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Revista Colombiana de Antropología

versión impresa ISSN 0486-6525

Rev. colomb. antropol. vol.50 no.1 Bogotá ene./jun. 2014

 

Trayectorias errantes en los extremos de una identidad.
Norma M.: de dirigente sindical peronista a empresaria pesquera

Wandering Trajectories at the Extremes of an Identity.
Norma M.: From Peronist Union Leader to Fishery Entrepreneur

Gonzalo Julián Yurkievich Grinszpan
Universidad Nacional de Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina
gonzaloyurkievich@yahoo.com.ar

Recibido: 19 de abril de 2013 Aceptado: 2 de marzo de 2014


Resumen

En el presente artículo se reconstruye, a través de las perspectivas de la etnografía y la historia oral, la trayectoria política y económica de Norma M., exsindicalista y actual titular de la cooperativa de pesca San Julián, quien además fue protagonista del último gran conflicto obrero en el puerto de Mar del Plata, en el año 2007. A partir del posicionamiento político-ideológico y de las concepciones nativas de Norma M. y de su hijo Sebastián P., se abordan la identidad peronista, su labor en el Sindicato Obrero de la Industria del Pescado, el sistema de cooperativas de trabajo apócrifas, así como el conflicto del 2007. De esta forma, al tiempo que se interpela a los protagonistas, se analiza el proceso de precarización de las condiciones de trabajo de los obreros del pescado en la República Argentina.

Palabras clave: peronismo, militancia sindical, precarización laboral, conflictividad social.


Abstract

In this article I reconstruct, through the ethnography and oral history perspectives, the political and economic trajectory of Norma M., an ex trade unionist and the current leader of the fishing cooperative called San Julián, who also was a protagonist in the last workers struggle in 2007. Based on Norma's and her son's political- ideological stance and native conceptions, I address topics such as eronist identity, her role in the Fishing Industry Union of Workers, the system of apocryphal fishing cooperatives as well as the struggle in 2007. Thus, at the same time that the protagonists are interpellated, the deterioration of the working conditions in the fishing industry in the Argentinean Republic is analyzed.

Keywords: peronism, union militancy, labor flexibilization, social struggle.


Introducción1

A principios de la década de los noventa, la industria pesquera argentina llevó adelante un profundo cambio estructural que incluyó, entre otros elementos, la concentración e internacionalización del capital pesquero, la ampliación y transformación de la flota, con un consecuente aumento del esfuerzo de pesca, y una modificación radical en la relación salarial2 vigente hasta ese momento. En este marco, se disolvió la relación de dependencia de los trabajadores con las empresas y se estableció, desde entonces, un sistema de apócrifas cooperativas de trabajo. En una cooperativa, los socios compran la materia prima, procesan el pescado, lo venden, eliminan los costos operativos y la diferencia se reparte entre todos. Este tipo de régimen asociativo legal se basa en el esfuerzo conjunto, la ayuda mutua y el fin común. En las cooperativas del puerto de la ciudad de Mar del Plata, en cambio, las ganancias no se reparten de modo equitativo entre los socios, sino que el trabajo de los operarios es remunerado en función de la productividad de su labor calculada en kilogramos de pescado procesado. De esta forma, la empresa pesquera aparece como contratante del servicio de mano de obra de una cooperativa con "dueño" y a la vez como proveedora de la materia prima, y paga a cambio del trabajo un monto determinado que varía de acuerdo con la variedad de pescado procesado (Rodríguez et al. 1999, 47). Así, las empresas logran evadir los aportes patronales jubilatorios, los impuestos a los ingresos brutos y a las ganancias, disminuir el costo indirecto de personal y eliminar el pago de garantía horaria, el bono alimentario, el sueldo anual complementario, el salario familiar y las vacaciones, feriados y ausencias por enfermedad (Gennero de Rearte et al. 1997, 22). Aunque en términos de ingresos monetarios directos no hay grandes diferencias, la explotación aumenta por el incremento del número de horas trabajadas y la mayor intensidad del ritmo de trabajo, así como por la inestabilidad laboral y los aportes obligatorios al sistema previsional y de seguridad social, entre otros factores (Mateo, Colombo y Nieto 2010, 56). Además, debemos remarcar que los trabajadores quedan inactivos en los momentos de escasez de pescado, debido a la sobrecaptura o a la propia estacionalidad de las especies, con lo cual ven abrupta-mente interrumpida su fuente de ingresos. Dentro de esta nueva relación salarial, la representatividad del gremio pesquero se ve limitada al cada vez más exiguo grupo de trabajadores en relación de dependencia, mientras se ha consolidado, por otra parte, un grupo mayoritario de obreros precarizados que han protagonizado intensos ciclos de conflictividad social durante los últimos quince años, especialmente durante los periodos de escasez de pescado.

A partir de la perspectiva etnográfica y de la historia oral, el presente escrito se propone reconstruir la trayectoria política y económica de Norma M., titular de la cooperativa de pesca San Julián, prestataria de servicios de una de las mayores empresas pesqueras de la Argentina, Giorno-Valastro, y protagonista de uno de los últimos grandes conflictos obreros en el puerto local, en el 2007. Este artículo se sitúa en las fronteras de la historia y de la antropología, y combina las técnicas y los procedimientos de ambas disciplinas, para así observar y analizar la realidad constatada a partir de diversas fuentes.

En la primera parte se realizan algunas consideraciones teórico-metodológicas a fin de justificar el uso de técnicas propias del método biográfico en historia y antropología, en particular, sobre el tratamiento de las fuentes. Luego, se presenta el relato biográfico alrededor de tres momentos. El primero corresponde al legado peronista de Norma M. durante los tiempos de la resistencia peronista3, en el fabril partido de La Matanza4. El segundo trata de la llegada de Norma a Mar del Plata, de su acercamiento a los trabajadores de la pesca y de su inserción, a finales de los años ochenta, en el Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (SOIP), onducido entonces por Abdul Saravia5. El tercer momento describe el proceso de cooperativización forzosa del trabajo en la industria pesquera y la conflictividad social en el puerto de Mar del Plata, con énfasis en el conflicto del 2007. Ese proceso histórico se reconstruye a través de los hechos y aconteceres relacionados con la experiencia vivida por Norma M. y su hijo Sebastián P.6. El testimonio de ambos, que se relaciona con el trabajo de archivo y la observación participante durante el conflicto del 2007, introduce un análisis de la precarización de las condiciones laborales de los obreros del pescado y la consecuente conflictividad social que esa situación ha creado.

Consideraciones teórico-metodológicas

Existe un recorte temporal específico sobre el cual se desarrolla este estudio. Se trata del tiempo que transcurre desde mediados de la década de los cincuenta, durante la niñez de Norma M., en la época de la resistencia peronista, hasta el 2007, cuando tuvo lugar el último gran conflicto de los obreros de la pesca. Además del relato de vida, fue necesario combinar el trabajo de archivo con el método etnográfico. Este último ha dejado de ser exclusivo de la antropología para transformarse en una herramienta de investigación cualitativa utilizada por el resto de las ciencias sociales (Bosa 2010, 501). Entre diciembre del 2010 y febrero del 2011, visité la cooperativa pesquera y realicé dos entrevistas en profundidad a su titular, Norma M. A partir de la información recabada, reconstruí acontecimientos y personajes concernientes al entorno social y político propio del periodo de tiempo referido. Desde la aproximación empírica del aquí y ahora, intento generar una imagen impresionista del ámbito de la cooperativa y de las relaciones que tienen lugar entre los personajes presentes. Norma M. ha elaborado ciertas representaciones del pasado alrededor de los hechos narrados. Se trata de recuerdos personales, pero también de narrativas colectivas que constituyen un acervo de conocimientos e imaginarios políticos. En este sentido, utilizo el método de la historia oral, el cual proporciona el acceso a informaciones empíricas básicas e imposibles de obtener en otras fuentes más tradicionales, como los diarios o los archivos municipales y sindicales (James 2004, 125). El testimonio oral referido al ámbito mismo de la experiencia brinda valiosa información. Sin embargo, se debe ser cauto ya que, siguiendo a James (2004), "la visión que proporcionan los testimonios orales no es el mero reflejo transparente de los pensamientos y sentimientos tal como realmente fueron o son" (127). Un testimonio nunca es totalmente transparente. Para poder captar sus significados más profundos, hay que estar atentos a las estrategias retóricas y al discurso de la comunicación no verbal. Gastón Gil (2010) propone "tomar las narrativas que emanan del sujeto como una proyección de sus dinámicas y disposiciones psicológicas" (255). Glassie (1982, 651), por su parte, afirma que cuando se enhebran hechos en narraciones se crea algo distinto del pasado fáctico, a fuerza de omisiones y por la dinámica de la presentación, pero no para engañar a la gente sino para ayudarla, llevándola hacia una verdad más amplia que la atrapada en los fragmentos fácticos. Es la búsqueda de esa verdad ampliada lo que guía la labor etnográfica.

Esta trata acerca del pasado reciente y debe, por ende, surtirse también de un intenso trabajo de archivo (Gil 2010, 258). El estudio comienza conociendo el pasado, que ha sido estudiado desde fuentes orales, bibliográficas, periodísticas y sindicales, y a través de la observación participante durante el extendido conflicto del 2007. Es a partir de este conocimiento que los imaginarios y el posicionamiento de los actores sociales, con los cuales se desarrolla la tarea etnográfica, son explorados, evaluados e interpretados.

A finales del 2010, luego de varias visitas al lugar, logré hablar con la presidenta de la cooperativa, la señora Norma M. Cuando me presenté y le expliqué el propósito de mi estudio, ella se entusiasmó con el hecho de que un investigador de la universidad mostrara interés alguno en su vida. Buena parte de su testimonio tiene como hito el último conflicto trascendente en la industria pesquera, ocurrido durante la segunda mitad del 2007 y que se ha convertido en un acontecimiento significativo para los dirigentes de la cooperativa de pesca San Julián7.

La cooperativa funciona en el primer subsuelo de una oscura galería ubicada en la calle 12 de Octubre, principal arteria del barrio Puerto de la ciudad de Mar del Plata. El día de nuestra primera entrevista llegué muy puntual, a las 15:00. Norma M. me recibió en su escritorio y comenzamos a hablar. A los pocos minutos apareció su hijo, Sebastián P., quien se sentó en otra silla detrás del mismo escritorio, al lado de Norma M. Al principio, él no podía ocultar su desconfianza. Me miraba fijo y se mantenía a la defensiva. Poco a poco, la conversación se fue haciendo menos tensa. La oficina era abierta y estaba conectada con el resto del recinto, en donde había cuatro personas más que estaban ocupadas en sus propias tareas. Cada tanto alguien entraba a realizar algún trámite o a efectuar una consulta. Se escuchaba una música suave de fondo.

La herencia peronista

Sobre el escritorio había una pequeña foto de Eva Duarte de Perón8 y me dispuse a explorar los ribetes de la herencia peronista de Norma M. Hice algunas referencias al peronismo y a Abdul Saravia, tras lo cual ella se levantó de su escritorio y me dijo: "Vení, seguime". Caminé hacia un sector oculto de la oficina donde había cuatro afiches. El primero era una foto de Abdul Saravia, sonriente, con un gran cuchillo de cocina en la mano, junto a un costillar que resplandecía en su asador. El segundo era una foto de Perón con un saco oscuro y la banda presidencial que cruzaba su torso. El tercero era una foto de Perón y Evita posando juntos. El último enmarcaba las "Veinte verdades peronistas"9. "Nadie se acuerda ya de las 'Veinte verdades'", me dice Norma M. La estructura de sentimiento peronista (véase James 1990) constituye el punto de partida desde el cual nuestra interlocutora emprende su relato:

Yo nací en 1946; en 1955 tenía nueve años. Siempre nos venían a allanar, nos rompían los colchones, nada más que porque éramos peronistas. Mi papá era italiano, no votaba. Mi mamá tampoco. No votó hasta 1949. Mi abuelo era el militante, tenía una unidad básica10 en La Tablada. El general Valle11 estuvo escondido en La Matanza. Éramos todos militantes de la resistencia. Lo de Perón fue un cambio muy grande para el obrero. Si no eras peronista eras contrera. Antes la pasabas feo de verdad. Mi abuelo, cuando cobró el primer aguinaldo —tenía diez hijas mujeres, diez— dice que las llamo a todas a la pieza y les puso el aguinaldo ahí, en la cama, como diciendo: "Miren todo lo que gané". Nosotros somos de otra generación de peronistas. Mi mamá me critica porque somos más de los bandos. Para ella todos son iguales, el que es peronista es peronista y no hables mal de nadie porque te mata. Mi papá era presidente del club Almirante Brown, que era el más populoso porque tenía fútbol, no como Huracán, que era más elitista. Terminaban los partidos y ganáramos o perdiéramos salíamos por la calle principal cantando la marcha peronista.

La identidad peronista de Norma M. va construyéndose en el relato. Su niñez durante la resistencia, en el marco de una familia inmigrante, obrera y militante en el fabril partido de La Matanza, está teñida por la esencia de una cultura y una identidad que, si bien se gestaron durante la década peronista (1945-1955), cobraron fuerzas y esplendor en los decenios siguientes. Pese a estar proscripto en las urnas, el movimiento siguió vivo en las fábricas, los sindicatos, las barriadas y las universidades, clamando por el regreso de su líder depuesto y exiliado. El peronismo en el imaginario de la resistencia aparece como quiebre (de un mundo miserable) y conquista (de un mundo justo). Como bien define Torre (1989), el impacto de la gestión de Perón "estuvo a la medida de la indigencia en la que se encontraban amplios estratos del mundo del trabajo y en un marco semejante, las reformas más modestas revestían un carácter espectacular" (23).

La identificación del peronismo con lo popular aparece en la forma como Norma M. recuerda con orgullo a su padre, presidente de un club "popular" que se diferencia del club "elitista" de La Matanza. El mismo Perón, en sus discursos, catalogaba a sus seguidores como "desposeídos", "descamisados" o "cabecitas negras"; aquellos hasta entonces ignorados y avasallados por las élites tradicionales aparecían como protagonistas de un nuevo relato histórico en el cual se encontraban incluidos. La segunda máxima de las "Veinte verdades peronistas" remarca: "El peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular y por lo tanto no peronista" (Perón s. f.).

El peronismo termina dibujándose en la instantánea fotográfica de una salida de la cancha: sin importar si se gana o se pierde, se canta la marcha. Ser peronista o ser "contrera", sin medias tintas. Aparece en este relato la idea de un peronismo tradicional frente a una nueva generación de peronistas, que distingue entre bandos. Es recién durante los años de la resistencia, y especialmente durante la década de los sesenta, que surgirán las primeras divisiones en el peronismo, entre un sector devoto de lo que James (1990) caracteriza como la ideología formal del movimiento, también denominada ortodoxia peronista, y sectores juveniles y renovadores, mucho más vinculados a las ideas marxistas de la época. Estos últimos planteaban la posibilidad de construir una patria socialista, elemento que se contrapone a la idea de conciliación de clases, que resulta central en la concepción política peronista y su discurso tradicional.

Norma M. sigue su relato. Me cuenta que su primo, Delfor Soto, trabajaba en la fábrica de autos Chrysler y que fue secuestrado y desaparecido en 1975:

Mi primo no era de armas ni guerrillero, era un tipo idealista. Yo me vine a Mar del Plata cuando él desapareció. Había escrito dos libros. Uno se llamaba Carta abierta a las Fuerzas Armadas. Trabajaba en la Chrysler, fue concejal ad honórem y juró por los héroes de Trelew12. Yo había enviudado y tenía ya mis dos hijos. A mi papá le dio miedo y me convenció de que me viniera para Mar del Plata. Vendí una casa que él me había dado y compré un bar en Punta Mogotes (barrio de Mar del Plata) que se llamaba Mediterráneo. Esta galería la hicimos con mi papá y con mis hermanos en 1977, le pusimos Almirante Brown por el club de Matanza. Acá yo no conocía a nadie cuando llegué.

Hay un quiebre en este punto del relato y en la vida de Norma M. La Matanza ya no resulta un lugar seguro y esto la empuja a emigrar junto con sus hijos hacia Mar del Plata, para instalarse en la zona portuaria. Allí monta una zapatería en la galería construida por su familia, experiencia que dura solo un par de años. Luego empieza a vender ropa en el puerto, actividad que la acerca a los obreros del pescado, con quienes comienza a desplegar su actividad militante.

Un militante nunca deja de militar

Desde su vínculo con el peronismo, Norma justifica por qué apoyaba a Saravia. Era peronista y, "para un peronista, no puede haber nada mejor que otro peronista"13. Esta sentencia histórica de Perón subyace en la mente de quien se inscribe dentro de los principios justicialistas.

Cuando quebré con la zapatería, en 1979, empecé a vender ropa. Siempre hablaba de política porque un militante nunca deja de militar. Estuve en una huelga que empezó la Taborda14 y que duró seis meses. Les vendía zapatos a todos los trabajadores del pescado. Entraba a los comedores, a todas las fábricas. Le decía a todo el mundo que había que apoyar a Saravia, porque era peronista.

Ese resistente lazo es, quizás, la mayor fortaleza cohesiva de un movimiento que, aun en sus momentos más radicales y revolucionarios, se circunscribió y ocluyó en el marco de su ideología formal para superar todo reclamo de identidad de clase proveniente de la experiencia y la conciencia práctica (James 1990, 128-144). El peronismo de Norma M. fue forjado durante la resistencia pues, siguiendo a Carri, para el peronismo de la resistencia no había dudas de que su enemigo principal era el antiperonismo, cualquiera fuera su aspecto, y que, a la inversa, el amigo fundamental era otro peronista en cualquiera de sus facetas (Carri [1967], en James [1990]). El hijo de Norma M. interviene:

Ella, de tanto trabajar con la gente del puerto y del pescado, empezó a trabajar para Saravia sin que ni él ni ella lo supieran. Se juntaba con la gente y les decía: "Chicas, tienen que votar a Saravia". La elección del sindicato de 198415 venía bastante complicada y mamá, sin saberlo, ya trabajaba para Saravia.

Norma M. sabía que "un militante nunca deja de militar", que estaba operando políticamente y que el SOIP era la oportunidad para hacer parte de una estructura corporativa dominada por un líder carismático como Saravia, quien era, además, afín a su identidad política.

En 1982, yo vendía ropa en el SOIP, y un día me ofrecieron ser fiscal para las elecciones nacionales de 198316. Me tocó un jardín de infantes del puerto. Yo conocía a todos los que venían a votar, pensaba que ganábamos, y perdimos como perros. Al salir fuimos al SOIP [...]. La gente me decía: "Usted lo tiene que conocer a Saravia, métase en el sindicato, con todo lo que milita usted". Veinte mil me dijeron que me lo iban a presentar y nadie me lo presentaba. En 1985, ganamos la elección a la gobernación de la provincia de Buenos Aires con Cafiero. Nosotros siempre preparando a las mujeres que iban a votar, militando en el puerto, llevando fiscales.

Saravia aparece hasta aquí como un personaje mítico y ausente, construido e idealizado, pero esquivo a Norma M., quien nos cuenta que no militaría formalmente en el sindicato hasta conocerlo, a fines de 1988.

Un día lo conocí en el SOIP y le dije: "Ah, usted es Saravia". Él sabía quién era yo y enseguida me ofreció trabajar en el sindicato. Como yo conocía a mucha gente me ofreció trabajar en la parte política. Yo tenía a todos los patrones y a los políticos en mi agenda. Cada vez que teníamos un teléfono nuevo lo metíamos en la agenda.

Le pregunté a Norma M. si alguna vez integró la comisión directiva, pero su hijo intervino. Dijo que "ella se encargaba más de la parte política". En ese momento llegó una mujer para pedir la firma de algunos papeles. Cuando se marchó, Norma se refirió a ella. Su nombre era Claudia y venía de Santiago del Estero, una provincia del norte argentino. A los veinte años fue delegada de la Campagnola y terminó trabajando en el sindicato e integrando (ella sí) la comisión directiva. Luego aclara:

Yo nunca trabajé en el pescado. Tenés que haber trabajado para estar en la comisión. Yo estaba en las relaciones políticas. Me tocó acompañar a la señora de Menem17. Después Menem me llamó para agradecerme, porque Zulema no podía hacer declaraciones. Menem era amigo de Saravia, no sé cómo explicar. Yo lo quería matar, yo era contra de Menem. En mi casa me querían matar a mí. Le decía a mi mamá: "Este turco18 es un hijo de puta, ¿no ves lo que hace con la pesca?". Yo por ahí los veía tan de cerca, y veía la frivolidad de ellos.

Las políticas menemistas fueron responsables de la más dramática transformación estructural del circuito pesquero argentino en su historia. La quiebra de muchas empresas importantes tradicionales19, la desafiliación masiva del gremio20, la cooperativización de la mano de obra en tierra21 y la firma de los acuerdos de pesca con la Comunidad Económica Europea22constituyeron una debacle para el principal puerto pesquero argentino. Saravia era leal a Menem y Norma era leal a Saravia. La cadena de lealtades es una precondición de la militancia peronista. Saravia tenía sus motivos para apoyar a Menem y Norma M. era fiel a su mentor político. Durante su gestión, paseaba a la mujer del presidente por Mar del Plata al tiempo que manejaba las relaciones políticas del sindicato. Esto último incluía un contacto directo con la patronal y con el Gobierno nacional. Señalé a Norma M. la posible responsabilidad y anuencia de Saravia con las políticas pesqueras menemistas. Norma M. lo defendió, e incluso se aventuró en anécdotas que buscaban ilustrar al personaje antes que profundizar en las posibles debilidades del líder sindical:

Mentira que fue funcional. Si vos leés los diarios, cuando firmaron los acuerdos marco23, se paseó con un barco hecho mierda y dijo: "Así es como va a quedar el puerto". Era un tipo en contacto permanente con la gente, vos ibas y estaba; era el delegado natural del puerto. Una vez vino un barco de turcos a comprar caballos argentinos y tardaron mucho. No sé qué pasó, pero se quedaron tres meses y un turco se enamoró de una chica argentina. Le vinieron a preguntar a Saravia qué podían hacer para casarse. No fueron a ver al intendente, lo fueron a ver a él. Era un referente.

Saravia es una referencia en la vida política de Norma M. Este elemento torna difusa cualquier caracterización del dirigente. Hasta los extranjeros que llegaban al puerto se daban cuenta de su carácter y representatividad, por lo cual acudían a él para pedir la mano de una nativa. Para Norma M. es inaceptable que al líder sindical se lo relacione con un proceso que generó concentración económica, precarización laboral, depredación del recurso pesquero y deterioro general del espacio social portuario. Saravia es recordado con nostalgia, sentimiento que no deja lugar a la reflexión o a la crítica. Saravia es el peronismo y es la política, encarnados en un ídolo intachable que da sentido al pasado de Norma M.

Ahora la charla es más distendida, hay poca gente en el recinto y de fondo suena un tango que inunda la oficina de nostalgia. Le pregunto a Norma M. acerca de sus vivencias e imaginarios durante su paso por el SOIP.

Fueron muy lindos los tiempos en el sindicato. Era volver a vivir todo lo que fuera peronista. Yo tenía unos tíos que venían de La Matanza y los invitaba a algún picnic del SOIP. Yo lo vi a mi tío Pedro llorar desde que empezó el picnic hasta que terminó porque le hacía recordar los tiempos de Perón. Toda la gente sentada en las mesas, comiendo, compartiendo con el compañero.

Rápidamente, reaparece el peronismo bañando la imagen del "asado". Los "compañeros" comparten la comida y los demás elementos simbólicos del movimiento. La marcha se canta usualmente en estas ocasiones. Se lo hace de pie, con un brazo en alto y con los dedos marcando la V de la victoria. El tío llora. Recuerda los tiempos de Perón. Se completa así la imagen idealizada de un pasado de desarrollo nacional que había marchado de la mano con una política de justicia social. Este pasado se contrapone con el presente empresarial de Norma M., quien hacia fines de los años noventa, ya muerto Saravia y fuera del sindicato, funda la cooperativa de trabajo San Julián.

Luego de más de dos horas de diálogo, me despido de mis interlocutores y concertamos una nueva cita. El nuevo encuentro se concretará un par de meses más tarde.

El laberinto cooperativo

La cooperativa San Julián comenzó enviando mano de obra a las plantas de las empresas más grandes para procesar pescado fresco. Hacia el 2000, alquiló una planta propia y se especializó en el procesamiento de anchoíta, al tiempo que mantuvo la relación con los grandes empresarios merluceros —especialmente, con el grupo Giorno-Valastro—, a quienes siguió enviando mano de obra. Durante nuestra segunda sesión, le pregunté a mi interlocutora acerca de las ventajas y desventajas del sistema cooperativo. Para ella, este es justificable en función de la relación salarial imperante, e incluso legitima su propia existencia aduciendo que "ya es muy difícil volver atrás", porque la gente está "acostumbrada al sistema cooperativo".

Norma M.: Yo estaba en el sindicato y estábamos en contra de las cooperativas. Después me di cuenta de que no todas las cooperativas son malas. Sebastián P.: Nosotros lo tomamos como negocio, no te lo vamos a negar. Somos bastante cooperativa. Cien por ciento cooperativa es difícil. Nosotros tenemos habilitación. Somos la única cooperativa que exporta a su nombre. Llamamos a asamblea en lugares reales, tenemos libro de síndicos. Si le falta la puerta a uno o la heladera a otro, ahí estamos. Hace más de diez años que somos San Julián. Somos prolijitos, pagamos el IVA, trabajamos.

Norma y Sebastián nos proponen una dicotomía entre cooperativas buenas y malas. El problema no es el sistema en sí mismo, sino la forma en la cual cada cooperativa ejerce sus funciones: hay cooperativas malas y establecimientos como el de ellos, que son "bastante cooperativos".

Norma M.: Cuando empezamos, nadie nos conocía, nadie nos tenía confianza. El Gobierno debería ser menos riguroso con los empresarios. Deberían ser más flexibles con el laburo [trabajo] de la gente, porque si no el empresario no invierte.

Sebastián P.: El compromiso con el presentismo es el problema. Los fileteros tienen trescientos pesos [noventa dólares] en el bolsillo y es un día de joda. Hay matrimonios que sacan dos mil pesos [seiscientos dólares] por semana. No tienen auto y tienen las mejores zapatillas. La gente se mata dos días y después descansa. Es muy difícil volver atrás; esta es una generación que siempre trabajó en cooperativas. Son veinte años de fileteros que están acostumbrados a este sistema. Muchos me dicen que no quieren estar en blanco.

De acuerdo con Sebastián, los trabajadores, al contar con cierto dinero en sus manos, ya no piensan en volver a trabajar al día siguiente sino en divertirse o comprarse cosas superfluas. Eso compromete la producción de las fábricas e imposibilita la relación de dependencia. Así, se vuelve necesario emplear a los obreros por día y pagarles de acuerdo con su productividad.

En el entretanto de nuestra sesión, apareció un empleado. El hijo de Norma M. le dijo que podía llevarse el auto y traerlo el lunes, ya que él no lo usaría. El empleado era alto y un poco desgarbado. Llevaba el pelo largo sujeto con una vincha negra. Mientras transportaba carpetas, escuchaba parte de nuestra conversación. En cierto momento intervino para reforzar los argumentos anteriores:

La cooperativa se hizo para cubrir la faltante de los efectivos. Vos tenías una rueda con setenta personas para hacer funcionar un frigorífico y tenías cuarenta porque treinta faltaban. Entonces, tenías que tomar gente para complementar. Yo trabajé en Marejada muchos años; era un frigorífico modelo de Salerno. Congelábamos veinte mil kilogramos cuando enfrente se congelaban seis mil. Estábamos a producción, teníamos que hacer mover el pescado. Enfrente estaban por quincena.

Hay varios detalles que merecen ser subrayados en estos testimonios. La aceptación de Sebastián P. de la inexistencia de la cooperativa en sentido estricto. El asumido paternalismo con los trabajadores, a quienes se ayuda en función de su lealtad con la empresa. La concepción de un Estado que regula demasiado la relación entre capital y trabajo, lo cual favorece el ausentismo y los juicios laborales, que a su vez encarecen los costos y desalientan la inversión privada. La consideración de que la productividad del empleado registrado no asegura la rentabilidad de la producción, lo cual produce un efecto de distorsión que solamente se resuelve a costa de mantener una mano de obra flexible y temporaria. Se sostiene la idea de no retornar a condiciones estructurales pretéritas debido a la costumbre de los trabajadores, quienes han perdido ya "la cultura del trabajo". El empleado reafirma estas percepciones al considerar que solo "moviendo el pescado" el negocio funciona, y que esto solo es posible trabajando a destajo y en cooperativas en las cuales se maximiza la productividad de los obreros.

Me ofrecieron un café y lo acepté. Sebastián P. le pidió a Claudia que lo preparara. Claudia —la que vino de Santiago del Estero de joven y quien integró la comisión directiva de Saravia— sigue hoy fiel a su mentora en la cooperativa, y sirve el café a sus ocasionales visitas. Este hecho ilustra la esencia de una cultura política que reposa en la fidelidad, la jerarquía y la fe profunda en los principios corporativos y unificadores del movimiento, dentro de los cuales la noción de lealtad aparece como máxima aglutinante y conservante.

Trabajar "un poco mal"

Mientras tomábamos café, les pregunté a Norma M. y a su hijo cómo y por qué había empezado el conflicto del 2007.

Norma M.: Empezó por una pavada. Había poco pescado y le decíamos a Giorno-Valastro: "Miren que se va a armar lío, nosotros somos conocedores". También les decíamos: ¨Muchachos, no tiren mucho de la cuerda, den-nos raya, camarones, calamar, otras cosas para procesar". El quilombo24 empezó en nuestra cooperativa. Teníamos a Villaola25 y él empezó el lío. Me lo mandaron de Valastro. Él había estado con Saravia y lo había traicionado. Siempre iba a decirle a Valastro que no lo quería. Me lo metieron. O tomaba a Villaola o no me daban pescado. Un día había pescado chico y ahí empezaron a salir.

Norma M. y Sebastián P. sabían, "porque tenían experiencia", hasta dónde se podía "tirar de la cuerda". Como mediadores de una relación asimétrica y flexible, advirtieron al gran empresario pero este no los escuchó. La escasez de pescado generó una reducción drástica en el ingreso de los obreros. Sin embargo, este hecho no es el que más resalta Norma. Ella prefirió explicar el conflicto por la presencia de un agitador, Villaola, más que por las carencias propias de unos operarios precarizados que se vieron súbitamente desprovistos de su ingreso.

Sebastián P.: La gente se movilizó en paz, sin quemar gomas, desde la planta hasta Giorno, a pedir un garantizado. Fueron a decir que estaban trabajando un poco mal26 y querían ochocientos pesos. De ahí empezaron a hacer reuniones y se involucró la CTA27 [...] era buena oportunidad para conseguir una personería gremial. La CTA siempre persigue lo mismo28. Ahí todas las cooperativas que trabajaban para Giorno saltaron. Ya después era otra cosa lo que pedían. Empezaron a pedir por el convenio de 1975, cuando la primera movilización era solo por una garantía horaria.

Los trabajadores empezaron a movilizarse "en paz", porque estaban trabajando "un poco mal", pero apareció la CTA. Ahora no es Villaola solamente, sino también la CTA la que instiga a un proletariado inerte, sin posibilidad de discernir, arrastrado por los intereses de terceros y no por el impulso generado por sus propias carencias.

Norma M.: Trigo era un capataz que yo tenía. En el 2007 se metió en el quilombo y terminó mal. Conmigo se compró camioneta, una casa, un coche y por andar haciéndose el loco terminó mal [...] a mí me prendieron fuego a los dos portones y los bomberos no me quisieron venir a apagar. Sebastián P.: En el conflicto del 2007, los pibes salían del campamento y se venían para acá. Mi vieja los aconsejaba, de bien.
Norma M.: Yo tenía un pibe, Noel, que se fue con la manada del 2007. Nos estaba haciendo juicio y lo mataron por mujeres. Estaba tirado en la comisaría y no lo podía sacar la familia. Yo le fui a pagar el velorio y eso no quitó que la familia me hiciera juicio igual. Al final nos cobraron [...] hasta las flores le pagamos. La madre y el padre le pidieron una corona y la anotaron a nombre de la cooperativa. ¿Y Vilma Baragiola?29 ¿Y Pepe San Martín?30, ¿dónde estaban? Hikilo31 es un vendedor de obreros. A Noel le llenaron la cabeza, nueve años trabajando con nosotros. La gente que fue a hacer el lío estaba con seguro, monotributo, todo.

Estos últimos pasajes son elocuentes muestras del paternalismo con el cual se concibe la relación entre la cooperativa y sus operarios. Ellos los trataron como "hijos", pero estos se descarriaron y terminaron caídos en desgracia y abandonados por quienes los impulsaron a una rebelión injustificada. Desde esta perspectiva, los obreros fueron víctimas de los agitadores, que los impulsaron a adelantar tales acciones. Con la cooperativa estaban bien, progresaban; contra esta, "terminaron mal".

Le pregunto a Norma M. por su relación con los hermanos Luis y Mamerto Verón32 y por su rol durante aquel último gran conflicto en el puerto de Mar del Plata.

Con los Verón no llegamos a ser amigos, pero por lo menos podíamos dialogar [...]. Venían y nos decían: ¨Che, qué difícil que es estar adentro¨. En el 2007 quedaron como unos vendidos. Yo le dije a Mamerto: "Viste, Verón, que no era tan fácil conducir el sindicato, es más fácil tirar piedras desde afuera"33.

Pregunto por qué, en su opinión, se reiteran las crisis sociales en el puerto. Entre ambos me arrojan una serie de ideas y conceptos compartidos:

Norma M.: Nunca hubo una política de pesca seria. Los que saben de pesca acá nunca son funcionarios. Debería haber un ministerio de pesca. Hay que mandar las cosas con valor agregado.

Esta apreciación es correcta, ya que no existe en Argentina una política pesquera erigida en función del interés común de los ciudadanos, en la cual los recursos pesqueros sean considerados estratégicos en arreglo a objetivos planificados por el Estado, de modo que se fortalezca una industria que genere mayor valor agregado.

Sebastián P.: En los noventa algunos se fortalecieron y enriquecieron y otros se vinieron para abajo. Hoy hay cuatro o cinco que tienen la manija del puerto. No es una buena época [...] vamos a ver cómo se contiene a la gente [...] si no, va a haber quilombo.

En este pasaje se asume que la concentración económica y la verticalidad de los procesos productivos en firmas oligopólicas, asociadas a cooperativas que estrangulan crecientemente el factor fuerza de trabajo, son elementos emergentes del cambio estructural, que generan una continua latencia de la conflictividad social.

Norma M.: La gente no quiere trabajar. Esta es una generación que siempre trabajó en cooperativas. Los derechos los ganaste, pero también tenés obligaciones. La gente hace lo que quiere en la cooperativa y cuando vos les querés poner los puntos te hacen juicio. Antes se enojaban más con el Gobierno y ahora no. No sabemos en qué momento cambió, que ahora se enojan más con el patrón.

Aquí, se propone que existe una nueva cultura obrera en la cual los trabajadores exigen derechos pero no cumplen con su obligación de trabajar. Ahora es el patrón, y no el Estado, quien debe dar respuestas, pero al no poder fijar las reglas en sus propias plantas queda expuesto a los juicios laborales. Los trabajadores se muestran disgustados y propensos a generar disrupciones en el proceso de trabajo. Se preguntan cómo y cuándo ha sucedido esta mutación en la clase obrera.

Norma M. y Sebastián P. no se reconocen como parte de este complejo proceso, el cual explican, "puertas adentro", señalando que los obreros "hacen lo que quieren, no quieren trabajar, buscan sacar ventajas, son manipulados". De esta forma, la dupla se desentiende de los lazos que la unen con el Estado y con el gran empresariado pesquero, responsables ambos del conflicto latente. Las responsabilidades del Estado se derivan de haber permitido formas flexibles de contratación de la mano de obra, haber otorgado permisos de pesca a terceros países, no haber controlado los excesos en las capturas, no haber regulado la concentración del capital ni haber promovido una mayor diversificación y generación de valor en la producción. El gran empresariado, por su parte, es responsable de establecer sociedades con empresas foráneas, y de haber prestado su bandera y sus permisos de pesca. También lo es por reducir en forma creciente sus costos de producción y por haber aumentado sus ganancias a través de la utilización del trabajo flexible y de la depredación de los recursos pesqueros.

Apuntes finales

Desde su escritorio en aquel local al final de una oscura galería de la alicaída calle 12 de Octubre, Norma M. y su hijo Sebastián P. proyectan la instantánea precisa y eterna de dos universos de análisis complejos y apasionantes. Por un lado, el peronismo, con sus halos de misticismo, sus juramentos de fidelidad y sus símbolos, claros y omnipresentes, definidos y fundamentales para el funcionamiento del movimiento. Por otro lado, el proceso de concentración y precarización de las condiciones de trabajo dentro del circuito pesquero argentino en las últimas décadas, observado a través de la pareja analizada y su lógica política.

En el primero de los casos, el peronismo impregna las entrevistas y lleva a nuestra protagonista a los terrenos de la nostalgia. Desde una niñez teñida por la resistencia peronista, cuyas imágenes e imaginarios son épicos, se llega a la Mar del Plata de fines de los años setenta, época dorada de la industria del pescado. Allí aparece el nicho en el cual Norma M. puede desarrollar su vocación política, gesta-da durante la niñez. Abdul Saravia, líder de un sindicato cuya representatividad siempre ha sido cuestionada, se transforma en mentor y depositario de la lealtad de Norma M. Finalizada la experiencia en el SOIP, el ser-político se transforma en ser-empresario, si es que podemos separar en forma estricta al ser-político-gremial del ser-empresario en un contexto cuyas características han generado históricamente lazos estrechos entre dueños de barcos, cámaras empresariales y sindicatos de marineros y fileteros. En los hechos, la militante sindical se transforma en "dueña" de una cooperativa de trabajo. Esta fusión de intereses no siempre contradictorios da lugar a nuestro segundo punto de análisis: la cooperativización forzosa del trabajo como vehículo de la precariedad y el conflicto. La década de los noventa aparece como quiebre en la estructura pesquera argentina. La firma de tratados con la CEE es precedida por cambios en las formas de regular la contratación de la mano de obra, que permiten la tercerización de los trabajadores a través de cooperativas de trabajo. Es decir, a un poco representativo sindicato se le suma la desafiliación de los obreros, quienes quedan más desguarnecidos y emprenden, desde 1997, sucesivas ondas de protesta en las cuales se exige el regreso a la anterior relación salarial erigida en función de históricos convenios colectivos de trabajo.

Es en ese contexto que Norma M. monta su cooperativa y se asocia con el más poderoso de los empresarios del pescado en Argentina. Hoy, al tiempo que llora sobre la foto de sus ídolos caídos, se pregunta cómo es posible que aquellos a quienes ha tratado "como a sus hijos" sean los promotores de los turbulentos hechos vividos durante el invierno del 2007. Si el reclamo era "pacífico", porque estaban trabajando "un poco mal", ¿cómo es posible que se haya expandido geométricamente, hasta abarcar al conjunto de los obreros precarizados, que clamaron por condiciones más justas de trabajo? Ellos tan solo pedían un garantizado de $800. ¿Por qué ahora querían estar registrados y que se respetaran sus derechos laborales? Su lógica política enseña que la relación entre el capital y el trabajo debe ser armónica y constituir una alianza, para que empleadores y obreros caminen hacia un próspero porvenir nacional. Los trabajadores tienen que haber sido empujados a participar en el conflicto por líderes políticos y representantes sindicales que perseguían su propio provecho. Estos agitadores se esfumaron a la hora de apoyar a los trabajadores cuando estos cayeron en desgracia al apagarse el conflicto. ¿Acaso no apareció allí la verdadera "familia" que, a pesar de enfrentar un juicio laboral en su contra, pagó el velorio y hasta las flores de uno de sus exempleados, descarriado y muerto en un "ajuste de cuentas" a manos de terceros?

Mientras Norma M. se hace estas preguntas, Giorno rompe su matrimonio por conveniencia con la cooperativa San Julián y deja de enviarle pescado, de modo que ella y su hijo quedan solos y con un futuro incierto. La imagen de Norma se aleja; se funden en la distancia su ethos militante, su ethos peronista y dirigente y su ethos empresarial. Todos son uno, caminan por huellas vecinas y se dirigen hacia el mismo horizonte esquivo y contradictorio.

Mientras tanto, los obreros de las cooperativas del puerto siguen trabajando a destajo en el marco de una nueva "cultura del trabajo", diseñada, representada y reproducida por los intereses del capital pesquero concentrado, y garantizada por el Estado y sus modos de regulación en materia pesquera. Estos elementos nos hacen pensar que nuevos conflictos tendrán lugar en el puerto de Mar del Plata y que los obreros precarizados serán nuevamente protagonistas de la historia.


Notas

1 El presente artículo fue producido en el marco del seminario doctoral "Problemáticas histórico-antropológicas del pasado reciente", a cargo del Dr. Gastón Gil, y constituyó luego un pasaje de mi tesis doctoral, titulada "Transformación estructural en la industria pesquera, conflictividad social y deterioro espacio-ambiental en el puerto de Mar del Plata, 1991-2007".

2 El concepto de relación salarial se inserta en el marco de la teoría de la regulación, de la cual Robert Boyer y Michel Aglietta son dos de los más destacados referentes. Se define como la forma institucional que especifica las modalidades adoptadas históricamente por la relación existente entre los trabajadores asalariados y los propietarios de los medios de producción. Es la forma institucional que expresa el conjunto de condiciones jurídicas e instituciones que regulan los alcances del uso del trabajo asalariado y el modo de existencia de los trabajadores. Para ampliar, véanse Aglietta (1979) y Neffa (1999).

3 Se denomina resistencia peronista al proceso llevado a cabo por los militantes peronistas desde el derrocamiento de Perón y su posterior exilio en 1955, hasta el regreso del peronismo a las urnas en 1973. A pesar de estar proscripto durante todos esos años, el movimiento peronista siguió vivo en las fábricas y en los sindicatos. El regreso de Perón a la Argentina y la consecuente construcción de la patria socialista representaban los principales objetivos comunes de la resistencia. Esto hizo posible la cohesión del movimiento durante la ausencia del líder y la inmediata reactivación de aquel cuando este volvió al país, dieciocho años después del golpe que lo depusiera. Para ampliar, véase James (1990).

4 La Matanza es uno de los 135 partidos de la provincia argentina de Buenos Aires. Forma parte del aglomerado urbano conocido como Gran Buenos Aires, y es el partido más extenso del conurbano bonaerense y el más poblado de toda la provincia. Este partido multiplicó por veinte su población entre 1950 y el 2010, pues pasó de 100.000 a 2 millones de habitantes debido al intenso proceso de industrialización que se dio, especialmente entre 1940 y 1975. Es uno de los bastiones del peronismo en la provincia de Buenos Aires, de modo que marca la tendencia del voto en el principal distrito del país. Este partido ha sido siempre gobernado por el peronismo desde el regreso de la democracia en 1983.

5 El justicialista Abdul Saravia fue secretario general del SOIP desde 1969, cuando este sindicato fue intervenido durante el gobierno militar de Onganía, hasta el año de su muerte, en 1997. Su imagen se asocia, en el imaginario portuario, con la del clásico líder carismático enmarcado en la ortodoxia sindical del Partido Justicialista (peronismo). Fue durante los últimos años de su gestión que ocurrió la desafiliación más importante que recuerde el gremio pesquero local, lo cual preparó el terreno para la cooperativización forzosa de la mano de obra a partir de 1992. Para ampliar, véanse Yurkievich (2008, 2009) y Colombo y Nieto (2007).

6 Las sesiones de entrevistas con Norma M. y su hijo Sebastián P. fueron realizadas el 12 de diciembre del 2010 y el 24 de febrero del 2011.

7 En julio de 2007, los trabajadores de la cooperativa de pesca San Julián iniciaron un paro para reclamar un salario mínimo garantizado de $800 (USD 250). La protesta se extendió al resto de las cooperativas, que al igual que San Julián faenaban para el grupo Giorno-Valastro, y luego a la mayoría de las cooperativas del puerto de Mar del Plata. Piquetes, cortes de calle, ollas populares, toma del Sindicato de Obreros de la Industria del Pescado (SOIP), toma del Palacio Municipal y toma de la sede local del Ministerio de Trabajo constituyeron las manifestaciones asociadas a un conflicto que se extendió por más de cuatro meses. Para ampliar, véase Yurkievich (2008).

8 María Eva Duarte de Perón, también conocida como Eva Perón o Evita, fue una actriz y política argentina. Se casó con Juan Domingo Perón en 1945 y, tras la asunción de este como presidente, se convirtió en primera dama. Eva Duarte, ferviente y combativa defensora de los derechos sociales y laborales, representó un vínculo directo entre Perón y los sindicatos, que conformaban la columna vertebral del peronismo. Por su intensa labor social, Eva Duarte fue inmortalizada como la "abanderada de los pobres". Para ampliar el tema de la vida de Eva Duarte de Perón, véanse Galasso (1999) y Duarte de Perón (1951).

9 Las "Veinte verdades peronistas" son una serie de máximas cuyo objetivo es guiar el comportamiento social y político de los afiliados peronistas. Fueron leídas por Perón desde los balcones de la Casa de Gobierno frente a una multitud el 17 de octubre de 1950. Están disponibles en Perón (s. f.).

10 Se denomina unidades básicas a los comités peronistas.

11 En la noche del 9 de junio de 1956, el general Juan José Valle encabezó una rebelión cívico-militar contra el general Pedro Eugenio Aramburu (este había formado parte del grupo que derrocó a Perón en 1955), la cual tuvo sus focos aislados en Buenos Aires, La Plata y La Pampa. El intento concluyó al cabo de unas pocas horas. Tres días más tarde, el 12 de junio de 1956, el general Valle fue fusilado junto a otras veintiséis personas. Por este acto algunos sectores han denominado a aquel régimen militar "la fusiladora". Para profundizar en este tema, véase el libro clásico de la literatura perodística argentina, elaborado por Rodolfo Walsh, asesinado por la junta militar en 1977, titulado Operación masacre (Walsh 1984).

12 La masacre de Trelew consistió en el asesinato de dieciséis miembros de distintas organizaciones armadas de izquierda (peronistas y marxistas) presos en el penal de Rawson, capturados tras un intento de fuga y ametrallados posteriormente por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Sosa. Los sucesos tuvieron lugar la madrugada del 22 de agosto de 1972, en la base aeronaval Almirante Zar, una dependencia de la Armada Argentina próxima a la ciudad de Trelew, provincia del Chubut, en la Patagonia austral. Para ampliar, véase Eloy (2009).

13 Sexta máxima de las "Veinte verdades peronistas".

14 Elda Taborda es una trabajadora del pescado y militante activa del Partido Comunista (PC). Fue una de las principales referentes del conflicto del 2007 y una de las pocas "viejas militantes" que encabezó esta lucha al tiempo que se mantenía trabajando en la industria. Norma nos cuenta una anécdota muy ilustrativa acerca del posicionamiento político-ideológico de ambas durante los años ochenta: "Elda Taborda me daba papeles de zurdo [de izquierda], y yo que siempre andaba con La razón de mi vida [libro escrito por Eva Duarte de Perón] en el coche... y Taborda venía y me decía: 'tomá, leé esto', y yo le decía: 'tomá, leé esto que es más lindo'".

15 La elección de 1984 fue ganada por las listas Azul y Blanca de Saravia por unos pocos votos. En segundo lugar, quedó la Lista Celeste, que era la expresión electoral de la Unión Obrera del Pescado (UOP), la cual unía a gran parte de los partidos de izquierda y del espectro de clase portuario. La UOP existió desde 1983 y constituyó la principal oposición al oficialismo justicia-lista dentro del gremio pesquero. Recién en el 2002, la Lista Celeste ganó las elecciones, con solo el 28,5% de los votos (Prensa Obrera 2002a).

16 Las elecciones de 1983 representaron el regreso de la democracia, interrumpida desde el golpe cívico-militar de 1976.

17 Carlos Saúl Menem (de origen sirio-libanés) fue presidente argentino entre 1989 y 1999. Aplicó durante su gestión todas las políticas recomendadas por los organismos internacionales de crédito y adhirió al Consenso de Washington. La reforma del aparato estatal, la privatización de las empresas públicas de servicios básicos y la apertura y flexibilización de la economía argentina figuran entre las principales acciones de gobierno llevadas adelante por el mandatario. Durante sus diez años de gestión, se retrajo significativamente la industria nacional, aumentaron el desempleo y la pobreza y se multiplicó por cuatro la deuda externa argentina (Lindenboim 2004).

18 En Argentina se denomina genéricamente como "turca" a la población de origen árabe, la cual es, en su mayoría, de origen sirio o libanés.

19 A principios de los noventa, y en el marco de las modificaciones a la Ley de Quiebras (las empresas podían acceder al concurso preventivo sin necesidad de tener al día ni los pagos, ni los aportes ni los salarios de sus trabajadores en relación de dependencia), algunas empresas líderes en el procesamiento, que habían gozado ya por mucho tiempo de la refinanciación de sus deudas, entraron en convocatoria de acreedores y se declararon en quiebra. Para ampliar, véase Pradas (2005).

20 Según la información estadística que he recabado en el archivo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación, en el cual aparecen los afiliados de los distintos gremios año a año, el SOIP llegó a tener más de quince mil afiliados durante la década de los setenta. Luego de las quiebras, el número de afiliados fluctuó entre dos mil y cuatro mil, según los periodos.

21 Afirma Pradas (2005): "Se crearon las cooperativas para eludir toda la legislación laboral, para terminar con los aportes patronales a la jubilación, liquidar la obra social y la garantía horaria. Desde el punto de vista de la patronal, lo que se logró es la destrucción lisa y llana del convenio colectivo de trabajo de 1975" (22).

22 En 1994, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la nación (SAGPyA), a cargo de Felipe Solá, firmó un acuerdo sobre relaciones en materia de pesca con la CEE. Los barcos congeladores ingresados por este convenio al caladero argentino generaron un proceso de sobrecaptura, cuyo punto más álgido coincidió con las campañas de 1995 a 1997 y superó el umbral de sostenibilidad del recurso durante cinco años de la década de los noventa. Los stocks de merluza (hubssi) entraron en crisis en 1997, así que el Gobierno debió establecer vedas y otros mecanismos de control para resguardar el caladero nacional, lo cual provocó una reducción significativa de las capturas (Godelman et al. 1999, 122).

23 El gobierno de Raúl Alfonsín firmó en 1986 los convenios marco mediante los cuales se otorgaron permisos a embarcaciones rusas y búlgaras para pescar polaca y calamar al sur de los 41° latitud sur, dentro de la zona económica exclusiva (ZEE). Según expresan Cóccaro et al. (2000): "Los acuerdos marco con la ex Unión Soviética y Bulgaria señalan el ingreso institucionalizado, en materia pesquera, de la Argentina en el contexto construido de la globalización desde el poder multidimensional y multiescalar" (5).

24 Quilombo es una palabra muy común en el lunfardo argentino. Es utilizada como sinónimo de desorden, lío o conflicto.

25 Roberto Villaola, personaje muy controversial del puerto de Mar del Plata, apareció como uno de los referentes de las protestas del 2007.

26 Cuentan los protagonistas que "los obreros venían trabajando salteado, a veces solo una jornada de cuatro horas por semana, y debían cortar pescado cada vez más chico" (entrevista con protagonistas del conflicto, 28 de septiembre del 2007). Cuanto más pequeño es el pescado procesado, mayor es el esfuerzo para llenar los cajones. La remuneración se calcula por producción, es decir, con base en los cajones llenados por cada trabajador (Yurkievich 2008, 23).

27 La Central de Trabajadores Argentinos (CTA) es una central obrera nacida durante la década de los noventa en oposición al gobierno de Carlos Saúl Menem y a la tradicional Confederación General del Trabajo (CGT).

28 Durante el 2000, la CTA y el Partido Comunista (PC) crearon el Sindicato de Pesca (Sipes), en un intento de formar un órgano gremial que representara a los obreros cooperativizados. La organización quedó solo en los papeles y ni siquiera llegó a obtener la personería gremial para poder funcionar (Yurkievich 2008, 25).

29 Vilma Baragiola pertenece a la Unión Cívica Radical, fue candidata a intendente en el 2007. Durante el conflicto obrero del puerto, se acercó varias veces a los manifestantes (Yurkievich 2008).

30 José "Pepe" San Martín era el titular a nivel local de la Confederación General del Trabajo.

31 Hikilo era el representante legal de la CTA en Mar del Plata durante el conflicto del 2007.

32 Los hermanos Luis y Mamerto Verón no pudieron integrar la lista en la elecciones sindicales del 2002 debido a los requerimientos de la Ley de Asociaciones Profesionales. Sin embargo, tras participar activamente en el ciclo de protestas llevado a cabo entre 1997 y 2002, se constituyeron como líderes de la campaña que llevó a la Lista Celeste de la Unión Obrera del Pescado a ganar la conducción del gremio en el 2002. Para ampliar, véanse Colombo y Nieto (2007) y Yurkievich (2009).

33 El día martes 11 de septiembre del 2007, trabajadores, fileteros, peones y envasadores marcharon por la calles del puerto, golpeando las puertas de la fábricas e incitando a los obreros y obreras de otras plantas a sumarse al reclamo por el registro laboral. La jornada concluyó con heridos y detenidos y con la toma de la sede del SOIP, conducida por Samuel Salas y los hermanos Luis y Mamerto Verón. Para ampliar, véase Yurkievich (2009).


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