Con este emotivo escrito quiero honrar y recordar al profesor Germán Domingo Amat García, biólogo y magíster en Biología, una persona discreta, estudiosa y de destacada labor en la docencia, la investigación y la extensión universitaria.

Quiero referirme a este gran hombre como amigo, compañero, colega, sobresaliente científico estudioso de los insectos, historiador y excelente profesor, que brilló por sus realizaciones personales y académicas, actividades que lo posicionaron como un reconocido investigador en el contexto nacional e internacional de la entomología.

Es importante resaltar la calidad y el impacto de sus contribuciones al conocimiento de los coleópteros de Colombia, sobre todo su taxonomía y ecología, y la distribución de la familia Passalidae, cuyos ejemplares son muy diversos y llamativos. Estudió a este grupo de coleópteros con pasión durante la mayor parte de su vida tal como se evidencia en la mayoría de su producción científica, reflejada en 125 publicaciones entre libros, artículos y notas divulgativas que vieron la luz para beneficio de sus colegas, sus estudiantes de pregrado y maestría y todo aquel que abordara con interés el estudio de estos organismos.

El privilegio de conocer a Germán Amat es de larga data, pero en los últimos años coincidimos en un interés común: el estudio y las anotaciones en torno al pensamiento naturalístico en nuestro país, su origen y su desarrollo y, en especial, sus exponentes desde la colonia hasta nuestros días. Reflexionamos largamente sobre cómo preparar y divulgar escritos dedicados a los "Protagonistas de la biodiversidad en Colombia", a lo largo de una línea de tiempo coherente y crítica, fácil de entender, para conocer y acreditar a todos aquellos que tuvieron un papel fundamental en la vida científica de la nación y de la Universidad Nacional, particularmente del Instituto de Ciencias Naturales. En esa búsqueda constante encontramos caminos que nos condujeron de una fuente a otra de la literatura especializada y nos permitieron descubrir otros libros y autores llenos de sorpresas por la forma provocadora de abordar este tópico. Ello nos permitió desempolvar ese pasado y compartirlo con el público interesado en la historia de la ciencia en Colombia, develando personajes y vivencias desconocidas sobre ellos.

Germán deja un legado muy grande a todos aquellos a quienes formó. Compartía su tiempo y sus experiencias de vida siempre que nos acercábamos a su oficina o a la colección de entomología de la que fue curador. Era un tremendo incentivo hablar con él, pues como buen maestro, comunicaba su saber y sus vivencias con emoción y alegría. Por ello vivirá en los corazones de sus alumnos.

Con su prematura partida, la academia sufre un duro golpe, difícil de superar en el corto plazo. En memoria de este hombre afable, de generoso corazón, y conversación polifacética, vale la pena recordar no solo sus historias sobre lugares de la geografía nacional a los que amó inmensamente, como los morichales, sino expresar el afecto de quienes tuvimos el privilegio de ser amigos suyos.

Germán era un buen hombre, optimista, educado, juicioso, rigoroso en su quehacer científico, de buen humor y excelentes modales, un deportista con una gran energía que, además, disfrutaba de la buena música, otra de sus pasiones. Su recuerdo nos acompañará siempre y su ejemplo será un constante estímulo para perseverar en la causa de la investigación científica.

Con gran tristeza asumimos la partida de un colega y amigo. Merecía vivir una larga vida porque la amaba y disfrutaba su trabajo intensamente. Seguirá siendo un ejemplo digno de imitar como modelo de académico cabal.