la comunidad crea memoria, no sólo está anclada en un marco temporal, sino que se enmarca y se constituye en el espacio, produciendo territorios, hitos y fronteras (Nora 1989). Aquello que grupos recuerdan irá marcando y diferenciando ciertos lugares y generando una memoria espacializada que formará parte de la comprensión de los límites y alcances de nuestros sentidos de pertenencia, desde un nivel local hasta un nivel nacional y transnacional. Este es un proceso complejo y no exento de disputas donde se ponen en juego diferencias de poder y modos de entender la memoria y su representación (Jelin 2002).

En Latinoamérica, esta relación entre memoria, identidad y espacio ha sido estudiada en profundidad en contextos sociopolíticos post-conflicto, particularmente en sociedades que vivieron bajo dictaduras militares o conflictos internos armados (Jelin 2002; Del Pino y Jelin 2003; Blair 2005). Se plantea que el trabajo de memoria de esos episodios críticos o traumáticos puede incidir en la reconstrucción o "reparación" de la comunidad política en el presente, así como a su proyección en el futuro. En este sentido, la memoria en estos contextos se ha transformado en un código cultural que evoca un imperativo moral de recordar al servicio de la construcción de derechos humanos y democracia. El supuesto bajo este imperativo es que recordar un pasado marcado por el conflicto puede contribuir a la no repetición de estas violencias, al "Nunca Más" (Jelin 2002).

Estos análisis se han focalizado en gran medida en una dimensión espacial nacional, estudiando cómo diferentes países o comunidades de memoria nacionales de la región han integrado el trabajo con sus pasados violentos en sus sistemas políticos y sociales en el presente (Jelin 2002). Más recientemente, varios autores han complejizado esta reflexión señalando la importancia de considerar un análisis local y desde las comunidades de base, incorporando el estudio del nivel territorial y de comunidades económica, política y socialmente marginalizadas. Esta literatura ha visibilizado estas otras formas de memoria y sus potencialidades para estas comunidades en oposición a la memoria nacional y muchas veces oficial (Del Pino y Jelin 2003). Fuera de los límites de América Latina este movimiento puede compararse con lo que ha sucedido en España y cómo el trabajo de memoria a nivel local, sostenido principalmente por asociaciones de familiares de desaparecidos y represaliados muchos de ellos pertenencientes a las tercera o cuarta generación, han logrado reivindicar e impulsar procesos de justicia y reparación (Ferrándiz 2009).

En este marco, se entiende que la memoria colectiva hegemónica, producida en un nivel oficial, nacional o local, prevalece en la medida que es configurada, ejercida y distribuida por quienes poseen capitales políticos y culturales para hacerlo. Por su parte, las contra memorias, memorias subterráneas, clandestinas o subalternas, refieren a narrativas que no poseen dicho nivel de visibilidad y envergadura, no se imponen en el espacio público y se constituyen en confrontación o al margen de las oficiales (Da Silva Catela 2003).

El análisis desde las relaciones de poder que focaliza en aquellas memorias que han quedado social y territorialmente marginalizadas en tanto otras se vuelven hegemónicas, ha permitido no sólo visibilizarlas, sino sobre todo abordar lo conflictivo de la construcción de sentidos del pasado y las pugnas que entraña este proceso. Sin embargo, corre el riesgo de generar lecturas dicotómicas que ocultan la densidad y diversidad que existe entre diferentes memorias, así como sus fisuras y fragmentaciones. Al mismo tiempo, esta lectura dual puede ocultar la complejidad de las prácticas conmemorativas en estas comunidades (Argenti y Schramm 2010).

Este artículo se inspira y sigue esta línea de investigación, y busca contribuir a ella a través del análisis de los efectos sociales y políticos de la producción de memorias en la configuración de comunidad en territorios física y económicamente segregados. Con ello, cuestiona y complejiza la presencia de memorias subalternas homogéneas a nivel local que estarían en confrontación con una memoria oficial y hegemónica, permitiendo observar otras tensiones al interior de estos barrios y en su relación con el resto de la ciudad.

Ciudad segregada, legado y memoria dictatorial

En Chile, el estudio de la relación entre memoria, identidad y espacio ha tenido dos enfoques principales. El primero dedicado al estudio de procesos de construcción de memoriales y lugares de memoria (Fernández 2015; Reyes, Cruz, y Aguirre 2016), y el segundo, abocado a la investigación de la construcción de memoria colectiva a nivel local (Raposo 2012; Garcés 2015; Olivari 2020). Este último, ha centrado su exploración en sectores tradicionalmente marginalizados de la ciudad, pero con largas historias de organización sociopolítica (Aguilera 2015).

Estos sectores de la ciudad han sido denominados poblaciones emblemáticas, precisamente por sus historias de organización y resistencia bajo paupérrimas condiciones. Durante los 17 años de dictadura civil militar, estos territorios se transformaron en flancos de la represión y violencia perpetrada por el Estado chileno (Garcés 2015). Al mismo tiempo, muchos de ellos fueron espacios de lucha y oposición activa en contra de la dictadura, albergando experiencias memorables de solidaridad entre vecinos/as. Su condición de marginalidad y segregación urbana se vio profundizada por una política explícita de privatización del suelo y del acceso a la ciudad implementada en dictadura y adoptada y extendida por los gobiernos postdictatoriales (Márquez y Pérez 2008). De este modo, y siguiendo una tendencia global de gran impacto a nivel regional (Torres Tovar 2016), Santiago se transformó en una ciudad neoliberal cuyo crecimiento, organización y regulación han estado hasta la fecha principalmente en manos del mercado, segregando drásticamente el uso de la urbe por nivel socioeconómico. Esta lógica urbana ha generado nuevas formas de violencia estructural hacia los/as habitantes de muchos barrios en la medida que ha configurado una periferia no sólo física, sino social y económica, caracterizada por escaso acceso a servicios básicos, deficiente infraestructura, precarias condiciones de empleabilidad y largas distancias hacia el centro de la ciudad. En definitiva, esta lógica urbana ha fomentado el debilitamiento de lo urbano (Rodríguez 2016).

La segregación económica, territorial y social es significada por muchos de los/as habitantes de estos sectores como una historia larga de violencia (Raposo 2012; Olivari 2020), es decir, como una condición que se ha experimentado desde su origen y que, en muchos de ellos, tuvo un incremento durante el periodo de la dictadura civil militar. Prueba de esta continuidad es que algunos en la actualidad son identificados como "barrios críticos" o "barrios de alta complejidad"[1] categorías que justifican una intervención estatal y policial permanente.

La presencia de estas historias largas de violencia despierta en estos barrios prácticas conmemorativas protagonizadas mayoritariamente por jóvenes, quienes a través de estos repertorios levantan también demandas del presente y buscan un espacio en la vida política de la ciudad. La conmemoración de diferentes eventos de violencia, como el 11 de septiembre de 1973, pero también de organización y solidaridad constituye un espacio de intercambio simbólico e interacción social en el que se construye y tensiona la identidad territorial, y por tanto, la construcción de comunidad.

Conmemoración en los barrios: repertorios desde las nuevas generaciones

Como ilustra el relato presentado en la introducción, uno de los eventos del pasado reciente de Chile que es conmemorado periódicamente en muchos de estos barrios segregados es el 11 de septiembre de 1973, el día del golpe militar. La potencia simbólica de este evento ha delineado el calendario conmemorativo del país desde antes del fin de la dictadura hasta el presente. Si bien este acontecimiento ha sido el hito fundacional de la narración oficial sobre el pasado dictatorial, cada año muchos territorios lo siguen conmemorando empleando repertorios de memoria alternativos, incluyendo otros aspectos del pasado a recordar y siendo liderados por jóvenes.

Entendemos estos repertorios conmemorativos como prácticas efímeras en el espacio vinculadas a la producción de memorias urbanas que operan al margen de los procesos de politización propios de las memorias oficiales (Delgado 2001) y que sostienen y transforman la memoria colectiva de estas comunidades, ciertas formas de vida y sus sentidos de pertenencia en el tiempo. Hablamos de rituales performativos que se han ido instalando en la cultura local, y que han sido transmitidos y aprehendidos por generaciones más jóvenes que los resignifican para poner en escena y/o enfrentar públicamente conflictos y crisis del presente (Turner 1982).

El 11 de septiembre no es el único evento que se conmemora en los territorios, pero por su fuerza simbólica es el foco de nuestro análisis. Como ilustraremos en esta sección, estas conmemoraciones han ido marcando el espacio, sus relaciones y sus sentidos de arraigo de forma compleja, definiendo identidades locales y, al mismo tiempo, generando tensiones internas y procesos de estigmatización por el uso de repertorios violentos para recordar.

Estas formas de memoria suelen sufrir una deslegitimación a nivel local y nacional dado su carácter alternativo y periférico respecto de las memorias oficiales, pero sobre todo debido a que son protagonizadas por jóvenes que no vivieron la dictadura. Los/as jóvenes no son vistos por los discursos mediáticos así como por muchos vecinos/as, como una voz autorizada para hablar sobre el pasao y recordarlo, en una línea similar a lo que Ferrándiz identifica como una falta de autenticidad generacional para el caso de generaciones jóvenes españolas (Ferrándiz 2009).

Son dos los repertorios conmemorativos que se repiten año tras año en estos barrios cada 11 de septiembre, los que hemos denominado el repertorio artístico y el repertorio de protesta. Ambos constituyen una composición de prácticas, narrativas, imágenes y símbolos a través de los cuáles la acción colectiva se articula y se pone en marcha. Se utiliza el concepto 'repertorio' aludiendo a creaciones culturales que se aprenden, transmiten y transforman en el tiempo y en el espacio en contextos de movilización (Tilly 2003).

Este conjunto de herramientas culturales refleja la historia, la memoria y la identidad de un grupo en un contexto espacial determinado e implica la utilización y resignificación de materialidades y prácticas del pasado. Estos repertorios son empleados por generaciones jóvenes de residentes de barrios segregados para conmemorar el pasado reciente y constituyen espacios para negociar el rol de diferentes memorias en el presente y en la continuidad de las comunidades. El repertorio artístico utiliza diferentes formas de producción cultural, como la fotografía, el muralismo, o la música para la transmisión del pasado local y nacional. El repertorio de protesta, en tanto, activa un ensamblaje de acciones que han sido usadas comúnmente para la lucha de los territorios y su defensa en contra del asedio policial, por lo que tienen un fuerte carácter de confrontación y violencia.

Repertorios artísticos

Cada 11 de septiembre en muchos barrios periféricos se despliegan una serie de repertorios artísticos que cambian el tránsito cotidiano del lugar. Éstos combinan una composición de diversos elementos como la presentación de discursos políticos, la lectura de testimonios, la realización de marchas por el territorio, la exhibición de exposiciones fotográficas, la organización de recitales, la coordinación para pintar murales y para realizar otras actividades artístico-culturales. Una de las características clave de los repertorios artísticos es su conexión con la historia local, sus víctimas y héroes pasados y presentes, así como sus demandas y problemas contemporáneos.

El evento que se recuerda, el día del golpe de estado, tiene un lugar en el calendario conmemorativo nacional, pero en la periferia esta fecha transmuta su significado para dar visibilidad a la experiencia local del golpe y sus efectos territoriales a lo largo del tiempo, así como historias largas o más recientes de violencia. Por ejemplo, este día suele ser también utilizado para conmemorar la muerte o asesinato de pobladores/as de estos territorios durante la post-dictadura o para rememorar historias de lucha y esfuerzo que datan de los orígenes mismos de la población.

Esta superposición de diferentes aspectos del pasado representa también un conflicto latente que al menos tiene dos componentes. El primero es un debate generacional entre los/as participantes de estas actividades respecto de los contenidos a recordar. Los/as vecinos/as de más edad dan mayor atención y tiempo a la conmemoración de la violencia perpetrada en tiempos de la dictadura, donde los/as protagonistas son aquellas personas cercanas que fueron asesinadas o desaparecidas. Mientras que las generaciones más jóvenes, han ido trazando una memoria que conecta la movilización durante el periodo de la dictadura con problemas graves del presente en sus territorios, como la presencia policial constante y la necesidad de denunciar ese hostigamiento. Por ejemplo, para estos/as jóvenes una de las imágenes que se conmemora y honra es la del encapuchado, figura compleja que preocupa a los/as mayores y que desata conflictos respecto a lo que se proyecta desde el territorio hacia el exterior. Como nos muestra una anécdota narrada por Cristián, quien junto a otros amigos organizó una exposición de fotografías para una de las conmemoraciones del 11 de septiembre en La Bandera, población emblemática de Santiago. Una de las imágenes mostraba a una pareja de encapuchados:

Pasó una vez en La Bandera, que el Hernán tenía una foto que salían dos chicos bailando, danzando encapuchados, y salió una señora del pasaje enfrente de donde estábamos pegando las fotos y empezó ¿por qué llevábamos capucha a la población?, y fue como: 'no poh señora, no estamos llevando capucha nosotros, ¿usted ve el contexto?, están bailando', salió otra señora, otra señora, y al final como que se formó un debate entre los/as pobladores (... ) lo que le llamó la atención a la gente, fue la capucha, de todas las fotografías, era la capucha, por qué estaba la capucha ahí, y eso para ellos era sinónimo de malo, de maldad (Cristián, 26 años).

El segundo conflicto que se desata los 11 de septiembre en estos barrios también tiene una adscripción generacional, pero asociada a la presencia o ausencia de una tradición y formación política partidista de izquierda, y se relaciona con el tipo de prácticas utilizadas. Las generaciones mayores y los/as participantes jóvenes que militan o participan en partidos de izquierda tradicional, como el Partido Comunista, emplearán artefactos y rituales que han formado parte de la narrativa conmemorativa oficial. Estos son, así como la marcha oficial del 11 de septiembre[2], una extensión de un rito fúnebre y solemne que honra principalmente la muerte de vecinos/as o compañeros/as del lugar encendiendo velas, instalando claveles rojos y retratos de las víctimas.

La otra forma de conmemorar se caracteriza por el despliegue de actividades artísticas con un carácter más lúdico que se distinguen incorporando, por ejemplo, música hip hop que, con un ritmo pegajoso, narra violencias y discriminaciones vividas en el presente (Badilla Rajevic 2019). En palabras de Milton, que vive en la población aledaña a La Victoria, una de las poblaciones más combativas de Santiago, la conmemoración del 11 de septiembre es un llamado de atención respecto de la resignificación de repertorios conmemorativos. Él convocó para uno de estos eventos a un grupo de danza andina señalando que esta fecha es una oportunidad para producir nuevas cosas que den particularidad al territorio:

Es un llamado a ellos como pobladores, yo también como poblador, para ir complementando, ir buscando nuevas metodologías, nuevas formas de abordar el espacio, de seguir presente, de tratar de hacer un llamado al resto de la gente, pero que se deje de circunscribir en el tema del dolor, o sea, estas fechas conmemorativas para mí culturalmente son importantes, porque tú puedes producir o llevar otras formas u otras cosas [al territorio], por ejemplo, yo me sentí un afortunado después de esa actividad porque estuve muchos días viernes viendo ensayar al conjunto en vivo y a las chicas bailando danza, cosa que en lo cotidiano yo no iba a ver, pero se pudo dar (Milton, 23 años).

Uno de los aspectos de la historia local que suele ser conmemorado ampliamente cada 11 de septiembre es el movimiento de resistencia contra la dictadura, que fue muy masivo durante los primeros años de este periodo histórico y, posteriormente, en la década del ochenta, en especial entre el 1983 y el 1986. Este movimiento fue particularmente importante en estos territorios segregados, donde se protestaba constantemente a través de manifestaciones artísticas y acción directa como barricadas o cortes de luz. Muchas de estas acciones culturales también hoy son resignificadas en los barrios periféricos como una fórmula que fue exitosa en el derrocamiento del aparato militar, pero también como un conjunto de actividades que habilitó la organización, convivencia y solidaridad entre vecinos/as y que puede generar ese tipo de encuentro territorial en el presente. Como señala Germán, quien ha vivido toda su vida en una población al extremo sur de Santiago y que suele participar en todas las conmemoraciones de su barrio con la instalación de exposiciones fotográficas o la creación de murales:

Yo creo que una de las tantas herramientas que permitió derrocar a la dictadura, fue la resistencia cultural, entonces por ejemplo, desde todas sus dimensiones, el arte, la literatura, la poesía, la música, de alguna manera permitió significativamente también celebrar el derrocamiento de la dictadura, y también es en lo que se basa mi proyecto, que es tomar todas estas herramientas para intervenir el espacio público, que también es lo que principalmente me gusta hacer (Germán, 24 años).

Repertorios de protesta

El repertorio de protesta suele darse en muchos barrios segregados de Santiago en paralelo o a continuación de las actividades culturales de los días 11 de septiembre. Este repertorio incluye dos manifestaciones que se dan de manera consecutiva: la construcción de fogatas y la utilización de éstas como barricadas cuando llega la policía.

Al caer la noche muchos/as vecinos/as juntan escombros y material, a veces guardado durante el año, y encienden hogueras en varias esquinas. La escena que ilumina el sector es mantenida por quienes la iniciaron, u otros que se van sumando para participar, hasta que llega la policía. Este hecho marca el comienzo de la barricada y la toma de resguardo de muchos de los/as presentes puesto que configura la antesala de los enfrentamientos. Aunque puede incluir ciertas variaciones, esta confrontación suele seguir un curso conocido, representa un encuentro entre jóvenes y policías en el que se intercambian piedras, balas, bombas molotov y bombas lacrimógenas, entre otros elementos, y se producen usualmente en los límites del barrio. Esta dinámica conecta acciones de hostilidad que representan una lucha a la vez concreta y simbólica por el territorio.

Este repertorio se constituye como una interrupción de la rutina de la jornada en los barrios, muchos/as vecinos/as se ven obligados/as a regresar antes de sus trabajos, previniendo que más tarde el tránsito se volverá riesgoso o que no habrá transporte público disponible desde el centro de la ciudad a las periferias. Pero al mismo tiempo, se trata de algo que ya forma parte de su cotidianidad, ha sido transmitido y se repite año a año desde tiempos de la dictadura.

A diferencia de las conmemoraciones que son convocadas por organizaciones o actores políticos locales y que se despliegan a través del repertorio artístico, para la construcción de fogatas y barricadas no hay convocatoria ni discurso político claro que la aliente. Se trata de prácticas reiteradas que no requieren convocatoria pública más allá del acuerdo entre habitantes de la cuadra (Jeanneret, et al., 2020). En este sentido, la fuerza conmemorativa no se sitúa en la consigna, ausente, sino en la práctica misma que tiene una alta carga afectiva, de ahí su fuerza performativa. Las barricadas y enfrentamientos, así como dejan huellas materiales en las calles de los barrios, son motivo de conversación obligada al día siguiente se esté o no de acuerdo con ellas. Cómo terminó la jornada, si hubo cortes de luz, si la policía entró al barrio o no, hasta qué hora se produjo la confrontación, son algunos de los temas ineludibles. Es un repertorio que es recordado por los/as habitantes del sector y posee sus propias memorias según el desenlace de la jornada de cada año. En el caso de muchos/as jóvenes ha generado un interés progresivo, tal como relata Renata de 19 años, quien desde muy pequeña esperaba el 11 de septiembre para salir a mirar cómo vecinos/as jóvenes encendían barricadas y cortaban las calles, llegando hoy a participar de las acciones directas que suceden en el barrio.

Al igual que el repertorio artístico, el de protesta genera tensiones al interior del territorio, principalmente entre quienes participan y quienes no. Para aquellos que participan, este repertorio es sinónimo de celebración, protesta, resistencia, lucha. Algunos/ as vecinos/as más antiguos coinciden en compartir dicho carácter festivo y reivindicativo, incluso lo consideran parte de la tradición del barrio. No obstante, para muchos otros que no son parte genera malestar, un rechazo dirigido principalmente a las prácticas consideradas violentas. Sin embargo, se trata de una crítica que va más allá de la forma de conmemoración, apunta más profundamente a sus protagonistas en tanto jóvenes que no vivieron el pasado dictatorial y que, en consecuencia, no saben lo que pasó. Se les atribuye un simple deseo de destrucción y una ausencia de motivos políticos que trae aparejado peligros concretos para los/as habitantes del barrio, sobre todo derivados de los enfrentamientos con la policía (no es raro que bombas lacrimógenas terminen en el patio de alguna casa, que los disparos dejen huellas en las paredes o que haya heridos a bala). De todas formas, y a pesar de las tensiones que produce, nadie niega su vínculo con el territorio. Se reconoce como un repertorio que es parte del mismo, provocando una distinción respecto de los barrios donde no suceden y, al mismo tiempo, una unión con aquellos donde también se desarrolla.

Encender fuego en algunas esquinas se constituye en una forma de marcar el territorio y habitarlo de una manera única en el año. Una manera de transgredir al menos dos tipos de normas habituales que sólo es posible en esta fecha. Por una parte, se transgreden aquellos límites ordinarios de uso del espacio y tránsito por las calles del barrio. Y, por otro lado, aquellas fronteras, muchas veces tácitas, de convivencia cotidiana con la presencia policial permanente, situación que es propia de los barrios intervenidos y ocupados (Olivari 2020). Esta transgresión es vivida por los/as jóvenes gracias a un ritual que se encuentra cargado de pasado, dado su origen como forma de protesta a la dictadura, y su continuidad en el tiempo. Para muchos de ellos/as el hecho de participar y saber de dónde vienen estas acciones posibilita y/o fortalece el sentido de pertenencia al territorio. Como señala Tania, de 20 años, que vive en La Pincoya, una población emblemática y estigmatizada por los enfrentamientos con la policía para fechas conmemorativas:

Por eso hoy [11 de septiembre] estamos aquí, por eso yo estoy en organizaciones, por eso estoy tratando de sacar la droga de mi barrio, a los niños de la droga, porque en dictadura fue donde llegó, porque hoy estamos viviendo bajo ese sistema, bajo esa constitución, por eso, porque hoy nosotros somos los que estamos viviendo básicamente ese legado, la dictadura, nosotros seguimos viviendo esa dictadura.

Sin embargo, encender el fuego no es sólo continuidad, sino un ritual que se encuentra anclado al presente del lugar. O sea, no sólo pone en juego las memorias de la represión, el hostigamiento, los allanamientos, las muertes y desapariciones, sino también aquellas que hablan y atestiguan las violencias del presente. Violencia policial, segregación, estigmatización y precariedad que para muchos jóvenes se ha constituido en su propia historia. Este anclaje en el presente y el territorio implica también un conflicto dentro de los/as que participan. Tanto el enemigo a quien se enfrentan como la temporalidad asociada tiene distintos énfasis, pues mientras para algunos la lucha es contra la policía que los reprime en el presente, para otros es contra el sistema neoliberal instaurado por la dictadura. Tal como lo explica Gabriel (23 años):

Me acuerdo que para el 11 pasado estaban reventando el banco, así para destrozarlo y llega un loco con una pistola y dice "hermano la pelea no es contra el banco, es contra los pacos" y para mí es como ¿qué hacemos? ¿qué le digo? Así como "oye el banco es la simbología del sistema económico", no, no puedo decir nada! Porque entiendo que su violencia es contra los pacos porque es su presente, pero el banco es una simbología del pasado, es lo que simboliza el pasado.

Reflexiones finales

En muchos barrios segregados y periféricos de Santiago el pasado dictatorial es un pasado vivo que se conmemora año a año especialmente el día 11 de septiembre. En estos territorios suelen confluir actos convocados por organizaciones locales y/o partidos políticos de izquierda con actividades alternativas comandadas principalmente por jóvenes. El foco de este artículo son estos ensamblajes de prácticas, identificados como repertorio artístico y repertorio de protesta. Ambos han sido transmitidos y resignificados, mostrando la complejidad de las relaciones entre memorias hegemónicas de nivel nacional y local y memorias subalternas, así como la diversidad y tensiones dentro de estas últimas. Tanto los repertorios artísticos como los de protesta se encuentran anclados fuertemente a los territorios, a su pasado dictatorial, pero sobre todo al pasado más inmediato y al presente, ilustrando la continuidad de las violencias que caracterizan a los barrios segregados.

Las formas de memoria local que aquí hemos analizado refuerzan sentidos de comunidad y arraigo a los territorios, crean sentido de lugar y formas de participación política para los/as jóvenes involucrados, aunque sea de manera efímera y a veces precaria. Al mismo tiempo, producen divisiones al interior de los barrios, disputas por las formas de recordar, por los contenidos y por los recursos utilizados, como en el caso de los enfrentamientos, por el daño material, urbano y social que produce.

El repertorio artístico tensiona, principalmente, las prácticas disponibles para recordar produciendo debates al interior de los barrios sobre la imagen que una u otra forma conmemorativa puede producir del barrio. La disputa, en gran parte generacional, se da entre quienes buscan acciones que representen la presencia de un pasado traumático y doloroso que hay que seguir velando, y entre quienes conmemoran pasados alternativos, en general más recientes, a través de prácticas que favorecen la creatividad y afectos lúdicos.

En el caso de los repertorios de protesta y los efectos que genera (corte de calles, enfrentamientos, heridos, daños materiales), se intensifican conflictos extraterritoriales que afectan la relación de estos barrios con sus alrededores y el resto de la urbe reproduciendo la segregación y estigmatización. Si bien para parte de sus habitantes los repertorios de protesta son prácticas conmemorativas válidas, para las autoridades y medios de comunicación constituyen desórdenes, acciones delictuales o incidentes, llegando incluso a elaborar mapas de los "puntos de conflicto" para el 11 de septiembre, la mayoría ubicados en barrios periféricos de la ciudad que agudizan el estigma socioterritorial. Como resultado, los/as vecinos/as y en especial los/as más jóvenes vivencian también una criminalización por el sólo hecho de habitar estos territorios, mientras que desde el Estado se justifican diferentes formas de intervención policial que, como hemos ilustrado, conforman nuevas formas de violencia incrementando el control excesivo y acciones represivas cotidianas.

Las conmemoraciones periféricas representan el carácter vivo de diferentes pasados en estos barrios: del pasado dictatorial, de pasados de tradición comunitaria más remotos y de pasados y violencias más recientes. Recordar colectivamente estos pasados juega un papel relevante en términos de la transmisión intergeneracional y del fortalecimiento del tejido social. Sin embargo, a través de la utilización de recursos tanto artísticos como de protesta, estas comunidades se ven tensionadas, llegando a generar fisuras en el interior de las mismas, así como entre estos territorios y la ciudad.

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[1] El material de campo y análisis son parte de los resultados de la investigación doctoral de una de las autoras financiada por la Corporación Nacional de Ciencias y Tecnología (CO NICYT) a través del programa de Becas Chile, y de la investigación postdoctoral de otra de las autoras (Proyecto Anillo PIA CONICYT SOC 180007)

1'Barrio crítico' o 'de alta complejidad' son definiciones que emergen de las autoridades y que han sido reproducidas por los medios de comunicación para hacer referencia a sectores vulnerables, marginalizados y con alta concentración de problemáticas sociales, delictuales y violencia de diferente índole, siendo por tanto foco prioritario para la intervención estatal.

2Marcha conmemorativa más numerosa de Chile para recordar el día del golpe de estado, liderada por organizaciones de derechos humanos. Recorre un sector céntrico de la ciudad y avanza como un cortejo fúnebre hasta el Cementerio General.

Cómo citar este artículo: Olivari Vargas, A.; Badilla Rajevic, M.; Reyes AndreanI, M.J. (2021). "Conmemoraciones periféricas en barrios segregados en Santiago de Chile: Efectos sociopolíticos en la configuración de comunidad". En Bitácora Urbano Territorial, 31 (1): 211-222. https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n1.87679

Autoras

Alicia Olivari Vargas Doctora en Antropología social y Magíster en Antropología y Etnografía por la Universidad de Barcelona. Psicóloga por la Universidad de Chile. Sus líneas principales de investigación son: memoria colectiva y transmisión intergeneracional; y violencias, territorio y vida cotidiana.

Manuela Badilla Rajevic Doctora y Magíster en sociología de la New School for Social Research (Nueva York) y psicóloga de la Universidad de Chile. Desde septiembre de 2019 trabaja como investigadora postdoctoral en la Universidad de Valparaíso, Chile. También es investigadora del Núcleo Milenio Arte, Performatividad y Activismo. Sus intereses académicos se ubican en la intersección entre la sociología cultural y política, específicamente en el campo de la sociología de la memoria y los movimientos sociales.

María José Reyes Andreani Doctora y Magíster en Psicología Social por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente es Coordinadora del Núcleo de Investigación "Vidas cotidianas en emergencia: territorio, habitantes y prácticas" de la misma casa de estudios. Su línea de investigación principal cruza la construcción social de memorias y las vidas cotidianas enfatizando en los efectos subjetivos, sociales y políticos.

Recibido: 27 de Mayo de 2020; Aprobado: 07 de Julio de 2020

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