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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525

Rev. colomb. antropol. vol.50 no.1 Bogotá Jan./July 2014

 

Correspondencia inédita entre Gregorio Hernández de Alba y Andrew Hunter Whiteford, 1949-1950: aportes para una historia de la antropología en Colombia

Wilhelm Londoño
Universidad del Magdalena, Santa Marta, Colombia
wlondonodiaz@gmail.com

Las dos cartas que presentaré a continuación hacen parte de un archivo que reposaba, en 1997, en la Colección de Arqueología de la Universidad del Cauca. Dicha correspondencia está en inglés y ofrezco una traducción que intenta conservar el tono propio de dos colegas y amigos. Este archivo contenía algunas cartas firmadas por Julio César Cubillos y Gregorio Hernández de Alba. También se encontraban otras remitidas por Graciliano Arcila Vélez a Gregorio Hernández de Alba y a Julio César Cubillos. Igualmente, había una despachada por manuel Gamio a Hernández de Alba, que data de 1946, en la que le solicita un informe de las actividades del instituto etnológico Nacional. A pesar de los esfuerzos realizados hasta ahora (Perry 2006), aún falta hacer una historia del instituto etnológico del Cauca. De estas cartas1, he escogido las que se cruzan Whiteford y Hernández de Alba, pues ellas permiten evocar dos fenómenos interesantes de la antropología colombiana: el primero, la institucionalización de la antropología urbana como un campo temático disciplinario y el segundo, el contexto político del quehacer antropológico a finales de la década de los cuarenta en el Cauca. A partir de esta correspondencia, el lector puede familiarizarse con la obra de Andrew Hunter Whiteford, en la cual resulta interesante encontrar que la preocupación por la sociedad urbana era un problema instalado en la discusión etnográfica de la década de los cuarenta, y que fue precisamente Colombia el lugar escogido para desarrollar estos estudios pioneros.

De otra parte, dicha correspondencia aporta documentación a los importantes análisis que han emergido en los últimos años sobre la historia de la antropología en Colombia. A pesar de que existe una variedad de documentación que reflexiona sobre el periodo de institucionalización de la disciplina, pocos detalles conocemos.

La primera carta es remitida por Andrew Hunter Whiteford a Gregorio Hernández de Alba, con fecha del 7 de septiembre de 1949. Hunter escribe desde el museo de logan, en Beloit, Wisconsin (estados Unidos):

Queridos Gregorio y helena (y también Clarita, Gonzalo, Carlos, Peducha, Chici, y todos los demás):

Esta carta llega un poco tarde, pero las cosas han estado pasando rápidamente desde que regresé a casa y no ha habido un momento para sentarme en mi escritorio. la familia se reunió conmigo en Chicago; tuvimos una cena con mis padres y después condujimos hasta Beloit en la tarde. Todos los niños estuvieron bien, e incluso linda tuvo miles de cosas que contarme. Arribamos bastante tarde y tuve que esperar a la mañana siguiente para ir a ver nuestra nueva casa, que está quedando muy bien. he estado trabajando en ella cada día desde mi retorno. Creo que estará terminada en las próximas tres semanas o más, y así podremos mudarnos a ella. No será muy confortable hasta que esté realmente terminada, y esto será más conveniente.

El clima es diferente acá. El otoño ha llegado, las hojas están cambiando a rojo y amarillo, y las noches son bastante frías. Parece increíble que hace menos de una semana estaba en Colombia. Tuvimos un buen viaje de regreso a los estados Unidos e hizo buen tiempo en todo el camino. Nuestra estadía en Bogotá fue buena pero el clima estuvo muy lluvioso. Nos mantuvimos todo el tiempo de compras y organizando los tiquetes y el equipaje. Encontramos la platería de la que nos hablaste y compramos suficiente plata que les durará a las chicas por un buen tiempo. Marne estuvo muy complacida con los presentes: le llevé un brazalete y un par de broches. mi equipaje de Colombia llegó ayer (lo envié a Miami por exceso de equipaje y después fue despachado a Beloit por tren). Llegó bien y la familia tuvo un momento maravilloso cuando abría todo. los chicos estuvieron contentos por las ruanas que tú enviaste y las usaron inmediatamente para un picnic. Todo luce incluso más maravilloso ahora que lo tengo en casa y la bayeta parece como de un millón de dólares.

Cuando estuvimos en Cali, oímos que el avión había aterrizado en Popayán ese día, pero no estoy decepcionado por haber tomado el tren. Fue un lindo paseo y estuvimos suficiente tiempo en Cali antes de que el avión despegara rumbo a Bogotá. Creemos que algo de nuestro equipaje se queda cada vez que volamos en avión porque tenía noventa kilos a mi cargo. Como sea, tuvimos suerte y nada se quedó. Mi película y la otra caja, que fue enviada al instituto en Bogotá, no habían llegado en el momento en que salimos, pero probablemente lleguen en los próximos días o más. Hablé con el hombre de Eastman en Bogotá y dijo que podrían enviar la película desde allí si nosotros la llevábamos a la tienda. Roberto la llevó, de modo que probablemente ha sido embarcada. Creo que ellos la enviarán por barco, así que quizá la podré tener en Beloit para Navidad.

No soy muy bueno agradeciendo cuando es por algo realmente importante. Dejé Popayán con una gran emoción, todavía no expresada, y no puedo decirte cuánto apreciamos haber sido acogidos en la casa de tu familia este verano. Fue una experiencia totalmente satisfactoria. Siempre recordaremos nuestra visita a los Hernández con un cálido sentimiento de amistad y gratitud. Siempre es bueno visitar una ciudad amigable como Popayán y un bello país como Colombia. Tener un "hogar" en un país extranjero hace la experiencia mucho más rica y más satisfactoria. Espero que tengamos la oportunidad de tenerlos en casa algún día y por favor recuerda que, si hay algo que pueda hacer por ti en este país, solamente tienes que llamarme.

Espero que estés bien y completamente recuperado de la invasión americana del pasado verano. Por favor, da nuestros recuerdos a los amigos en Popayán.

Tuyo sinceramente,
Bud [Firmado a mano]
Andrew Hunter Whiteford
P. S. El cheque fue enviado a Bennett.

La carta remitida por Gregorio Hernández de Alba a Andrew Hunter Whiteford, fechada el 25 de mayo de 1950, no está firmada. Se infiere que fue escrita por él en Popayán, como respuesta a una que le fue enviada el 19 de mayo de 1950:

Dr. Andrew Hunter Whiteford

Beloit College. Beloit, Wisconsin

Querido Bud:

Recibí tu carta fechada el 19 de mayo en la que me anunciabas tus planes de retornar a Popayán con tres personas en julio. Esto es maravilloso para nosotros y tal vez los acompañe la mayor parte del tiempo que ustedes estén aquí. Ahora vivimos en un pequeño apartamento. Como nuestro plan es mudarnos a Bogotá, hemos enviado muchas cosas y únicamente usamos el apartamento para dormir. Ya que comemos en el hotel Victoria, podríamos conseguirles cuartos para ustedes, si lo creen conveniente.

Con respecto a mi visita a los estados Unidos, he escuchado algo, pero hasta ahora la embajada americana no se ha pronunciado. Gordon Willey espera que deje Colombia por un tiempo por la situación política. mi casa fue dinamitada en enero. muchos indígenas de Tierradentro y dos de nuestros guambianos fueron asesinados. Naturalmente, tomé la posición de amigo de los indios. Ahora la situación parece mejor y tal vez la llegada del nuevo gobierno dará mejores condiciones. Dudo de las posibilidades futuras para la antropología, al menos como la entiendo.

espero que tu duro trabajo avance y que la casa esté completamente terminada. helena y yo esperamos la foto de tus chicos con las ruanas y no entiendo por qué no has recibido la copia del libro Nuestra gente con los dibujos de Tumiña. Se te enviaron dos ejemplares: uno para ti y otro para el museo logan. me gustaría saber si te llegaron. Si no ha sido así, enviaré unos nuevos.

Por favor, da nuestros mejores deseos a tu esposa, a los chicos y a nuestros amigos Don y Bill. Esperaremos tus noticias, especialmente las relacionadas con la visita planeada.

Tu amigo,
Gregorio Hernández de Alba

Andrew Hunter Whiteford (1913-2006) se graduó de Antropología en el Beloit College de Wisconsin, en 1937. En 1951, se doctoró en la Universidad de Chicago, bajo la dirección del famoso antropólogo W. Lloyd Warner (1898-1970), que ha sido reconocido como el responsable de aplicar las teorías y métodos de la antropología cultural al análisis de contextos urbanos. Su primer contacto con América latina se dio por medio del geólogo Carey Croneis, que lo exhortó a emprender exploraciones en Costa Rica, Panamá, Colombia, México y Guatemala. En 1949, Whiteford hizo su primera temporada de campo en Popayán.

Sin duda alguna, sus dos libros más conocidos en inglés son Two Cities of Latin America (1991) y An Andean City at Mid-Century (1977) (Yelvington y Whiteford 2002). hay que decir que la primera versión de Two Cities of Latin America salió publicada en una serie monográfica editada por el museo logan de Antropología del Beloit College, en 1960. De esa versión, se hizo una traducción al castellano editada por la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, en 1963, en el momento en que era decano Orlando Fals Borda (Whiteford 1963). Resulta peculiar que hayan sido los sociólogos los interesados en esta versión. Dicha traducción fue hecha por Francisco Correa Gregory, reconocido sociólogo y ambientalista, de quien existe una breve semblanza hecha por el famoso columnista Daniel Samper Pizano (Samper 2009).

Del paso de Whiteford por Popayán no solo quedó su trabajo comparativo, sino también su influencia académica, reflejada en la obra de Hernán Torres, el fundador de la Facultad de Ciencias y humanidades de la Universidad del Cauca en 19702. Este antropólogo se doctoró en la Universidad de Washington en Saint Louis, en 1988, con la tesis "The Drama of the Passion: Symbolism, Sentiment, and Reality in a Traditional Society" (Torres 1988). mientras yo era estudiante de Antropología en la Universidad del Cauca, Hernán Torres contaba que su deseo de ser etnógrafo se alimentó cuando notó que objetos idénticos tenían usos diferentes. Esto lo percibió en el uso que Whiteford daba a ciertos canastos comunes en el mercado de Popayán: Whiteford decoraba su sala con estos recipientes, que en la casa materna de Torres se usaban en la cocina. En un lugar servían para adornar, en otro, para almacenar. Fue gracias a su pasión por "ver lo mismo de manera diferente" que Torres descubrió que quería ser antropólogo.

Si bien tenemos algunas lagunas con respecto a la estadía de Whiteford en Popayán, eso no ocurre para el caso de Hernández de Alba. Su biografía está bien documentada por el trabajo de Jimena Perry (2006). Como se puede ver en las fuentes que estudió esta antropóloga, el importante trabajo de Hernández de Alba en el proceso de institucionalización de la antropología en el Cauca no hubiera sido posible sin el guambiano Francisco Tumiñá, cuya biografía está por escribirse.

Después de la primera llegada de Whiteford a Popayán, comenzaron a ser relativamente populares las investigaciones cuyos objetos de estudio eran diferentes a la problemática indígena. En 1955, Virginia Gutiérrez de Pineda publicó en la Revista Colombiana de Antropología (RCA) un artículo en el que exploraba las causas culturales de las altas tasas de mortalidad infantil en el país (Gutiérrez 1955). Como lo señala esta antropóloga en la introducción a su texto, su preocupación por estos temas provino de dos fuentes: la alta mortalidad infantil detectada en sus investigaciones sobre "indios chocoes" y el estudio realizado en colaboración con la "misión antropológica del Beloit College [...] en uno de los barrios pobres de Popayán" (Gutiérrez 1955, 13). Se debe decir que la preocupación de Virginia Gutiérrez de Pineda, a pesar de los años que han pasado, aún está latente, pues, como ella lo señaló en ese momento, detrás de las estadísticas se esconden aquellas disposiciones locales que explican ciertas prácticas respecto de la crianza de infantes.

Es pertinente mencionar que la participación de Virginia Gutiérrez de Pineda y su esposo, Roberto Pineda Giraldo, en la "misión antropológica del Beloit College" se dio como parte de los recursos que el instituto Colombiano de Antropología aportó a este equipo. Whiteford señala que la pareja fue comisionada por el director del instituto de ese entonces, Luis Duque Gómez, para apoyar la temporada de campo de 1949 en Popayán (Whiteford 1963, 10). Virginia Gutiérrez de Pineda dice que esa experiencia ocurrió en 1948 (Gutiérrez 1955, 13). Según Whiteford, las temporadas de campo en Popayán se hicieron en 1949, 1950, 1951 y 1952, 1962, 1967, 1970 y 1974 (Yelvington y Whiteford 2002, 131). En todo caso, la preocupación por los procesos de urbanización en Colombia fue una constante en el trabajo de Virginia Gutiérrez de Pineda, como se refleja en diversas publicaciones, entre ellas, su ensayo interpretativo sobre la Colombia rural (Gutiérrez 1958). De este ensayo, llama la atención el énfasis en las pautas rurales que conservaban los migrantes en la ciudad; igualmente, sus análisis acerca de las tensiones entre diversos "estratos sociales" (Gutiérrez 1960). Este último estudio es ciertamente interesante, pues en él emerge la categoría de estrato social para comprender dinámicas en los procesos de urbanización.

En la década de los cincuenta, los volúmenes de la RCA fueron prolíficos en cuanto a la publicación de investigaciones relativas al cambio cultural que propiciaba la urbanización del país. No en balde, Luis Duque Gómez publicó en 1958 un análisis socioeconómico del municipio de manta, en Cundinamarca (Duque 1958). Como lo advierte dicho autor, se trataba de comprender al habitante rural que llegaba al municipio (Duque 1958, 129). Para desarrollar la investigación, Duque Gómez usó diversas fuentes, entre las cuales destaca la incipiente base de datos estadística nacional y un cuestionario que se diseñó exclusivamente para el caso del municipio. Como lo mostraron los resultados hallados por vereda, en manta se iniciaba un proceso de minifundización, en el cual la mayoría de la población era dueña de dos hectáreas en promedio. la investigación, tal como fue planteada, culminaba señalando la necesidad de asesorar a los habitantes de manta en aras de maximizar su productividad, dados "los rudimentarios sistemas empleados en la explotación de la industria agrícola" (Duque 1958, 170).

Hay que señalar que, en Colombia, el descentramiento de la alteridad étnica como objeto de estudio no fue exclusividad de Virginia Gutiérrez de Pineda, y que hay evidencias de que esta preocupación no fue motivada necesariamente por la presencia de Whiteford. En el primer volumen de la RCA, publicado en 1953, Alicia Dussán de Reichel exploró los cambios acaecidos en la población kankuama de Atánquez, como consecuencia de la migración de población mestiza (Dussán 1953). Como lo señala Dussán (1953), su objeto de estudio eran los procesos de "aculturación" (261).

La preocupación de Dussán de Reichel por la influencia que los procesos modernos ejercían sobre comunidades étnicas no solo fue desarrollada en la región de Atánquez. En 1954, publicó, nuevamente en la RCA, un texto en el que describía algunos de los cambios culturales que por entonces se manifestaban en la población de Taganga, cercana a Santa marta (Dussán 1954). En su análisis de los procesos de "aculturación" que padecían los tagangueros, ella concluyó que las mujeres eran el grupo más proclive a adoptar la "cultura urbana de Santa marta" (1954, 113).

Después de las publicaciones de 1953 sobre Atánquez y de 1954 sobre Taganga, Alicia Dussán de Reichel publicó con su esposo, Gerardo Reichel-Dolmatoff, un análisis sobre los "niveles de salud" en Aritama (Reichel y Dussán 1958). Como lo señalan al inicio del documento, el objetivo era comprender diferentes pautas de crianza y alimentación en una población que, si bien tenía aún "orientación aborigen", era representativa del "campesinado costeño" (201).

Dentro de las publicaciones que abordan los problemas de la urbanización y que están consignadas en la RCA, se debe mencionar el importante trabajo de Rogerio Velásquez. Según los datos disponibles, Velásquez fue estudiante del instituto etnológico del Cauca y obtuvo su título en 1947 (Perry 2006, 58). En el informe que rindió Hernández de Alba sobre sus labores como director del instituto etnológico del Cauca, en el periodo de junio de 1947 a julio de 1948, señaló que Velásquez se había graduado con una investigación biográfica y sobre el folclor del Chocó (Perry 2006, 59). En 1957, Velásquez publicó un artículo en la RCA sobre la medicina popular en el Chocó (Velásquez 1957), y en 1961 dio a conocer, en esta misma revista, un análisis socioeconómico de los pobladores del medio Atrato (Velásquez 1961). Como se puede apreciar en estos documentos, el antropólogo seguía la línea de análisis orientada a generar una caracterización socioeconómica de los pobladores que engrosaban los focos urbanos del Pacífico, como Tumaco y Quibdó. Asimismo, replicó la preocupación temática por pautas de salud dentro del contexto de un creciente interés por generar políticas de salud para el sector rural. Valga mencionar que, además de estos intereses investigativos, Velásquez introdujo la antropología colombiana en el análisis de poblaciones afrodescendientes y es, por lo tanto, uno de sus referentes tempranos.

Además de los estudios sobre la migración del campo a la ciudad y las prácticas de la medicina popular, la vivienda se convirtió en otro tema de investigación en la RCA. Prueba de ello es el estudio de Gabriel Pardo Rosas sobre la vivienda en la población de Gaira, hoy convertida en un barrio de Santa marta (Pardo 1957). Esta línea temática sería igualmente desarrollada a inicios de la década de los sesenta por maría Rosa Mallol de Recasens y José de Recasens Tuset. la pareja contribuyó con un análisis comparativo de las viviendas emergentes en los procesos de cambio social y cultural que afrontaban Buenaventura y Puerto Colombia (Mallol y De Recasens 1963). Un elemento interesante de esta investigación es que fue una de las primeras en desafiar las diferenciaciones geográficas que ven al Pacífico y al Caribe como dos regiones opuestas. Estos investigadores señalaban claramente cómo en ambas partes ocurrían procesos de cambio similares que merecían ser comparados.

En esa década también es posible apreciar un interés por lo que se denominaba ritmo de vida. Con los datos recogidos, maría Rosa Mallol de Recasens analizó los cambios que habían emergido en la cotidianidad de sus habitantes a propósito del abandono del puerto y el paso de este a Barranquilla (Mallol 1962, 191). A lo largo de este documento, es posible apreciar la preocupación de esta etnógrafa por la adaptación de los pobladores de Puerto Colombia a un ritmo de vida que se caracterizaba por el cumplimiento de horarios, la dependencia del salario y otros fenómenos que son propios de sociedades en proceso de industrialización. Al año siguiente, Hernando Bernal (1963) repitió la metodología de Mallol y describió procesos de la cotidianidad de los obreros de Buenaventura. Sin duda, estos análisis son pioneros en la comprensión de las nuevas pautas que emergían a la par del desarrollo de los puertos de Barranquilla y Buenaventura.

Como se dijo al inicio de este documento, los trabajos de Whiteford, Virginia Gutiérrez de Pineda, Luis Duque Gómez y Rogerio Velásquez evidencian que, en la historia de la antropología colombiana, el descentramiento de la alteridad étnica asociada a lo indígena no fue un fenómeno que emergiera solamente hasta la década de los noventa. Todo esto supone una antropología preocupada por la ciudad en una época tan temprana como la década de los cuarenta, e invita a considerar que la génesis de los estudios urbanos en Colombia es el resultado de un proceso histórico disciplinario, antes que una innovación de la antropología contemporánea.

Notas

1 Agradezco a Cristóbal Gnecco por permitirme acceder a la mencionada correspondencia.

2 Hernán Torres, comunicación personal.


Referencias

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