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Bitácora Urbano Territorial

Print version ISSN 0124-7913On-line version ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.31 no.3 Bogotá Sep./Dec. 2021  Epub Sep 23, 2021

https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n3.86886 

Artículos

Prácticas de hacer hogar en asentamientos informales de Viña del Mar, Chile

Home-making practices in informal settlement in Viña del Mar, Chile

Praticas cotidianas de moradia em favelas em Viña del Mar, Chile

Pratiques quotidiennes de logement dans le bidonville de Viña del Mar, Chili

Ignacia Ossul-Vermehren1 
http://orcid.org/0000-0002-4469-5268

1University College London ignacia.ossul@ucl.ac.uk https://orcid.org/0000-0002-4469-5268


Resumen

Las prácticas de hacer hogar tales como cocinar, construir y conectarse informalmente a los servicios son parte fundamental de la vida cotidiana de las mujeres en los asentamientos informales en Viña del Mar, Chile. Las prácticas y discursos de las mujeres en torno al 'hogar', sin embargo, son un tema poco investigado que puede proporcionar información valiosa para analizar las relaciones de género en la producción socioespacial del hábitat informal. A través de una aproximación etnográfica, con métodos visuales y participativos, el artículo presenta datos empíricos producidos en los dos asentamientos informales más grandes de Chile. Los resultados muestran como las prácticas no son solo estrategias de supervivencia, sino que son intrínsecamente políticas. El artículo aporta un marco analítico tridimensional que clasifica las prácticas de hacer el hogar en prácticas de construcción, mantención y planeación del hogar. Con un compromiso con la justicia de género y urbana, el enfoque analítico y metodológico del artículo contribuye al reconocimiento del esfuerzo de las mujeres en la lucha por la vivienda en Chile.

Palabras Clave: vida cotidiana; mujer; hogar; vivienda; campamento

Abstract

Home-making practices such as cooking, building, and connecting informally to services are intrinsic to the everyday life of women in informal settlements in Viña del Mar, Chile. Women's practices and narratives around the 'home', however, are an under-researched topic that can provide valuable input to analyse gender relations in the socio-spatial production of informal housing. Through an ethnographic approach, using visual and participatory methods, the article presents empirical data produced in the two largest informal settlements in Chile. The findings show that home-making practices are not only survival strategies, but intrinsically political. The research provides a three-dimensional framework which categorises home-making practice into practices of construction, maintenance, and planning of the home. With a commitment to gender and urban justice, the analytical and methodological approach contributes to the recognition of women's efforts in the struggle for housing in Chile.

Keywords: everyday life; women; home; housing; informal settlement

Resumo

Práticas cotidianas de moradia como cozinhar, construir e conexão informal com serviços são uma parte fundamental da vida diária das mulheres em assentamentos informais em Viña del Mar, Chile. As práticas e discursos das mulheres em torno da 'moradia', no entanto, são um tópico pouco pesquisado que pode fornecer informações valiosas para analisar as relações de gênero na produção sócio-espacial do habitat informal. Por meio de uma abordagem etnográfica, com métodos visuais e participativos, o artigo apresenta dados empíricos produzidos nos dois maiores assentamentos informais do Chile. Os resultados mostram como as práticas não são apenas estratégias de sobrevivência, mas são intrinsecamente políticas. O artigo fornece uma estrutura analítica tridimensional que classifica as práticas cotidianas de moradia em práticas de construção, manutenção e planejamento de moradia. Com um compromisso com o gênero e a justiça urbana, a abordagem analítica e metodológica do artigo contribui para o reconhecimento dos esforços das mulheres na luta pela moradia no Chile.

Palavras-chave: vida quotidiana; mulher; casa; moradia; favela

Résumé

Les pratiques quotidiennes de logement comme la cuisine la construction et la connexion informelle aux services sont un élément fondamental de la vie quotidienne des femmes dans les bidonvilles de Viña del Mar, au Chili. Les pratiques et les discours des femmes autour du « foyer », cependant, sont un sujet peu étudié qui peut fournir des apports précieux pour analyser les relations de genre dans la production socio-spatiale de l'habitat informel. À travers une approche ethnographique, avec des méthodes visuelles et participatives, l'article présente des données empiriques produites dans les deux plus grands bidonvilles du Chili. Les résultats montrent que les pratiques ne sont pas seulement des stratégies de survie, mais sont intrinsèquement politiques. L'article fourni un cadre analytique tridimensionnel qui classe les pratiques en pratiques de construction, d'entretien et de planification de maisons. Avec un engagement en faveur du genre et de la justice urbaine, l'approche analytique et méthodologique de l'article contribue à la reconnaissance des efforts des femmes dans la lutte pour le logement au Chili.

Mots-clés: vie quotidienne; femme; habitat; logement; bidonville

A pesar que las mujeres han contribuido históricamente en la construcción y consolidación de asentamientos informales y barrios, estos esfuerzos tienden a ser invisibilizados y, por tanto, no reconocidos.

Introducción

Al final, son nuestros maridos los que probablemente

van a poner el dinero para la vivienda,

pero la lucha diaria es nuestra.

Dirigenta del asentamiento Manuel Bustos, Viña del Mar, Chile.

La vivienda afecta a las mujeres de manera sustantiva no solo por el menor acceso que tienen a la propiedad privada (Deere y León, 2014; Rolnik, 2012), sino, también, porque las condiciones de la vivienda determinan muchas de las actividades diarias, tales como las tareas de cuidado (Segovia, 2017), el tiempo y los recursos necesarios para hacer las labores del hogar, y el espacio para tareas productivas (Scuro y Vaca-Trigo, 2017). Las características de la vivienda también pueden generar condiciones de mayor riesgo frente a violencia de género (Sweet y Ortiz Escalante, 2015).

A pesar que las mujeres han contribuido históricamente en la construcción y consolidación de asentamientos informales y barrios, estos esfuerzos tienden a ser invisibilizados y, por tanto, no reconocidos. El diálogo entre género y ciudad en América Latina se ha desarrollado en los estudios urbanos para expandir una geografía feminista de las ciudades y, junto a ello, contrarrestar la ausencia histórica de las relaciones de género en los análisis de la vida urbana y en particular del rol de las mujeres en la producción de la ciudad (Ortiz, 2007; Falú, 2009).

¿Cómo podemos sopesar los distintos esfuerzos de mujeres y hombres? ¿Qué marcos analíticos pueden ayudar a visibilizar el trabajo de las mujeres y, por lo tanto, reconocer el esfuerzo diario que realizan en la lucha por la vivienda? El artículo propone un marco tanto analítico como metodológico, desarrollado a través de una investigación fundamentada en asentamientos informales en la ciudad de Viña del Mar, con el fin de expandir el conocimiento sobre las relaciones de género en la producción socioespacial del hábitat y, en particular, en los espacios de informalidad urbana.

Es una propuesta analítica en cuanto plantea el uso de la 'geografía crítica del hogar' (Blunt y Dowling, 2006; Mallet, 2004) -y en particular el concepto de 'prácticas de hacer hogar'- como punto de entrada para analizar la producción social del medio construido en asentamientos informales. Las prácticas de hacer hogar suelen ser entendidas coloquialmente como tareas reproductivas llevadas a cabo en el espacio doméstico y, por lo general, por mujeres, tales como el cuidado de menores de edad y la mantención de la vivienda. Sin embargo, la investigación busca ver estas prácticas no solo como actividades tradicionalmente femeninas llevadas a cabo para la sobrevivencia de los habitantes de un hogar, sino también como prácticas intrínsecamente políticas y, por tanto, como una manera de examinar procesos más complejos del habitar en la ciudad. El artículo plantea tres categorías de prácticas de hacer hogar que son definidas como el conjunto de prácticas socioespaciales de construcción, mantención y planeación del hogar que permiten la vida en y desde el asentamiento informal (Ossul-Vermehren 2018; 2019). El artículo hace también una propuesta metodológica: presenta una serie de métodos visuales y participativos para identificar y analizar las prácticas, contribuyendo a la etnografía urbana feminista como método para dar cuenta de las dimensiones políticas del habitar (Pérez Sanz y Gregorio Gil, 2020).

Con el objetivo de desarrollar un argumento que introduzca las prácticas de hacer hogar como unidad de análisis, y su uso en un caso de estudio, en el primer apartado se presenta la noción de prácticas de hacer hogar y la relevancia del concepto para la informalidad urbana. En el segundo, se propone un posible marco analítico, el cual introduce las tres dimensiones del hacer hogar. En el tercero, se presenta el caso de los asentamientos en Viña del Mar y se utiliza el marco analítico para analizar seis prácticas identificadas en los asentamientos investigados. Y, por último, en el apartado de comentarios finales se hace hincapié en el compromiso con la justicia de género y urbana, y en cómo el enfoque analítico y metodológico del artículo contribuye al reconocimiento del esfuerzo de las mujeres en la lucha por la vivienda en Chile.

El Hogar y sus Prácticas como Objeto de Análisis

A pesar de su importancia en la lucha de vivienda, las prácticas de hacer hogar han recibido poca atención en la literatura urbana (Sandu, 2013). Una excepción es el estudio reciente de Mora, Greene, Gaspar y Moran (2020), que utiliza la noción de prácticas de hacer hogar en el análisis de un programa de construcción progresiva de viviendas en Chile, mostrando el potencial del concepto para las políticas urbanas.

Las actividades diarias llevadas a cabo por las y los habitantes en asentamientos informales son un aspecto fundamental de vivir y sobrevivir en contextos de informalidad urbana. La consecución de una vivienda no es un logro estático y, por lo tanto, conquistado de una vez, sino que se hace y deshace constantemente. Dayaratne y Kellett (2008) plantean el carácter continuo de la creación de hogar en asentamientos informales en Sri Lanka y Colombia:

El hacer hogar no es un acto que tenga un principio o un final específico (...) Se hacen esfuerzos continuos para construir, mantener y mejorar la sensación de hogar una vez establecido con las circunstancias continuamente cambiantes de la familia y su mundo social. (p. 66)[1]

La noción de prácticas de hacer hogar toma como punto de partida la conceptualización del término hogar. La literatura de geografía crítica del hogar (Blunt y Dowling, 2006; Mallet, 2004) lo define como "(...) un sitio en disputa, moldeado por diferentes ejes de poder y en múltiples escalas [territoriales] (...) con una inscripción colectiva y política en el espacio y el tiempo, y sobre su encarnación en la mujer" (Blunt, 2005, p. 5).

En ese sentido, y tal como plantea Blunt (2005), la vivienda entendida desde una noción crítica de hogar emerge como un espacio en múltiples escalas territoriales, tiempos y afectos. Entender la vivienda informal desde una concepción de hogar tiene dos implicancias principales. En primer lugar, al instaurar una concepción multiescalar de hogar, es posible llevar a lo público temas que tradicionalmente se mantienen en lo privado (y, por lo tanto, menos controlados y reconocidos), como la violencia doméstica o el trabajo reproductivo no remunerado. Pero, también, esta aproximación permite pensar la vivienda en relación con la ciudad. La vivienda social tiende a ser concebida por las políticas públicas como un fin en sí mismo y escasamente se plantea la cuestión de cómo los servicios, la localización y otros recursos urbanos pueden apoyar el hacer hogar, más allá de la unidad de la vivienda. En segundo lugar, la evidencia de las organizaciones comunitarias y de base muestra cómo, en la lucha por la vivienda, el hogar en asentamientos informales no es solo un sitio de conflicto y vulnerabilidad, sino que la vida diaria y organización para lograr una vivienda definitiva puede ser un espacio de resistencia y empoderamiento (Hardy, 1986; Valdés y Weinstein, 1993).

Propuesta Analítica: Aproximación Tridimensional a la Creación de Hogar

Para distinguir e identificar los diferentes esfuerzos puestos en la vivienda, se introduce la crítica feminista que hace la filósofa Iris Young (2000) al famoso ensayo "Construir, Habitar y Pensar" (1971), de Martin Heidegger. Young reflexiona sobre la distinción que hace el autor entre 'cultivar' y 'construir' como dos formas de construir y de habitar, y su implicancia para entender la idea de hacer hogar.

El habitar, para Heidegger (1971) es una forma de ser en el mundo. Según el autor "el construir aquí, a diferencia del cuidar, es un erigir. Los modos del construir - construir como cuidar (...); y construir como levantar edificios (...) - están incluidos en el propio construir, habitar" (p. 2). A pesar de que se hace la distinción entre estas dos formas de construir, para Young el análisis de Heidegger tendría un sesgo masculino. La autora afirma que "aún cuando se plantea que estos dos momentos [construir y cuidar] son igualmente importantes, Heidegger, sin embargo, pareciera privilegiar la construcción (como el aspecto fundante de un sujeto activo), y yo sugiero que aquello es una priorización con sesgo masculino" (2000, p. 50). Young argumenta que, aunque Heidegger le da espacio a la idea de cuidado o cultivar, esta pierde peso en el texto, y plantea que "(...) el aspecto de habitar que Heidegger devalúa [cultivar], provee un punto de inflexión para revalorar el hogar" (p. 50).

Para Young, una parte central de hacer hogar son las actividades de 'preservación' que, según afirma, no son solo conservar intactos los objetos físicos de la vivienda, sino también renovar su significado a través de la vida cotidiana. Para ello, destaca el cuidado de menores de edad y las celebraciones culturales, así como la limpieza y reparación de elementos físicos del hogar. Aunque la autora destaca la importancia de los roles femeninos en la preservación -es decir, mantener lo que se ha construido-, también afirma que este tipo de trabajo no puede por ningún motivo ser idealizado, sino que debe ser reconocido.

Young y Heidegger realzan dos aspectos del hacer hogar: el cultivar o preservar el hogar y sus miembros, y la construcción material del hogar. El aporte de estos conceptos está en la posibilidad de teorizar la vivienda desde su materialidad y, al mismo tiempo, desde su rol en la creación de significado e identidad para sus habitantes.

Para desarrollar un marco analítico que permita examinar el rol de la mujer en la adquisición de la vivienda, es importante considerar los elementos que se explican a continuación para una aproximación tridimensional de hacer hogar. Un primer aspecto, tal como expone Heidegger, es la construcción del hogar, que yo defino como el conjunto de prácticas en las que los recursos materiales son utilizados para diseñar, organizar el espacio y proveer refugio. Este es el aspecto más evidente de hacer hogar en la lucha por la vivienda, que se materializa en la construcción de la vivienda y su conexión con el barrio.

Un segundo aspecto es la mantención del hogar: cultivar o preservar (como lo llaman Heidegger y Young respectivamente). Esta dimensión incluye las prácticas de reproducción, tales como cuidar y preservar la vida humana. Sin embargo, en la producción de la vivienda, la mantención también incluye la materialidad del hogar. Las tareas de aseo, cuidado y reparación de la vivienda suelen recaer en aquellas personas que pasan más tiempo en el espacio doméstico que, generalmente, son mujeres y menores de edad (Scuro y Vaca-Trigo, 2017). En ese sentido, las tareas de mantención no son solo una forma de distribución sexual del trabajo, como suelen ser definidas las prácticas reproductivas, sino que también son una práctica espacial (Trogal, 2017). Aquí es donde el urbanismo puede facilitar responsabilidades colectivas e, incluso, en la renegociación de roles de género en espacios físicos y en el diseño de la vivienda y barrio.

El tercer y último aspecto, que no es mencionado en la crítica de Young a Heidegger, es el componente colectivo de hacer hogar, el cual denomino planeación del hogar. Esta dimensión refiere a las prácticas de organización, planeación y adquisición de ganancias colectivas de vivienda, infraestructura y barrio. En América Latina este aspecto ha sido ampliamente documentado debido a su importancia en la producción de vivienda y barrios (Kirkwood 2010; Soto Villagrán, 2018; Valdés y Weinstein, 1993). Defino la planeación del hogar como el conjunto de prácticas organizadas colectivamente que puede tener resultados tangibles, como la adquisición de infraestructura, o resultados futuros e intangibles, como, por ejemplo, la organización comunitaria y la demanda por la vivienda definitiva, que incluye la influencia política que las y los líderes comunitarios logren desarrollar en diferentes escalas territoriales.

Las tres dimensiones constituyen el modelo tridimensional de hacer hogar. La distinción entre los tipos de prácticas permite poner la mirada en múltiples acciones, sopesando los distintos esfuerzos que hombres y mujeres realizan. Cada una de las dimensiones permite visibilizar desigualdades de género y urbanas, y puede ayudar a identificar demandas incipientes de tipo redistributivo, de reconocimiento o de representación (Fraser, 2009). Al analizar las prácticas en su conjunto y el cómo éstas se relacionan, se puede ver que las demandas que nacen en una dimensión se resignifican y se relacionan con otras demandas y en otras escalas. Es decir, temas que pueden comenzar como luchas de redistribución de recursos pueden ser reformulados como la necesidad de tener más y mejores espacios de representación en la toma de decisiones.

Viña del Mar: en Búsqueda de un Hogar en la Ciudad

La relación entre pobreza, género y vivienda es un área crítica para entender la desigualdad urbana en Chile. Por ejemplo, la tasa de pobreza por ingresos continúa mostrando diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres (Ministerio de Desarrollo Social, 2018), y hay un mayor número de mujeres viviendo en asentamientos informales en comparación al número de hombres.

Resulta particularmente pertinente investigar la relación entre género y vivienda en la ciudad de Viña del Mar, ya que concentra la mayor cantidad de asentamientos informales en Chile, y casi un tercio de los grupos familiares están encabezados solo por una mujer (MINVU, 2019). A pesar de que el 70% de los campamentos de la región se concentran en estas dos ciudades, solo el 13.6% de las viviendas sociales construidas se ubican allí, imposibilitando la permanencia en la ciudad (Zunino e Hidalgo, 2009). Es por esto que, desde 2011, los habitantes de asentamientos informales en Viña del Mar se han movilizado para lograr la radicación. Es decir, buscan permanecer en el territorio a través de la compra subsidiada de los terrenos y erigir sus viviendas a través de la autoconstrucción, que permite mayor control sobre la vivienda y el barrio (Ossul-Vermehren, 2019; Pino y Ojeda, 2013). Esta demanda no se alinea con la lógica de la política de vivienda en Chile, ya que la principal solución para los y las habitantes de asentamientos informales ha sido la erradicación del asentamiento y la construcción de viviendas en nuevos terrenos.

A pesar que en Chile han existido históricamente programas específicos de entrega de títulos de dominio y construcción progresiva de la vivienda social -para individuos y, en algunas ocasiones, para grupos (ver Greene 2004)-, los modelos de radicación, en los que una comunidad puede postular colectivamente para permanecer en el mismo terreno y con acceso a bienes urbanos y sociales más allá de la infraestructura básica, son casi inexistentes en el país. Ejemplos de proyectos de radicación integral en América Latina son los de Favela Barrio en Rio de Janeiro, Brazil y los Proyectos Urbanos Integrales de Medellín, Colombia (ver Fiori y Brandão, 2010, y Gouverneur, 2015). En Chile, desde el 2011 se incluyó la idea de las Radicaciones con Proyecto de Urbanización, que incluye la "(...) radicación a partir de un proyecto de urbanización y consolidación barrial (acceso a servicios básicos, obtención de título de dominio y mejoramiento de entorno)" (Marcelo et al., 2019, p. 4). Sin embargo, como plantean los autores en la evaluación del programa, para el 2018 solo un 8.37% de los asentamientos que debían estar en curso de la radicación habían iniciado obras. Los autores concluyen que "(...) la multisectorialidad que se describe en el programa parece ser por el momento más declarativa que suficiente para contrarrestar de manera eficaz los factores que causan el surgimiento de los campamentos en Chile" (p. 14).

En 2013, tras años de lucha liderados por dirigen-tas vecinales, se firmó un convenio inédito, entre el Ministerio de Vivienda y el Gobierno Regional de Valparaíso (ver MINVU-GORE, 2014), en el que se acordó radicar 45 asentamientos de Viña del Mar y Valparaíso. Para llevarlo a cabo, se comenzó con un proyecto piloto de radicación con urbanización en el campamento Manuel Bustos, el más grande de Chile (MINVU, 2019). El proyecto piloto ha tenido avances lentos e inciertos y una vez finalizado contará con infraestructura mínima (agua y alcantarillado), mejoramientos de acceso (calles y escaleras) y títulos de dominio individuales. Sin embargo, dada la magnitud de esta radicación, podría ser el comienzo de un nuevo modelo para abordar la informalidad urbana a través de programas de urbanización más integrales.

Metodología

El trabajo de campo se llevó a cabo en Manuel Bustos y Felipe Camiroaga, los dos asentamientos más grandes de la ciudad, y del país, con al menos 1,647 y 669 familias respectivamente (MINVU, 2019). Ambos asentamientos están emplazados en partes altas de la ciudad, en cerros y quebradas, y tienen acceso irregular a agua, alcantarillado y electricidad. Durante la investigación, que duró ocho meses, 75 habitantes de entre 17 y 75 años participaron en una serie de actividades [2]. El número de participantes no es estadísticamente representativo del total de habitantes, pero el criterio de selección apuntó a visibilizar la diversidad del territorio. Por eso, el estudio incluyó el mismo número de hombres y mujeres, habitantes en diferentes etapas de la vida, pobladores con distintos niveles de participación comunitaria, personas inmigrantes y LGTBQ, y, también, 'casos opuestos' (Glaser y Strauss, 1967), con el propósito de entrevistar a habitantes que no estuvieran a favor de la radicación.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 1 Taller de fotografía participativa en el asentamiento Manuel Busto, Viña del Mar. 

En este artículo analizamos los hallazgos de las actividades participativas -talleres de fotografía participativa, historias de vida y líneas de tiempo individuales- que tuvieron como principal objetivo identificar las principales prácticas y el significado de hogar en un contexto de lucha por la radicación en el territorio (Ver Figura 2). Los métodos fueron diseñados con el fin de contrarrestar el uso del lenguaje como medio primario para investigar la noción de hogar (Pink, 2007), asimismo, se buscó que los métodos permitieran lidiar con algunos de los desafíos de capturar prácticas cotidianas, como hacer explícitas rutinas internalizadas por las y los habitantes, y mostrar cómo las prácticas se manifiestan en el espacio. El conjunto de métodos se alinea con el compromiso de urbanistas feministas de desarrollar herramientas que tengan un potencial transformador para los y las participantes (Pérez Sans y Gregorio Gil, 2020). El análisis de los datos se hizo usando ejes temáticos mediante el programa NVivo.

Nota: La línea de tiempo revela no solo las decisiones de cambio de la vivienda, sino también la construcción de la vivienda informal y cómo esta se encuentra mediada por el acceso a recursos y eventos familiares.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 2 Trayectorias de vida: Prácticas de construcción de la vivienda. 

Además, la investigación contó con la aprobación de la comisión de ética de University College London. Cabe aclarar que se utilizaron seudónimos para proteger la privacidad de las y los participantes.

Con una aproximación exploratoria, y a través de la producción de datos empíricos, se identificó una lista de prácticas de hacer hogar de las y los habitantes. La lista identificada junto a las y los participantes fue extensa y variada, e incluyó aspectos como la conexión informal al agua, la limpieza de la vivienda, el cuidado de hijas/os de vecinas/os y las reuniones con funcionarios de vivienda, entre otros. Un método que fue particularmente significativo para este proceso fue el diario fotográfico (Ver Figura 1 y Figura 3), ya que permitió acceder a espacios domésticos íntimos y variados a los cuales hubiese sido muy difícil acceder con otros métodos de investigación.

Para acotar la lista de prácticas e identificar las más importantes para las y los habitantes, especialmente para las mujeres, se siguieron las siguientes estrategias:

  • En las instancias individuales, las personas identificaron prácticas tras discusiones sobre sus actividades diarias y sobre el significado de crear un 'hogar' en el asentamiento

  • En las instancias colectivas, las personas negociaron un criterio colectivo para escoger las prácticas. Los criterios seleccionados fueron el tiempo requerido por la práctica y su importancia en el cuidado y adquisición de recursos, con excepción de una de las prácticas, vinculada a la violencia doméstica. Esta no se seleccionó utilizando el criterio anterior, pero fue seleccionada por la investigadora tras analizar los datos y dar cuenta del impacto negativo en un número significativo de mujeres participantes. Esta decisión se discutió con las participantes

  • Para validar este proceso y las prácticas seleccionadas, se presentó nueve meses después una propuesta más acabada de las seis prácticas identificadas. En ella se discutió con las y los participantes, y dirigentas/es comunitarios, el rol de cada práctica y su relación con demandas específicas de vivienda, barrio y ciudad

Para analizar las prácticas estas se agruparon siguiendo la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967), es decir, de manera dialéctica entre la revisión de literatura y el trabajo de campo. Cada dimensión identificada desde la literatura (construcción, mantención y planeación) se asoció a dos prácticas especificas (Ver Tabla 1).

Tabla 1 Prácticas de hacer hogar identificadas en asentamientos informales en Viña del Mar. 

Fuente: Elaboración propia.

Hallazgos: Mantener, Construir y Planear el hogar

En cuanto a la 'construcción del hogar', la práctica de 'construcción progresiva hacia una vivienda definitiva', a través de la invasión de terreno y la autoconstrucción, es una estrategia utilizada por los y las habitantes para acceder a la vivienda de manera asequible y, lo más importante, en sus propios términos. Lo que distingue esta práctica de las prácticas informales de vivienda en otras partes del país es el objetivo final de transformar la vivienda autoconstruida en una vivienda definitiva. Evidencia de ello es la construcción con cemento, los nuevos mecanismos de financiamiento, tales como préstamos en casas comerciales, y el uso del dinero destinado al ahorro para el subsidio de vivienda. Esto ha permitido, en muchos casos, construir una vivienda grande y sólida. Sin embargo, se mantiene el riesgo de perder la inversión por desalojo o de no poder acceder en el futuro a servicios básicos formales.

Esta práctica no es particular de las mujeres; sin embargo, fue posible evidenciar cómo la construcción en específico afecta a las habitantes. Las prácticas de construcción muestran que las mujeres se involucran en la edificación de la vivienda, pero, sobre todo, en su diseño. Aquellas mujeres que cuentan con menos redes, tales como algunas madres solteras o inmigrantes, construyeron su vivienda sin ayuda de otras personas. Sin embargo, aquellas que pueden, delegan la construcción a los hombres de la familia o vecinos.

La práctica de 'creación de espacios seguros' surgió como una estrategia utilizada por las mujeres para proporcionar un espacio alternativo al hogar violento, ya sea temporal o a largo plazo. Un 40% de las mujeres entrevistadas afirmó haber sido víctima de violencia por parte de su pareja y haber dejado la vivienda. Muchas de ellas construyeron una nueva vivienda en el mismo asentamiento, lo que pareciera ser una estrategia no documentada anteriormente. La creación de un nuevo hogar, causada por la falta de vivienda accesible y adecuada para las mujeres en situaciones de violencia, muestra el valor que adquiere la vivienda informal al proporcionar una solución rápida para las mujeres y sus hijos e hijas. La historia de vida de Linda, en la Figura 2, muestra los eventos que provocaron los cambios de vivienda (en rojo). La participante relata haberse ido de su primera vivienda cuando nació su primer hijo; de la segunda, ubicada en una quebrada, se fue luego de una inundación y, finalmente, señala haber huido en otra oportunidad como consecuencia de una situación de violencia doméstica provocada por su pareja.

Ambas prácticas muestran la importancia que tiene la construcción de la vivienda, particularmente para la mujer. Esto se resume en la frase de Estela (33 años), quien afirma que "los hombres pueden construir miles de casas, en cambio, la mujer siempre va a pelear por una casa". Ella explica que los hombres pueden encontrar otra pareja y marcharse; sin embargo, la mujer tiende a quedarse debido a la responsabilidad del cuidado de los menores de edad. La falta de libertad que muchas mujeres sienten, en su responsabilidad como madres y ante la falta de apoyo del padre, significa que los esfuerzos deben enfocarse en una vivienda. Isabel (34 años), al escuchar la frase anterior, añade: "si yo no tuviera hijos, probablemente no estaría acá. Pero siento la necesidad de proveer para ellos y eso me obliga a tratar de que esta casa me resulte".

Las dos prácticas agrupadas en la dimensión de mantención del hogar son las 'labores domésticas sin servicios básicos' y las 'tareas de cuidado en solidaridad'. Estas fueron identificadas principalmente a través de los diarios fotográficos (Ver Figura 3). Las tareas de cuidado en solidaridad surgieron como una estrategia para cuidar a los menores de edad y jóvenes de manera colectiva, en el espacio público y privado, en un entorno que las y los participantes describieron como desafiante (Ver Figura 4). Las labores domésticas, con las dificultades que implica no tener acceso regular al agua, tienen como objetivo preservar la vivienda y a sus miembros, tratando de proporcionar un espacio habitable. A largo plazo, esto desafía lo establecido en relación con el emplazamiento del hogar, ya que la vida se preserva en un lugar considerado inhabitable en la ciudad.

Nota: Diarios fotográficos. Rut (26 años) tiene un hogar heterosexual parental, tiene una hija de cinco años y otra que vive con su padre en el mismo asentamiento. Como lo indican las fotos, entre las 7:00 y las 22:00, Rut realiza una serie de actividades, mayoritariamente de carácter reproductivo. Ella solía trabajar cuidando menores de edad del barrio, pero ahora pasa la mayor parte del tiempo en la vivienda y depende del ingreso de su pareja.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 3 Diario Fotográfico que revela las rutinas diarias y las múltiples prácticas en la mantención del hogar. 

Fuente: Elaboración propia.

Figura 4 Manifestación espacial de Tareas de Cuidado en Solidaridad. 

Los datos producidos en los dos asentamientos muestran cómo el mantenimiento del hogar se considera principalmente una tarea femenina, incluso en los casos en que las mujeres tienen un trabajo remunerado fuera del asentamiento. La redistribución desigual de responsabilidades en el mantenimiento del hogar no solo es validada por los hombres, sino también por las mujeres. Sin embargo, en las historias de vida de algunos hombres, fue posible ver cómo la división de los roles de género podría estar cambiando: seis de cada diez hombres entrevistados mencionaron, cuando se les preguntó acerca de su rutina, hacer tareas domésticas y solo uno dijo que las tareas domésticas eran un deber exclusivamente de la mujer. Los hombres más jóvenes mostraron una mayor participación en la crianza de los menores de edad y en las tareas domésticas que los hombres mayores. Estos últimos tenían visiones de división de roles de género más tradicionales.

Las prácticas de 'planeación del hogar' incluyen la 'planeación urbana desde las bases' y la 'organización femenina', en las que muestran la organización en la producción del territorio, incluida la distribución y el uso del terreno, la infraestructura comunitaria y la provisión de servicios. En Viña del Mar, al igual que en el resto del país, la mayoría de los y las líderes comunitarios son mujeres, y son las dirigentas las que han liderado las estrategias de planeación. Sin embargo, hay diferencias considerables entre ambos asentamientos. En Manuel Bustos, las mujeres tienden a poseer el control de las decisiones comunitarias. Esto se podría explicar por el gran número de mujeres involucradas en la directiva del asentamiento y por el tiempo que llevan haciendo esta labor, es decir, casi veinte años. Su involucramiento en los comités de vivienda, pareciera no solo ser una extensión de su rol reproductivo en el espacio comunitario (Valdés y Weinstein, 1993), sino también un involucramiento desde un rol político (Kirkwood, 2010), manifestado en los vínculos que las dirigentes tienen con las autoridades regionales y su capacidad de abogar por el derecho a la radicación, junto a ganancias concretas como, por ejemplo, la consecución del convenio de radicación MINVU-GORE (2014).

Por el contrario, en Felipe Camiroaga, un asentamiento más reciente y conformado principalmente por habitantes que eran previamente arrendatarios o allegados, sus integrantes tienen menor experiencia como líderes. Esto también se refleja en las mujeres, que toman un lugar más secundario, en algunas ocasiones, en las direcciones de los comités de vivienda del asentamiento. A pesar de que tienen menor experiencia en negociaciones, han utilizado con éxito estrategias menos tradicionales para la región, tales como la protesta en el Hotel O'Higgins, en febrero de 2017 (El Mercurio, 2017), para exigir un espacio de participación en la ciudad. Esto pone en evidencia que distintas estrategias de liderazgo pueden llevar a abrir nuevos espacios y representar ganancias en la obtención de recursos y en el mejoramiento de la vivienda y barrio.

Comentarios finales

El artículo propone una aproximación analítica y metodológica para analizar el rol de las mujeres en la lucha por la vivienda, a través de la noción de prácticas de hacer hogar. Conceptualmente, se presenta una distinción de tres ámbitos: el de construir, mantener y planear el hogar. Las dimensiones analizadas se basan en la crítica feminista que hace Young del concepto de construir y cultivar de Heidegger, actualizada con los elementos prácticos de la lucha por la vivienda en América Latina, en donde el liderazgo de las mujeres pobladoras ha sido central. Es así como el marco analítico ofrece una mirada dialéctica entre teoría y práctica, para la elaboración de conceptos y metodologías situadas, que visibilicen las necesidades específicas de las mujeres en asentamientos informales. El modelo busca identificar nuevos espacios para el análisis del rol de las mujeres en las luchas urbanas y utiliza distinciones que han estado en el centro de la discusión feminista, tales como la tensión entre lo productivo y reproductivo, o entre lo público y lo doméstico, pero que siguen siendo ignoradas en los estudios urbanos tradicionales. Metodológicamente, el artículo muestra cómo la combinación de métodos participativos y visuales -a través de fotografía participativa, líneas de tiempo e historias de vida- logra revelar estas prácticas con mayor facilidad que otros métodos basados únicamente en el lenguaje.

Los hallazgos muestran la necesidad de reconocer y visibilizar otros tipos de participación, y no solo la de quienes manejan los recursos para la vivienda definitiva o de quienes la construyen; también se hace patente la importancia de abrir la mirada a actividades cotidianas asociadas a la vivienda. De igual manera, los hallazgos dan cuenta de las y los habitantes como sujetos políticos y organizados, en busca de mejores oportunidades para habitar la ciudad.

Finalmente, cabe destacar que, en un contexto en el que los roles de género son medianamente fijos, en un ambiente desafiante, con una pareja y un Estado a menudo distantes, y en algunos casos violentos, las mujeres encuentran una fuente de agencia y de lucha en las prácticas cotidianas de hacer hogar.

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[1]Las traducciones de Dayaratne y Kellett (2008), Blunt (2005) y Young (2000) son de la autora

[2]El trabajo de campo se llevó a cabo anterior a la pandemia de COVID-19.

Cómo citar este artículo: Ossul-Vermehren, I. (2021). Prácticas de hacer hogar en asentamientos informales de Viña del Mar, Chile. Bitácora Urbano Territorial, 31(III): 201-215. https://doi.org/10.15446/bitacora.v31n3.86886

Autora

Ignacia Ossul-Vermehren Docente e investigadora en The Bartlett Development Planning Unit, University College. Especialista en temas de género y discapacidad en hábitat informal. Doctora en Planificación Urbana y Desarrollo por University College London.

Recibido: 30 de Abril de 2020; Aprobado: 12 de Agosto de 2020

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