Fuente: Catalina Romero.

Germán como director del ICN. 

El pasado 21 de abril de 2021 falleció en Bogotá, su ciudad natal, el amigo y colega Germán D. Amat, lamentable suceso que estremeció a toda su familia, amigos cercanos, colegas, estudiantes y tantos otros que lo conocimos desde hace muchos años en circunstancias muy diferentes. Fuimos sus condiscípulos y después amigos y colegas, y cómplices de muchas aventuras, planes y propósitos. Fue una vida larga (y hubiésemos querido más larga), llena de vida, de amor por los trópicos y las montañas, por los insectos, por la música, los libros, la historia de la ciencia, el deporte, las caricaturas y el humor.

No es fácil hacer algún tipo de retrato de una persona tan especial como fue Germán en este espacio limitado, pero vamos a intentar siquiera una aproximación. Desde que conocimos a Germán muchos años atrás ("Pleistoceno Tardío" como afirmábamos) nos unió esa pasión por la biología, por las selvas y sabanas de morichales exuberantes, por los neblinosos bosques andinos y los fríos y silenciosos páramos. Primero nos conocimos como estudiantes de biología en la Universidad Nacional de Colombia, llenos de optimismo, rebosantes de planes, con curiosidad insaciable: nada nos impedía planear y viajar a sitios emblemáticos como la entonces mítica Reserva La Macarena o las planicies con bosques de galería de los llanos orientales. Más allá de las salidas de campo del departamento de Biología, con Germán se planearon e hicieron salidas a tantos sitios, sin importar la falta de recursos y los riesgos de salud o seguridad de algunos lugares lejanos y poco accesibles.

Fuente: Eduardo Amat

Germán en una de sus tantas salidas de campo 

En estos campos se forjaron nuestras pasiones por indagar la riqueza tropical, en su caso por la fascinante biología de los escarabajos, el grupo más diverso del planeta. Algo de esa curiosidad por los artrópodos ya se incubaba en Germán desde su niñez. Dicha curiosidad jamás le abandonó en toda su vida y fue una de sus cualidades. Mientras se forjaba el futuro entomólogo en aquellos años nacía también el gran lector y curioso de la historia de la biología, un literal "ratón de biblioteca" pues además por varios años fue asistente de la biblioteca del departamento. Su tesis de pregrado fue acerca de los suelos del Vichada, lo cual sirvió como el señuelo para enamorarse de los escarabajos del suelo. Esta afición vendría a fortalecerse con la nueva y larga amistad con su gran amigo y colega Pedro Reyes Castillo, entomólogo de México, quien lo formó en el campo de la taxonomía de los Passalidae, escarabajos de la madera. Desde ahí, ese sería el grupo bandera de las investigaciones de Germán, que le permitiría hacer sus tesis de maestría y generar toda una línea de investigación, formación y asociación con muchos colegas y estudiantes.

La siguiente etapa de Germán lo lleva a la docencia, una de sus facetas más notables y ricas. Comienza por la Universidad Jorge Tadeo Lozano (invertebrados), sigue en la Pontificia Universidad Javeriana (artrópodos) y finalmente pasa a su casa del resto de su vida, el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia. Es allí donde magnifica su gran capacidad de atraer jóvenes a la ruta de la entomología, forjando nuevas mentes en la búsqueda de preguntas en aspectos de sistemática y ecología de insectos. En este ambiente desarrolla la docencia y dirige numerosas tesis de estudiantes de muchos rincones del país. Su puerta nunca estuvo cerrada a quien buscara asesoría o guía; tampoco su nevera estuvo cerrada ante los ocasionales asaltos a bocadillos en las horas previas al almuerzo.

Sin duda, las salidas de campo, tanto aquellas ligadas a la docencia como las derivadas de proyectos de investigación, en la Javeriana y en la Nacional, lo llevaron a muchos lugares de Colombia, y con el viajaron estudiantes que se entusiasmaron por la biología. Su carisma, su tranquilidad, su capacidad de brindarse a las juventudes, incitó a muchos a seguir sus pasos, tras los cucarrones.

Es en la docencia donde crea y mantiene a su amada hija, la asignatura Fundamentos de Investigación, la cual une su pasión por la historia y métodos de la ciencia. Es allí donde hace aportes en historia de las ciencias naturales en Colombia desde la época colonial, aportes que han de sumarse a los propios de su especialización con escarabajos.

Recordamos su oficina meticulosamente ordenada, con sus libros, cuadros, lámparas, cajas con cucarrones y tantas otras cosas bien dispuestas. Era esta oficina el epicentro de visitas, a veces inoportunas, pero nunca mal recibidas, para hablar desde lo más trascendental hasta lo más banal, siempre con las inevitables bromas y anécdotas que hacían más llevaderas las tardes de cierre del día. Ahí le acompañaba la buena música, desde Beethoven hasta una buena cumbia. En sus momentos más difíciles de sus últimos días habrá sonado en su mente su melodía más preciada, la Romanza para Violín y Orquesta No. 2 de Beethoven.

Su trabajo tesonero y su fortaleza eran inagotables, y solo la azarosa enfermedad limitó su energía para continuar corriendo sus acostumbrados cinco kilómetros diarios, en tanto atendía sus innumerables compromisos académicos.

Se ha ido el amigo, el cómplice, el maestro, el amigo de la vida, de los árboles, de los hexápodos, el "hijo del trópico", el "pequeño gigante de la entomología", el curioso de los libros, el formador, el hijo y hermano, el amigo de todos. Sus gratos recuerdos siempre nos acompañarán, y es tarea de todos seguir su legado, sus historias, su humor inagotable.

Fuente: Eduardo Amat

Germán en su niñez