SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.46 número181Las humanidades, las ciencias sociales y el arte en la formación de los científicosCatálogo de los hongos de Colombia índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

versión impresa ISSN 0370-3908

Rev. acad. colomb. cienc. exact. fis. nat. vol.46 no.181 Bogotá oct./dic. 2022  Epub 19-Sep-2023

https://doi.org/10.18257/raccefyn.1832 

Opinión

Consideraciones sobre la crisis pesquera mundial

Considerations on the global fisheries crisis

Arturo Acero P.1 

1 Instituto para el Estudio de las Ciencias del Mar, Cecimar Universidad Nacional de Colombia sede Caribe El Rodadero, Santa Marta, Colombia

Contribución No 554 del Cecimar, Universidad Nacional de Colombia, Caribe,


La especie Homo sapiens se ha encargado de convertirse en la principal amenaza para sí misma. La humanidad está presa de una sicosis suicida y consume voraz e irreflexivamente los recursos naturales del planeta. La lista de amenazas parece interminable y su sinergia está fuera de control: el cambio climático y su hermano siamés, es decir, la destrucción y desertificación de los ambientes naturales, la sobrepoblación asociada a epidemias, la inequidad, la creciente destrucción ambiental y las guerras, incluidas las nucleares, y el terrorismo. Dicen que se necesitan 1,5 Tierras para poder mantener este ritmo autodestructivo; en pocas palabras, estamos adportas de la hecatombe.

Y el océano, el verdadero pulmón e hígado del planeta, está sometido a un intenso y constante bombardeo. Se pueden citar fenómenos como la creciente contaminación y acidificación, la destrucción directa e indirecta del hábitat, las especies invasoras y, por supuesto, la sobrepesca. No hay que olvidar que la pesca es una actividad económica y de supervivencia, cuyas raíces se hallan hondamente afincadas en los orígenes de la humanidad. Su filosofía sigue siendo la de los cazadores paleolíticos: extraer del medio natural la proteína animal sin reposición; el arpón y la red son prácticamente los mismos artefactos inventados hace unos 90.000 años el primero y 24.000 años la segunda.

Sin embargo, esa actividad atávica sostiene hoy a 500 millones de seres humanos, es decir más del 6 % de la población global. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) informa que el volumen de la pesca mundial es de unos 80 millones de toneladas al año, pero, en todo caso, siempre menos de 100 (FAO, 2022); se mencionan, asimismo, cifras de hasta 170 x 106 toneladas cuando se incluye la producción de la acuacultura. Además, no se puede menospreciar la pesca no autorizada, ilegal y antirreglamentaria, que perjudica claramente a los países pobres, escenario normal de las actividades piratas, y que se estima en 20 % del total global, con pérdidas económicas por encima de los 25 mil millones de dólares por año (Myers et al., 2022).

La extracción sistemática de peces es una actividad sin freno. Existen grupos enteros de seres marinos, depredadores tope en las redes alimentarias, que son objeto de una persecución inmisericorde; se destacan los elasmobranquios, en particular los tiburones, acosados sin cuartel porque una porción minoritaria de los humanos consideran que con sus aletas se prepara el mejor y más estimulante de los cocidos (Acero & Polanco, 2017; El Tiempo, 2022). En el mar, paradójicamente, los animales más apetecidos suelen ser depredadores, al contrario de lo que ocurre en tierra firme. De ese modo, son objetivos pesqueros reconocidos el bacalao del Atlántico Norte (Gadus morhua) y el atún azul (Thunnus thynnus), aunque tampoco se desdeñan los Clupeiformes (sardinas y anchoas), comedores de plancton capturados porque sus enormes biomasas garantizan volúmenes de millones de toneladas. Por ejemplo, a mediados de la década de los años sesenta del pasado siglo, Perú alcanzó a pescar más de 15 millones de toneladas al año de una sola especie, la anchoveta del Perú (Engraulis ringens), cuya talla promedio es de unos 14 cm. En este caso, el producto de la pesca no está destinado al uso directo del hombre sino a convertirse en harina de pescado para abonar campos y hacer concentrados para animales. Resumiendo, la situación mundial de la pesca no es la mejor: la FAO (2022) registra que 60 % de los stocks se encuentran explotados al máximo nivel posible y otro 34 % ya sobrepasó los topes sostenibles, y las estimaciones más conservadoras sitúan en la mitad del siglo XXI el momento en que la mayoría de los stocks pescables colapsarán.

Nueve países atrapan el 54 % de la pesca mundial y solo China, Indonesia y Perú hacen el 30 % de las capturas. El caso de China merece particular atención, pues en unas tres décadas casi cuadruplicó los volúmenes registrados ante la FAO, de modo que desde comienzos de este siglo sus capturas anuales se aproximan o sobrepasan ampliamente los 12 millones de toneladas, es decir siempre por encima del 15 % mundial. Esta situación ha puesto en alerta a la comunidad internacional. Se conoce que el gigante asiático tiene hasta tres mil embarcaciones pesqueras diseminadas por los siete mares y utiliza enormes navíos nodrizas que aprovisionan a los pesqueros, mucho más pequeños, y almacenan el producto. Un carguero refrigerado de bandera china puede tener 14.000 m3 de espacio donde caben miles de toneladas de frutos del mar.

Utilizando tecnología satelital se rastreó la actividad de uno de esos colosos transoceánicos. Un buque determinado tuvo contacto con 70 barcos pequeños en un año. Partiendo de un puerto en su país, la gigantesca embarcación se dirige frecuentemente hacia el costado occidental del subcontinente suramericano. En las aguas frías y ricas al sur del ecuador, las flotas chinas persiguen principalmente al calamar volador gigante, Dosidicus gigas. El carguero en mención comienza en agosto sus actividades cerca de las Galápagos, sigue hacia el Perú un mes más tarde y regresa a su base a descargar las toneladas de cefalópodo proveniente del Pacífico suramericano. En diciembre emprende nuevamente su labor, esta vez hacia el occidente, y en enero ya está ubicado en la inmensa plataforma argentina para apoyar la labor de las embarcaciones pescadoras pequeñas (Welch et al., 2022) que persiguen, en este caso, al calamar argentino aleticorto, Illex argentinus. De este modo, las capturas de calamares de aguas profundas se aproximan a 3 x 105 toneladas, lo que representa un aumento vertiginoso en 30 años.

Quizá como forma de unirse a la onda del decrecimiento, podría agradecerse que mares netamente tropicales como los colombianos se distingan, no por las abundancias pletóricas de unas pocas especies, sino por su exuberante biodiversidad. De modo que es afortunado que esas gigantes flotillas asiáticas no frecuenten tan continuamente las aguas nacionales. Sin embargo, los colombianos no han necesitado hasta ahora el apoyo directo de ninguna potencia mundial; apelando a toda clase de métodos pesqueros legales e ilegales y en aras de un agresivo e incontrolado desarrollo, hemos logrado llevar buena parte de los recursos marinos renovables más valiosos hasta la extinción comercial. Hoy en día es casi imposible encontrar en los arrecifes nacionales, incluso en los presuntamente protegidos, peces depredadores como pargos (Lutjanidae) y meros (Serranidae) (Chasqui et al., 2017), o invertebrados valorados económicamente como langostas y caracoles. Ya no existen los bancos de ostras de la Ciénaga Grande de Santa Marta, ni es posible consumir un pescado popular como la tradicional mojarra rayada (Eugerres plumieri), pues es escasa y sus precios son prohibitivos. Y mejor ni pensar en la realidad del sistema Magdalena-Cauca; desde hace varias décadas se escucha a los funcionarios del renglón pesquero argumentando que la producción acuícola del sistema no ha disminuido, ¡la acuacultura de la exótica tilapia (Oreochromis niloticus) ha reemplazado sin problemas a las depauperadas capturas pesqueras!

Aquella frase lapidaria de que Colombia vive de espaldas al mar se aproxima demasiado, desgraciadamente, a la verdad. En 40 años la pesca y las actividades relacionadas han sido administradas por distintas entidades oficiales: el Inderena, el INPA, el ICA (¡!) y últimamente la AUNAP. Además, se trabaja en un universo absurdo por lo irreal, pues una oficina adscrita a un ministerio maneja los recursos pesqueros, mientras que aquellos seres acuáticos que no se pescan, denominados hidrobiológicos, están bajo la administración de otro ministerio. El enorme inconveniente de ese esquema es que los animales acuáticos que los humanos quisiéramos ver en nuestras mesas se alimentan y son presas de otros seres que no le interesan al consumidor, por ende, se hace imposible conocer, entender y menos conservar los recursos apetecidos si se estudian aislados del ambiente en el que viven. Este es un llamado a que se apoye decididamente la investigación científica de los recursos marinos y dulceacuícolas colombianos desde un punto de vista ecosistémico como único camino para que se preserven en el tiempo.

Fig 1 Estimated total fishing vessel activity and the fraction of this activity obscured by suspected disabling events in areas with sufficient satellite reception quality (>10 positions/ day). Areas with the highest fishing vessel activity and the highest fraction of activity obscured by disabling occur in three regions of IUU concern: near Argentina and West Africa and in the Northwest Pacific (black boxes). In contrast, fisheries in waters near Alaska, USA are some of the most intensively managed in the world. 

Referencias

Acero P, A., Polanco F, A. (2017). Biodiversidad íctica de los mares colombianos: riqueza amenazada. Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 41(159), 200-212. https://doi.org/10.18257/raccefyn.480Links ]

Chasqui-Velasco, L., Polanco F, A., Acero P, A., Mejía-Falla, P.A., Navia, A., Zapata, L.A., Caldas, J.P. (Eds.) (2017). Libro Rojo de Peces Marinos de Colombia. Invernar, Santa Marta. 552 p. [ Links ]

El Tiempo. (2022). Incautan en Chocó una tonelada de tiburones mutilados. El Tiempo, 28 de noviembre, 2022. [ Links ]

FAO. (2022). The State of World Fisheries and Aquaculture 2022. Towards Blue Transformation. FAO, Roma. https://doi.org/10.4060/cc0461enLinks ]

Myers, S.L., Chang, A., Watkins, D., Fu, C. (2022). China tiene un gran apetito por la reserva global de pescado. New York Times, 13 de octubre, 2022. [ Links ]

Welch, H., Clavelle, T., White, T.D., Cimino, M.A., Van Osdel, J., Hochberg. T., Kroodsma, D., Hazen, E.L. (2022). Hot spots of unseen fishing vessels. Science Advances 8, eabq2109. https://www.science.org/doi/10.1126/sciadv.abq2109Links ]

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons