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Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Print version ISSN 0370-3908

Rev. acad. colomb. cienc. exact. fis. nat. vol.36 no.139 Bogotá Apr./June 2012

 

HISTORIA DE LA CIENCIA

PARANGÓN ENTRE DOS BOTICAS GRANADINAS DEL AÑO 1776

Santiago Díaz Piedrahita*

* Miembro de número de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.


RESUMEN

Con base en dos inventarios, ambos realizados en 1776, bajo varios parámetros se comparan dos boticas, una ubicada en Cartagena de Indias y la otra en Santafé. Se cotejan los valores tasados por los peritos para las substancias que fueron registradas en ambas farmacias y se proporciona información sobre algunas de las materias contenidas en las estanterías.

Palabras clave: Nueva Granada (Colombia), farmacognosia, medicamentos, sustancias terapéuticas.


ABSTRACT

Based on two inventories made in 1776, two apothecary shops are compared under various parameters. One of the shops was located in Cartagena de Indias and the other in Santafé. The substances that were registered by experts in both pharmacies are collated and information on some of the matters contained in the shelves is provided.

Key words: Nueva Granada (Colombia), pharmacognosy, medicines, therapeutic substances.


Introducción

Durante el período colonial los médicos y los hospitales fueron escasos en la Nueva Granada (hoy República de Colombia); en Santafé, capital del Virreinato, aunque hubo protomédicos desde el primer cuarto del siglo XVII, el protomedicato, como organismo regulador de las prácticas médica y terapéutica sólo vino a organizarse debidamente al inicio del siglo XIX. En las demás ciudades los médicos se podían contar con los dedos de la mano y en las áreas rurales brillaban por su ausencia. De la primera botica de la cual se dispone un inventario en el Virreinato data de comienzos del Siglo XVII (1608). Fue propietario de este establecimiento Diego Ordóñez de Taboada, y a juzgar por la relación pormenorizada de que se dispone, esta farmacia, ubicada en la capital virreinal, estaba bien surtida para su época. El fallecer el propietario el establecimiento entró en litigio; el pleito duró varios meses y dio lugar a un examen riguroso de las existencias por parte de expertos designados por la Real Audiencia. (Ronderos 2007).

La terapeutica de la época

La terapéutica aplicada a lo largo de los siglos XVII y XVIII se basaba en la teoría de los humores; los medicamentos, en su mayoría depurativos, se prescribían en forma de aguas, emplastos, ungüentos, jarabes, colirios, confecciones, extractos, simples, cordiales, píldoras, aceites, polvos, zumos o soluciones que se empleaban para baños, enemas y apósitos o en preparados que eran tomados por el paciente en forma de píldoras, jarabes o purgas. Las aguas, por lo general se elaboraban con zumos o extractos de plantas. Los aceites también eran extraídos de plantas, aunque también se usaban aceites de origen mineral y otros extraídos de animales. Las confecciones se elaboraban combinando diversas substancias y por lo general llevaban el nombre de quien las había inventado o descubierto. Los elatuarios se preparaban a partir de simples mezclados con miel. Los emplastos se hacían mezclando un licor con un ungüento, a veces enriquecidos con otras substancias. La oximiel llevaba vinagre y tenía consistencia de jarabe. Las tríacas eran diversas en su composición y podían contener desde tres hasta muchos ingredientes, pero casi siempre llevaban opio. Los jarabes, ungüentos y píldoras no requieren ninguna explicación.

El origen de los fármacos era diverso. En su mayoría se trataba de plantas utilizadas desde la antigüedad y descubiertas a través del método de ensayo y error, siguiendo la teoría de los signos, pero también se utilizaban materias diversas de origen animal y mineral entre las que figuraban excrementos humanos y de animales, dientes de jabalí, testículos de castor, conchas de caracol, cuernos de ciervo, semen y grasa de ballena, almizcle, cochinilla, marfil, unto de oso, manteca de puerco, tela de araña, piedra coral, alcanfor, alumbre, azufre, mercurio, algunas piedras como la magnetita y el lapislázuli y varias sales, aparte de semillas de adormidera o amapola, raíces, tallos, hojas, cortezas y resinas de alhucema, almendras, pulpas de frutos, anís, aristoloquia, eléboro, incienso, mirra, jengibre, ortiga y muchas más que, independientemente de su eficacia, eran la única solución en el tratamiento de enfermedades comunes como cámaras, comezones, peste, opilaciones, cáncer, caída de la madre, fiebre terciana, fiebre cólica, úlceras, diviesos, infecciones, aparte de otras dolencias y de las heridas y fracturas causadas por accidentes.

Entonces, como ahora, las medicinas no estaban al alcance de toda la población y los más pobres debían utilizar remedios caseros en forma de untos, ventosas, infusiones o baños aparte de dietas, enemas y sangrías. Las comunidades culturales más pobres, como eran las de los indígenas, los negros y los campesinos se valían de un saber terapéutico ancestral basado en el conocimiento de los recursos a su alcance, es decir una terapéutica indígena con influencia africana y europea, en la que se empleaban algunas plantas y substancias como las mencionadas por Vezga (sin fecha), tales como el curare, el guaco, la coca o hayo, el condurango y la otoba. Bien señala este autor que todo lo concerniente con las plantas debió ser para los indígenas, materia predilecta de observación y de trabajo intelectual por la estrecha relación que tenían con ellas en lo pertinente a su bienestar y al progreso de sus comunidades.

Las boticas analizadas y las medidas empleadas

Después de la farmacia de Diego Ordóñez de Taboada (Ronderos 2007), de los dos primeros establecimientos farmacéuticos de los que se dispone de inventarios son una botica ubicada en Cartagena de Indias y otra sita en Santafé. Coincidencialmente las relaciones pormenorizadas de sus existencias datan del año 1776 y fueron hechas con quince días de diferencia, circunstancia que permite hacer un parangón no sólo en cuanto a las sustancias contenidas en los diversos anaqueles sino a los precios estimados de cada una de ellas. Resulta imposible establecer con exactitud una equivalencia de precios dado que en la época y de acuerdo con las regiones se usaban distintas medidas y se empleaban varios tipos de monedas. A pesar de estas dificultades, se hizo una comparación aproximada teniendo en cuenta factores como los valores de las monedas empleadas en Castilla y en los territorios españoles de ultramar y las medidas usadas en la época tanto en la España peninsular como en sus colonias ultramarinas. Para tales cotejos nos hemos valido de las definiciones aportadas por la primera edición del Diccionario de la Lengua Castellana, publicado en 1780 por la Real Academia de la Lengua. De acuerdo con las proposiciones proporcionadas por esta obra, el Real era una moneda cuyo valor equivalía a treinta y cuatro maravedíes. Esta moneda era conocida también como Real de vellón. Estas medidas se citan en los inventarios mediante abreviaturas.

Hubo también el Real de plata cuyo valor variaba según las épocas y regiones, existiendo reales cuyo monto equivalía a 1.25, 1.50 y 1.70 reales de vellón. El valor del maravedí varió con los tiempos, pero un Maravedí de Plata, por definición, era la trigésima cuarta parte de un Real de vellón. El maravedí de plata equivalía a un tercio del Real de plata, es decir a 0.33 reales de vellón. El Peso era una moneda castellana cuya carga era de una onza y cuyo valor equivalía a ocho reales de plata, pero hubo pesos gruesos con un valor de diez reales de plata.

En cuanto a los pesos y medidas el caso es similar; la Libra era una pesa que por lo común constaba de dieciséis onzas pero variaba, más o menos, de acuerdo con los distintos lugares y en la boticas la libra de líquidos tenía doce onzas, es decir que había una diferencia de cuatro onzas entre la libra común y la que podríamos llamar libra farmacéutica. La dracma era una pesa equivalente a tres escrúpulos y a su vez un escrúpulo correspondía a un octavo de onza. Teniendo en cuenta estos factores y haciendo las debidas equivalencias y ajustes, hemos realizado un cálculo comparativo de precios para aquellas substancias que aparecen en ambos inventarios. Este análisis está sujeto a ajustes y puede tener errores, pero proporciona una idea clara de las diferencias de precio de los medicamentos en Cartagena y en Santafé, donde debido al transporte fluvial y terrestre, rico en fletes, el valor de los distintos fármacos se encarecía.

Los documentos correspondientes al inventario de la botica cartagenera fueron encontrados en el Archivo General de la Nación por la distinguida historiadora Adelaida Sourdis Nájera, quien gentilmente los facilitó para este trabajo. Los pertinentes a la botica santafereña también se conservan en el Archivo General y fueron encontrados por otro destacado historiador, el padre Luís Carlos Mantilla Ruiz O.F.M. Estos últimos fueron dados a conocer en su momento como apéndice del texto del recetario franciscano publicado por Díaz & Mantilla (2002). Expreso a ambos colegas mi reconocimiento y gratitud por tan especial deferencia.

El parangón entre las dos boticas se limita a los medicamentos pues no se dispone de otros datos pertinentes a la farmacia de Cartagena; por ello se dejaron de lado los utensilios, los artefactos, los recipientes y las estanterías. Tampoco se dispone de los cuadernos o formularios de recetas, por lo cual ignoramos que formulaban los médicos y como preparaban los boticarios las diferentes formulaciones. Por los conocimientos médicos de la época sabemos que había preparaciones oficinales y magistrales que se administraban en forma de extractos, lavatorios, sahumerios, purgas, jeringadas, emplastos, fomentos, untos, opiatas, apócemas o cocimientos, tisanas o infusiones, cataplasmas frías o calientes, disoluciones, emulsiones, gargarismos, fumigaciones, jugos, enemas o ayudas, supositorios o canillas, lociones, colirios, macerados, gargarismos y ungüentos. Las dolencias frías, de acuerdo con la teoría humoral, eran tratadas con medicamentos calientes en tanto que las dolencias cálidas se trataban con plantas frías. Había humores húmedos y secos o cálidos cuyo desequilibrio se curaba con drogas de calidad opuesta al carácter del desarreglo. Varios recetarios han sido dados a conocer en nuestro medio. Para los lectores interesados en las prescripciones sugerimos los trascritos y comentados por Díaz & Mantilla (2002), Guerra (1982) y Ronderos (2009).

Infortunadamente en la relación detallada de la botica de Cartagena (Cuadro 1) faltan las páginas correspondientes al primer inventario y a la conclusión de la diligencia pericial. Por estas circunstancias ignoramos el nombre del propietario así como el valor final estimado de la botica. El valor conocido, en cuanto al importe de los específicos relacionados, es de cuatrocientos seis pesos con ochenta y cinco ($ 406,85)1. El análisis y evaluación de las existencias se inicia a partir del segundo inventario realizado el 18 de junio en horas de la mañana y de la tarde y continuado el 19 en la misma forma. La diligencia fue adelantada por don Nicolás Antonio de Luiz, Alguacil mayor de la ciudad, juez comisionado para tal gestión, a quien le colaboró don Nicolás del Villar y Coronado, depositario general para efecto de inventariar los medicamentos. Sirvieron como avaluadores Miguel Josef Serrano y Lara, Juan Pareja, Ramón Moreno y Manuel Joseph Triviño2.

La relación pormenorizada del establecimiento santafereño se refiere a los medicamentos conservados en la Botica del convento de Santo Domingo (Cuadro 2). Esta relación fue firmada el 3 de julio de 1776 por el Prior y ministro de dicho convento, fray Antonio Cabrejo O.P. y por el notario de la institución, fray Josef Antonio Pontón O.P.

En los dos establecimientos algunas de las sustancias relacionadas en los inventarios son similares, aunque hay específicos que sólo aparecen en una de las dos boticas; en ambos casos casi todos los elementos y confecciones tenían un valor comercial elevado, tal como fue tasado por los respectivos peritos. A manera de ejemplo valga señalar que veinticinco libras de alumbre costaban 7.6 pesos y siete libras de raicilla valían 7.4 pesos. En el caso de Cartagena el inventario se hizo por estantes y el valor se calculó en libras y onzas. En el caso de Santafé se realizó por tipos de substancias, aguas, aceites, jarabes, pulpas, confecciones extractos etc. Estas substancias fueron avaluadas en libras, onzas y fracciones menores. Los costos de los distintos medicamentos fueron calculados en pesos y en reales.

El valor total de la botica de Cartagena, en cuanto a medicamentos inventariados, fue superior a doscientos once pesos con treinta y cinco ($ 211.35), una cifra muy elevada para la época. El valor total de la de Santafé, descontado el costo de los muebles, tasados en seiscientos sesenta y seis pesos ($ 666), fue de mil cuatrocientos treinta y tres pesos ($ 1433) discriminados así: aguas: 60.6, aceites, 34.0, jarabes 78.4, pulpas, 21.0, confecciones 13.0, extractos 98.3, gomas y resinas 57.5, polvos 13.8, raíces 83.8, piedras 271.0, emplastos 153.2, píldoras 11.0, semillas 10.4, sales 36.4 y simples 490.8. A la luz de estas cifras la botica de Santafé no sólo estaba mejor surtida sino que tenía mayor valor y era digna de un convento, institución donde el potencial económico era superior al de cualquier boticario particular.

FIGURA 3

Antes de pasar a la comparación detallada creemos oportuno aclarar los nombres de algunas materias (plantas y substancias) que han caído en desuso o que son poco conocidas con el fin de facilitar la comprensión de las materias mencionadas en los cuadros y a la vez entender la calidad, composición y origen de los medicamentos relacionados. Las definiciones corresponden a la época pero, para beneficio de los lectores, se han complementado con los nombres botánicos de las especies y con algunas referencias.

Ababuste. Ababol? Amapola?
Acetoso. Agrio.
Agárico. Hongo nacido en los troncos del Lárice y de otros árboles que producen bellotas. (Fomes fomentarius).
Agua fuerte. Se definía como licor que se saca por destilación al fuego del nitro y del vitriolo, usada para disolver plata y otros metales. También se llamaba Aqua Stygia. ácido nítrico ligeramente diluido.
Almáciga. Resina destilada del Lentisco.
Agnocasto. Planta de lugares húmedos parecida al Sauce y a la Sabina. También se aplica a la resina destilada del Lentisco. Alquermes. Confección excitante hecha de polvos de lapislázuli, canela y jugo del kermes.
Alquequenje. Planta solanácea con frutos rodeados por un cáliz acrescente utilizados como diurético. (Physalis alkenkengi).
Azafrán de metales. Quizás óxido de hierro u orín? Entonces se definía como moho que cría el hierro.
Azúcar cande o azúcar de piedra. El que a fuerza de varias cocciones (cuatro o cinco) se clarifica y endurece. Azúcar de Saturno: Acetato de plomo.
Bálsamo. Era una planta resinosa conocida desde la antigüedad y que destilaba un licor usado como medicinal. Por extensión tal nombre pasó a ser un tipo de sustancia, por lo que existen diversas clases de bálsamos como el Bálsamo Arceo y el Bálsamo Manglet.
Benjuí. Goma aromática y de color rojo destilada de un árbol llamado Laserpicio (Hoy Laserpitium siler, entonces L. latifolium). Vulgarmente se le llamaba Menjui.
Betún judáico. Especie de barro fluido, tenaz y pegajoso con parte de azufre que mana del lago de Asfaltite en la Judea. Corresponde al alquitrán de petróleo.
Bezar. Piedra de la que hay varias especies como oriental, occidental, germánica, mineral y artificial.
Bezo. Labio grueso. Labium crassum. En los inventarios aparece como Labio arménico. Se aplicaba al borde de algunas llagas.
Bezoar. Contra veneno. Originalmente era una concreción o cálculo de las vías digestivas u urinarias de algún mamífero al que se atribuían propiedades curativas. En la época se definía como bezal o bezar. Bezoárico. Se aplica a los medicamentos que llevan piedra bezar y a otros que son contraveneno o contra enfermedades malignas. En los inventarios aparece como besoal y se incluye en la categoría de los cordiales. Todas son remedio contra el veneno y otros males". Algunos lo llaman bezaar y otros Bezoar. Lapis bezobarius."
Brusco. Planta esmilácea de tallos flexibles cubiertos de cladodios retorcidos y flores verdosas que nacen en el centro de tales cladodios y producen frutos del tamaño y el color de una guinda. (Ruscus sp.)
Cachorros. Se aplicaba el término a las crías de los perros.
Calomelanos. Protocloruro de mercurio sublimado empleado como purgante, vermífugo y antisifilítico.
Caparrosa. Especie de sal congelada de un agua verde que destilan las minas de cobre. La hay blanca, verde y azul. Se conocía también como vitriolo.
Carne mummia (momia). Era la carne muerta, casi siempre desecada entre arena caliente, conservada con la ayuda de aromas y bálsamos. Originalmente se obtenía de momias.
Cártamo. Azafrán silvestre o yerba alazor. Crocum hortense.
Castóreo. Nombre dado a los testículos del castor.
Católico. Se entendía por católico infalible o cierto. Por ello había un ungüento calificado de católico.
Catolicón. Sustancia elatuaria y purgante.
Clisse de Inglaterra. Quizás es Clíster, que era un medicamento y a la vez una ayuda.
Cremor tártaro. Tartrato de potasio.
Cubeba. Simientes aromáticas de Piper cubeba de sabor amargo.
Desopilativo. Utilizado para descongestionar vías obstruidas.
Diacatalicón. Elatuario purgante hecho con hojas de sen, cañafístola, raíz de ruibarbo y pulpa de tamarindo.
Diamargaritón. Composición medicamentosa elaborada con perlas y otros ingredientes. Hacianse con ella polvos y tabletas que se empleaban para fortificar cabeza y estómago y el corazón.
Diaquilón. Ungüento para hacer emplastos usados para ablandar los tumores.
Diascardo. Diascordio. Composición medicinal tónica y astringente hecha básicamente de escordio. (Teucrium scordonia).
Elatuario. Purgante. El nombre deriva del de una planta cucurbitácea y se aplicaba inicialmente a un medicamento purgante y fuerte hecho con el zumo del cohombrillo amargo (Ecballium elaterium).
élise o elice. Aparentemente es elíxir. En los inventarios figuran elise uterino y elice de Paracelso.
Epítima. Bebida reconfortante usada para mitigar el dolor. Aunque existen diversas fórmulas, por lo general contenía, aparte de timo, azúcar, azafrán y canela finamente pulverizados.
Epítima, según la definición y en sentido riguroso equivalía a sobrepuesto y confortante.
Epítimo. Nombre dado a las flores de timo (Thymus vulgaris). Es una palabra compuesta formada por el prefijo epi y el nombre Thymum.
Escamonea. Gomorresina sólida y medicinal extraída de una planta originaria de Siria que lleva el mismo nombre. (Cynanchum acutum). Se utilizaba como purgante.
Escordio. Hierba aromática de flores azules y hojas vellosas. (Teucrium scordonia).
Esquirítico. Contra la Angina ?
Estibio. Alcohol. Estibiado era pasado por alcohol o conservado en solución alcohólica.
Estrobio. Ardoroso, estimulante ?
Filipéndula. Hierba parecida a la zanahoria con raíces tuberculosas feculentas, pendientes entre sí de una especie de hilos. (Enanthe filipendula).
Gálbano. Gomorresina aromática de color gris amarillento o blanquecino, untuosa, amarga al gusto, y desagradable al olfato que se saca de la incisión de una planta que nace en Siria y que tiene el mismo nombre Galbanum. Se trata de una umbelífera usada en medicina y perfumería.
Galenga. Raíz aromática medicinal proveniente de China. Existían dos clases de Galenga conocidas como mayor y menor.
Gordolobo. Planta medicinal y venenosa. (Verbascum thapsus).
Gutagamba. árbol de la India, de la familia de las gutíferas, cuya gomorresina entra en la composición de algunos barnices y antiguamente empleada en medicina.
Guteta. Gutapercha?
Hermodátil. Mercurio.
Hidrargiro. Mercurio sublimado también llamado Solimán.
Hígado de Antimonio. Mezcla de color de hígado, algo transparente y a medio vitrificar, que resulta al fundir en un cristal partes iguales de antimonio y potasa con un poco de sal común. Existía también el hígado de azufre que se hacía derritiendo azufre con potasa.
Hipoquisdos. Hipocisto. Especie de planta nominada Cytinus hypocistis.
Hisopo. Hierba aromática y espigada de flores azulosas. (Hyssopus officinalis).
Hisopo húmedo. Mugre de la lana de las ovejas y de los carneros que se recoge luego de lavar la lana. Corresponde a la lanolina impura. Al evaporarse se solidifica y da una pasta untuosa que se utilizada en farmacia.
Imperatoria. Planta de semillas aromáticas y amargas. (Peucedanum ostruthium).
Kermes o Kernes. Quermes. Gusanillo que se cría dentro del coco de algunos granos y que produce una tintura de color carmesí. Es la larva de un hemíptero. La hembra al poner los huevos forma agallas que dan el color a los granos. En farmacia era una mezcla de color rojizo hecha con óxido y sulfuro de antimonio que se empleaba como medicamento en las enfermedades de los órganos respiratorios.
Leche de tierra. Polvos purgantes extraídos de la lejía que queda después de sacado el salitre, los cuales se calcinan a fuego fuerte y repetido y se endulzan lavándolos varias veces en agua. Por su color se denominaron Lac terrae.
Litargirio. óxido de plomo fundido en láminas o escamas pequeñas lustre vítreo yde color amarillo o rojizo. Lo había de oro, por dar visos parecidos a este metal, y de plata por contener plata interpuesta.
Magnético. Lo perteneciente a la piedra imán.
Mercurio Dulce. Calomelanos.
Mimo. Tetróxido de plomo.
Onfacino. Aceite de olivas verdes.
Opiata. Bebida compuesta de opio y otros simples para hacer dormir.
Opopónaco. Goma, amarilla por fuera y blanca por dentro, grasa y muy frágil, amarga y de olor desagradable. Se extrae de una planta originaria de Macedonia, Opoponax.
Orozús. Planta leguminosa del género Glyzyrrhiza.
Panace. Planta usada por los boticarios para extraer el opopónaco.
Panacea. Nombre que daban los boticarios a algunas medicinas que regularmente se administran en polvos o píldoras.
Pelitre. Planta de frutos rojos parecida al arrayán. (Ruscus sp.)
Piedra de Litargirio. Monóxido de plomo.
Piedra hematitis. Mineral de hierro de color rojo.
Piedra Lázuli. Lapislázuli. Mineral de color azul intenso y gran dureza.
Piedra lipis. El vitriolo azul, traído de Hungría y Chipre, que según algunos aparecía en las minas del cobre y que se formaba de la solución del cobre en espíritu acuoso de vitriolo. Es una piedra de color azul vistoso, cáustica y mundificante que se usaba en las llagas pequeñas como las aftas de la boca.
Sagapeno. Licor hecho de la fécula de la férula, una planta originaria de Media y Abulia. Por extensión es la gomorresina trasparente, algo leonada, de olor fuerte y sabor acre utilizada como antiespasmódico.
Sal anglicana. Sal de Inglaterra.
Sal de amonio o amoniacal. Cloruro amónico.
Sal de Glaubern o admirable. Sulfato sódico.
Sal dulce. Posiblemente es la misma "sal índica" que es el azúcar que se endurece y cuaja de lo que sudan las cañas dulces. Corresponde a fructosa o sal de frutas.
Sal gema. Cloruro de sodio.
Sal marina. Cloruro de sodio impuro.
Sal prunela. Era un medicamento hecho de nitro disuelto con fuego, y en él la flor de azufre. Corresponde a una mezcla de nitrato de potasa con un poco de sulfato que se obtenía arrojando un poco de azufre en polvo sobre nitro fundido.
Sal de plomo o de Saturno. Acetato neutro de ese metal.
Sarcocola. Licor de sabor amargo extraído de un árbol originario de Persia.
Solimán. Azogue sublimado o Hidrargiro, también conocido como Sublimado corrosivo.
Stiptico croilo. Estíptico es lo que tiene la virtud de apretar y consiguientemente de desecar y estreñir. Equivale a astringente. Se daba también el nombre de estíptico al quien padecía de estreñimiento.
Succino. Lo mismo que ámbar o Electro. Succinado es lo que lleva ámbar.
Tártaro. Materia terrea y salitrosa extraída del vino, evaporándolo durante el proceso de fermentación. En este proceso se forma una costra que se pega a la vasija que lo contiene. El crémor tártaro corresponde a esa costra pulverizada y purificada por reverberación hasta obtener cristales. Hay crémor rojo y blanco según el vino de donde provenga. En ambos casos corresponde a bitartrato de potasio impuro.
Ticia. Tucia. Atutía. óxido de zinc mezclado con otras sales metálicas que se adhiere a manera de costra en las chimeneas de los hornos donde se fabrica latón. Por extensión se da este nombre al ungüento medicinal preparado con tal sustancia.
Turbit. Raíz resinosa de una planta convolvulácea proveniente de las Indias Orientales empleada como purgante drástico. (Alypum turpetum).
Vitriolo blanco. Caparrosa blanca. Es la sal formada por el ácido sulfúrico con cobre o hierro. La blanca es sulfato de zinc.
Yezgo. Planta similar al Saúco común, con propiedades similares y aun más eficaces. (Sambucus ebulus).
Zaragut. Planta de semillas negras y pequeñas utilizada como medicinal. (Arum italicum).

En ambas boticas priman las materias de origen vegetal seguidas de los minerales y de las materias de origen animal. Estas substancias podían utilizarse solas, en forma de pulpas o polvos, o podían servir de base para la confección de aguas, jarabes, extractos, pomadas o ungüentos. Algunas de estas materias medicinales eran comunes y de fácil consecución, en tanto que otras eran difíciles de obtener. Como es fácil presumir, los elementos y compuestos empleados para aliviar o curar las diferentes dolencias eran aquellos tradicionalmente utilizados en Europa. Las plantas eran las cultivadas en la zona mediterránea, aunque varias especies provenían del Medio Oriente y de Asia. Menos de una docena de especies de las que aparecen en los inventarios son originarias de América; se trata de aquellas que por sus marcadas virtudes se habían incorporado, poco a poco, a la farmacopea universal. Tal el caso del tabaco, la cañafístola, el cacao, la jalapa, el guayacán, la caraña, la raicilla, el mechoacán, la quina y la flor de Paraguay. Algunas de las materias minerales y de origen animal se podían obtener en suelo americano, pero la mayoría se importaban de Europa, lo cual las hacía costosas. Las relaciones pormenorizadas de las boticas permiten concluir que el precio de los medicamentos, independientemente de su origen, era elevado y que las confecciones y preparados no estaban al alcance de toda la población, es decir que el acceso a los medicamentos estaba limitado a los estratos más altos de la sociedad y era altamente costoso.

El número de específicos registrados en la botica de Cartagena fue de doscientos tres, pero teniendo en cuenta que faltan el primer inventario y la conclusión de la diligencia pericial, se pueden añadir cerca de sesenta ítems, lo que daría un total aproximado de doscientas sesenta y cinco substancias, en comparación con la botica de Santafé que contenía trescientos cuarenta y dos, con la ventaja de que, desde el punto de vista cualitativo, se trataba en su mayoría de preparaciones como aguas, aceites, jarabes, confecciones, extractos, emplastos, píldoras, cordiales y espíritus, que eran destilados altamente purificados, los cuales contrastan con las materias brutas, sales, pulpas, raíces, semillas y polvos que priman en la Botica de Cartagena y que entonces se conocían como simples.

Conclusiones

1. Las relaciones pormenorizadas de las boticas permiten concluir que el precio de los medicamentos, independientemente de su origen, era alto, tanto en Cartagena como en Santafé. Las confecciones y preparados no estaban al alcance de toda la población. Dicho de otra forma, el acceso a los medicamentos, de una parte estaba limitado a los estratos más altos de la sociedad; de otra, era altamente costoso.

2. El número de específicos registrados en la botica de Cartagena fue de 203. Teniendo en cuenta que faltan las páginas correspondientes al primer inventario y a la conclusión de la diligencia pericial, se pueden añadir cerca de 60 ítems lo que daría un total aproximado de 265 substancias. En contraste, la botica de Santafé contenía 342 ítems.

3. En la botica de Cartagena priman los simples que corresponden a materias brutas, sales, pulpas, raíces, semillas y polvos. En la de Santafé abundan preparados como aguas, aceites, jarabes, emplastos, ungüentos, confecciones, elatuarios, extractos, cordiales, píldoras, sales, soluciones y espíritus. La botica de Santafé no sólo estaba mejor surtida sino que tenía mayor valor comercial. No en vano era propiedad de un convento, donde el potencial económico era superior al de cualquier boticario particular.

4. En general los fármacos eran más costosos en Santafé, pero existen excepciones. En ambos casos la casi totalidad de los ítems corresponde a substancias importadas desde Europa. Ese costo más alto de la mayoría de los medicamentos se explica por los fletes, pues el valor original se incrementaba con el costo del transporte por el río Magdalena y el ascenso, por camino de herradura a la capital.

5. En los dos inventarios se mencionan quinientos cinco medicamentos. De tan amplia lista, apenas una decena corresponden a plantas de origen americano como son el palo de Mechoacán, la caraña, la raicilla, la quina-quina, el tabaco, el cacao, la jalapa, el guayacán, la flor de Paraguay y la trementina de la tierra. Las demás son de origen asiático, o mediterráneo, por ser este un mercado de tradición europea.

6. Hay cerca de cien específicos que sólo aparecen en el inventario de la Botica de Cartagena, en tanto que cerca de doscientos cincuenta son exclusivos de la de Santafé. El número de sustancias comunes es cercano a la centena, (un 50% del inventario de la botica de Cartagena y un 30% de la de Santafé) circunstancia que permite inferir que se aplicaba un tipo de terapéutica similar. A su vez, las materias mencionadas en ambas boticas coinciden con los recetarios conocidos para la época. Dicho de otra manera, los tratamientos eran los mismos para dolencias similares en las dos ciudades. En ambos casos responden a la tendencia galénica de la medicina, imperante entonces.

Para facilitar la lectura en los cuadros en la trascripción se utiliza la grafía actual.


1 Esta cifra es considerable; comparada con valores actuales podría equivaler a cerca de $40.000.000.oo
2 Los documentos transcritos se conservan en el Archivo General de la Nación (AGN), Fondo Colonia, Miscelánea, tomo 55, folios 792 – 799.

Agradecimientos. Agradezco a Adelaida Sourdis Nájera y a Luís Carlos Mantilla O.F.M. por facilitarme los inventarios de las boticas analizadas y a Inés Bernal de Ramírez por sus valiosos comentarios.

Bibliografía

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Recibido: 26 de abril de 2012

Aceptado para publicación: 4 de junio de 2012