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Bitácora Urbano Territorial

versión impresa ISSN 0124-7913versión On-line ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.31 no.2 Bogotá mayo/ago. 2021  Epub 23-Sep-2021

https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n2.89491 

Dossier Central

Los gustos espaciales y las expectativas residenciales en Chile: el principio del derecho a la vivienda [1]

Spatial tastes and residential expectations in Chile: the principle of the right to housing

Gostos espaciais e expectativas residenciais no Chile: o princípio do direito à moradia

Goûts spatiaux et attentes résidentielles au Chili: le principe du droit au logement

1 Doctor en Geografía Universidad Católica de Temuco frojo@uct.cl


Resumen

El artículo explora las expectativas residenciales de los habitantes de Temuco, una de las ciudades intermedias más importantes de Chile. Se analizan los dispositivos simbólicos vinculados a la idea de vivienda, determinando con ello las diferencias discursivas entre clases altas, medias y bajas. Considerando las transformaciones en las formas de producción del capitalismo actual, la creación de nuevas clases sociales y la temprana introducción de la idea de vivienda propia en Chile, se relativiza el supuesto planteado por Bourdieu respecto al grado de correspondencia entre los capitales de una persona y la proyección de un gusto espacial determinado sobre la ciudad. Se reconocen cinco sectores diferentes de Temuco en términos socioespaciales y se utiliza la Teoría Fundamentada como estrategia metodológica para analizar 30 entrevistas realizadas; así, los resultados indican que el principio de propiedad sobre la vivienda opera como el fundamento central de la expectativa residencial, independiente de la clase social de la persona.

Palabras clave: derecho a la vivienda; clase social; espacios urbanos; sociedad postindustrial; sociología urbana

Abstract

The article explores the residential expectations of the inhabitants of Temuco, one of the most important intermediate cities in Chile. The symbolic devices linked to the idea of housing are analyzed, thereby determining the discursive differences between upper, middle and lower classes. Considering the changes in the forms of production of current capitalism, the creation of new social classes and the early introduction of the idea of own housing in Chile, the assumption raised by Bourdieu, regarding the degree of correspondence between the capitals of a person and the projection of a particular spatial taste on the city, is relativized. Recognizing five different sectors of Temuco in socio-spatial terms and using the Grounded Theory as a methodological strategy to analyze 30 interviews conducted, the results indicate that the principle of property over housing operates as the central foundation of residential expectation, independent of class social of the person.

Keywords: right to housing; social class; urban spaces; postindustrial societies; urban sociology

Resumo

O artigo explora os expectativas residenciais dos habitantes de Temuco, uma das cidades intermediárias mais importantes do Chile. Os dispositivos simbólicos ligados à idéia de moradia são analisados, determinando as diferenças discursivas entre as classes alta, média e baixa. Considerando as mudanças nas formas de produção do capitalismo atual, a criação de novas classes sociais e a introdução precoce da idéia de moradia própria no Chile, o pressuposto de Bourdieu sobre o grau de correspondência entre os capitais de uma pessoa e a projeção de um gosto espacial específico sobre a cidade é questionado.. Reconhecendo cinco setores diferentes de Temuco em termos socioespaciais, e usando a Grounded Theory como estratégia metodológica para analisar 30 entrevistas realizadas, os resultados indicam que o princípio de propriedade sobre habitação opera como base central do expectativa residencial, independente da classe social da pessoa.

Palavras-chave: direito à moradia; classe social; espaços urbanos; sociedade pós-industrial; sociologia urbana

Résumé

L'article explore les attentes résidentielles des habitants de Temuco, l'une des villes intermédiaires les plus importantes du Chili. Les dispositifs symboliques liés à l'idée de logement sont analysés, déterminant ainsi les différences discursives entre les classes supérieures, moyennes et inférieures. Considérant les transformations des formes de production du capitalisme actuel, la création de nouvelles classes sociales et l'introduction précoce de l'idée d'être propriétaire de son logement au Chili, l'hypothèse avancée par Bourdieu devient très relative quant au degré de correspondance entre le capital d'une personne et la projection d'un goût spatial déterminé sur la ville. En reconnaissant cinq secteurs différents de Temuco en termes socio-spatiaux et en utilisant Grounded Theory comme stratégie méthodologique pour analyser 30 entretiens recueillis, les résultats indiquent que le principe de propriété fonctionne comme le fondement central du atente résidentielle, indépendamment de la classe social de la personne.

Mots-clés: droit à un logement; classe sociale; espace urbain; société post-industrielle; sociologie urbaine

El presente trabajo tiene como objetivo indagar y analizar las expectativas residenciales de distintas clases sociales en la ciudad de Temuco, particularmente, el grado de relación entre la clase social de pertenencia y el anhelo espacial sustentado en la idea de la vivienda.

Introducción

La producción del espacio urbano es el resultado de la cristalización del capitalismo urbano actual en los intereses espaciales de clase, grupos diversos que valorizan, disputan y ocupan espacios simbólicamente significativos (Hanquinet, Savage y Callier, 2013; Meuleman y Savage, 2013). Considerando esta forma de producir los espacios urbanos, dentro del esquema propuesto por Bourdieu (2006), se asume la existencia de una correspondencia entre los capitales económicos, culturales y sociales que erigen el habitus de una persona, razón por la cual determinados gustos se definen como la preferencia manifiesta asociada a una clase particular. En este sentido, el gusto se traduce en la capacidad que tienen distintas clases sociales de buscar espacios que concuerden con preferencias estéticas determinadas por el habitus.

Sin embargo, esta correlación entre capitales tiende a desvanecerse en el capitalismo contemporáneo, como resultado de las nuevas lógicas de producción vinculadas al modelo posindustrial (Harvey, 2014). Esas lógicas terminan por reestructurar los sistemas de clases sociales (Erikson y Goldthorpe, 1993; Savage et al., 2013), introduciendo con ello patrones de gustos que no necesariamente se relacionan con el conjunto de capitales que posea una persona. De esta forma, la emergencia de nuevas clases, como las medias, y el declive de otras, como la obrera, terminan por complejizar el esquema de correspondencia entre capitales, habitus y gustos. Esto indudablemente impacta en las expectativas de futuro que distintos grupos tienen dentro del sistema social donde están insertos y, por tanto, define a qué círculo social pueden pertenecer.

Bajo esta constatación, y desde el punto de vista de las expectativas residenciales de las personas, la lógica bourdiana tradicional implicaría, por ejemplo, que la búsqueda por la vivienda propia sería un imperativo solo de aquellas clases que tienen el capital económico para concretarla. El resto de las clases sin capacidad de compra del suelo urbano no recrearían sus expectativas residenciales a partir de la consecución de la propiedad de la vivienda, ya que sus gustos de clase, resultado de la combinación de capitales, no harían de la casa propia una dimensión central de sus vidas.

El contexto chileno no es ajeno a los cambios experimentados en los sistemas de estratificación a raíz de las nuevas formas de producción (Espinoza, Barozet y Méndez, 2013). Esto hace que los gustos tiendan a ser más homogéneos y sin una determinación clara de clase, por lo que no se relacionarían necesariamente con el conjunto de capitales que administren las personas. Si a lo anterior se suma que la sociedad chilena ha experimentado importantes signos de ampliación del apetito consumista -reflejo de los impactos tempranos de la neoliberalizatión de la vida cotidiana (Araujo, 2017) y la manipulación de comportamientos en el sistema económico (Akerlof y Shiller, 2016)- y que el Estado introdujo tempranamente, en el siglo XX, el interés generalizado por la propiedad de la vivienda (Hidalgo, 2010), las expectativas residenciales de distintas clases no deberían presentar muchas diferencias al interior de las ciudades chilenas.

El presente trabajo tiene como objetivo indagar y analizar las expectativas residenciales de distintas clases sociales en la ciudad de Temuco, particularmente, el grado de relación entre la clase social de pertenencia y el anhelo espacial sustentado en la idea de la vivienda. Para ello, y considerando los cambios sociales producidos en el capitalismo contemporáneo, se parte de la idea que el supuesto de correspondencia que presenta Bourdieu entre capitales, habitus y gusto no es tan claro cuando se habla de las expectativas residenciales en un país como Chile.

El artículo está centrado en Temuco, área urbana que representa una de las ciudades intermedias con mayor crecimiento poblacional en Chile. Además, cabe destacar que, entre 1992 y 2017, en esta ciudad se constató la existencia de una clase media cada vez más amplia, y la reducción de la clase obrera. El primer grupo registra una tasa de crecimiento de un 34.2%, mientras el grupo obrero presenta una disminución de un 11.7%, tendencias que muestran cómo Temuco no escapa a las dinámicas de transformación social experimentadas a nivel global (Rojo, 2019).

Clases Sociales, Expectativa Residencial y el Sentido de la Vivienda en el Capitalismo Contemporáneo

Para fundamentar el sentido de producción simbólica de los espacios, cobra relevancia la perspectiva bourdiana, especialmente la noción de los capitales que poseen las personas. Se trata del conjunto de poderes fundamentales, a través de los cuales se estratifica una sociedad, que se clasifican en económico, cultural, social y simbólico. En este sentido, los agentes se distribuyen en el espacio social de acuerdo con el volumen de capital que posean y con la estructura de sus capitales, es decir, el peso relativo de los distintos capitales en el volumen total de sus activos (Bourdieu, 2006).

Por tanto, cualquier forma de dominación que se ejerce sobre el espacio físico deriva de la actuación de determinados grupos basados en los capitales que poseen. Con ello, las diferencias entre clases sociales finalmente crean una serie de divisiones espaciales de consumo, que se relacionarían a su vez con las capacidades de las personas y su sentido económico de querer formar parte de la masa (Hamnett y Butler, 2013).

Bajo este argumento, se ha constatado que, particularmente, el gusto cultural tiene una relación directa con los discursos que las personas tienen respecto al apego local o lugar donde viven (Friedman, Savage y Miles, 2015; Savage et al., 2013; Hanquinet et al., 2013; Meuleman y Savage, 2013), o bien, con las expectativas de residencia o fantasías que expresan los individuos respecto a una ubicación futura (Savage, Allen, Atkinson, Burrows, Méndez y Watt, 2010). De esta forma, la dimensión cultural del consumo no debe ser subestimada en la interpretación que se hace de la revitalización del valor en determinados espacios físicos, considerando con ello la importancia que los agentes sociales, organizados en clases, tienen en este proceso.

Bajo lo anterior, el espacio físico y sus cambios pueden ser tematizados a partir del uso diferenciado de lo que denominaremos expectativas residenciales de clases, esto es, el sistema de disposiciones sociales a través del cual las personas significan el mundo (Bourdieu, 2006) y son capaces de movilizar sus intereses residenciales en el espacio físico. De esta forma, la expectativa residencial se estructura de acuerdo con la capacidad que tienen distintas clases sociales de buscar espacios que concuerden con sus preferencias estéticas determinadas por sus gustos, que a su vez son el resultado de la suma de sus capitales. Así, y dependiendo de la conjunción de capitales (económico, cultural y social) que posee una persona, será la elección residencial que trascienda (Bourdieu, 2018).

Sin embargo, y como producto de la emergencia de nuevas clases sociales (Erikson y Goldthorpe, 1993) en el contexto de las transformaciones experimentadas por los sistemas productivos (Harvey, 2014; Soja 2008), se introducen algunos matices a lo planteado por Bourdieu respecto a la correlación entre capitales en las personas, especialmente entre el económico y el cultural (Savage et al., 2013). Así, mientras más complejo se vuelve el sistema de clases en una sociedad determinada, menos correspondencia existe entre el conjunto de disposiciones de cada grupo y la magnitud del capital económico que posee, existiendo así una diferencia entre la expectativa del espacio por habitar y las posibilidades materiales para poder concretarlo.

Este desacople entre las clases, los capitales y los gustos que presentan las personas en las sociedades contemporáneas, es evidenciado en un conjunto de trabajos. Entre estos destacan aquellos que muestran la inexistencia de diferencias significativas en la ciudad entre cultura alta y popular (Hanquinet et al., 2013), la identificación de un tipo de capital cultural alternativo utilizado como forma de legitimidad dentro del sistema social -y no bajo los parámetros del simple consumo como lo señalaba Bourdieu- (Friedman et al., 2015) o la pérdida de correspondencia entre clase, espacio y consumo, producto de las facilidades tecnológicas como la internet, que amplían las redes espaciales y sociales (Blokland y Savage, 2002). Otros trabajos abordan estas temáticas a partir de la noción de omnivorismo cultural (Peterson y Simkus, 1992; Peterson y Kern, 1996), término que hace referencia al aumento de tolerancia social y diversificación de los gustos culturales al interior de las clases sociales (Fernández-Rodríguez y Heikkila, 2011). Bajo estos nuevos patrones de consumo, es posible constatar un creciente interés de parte de las clases medias y altas por las dimensiones de consumo asociadas a las clases bajas.

A la luz de estos antecedentes, y producto de estos cambios en los sistemas sociales y las formas que adquieren actualmente las clases sociales, los gustos espaciales deben ser analizados, entre otros aspectos, a partir de las estrategias residenciales de nuevas clases sociales que ponen en marcha un tipo especial de habitus cultural (Ley, 1981; Bridge, 2001).

En el contexto chileno es posible observar patrones de consumos diversos, los cuales van más allá de las distinciones socioeconómicas de base que definen tradicionalmente a las clases sociales. En el caso de las clases medias, por ejemplo, se aprecia un consumo material y simbólico amplio en términos de prácticas culturales (Gayo, Méndez y Teitelboim, 2016). Mientras tanto, al interior de las clases más bajas, y como producto del acceso masivo a pequeños créditos, los itinerarios identitarios tienden a construirse a partir del consumo (Denegri, Del Valle, González, Etchebarne, Sepúlveda y Sandoval, 2014).

A pesar de esta diversificación de las clases sociales en Chile, en términos espaciales, los estudios referidos a los patrones de interés residencial apuestan por abordar las borrosas fronteras del consumo cultural entre barrios con diferencias socioeconómicas (Marín, Ruiz-Tagle, López-Morales, Orozco y Monsalves, 2019), las estrategias de los promotores inmobiliarios para impulsar la ocupación de zonas centrales o pericentrales en las ciudades (Sabatini, Rasse, Cáceres, Sarella-Robles y Trebilcock, 2017; Casgrain y Janoschka, 2013), o los impactos simbólicos de los grupos residentes en áreas que últimamente han experimentado procesos de gentrificación (Espinoza, 2020). Lo anterior refleja que la falta de correspondencia entre capitales en la configuración de las expectativas residenciales de clase, contradicción ya reconocida en el ámbito del consumo cultural, no es central al momento de estudiar las transformaciones socioespaciales de las ciudades chilenas.

Para problematizar esta expectativa residencial en un contexto de incongruencias entre capitales al interior de las clases sociales, es necesario partir del hecho de que es el mercado de la vivienda el que traduce y/o edifica los deseos y gustos espaciales de distintas clases, y son las opciones de capital económico (capacidad de pago de las personas) las que determinarán el cumplimiento o no de dichas aspiraciones (Smith, 2012). Bajo este principio, serían las clases medias y altas aquellas que pueden ver este conjunto de aspiraciones realizadas, quedando mayormente excluidos los grupos obreros o precarios, los cuales no tienen el capital económico suficiente, a pesar de que sus anhelos residenciales puedan estar asociados a las dinámicas de distinción correspondientes a otras clases sotiales. Hamnett y Butler (2013) observan cómo en Londres las clases medias manifiestan mayor interés por la vivienda propia que las clases obreras. En este sentido, la falta de capital económico limitaría las posibilidades de recrear una expectativa residencial cuyo principal sustento fuera la propiedad de una vivienda, lo que implica que las clases más bajas no experimentarían el principio de la pertenencia significativa a un espacio determinado. Sin embargo, ¿qué ocurre en un contexto como el chileno?

Además de los cambios que ha experimentado Chile en su estructura social (Espinoza et al., 2013), existe una dimensión histórica en torno a la vivienda que relativiza la inexistencia de una expectativa residencial asociada a la vivienda en las clases más bajas: el derecho de propiedad. Este interés manifiesto por ser propietario de vivienda tiene una larga tradición, que se remonta a las políticas que el Estado impulsó en el siglo XX, en especial a partir de la década del treinta, cuando estas políticas se hicieron sistemáticas, reconociendo con ello a la vivienda como un derecho ciudadano que debe ser cumplido por parte de instituciones que el Estado debe impulsar (Hidalgo, 2010). En este sentido, la vivienda pasó de ser un derecho a ser un objeto de consumo, en especial con las indicaciones que introdujo la dictadura militar, orientadas, por ejemplo, a la apertura que hizo al sector privado para que se encargara de la construcción de las viviendas sociales (Hidalgo, Alvarado y Santana, 2017).

Metodología

Este trabajo aplica la Teoría Fundamentada, estrategia cualitativa, vinculada a la recopilación de datos, que utiliza la aplicación sistemática de métodos para generar una teoría inductiva respecto de un área substantiva de actividad humana (Strauss y Corbin, 2002). Esta perspectiva metodológica propone dos dimensiones de trabajo: el muestreo teórico y el método de comparación constante. El primero consiste en una estrategia de selección intencionada y secuencial de casos que cumplan la condición de arrojar una gran variabilidad de significados iniciales. En cuanto al método de comparación constante, este implica una serie de codificaciones sistemáticas, análisis de datos y, nuevamente, muestreo, según criterios teóricos.

Considerando el muestreo teórico, se seleccionaron 30 personas de distintos sectores de Temuco a los cuales se aplicó una entrevista semi-estructurada. La selección de estas personas obedeció inicialmente a un criterio central para el trabajo: la pertenencia a distintas clases sociales. Para determinar esto se utilizó el estudio de Rojo (2019), quien, a través del procesamiento de información censal del periodo 1992-2017, y utilizando una combinación de análisis estadístico de tipo descriptivo y exploratorio, fijó cinco sectores de Temuco con predominio de distintas clases (Figura 1), describiendo en ellos características asociadas al tipo residencial y presentes en la actualidad (Tabla 1).

Tabla 1 Principales sectores de Temuco respecto a su condición de clase 

Fuente: Elaboración propia con base en Rojo (2019)

Fuente: Rojo (2019)

Figura 1 Áreas urbanas de Temuco relevantes en términos de la presencia de clases sociales diversas 

De esta forma y, teniendo en cuenta que la dimensión ocupacional es la variable central cuando se mide la clase social en distintos modelos de estratificación (Erikson y Goldthorpe, 1993; Savage et al., 2013; Espinoza et al., 2013), las diferencias socioespaciales desde las cuales parte esta investigación se relacionan con determinadas concentraciones de clases en términos de la ocupación desempeñada en el mercado laboral (Rojo, 2019). Aspectos como la edad y el sexo fueron las dimensiones secundarias a través de las cuales se siguió el proceso de selección de la muestra. La entrevista contuvo cuatro dimensiones de interrogación relevantes: los movimientos residenciales de su vida; el capital cultural; los patrones de consumos en variados bienes materiales, incluido la vivienda, y las proyecciones de movimientos residenciales en el futuro. Con el método de comparación constante (Strauss y Corbin, 2002) se logró conceptualizar la información cualitativa, generando así conexiones abstractas que posibilitaron la visualización de los conceptos creados de una forma multivariada. Bajo este principio analítico, los resultados se organizaron en base a dos categorías iniciales junto a sus respectivas propiedades discursivas. Por último, para el procesamiento de las entrevistas se utilizó el software ATLAS ti.8.

La Reproducción de la Expectativa Residencial y el Derecho de Propiedad Privada

Los resultados están organizados en dos categorías iniciales, que dan cuenta de los aspectos enunciados para recrear las expectativas residenciales actuales respecto de la vivienda. Cabe mencionar que cada una de estas categorías iniciales se acompaña de un conjunto de propiedades que van moldeando el sentido analítico del gusto asociado al espacio.

Satisfacción Residencial Actual y la Opacidad de la Expectativa hacia el Futuro

En cuanto al contenido de los discursos, es posible establecer que todos los entrevistados/as manifiestan una satisfacción por el lugar que habitan, independientemente de la clase social y el espacio desde donde se esté hablando. Así, y considerando los cinco sectores urbanos analizados, si bien se plantean algunos aspectos negativos del lugar en que habitan, estos problemas no alcanzan a socavar la idea de bienestar general que para los entrevistados/as representa el hecho de vivir en cada una de las áreas exploradas. Y esta satisfacción con el espacio de residencia actual, además, funciona independientemente de las libertades que tuvieron las personas al momento de elegir dicho espacio. Por eso, es posible observar esta propiedad discursiva, que llamaremos el habitar con sentido de lugar, tanto en los discursos de aquellos que compraron la vivienda en un área de la ciudad que estimaron conveniente, considerando su capital económico, como en aquellas personas que recibieron sus viviendas vía subsidios, en lugares donde se podía comprar e, incluso, en quienes están en condición de arrendatarios en áreas donde sus recursos les permiten vivir.

Lo anterior se vincula parcialmente con la noción de pertenencia electiva que plantea Savage et al. (2010), término que designa la capacidad de elegir que tienen ciertas personas, en especial las pertenecientes a las clases medias altas y altas. Dicha capacidad les brinda a estos individuos un derecho moral sobre los espacios, hecho que no ocurre con aquellas personas imposibilitadas de elegir un lugar para vivir, motivo por el cual terminan siendo arrojadas a ciertos espacios.

Pero mientras Savage et al. (2010) ubican el fenómeno de la pertenencia electiva solo en las clases sociales que poseen un capital económico que sustente su poder sobre el espacio, el presente trabajo extiende dicha capacidad a todas las clases sociales, en la medida que el sentido de control del espacio está resguardado por el fuerte sentimiento de apropiación espacial que todos los grupos manifiestan en torno al lugar actualmente habitado. Es decir, mientras la noción de pertenencia electiva reduce el control sobre el espacio a aquellos que tienen el capital económico que les permite decidir dónde vivir, la pertenencia efectiva hace referencia al principio de control espacial experimentado por los entrevistados/as en el lugar habitado, a pesar de no haber podido elegir dicho espacio. En este sentido, y si bien muchas de las clases sociales no pudieron escoger el lugar en el que viven actualmente por la falta de capital económico, sí fueron capaces de desarrollar una satisfacción con el espacio habitado, y, por tanto, un habitar con sentido de lugar que las posiciona con cierto poder dentro de la ciudad. A continuación, aparecen algunas frases de las entrevistas transcritas que muestran esto:

"Sí, totalmente, me gusta vivir acá. Porque los niños pasan en el verano todo el día en la calle. Todo el día. Aquí es sensacional" (Mujer, técnico de nivel superior, 53 años, sector Poniente, clase muy alta).

"Me gusta acá, porque te queda todo cerca po, el liceo igual es relativamente cerca, tienen locomoción a una cuadra, dos cuadras, puedo llegar caminando a los locales comerciales" (Mujer, profesional, 44 años, sector Centro, clase alta).

"No sé, yo encuentro lo ideal pa' mí es aquí donde estoy. Con los vecinos que hay. No me cambiaría por nada del mundo de aquí" (Hombre, obrero calificado, 58 años, sector Ribera del Cautín, clase media).

"A mí sí, me gusta mi casa como es, yo estoy conforme. No le cambiaría nada...o sea de a poquito uno va haciendo arreglos, pero nada tan grande" (Mujer, asesora del hogar, 46 años, sector Pedro de Valdivia, clase muy baja).

"Pero ese es aparte. Estar sola tranquila, sí siempre he soñado eso. Pero, no, acá yo estoy conforme." (Mujer asesora del hogar, 39 años, sector Labranza, clase baja).

De esta manera, esta categoría inicial daría cuenta de los determinantes potenciales para pensar la inmovilidad espacial de las personas, ya que la satisfacción por el lugar habitado podría neutralizar cualquier tipo de anhelo residencial específico. Así, y a raíz de este contenido analizado en los discursos, la relación entre mayor disponibilidad de capital económico y un aumento en la movilidad residencial dentro de las ciudades (Savage et al., 2010) debe, por lo menos, ser relativizada frente a estos antecedentes de cómo se reproduce la expectativa residencial.

Sin embargo, este análisis de los discursos respecto a la idea de pertenencia efectiva, propiedad que se reproduce al momento de tomar consciencia de uso del lugar habitado, no considera la adecuación existente entre la expectativa residencial del pasado y el lugar en el que se desarrolla la vida cotidiana hoy. Es decir, solo se basa en la satisfacción por el espacio actual, pero no respecto a si existió una correlación entre el anhelo espacial anterior y el lugar que actualmente se habita.

Respecto al grado de adecuación entre la posibilidad residencial previa y el lugar habitado actual, los resultados establecieron la relación lógica evidenciada en un conjunto de estudios urbanos (Smith, 2012; Clark, Van Ham y Coulter, 2014; Coulter y Van Ham, 2013): a más recursos económicos, mayores son las alternativas de elección residencial. De esta manera, las opciones de actuación de la expectativa residencial son diferenciadas con respecto a la clase social desde donde se esté hablando. Las clases medias y más altas funcionan con base en el principio del poder del dinero y el consumo espacial, propiedad discursiva que modela muchas de las formas de actuación del anhelo espacial hoy sobre las ciudades. Por otro lado, las clases sociales más bajas operan bajo el código de "es esa opción o nada", referida a las escasas posibilidades de operatividad de la expectativa residencial, debido al reducido capital económico que posee este grupo, lo cual se traduce en la ayuda estatal para la obtención de la vivienda propia.

¡La Casa es mía! Neoliberalización de la Expectativa Residencial y el Derecho de Propiedad

Dentro de las categorías iniciales relevantes, a través de las cuales se constituye la expectativa residencial en los discursos analizados, la expresión relacionada con el poder de la casa propia es quizás una de las más destacadas. Esta propiedad discursiva tiene relación con el poder simbólico que representa la propiedad sobre la vivienda habitada, impactando con ello en una amplia gama de aspectos constitutivos de la existencia actual de los entrevistados/as.

En primer lugar, la casa propia representa el espacio que brinda seguridad ontológica a las personas, esto es, sienta los cimientos a partir de los cuales se construye lo cotidiano y sus coyunturas. En este sentido, la consecución sobre la propiedad de la vivienda es el triunfo respecto a un bien material inmensamente anhelado, ya que, e independientemente de la clase social desde donde se esté hablando, esta se establece como el principio rector de las vidas actuales y futuras. Así, incluso las clases menos favorecidas manifiestan el deseo de ser propietarios, siendo en muchos de estos casos la meta individual/familiar por excelencia.

Si bien el principio del poder de la casa propia es importante para todas las clases sociales analizadas, la atribución simbólica de su relevancia es distinta dependiendo del grupo que esté hablando. Así, en el caso de las clases medias y más altas, la disposición del capital económico hace que la casa propia sea un objetivo importante en la vida, pero no el central. Por otro lado, y a diferencia de este grupo, en las clases más bajas la propiedad sobre la vivienda representa, en primer lugar, el derecho a mejorar la calidad de vida, razón por la cual la lucha es un aspecto que distingue los dispositivos que estas clases utilizan para lograr dicho objetivo. El derecho a la ciudad, en términos lefebvrianos, por tanto, no representa para esta clase baja la prioridad al momento de sustentar discursivamente el poder simbólico que constituyó el hecho de obtener la vivienda, siendo más relevante, en cambio la propiedad sobre el espacio habitado. Las siguientes frases apuntan a esta dimensión:

"Me gusta todo, el living, los sillones, el baño.es mío, por eso me gusta" (Mujer, dueña de casa, 38 años, sector Labranza, clase baja).

"A mí me encanta mi casa, mi barrio; porque peleamos por él, porque era un sueño. Yo no me iría de aquí" (Hombre, técnico, 46 años, sector Pedro de Valdivia, clase muy baja).

En este sentido, la propiedad discursiva "me gusta porque es mío" hace que se diluya, en parte, el sistema de disposiciones de clase en base al cual se constituye la expectativa por un determinado espacio. Por esta razón, y sobre todo para aquellos individuos con menor poder adquisitivo, resulta muy relevante la distinción entre el ideal residencial, asociado a determinadas áreas y características, y el gusto espacial propiamente dicho

En cuanto a las clases medias y más altas, si bien la casa propia también representa un objetivo importante en la vida, esta se inscribe dentro de una dinámica decisional más amplia, lo cual involucra a la vivienda obtenida como uno de los tantos bienes materiales urbanos que pueden ser capturados por el mayor capital económico que se posee. De esta forma, si bien la propiedad de la vivienda es un componente importante dentro de la expectativa que determinó el lugar de residencia actual en este grupo, el futuro está abierto a movimientos residenciales dependiendo de otros aspectos de la vida, como el colegio de los hijos o los cambios del lugar de trabajo. Esto se expone en discursos como:

"Por el colegio de mi hijo, por estar más cerca, nos vinimos (Mujer, profesional, 45 años, sector Poniente, clase muy alta).

"He vivido en 12 o 13 casas. Porque yo, como soy independiente, ando siempre tratando de buscar irme acomodando dijéramos a mi situación" (Mujer, microempresaria, 54 años, sector Poniente, clase muy alta).

A partir de estos antecedentes, es el gusto por la propiedad de la vivienda el que se establece como uno de los fundamentos centrales al momento de inspeccionar la expectativa residencial de las distintas clases, pasando a un segundo plano, en especial en las clases más bajas, la conquista por un espacio determinado de la ciudad. En este sentido, existiría un fundamento en el movimiento residencial futuro que relaciona el anhelo por un espacio con la posibilidad de concretar la apropiación material de una vivienda, correlacionándose positivamente ambas dimensiones en la medida que el segundo aspecto es logrado.

De esta manera, la expectativa residencial está mediada por la posibilidad de ser propietarios de una vivienda, y no tanto por un deseo particular de ocupar determinadas áreas de la ciudad. Si bien esto corresponde, en parte, a lo mencionado por algunos trabajos en términos de entender los procesos de movilidad socioespacial a partir del mercado de la vivienda (Clark et al., 2014; Coulter y Van Ham, 2013; Smith, 2012), la distinción que introduce este trabajo es que dicho interés por la propiedad no solo se sustenta discursivamente en las opciones de capital económico que posean las personas, y sus posibilidades de realización dentro del mercado inmobiliario, sino también en las acciones que ejercen las políticas de vivienda por parte del Estado. En este sentido, la política habitacional en Chile, basada en un neoliberalismo subsidiario (Hidalgo et al., 2017), ha fortalecido este aspecto del gusto por la propiedad de la vivienda en todas las clases sociales, independientemente de su posibilidad de compra; esto es muy distinto a lo que Hamnett y Butler (2013) descubrieron en términos de las diferencias entre clases obreras y medias al momento de analizar este interés por la vivienda propia.

De esta forma, los discursos analizados muestran el impacto que la política de vivienda en Chile tiene sobre la vida de las clases más bajas, las cuales aparentemente ya no luchan por el derecho a la ciudad -en el sentido de establecer un nuevo humanismo asociado a capturar al espacio como valor de uso más que de cambio (Lefebvre, 1969)-, sino que se movilizan por el derecho a la vivienda. Por tanto, dentro del análisis de las entrevistas, el espacio urbano pierde relevancia frente a la posibilidad de convertirse en propietario de una vivienda. Esta característica, además, y más allá de constituir una propiedad transversal a las clases sociales, tiende a darse con más fuerza en las clases bajas de la población.

A partir de esta propiedad denominada el poder de la casa propia, pareciera ser que los efectos de la política neoliberal postdictadura son duraderos incluso a nivel microsociológico, con importantes implicancias espaciales. Esto es, las personas sienten la necesidad de actuar como pequeños capitalistas, razón por la cual buscan ser dueños de una propiedad urbana, no importando tanto, en especial en las clases más bajas, el lugar donde esta se localice en la ciudad. Estos antecedentes relativizan el exclusivo poder del mercado inmobiliario con el que muchas veces se analizan las transformaciones urbanas, introduciendo con ello la importancia de estudiar a los individuos como agentes de cambios, producto de sus intereses privados sobre el suelo urbano.

Así, y a partir de estos antecedentes, la propiedad de la vivienda representa uno de los fundamentos más importantes de cómo opera la expectativa residencial en la práctica, razón por la cual es posible pensar que, en los próximos años, se intensificará la acción del Estado y el mercado sobre el suelo urbano, con el fin de cumplir el sueño de la casa propia. La idea de la propiedad sobre la vivienda como principio de búsqueda en la ciudad, relativiza el rol del espacio en la estructuración del gusto de clase, con lo que el derecho a la propiedad se constituye en la base del quehacer cotidiano para muchas personas.

Conclusiones

En lo referido a los aspectos que constituyen las expectativas residenciales actuales en los discursos analizados, y las implicancias que ello conlleva en la proyección del uso urbano, todas las clases sociales analizadas operan sobre una premisa central respeto a la ciudad: la apropiación de esta se basa en la concreción de la propiedad sobre una vivienda.

Sin embargo, esta cualidad del anhelo espacial referido al presente de las clases más bajas implica una aparente contradicción con los fundamentos que Bourdieu (2006) señala al momento de describir el habitus de clase. Bajo este principio, la falta de capitales, en especial del económico y del cultural, implicaría una afectación del capital simbólico, razón por la cual aquellos grupos con carencias serían incapaces de movilizar el suelo urbano (Savage et al., 2010; Clark et al., 2014; Coulter y Van Ham, 2013). Así, las clases más bajas tenderían a presentar una expectativa residencial constituida a partir de un frágil capital simbólico, producto de las limitaciones del resto de capitales, lo cual impediría a este grupo la valoración de aspectos urbanos en un mismo nivel que la de las clases más altas.

A pesar de este argumento bourdiano, en este trabajo se pudo apreciar que las clases más bajas constituyen sus anhelos espaciales a partir del imperativo de acceso a una vivienda bajo un sentido de propiedad privada sobre esta. Independientemente de las carencias económicas que presentan dichos grupos, sus códigos de operatividad distintiva de clases no son muy opuestos a las que presentan las clases más altas, todas las cuales apelan a la consecución de la casa propia como base para la definición de sus expectativas residenciales actuales.

Una de las consecuencias que trae consigo el deseo de apropiación residencial, a través del acceso a la casa propia, tiene relación con las posibilidades de cambios socioespaciales en las ciudades. Esto implica que -especialmente en los sectores de clases más bajas- el hecho de conseguir la propiedad privada sobre la vivienda, a partir de las políticas estatales, condicione la inmovilidad de ciertas zonas, particularmente de aquellas áreas que más concentran estas políticas. Esta idea es coherente con los resultados de investigaciones en otros contextos, donde la tenencia de la vivienda condicionó las posibilidades de movilidad residencial al interior de una ciudad (Clark et al., 2014; Coulter y Van Ham, 2013). Desde este punto de vista, el principio basal de la expectativa residencial espacial actual, relacionada con el imperativo de la casa propia, implicaría un proceso de inmovilidad asociado a las clases más bajas, principalmente motivado por el conformismo espacial de aquellos que accedieron a una vivienda por algún mecanismo de apoyo estatal.

Considerando este proceso de expoliación urbana que experimentan las clases más bajas, mucho de lo cual se entiende a partir de la forma que adquiere la vivienda en los gustos de clases actuales, lo cierto es que el principio mismo de bien común urbano está en cuestión en la medida en que ya no sólo es el sector inmobiliario el que lo capitaliza comercialmente, tal como lo menciona Harvey (2014); ahora también las personas, a través de sus intereses privados sobre la vivienda, intentan, guardando las proporciones, transformarse en pequeños capitalistas urbanos.

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[1] Este trabajo forma parte de FONDECYT Regular N °1201255: "Los gustos espaciales en la producción de espacios urbanos dentro del Chile neoliberal: el caso de las conurbaciones de Temuco-Padre Las Casas e Iquique-Alto Hospicio".

Cómo citar este artículo: Rojo-Mendoza, Félix (2021). Los gustos espaciales y las expectativas residenciales en Chile: el principio del derecho a la vivienda. Bitácora Urbano Territorial, 31(II): 87-99. https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n2.89491

Autores

Félix Rojo-Mendoza Doctor en Geografía (Pontificia Universidad Católica de Chile). Profesor Asociado del Departamento de Sociología y Ciencia Política, Universidad Católica de Temuco. Actualmente es director del Observatorio de Dinámicas del Sur (ODISUR) de la misma universidad. Investigador responsable del FONDECYT regular 1201255 "Los gustos espaciales en la producción de espacios urbanos dentro del Chile neoliberal: el caso de las conurbaciones de Temuco--Padre Las Casas e Iquique-Alto Hospicio". Entre sus temas de investigación se destacan la sociología y la geografía urbana, particularmente lo relacionado con las transformaciones socioespaciales que experimentan las ciudades actuales.

Recibido: 28 de Julio de 2020; Aprobado: 31 de Agosto de 2020

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