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Bitácora Urbano Territorial

Print version ISSN 0124-7913On-line version ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.32 no.3 Bogotá Sep./Dec. 2022  Epub Dec 02, 2022

https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n3.102166 

Dossier Central

Análisis de coyuntura subjetividades políticas emergentes: el caso del Paro Nacional (2019-202?)

Analysis of the situation and emerging political subjectivities: the case of the National Strike (2019-202?)

Análise da situação e subjetividades políticas emergentes: o caso da Greve Nacional (2019-202?)

Analyse de la situation et subjectivités politiques émergentes: le cas de la Grève nationale (2019-202?)

Alejandro Guerrero Hurtado1 
http://orcid.org/0000-0002-5150-3121

1Universidad Nacional Autónoma de México, oaguerreroh1991@gmail.com https://orcid.org/0000-0002-5150-3121


Resumen

El objetivo del artículo es reconstruir la formación y desarrollo de fuerzas sociales que participaron en el Paro Nacional, abordando el problema de las subjetividades políticas en grupos subalternos a través del análisis de una coyuntura cuya definición permanece postergada e incierta. El enfoque teórico identifica cambios en las relaciones de fuerza entre clases sociales en el marco del Paro Nacional, rastreando los cambios en las formas de asimilación subjetiva de las contradicciones estructurales del capitalismo que aportan el contenido de clase de la lucha social en tres dimensiones: sub-alternidad, antagonismo y autonomía. Para esto, el artículo aborda dos momentos: el estallido social de 2019, con una mirada retrospectiva del período previo de acumulación política; y, en segundo lugar, el momento de mayor volumen e intensidad de la movilización, en 2021, contrastando la actitud del Comité Nacional de Paro frente a la protesta con instancias emergentes de conducción, como la Asamblea Nacional Popular.

Palabras clave: clase social; movimiento de protesta; crisis política; movimiento social; ciudad; subjetivación política; análisis de coyuntura

Abstract

The objective of the article is to reconstruct the formation and development of social forces that participated in the National Strike, addressing the problem of political subjectivities in subordinate groups through the analysis of a situation whose definition remains postponed and uncertain. The theoretical approach identifies changes in the power relations between social classes in the framework of the National Strike, tracing the changes in the forms of subjective assimilation of the structural contradictions of capitalism that provide the class content of the social struggle in three dimensions: subalternity , antagonism and autonomy. For this, the article addresses two moments: the social outbreak of 2019, with a retrospective look at the previous period of political accumulation; and, secondly, the moment of greatest volume and intensity of the mobilization, in 2021, contrasting the attitude of the National Strike Committee towards the protest with emerging leadership instances, such as the National Popular Assembly.

Keywords: social class; protest movements; political crises; city; political subjectivation; situation analysis

Resumo

O objetivo do artigo é reconstruir a formação e o desenvolvimento das forças sociais que participaram da Greve Nacional, abordando o problema das subjetividades políticas em grupos subordinados por meio da análise de uma situação cuja definição permanece postergada e incerta. A abordagem teórica identifica mudanças nas relações de poder entre as classes sociais no marco da Greve Nacional, traçando as mudanças nas formas de assimilação subjetiva das contradições estruturais do capitalismo que fornecem o conteúdo de classe da luta social em três dimensões: subalternidade, antagonismo e autonomia. Para isso, o artigo aborda dois momentos: a eclosão social de 2019, com um olhar retrospectivo sobre o período anterior de acumulação política; e, em segundo lugar, o momento de maior volume e intensidade da mobilização, em 2021, contrastando a postura da Comissão Nacional de Greve em relação ao protesto com instâncias de liderança emergentes, como a Assembleia Nacional Popular.

Palavras-chave: classe social; movimento de protesto; cri-se política; cidade; subjetivação política; análise da situação

Résumé

L'objectif de l'article est de reconstruire la formation et le développement des forces sociales qui ont participé à la Grève nationale, en abordant le problème des subjectivités politiques dans les groupes subordonnés à travers l'analyse d'une situation dont la définition reste différée et incertaine. L'approche théorique identifie les changements dans les rapports de force entre les classes sociales dans le cadre de la Grève nationale, retraçant les changements dans les formes d'assimilation subjective des contradictions structurelles du capitalisme qui fournissent le contenu de classe de la lutte sociale en trois dimensions : subalternité, antagonisme et autonomie. Pour cela, l'article aborde deux moments : l'éclatement social de 2019, avec un regard rétrospectif sur la période précédente d'accumulation politique ; et, deuxièmement, le moment du plus grand volume et de l'intensité de la mobilisation, en 2021, opposant l'attitude du Comité national de grève à l'égard de la protestation à des instances dirigeantes émergentes, telles que l'Assemblée nationale populaire.

Mots-clés: classe social; mouvement contestataire; crise politique; ville; subjectivation politique; analyse de la situation

En síntesis, resulta cierto que a través del 'estallido social' de 2019-2021 las clases populares irrumpieron masivamente en el ámbito de la disputa política; no obstante, este proceso correspondió a un nivel de desarrollo cualitativo de la protesta en su conjunto, que recuperó tradiciones de lucha social y, simultáneamente, multiplicó experiencias de ruptura alrededor de subjetividades emergentes, como el movimiento de mujeres.

Enfoques Teórico-conceptuales del Análisis de Coyuntura y la Subjetivación Política

Este artículo ubica el Paro Nacional en un momento histórico excepcionalmente denso, que articula un proceso general de alcance mundial, la crisis del capitalismo en su forma actual y la crisis orgánica que está reconfigurando las relaciones de fuerza entre clases sociales en distintos países de América Latina, siendo el caso colombiano el objeto de estudio. En ese sentido, el estudio del Paro Nacional enfoca los ciclos de protesta de 2019 y 2021 dentro de una sola coyuntura, expresión inmediata y altamente condensada de la lucha de clases (Bensaid, 2013), aportando elementos para identificar el origen y desarrollo concreto de las fuerzas en contienda en perspectiva histórica y, por tanto, en un cierto grado de desarrollo del proceso de acumulación de capital en el país.

Para esto, la propuesta conceptual del estudio considera el condicionamiento material de las relaciones económicas vigentes en una sociedad sobre las acciones políticas y formas de organización de las clases sociales. Sobre dicha base, el análisis de coyuntura desentraña cambios decisivos en la correlación de fuerzas, a través de la exposición ordenada de acontecimientos históricos que dan cuenta de la trayectoria concreta de clases, grupos sociales y circunstancias, con distintos grados de autonomía relativa respecto a las determinaciones materiales de las relaciones de producción (De la Garza, 2017).

Por tanto, la clase social no aparece como un reflejo mecánico de las determinaciones económicas de una sociedad. Es la experiencia concreta de la lucha social, con su contenido cognitivo, valorativo y cultural, la que media la formación objetiva de un grupo social como clase. Esta idea, propuesta por E.P Thompson (1991), es clave para captar la subjetivación política como proceso histórico situado en la relación entre estructura y proceso y enriquecido por prácticas disruptivas más o menos espontáneas, prefiguradas a través de actividades de protesta, saberes colectivos y memorias comunes.

Ciertamente, la historia de las clases populares se articula en las condiciones relacionales de la lucha social; en ella un grupo logra autodefinir-se y comportarse como una clase social con intereses, valores y visiones propias del mundo, hasta irrumpir como sujeto político. En síntesis, en el terreno objetivo de la forma de reproducción material de una sociedad, no hay clases sociales al margen de las condiciones histórico-concretas de la lucha de clases (E.P. Thompson, 1991).

Desde el punto de vista metodológico el documento reconstruye la conformación, transformación o crisis de sujetos de clase y de otros actores sociales en disputa (burocracias, ejército, etc.). De esta forma, se estudian los procesos de subjetivación política a través de los cuales agrupamien-tos sociales subalternos, insertos en relaciones sociales con contenido de clase, asumen de manera consciente un horizonte de insubordinación y ruptura con el proyecto hegemônico vigente (Modonesi, 2010)

Este mismo enfoque orientó el método de investigación: la explicación teórica de la coyuntura del Paro Nacional parte del análisis de relaciones de clase, que constituyen aún un concepto abstracto, para desentrañar el contenido histórico de cada clase y la dinámica de sus conflictos a través de categorías más concretas. Para esto, se incorporó la propuesta metodológica de Massimo Modonesi (2016) en el estudio de los grados de desarrollo de la experiencia de clase. Para el autor, es posible diferenciar tres momentos del proceso de subjetivación política, a la que corresponde cierto nivel de consciencia y disposición a actuar como clase social alrededor de intereses propios y diferenciados: subalternidad-subordinación, antagonismo-insubordinación y autonomía-emancipación.

El tránsito entre dimensiones no supone una progresión lineal, al contrario, se establecen entre ellas relaciones complementarias de carácter sincrónico pero con combinaciones desiguales, es decir, se entrecruzan en equilibrios particulares dentro de momentos históricos específicos, de ahí la importancia del análisis concreto de coyuntura. Dicha relación entraña también un carácter diacrónico: en cada período una de ellas imprime su lógica a las otras dos, se vuelve predominante en la configuración subjetiva de la lucha social.

Para captar estas dimensiones en el Paro Nacional, se implementaron técnicas etnográficas de investigación, específicamente la observación participante en eventos de protesta, acciones de movilización, puntos de concentración y asambleas populares, particularmente en Bogotá y Cali. Para enmarcar el análisis cualitativo en una visión de conjunto del Paro Nacional, se reconstruyeron los acontecimientos con la revisión de medios nacionales de prensa, adecuadamente contrastados con medios alternativos de comunicación.

Concretamente, se diferenciaron tres campos de observación, correspondientes a cada categoría, que atienden a la propuesta metodológica de Modonesi (2016, p. 139). En la primera forma de subjetivación política, la subalternidad, las acciones son esporádicas y circunscritas a una actitud de subordinación, tienen carácter defensivo y están apegadas al consenso sobre la legitimidad de las formas de dominación. Por su parte, cuando las luchas reivindicativas suponen la conformación embrionaria de contra-poderes y manifiestan una actitud disruptiva generalizada de confrontación abierta, es posible señalar la existencia de formas de subjetivación antagónica. En tercer lugar, emergen configuraciones emancipadoras de la subjetividad política, de carácter autónomo, si el ejercicio de insubordinación es capaz de perfilar métodos, contenidos y propósitos superadores del orden hegemónico vigente.

Las Dimensiones Históricas de un Estallido Social: el Paro Nacional de 2019

En la coyuntura histórica del Paro Nacional, que inició el 21 de noviembre de 2019, se combinó lo estructural y lo espontáneo: los cambios inesperados con la irrupción intempestiva de nuevos protagonistas políticos, provenientes del desarrollo contradictorio de la acumulación de capital. El intento del gobierno Duque de implementar una reforma tributaria, pensional y laboral desencadenó el primer ciclo de movilizaciones masivas: las centrales obreras convocaron una jornada de protesta contra las reformas que se prolongó hasta mediados de diciembre de 2019.

La respuesta social en las grandes ciudades fue masiva por esos días, sus alcances difíciles de prever; el volumen de la movilización no fue calculado por las dirigencias sindicales y demás sectores articulados en el Comité Nacional de Paro (CNP, en adelante), que rápidamente fueron desbordados por el salto político de las consignas económicas, multiplicadas en amplitud y alcance por la crisis de legitimidad que ya experimentaba el gobierno de Duque. El 21 de noviembre hubo marchas multitudinarias a escala nacional y, espontáneamente, cacerolazos nocturnos: el llamado a la movilización se transformó en un ejercicio autoconvocado de protesta social que se prolongó por ocho semanas más.

Por su propio nivel de desarrollo, intenso y vertiginoso, la protesta social configuró tensiones entre las cúpulas sindicales y fuerzas sociales emergentes que disputaban el carácter y alcance del Paro. Un sector mayoritario de las dirigencias sindicales articuladas en el CNP perfiló la jornada del 21N como una sola marcha multitudinaria, contenida en los gestos rituales de su tradición reivindicativa (García, 2011): movilizar para pactar con el gobierno y, logrado el objetivo, contener ante la falta de preparación política de las masas para un levantamiento de mayor alcance.

A pesar de esto y de la estrategia del Estado para contrarrestar la movilización, que articuló medidas represivas por medios violentos con acciones psicológicas y de propaganda para restar legitimidad a la protesta [1], el carácter multitudinario del Paro se enriqueció con marchas, asambleas y muestras artísticas. En dicho proceso confluyeron fuerzas sociales ya organizadas, que funcionaron como corrientes renovadoras, y expresiones emergentes de la lucha social, aún espontaneas y poco organizadas, que desbordaron la capacidad de encuadramiento político del CNP. A continuación, se presentan algunos elementos de análisis de dichas fuerzas.

Acumulación Política y Transición Antagónica: el Pasado Cercano de 2008

Como un signo de condensación histórica, la coyuntura arroja indicios de que el proceso de acumulación política que desembocó en el Paro Nacional inició mucho antes, en 2008. En ese momento inicia un período de transición hacia configuraciones antagónicas del movimiento social en Colombia con varios rasgos característicos.

En primer lugar, se conjugaron paulatinamente los factores que explican la profundidad de la crisis política actual: el lento desgarramiento de los consensos políticos al interior del bloque de poder, que desde finales de los 90 había articulado a facciones emergentes de terratenientes con las burguesías bancarias e industriales tradicionales, además del gran capital trasnacional; y, en segundo lugar, el agravamiento de la miseria material de las clases trabajadoras, que tocó fondo con la emergencia sanitaria provocada por la pandemia en 2020.

Asimismo, se intensificó considerablemente la actividad organizativa del movimiento social a escala nacional: los procesos de organización comunitaria que enfrentaban la ocupación paramilitar en áreas rurales dieron un salto de calidad: crearon formas embrionarias de protesta presentes en ciclos de movilización posteriores, incluido el Paro Nacional. En ese momento, experiencias regionales como la Minga Indígena -promovida por el CRIC- articularon espacios nacionales de movilización desde el surocci-dente del país, denunciando los efectos de la minería, la agroindustria y los cultivos de hoja de coca sobre las formas de propiedad colectiva de la tierra y la producción local tradicional.

De esta forma, el liderazgo político de las luchas sociales en áreas rurales impulsó escenarios de reagrupamiento como el Congreso de los Pueblos (2010) y la Marcha Patriótica (2012), con coyunturas muy intensas de movilización como el Paro Agrario de 2013 y las acciones de protesta desarrolladas por las organizaciones indígenas en 2010, 2012 y 2015.

Por su parte, en las ciudades el ritmo de la movilización tampoco cesó, con mayores o menores niveles de beligerancia. Las luchas estudiantiles en contra de la privatización de las universidades públicas confluyeron en escenarios nacionales de coordinación como la Mesa Amplia Nacional Estudiantil (2011) y la Unión Nacional de Estudiantes Universitarios (2018). Al tiempo, se profundizaron las expresiones organizativas del movimiento feminista, ubicado en un contexto latinoamericano de revolución cultural de profundas implicaciones, que ha impulsado la despatriarcalización de la vida social, señalando prácticas y métodos al interior del movimiento social que reproducen violencias y formas de exclusión en contra de las mujeres.

En síntesis, resulta cierto que a través del 'estallido social' de 2019-2021 las clases populares irrumpieron masivamente en el ámbito de la disputa política; no obstante, este proceso correspondió a un nivel de desarrollo cualitativo de la protesta en su conjunto, que recuperó tradiciones de lucha social y, simultáneamente, multiplicó experiencias de ruptura alrededor de subjetividades emergentes, como el movimiento de mujeres.

A partir de 2008 se configuraron laboratorios de fuerzas sociales que conformaron una cantera estratégica de dirigentes de base que han ayudado a cualificar el actual período de movilización social: líderes juveniles que han madurado en expresiones cívico-populares; activistas estudiantiles transformados en dirigentes sindicales y cuadros políticos con experiencia organizativa, etc.

La Centralidad de los Jóvenes: ¿Subjetividades de Clase Emergentes?

Como se señaló al principio, el análisis de las formas de participación de una cierta categoría social en el Paro Nacional, la de los jóvenes, busca desentrañar el contenido de clase de su disposición disruptiva en contra de las formas vigentes de dominación, incluyendo aquello que percibieron como vicios burocráticos de las dirigencias sindicales. Su protagonismo durante el Paro aportó buena parte del elemento de activación antagónica y, simultáneamente, la falta de capacidades organizativas llevó la movilización al terreno de la subordinación ideológica, la ausencia de síntesis programática y la dispersión.

Sin duda, varias de las dirigencias del movimiento social y político agrupadas en el CNP vieron con recelo las manifestaciones de protesta fuera de su control en el Paro Nacional. La irrupción de los jóvenes en el Paro Nacional de 2019 fue tan espontánea y masiva como desordenada y dispersa. Sin embargo, resultaría poco útil considerar las razones por las que los jóvenes no participaron en el Paro de acuerdo con las expresiones convencionales y distintivas de una huelga obrera (Luxemburgo, 2003). Es más relevante identificar las razones por las cuales se movilizaron tal como lo hicieron: una incursión espontánea en el terreno de la política con demandas y reivindicaciones propias y con formas que desafiaron abiertamente los métodos tradicionales de movilización.

Por supuesto, la relación entre el nivel de desarrollo material de las relaciones de producción y sus expresiones en el terreno de la lucha de clases no es mecánica, se manifiesta como tendencia con ajustes, mediaciones y desfases históricos, en este caso de hasta 30 años. Las formas de movilización y protesta de estos colectivos juveniles son sintomáticas de una condición popular políticamente emergente, que difícilmente se encuadra en las expresiones tradicionales del movimiento obrero-sindical o estudiantil. Son resultado de la desindustrialización, la tercerización laboral y la informalidad económica, rasgos que ya entrañaba de manera profunda la consigna de "El baile de los que sobran" en el estallido social de Chile en 2019, que puso en primer plano un campo de conflictos sociales formado por los sin techo, sin trabajo, sin educación, sin ahorro pensional (Aguirre, 2012),

No obstante, estas fuerzas emergentes se manifestaron en el Paro Nacional de 2019 de forma dispersa y voluntarista, como expresión del clima ideológico en el que se han desarrollado las luchas urbanas en los últimos 30 años: en medio de las marchas y cortes de ruta afloró el radicalismo y se desarticularon las instancias de dirección colectiva y democrática del proceso, soslayando el uso consciente de dichas herramientas de la protesta social que, tanto en 2019 como en 2021, desgastaron el apoyo social que rodeó las primeras jornadas.

Por supuesto, el ambiente ideológico dominante forma parte del proceso de subjetivación política, es un referente del elemento moral, estético y valorativo de la experiencia de lucha social. No obstante, es necesario considerar la reconfiguración material del mundo del trabajo, que ha disciplinado a las capas emergentes de trabajadores y desempleados en el individualismo urbano (García, 2011); precisamente, el concepto de experiencia permite pensar las mediaciones entre asimilación subjetiva de determinaciones materiales y su manifestaciones concreta en períodos de la lucha de clases, con distintos grados de intensidad (Modonesi, 2016).

Sin previsibilidad obrera, estabilidad geográfica o experiencia sindical, los sectores juveniles que conforman esa clase trabajadora emergente impulsaron la creación de colectivos e iniciativas locales en el marco del Paro Nacional, pero frecuentemente rechazaron la organización o cualquier consideración estratégica de alcance nacional, por considerarlas un obstáculo para la expresión espontanea de la lucha social.

En síntesis, con el ascenso vertiginoso de las capacidades de lucha de este sujeto de clase embrionario tendieron a recomponerse sus rasgos subalternos, como señalara Gramsci (1934): "los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, incluso cuando se rebelan y se levantan".

La Radicalización de la Clase Media Urbana en Bogotá: Progresiones Antagónicas con Resultados Limitados

En el Paro Nacional de 2019 fueron comunes acciones de protesta masivas desplegadas en áreas de la ciudad en las que tradicionalmente no se escenificaba la protesta social. Ese año fueron comunes las 'besatones', tomas culturales y muestras musicales que rechazaban abiertamente las acciones violentas como herramienta de presión o negociación en áreas pericentrales del norte y occidente de Bogotá, en lugares como el Park Way (Teusaquillo) y el Parque de los Hippies (Chapinero).

Esta dimensión de la protesta social contenida en el Paro Nacional es significativa, pues incorpora a una clase media urbana[2] crecientemente radicalizada que se ha constituido como fuerza política en la última década, justamente desde 2008. Por supuesto, su presencia en el terreno de la lucha de clases redefine su existencia como sujeto social, construido en el modo material de reproducción del conjunto de la sociedad, que es posible asociar a tres procesos. Primero, el proceso industrializador en Colombia en los 50 y 60 que, por su carácter dependiente, creó una capa de asalariados relativamente mejor remunerados, pequeñas burguesías en ámbitos manufactureros de la producción y burocracias estatales, con habitus, actitudes y formas de socialización política que se han prolongado en el tiempo. Segundo, el desmantelamiento del aparato productivo en los 80 y 90 aceleró la diferenciación objetiva al interior de las clases trabajadoras, creando un sector de trabajadores autoempleados en la economía informal que se perciben a sí mismos como propietarios o 'emprendedores'. Finalmente, la creciente precarización de capas de profesionales en los sectores de servicios en la última década ha deteriorado material y simbólicamente sus condiciones de existencia, por lo que su nivel general de vida se acerca cada vez más a los de las clases trabajadoras (Antunes, 2019).

El aspecto que aquí se quiere señalar es que, alrededor del punto de inflexión de 2008, un sector de estas clases medias se desprendió paulatinamente del proyecto político-militar del uribismo, buscando formas de expresión más autónomas de su agenda política a través de vehículos como el Partido Verde. De esa forma han protagonizado fenómenos como la Ola Verde (2010), y acciones de protesta en apoyo al movimiento estudiantil y la consulta popular anticorrupción (2018).

Sin duda, el clima político del proceso de paz en Colombia creó una coyuntura favorable para este sector, que se vio reflejada en los resultados de las presidenciales de 2018. No obstante, la intensificación de con-flictividad social que se traduce en el Paro Nacional ubica a las clases medias urbanas en el filo de la lucha contra el régimen, por un lado, y la subsistencia del modelo económico que asegura su existencia social como clase, con todo y sus prerrogativas, por otro. De ahí que en sus formas de protesta predomine la teatralidad de la disputa simbólica en las áreas de la ciudad que habitan, para encarnar el espíritu de legalidad contra un régimen que consideran corrupto, y no las acciones de hecho en la periferia urbana que ponen en riesgo el mecanismo social de producción y circulación de capital, que no dudan en condenar.

En este caso, las formas de acción de las clases medias urbanas ilustran el carácter diacrónico de los procesos de subjetivación política: fundamentalmente subordinados, sus métodos de protesta perfilan su carácter disruptivo en el marco del Paro, pero promueven salidas políticas a la crisis de legitimidad que permanecen circunscritas a la legalidad vigente para que, específicamente, sean capaces de corregir las desviaciones de un orden económico que consideran esencialmente justo.

Hasta 2019, la influencia ideológica de estas clases medias y pequeñas burguesías urbanas había logrado asumir la conducción moral y política de otros grupos sociales, entre ellos varias capas de jóvenes trabajadores y elementos del movimiento estudiantil, la mayoría de los cuales tiene niveles adecuados de preparación académica e ingresos económicos aceptables, pero experimentan las trabas estructurales a la movilidad social ascendente de las clases populares.

El ciclo de protesta social de 2019, caracterizado por la confrontación abierta y la concentración de fuerzas propia de la acción callejera, se diluyó en diciembre de ese año y cerró abruptamente con el inicio de la pandemia, en 2020. A pesar de su contundencia, el volumen de protesta no desarrolló un hito resolutivo con resultados concretos: la caída del régimen, una mesa de negociación, concesiones parciales constatables. En cambio, el gobierno capitalizó a su favor las tensiones entre el CNP y el resto de fuerzas sociales movilizadas, combinando acciones represivas focalizadas con medidas de desgaste político, a través de la Conversación Nacional, que solo aplazó las acciones de protesta hasta una nueva fase de exacerbación de las tensiones.

Latencia y Re-concentración de Fuerzas: el Paro Nacional de 2021

Los efectos económicos y sanitarios creados por la pandemia no hicieron más que profundizar la crisis de acumulación que ya experimentaba el capitalismo mundial antes de 2019, reduciendo el margen de maniobra de las clases dominantes para una política basada en concesiones económicas. En marzo de 2021, el gobierno colombiano anunció una nueva reforma tributaria que ampliaba la base gravable, afectando a capas de trabajadores que tradicionalmente no pagaban impuesto a la renta.

Las centrales obreras convocaron a una nueva jornada de movilización el 28 de abril para oponerse a la reforma. El clima de agitación social generalizada escaló rápidamente, atizado por las acciones represivas del Estado, que arremetió en contra de procesos de base y activistas sociales en vísperas de la movilización e, incluso, logró que el Tribunal de Cundinamar-ca declara ilegales las acciones de protesta (Redacción Bogotá. 2021, 27 de abril).

A pesar de la recurrencia de factores que ya habían aparecido en el 2019, la nueva jornada de movilización encontró al país en un momento político distinto y al movimiento social con mayores capacidades organizativas e ideológicas: las fuerzas políticas de oposición más tradicionales se encontraban desplegadas en el terreno de la confrontación. Simultáneamente, la coyuntura había configurado nuevos sujetos colectivos en el seno del conflicto, una nueva generación de activistas sociales abrió espacio a agendas políticas emergentes como el ambientalismo, las disidencias sexuales, o el feminismo, disputando la compleja variedad de formas de dominación capitalista que se enmarcan en la subordinación de clase.

Ciertamente, el 28 de abril de 2021constituyó la síntesis de procesos previos. Por una parte, a pesar del nivel de beligerancia alcanzado en 2019 y 2020, la crisis no se había traducido en un hito resolutivo que tramitara su desenlace: el gobierno, aún en funciones, optó por una estrategia de contención, desgaste y represión, que no hizo posible una negociación. En consecuencia, durante los 18 meses anteriores al 28A se desarrollaron formas más abiertas de confrontación social, que decantaron paulatinamente las fuerzas sociales y desnudaron a la vista de sus protagonistas su carácter de clase. Asimismo, han madurado de forma consistente las tensiones al interior del campo popular, entre fuerzas sociales emergentes, en las que aún predominaba el espontaneísmo -colectivos juveniles, particularmente-; corrientes renovadoras ya organizadas, como el Consejo Regional Indígena del Cauca o sindicatos de base, y, por otro lado, las cúpulas sindicales-partidistas y otros sectores tradicionales, mayoritarios dentro del Comité Nacional de Paro.

Estos factores se conjugaron para profundizar la crisis política en el país y el quiebre hegemónico de los grupos en el poder, dando forma a un nuevo ciclo de protesta. La reforma tributaria fue derrotada apenas cinco días después, el 2 de mayo de 2021, pero el Paro Nacional de 2021 continuó hasta finales de junio y escaló a nivel nacional; dicho salto cualitativo elevó las expresiones de inconformidad y desplegó formas organizativas que sintetizaban herramientas ya tradicionales de lucha, como la huelga y la marcha multitudinaria, con estrategias construidas desde el 2008 y repertorios embrionarios gestados en la coyuntura del propio Paro Nacional, como los puntos de resistencia en barrios populares de Cali y Bogotá.

Aparece, nuevamente, la coyuntura inmediata como condensador de época. El último gran hito de la movilización urbana en Colombia había sido el Paro Cívico de 1977, que expresó las contradicciones de su momento. En las ciudades, el proceso industrializador constituía uno de los determinantes objetivos de la condición de clase en los años 70, sentando las bases de una forma de lucha obrera que convertía al sindicato en el instrumento organizativo que encuadraba a los trabajadores: la perspectiva del movimiento huelguístico se desarrollaba en el ámbito inmediato de la producción, se proponía detener la creación de plusvalía.

La forma de acumulación del capitalismo contemporáneo no solo transforma las condiciones objetivas de la situación de clase sino sus formas de articularse en la lucha social y política (García, 2011). En el 2021, primera síntesis de la coyuntura amplia del Paro Nacional, la centralidad de dichas formas asociativas de protesta no emplazó la producción inmediata de mercancías -no tenían manera de hacerlo en un contexto de creciente desarticulación del aparato productivo-, sino el ámbito de su circulación: las acciones artísticas en vías nacionales, los cortes de ruta y los puntos permanentes de resistencia son la forma emergente de nuevas formas de existencia histórico-social de las clases trabajadoras en las ciudades.

Por supuesto, la dimensión nacional que adquiere el Paro Nacional en 2021 no constituye un dato puramente cuantitativo, pues interpela las contradicciones del conjunto de la formación económico-social colombiana. En casi todas las ciudades capitales del país se llevaron a cabo marchas multitudinarias entre mayo y junio de 2021, elevando el nivel general de confrontación y el saldo de ciudadanos capturados, heridos o muertos por acciones represivas del Estado.

En Bogotá, el protagonismo de las clases populares en 2020 se amplió y diversificó, la protesta social se extendió por toda la ciudad con focos muy intensos de movilización permanente en Suba, Ciudad Bolívar y Usme; a ellos se sumaron puntos de resistencia más o menos duraderos sobre la Autopista Sur, en Soacha, y sobre la Calle 13 hasta la vía que conecta a Bogotá con Sabana de Occidente, tomada varias veces a la altura de Madrid, Mosquera y Facatativá.

La riqueza de elementos que aparecen con el ciclo de protesta de 2021, aparentemente caóticos, permite diferenciar las tres dimensiones de la subjetivación política -subalternidad, antagonismo y autonomía-, su simultaneidad y los ámbitos de disputa que configuró al interior del Paro Nacional.

En primera instancia, las formas aún subalternas de acción política. En un cierto sentido, el estallido social del 28 de abril de 2021 repitió el patrón de movilización del 19 de noviembre de 2019. Las centrales obreras convocaron a una huelga general y conformaron un Comité Nacional de Paro, perfilado como órgano de conducción de las acciones de protesta, convocatoria rápidamente desbordada por el ascenso espontáneo de la protesta social, que ganó profundidad por el descontento social causado por la pandemia en 2020.

A pesar de la diversidad de fuerzas en su interior, eran las dirigencias sindicales provenientes de sectores tradicionales de izquierda las que ejercían posiciones de dominio en el CNP. Su concepción del uso de la huelga como herramienta de lucha social expresaba una cultura política reivindicativa que permanecía subordinada a la ideología dominante: acotar el paro a una sola jornada de manifestación, conducir la movilización por arterias viales tradicionales y modular el ritmo de protesta para encarar la negociación de demandas de carácter económico.

Fue así como, durante los 60 días de protestas del Paro Nacional, el CNP se mostró vacilante frente a la dinámica desbordante de protesta callejera. El 5 de mayo de 2021, luego de ocho días de movilización y 21 manifestantes muertos -solamente en Cali (Céspedes, 2021)-, las fuerzas en movimiento declararon un paro indefinido, de esa forma el estallido social trascendió la consigna que motivó la convocatoria inicial en contra de la reforma tributaria.

El CNP, a la zaga del movimiento real de fuerzas, pasó de la convocatoria a una marcha virtual para conmemorar el Primero de Mayo a endurecer su posición frente al gobierno con una agenda de peticiones que presentó el 8 de ese mes. Tres semanas después, el CNP llamó al levantamiento de bloqueos como antesala de la presentación pública del Pliego de Emergencia, el 19 de junio de 2021. Como se observa, el ascenso espontáneo de la lucha social en las principales ciudades del país interpeló la estrategia negociadora del CNP que, sin embargo, se basó en crear un clima de diálogo con gestos de buena voluntad y no en capitalizar posiciones de fuerza.

No obstante, la actitud de los sectores dominantes dentro del CNP frente al Paro Nacional puede ser considerada como una manifestación particular de un conjunto más amplio de contradicciones. Como se comentó antes, desde el año 2008 se había desencadenado un ciclo ascendente de movilización y organización social; no obstante, el propio Paro puso en evidencia que se trató de un proceso acumulativo pero disperso. Dicho período no había logrado despuntar en un momento de síntesis alrededor de un referente unitario con un proyecto político propio, que representara a las clases populares frente al conjunto de grupos y clases sociales en disputa más allá de reivindicaciones sectoriales o territoriales particulares.

En segundo lugar, para analizar el predominio de la configuración antagónica en varios escenarios del Paro, es posible recentrar el análisis para ubicarlo en Cali, ciudad donde se concentró de forma inusitada la protesta social y la violencia política en el Paro Nacional de 2021. Con una tradición de luchas cívico-populares dinamizada por procesos como Golconda (1968), recuperaciones de tierra lideradas por CRIC desde los 70 y, en las últimas décadas, de la Minga (2008) y el Paro Cívico de Buenaventura (2017), el suroccidente del país ha sido históricamente uno de los focos más intensos de movilización y protesta social. En esa zona, las formas racializadas de explotación y despojo en contra de las comunidades negras e indígenas han creado una importante diversidad de experiencias de lucha territorial y urbano-popular.

En Cali, las formas de protesta social alcanzaron formas más desarrolladas que en otras partes del país, lo que constituye un caso de interés de especial relevancia. Luego de masivas movilizaciones y de la cruenta represión del Estado, se establecieron puntos permanentes de concentración en barrios populares como Aguablanca y Siloé, donde nacieron Puerto Resistencia, Puerto Madero y Puerto Rellena.

Este tipo de expresiones abrió espacios de socialización política donde circularon solidaridades, valores y expectativas comunes que vigorizan la cultura popular. En los 'puertos', la actividad deliberativa de las asambleas o los episodios de abierta confrontación con las fuerzas del Estado robustecieron el tejido social, dinamizado por un sujeto político que brota de la experiencia inmediata de insubordinación: jóvenes desempleados, trabajadores precarizados, mujeres que saltan al terreno de la lucha social, en últimas, todos aquellos que resultan ser población excedentaria dentro del proceso general de acumulación de capital.

Por supuesto, el momento antagónico de la lucha social tiene su contraparte. Las contradicciones objetivas propias de una formación social capitalista, latentes y mediadas en tiempos de 'paz social', son asimiladas en la confrontación abierta e inmediata, en un choque directo de fuerzas que laceró cuerpos y cobró la vida de decenas de manifestantes (Redacción Colombia. 2021, 2 de mayo).

Para contener el ingreso de la minga a Cali y debilitar las acciones de protesta, el Estado facilitó el despliegue de grupos de choque en Ciudad Jardín; al sur de Cali camionetas y hombres armados recibieron a tiros al CRIC (404 Productora, 2021). Estos hechos acentuaron las expresiones de clase de la lucha social, incluidas las dimensiones estéticas de la contraparte: auto-percibirse como 'la gente de bien' entrañaba una concepción del mundo que asocia moral y orden, opuesta al modo plebeyo de existir en el espacio público y exigir derechos al Estado.

Sobre esta base es posible dimensionar, en tercer lugar, las manifestaciones incipientes de autonomía e independencia de clase en el marco del Paro. Desde la perspectiva teórica de estudio es posible afirmar, por tanto, que el elemento espontáneo, cualificado por el propio conflicto, y las expresiones conscientes y organizadas de lucha social, coincidieron solo parcialmente en un horizonte autodeterminativo capaz de abrir una salida a la crisis política que vive el país actualmente.

Este conjunto de prácticas y experiencias, que dan forma al momento emancipatorio propio de la autonomía de clase (Modonesi, 2016), mostró rasgos mejor desarrollados en el ciclo de movilizaciones de 2021, evidencia del salto cualitativo que significó la coyuntura histórica del Paro Nacional.

Al respecto, las experiencias más avanzadas se gestaron en los puntos de concentración, desde Cali a Bogotá. En dichos espacios los manifestantes crearon, no sin contradicciones y desencuentros, formas propias de gestión de la actividad organizativa: celebraron asambleas y establecieron brigadas médicas, ollas comunitarias, muestras artísticas y grupos de Primera Línea, desarrollando formas aún embrionarias de autogobierno popular.

No obstante, en el contexto inmediato del Paro Nacional estas experiencias no lograron articularse en un movimiento de escala nacional que elevara sus potencialidades locales y transformara decisivamente la relación de fuerzas en el corto plazo, alrededor de una instancia de dirección o coordinación colectiva propia, separada del CNP.

Ciertamente, la Asamblea Nacional Popular celebrada en el ocaso del ciclo de movilización, el 17 de julio, marchó en esa dirección; convocó núcleos deliberantes en todas sus expresiones: asambleas populares de base, cabildos, espacios humanitarios y guardias populares -indígena, cimarrona y campesina-para trazar una hoja de ruta alrededor de un proyecto político propio, aún incipiente (Editora Santander.2021, 16 de julio).

Conclusiones

A lo largo de este artículo se ha caracterizado la coyuntura histórica del Paro Nacional (2019-2021) como una condensación de época que difícilmente puede ser explicada por las causas inmediatas que desencadenaron la protesta social. El estudio se propuso reconstruir la formación y el desarrollo de fuerzas sociales en el terreno de la lucha de clases, aprovechando la riqueza de elementos que aportó la coyuntura histórica para abordar el problema de las subjetividades políticas en los grupos subalternos.

Por sus características metodológicas, el estudio partió de las transformaciones sustanciales en las relaciones de fuerza en medio de una crisis orgánica que combina, por un lado, la incapacidad objetiva del capital para seguir reproduciéndose bajo una forma de acumulación específica en la formación social colombiana y, por otro, la irrupción de la lucha de masas en la política nacional. Fue este el carácter de una coyuntura que condensó distintas temporalidades históricas, elevando el nivel de consciencia y las capacidades organizativas del campo popular, en un contexto de deterioro material y moral de las condiciones de existencia de las clases populares, agudizado por la pandemia.

Esta última dimensión supone cambios cualitativos en la forma de asimilación subjetiva de las contradicciones propias de una sociedad capitalista, por fuerzas sociales cuyo comportamiento político expresó contenidos de clase. De ahí que, en la coyuntura del Paro, grupos de jóvenes, mujeres o indígenas enmarcaran su demandas particulares en un 'espíritu de ruptura' común junto a sindicatos de base y otras expresiones inmediatas de clase, en contra del deterioro material causado por cierto tipo de relaciones económicas y sociales.

Para abordar este problema, el enfoque teórico supone que el concepto de mayor abstracción, la clase social, solo se puede captar en la forma concreta que asume la lucha de clases en determinados períodos, por tanto, no existe como dato cuantitativo sino por el grado de disposición de estos grupos a aceptar la legitimidad de la dominación, a insubordinarse contra ese mismo régimen o a crear referentes autodeter-minativos, superadores del orden establecido; estas dimensiones de la experiencia de clase fueron incorporadas a través de las categorías subalternidad, antagonismo y autonomía.

A través de dichas categorías fue posible identificar, en medio del ascenso generalizado de las acciones de protesta, factores diferenciadores que cambiaron los ritmos y repertorios de movilización en cada zona la ciudad: en los barrios populares de las periferias urbanas se extendieron los bloqueos, puntos permanentes de resistencia y huelgas de hambre; en las áreas pericentrales se concentraron las marchas y acciones en las que destacaba la denuncia simbólica.

Por esta vía, fue posible identificar tres momentos, distinguibles solo desde el punto de vista analítico. En primer lugar, progresiones antagónicas generalizadas entre 2019 y 2021, en las que predominó una actitud disruptiva apoyada en dos procesos históricos distintos: el período de acumulación política de varios sectores del movimiento social y la configuración subjetiva emergente que irrumpió masivamente en el terreno de la lucha social y política durante el Paro Nacional. Aún es necesario profundizar el estudio de este último proceso, pero puede relacionarse con las formas de acción política de población que resulta excedentaria desde el punto de vista de las formas dominantes de acumulación de capital.

En segundo lugar, fue posible identificar regresiones subalternas, momentos encarnados por la figura del Comité Nacional de Paro, cuyos sectores dominantes trataron de contener las acciones de protesta dentro de los límites de una estrategia de negociación que desdibujaba las dimensiones políticas que ya había adquirido el Paro y la relación efectiva de fuerzas.

En tercer lugar, hubo saltos incipientes a formas embrionarias de democracia popular en la forma de núcleos deliberativos de carácter local que no lograron escalar la conducción del Paro en un mecanismo nacional, a pesar de los esfuerzos que en esa dirección hizo la Asamblea Nacional Popular. Es esta una señal de que, aun cuando predomina una configuración emancipadora, subsisten elementos subalternos que solo se superan en el ámbito concreto de lucha que conforma la clase para sí.

A pesar de su vertiginoso ascenso e intensidad, el Paro Nacional no ha desembocado aún en un hito resolutivo que instituya un nuevo posicionamiento estratégico de fuerzas sociales: las maniobras de desgaste y contención del Estado, sus acciones represivas y las dificultades para articular de mejor manera las acciones de movilización y formas organizativas emergentes en un horizonte autodeterminativo común siguen posponiendo un desenlace favorable al campo popular.

En las actuales condiciones (2022), este período de excepcional concentración de la lucha social y política atraviesa una fase electoral que puede debilitar el protagonismo de las luchas sociales al interponerle mediaciones institucionales. Sin duda, el resultado de las elecciones presidenciales será un indicador del estado actual de las relaciones de fuerza, pero difícilmente romperá el equilibrio estratégico de forma inmediata: cabe esperar nuevas fases de confrontación con mayor o menor nivel de intensidad.

Por tanto, puede que el hito resolutivo del Paro Nacional madure en uno de tres escenarios: una salida superadora del orden capitalista actualmente vigente, que desarrolle las formas embrionarias de autogobierno popular que dio a luz el propio Paro; una formula política progresista que solvente la crisis hegemónica sobre la base de nuevas alianzas de clase y reformas económicas redistributivas, o una salida autoritaria a la crisis, que recomponga los aspectos fundamentales del modelo económico y trate de aniquilar a las fuerzas sociales que dieron vida al Paro Nacional. La lucha de clases tiende a ser abierta e incierta.

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[1]Ver Cancino, D. y Cifras y Conceptos (2020): Persiguiendo fantasmas.

[2]El enfoque teórico de este artículo es crítico de las definiciones estadísticas e ideológicas de las 'clases medias', difundido por instituciones como el DANE para referirse a las clases asalariadas de menor ingreso. Para ampliar esta discusión ver: Marini, R.: La pequeña burguesía y el problema del poder y Osorio, J. (2017): El desmesurado peso político de la pequeña burguesía.

Cómo citar este artículo: Guerrero, A. (2022). Análisis de coyuntura y subjetividades políticas emergentes: el caso del Paro Nacional (2019-202?). Bitácora Urbano Territorial, 32(III): 81-93. https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n3.102166

Autor

Alejandro Guerrero Hurtado Licenciado en Ciencias Sociales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas; maestro en Estudios Políticos y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México; doctorante en Estudios Latinoamericanos, UNAM. Líneas de investigación: acción colectiva y movimientos sociales con enfoque comparado; ciudad, hábitat y vivienda en áreas metropolitanas; analista de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad (2019-2022).

Recibido: 16 de Abril de 2022; Aprobado: 25 de Julio de 2022

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