SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.44 número2EL REBUSQUE, UNA ESTRATEGIA DE INTEGRACIÓN SOCIAL DE LOS MIGRANTES COLOMBIANOS EN FRANCIADEFENDIENDO TERRITORIOS DESDE EL EXILIO: DESPLAZAMIENTO Y RECONSTRUCCIÓN EN COLOMBIA CONTEMPORÁNEA índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Revista Colombiana de Antropología

versión impresa ISSN 0486-6525

Rev. colomb. antropol. vol.44 no.2 Bogotá jul./dic. 2008

 

NIÑAS Y NIÑOS COLOMBIANOS EN LOS ESTADOS UNIDOS. AGENCIA, IDENTIDADES Y CAMBIOS CULTURALES ALREDEDOR DE LA COMIDA

COLOMBIAN BOYS AND GIRLS IN THE US. AGENCY, IDENTITIES AND CULTURAL CHANGES AROUND FOOD

 

MARÍA CLAUDIA DUQUE PÁRAMO
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA, BOGOTÁ
mcduque@javeriana.edu.co.

Fecha de recepción: 26 de marzo de 2008. Fecha de aceptación: 19 de agosto de 2008.


Resumen

Con base en un estudio participativo y etnográfico realizado durante 2003 y 2004 en Tampa (Florida) con niñas y niños colombianos entre siete y los doce años se explora la relación entre migración, niñez, agencia, alimentación y cultura. La idea central es que los niños migrantes son agentes y actores que construyen identidades que se expresan en sus prácticas y gustos alimentarios. A la manera de un fenómeno de creolización, los inmigrantes mezclan elementos culturales de la región de origen en Colombia con elementos del nuevo contexto en los Estados Unidos, produciendo nuevos y diferentes significados y símbolos culturales. Se resalta la importancia de hacer estudios de corte antropológico que permitan reconocer las sutilezas de las experiencias de los inmigrantes, así como reconocer y valorar a los niños como agentes que construyen culturas e identidades.

Palabras clave:migración, antropología de la infancia, alimentación, creolización.


Abstract

Based on a participatory ethnographic study, conducted between 2003 and 2004 in Tampa, Florida, with Colombian boys and girls ages 7 to 12 years old, this article explores the relationship among migration, childhood, agency, food and culture. The main idea is that children are agents and actors building identities that are expressed in their food practices and preferences. Like in a creolization phenomenon, immigrants mix cultural elements from their original region in Colombia with those encountered in the US context, producing new and different cultural meanings and symbols. I highlight the importance of developing anthropological studies that enable us to recognize the subtleties of the experiences of the immigrants, as well as recognize and value children as agents building cultures and identities.

Key words: migration, anthropology of children, food, creolization.


INTRODUCCIÓN

Además del cambio geográfico, los movimientos migratorios conllevan transformaciones y reelaboraciones de sentido en las vidas de los migrantes, sean estos niños o adultos, así como en las comunidades y sociedades de origen y destino. En este artículo1 me propongo explorar algunas de esas transformaciones culturales, analizando la experiencia migratoria de algunas niñas y niños colombianos mediante una investigación realizada en la ciudad de Tampa (Estados Unidos) durante 2003 y 2004.

En el último siglo, diversos movimientos migratorios internos y externos han marcado y definido transformaciones sociales e influido en las identidades de los colombianos. Fenómenos como la rápida urbanización desde finales de la década de 1930 invirtieron completamente la relación de la población urbana-rural. Mientras en 1938 el 70% de la población vivía en zonas rurales, el censo de 2005 reportó 75% de población urbana. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), la migración internacional ha aumentado desde la década de 1960 y con mayor velocidad en la última década. El principal destino internacional de los emigrantes colombianos es Estados Unidos (35,4%) seguido por España (23,3%) y Venezuela (18,5%).

Actores tan diversos como periodistas, madres, padres, profesionales de la salud y científicos sociales reconocen que la vida en los Estados Unidos y los procesos de aculturación que la acompañan son factores determinantes en la mayor incidencia de obesidad en las niñas y los niños provenientes de países de habla hispana (Crawford et al., 2001; Himmelgreen, 2002). Desde una perspectiva biocultural2, allí y en otras partes del mundo se ha documentado que la obesidad es un fenómeno determinado por factores tales como la modernización, las fuerzas evolutivas (Brown y Konner, 2000; Eaton y Konner, 2000; Gladwell, 2000; Pelto y Pelto, 2000) y por "variables socioeconómicas, incluyendo el acceso a la comida, la genética y la exposición a las enfermedades" (Ritenbaugh, 1991: 174). Aunque la prevalencia de la obesidad infantil en los Estados Unidos ha aumentado progresivamente desde la década de 1960 (Crawford et al., 2001), es un fenómeno que varía con factores tales como la edad, el género, la etnia o el estrato socioeconómico. Como tendencia general, la obesidad es más frecuente en niños de origen afroamericano y latino, y en las niñas que en los niños (Crawford et al., 2001; Fitzgibbon et al., 2002).

A pesar de que los niños inmigrantes son el grupo infantil de mayor crecimiento en los Estados Unidos, muy poco se conoce acerca de sus propias experiencias (Hernandez y Charney, 1998; Portes, 1994; Rumbaut, 1994). Diversos investigadores reconocen la importancia de estudiar y entender los cambios culturales de los niños inmigrantes y sus familias, y los procesos de transición de su comunidad de origen a la nueva vida en los Estados Unidos (Foner, 1997; Rumbaut y Portes, 2001; Suárez-Orozco y Suárez-Orozco, 2001). En el contexto de la antropología aplicada, conocer y comprender las experiencias y las voces de los niños permitirá, de una parte, proponer políticas que respondan a la realidad que están viviendo, y, de otra, diseñar programas de atención y educación nutricional que respondan a sus particularidades culturales y no a estereotipos étnicos como es común en los programas de salud pública en Colombia y en los Estados Unidos. En este contexto, dos preguntas centrales orientaron el estudio y el trabajo de campo: ¿cómo se están adaptando a la vida en los Estados Unidos las niñas y los niños colombianos? Y, ¿cómo simboliza o representa la comida los cambios culturales que están experimentando?

Siguiendo la tradición del interaccionismo simbólico, entiendo la cultura como símbolos y significados compartidos que los seres humanos aprendemos y construimos como resultado de las interacciones y los procesos de socialización en los que somos agentes, en tanto: "el individuo aprende no sólo el significado de los objetos, sino que también le da significado a los objetos como un participante activo en su propia socialización. Es decir, el actor es un productor de cultura y no un simple recipiente de la cultura" (Musolf, 2003: 104). Planteo entonces que las niñas y los niños no son sujetos pasivos y dependientes en los procesos de socialización, sino que al igual que los adultos son agentes y actores que aprenden, aportan significados y construcciones culturales. Es decir, tienen la capacidad de construir e influir sobre su propia realidad (Sandstrom y Fine, 2003: 1044).

Desde diferentes perspectivas, los inmigrantes y los niños han sido vistos ya sea como sujetos dependientes de las fuerzas económicas externas que determinan sus movimientos, o como sujetos con capacidad de agencia3. Con base en estudios realizados con familias inmigrantes en los Estados Unidos, Nancy Foner (1997) propone a la familia de inmigrantes como un espacio en el que sus miembros, en el contexto de las fuerzas externas sociales y económicas nacionales e internacionales, en un juego dinámico producen activa y creativamente nuevos significados y patrones culturales con base en las influencias y los patrones del país de origen y las comunidades receptoras en el país de destino. Foner señala que los inmigrantes no se están asimilando plenamente, sino que a la manera de un fenómeno de creolización, mezclan activamente elementos culturales del origen, con los que encuentran en el nuevo contexto. La evidencia del trabajo de campo me llevó a proponer que las niñas y los niños colombianos en los Estados Unidos actualmente siguen el proceso de creolización propuesto por Foner.

A continuación planteo un análisis crítico de la literatura sobre migraciones y niñez en el contexto estadounidense; luego describo los elementos conceptuales-metodológicos que orientaron el trabajo de campo y finalmente utilizo algunos de los conceptos propuestos por Foner y por la teoría de asimilación segmentada para analizar los cambios alrededor de la comida y la experiencia migratoria de algunas niñas y niños colombianos en los Estados Unidos.

ANTROPOLOGÍA Y MIGRACIONES

Una mirada a la literatura antropológica de la primera mitad del siglo veinte permite reconocer vacíos en relación con el escaso papel que se asignaba a los movimientos migratorios como factores determinantes de las culturas o de las estructuras sociales de las comunidades estudiadas. Llama la atención que los efectos de los fenómenos migratorios, o la migración en sí misma, poco se tuvieran en cuenta en los estudios etnográficos tradicionales de las comunidades ya sea en el ámbito nacional o internacional. La literatura colombiana sobre migraciones internacionales recientes presenta también énfasis en aspectos demográficos y económicos, y poco interés en la experiencia de los actores sociales.

Hablando del desconocimiento que antropólogos estadounidenses como Mead tuvieron sobre los fenómenos migratorios y sus efectos sobre las estructuras sociales de las comunidades estudiadas etnográficamente, Brettell (2000: 97) propone como explicación lo que Malkki ha denominado un "sesgo sedentarista". Y sugiere que la migración no encajaba con la idea estática y atemporal que se tenía de la cultura (Brettell, 2003: ix). Estos factores condicionaron una llegada relativamente tardía de la antropología al estudio de la migración como un fenómeno político, económico y cultural. El escaso interés inicial ha sido compensado desde finales de las décadas de 1950 y 1960. Aunque inicialmente el énfasis estuvo en la migración rural-urbana, en las últimas dos décadas los estudios se han ampliado hacia las migraciones internacionales. Estos intereses han definido tendencias en el estudio de los dos extremos del proceso migratorio: las comunidades de origen y las de destino. Con el uso de métodos etnográficos para comprender las experiencias de los inmigrantes en los contextos de origen y de destino, los antropólogos han contribuido con nuevas preguntas, modelos y categorías de análisis al estudio de los fenómenos migratorios recientes. La pregunta central ha sido: ¿cómo afecta la migración el cambio cultural y la identidad étnica? (Brettell, 2000).

Brettell (2000,) plantea tres niveles de aproximación al estudio de la migración: los niveles micro y meso social que comprenden al individuo, la familia y las redes sociales, y el nivel macrosocial que incluye el estado y los espacios internacionales.

Estos últimos se han enfocado en los flujos migratorios y en el análisis de cómo las políticas, los programas de desarrollo y el balance de pagos fomentan o limitan esos movimientos poblacionales. Para explicar las razones que motivan la migración se han utilizado modelos diversos como la teoría de la dependencia o el marco de la economía política. Sin embargo, el trabajo etnográfico con los migrantes ha proporcionado argumentos para afirmar que las razones económicas no son las únicas ni las determinantes y que el proceso de toma de decisiones al migrar es mucho más sutil y complejo de lo que afirman las teorías de corte económico: la migración es un fenómeno que se define y redefine continuamente de acuerdo con los contextos sociales, personales y culturales propios de los migrantes. En relación con los niveles micro y meso, Brettell concluye que podemos dar una mirada a la sutileza de las experiencias, escuchando las voces de los migrantes, escuchando cómo cuentan sus historias y los significados que asignan a sus propias acciones. Es decir, si en el nivel local asumimos a los migrantes como agentes y buscamos comprender las experiencias personales del sujeto sociocultural en los contextos locales, escuchando sus voces e historias, analizando conjuntamente con ellos sus ideas, sentimientos, productos materiales y representaciones.

LOS NIÑOS: ACTORES Y AGENTES

Si bien la antropología tiene una tradición importante de valoración del sujeto social como agente y actor que construye cultura, al igual que otras disciplinas tiende a concebir al niño desde una posición proteccionista como alguien subordinado y dependiente de los adultos. En los estudios etnográficos nunca o rara vez las niñas y los niños participan como informantes claves para comprender la cultura de los grupos estudiados. Como tendencia general, los estudios son "sobre" y no "con" los niños, quienes poco se tienen en cuenta como informantes confiables y se asumen como sujetos pasivos de la cultura y dependientes en los procesos de enculturación (Friedl, 2002; Hardman, 2001; Hirschfeld, 2002). En relación con la socialización en salud y enfermedad, Korbin y Zahorik se quejaban hace dos décadas de la poca atención que se ha dado a la perspectiva emic de los niños:

    La perspectiva del niño, el mundo 'emic'de la infancia, ha sido virtualmente abandonado en la antropología médica y en general en la literatura sobre socialización. A pesar de las palabras de Malinowski que se citan con frecuencia sobre que el ímpetu del trabajo antropológico se encuentra en "(…) asir el punto de vista del nativo (…) para comprender su visión de su mundo", los niños son ignorados muy rápidamente como informantes. Ellos son [considerados] miembros inmaduros de sus sociedades con acceso limitado a los recursos y conocimiento y experiencias limitadas (Korbin y Zahorik, 1985).

Los niños y las niñas son actores centrales en fenómenos tradicionalmente estudiados por los antropólogos como el parentesco y la organización social. A medida que se han construido teorías sobre la agencia y se han realizado estudios desde el feminismo, que dan voz a las mujeres y a otros sujetos tradicionalmente considerados subordinados, han aumentado el número e importancia de las investigaciones sobre las perspectivas infantiles. Diversos antropólogos que realizamos investigaciones centradas en la niñez, incluyendo a los bebés y los recién nacidos, afirmamos que estos son actores sociales que de manera activa están definiendo sus vidas y las de las personas a su alrededor, así como esas otras personas definen las de los niños (Gottlieb, 2002; Hardman, 2001; Hirschfeld, 2002; Toren, 1993, 2001, 2002). Si bien los bebés utilizan algunas formas de comunicación que nos pueden parecer exóticas, ellos también "son parte de un sistema cibernético en el que la identidad es definida como parte constitutiva de la sociedad" (Gottlieb, 2000). Cristina Toren y Lawrence Hirschfeld, quienes han trabajado con niños en varios contextos, afirman que para entender la cultura es crucial conocer la arquitectura cognitiva de los niños y sus mecanismos de aprendizaje especializados, puesto que sin la arquitectura singular de las mentes de los niños sería imposible que existiera cultura (Hirschfeld, 2002).

Investigaciones con participación activa de niños han mostrado que, contrario a los estereotipos mencionados, son informantes valiosos, confiables y efectivos, y al mismo tiempo han aportado argumentos para tener en cuenta su papel como productores de cultura. Con el propósito de conocer la perspectiva emic de los niños de diferentes edades, la literatura reporta el uso de diversas herramientas: grupos focales, observación participante, sesiones de grupo, técnicas de juego, entrevistas individuales, dibujos, fotografías, esculturas y cuentos, entre otros. A diferencia de lo que podrían plantear algunas posiciones basadas en un concepto lineal y rígido de desarrollo, no hay reglas específicas sobre las herramientas que se deben utilizar en edades particulares. Lo que sugieren diversas investigaciones y textos al respecto es que los métodos y las herramientas se seleccionen considerando y balanceando: edad, habilidades de desarrollo, características simbólicas e interactivas, género, clase social, experiencia en el uso de ciertas herramientas, comodidad, características del contexto donde se realiza la investigación, género del investigador y propósitos del estudio, entre los más relevantes.

En síntesis, los niños son importantes para la tarea antropológica por dos razones: porque son actores que producen y definen procesos culturales; y porque la investigación antropológica centrada en los bebés y los niños puede contribuir a una comprensión más amplia de problemas antropológicos tradicionales como son la producción de cultura, la comunicación sensorial distinta al lenguaje verbal, la variación cultural de prácticas de crianza y diversas formas de racionalidad. Puesto que la vida de los niños está marcada por sus experiencias como sujetos subalternos, una antropología centrada en ellos daría luces sobre las prácticas de poder en las interacciones cotidianas y sobre cómo construyen conocimiento en aspectos como las iniquidades sociales, el parentesco, la religión o la migración.

LOS NIÑOS Y LA LITERATURA SOBRE MIGRACIONES

Los fenómenos de incorporación y adaptación a las sociedades receptoras de migrantes han sido estudiados desde miradas disciplinares diversas y complementarias en las ciencias sociales. Mientras que la aculturación es un concepto temprano en la tradición antropológica, la asimilación tiene arraigo en la sociología, y los términos ajuste y adaptación son comúnmente utilizados por la psicología, la enfermería y la medicina. Los antropólogos fueron los primeros científicos sociales en reconocer el significado y la importancia del cambio cultural como fenómeno a estudiar (Trimble, 2002). En 1936, Redfield, Linton y Herskovits definieron aculturación como: "aquellos fenómenos que resultan cuando grupos de individuos con diferentes culturas entran en contacto continuo y de primera mano, con cambios subsecuentes en los patrones culturales originales en alguno o en ambos grupos" (Redfield et al., 1936)4. Este concepto aún es ampliamente aceptado por investigadores de diversas disciplinas en la literatura estadounidense actual (Berry, 2002; Kottak, 2002), que lo utilizan tanto para definir los procesos amplios de cambio cultural que se dan en el encuentro de diversos grupos culturales, como para indicar el fenómeno de pérdida y abandono de la propia cultura en la interacción de un grupo cultural minoritario con una cultura hegemónica.

En la literatura estadounidense sobre migraciones la asimilación ha surgido como un concepto para comprender cómo se incorporan los inmigrantes a la sociedad. El concepto designa al mismo tiempo el rango de ajustes y adaptaciones al ambiente receptor; las formas como sobreviven los inmigrantes y cómo se mezclan dentro de la sociedad. La asimilación también tiene un carácter normativo al mostrar y dar a conocer las esperanzas y las expectativas que tiene la sociedad en general sobre cómo deben comportarse los inmigrantes (Fernandez-Kelly y Schauffler, 1994). A diferencia de las perspectivas clásicas sobre asimilación, que se referían a poblaciones adultas de inmigrantes europeos, las recientes teorías se basan en estudios con mujeres, familias, niños y jóvenes cuyos orígenes son predominantemente países de América latina y Asia. De manera similar a la idea de aculturación como colonización, la perspectiva clásica (Gordon, 1964; Rumbaut, 1997; Zhou, 1997) presentaba la integración a la vida estadounidense como un proceso lineal de pasos ascendentes, de abandono del inmigrante de sus influencias culturales anteriores y de avance progresivo hasta integrarse completamente en la sociedad. Se asumía que la pérdida progresiva de los rasgos étnicos y lingüísticos originales se daba de manera paralela a la adopción de los de una cultura común de la sociedad de los Estados Unidos. Se pensaba también que las desventajas laborales propias de la primera y segunda generación5 ya habrían desaparecido en la tercera, que habría logrado una completa integración social, económica y cultural (Gordon, 1964: 244).

La idea del avance progresivo y del éxito económico como fenómenos paralelos a la asimilación a la vida estadounidense, fue cuestionada desde las décadas de 1960 y 1970, en el contexto del movimiento de derechos civiles, por diversos investigadores que emplearon modelos de corte estructural y neo marxistas y documentaron la marcada y continua pobreza entre las nuevas generaciones de afroamericanos que emigraron del sur al noreste y de muchos puertorriqueños que se habían ido a vivir al continente. Los estudios realizados desde los años 1980 con poblaciones de origen latinoamericano y de países asiáticos han documentado formas de integración no lineales, como el mantenimiento de diferencias étnicas que han persistido generacionalmente. También se ha mostrado de manera persistente y con diversos grupos de inmigrantes el deterioro de las condiciones de vida y de salud en las generaciones que nacieron en los Estados Unidos, comparados con la primera generación. Los resultados de la adaptación varían de acuerdo con el sitio y las comunidades adonde los niños inmigrantes se asientan por primera vez al llegar a vivir a los Estados Unidos. Todos estos elementos han llevado a definir nuevos conceptos de asimilación basados en estudios donde los niños y los jóvenes han sido sujetos centrales.

En 1993 Portes y Zhou acuñaron el concepto asimilación segmentada como teoría de rango medio que explica diversos patrones de adaptación y de modalidades variables de incorporación de los inmigrantes actuales en los diferentes sectores de la sociedad estadounidense (Fernandez-Kelly y Schauffler, 1994). Diversos estudios con niños y jóvenes de origen latino y asiático han identificado que la inmigración reciente a los Estados Unidos es muy diversa en términos de clase social, etnia, nacionalidad y nivel educativo. Esas características determinan diversos puntos de entrada en la sociedad estadounidense y tres patrones de adaptación diferentes. Un patrón de movilidad ascendente, generalmente seguido por quienes en sus países de origen pertenecen a clases altas y con alto nivel de escolaridad. Uno de movilidad descendente referido a quienes en sus países de origen proceden de clases bajas con bajo nivel de escolaridad o con características étnicas que propician la discriminación y el racismo. Y un patrón de movilidad ascendente con una creciente conciencia étnica que se caracteriza por una preservación deliberada de la solidaridad y los valores de la comunidad inmigrante.

El transnacionalismo y la migración basada en redes sociales son dos características adicionales que se relacionan con los patrones de asimilación segmentada propuestos y que se han descrito en los procesos de asimilación a la sociedad estadounidense de los niños inmigrantes y sus familias. El transnacionalismo como fenómeno indica que los inmigrantes no se han asimilado completamente a las sociedades de destino, y se expresa en los vínculos que los padres y los niños mantienen con sus países y comunidades de origen, "no siendo más seres sin raíces, sino (personas) que se mueven libremente, yendo y viniendo a través de las fronteras internacionales y entre diferentes culturas y sistemas sociales" (Brettell, 2000). Las redes sociales son un elemento central en la movilidad de los nuevos inmigrantes, quienes son recibidos y ayudados por parientes o amigos, que, además, son fuente de trabajo y de capital social al proporcionar contactos, conocimientos y relaciones estratégicas para su integración a la sociedad estadounidense. En síntesis, contrario a lo propuesto por las teorías clásicas sobre la asimilación que presumen un inmigrante aculturándose de manera pasiva y progresiva a la sociedad de destino, diversos estudios apoyan la imagen de los inmigrantes, y en particular de los niños, como agentes diversos en términos de etnia, género y clase social, al mismo tiempo que actores productores de nuevas identidades y significados culturales en el proceso migratorio.

ALIMENTACIÓN: PREFERENCIAS, IDENTIDADES, MIGRACIONES Y CAMBIOS CULTURALES

El campo de los estudios socioculturales de la alimentación y la comida es amplio y ha sido compartido por disciplinas como la antropología, la sociología y la historia. Los estudios nutricionales, más allá de su énfasis en aspectos biológicos, reconocen que la conducta alimenticia de las personas y los colectivos humanos, sus gustos y preferencias, son el resultado de procesos complejos que involucran fuerzas culturales, sociales, económicas, psicológicas, emocionales y biológicas (Bisogni et al., 2002; Glanz et al., 1998). En el contexto de una economía de mercado, como la de los Estados Unidos, se reconoce que la industria es un actor determinante de las preferencias y prácticas alimentarias y particularmente de los niños. En este sentido, los niños no son sujetos dependientes de las decisiones y los gustos de sus padres, sino que, asumiendo que sus gustos determinan lo que ellos finalmente comen (Birch y Fisher, 1996), son objetivo de la industria alimentaria6 que los bombardea constantemente por medio de la televisión y en las escuelas, con comerciales que promueven comidas rápidas y bebidas gaseosas, entre otros (Nestle y Jacobson, 2000). Las prácticas alimentarias de los niños se ven afectadas también por el nivel de ingreso de los padres, su escolaridad y ocupación, la clase social y la etnia predominante en los barrios que habitan, que determinan de manera importante el acceso a frutas y verduras y otros alimentos saludables a bajo costo (Morland et al., 2002). Factores adicionales son los medios de comunicación, los amigos y pares y las costumbres familiares; las características físicas de la comida como el color, el olor, la apariencia y la textura; y factores marcadamente culturales como el significado simbólico, los valores, las creencias y los conocimientos y expectativas asociados con la comida y el comer (Parraga, 1990; Pelto, 2000).

La migración lleva consigo transformaciones que se expresan en cambios en las prácticas alimentarias y nutricionales (Fitzgerald, 1978; Jerome, 1980; Romero, 1992). En migrantes rurales e internacionales se ha documentado la obesidad como consecuencia de la adopción de estilos de vida modernos (Brown y Konner, 2000) debido a la mayor disponibilidad y acceso a gran variedad de alimentos y a la mayor dependencia de alimentos comprados. Pero estos cambios no se traducen en una mejor situación nutricional, como se ha documentado en niños, quienes han incrementado el consumo de alimentos cargados de azúcar como galletas, dulces, helados y gaseosas, la disminución del consumo de leche (Witcher, Kolasa y Bond, 1988) y el aumento de la mortalidad infantil (Romero, 1992).

Más allá de los gustos y las preferencias, la comida es un medio simbólico en el que se centran y expresan emociones, identidades, tradiciones, valores culturales, normas, fuerzas políticas y condiciones económicas (Harbottle, 2000; Lupton, 1996). En el contexto de la escuela estructuralista de las décadas de 1960 y 1970, Claude Lévi-Strauss (1997) y Mary Douglas (1997) contribuyeron a la definición simbólica de la comida como "un lenguaje de signos que puede ser descifrado para revelar las actitudes subyacentes de la sociedad que se está estudiando" (Harbottle, 2000: 19). En el contexto de un concepto estático y atemporal de cultura, la comida ha sido considerada como un dispositivo de análisis y como un marcador e indicador inequívoco de la identidad cultural. Desarrollos más recientes han cuestionado esta relación y han aportado complejidad y nuevos elementos que permiten comprender no sólo la pluralidad de identidades sino las relaciones entre comida, poder, cuerpo, subjetividad y género (Counihan, 1999; Lupton, 1996). James (1994), en el análisis de las prácticas alimentarias contemporáneas inglesas, se pregunta si, en el contexto de un sistema de producción y consumo alimentario cada vez más internacional y de un mundo aparentemente mezclado, todavía la comida puede obrar como un marcador de identidad cultural, es decir, local. Y de ser así, ¿qué nuevas identidades, ya no fijas y sólidas, sino más bien flexibles, fluidas y precarias, estarían emergiendo en el contexto de un mundo global? (James, 1994: 40).

Para James, estas identidades locales y globales emergen como tendencias contemporáneas en el entrecruzamiento de cuatro discursos: 1) el de la comida global -por ejemplo McDonald´s- se refiere a una identidad homogeneizada que, al mismo tiempo que da la sensación de ser una comida local, proporciona el prestigio y el estatus de la identidad estadounidense;. 2) el de la comida expatriada, donde los alimentos no son utilizados para evocar los recuerdos del lugar de origen, sino que son un medio para definir de manera deliberada una nueva identidad local en un país extranjero; 3) el discurso de la nostalgia alimentaria se expresa en un renovado interés por las comidas locales y regionales adoptando la forma de "una industria de la nostalgia y del patriotismo alimentario"; 4) el mestizaje alimentario que rechaza la autenticidad original de la comida, mezclando gustos y cocinas en un solo plato para producir luego una nueva homogeneidad. Harbottle (2000) plantea también, a partir de su estudio con familias iraníes en Gran Bretaña, que la relación entre comida e identidad cultural no es simple: para los inmigrantes la comida puede llegar a tener un mayor peso simbólico, y existen diferencias entre los adultos y los niños, quienes muestran más flexibilidad y mayor variabilidad en las prácticas alimentarias que sus padres. En síntesis, los cambios alimentarios durante la migración son complejos. El análisis interpretativo del trabajo de campo que realizamos con niñas y niños colombianos en Tampa me lleva a afirmar con Foner (1997) que en el nuevo contexto del lugar de destino, los niños migrantes reestructuran activamente sus identidades al mismo tiempo que negocian permanentemente y redefinen sus valores, normas y prácticas.

EL TRABAJO DE CAMPO: CONCEPTOS Y MÉTODOS

Contextualizo mi papel como investigadora en la tradición del interaccionismo simbólico. Asumo que la realidad es múltiple y socialmente construida, que los significados surgen y se tejen en las interacciones (Musolf, 2003) y que cada experiencia se encuentra situada en condiciones particulares de tiempo y espacio7. Con el propósito de comprender cómo la comida y los cambios alimenticios representan las experiencias migratorias de los participantes en el estudio, diseñé un estudio de caso (Creswell, 1998) con un abordaje cualitativo participativo, utilizando métodos y herramientas etnográficas. Además de vivir en Tampa desde 2001, lo que me permitió realizar observación participante en establecimientos como restaurantes colombianos y almacenes de comida latina, durante el tiempo del estudio estuve vinculada como voluntaria al Taller Intercultural Hispano Americano (TICH)8 y trabajé como educadora nutricional en New Life Good Health (Nueva Vida Buena Salud, NVBS). El acercamiento a los participantes fue diferente en los dos sitios. En TICH, después de cinco meses de asistir como voluntaria en la escuela de los sábados, invité a algunas niñas y niños a participar en el estudio y sólo cuando manifestaron interés me comuniqué con los padres. En NVBS el contacto inicial fue con algunas mamás quienes, reconociendo los cambios en la alimentación de sus hijos como un asunto sensible, se interesaron en la investigación. En ambos casos realizamos el proceso de consentimiento informado completo con los niños y sus padres utilizando formatos en inglés y español. El consentimiento informado no se planteó como una cuestión simplemente legal o normativa, sino que, siguiendo a Battaglia (2000) se articuló como un elemento central de la metodología. Trabajé de manera intencional para establecer una relación basada en el conocimiento y la confianza, proporcionando a los niños y a los padres información amplia, completa y veraz sobre los propósitos y los procedimientos de la investigación. También ofrecí a los padres información y condiciones de seguridad que les generaran confianza, y con los niños asumí un rol no directivo ni controlador y una actitud de compromiso, respeto y cumplimiento. Pedí a los participantes un papel activo y su ayuda para cumplir con el propósito del estudio. En reconocimiento a su participación entregué copia de las fotos de las sesiones de grupo y di a cada participante, y de manera separada a sus padres, un informe final de la investigación. Al final también tuvimos conversaciones sobre prácticas alimentarias saludables. Se mantuvo la privacidad durante las actividades, la confidencialidad de los registros y cada uno de los participantes seleccionó su propio pseudónimo, que incluyen nombres y personajes-íconos de la cultura colombiana y de Estados Unidos.

Hicimos la investigación con doce niñas y diez niños entre siete y doce años: hicimos veinte entrevistas semiestructuradas individuales en las casas de los participantes, lo que me permitió conocer elementos adicionales del contexto familiar. También realizamos tres sesiones de grupo en TICH con ocho niños y tres niñas en total, con el fin de generar un contexto creativo en el que, mediante actividades basadas en el juego, los participantes pudieran representar libremente sus ideas y sentimientos acerca de la comida. Mi papel se limitó a proporcionar una merienda y algunos materiales -colores, plastilina, crayones, juguetes con motivos alimentarios-, así como a presentar el objetivo de la sesión, grabar, tomar notas escritas y fotografías y plantear algunas preguntas aclaratorias. Las sesiones de grupo permitieron estar con los participantes en momentos de interacción con pares y observar la presencia de significados y símbolos culturales de los Estados Unidos, muy cercanos tal vez a lo que pueden ser sus interacciones en la escuela. En ambos casos fueron evidentes la presencia y la integración de elementos culturales del lugar de origen en Colombia y el destino en los Estados Unidos9.

LOS PARTICIPANTES Y SUS PADRES

En promedio los participantes en el estudio emigraron de Colombia a los 5,85 años y habían vivido aproximadamente 3,15 años en los Estados Unidos. El rango de edad del momento migratorio a los Estados Unidos estaba entre los siete y los doce años. Todos estudiaban en escuelas públicas: Juanes y Jessica en primer grado; Luigi, Rocky y Anastasia en segundo; Lizzie, Bryan, Ángela, Mark, Ron, Elisa, Andrea, Érika y Rebeca en tercer grado; Halley, Valentina y Usher en cuarto; Alejandra en quinto grado y Asprilla y Carolina en sexto. Aun cuando muchos viven con su familia nuclear, hubo diversidad en los tipos de familias: tres vivían además con una abuela; siete no vivían con su papá; en las casas de cinco vivía también otra persona no familiar.

Varios de los padres tenían educación secundaria pero la mayoría había completado estudios universitarios: administración de empresas, odontología, diseño de interiores y arquitectura, entre otras. Siguiendo el planteamiento que afirma el descenso laboral de los inmigrantes de la primera generación, la mayoría de las madres y padres se dedicaban a labores socialmente inferiores a las que desarrollaban en Colombia. La mayoría de las madres trabajaba en el sector de servicios como hoteles, trabajo doméstico, ventas y restaurantes. Dos de ellas, además de su trabajo y las labores del hogar, estudiaban inglés con la esperanza de poder volver a trabajar como profesionales. Entre los padres predominaron también las labores en el sector servicios: plomería, ventas, restaurantes, trabajo doméstico, construcción y servicios afines, transportes, ventas; y uno trabajaba como arquitecto.

EL LUGAR DE ORIGEN EN COLOMBIA

Las representaciones de los participantes de la comida revelan que tanto los significados y símbolos culturales del lugar de origen como los del destino definen sus identidades y preferencias. Las culturas de origen de los inmigrantes: "tienen una fuerte influencia en la formación de los valores y normas familiares, así como en los patrones de conducta reales que [los inmigrantes] desarrollan en el nuevo escenario" (Foner, 1997). Los participantes hablaron de la comida como recuerdos cariñosos del pasado pero también se encuentra presente y se transforma como comida expatriada (James, 1994) en las prácticas actuales. Pero los elementos culturales no se definieron en relación con Colombia, sino con la ciudad y la región de origen. Con base en la regionalización cultural propuesta por Gutiérrez de Pineda (1968/2000), dieciséis de los niños entrevistados eran de la región antioqueña -complejo de la montaña o antioqueño-: nueve de Cali, cinco de Medellín y de otras ciudades de Antioquia, uno de Pereira y otro de Belén de Umbría; tres de la región que incluye la llanura del Pacífico, costa del Caribe y sectores de las riberas del río Magdalena y el Cauca -complejo litoral fluvio minero o negroide-: dos de Barranquilla y uno de Neiva; y un participante de la región andina -complejo andino o americano-: Bogotá10. Halley, que es de Barranquilla, prepara arepas con "¡full queso!"; le encanta el sancocho, el camarón al ajillo y la paella. Usher, que llevaba cinco años viviendo en los Estados Unidos y es de Pereira, a veces desayuna con cereal, arepa y parveado y otras con migote y caspiroleta11.

Aunque todos expresaron ideas y sentimientos que indican la integración de elementos colombianos con elementos estadounidenses, Asprilla, de Belén de Umbría, y Juanes, de Medellín, manifestaron su identidad y sus gustos con alimentos e íconos colombianos. Sin embargo, en sus gustos y prácticas se asemejan a los otros participantes: Asprilla prefiere la comida colombiana y con orgullo habla del pescado que come los fines de semana en un restaurante colombiano, desayuna con Kellogg´s y se sorprende cuando le digo no conocer el McFlurry, su helado preferido de McDonald´s.

En Colombia las culturas regionales son definidas por factores geográficos y por la mezcla de diversas tradiciones étnicas y regionales. Las actuales prácticas alimentarias son el resultado de la mezcla de las tradiciones culinarias, indígena, africana, europea y más recientemente, la estadounidense y las de otras regiones colombianas (Duque Páramo, 2004). Actualmente y relacionado con fenómenos de modernización y globalización, comidas globales de procedencia estadounidense como la pizza, el perro caliente y las hamburguesas forman parte de la alimentación de muchas personas en las grandes ciudades. Esta fue una tendencia entre los participantes, quienes recuerdan haberlas comido en Colombia pero reconocen diferencias marcadas entre estos alimentos en ambos lugares. Varios recordaron que en Colombia comían pizza hawaiana con piña, que tenía un sabor delicioso, mientras en los Estados Unidos la comen con pepperoni. Raramente comen la hawaiana pues si se consigue no sabe rico. Mientras que en Colombia los perros calientes incluían pan, salchicha, papitas, salsa de piña, salsa rosada, salsa tártara y huevitos de codorniz, en los Estados Unidos sólo se aderezan con mostaza y salsa de tomate. En Colombia estos alimentos los comían sólo en restaurantes o en ocasiones especiales, mientras que en los Estados Unidos forman parte de su dieta cotidiana12.

Los elementos culturales colombianos se encuentran presentes de manera más fuerte y continua en el hogar. Por lo general todos los participantes comen en sus casas, donde se mantienen patrones alimentarios similares a los de Colombia, particularmente en el almuerzo, que sigue siendo la comida central. Los hogares, las mamás, las abuelas y otros miembros de la familia representan un vínculo directo entre el lugar de origen y el nuevo contexto. Las influencias culturales colombianas se expresan también en las visitas a restaurantes y panaderías colombianas que venden platos y comidas antioqueñas principalmente, región de donde son la mayoría de inmigrantes en Tampa.

EL CONTEXTO EN LOS ESTADOS UNIDOS

La ciudad donde los inmigrantes ingresan y viven en los Estados Unidos determina contrastes y diferencias entre grupos de inmigrantes de orígenes comunes (Foner, 2003), que en este caso fue la ciudad de Tampa13. Motivados por la gran cantidad de personas que hablan español y por la migración basada en redes de amigos y familiares, la bahía de Tampa es un área donde miles de colombianos han escogido vivir y donde hoy representan 3,7% de la población nacida fuera de los Estados Unidos. La zona constituye un contexto multicultural de convivencia con estadounidenses, con inmigrantes colombianos y de otras regiones del mundo, con algunos de los cuales comparten el idioma, algunas tradiciones y comidas. Varios participantes mencionaron ir a comer con cierta frecuencia a restaurantes chinos, y algunos incluyeron dentro de sus alimentos preferidos alimentos nuevos como los sánduches cubanos y los tacos. En Tampa se facilita que los participantes integren como parte de su vida cotidiana en espacios públicos y privados alimentos propios y comidas estadounidenses. Esta integración se da en restaurantes, almacenes típicos colombianos o latinos, y en supermercados o almacenes "americanos" en los que se encuentran productos como yuca o plátanos, que ya no se restringen a la sección de comidas étnicas. Las escuelas son los lugares menos permeables a los encuentros culturales, porque la comida que les ofrecen allí generalmente corresponde a lo que se define como comida americana: nuggets, pizza o hamburguesas; aun cuando desde la perspectiva de las escuelas los tacos y otras comidas mexicanas son vistos como alimentos latinos. No obstante, en las escuelas los niños interactúan con profesores, señoras en las cafeterías, compañeros y amigos que desempeñan diferentes papeles. Asprilla contaba con alegría que él y un amigo colombiano le hacían chistes sobre comidas típicas a una de las señoras de la cafetería, colombiana también.

Pero Valentina contó que su profesora no tuvo ningún reparo ni sensibilidad al botar a la caneca unos deliciosos bocadillos que ella había llevado: "El viernes tuvimos un picnic outside ahí, en la escuela, y yo llevé bocadillos y ¡nadie comió! Y las profesoras los botaron (…) nadie comió y yo ni siquiera pude ver los míos. Cuando fui a recogerlos ya estaban en la caneca", concluyó con voz triste.

Aunque puede pensarse que el origen y el nuevo lugar de residencia son elementos diferentes, localizados en espacios y tiempos aparte, en los relatos y las representaciones de los participantes estos se encuentran entretejidos en el presente y en lugares como el hogar, la escuela o los restaurantes. Sobre el desayuno Asprilla contó:

    Al desayuno [como] arepa con huevo, carne, arroz y buñuelo. Cuando voy al colegio como cereal porque hay poco tiempo y es más rápido. Pero a veces cuando voy al colegio desayuno como en Colombia. Claro que en Colombia a veces comía Kellogg´s porque mi tía me traía mucho.

En el hogar no sólo se han dado cambios con el aumento del consumo de alimentos identificados con los Estados Unidos como los perros calientes para la cena y cereal al desayuno. Ángela y Carolina también se mostraron orgullosas al contar que sus papás, en un papel típicamente estadounidense, organizan y preparan barbacoa algunos fines de semana. Casi todos hablaron ampliamente sobre la celebración del día de Acción de Gracias y recordaban haber comido pavo y otros alimentos propios de esta celebración más que los platos que habían consumido en la navidad anterior. Inclusive Mark, que había aprendido a preparar arroz y otros platos colombianos con su abuelita recientemente fallecida, explicaba cómo preparar el pavo: "Pues uno rellena el turkey de fruta como uno quiera y eso ya trae un termómetro. Después uno pone el turkey en la estufa y cuando se le saca el termómetro significa que el turkey ya está listo".

CONTINUIDADES, CAMBIOS Y MEZCLAS DEFINEN LAS IDENTIDADES Y CULTURAS

Zhou (1997) afirma que los migrantes llevan consigo patrones culturales, normas y valores, mientras algunos de estos son desempacados al llegar al sitio de destino, otros cambian, se transforman y negocian durante los llamados ajustes migratorios. Con respecto a la identidad, el lenguaje y el uso de los medios de comunicación, se observan ajustes caracterizados por continuidades y transformaciones en prácticas y significados. De los veinte participantes en las entrevistas, ocho dijeron que prefieren ser reconocidos como colombianos, siete como colombiano-americanos, tres como colombiano-hispanos y dos como hispanos. Ninguno escogió la categoría americano. Sus amigos son de orígenes diversos: colombianos, latinos, estadounidenses y asiáticos. La mitad de los entrevistados escogieron como lenguaje preferido el español, y la mitad el inglés aunque todos hablan bien o muy bien español e inglés haciendo un uso diferencial según el sitio y las personas: español en la casa con los padres y otros adultos, e inglés en la escuela y con los pares etáreos. Algunos escogieron que tuviéramos la entrevista en español y otros en inglés, pero en diversos momentos y frente a la necesidad de entendernos y comunicarnos, utilizamos ambos idiomas indistintamente. Durante las sesiones de grupo entre ellos hablaban en inglés y conmigo en español. Las preferencias en relación con la música, la televisión, el radio y la comida reflejan la mezcla de elementos culturales diversos. La mayoría mencionó un mayor número de canales de televisión y emisoras de radio en español, y todos indicaron dentro de sus preferencias medios en ese idioma y gustos mezclados por música en español e inglés.

En cuanto a la alimentación, se presentó una tendencia a juzgar la comida colombiana de una manera idealizada como buena y sana, en contraste con una idea negativa de la comida americana como mala e insalubre. Sin embargo, estos juicios no se ven reflejados en sus preferencias ni en sus prácticas alimentarias, ya que los alimentos preferidos y los que no gustan incluyen aquellos definidos como colombianos y americanos tales como pizza, arepas, fríjoles, sopas, nuggets, frutas, vegetales, pescado, arroz y hamburguesas. De los alimentos que dejaron de comer en los Estados Unidos se encontraban arequipe, clases de pizza, obleas, mango y hamburguesas, entre otros. Un análisis detallado permitió reconocer una tendencia en el aumento en el consumo de productos, nuevos o ya consumidos en Colombia, con alto contenido de harinas, azúcares y grasas, como: brownies, galletas, gaseosas, helados, pancakes, rollos de canela, waffles, bagels, muffins, chicken nuggets y lasaña. En síntesis, los cambios se relacionan con el aumento, la cantidad y los tiempos y horarios de ciertos alimentos consumidos, por ejemplo, más pizza, más helados y más dulces.

La comida no es un asunto puramente nutricional, la comida nos da identidad, es decir, como dice el viejo refrán: somos lo que comemos. Los participantes se identificaron con la comida de ambos lugares porque para ellos es tan importante sentirse miembros de su familia colombiana, que les da afecto, apoyo, comida e identidad, como parte de sus comunidades -escuela, pares, amigos latinos-. Como lo expresaba Halley, cuando, en la entrevista, venía hablando en español y de manera casi imperceptible pasó a expresarse en un excelente inglés para responder a mi pregunta sobre sus comidas favoritas: "French fries, nuggets, hamburger, hot dog and pizza, and coke. Everybody likes those! (…). Because in the school most of time they ask us to write about food that we most like and everybody writes about pizza, hot dog and coke, and French fries. Everybody does that"14.

Al hablar con algunas madres y padres y con otros adultos colombianos, varias veces les escuché decir con orgullo que en sus casas seguían comiendo de la misma manera que en Colombia, expresando así una idea de nostalgia alimentaria (James, 1994). Al preguntarles sobre los cambios, la mayoría decía que se habían dado en la escuela y en los restaurantes, pero no en el hogar. Sin embargo, al mirar de manera detallada sus narraciones encontramos algunas continuidades y cambios: entre semana el cereal es el alimento más común al desayuno, pero los fines de semana tiende a ser como era en Colombia. En la escuela el lunch15 consiste en una comida mediana o pequeña con alimentos americanos como pizza, hamburguesas, y otros como frutas, jugos y leche. En la casa el almuerzo es una comida grande con fríjoles, pescado, arroz, papa y carne, y jugo de frutas. La cena tiende a ser una comida pequeña o snack en la que se mezclan alimentos como arepas, cereal, o milo -bebida de chocolate-, entre otros. Además del desayuno, el cambio más significativo durante los fines de semana es ir a almorzar a restaurantes colombianos, de otros países latinos, de comida rápida estadounidense y chinos. La mayoría de los participantes hablaron con emoción y alegría de estos eventos que dan prestigio y que en Colombia eran raros.

Tal y como lo propone Foner, la creolización es una idea central que articula y da sentido a las representaciones de los niños, y es un patrón que describe y explica la forma como los participantes en el estudio se están adaptando a su nueva vida. Mediante procesos complejos, los niños mezclan símbolos, significados, valores y actitudes que llevaron de Colombia, transformándolos en el nuevo contexto. En algunos casos las representaciones se parecen a las de sus padres, pero una mirada más profunda muestra marcadas diferencias entre los espacios de vida común en el hogar y los restaurantes, y los espacios independientes que no comparten con sus padres como la escuela o las casas de algunos amigos. Esto no significa una asimilación cultural completa, sino que hace evidente una mezcla dinámica de sentidos, en la que los participantes están produciendo nuevos patrones culturales.

Acercarnos a las prácticas alimentarias de las niñas y los niños inmigrantes participantes en el estudio nos permitió comprender algo de la complejidad de los cambios culturales que están viviendo en el ámbito local y en el contexto de procesos globales y transnacionales. Así mismo, mediante su participación en las actividades de la investigación y sus contribuciones al diseño y el análisis del estudio, constatamos que son agentes que participan activamente en la construcción de sus propias identidades híbridas y de significados culturales, que comparten con sus pares y los adultos en su familia, la escuela, los restaurantes y otros ámbitos de su vida cotidiana en los Estados Unidos.


Notas

1 La investigación fue parcialmente financiada por el Institute for the Study of Latin America and the Caribbean de la University of South Florida. Agradezco al padre Fabio Ramírez S. J., por su ayuda en la traducción del francés del artículo de Allison James.

2 Desde una perspectiva biocultural las prácticas alimentarias, el estado nutricional y las enfermedades relacionadas con la alimentación son definidas y determinadas por la interrelación de fuerzas biológicas y sociales (Pelto, Goodman y Dufour, 2000: 1).

3 En el contexto del interaccionismo simbólico y siguiendo a Sandstrom y Fine (2003: 1044), entiendo agencia como la capacidad de las personas de influir y de construir su realidad social. Para Salzman (2001) agencia incluye también las intenciones de la gente, sus opciones, sus propósitos, su capacidad de conseguir sus metas y las decisiones y las acciones que toman. Las personas no asumen pasivamente las normas sociales ni cumplen de manera obediente con las obligaciones correspondientes a su papel o sitio en la estructura social, sino que al tratar de manipularlas transforman su realidad y sus mundos culturales. Es decir, además de las normas y las estructuras sociales las personas son agentes activos que definen no sólo sus propias vidas y las de los que las rodean, sino también sus mundos. En este sentido, los mundos socioculturales están constituidos y dependen al mismo tiempo de las estructuras sociales y de cómo las personas "confrontan, utilizan, manipulan y rehacen las estructuras" (Sandstrom y Fine, 2003: 1044). Según Erickson y Murphy (1998), el concepto de agencia tiene sus orígenes en Max Weber. Mientras que para Marx y Durkheim los significados culturales y las relaciones sociales son definidos por fuerzas externas al individuo, para Weber las formas sociales y culturales son creadas, mantenidas e innovadas por los individuos. Sin embargo, Knauft (1996) no reconoce esta diferencia y plantea que el concepto de agencia emerge en el contexto de las llamadas Theories of Practice (teorías de la práctica), las cuales sintetizan las fortalezas de las perspectivas teóricas de Marx, Durkheim y Weber y se asocian con Anthony Giddens en Inglaterra y Pierre Bourdieu en Francia. De manera particular, la propuesta de Anthony Giddens mezcla estas tres fuentes teóricas e integra agencia y estructura como elementos que constituyen los mundos socioculturales.

4 Aunque en el uso cotidiano del concepto se tiende a negar la idea de intercambio cultural, reduciendo la aculturación a la idea de colonización en la que se da la pérdida de la propia cultura, he querido retomar el concepto original con el fin de precisar que este fue propuesto como un concepto para comprender el cambio cultural de una manera dinámica.

5 Se define como primera generación a las personas que nacieron en otro país de donde emigraron a los Estados Unidos. La segunda generación son niños o adultos que nacieron en los Estados Unidos pero que tienen al menos uno de los padres que nació en otro país. Se considera tercera generación a las personas nacidas en los Estados Unidos con ambos padres también nacidos allí, pero con algún abuelo nacido en otro país. El término generación 1,5 ha sido propuesto para referirse a los niños nacidos en otros países pero que llegaron a vivir a los Estados Unidos después de entrar a la escuela y antes de la pubertad (6-12 años).

6 Este fenómeno no es exclusivo de los Estados Unidos y se viene dando de manera creciente en Colombia. Sin embargo, quiero enfatizar que allí la industria alimenticia asume a los niños como agentes y actores en relación con sus preferencias y conductas alimenticias. Así mismo, la oferta en los comedores escolares, que incluye alimentos como perros calientes, pizzas y hamburguesas, aunque sigue normas de tipo nutricional, está muy definida por los gustos de los niños.

7 La investigación y las publicaciones que he escrito han sido moldeadas al mismo tiempo por los participantes y sus historias, por mis historias personales y profesionales y por las interacciones que vivimos en el trabajo de campo. Mis historias y perspectivas se contextualizan en conceptos, métodos, experiencias y saberes de la enfermería, la salud pública, la pediatría y la fuerza y capacidad integradora de la antropología, particularmente, de la antropología aplicada de la escuela estadounidense en la que me formé.

8 TICH es una institución cultural y de educación no formal, donde niñas y niños entre los cinco y los catorce años, en su gran mayoría de origen hispano, aprenden español, toman clases de música, danzas y cocina de los países de habla española así como cursos de liderazgo y herencia hispana en los Estados Unidos. El NVBS es un programa de educación nutricional del departamento de antropología de la Universidad del Sur de la Florida que promueve prácticas nutricionales saludables entre los inmigrantes de origen hispano en la ciudad de Tampa.

9 Conocer las experiencias de los participantes me llevó a comprender de manera más amplia mi propia experiencia como estudiante inmigrante allá y a transformar algunas prácticas sociales y alimentarias. A medida que me relacionaba con los niños y sus familias, La Cabaña, el restaurante colombiano que la mayoría de los participantes nombraron como uno de sus preferidos, se fue convirtiendo en un sitio al que iba con frecuencia y donde fui a celebrar eventos importantes.

10 Según el censo de 2005, las zonas del país con mayor experiencia migratoria son Valle del Cauca, Bogotá, Antioquia, Risaralda y Atlántico; y el departamento con el mayor índice de experiencia migratoria es Risaralda con 3,59 (el promedio nacional es de 1).

11 Usher definió el migote así: "Es como caspiroleta. Uno lo hace en agua de panela. Tiene queso y galletas y uno los miga ahí en el agua de panela".

12 Algunas madres atribuyen el aumento de peso de los niños al aumento en la frecuencia de alimentos típicamente estadounidenses.

13 Con excepción de Alejandra, a quien entrevisté cuando ella vivía en New Jersey, donde se calculaba que había 79.902 colombianos en 2000 (Camarota y McArdle, 2003: 10).

14 "Papas fritas, nuggets, hamburguesas, perro caliente y pizza, y coca cola. A todos les gustan esos (…) porque en la escuela muchas veces nos piden que escribamos sobre la comida que más nos gusta y todo el mundo escribe pizza, perro caliente, coca cola y papas fritas. Todo el mundo hace eso".

15 La mayoría llamó lunch a la comida que consumen en la escuela entre las 11 a.m. y las 12 m, y almuerzo a lo que comen en sus casas al llegar en las horas de la tarde, indicando no sólo dos nombres diferentes sino dos comidas diferentes.


BIBLIOGRAFÍA

1. BATTAGLIA, DEBBORA. 2000. "Toward an ethics of the open subject: Writing culture in good conscience". En H. L. Moore (ed.). Anthropological theory today. Blackwell Publishers. Malden.         [ Links ]

2. BERRY, JOHN W. 2002. "Conceptual approaches to acculturation". En K. M. Chun, P. B. Organista y G. Marín (eds.). Acculturation. Advances in theory, measurement and applied research. American Psychological Association. Washington.         [ Links ]

3. BIRCH , LEANN L. Y JENNIFER A. Fisher. 1996. "The role of experience in the development of children's eating behavior". En E. D. Capaldi (ed.). Why we eat what we eat: The psychology of eating. American Psychological Association. Washington.         [ Links ]

4. BISOGNI, CAROLE A. et al. 2002. "Who we are and how we eat: A qualitative study of identities in food choice". Journal of Nutritional Education Behavior. 34.         [ Links ]

5. BRETTELL, CAROLINE B. 2000. "Theorizing migration in anthropology". En C. B. Brettell y J. F. Hollifield (eds.). Migration theory. Routledge. Nueva York.         [ Links ]

6. --------------. 2003. Anthropology and migration. Essays on transnationalism, ethnicity, and identity. Altamira Press. Walnut Creek.         [ Links ]

7. BROWN, PETER J. Y MELVIN KONNER. 2000. "An anthropological perspective on obesity". En A. H. Goodman, D. L. Dufour y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology: Biocultural perspectives on food and nutrition. Mayfield Pub. Co. Mountain View.         [ Links ]

8. CAMAROTA, STEVEN A. Y NORA MCARDLE. 2003. Where immigrants live. An examination of state residency of the foreign born by country of origin in 1990 and 2000. Center for Immigration Studies. Washington.         [ Links ]

9. COUNIHAN, CAROLE. 1999. The anthropology of food and body. Gender, meaning, and power. Routledge. Nueva York.         [ Links ]

10. CRAWFORD, PATRICIA B. et al. 2001. "Ethnic issues in the epidemiology of childhood obesity". The Pediatric Clinics of North America. 48 (4).         [ Links ]

11. CRESWELL, JOHN W. 1998. Qualitative inquiry and research design: Choosing among five traditions. Sage Publications. Thousand Oaks.         [ Links ]

12. DANE. 2006. "La migración según el censo". Censo 2005. Seminario migración internacional colombiana y formación de comunidades transnacionales. Bogotá, 2006. Dane, Ministerio de Relaciones Exteriores.         [ Links ]

13. DUQUE PÁRAMO, MARIA CLAUDIA. 2004. "Colombian immigrant children in the United States: Representations of food and the process of creolization". Disertación. University of South Florida.         [ Links ]

14. EATON, S. BOYD Y MELVIN KONNER. 2000. "Paleolithic nutrition: A consideration of its nature and current implications". En A. H. Goodman, D. L. Dufour y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology. Biocultural perspectives on food and nutrition. Mayfield Publishing Company. Mountain View.         [ Links ]

15. ERICKSON, PAUL A. Y LIAM D. MURPHY. 1998. A history of anthropological theory. Broadview Press. Peterborough, Ontario.         [ Links ]

16. FERNANDEZ-KELLY, M. PATRICIA Y RICHARD SCHAUFFLER. 1994. "Divided fates: Immigrant children in a restructured US economy". International Migration Review. 28 (4).         [ Links ]

17. FITZGERALD, THOMAS K. 1978. "Migration and reciprocal changes in diet". South Pacific Bulletin. 28 (3).         [ Links ]

18. FITZGIBBON, MARIAN L. et al. 2002. "A community-based obesity prevention program for minority children: Rationale and study design for hip-hop to health Jr". Preventive Medicine. 34 (2).         [ Links ]

19. FONER, NANCY. 1997. "The immigrant family: Cultural legacies and cultural changes". International Migration Review. 31 (4).         [ Links ]

20. -------------. 2003. American arrivals: Anthropology engages the new immigration. School of American Research Press/James Currey. Santa Fe-Oxford.         [ Links ]

21. FRIEDL, ERIKA. 2002. "Why are children missing from textbooks?". Anthropology News. 43 (5).         [ Links ]

22. GLADWELL, MALCOLM. 2000. "The Pima paradox". En A. H. Goodman, D. L. Dufour y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology: Biocultural perspectives on food and nutrition. Mayfield Pub. Co. Mountain View.         [ Links ]

23. GLANZ, KAREN et al. 1998. "Why Americans eat what they do: Taste, nutrition, cost, convenience, and weight concerns as influences of food consumption". Journal of The American Dietetic Association. 98 (10).         [ Links ]

24. GORDON, MILTON M. 1964. Assimilation in American life. Oxford University Press. Nueva York.         [ Links ]

25. GOTTLIEB, ALMA. 2000. "Where have all the babies gone? Toward an anthropology of infants (and their caretakers)". Anthropological Quarterly. 73 (3).         [ Links ]

26. -------------. 2002. "New developments in the anthropology of childcare". Anthropology News. 43 (7).         [ Links ]43.

27. GUTIÉRREZ DE PINEDA, VIRGINIA. 1968/2000. Familia y cultura en Colombia. Editorial Universidad de Antioquia. Medellín.         [ Links ]44.

28. HARBOTTLE, LYNN. 2000. Food for health, food for wealth. The performance of ethnic and gender identities by Iranian settlers in Britain. Berghahn Books. Nueva York.         [ Links ]

29. HARDMAN, CHARLOTTE. 2001. "Can there be an anthropology of children?". Childhood. 8 (4).         [ Links ]

30. HERNANDEZ, DONALD J. Y EVAN CHARNEY. 1998. From generation to generation: The health and well-being of children in immigrant families. National Academy Press. Washington.         [ Links ]

31. HILL, JAMES O. Y FREDERICK L. TROWB RIDG E. 1998. "Childhood obesity: Future Directions and research priorities". Pediatrics. 101 (3).         [ Links ]

32. HIMMELGREEN, DAVID A. 2002. "'You are what you eat and you eat what you are'. The role of nutritional anthropology in public health nutrition and nutrition education". Nutritional Anthropology. 25 (1).         [ Links ]

33. HIRSCHFELD, LAWRENCE A. 2002. "Why don't anthropologists like children?". American Anthropologist. 104 (2).         [ Links ]

34. JAMES, ALLISON. 1994. "Cuisiner les livres. Identités globales ou locales dans les cultures alimentaires?". Anthropologie et Sociétés. 18 (3).         [ Links ]

35. JEROME, NORGE W. 1980. "Diet and acculturation". En N. W. Jerome, R. F. Kandel y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology: Contemporary approaches to diet & culture. Redgrave. Pleasantville.         [ Links ]

36. KNAUFT, BRUCE M. 1996. "Practices". B. M. Knauft (ed.). Genealogies for the present in cultural anthropology: A critical humanist perspective. Routledge. Nueva York.         [ Links ]

37. KORBIN, JILL E. Y PAMELA ZAHORIK. 1985. "Childhood, health and illness: Beliefs and behaviors of urban American schoolchildren". Medical Anthropology. 9 (4).         [ Links ]

38. KOTTAK, CONRAD PHILLIP. 2002. Anthropology: The exploration of human diversity. McGraw-Hill. Boston.         [ Links ]

39. LUPTON, DEBORAH. 1996. Food, the body and the self. Sage. Thousand Oaks.         [ Links ]

40. MORLAND, KIMBERLY et al. 2002. "Neighborhood characteristics associated with the location of food stores and food service places". American Journal of Preventive Medicine. 22 (1).         [ Links ]

41. MUSOLF, GIL RICHARD. 2003. "The Chicago School". En L. T. Reynolds y N. J. Herman-Kinney (eds.). Handbook of symbolic interactionism. AltaMira Press. Walnut Creek.         [ Links ]

42. NESTLE, M. Y M. JACOBSON. 2000. "Obesity. Halting the obesity epidemic: A public health policy approach". Public Health Reports. 115 (1).         [ Links ]

43. ORÓSTEGUI A., MYRIAM et al. 1990. "Situación de salud". En F. J. Yepes (ed.). La salud en Colombia. Ministerio de Salud. Departamento Nacional de Planeación. Bogotá         [ Links ].

44. PARRAGA, ISABEL. 1990. "Determinants of food consumption". Journal of The American Dietetic Association. 90 (5).         [ Links ]

45. PELTO, GRETEL H. 2000. "Continuities and new challenges in applied nutritional anthropology". Nutritional Anthropology. 23 (2).         [ Links ]

46. PELTO, GRETEL H., ALAN H. GOODMAN Y DARNA L. DUFOUR. 2000. "The biocultural perspective in nutritional anthropology". En A. H. Goodman, D. L. Dufour y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology. Biocultural perspectives on food and nutrition. Mayfield Publishing Company. Mountain View.         [ Links ]

47. PELTO, GRETEL H. Y PERTTI J. PELTO. 2000. "Diet and delocalization: Dietary changes since 1750". En A. H. Goodman, D. L. Dufour y G. H. Pelto (eds.). Nutritional anthropology. Biocultural perspectives on food and nutrition. Mayfield Publishing Company. Mountain View.         [ Links ]

48. PORTES, ALEJANDRO. 1994. "Introduction: Immigration and its aftermath". International Migration Review. 28 (4).         [ Links ]

49. REDFIELD, ROBERT, RALPH LINTON Y MELVILLE J. HERSKOVITS. 1936. "Memorandum for the study of acculturation". American Anthropologist. 38 (1).         [ Links ]

50. RITENBAUGH , CHERYL. 1991. "Body size and shape: A dialogue of culture and biology". Medical Anthropology. 13.         [ Links ]

51. ROMERO, MARÍA EUGENIA. 1992. "Traditional recipes of migrants from Boyacá to Bogotá, Colombia". Ecology of Food and Nutrition. 27.         [ Links ]

52. RUMBAUT, RUBÉN G. 1994. "The crucible within: Ethnic identity, selfesteem, and segmented assimilation among children of immigrants". The International Migration Review. 28 (108).         [ Links ]

53. --------------. 1997. "Assimilation and its discontents: Between rethoric and reality". International Migration Review. 31 (4).         [ Links ]

54. RUMBAUT, RUBÉN G. Y ALEJANDRO PORTES. 2001. Ethnicities. Children of immigrants in America. University of California Press. Berkeley         [ Links ]

55. SALZMAN, PHILIP CARL. 2001. "Agency in human action: Social processess and transactions". En P. C. Salzman (ed.). Understanding culture. An introduction to anthropological theory. Waveland Press. Prospect Heights.         [ Links ]

56. SANDS TROM, KENT L. Y GARY ALAN FINE. 2003. "Triumphs, emerging voices and the future". En L. T. Reynolds y N. J. Herman-Kinney (eds.). Handbook of symbolic interactionism. AltaMira Press. Walnut Creek.         [ Links ]

57. SUÁREZ-OROZCO, CAROLA Y MARCELO M. SUÁREZ-OROZCO. 2001. Children of immigration. Harvard University Press. Cambridge.         [ Links ]

58. TOREN, CHRISTINA. 1993. "Making history: The significance of childhood cognition for a comparative anthropology of mind". Man. New Series. 28 (3).         [ Links ]

59. TOREN, CHRISTINA. 2001. "The child in mind". En H. Whitehouse (ed.). The debated mind. Evolutionary psychology versus ethnography. Berg. Nueva York.         [ Links ]

60. --------------. 2002. "Anthropology as the whole science of what it is to be human". En R. G. Fox y B. J. King (eds.). Anthropology beyond culture. Berg. Nueva York.         [ Links ]

61. TRIMBLE, JOSEPH E. 2002. "Social change and acculturation". En K. M. Chun, P. B. Organista y G. Marín (eds.). Acculturation. Advances in theory, measurement and applied research. American Psychological Association. Washington.         [ Links ]

62. WITCHER, BETHANN, KATHRYN M. KOLASA Y JENNY T. BOND. 1988. "Influence of rural-urban migration on adult women's food patterns and adequacy of their children's diet, in Ecuador". Ecology of Food and Nutrition. 21.         [ Links ]

63. ZHOU, MIN. 1997. "Segmented assimilation: Issues, controversies, and recent research on the new second generation". The International Migration Review. 31 (4).         [ Links ]