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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525

Rev. colomb. antropol. vol.50 no.1 Bogotá Jan./July 2014

 

What Kinship Is – And Is Not

Marshall sahlins
Chicago: The University of Chicago Press
2013 > 110 páginas

Pedro Quintín Quilez
Profesor de la Universidad del Valle, Cali, Colombia
pedro.quintin@correounivalle.edu.co


Que el autor de un librito de poco más de un centenar de páginas, con el que se pretende contribuir a resolver una de las cuestiones centrales de la antropología desde hace más de un siglo y medio, apele, como inspiración metodológica, a la voluminosa obra La rama dorada de sir James G. Frazer puede parecer por lo menos una proposición paradójica. Sin embargo, si la demostrada solvencia de su autor, el antropólogo Marshall Sahlins1, contribuye a dejar provisionalmente en suspenso toda duda, la lectura del texto conjura finalmente las aprensiones: no es que Sahlins haya logrado resolver definitivamente tan disputado asunto, sino que, aún con muchos aspectos y detalles por aclarar, lo cierto es que ha sistematizado inteligentemente el conocimiento existente para ofrecer una precisa caracterización del fenómeno y, sobre todo, para proveernos de una definición creativa y estimulante con la que seguir trabajando en el futuro.

Tras reconocer, desde el comienzo, los límites impuestos a su argumentación —puesto que Sahlins insiste en que no intenta probar o verificar empíricamente lo que es el parentesco, sino ofrecer una idea de lo que él cree que es, apelando a ejemplos etnográficos tomados de las sociedades más dispares y presentados a partir de una "comparación descontrolada", al más puro estilo frazeriano2—, nuestro autor hace una primera declaración de principios: el parentesco es cultura, no naturaleza. Reitera, así, una aseveración formulada hace ya más de cien años por investigadores como Émile durkheim, y repetida sin descanso desde mediados del siglo XX por figuras notables como Claude Lévi-Strauss, david Schneider o Marilyn Strathern, entre otros muchos, de tal forma que hoy la perspectiva constructivista, convertida en ortodoxia, campea a sus anchas en el seno de la disciplina antropológica.

Sin embargo, no habría tenido mucho sentido escribir siquiera una página más sobre este punto si fuera tan solo para volver a reclamar el estatuto socialmente construido del parentesco. Por eso, con este nuevo embate, Sahlins busca colmar dos objetivos básicos: por un lado, insistir ante el público en general, con un esclarecedor e ilustrado ataque a la siempre renacida concepción naturalista del parentesco; por otro, precisar, ante los académicos y los especialistas, el tipo de elementos fundamentales sobre los que —desde su perspectiva— se asienta esa construcción del parentesco.

Para lograr el primer fin, la atención fijada en los elementos fundamentales constitutivos de las relaciones de parentesco, presentes en los abundantes ejemplos etnográficos retomados por el autor, parece seguir siendo un buen antídoto contra el naturalismo: la desprovincialización y relativización de las concepciones vigentes en occidente se promueve aquí, mostrando las extrañas formas que adoptan los arreglos familiares entre los pueblos exóticos, así como sus tan peculiares concepciones de la procreación, la paternidad, la consanguinidad o la alianza conyugal. Los otros son convertidos en un espejo sobre el que rebota nuestra mirada y nos obliga a tomar conciencia de nuestra convencionalidad (y, también, de la de ellos). Lo sorprendente a estas alturas, tras más de medio siglo de ponerla en solfa, quizás sea la capacidad mostrada por estas concepciones naturalistas de renacer de sus cenizas. No obstante, esta perennidad resulta menos pasmosa si, como argumenta Sahlins —especialmente en la segunda parte del libro—, ni tan siquiera los investigadores más avezados están exentos de volver incautamente a ella.

En este punto radica el principal aporte de Sahlins cuando busca dar cumplimiento al segundo fin propuesto. El parentesco no es para él sino un tipo especial de relación social: una relación transpersonal o una red relacional sostenida sobre la mutualidad del ser mutuality of being—, es decir, sobre la idea de participación mutua en la vida de otros seres: "Considerados de forma general, los parientes son personas que se pertenecen entre sí, que son parte uno del otro, que están copresentes el uno en el otro, cuyas vidas están ligadas y son interdependientes"3 (Sahlins 2013, 21). En consecuencia, el parentesco debe vincularse analíticamente antes con la magia, la brujería y el don, que con los elementos físico-naturales y biológicos de la procreación, con los que usualmente se asocia. Expresado de una forma sintética bastante provocadora: el nacimiento es tan solo una metáfora de las relaciones de parentesco, no su fundamento. De hecho, explica Sahlins, a nivel social y cultural, los individuos biológicos no existen como entidades prediscursivas; el parentesco es el a priori del nacimiento del individuo en el seno de la sociedad humana, no al revés4.

Dicho en otras palabras, lo natural es también creado simbólicamente: ni la sangre, ni el esperma, ni los huesos conforman necesariamente los elementos primeros de la vida social. No hay parentesco que no sea ficticio ni naturaleza que no esté socialmente elaborada. En occidente, la ilusión compartida de que detrás de las genealogías está la transferencia de algún elemento material básico, definitorio del estatuto social y del lugar categorial que ocupa el individuo —como acaece entre nosotros con referencia a la sangre—, no es sino la aceptación colectiva de una biología folk convencional y arbitraria (que, por lo general, poco o casi nada tiene que ver con la biología científica y su fisiología). Tan convencional y arbitraria como aquellas otras que niegan a la sangre cualquier valor genealógico y se lo otorgan a los alimentos compartidos, al suelo nativo común o al espíritu fertilizador del antepasado. Las conexiones substantivas de la reproducción humana pueden ser, por tanto, muy diferentes entre las distintas culturas.

Además de los medios comunes para establecer el parentesco distintos al útero —como la corresidencia, la comensalía, el vivir de la misma tierra, la amistad, etc.—, las prácticas de participación en la existencia de otro son infinitas, así sean culturalmente relativas. Se puede ser pariente de otro por haber nacido el mismo día (inuit), por respetar los mismos tabús (araweté), por sobrevivir a una prueba en el mar (truk) o en el hielo (inuit), hasta incluso por sufrir la misma tiña (kaluli). Algo más ampliamente distribuido está el parentesco a partir de compartir el mismo nombre entre personas vivas... (Sahlins 2013, 69).

De una forma aún más radical, habría incluso grupos humanos en los que el parentesco solo funciona, precisamente, cuando no se pone en juego teoría biológica alguna. Ese es el caso, citado expresamente por Sahlins, de los indígenas del Amazonas. En este punto, nuestro autor sigue estrechamente los aportes del antropólogo brasileño eduardo Viveiros de Castro, a quien cita textualmente como colofón del libro aquí reseñado: "Las ideas amazónicas del parentesco son equivalentes a una teoría no-biológica de la vida. Aquí el parentesco es aquello que obtienes cuando lo construyes 'sin' recurrir a una teoría biológica de la relacionalidad [relationality]" (Sahlins 2013, 89; énfasis añadido)5.

Es por todo ello que el parentesco debe ubicarse analíticamente junto al don y a la magia, antes que al lado de la naturaleza. En efecto, los tres no serían sino modalidades distintas del mismo régimen animista, es decir, de un mismo orden cósmico, pues

suponen muchas transacciones intersubjetivas de los poderes del ser, que proceden mediante los medios específicamente humanos de la intencionalidad y la influencia —así que son, por tanto, concreciones de la misteriosa efectividad de la relacionalidad—. Este es el mundo de la copresencia, de la relación de seres específicamente humanos. Por supuesto, se trata de un mundo que tampoco nosotros hemos abandonado. (Sahlins 2013, 58; énfasis en el original)

El parentesco funciona, por tanto, de la misma forma que el intercambio de regalos, al crear vínculos especiales entre las personas, o de manera similar a la magia, cuando con ella se busca entablar (impositivamente) relaciones allí donde no parece haber ningún lazo evidente —lo que no quiere decir que, en ninguno de los tres casos (parentesco, don, magia), se trate necesariamente del establecimiento de relaciones equitativas o entre iguales—.

Gracias a una escritura agradable y precisa que hace avanzar al lector en una espiral de creciente complejidad, para ir así construyendo una argumentación sólida, y apoyándose en una prolífica presentación de ejemplos ilustrativos de las diferentes situaciones a que da lugar el parentesco, Sahlins es capaz, en este pequeño libro, de condensar sabiamente la larga tradición antropológica de los estudios sobre el parentesco —por lo que puede tomárselo como un sintético y actualizado manual introductorio—. Además ofrece una formulación creativa del fenómeno, con la que se podrán emprender nuevas exploraciones dentro de este ámbito, tan propio de la disciplina, que durante cierta época pareció flaquear y estar destinado a la desaparición por inanición. Al resituar el parentesco dentro de un marco comprensivo distinto, las puertas de la indagación quedan así abiertas para las ciencias sociales.

Notas

1 Marshall Sahlins (Chicago, 1930) se formó como antropólogo en las universidades de Michigan y Columbia —donde obtuvo el doctorado en 1954— y es actualmente profesor emérito de la Universidad de Chicago. Aparte de innumerables artículos, entre sus textos publicados destacan los libros Social Stratification in Polynesia (1958), Stone Age Economics (1974), The Use and Abuse of Biology (1976), Culture and Practical Reason (1976), Historical Metaphors, and Mythical Realities (1981), Islands of History (1985), Anahulu: The Anthropology of History in the Kingdom of Hawaii (1992), How "Natives" Think: About Captain Cook, for Example (1995), Waiting for Foucault (1999), Culture in Practice (2000), Apologies to Thucydides: Understanding History as Culture and Vice Versa (2004) o The Western Illusion of Human Nature (2008). Algunos de estos libros han sido traducidos al castellano.

2 Es decir, mediante una comparación asistemática: no ordenada a partir de parámetros geográficos, grupos humanos o áreas culturales, o a partir de ciertas categorías analíticas explícitas del investigador. Debe aclararse, sin embargo, que Sahlins tampoco busca colmar la exhaustividad que llevó a Frazer a ampliar progresivamente los dos gruesos volúmenes de la primera edición de La rama dorada (1890), hasta alcanzar la docena en 1915 (a los que se añadió un volumen suplementario en 1936).

3 Todas las citas son traducciones libres del autor de la reseña.

4 Por esta vía, no solo la sociobiología es cuestionada en este texto, sino que —como ya señalamos— también lo son, indirectamente, aquellos antropólogos contemporáneos que han caído distraídamente en la ilusión naturalista. Este pareciera ser el caso de Françoise Héritier, dilecta heredera del estructuralismo de Claude Lévi-Strauss en los estudios sobre el parentesco, quien propone la existencia de "datos biológicos elementales" sobre los que cada sociedad construye, de forma diferente, su sistema de parentesco (véase, por ejemplo, Héritier [1996]). Esta investigadora ni siquiera es citada en el libro, pese a sus amplias y reconocidas contribuciones a este campo de estudio. Por cierto, al igual que sucede con la sociobiología, con la que Sahlins mantiene una vieja disputa, tampoco la ciencia económica ortodoxa se libra aquí de sus afilados e irónicos ataques; por su simplista concepción de la naturaleza humana, los economistas parecen más bien estar haciendo ciencia sobre chimpancés que sobre humanos —una ciencia "cuyo futuro no parece ser muy brillante, dado que los chimpancés están en trance de extinción" (Sahlins 2013, 40 y ss.; cita en la p. 42)—.

5 Cita tomada de Viveiros de Castro (2009, 241). Viveiros de Castro, quien trabaja a partir de la noción de perspectivismo, señala que —como punto de partida de la investigación antropológica— ni siquiera debiera asumirse la existencia de una única sino de múltiples naturalezas, según las sociedades y las culturas concretas. En consecuencia, insiste, estaríamos obligados a pensar en caracterizar a algunos de nuestros países no solo como multiculturales, sino también como multinaturales. Para una presentación general de su antropología en castellano, véase Viveiros de Castro (2010).


Referencias

Héritier, Françoise. 1996. "Las lógicas de lo social. Sistemáticas de parentesco y representaciones simbólicas". En Masculino/femenino. El pensamiento de la diferencia, 29-64. Barcelona: Ariel.         [ Links ]

Sahlins, Marshall. 2013. What Kinship Is - And Is Not. Chicago: The University of Chicago Press.         [ Links ]

Viveiros de Castro, Eduardo. 2009. "The Gift and the Given. Three Nano-essays on Kinship and Magic". En Kinship and Beyond: The Genealogical Model Reconsidered, editado por Sandra C. Bamford y James Leach, 237-268. Nueva York: Berghahn.         [ Links ]

—. 2010. Metafísicas caníbales. Líneas de antropología postestructural. Buenos Aires: Katz.         [ Links ]