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Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

Print version ISSN 0370-3908

Rev. acad. colomb. cienc. exact. fis. nat. vol.44 no.173 Bogotá Oct./Dec. 2020  Epub July 08, 2021

https://doi.org/10.18257/raccefyn.1353 

Ensayo

Cartas a Caldas1

PhD Alberto Gómez-Gutiérrez2* 


Introducción

Con frecuencia los epistolarios históricos consisten en antologías parciales que presentan únicamente las cartas de uno de los corresponsales, al no disponer de la contraparte. Es el caso de lo que los académicos Alfredo Bateman (1909-1988) y Jorge Arias de Greiff llamaron Cartas de Caldas en su ya clásica publicación de 1978 promovida por la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Figura 1), con un total de 195 cartas de Francisco José de Caldas (1768-1816), a la vez transcritas y anotadas, seguidas de un "Índice onomástico" con 501 entradas biográficas de mayor o menor extensión con el propósito de revelar la identidad de otros tantos individuos citados en este epistolario. Todo esto antecedido de una "Prefación" y complementado con una relación de fuentes ("Ubicación de los originales y publicaciones previas") y un listado de 18 "Abreviaturas", en un total de 425 páginas.

Figura 1 Alfredo Bateman, Jorge Arias de Greiff, Álvaro Fernández Pérez, Andrés Soriano Lleras. Cartas de Caldas. Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1978. 

La fuente principal de Bateman y Arias de Greiff -y de sus colaboradores Álvaro Fernández Pérez (1920-1994) y Andrés Soriano Lleras (1907-1974), también miembros de la Academia-, fue la compilación previa del historiador Eduardo Posada Muñoz (18621942), primer presidente de la Academia Colombiana de Historia. En efecto, Posada había publicado ya en 1917, para la academia que se había fundado 15 años antes y en el volumen XV de la Biblioteca de Historia Nacional, la primera antología del epistolario de Caldas de amplio espectro, con 167 cartas de su propia mano (154 y 13 adicionales en el "Apéndice"), complementándolas con 3 (dos primero, y luego una en el "Apéndice") "Cartas a Caldas", 11 "Cartas sobre Caldas", 7 "Escritos de Caldas" (como suplemento a las 45 Obras de Caldas que había publicado en 1912), 7 (5 y 2 en el "Apéndice") "Escritos sobre Caldas" publicados por diferentes autores entre 1852 y 1907, cerrando con dos breves notas del editor sobre la "Cartografía" y la "Iconografía" producidas por Caldas, y una bibliografía de referencia. Todo esto en 506 páginas antes del "Índice".

Eduardo Posada citó a su vez un epistolario previo publicado por Carlos Martínez Silva (1847-1903) en los tomos XVI-XVIII de El Repertorio Colombiano, entre junio de 1897 y mayo de 1898, bajo el título "Cartas de Caldas" con un total de 76 epístolas, así: 4 a Camilo Torres, 71 a Santiago Arroyo -nueve de estas publicadas más de un año antes en la Revista Caucana de David Orjuela P. (n. c. 1865) y Delfín Valdés y Ayerbe (1867-1912), bajo el título de "Caldas. Correspondencia epistolar" entre el 18 de enero y el 11 de julio de 1896-, y una sola a María Manuela Barona.3

El epistolario compilado en 1978 por Bateman, Arias de Greiff, Fernández Pérez y Soriano Lleras, fue retomado por Natalia Savitskaya y Diego Caldas Varona en 2016 para el bicentenario de la muerte de Caldas, y editado con el patrocinio de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, la Asociación de Amigos de la Casa Museo Caldas y la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Esta nueva antología, sexta de la serie iniciada en la Revista Caucana en 1896 y replanteada por Jeanne Chenu en 1992 después de las publicadas en 1897-98, 1917 y 1978, presentó un total de 210 cartas, es decir 16 más que la compilación de la Academia de Ciencias en 1978, sumándole una breve "Anécdota de Juliana Caldas en 1881", y el texto "Desagravio a Caldas" correspondiente al discurso presentado el 14 de marzo de 1925 por el ministro plenipotenciario de Colombia en España, Guillermo Camacho Carrrizosa (1876-1932), con ocasión de la develación por parte de Alfonso XIII (1886-1941) de la placa colocada en el vestíbulo de la Biblioteca Nacional de Madrid. Estas adiciones eran resultado de nuevos hallazgos en fuentes primarias o secundarias que no estaban disponibles para los compiladores anteriores. El sociólogo e historiador Renán Silva, en su reseña bibliográfica en 2017, considera que esta reedición adoleció de múltiples deficiencias, con errores reproducidos de las dos ediciones anteriores, sumados a errores nuevos y propios, que comprometen su calidad. En palabras de Silva:

la alegría del lector por la publicación de estas cartas pronto se transforma en el desconcierto del investigador. Y es que a medida que se examina con cuidado el volumen, va tomando cuerpo la idea de que la edición de 1978, que presenta tantos problemas, sigue siendo superior a la que ahora se nos ofrece, pues esta no resuelve ninguno de los comprensibles problemas de la versión anterior; en cambio, introduce nuevas dificultades. Por ejemplo, al adoptar la numeración continua en la citación, en ocasiones reenvía a la numeración discontinua de la edición de 1978, olvidando que las dos no se corresponden -por mencionar solamente una dificultad agregada.4

Teniendo en cuenta estas y otras eventuales deficiencias formales que presentan comúnmente las antologías epistolares, tales como la falta de una adecuada contextualización sociológica y una problematización cultural que, aunque no son requisitos indispensables, deben idealmente elaborarse en paralelo por los mismos compiladores -o bien por autores complementarios-, debe insistirse en la virtud esencial y en la necesidad de su producción (y adecuada reproducción): la difusión de los contenidos de reflexiones personales en el formato epistolar resulta clave para entender a los protagonistas y sus motivos más íntimos, que son los que usualmente dan a la carta su indudable valor histórico.5

Cartas de Caldas y cartas a Caldas

Hasta este punto se ha tratado de las cartas de Caldas, y muy poco de las cartas a Caldas. A pesar de que se ha logrado compilar a la fecha un total de 210 cartas escritas por el payanés entre 1788 y 1816 (Material Suplementario, tablas 1 y 2,https://raccefyn.co/mdex.php/raccefyn/article/view/1353/2926), los sucesivos compiladores han dejado por fuera al menos ocho (8) cartas dirigidas a Caldas por diferentes corresponsales, tres de estas, como se vio, publicadas ya por Eduardo Posada desde el año 1917. Es realmente sorprendente que, sin contar las cartas dirigidas a Caldas que fueron publicadas por él mismo como editor del Semanario del Nuevo Reyno de Granada entre 1808 y 1810,6 solo se disponga actualmente de 8 de 210 cartas que tuvieron eventualmente su contraparte biunívoca o plural: las cartas de respuesta o las cartas eventualmente adicionales al origen o al cierre de la interacción epistolar con cada uno de sus corresponsales. La tabla 3 (Material Suplementario,https://raccefyn.co/index.php/raccefyn/article/view/1353/2926) incluye el listado de 44 corresponsales (individuales o institucionales) registrados hoy, en donde se puede apreciar, más allá de la diversidad de los contactos de Caldas en su tiempo, la especificidad e intensidad de cada uno. Es claro en este listado que sus principales corresponsales fueron: a- Santiago Arroyo7 con 71 cartas, b- José Celestino Mutis8 con 32 cartas, y c- Antonio Arboleda9 con 13 cartas, todos ellos incluyendo reflexiones en el dominio científico. En el dominio exclusivamente personal, más íntimo, la principal destinataria fue, naturalmente, su esposa, María Manuela Barona Barona (1790-1835), con 25 cartas conocidas a la fecha.

Los autores de las ocho cartas a Caldas citadas son, en orden cronológico,

  1. José Celestino Mutis (Santafé, mayo 21 de 1802)

  2. Gregorio Gómez, Nicolás del Villar y Coronado y Vicente Romero Campo, miembros del Consulado de Comercio de Cartagena de Indias (Cartagena, noviembre 20, 1806)

  3. Manuel María Arboleda y Arraechea (Popayán, febrero 20, 1808)

  4. Santiago Arroyo y Valencia (Popayán, junio 5, 1808)

  5. Antonio José Amar y Borbón (Santafé, julio 18, 1809)

  6. Antonio José Amar y Borbón (Santafé, noviembre 4, 1809)

  7. José Fernández de Madrid y Fernández de Castro (Cartagena, noviembre 10, 1809)

  8. Antonio Nariño y Álvarez del Casal (Bogotá, diciembre 31, 1812)

Estas ocho epístolas hacen parte del conjunto de cartas que se halla disponible a la fecha y que se podría dividir arbitrariamente en dos grupos principales: a- "Cartas científicas" y b- "Cartas personales" u "otras cartas". Aunque esta categorización puede ser problemática en la medida en que toda reflexión científica es naturalmente personal, y toda reflexión personal contiene necesariamente una dimensión científica social, resulta práctica para revelar la dinámica de la vida y obra de Caldas en la categoría de ciencias exactas, físicas y naturales, intrínseca de esta academia, así como la de sus eventuales determinantes periódicos. En la figura 2 se aprecia bien la existencia de al menos cuatro picos de producción científica epistolar de Caldas en los periodos de 1795-1800, de 18011806, de 1808-1810 y de 1810-1814. Uno de estos, el periodo de 1800-1806 representa visiblemente la mayor producción epistolar en la dimensión científica, y se ha asociado con su encuentro con Alexander von Humboldt (1769-1859) y Aimé Bonpland (1773-1858), tanto como a su vinculación formal a la Real Expedición Botánica de José Celestino Mutis (1832-1808).

Figura 2 Cartas de Caldas: 1793-1816 

Figura 2. Cartas de Caldas: 1793-1816

Estas cuatro fases, que podríamos llamar científicas epistolares, se suceden e integran bien con las fases científicas operativas -caracterizadas por la producción de obras científicas no epistolares-, que son naturalmente complementarias y usualmente subsiguientes, tal y como se muestra en la figura 3. Debe resaltarse en esta figura el evidente punto de inflexión en el periodo de 1805-1807 con una muy baja producción científica en la primera década del siglo XIX, que corresponde a su llegada e instalación en Santafé al lado de Mutis. En este período, mientras atendía las expectativas de Mutis en el Observatorio Astronómico, y compartía con él marginalmente en el dominio de la botánica, se daría la transición de la producción epistolar científica a una producción editorial científica con la fundación del Semanario del Nuevo Reyno de Granada que Caldas dirigió y publicó por espacio de dos años consecutivos, en 1808 y 1809, semana tras semana, es decir con un mínimo de 52 números por año más algunos suplementos, antes de pasar al formato de Memorias del período 1810-1811.

Figura 3 Obras y cartas científicas de Caldas: 1793-1816 

Con estas reflexiones y registros, se incluyen en el Material Suplementario del presente artículo las ocho (8) cartas a Caldas que no fueron publicadas en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, ni han sido aún compiladas hasta el día de hoy en un solo y mismo repositorio, con la intención de abrir el espacio a sucesivos científicos e historiadores para sus investigaciones sobre la vida y obra de Francisco José de Caldas, y con la ilusión de que alguno de ellos emprenda la tarea sugerida por Renán Silva en 2017, con su

sensible advertencia sobre los epistolarios previos, al poner de presente de qué manera el "biografismo", que ignora la sociología, y el nacionalismo del héroe solitario, se juntan para impedirnos conocer la dimensión social de un problema cultural como el de la Ilustración en Hispanoamérica. Nada encontraremos en esas páginas sobre Caldas que nos permita siquiera sospechar el carácter colectivo de la actividad de los naturalistas neogranadinos, las enseñanzas que nos deja su proceso de formación intelectual, la transformación de su condición social bajo el efecto de la "ciencia" y de la perspectiva de la riqueza a través del comercio; todo lo cual se encuentra de forma casi obvia en esas cartas. De atenernos a las páginas de biografía del volumen, solo existiría un solitario héroe protonacionalista llamado Francisco José de Caldas.10

Además de estas ocho cartas, se conserva evidencia indirecta de al menos tres cartas más dirigidas a Caldas, que fueron citadas por uno de sus contactos neogranadinos: el sacerdote botánico Juan María Céspedes.11 En efecto, el Padre Céspedes, en medio de la última de sus múltiples convivencias con Caldas en el curso de más de 20 años de amistad, esta vez mientras era sacerdote en las cercanías de Medellín entre 1814 y 1816 cuando Caldas trabajaba en esa misma comarca para los patriotas en Antioquia, refiere los siguientes extractos de cartas a Caldas fechadas en febrero de 1807, octubre de 1808 y marzo de 1809:

a. Capítulo de carta dirigida de Popayán a Bogotá por el señor Antonio Arboleda12 al célebre Caldas de fecha 6 de febrero de 1807:

Humui y también carne fiambre: "No hemos podido conseguir aun flores de Carne fiambre o Humui con que lo distinguen del otro Carnefiambre, pero tenernos la semilla y hemos sacado almidón muy bueno y hecho arepas que quedan de buen gusto, sacándole un poco del amargo que tiene, mudándole agua antes de cocerlo. Es un árbol bastante corpulento y me aseguran que cada uno dará dos cargos de fruto. Abunda mucho en Poblazón, Novirao, Guambía y demás temperamentos iguales".

b. Otra, de otra carta, dirigida igualmente al mismo Caldas, datada en Popayán a 5 de octubre de 1808, por el doctor Jerónimo Rodríguez13:

Dice que la resina traída del Chocó llamada Sandi es un remedio eficacísimo para destruir los lobanillos, y que él presuponía que podía serlo también para extirpar los cotos; y así excita al dicho Caldas, para que haga repetir en Bogotá experimentos sobre el particular. - Nota: Dicha resina de Sandi es producida por el árbol de Leche que hay en abundancia en mis est ancias de Arracachal y Granadillal.

c. Noticia sacada de una carta dirigida por el señor Francisco Varela14 al señor Francisco José de Caldas, datada en Buga a primero de marzo de 1809:

Dice que la Sal de Burila (de Tuluá,) estaba experimentada como un remedio eficaz para curar los cotos, aplicada a estos entre una taleguita y pasando al mismo tiempo algo de esta sal con saliva.15

Esta noticia sobre los contenidos parciales de tres cartas suplementarias entre más de dos centenares de epístolas manuscritas que debió recibir el payanés, permite plantear una última consideración: ¿dónde están hoy todas las "cartas a Caldas"? Los inventarios de su biblioteca en 1816 dan indicios de su rigurosa capacidad de conservación bibliográfica16, casi podríamos decir bibliofílica, puesto que Caldas era un hombre que buscaba afanosamente fuentes secundarias para su formación autodidacta, tal y como se puede sustentar a partir de varias de sus cartas a corresponsales ilustrados como Antonio Arboleda y Santiago Arroyo.17 Así, se puede postular con alguna certeza que debió conservar sistemáticamente toda la correspondencia recibida. De ello hay constancia en los diferentes reportes epistolares que publicó en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada, en donde, por ejemplo, hizo la relación de la correspondencia recibida de Eloy Valenzuela18 en torno a una controversia sobre una "Descripción de una turma silvestre" que, de acuerdo con Valenzuela, Caldas no había querido publicar en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada. Caldas dijo:

A fines de 1808, dirigí por la primera vez una carta circular impresa al D. D. Eloy Valenzuela, que vio todo el Reyno, y que se dirigía a exhortar a los hombres de letras a que escribiesen, y a que ayudasen con la suscripción al Semanario del Nuevo Reyno de Granada. Con fecha 5 de noviembre de 1808 me dirigió el Dr Valenzuela su primera carta, ofreciéndose subscribir a este periódico, y dándome noticia de un Paspalum para prados artificiales, y la frase específica se la Caña de Otaití, que él llamó Solera. En 15 de enero de 1809 me dirigió otra, acompañada de los rasgos con que comencé el Semanario de este año, y de una libranza de cincuenta pesos que recibí [...].19

Caldas, como se ve, guardaba celosamente su correspondencia. Y si bien no hay, como en el caso de Mutis, constancia de que llevara un archivo copiador de la correspondencia que él mismo remitía,20 en función de lo referido por el Padre Céspedes y por él mismo en su controversia con el Padre Valenzuela, es claro que guardaba las que recibía. Las tres referencias del Padre Céspedes indican que Caldas podría haberle dado acceso a su epistolario en Medellín, en donde eventualmente lo conservaba aún consigo. Después de esta noticia, se pierde absolutamente el rastro de las cartas a Caldas: de un eventual archivo integral de la correspondencia recibida por el payanés. ¿Las conservó su esposa María Manuela Barona? ¿Las heredó luego su hija Juliana Caldas Barona y las llevó a Ibagué donde fallecería en 1881?

Habrá que esperar con paciencia la respuesta a estas preguntas y, con esta, la eventual revelación del paradero final del complemento epistolar faltante, tanto de salida como de llegada, para indagar mejor en la dinámica de la correspondencia de este neogranadino emblemático en el dominio de la ciencia.

1Solo se han publicado a la fecha, de manera explícita y en sus epistolarios, seis (6) cartas dirigidas a Caldas, además de dos respuestas oficiales del virrey Antonio Amar y Borbón en el año 1809. Tres de estas cartas fueron publicadas por Eduardo Posada bajo el título "Cartas a Caldas", en las páginas 317 y 318, y una en el "Apéndice" de su antología Cartas de Caldas (Bogotá: Imprenta Nacional, 1917). La primera, dirigida al payanés en 20 de noviembre de 1806 por Gregorio Gómez, Nicolás del Villar y Coronado y Vicente Romero Campo en representación del Consulado de Cartagena, la segunda en 1809, desde esta misma ciudad, por José Fernández Madrid, y la tercera el 31 de diciembre de 1812 por Antonio Nariño desde Santafé. Eduardo Posada anota que la primera estaba aún inédita y le "fue suministrada [en] copia por el doctor Diego Mendoza [Pérez (1857-1933), abogado, escritor y diplomático boyacense, autor de múltiples obras de referencia, incluyendo la Expedición botánica de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada y memorias inéditas de Francisco José de Caldas (Madrid: Victoriano Suárez, 1909)]"; la segunda había sido ya publicada "en Colombia Ilustrada, número 1° del 2 de abril de 1889"; la tercera, respuesta de Nariño a una carta de Caldas que se conoce solo truncada, había sido publicada con este fragmento "en 1813, en el folleto Manifiesto de la conducta del Gobierno de Cundinamarca", el cual había sido reproducido por Posada y Pedro María Ibáñez en su obra conjunta titulada El Precursor. Documentos sobre la vida pública y privada del general Antonio Nariño (Bogotá: Imprenta Nacional, 1903, pp. 382-383). Además de estas tres cartas, se ha reportado el hallazgo de los contenidos de tres cartas más escritas a Caldas, una firmada en mayo 21 de 1802 por José Celestino Mutis en Santafé, publicada por Guillermo Hernández de Alba en el Archivo epistolar del gaditano (Bogotá: Editorial Kelly, 1968, 174-175), y dos firmadas en Popayán en el año 1808: la primera en febrero 20 por "El Pater", es decir Manuel María Arboleda Arraechea (AGN, Historia, SAA-I.17,4, D.22, folio 372r), y la segunda en junio 5 por Santiago Arroyo (AGN, Asuntos Importantes, SAA-I.2,3, D.9, ff. 75r y ss). Debo el acceso a las fuentes primarias de las dos últimas cartas al historiador Iván Felipe Suárez Lozano, director de la Casa Museo Francisco José de Caldas en Bogotá.

3Los dos epistolarios de finales del siglo XIX fueron citados y analizados críticamente en: Ramírez Martínez, Sandra Milena. Cartas de Francisco José de Caldas a Santiago Arroyo (1795-1803). Escritura epistolar, amistad y ciencia en el Nuevo Reino de Granada de la Ilustración. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2016. Tesis de Maestría en Estudios Culturales dirigida por José Antonio Amaya (acceso digital a esta tesis en: http://www.bdigital.unal.edu.co/54860/77SandraMilenaRam%C3%ADrezM.2016.pdf, pp. 34-45). Esta fuente académica considera adicionalmente, en las pp. 45-66, los epistolarios referidos de 1917 y 1978, tanto como una antología parcial subsiguiente con 47 cartas de Caldas (dirigidas a 12 corresponsales diferentes), publicada por la historiadora francesa Jeanne Chenu con el subtítulo de "Cartas de Francisco José de Caldas. Selección" en su obra titulada Francisco José de Caldas. Un peregrino de las ciencias. Madrid: Historia 16, 1992, pp. 63-260.

4Silva, Renán. Cartas de Caldas [Francisco José] ilustradas (2016). Co-herencia 14 (27): 293-300, p. 295.

5Para una revisión de la producción científica de Caldas en el curso de su vida, véanse el Suplemento al volumen 42 de la Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (https://raccefyn.co/index.php/raccefyn/issue/view/30) y la obra en varios volúmenes titulada Caldasiana neogranadina (en preparación por el autor).

6Las epístolas a Caldas que fueron transcritas y publicadas en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada inician formalmente, en el cuerpo principal de esta publicación, en el número 8 de febrero 21 de 1808 con la "Carta dirigida a don Francisco José de Caldas" firmada por Diego Martín Tanco (17491812), quien le criticó algunas expresiones de su "Estado de la Geografía del Vireynato de Santafé de Bogotá", lo cual dio lugar a la respuesta de Caldas con su memoria "Del influjo del clima sobre los seres organizados". Hay, sin embargo, evidencia de cartas previas, como la que Caldas había recibido de José Manuel Restrepo (1781-1863), o la que recibió de Manuel Caycedo y Tenorio (1737-1808) ambas citadas a pie de página en el número 4 del 24 de enero de 1808. En total, y solo considerando las cartas transcritas más o menos de manera integral, y que llevan el descriptor "carta" en su título, se puede estimar más de una docena de cartas a Caldas en este repositorio. No se ha incluido en este cálculo un importante número de textos que se podrían considerar también "cartas a Caldas", a la manera de las Philosophical transactions y otras fuentes académicas que reúnen típicamente cartas científicas al editor. En este sentido, la mayoría de los trabajos publicados por Caldas en el Semanario del Nuevo Reyno de Granada podrían incluirse en la categoría de cartas, o correspondencia científica, que es el sustrato usual (hasta la fecha) de las revistas científicas. Para revisar las cartas a Caldas publicadas en su semanario en el periodo 1808-1810, véanse: http://bibliotecanacional.gov.co/content/conservacion?idFichero=132637 y https://web.archive.org/web/20120817200739/http://www.bibliotecanacional.gov.co/

7Santiago Pérez de Arroyo y Valencia (1775-1845). Nació y murió en Popayán. Su nombre original era Jacobo Inocencio María, aunque se conoció simplemente por Santiago Arroyo>. Adelantó estudios en Popayán que culminó en Bogotá en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Obtuvo luego los grados de bachiller, licenciado y doctor en cánones en la Universidad de Santo Tomás. Vicerrector del Rosario en 1804. Bajo la República fue, en su ciudad, natal juez, letrado de hacienda, diputado, presidente de la Cámara Provincial, encargado del mando en el Departamento y miembro del Congreso Nacional. Hizo observaciones meteorológicas y escribió obras didácticas y una historia de Popayán durante la guerra de independencia. Casó en 1807 con María Teresa, hija de Marcelino Mosquera y María Josefa Hurtado, quien murió en operación cesárea. Casó de nuevo con Juana Francisca Hurtado, hermana de su suegra. Para más información sobre la vida y obra de Santiago Arroyo y su correspondencia con Francisco José de Caldas, véase: Sandra Milena Ramírez Martínez. Cartas de Francisco José de Caldas a Santiago Arroyo (1795-1803). Escritura epistolar, amistad y ciencia en el Nuevo Reino de Granada de la Ilustración. Tesis de Maestría, Universidad Nacional de Colombia, 2016, 229 p.

8José Celestino Mutis y Bossio (1732-1808), médico y botánico español que se radicó en el Nuevo Reino de Granada desde 1760 hasta su muerte en 1808. Director de la Real Expedición Botánica al Nuevo Reino de Granada. Para información complementaria sobre el arribo de este gaditano a la actual Colombia, véase Bernal Villegas, Jaime y Alberto Gómez Gutiérrez. A impulsos de una rara resolución. El viaje de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada: 1760-1763. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana - Universidad del Rosario, 2010.

9Antonio Arboleda Arraechea (1770-1825), primo de Francisco José de Caldas Tenorio por la línea de su madre Vicenta Tenorio Arboleda, versado en matemáticas y ciencias naturales. Caldas lo definió en su Ensayo de una memoria sobre un nuevo método de medir las montañas por medio del termómetro y el agua hirviendo, seguida de un apéndice (1802) como "jóven de luzes, i amante de los conocimientos".

10Silva (2017, 294-295).

11Juan María Céspedes Vivas (1776-1848), sacerdote neogranadino nacido en Tuluá, en el valle del río Cauca, formado en la Universidad Santo Tomás de Aquino en Santafé y ordenado en 1805. Asistió en las parroquias de Caloto, Sátiva, Yotoco, Charalá, Guaduas y Belén, esta última en los alrededores de Medellín entre 1814 y 1816. Fue capellán de los ejércitos patriotas. Al ser capturado por los realistas, logró huir y salvar su vida. Colaboró con Caldas en sus estudios botánicos principalmente, disciplina en la que fue autodidacta desde sus tiempos en Caloto. Después de la Independencia hizo varios viajes de prospección vegetal y, en 1823, llegó a ser catedrático de Botánica en la Universidad Central en Bogotá, en donde compartió sus intereses botánicos con Francisco Javier Matís (17741851), su catedrático sustituto y uno de los pocos sobrevivientes de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Autor de un Tratado de botánica médica neogranadina que permanece inédito en el Fondo Mosquera del Archivo Central del Cauca en Popayán, fue miembro de la sociedad Linneana de París, de la Sociedad Linneana de New York, y de la Sociedad de Horticultura de los Estados Unidos, con las usuales interacciones y remisiones de nuevas especies de plantas a esos países. Fue secretario del Arzobispado y canónigo Penitenciario en 1842 en Bogotá. Estableció en Bogotá un jardín botánico. Murió en Guasca el 20 de enero de 1848. Para mayor información sobre la vida y obra de este sacerdote botánico, véanse Patiño, Víctor Manuel. Bocetos biográficos de Juan María Céspedes. Cali: Imprenta departamental, 1967-1968; Hernández de Alba, Guillermo. Un botánico olvidado del siglo XIX: Juan María Céspedes. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales 1986; XVI (60): 91-98; Andrade González, Gerardo. Juan María Céspedes y su época. Bogotá: Editorial Kelly, 1989.

12Antonio Arboleda Arraechea, citado.

13Solo he tenido a acceso a una referencia a un homónimo de este corresponsal, eventualmente él mismo: "Rodríguez, Jerónimo. Enviado preso de Pasto a Quito en 1814, por sus servicios a la República", en Arboleda, Gustavo. Diccionario biográfico y genealógico del antiguo departamento del Cauca. Bogotá: Librería Horizontes, 1962, p. 390.

14Al intentar precisar la identidad de Francisco Varela, aparece un homónimo bugueño en la obra de Miguel Wenceslao Quintero Guzmán en tres tomos titulada Linajes del Cauca Grande. Fuentes para la historia (Bogotá: Universidad de los Andes, 2006). Se trata de Francisco Varela Armilla (n. 1768-1834), hijo de Domingo Varela Domínguez y María Ignacia Almilla Gutiérrez, y descendiente del capitán Nicolás Varela Jaramillo, nacido allí mismo en 1721 y tronco de esta familia en Buga. Francisco Varela Armilla estudió en el seminario de Popayán en las mismas fechas que Caldas, y luego pasó Santafé, en donde presentó informaciones en 1783 en el Real Colegio Mayor y Seminario de San Bartolomé. Al recibir su grado en leyes regresó a su ciudad natal, donde llegó a ser procurador general en 1795 y alcalde ordinario en 1797. Casó en noviembre de 1795 en Buga con María Tomasa de la Quintana y Escobar, y con ella formó un hogar de 12 hijos nacidos todos en esa misma villa entre 1796 y 1815 (Ibidem, I, 510-512).

15Citado en Andrade González (1989, 36). Las fuentes primarias de estas referencias se reportan al Archivo Central del Cauca, Sala Mosquera, Fondo Arzobispo Mosquera, Documentos de Juan María Céspedes.

16Este inventario ha sido transcrito completo en cuatro fuentes de referencia: Papel Periódico Ilustrado de Alberto Urdaneta (Bogotá: Imprenta de Silvestre y Compañía, 1881, I, 392); Cartas de Caldas publicadas por Eduardo Posada (Bogotá: Imprenta Nacional, 1917, 449-453); Historia documental de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada después de la muerte de su director don José Celestino Mutis, 1808-1952 de Guillermo Hernández de Alba (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1986, 306-308); Nueva Aproximación a Francisco José de Caldas. Episodios de su vida y de su actividad científica de Santiago Díaz-Piedrahita (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1997, 249-253).

17Para un análisis de la formación autodidacta de Caldas, véase Silva, Renán. Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación. Medellín: Eafit-Banco de la República, 2002, pp. 155-211.

18Juan Eloy Valenzuela Mantilla (1756-1834), sacerdote botánico, vinculado a la Real Expedición Botánica dirigida formalmente por José Celestino Mutis a partir de 1783.

19Caldas, Francisco José. Contestación a un folleto que el D. D. Eloy Valenzuela ha lanzado contra el honor y pureza del Editor del Semanario. Semanario del Nuevo Reyno de Granada 1810; 6: 18-40, pp. 28-29. En: https://web.archive.org/web/20120818151559/http://www.bibliotecanacional.gov.co//recursos_user/digitalizados/fpineda_6_pza6.pdf.

20Se ha registrado hasta la fecha solo una (1) carta de Mutis a Caldas en el archivo copiador del primero, a pesar de conservarse en este más de 430 cartas dirigidas por el gaditano a 102 corresponsales diferentes -véase Hernández de Alba. Guillermo (comp.) Archivo epistolar del sabio naturalista don José Celestino Mutis. Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1968, tomos I y II-, así como el registro de 32 cartas de Caldas a Mutis -véase Bateman, Alfredo y Jorge Arias de Greiff (comp.). Cartas de Caldas. Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1978-.

Citación: Gómez-Gutiérrez A. Cartas a Caldas. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 44(173):1174-1181, octubre-diciembre de 2020. doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1353

Editor: Elizabeth Castañeda

2Profesor Titular, Instituto de Genética Humana, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia.

Recibido: 24 de Agosto de 2020; Aprobado: 24 de Septiembre de 2020; Publicado: 05 de Diciembre de 2020

*Correspondencia: Alberto Gómez-Gutiérrez; agomez@javeriana.edu.co

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