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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525

Rev. colomb. antropol. vol.52 no.1 Bogotá Jan. 2016

 

Editorial

E1 volumen 52 (1) de la RCA presenta el dossier "Campesinos y ruralidad en Colombia", dedicado a la investigación y el análisis de las trayectorias rurales y campesinas en el país durante el siglo XX y sus expresiones contemporáneas. El siglo pasado se caracterizó por un proceso de modernización y desarrollo del sector agropecuario, y por la intensificación de la articulación entre los territorios rurales y las economías nacionales e internacionales. Este periodo también fue escenario de importantes luchas campesinas en torno a la cuestión de la tierra, la justicia social y el desarrollo rural.

A partir de la segunda mitad del siglo, el interés por los mundos rurales en transformación incentivó una amplia literatura sobre temas agrarios, los modos de producción campesinos y el modelo de desarrollo rural centrado en la agricultura industrial. En muchos de los estudios histórico sociales y político económicos (desde perspectivas liberales, marxistas e institucionales), predominó la representación del campesino como un actor económico orientado a la producción, con dinámicas de organización social basadas en la "clase" y en un contexto de relaciones de dominación frente al poder terrateniente, estatal y privado. Otras miradas, entre ellas ciertas pespectivas antropológicas, analizaron las sociedades campesinas tradicionales en relación con el cambio cultural y la pérdida de identidad por la urbanización, la modernización y la inserción en la economía de mercado.

En las últimas décadas se han ampliado el rango y alcance de los debates sobre las políticas agrarias y rurales, así como de los estudios campesinos. En el marco de la reestructuración del sector rural y la ampliación de los derechos por la vía del multiculturalismo, surgen nuevas discusiones relacionadas con la etnicidad, la ciudadanía, el género y la generación, el paisaje y el territorio, el ambiente, la tecnología y la sostenibilidad.

El heterogéneo conjunto de grupos y poblaciones rurales que actualmente se identifica como sujetos campesinos plurales en el país, y que tiene una trayectoria organizativa y de movilización por la tierra, el trabajo y condiciones de vida justas, hoy aboga por sus derechos políticos, sociales y culturales, así como por el reconocimiento de formas de gobierno y territorialidades propias. En torno de estas demandas, que articulan antiguas reivindicaciones con nuevas exigencias como sujeto colectivo, se observa el resurgimiento de un movimiento campesino que interpela al Estado, no solo por los efectos del despojo, asociado con el prolongado conflicto interno, sino también por las políticas neoliberales en el ámbito rural y la histórica deuda con el campo. Sin embargo, el Estado no es el único cuestionado; los campesinos también se dirigen a la academia y a la sociedad en general por la falta de reconocimiento de su existencia, su agencia y su contribución económica, social y cultural.

Evidencia de la reconstitución de nuevas plataformas rurales de organización social y política, con un significativo componente interétnico e intercultural, son las movilizaciones y propuestas que han tenido lugar en años recientes. El Congreso Nacional Agrario (2003), en cuyo marco se elaboró un documento de política pública agraria conocido como el Mandato Agrario, el Paro Nacional Agrario Popular (2013), la constitución y el posterior reconocimiento estatal de la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular (2014), las Jornadas de la Indignación (2015), así como el actual ejercicio de la Minga Nacional Agraria Campesina, Étnica y Popular (2016), tienen como objetivo ampliar el marco de los derechos diferenciados y, al mismo tiempo, cuestionar los fallidos intentos de modernización agraria de corte extractivista y depredador. Todo esto de cara a un eventual posacuerdo con los grupos guerrilleros para la resolución del conflicto armado y a una reforma rural democratizadora e incluyente de los actores más vulnerables del campo.

En este contexto, contar con trabajos antropológicos que partan de sólidas bases etnográficas es clave para comprender la ruralidad y el campesinado colombiano. Por ello, los siete artículos originales de investigación que componen este dossier buscan responder preguntas sobre las trayectorias identitarias campesinas, sus modos de vida, y las nuevas dinámicas de organización y movilización por la tierra, el territorio y los derechos, en el marco del conflicto y las políticas macroeconómicas y de ordenamiento territorial. La amplia respuesta a la convocatoria por parte de colegas de distintas disciplinas, y sus aportes analíticos y metodológicos a problemáticas rurales a escala nacional y regional, muestran el resurgimiento de la cuestión campesina y agraria en las ciencias sociales en nuestro país.

Cuatro de los artículos son de reflexión nacional, y tres presentan casos específicos en el Magdalena Medio, la costa atlántica y el Eje Cafetero. A nivel temático, como se presentará a continuación, sobresalen dos grandes intereses: de una parte, el territorio y las relaciones interculturales, y de otra, la desposesión, los derechos, las representaciones identitarias y las dinámicas organizativas campesinas. En la sección "Cuestiones de método" contamos con la traducción de un relevante artículo de la antropóloga Anna Tsing sobre las alegorías campesinas y étnicas en el sudeste asiático. También se incluye la reseña sobre el artículo clásico de Clifford Geertz, "Studies in Peasant Life: Comunity and Society".

Campesinado, territorio e interculturalidad

El trabajo de la geógrafa Odile Hoffmann explora la complejidad de las concepciones territoriales en las transformaciones reivindicativas de las poblaciones rurales. A partir de la noción de imaginación geográfica y política, muestra cómo las comunidades rurales han desarrollado experiencias de contramodelos que sobrepasan las fronteras geográficas e identitarias que les han sido asignadas y exigen la superación de esencialismos frente a la identidad, el territorio y el gobierno. Este trabajo de Hoffmann es fundamental para la comprensión de los retos del ordenamiento territorial y la propiedad de la tierra en el sistema multicultural colombiano.

Por su parte, la socióloga Flor Edilma Osorio analiza diversas acciones colectivas de poblaciones rurales para resolver necesidades y problemas de la vida cotidiana. Mediante el examen de 158 casos, el trabajo de Osorio y sus estudiantes ilustra un repertorio amplio de demandas redistributivas y por el reconocimiento. También pone en evidencia cómo los problemas sociales, económicos y ambientales, así como las formas de resistencia y resolución de conflictos, se expresan territorialmente.

Desde una perspectiva histórica, el trabajo de Vladimir Montaña analiza las explicaciones propuestas por las ciencias sociales para comprender la constitución del campesinado durante los siglos XVIII y XIX en Colombia. Su trabajo se concentra en los procesos de desindigenización y campesinización, y en las conexiones y tensiones entre las representaciones sociales de indígenas y campesinos. Montaña advierte que ciertos esencialismos pasan por alto el cambio social, la superposición de identidades y la polisemia en los regímenes de representación, y resalta la importancia de la interculturalidad en la configuración de las ruralidades contemporáneas. Utilizando la noción de frente de expansión de Darcy Ribeiro, el autor señala la conveniencia teórica de apartarse de la dicotomía entre sociedades premodernas y capitalistas en el análisis de lo rural.

El artículo de Sofía Lara Largo es un estudio de caso sobre la tensión interétnica motivada por intereses de orden territorial entre el consejo comunitario El Guamal y el resguardo indígena de Cañamomo y Loma Prieta, en Caldas. Con base en ejemplos etnográficos y jurídicos, Lara revela la complejidad de la puesta en escena de la etnicidad afro e indígena para legitimar las reclamaciones territoriales de cada grupo. Este trabajo muestra de qué manera la política multicultural del Estado colombiano afecta el ordenamiento territorial y la conflictividad intercomunitaria e interétnica, situación que se replica en otros escenarios rurales del país, como lo señala Hoffmann.

Desposesión, derechos y representaciones campesinas

Desde el Observatorio de Restitución de Tierras y Regulación de la Propiedad Agraria, Francisco Gutiérrez Sanín y Paola García analizan los derechos campesinos a la propiedad vinculados con los intentos de reforma agraria. Con base en el examen de archivos judiciales, de transacciones de la propiedad rural y de casos emblemáticos en Chivolo y Montes de María en el Caribe, los autores señalan la vulnerabilidad y fluidez de estos derechos, tanto por procesos de despojo como por las negociaciones de tierras entre campesinos. Gutiérrez y García concluyen que, a pesar de los intentos de inclusión mediante el sistema parcelario, este fue limitado en sus alcances redistributivos y frente a estructuras institucionales y de poder determinantes en la adjudicación de la tierra y la formalización de los derechos sobre esta.

La pregunta por la ruralidad y el campesinado en Colombia no puede desentenderse de uno de los fenómenos sociales más llamativos entre comunidades campesinas y étnicas que viven en escenarios de pobreza, exclusión y violencia rural en América Latina: el crecimiento vertiginoso de las religiones pentecostales. El artículo de William Beltrán e Ivón Cuervo analiza la experiencia de resistencia pacífica y organización productiva de una comunidad campesina perteneciente a la Iglesia Cristiana Cuadrangular del Magdalena Medio, ante la apropiación violenta de baldíos de la nación. Este caso es la otra cara de los procesos de despojo paramilitar analizados por Gutiérrez y García. Aquí los autores muestran cómo la comunidad religiosa, amparada en un discurso de neutralidad ideológica y política, logró encontrar aliados tanto religiosos como laicos que han contribuido a su reconstitución social, económica y espiritual.

El dossier cierra con el trabajo de Camilo Montenegro, quien a partir de su cercanía con el proceso organizativo de la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular (Cacep), describe cómo esta plataforma recoge un amplio espectro de expectativas, demandas y aspiraciones de otros procesos organizativos rurales (campesinos, indígenas y afrodescendientes). Entre las reclamaciones centrales del actual movimiento campesino colombiano están el reconocimiento como sujeto colectivo de derechos, la autonomía territorial, la ampliación de la noción de identidad, la justicia, la redistribución y la representación. Esta convergencia de colectividades se constituye en una crítica al multiculturalismo colombiano como sistema de "competición interétnica" y mecanismo de fragmentación y exclusión social. La capacidad articuladora de la cumbre la convierte y legitima como uno de los principales interlocutores del Estado en la negociación de la política rural y campesina actual.

En la sección "Cuestiones de método" se incluye una importante contribución internacional de Anna Tsing, producto de una aguda reflexión académica que se nutre de su extenso trabajo etnográfico en Malasia, Indonesia y Filipinas. Allí la antropóloga cuestiona tanto el papel de las políticas administrativas coloniales y estatales, como de los programas académicos y las agendas de los activistas ambientales, que moldean las ficciones identitarias de las poblaciones rurales de esas regiones. Tsing ofrece un panorama histórico y analítico de las maneras como se crean y transforman material y discursivamente los paisajes naturales y sociales, y como se configuran los sujetos rurales, mediante alegorías campesinas y alegorías tribales. Tales representaciones y narrativas rurales influyen en las instituciones, las políticas de desarrollo y conservación, y los medios de vida en el sudeste asiático. Pero también son la base de la movilización rural y agraria fundada en modelos identitarios que responden a, y a la vez interpelan, los imaginarios sobre los sujetos del campo y la selva.

A pesar de estar situado en un contexto distante de la realidad colombiana, el trabajo de Tsing resulta revelador por cuanto sirve de referente para esclarecer al menos tres problemáticas que enfrenta el campesinado colombiano. En primer lugar, la tentación de esencializar las culturas rurales. Al respecto, Tsing presenta diversos mecanismos simbólicos mediante los cuales la academia, el Estado y las organizaciones sociales tienden a considerar determinados paisajes campesinos o tribales como más genuinos y emblemáticos de la nación que otros. Guardadas las diferencias, esta tendencia se asemeja a lo que sucede con la mayor valoración de ciertos territorios y grupos indígenas o étnicos en Colombia, frente a otros sujetos y paisajes rurales, como los de muchas poblaciones campesinas.

En segundo lugar, el sudeste asiático puede considerarse como el laboratorio internacional de experimentación de los ordenamientos territoriales contemporáneos, asociados a "la nueva ruralidad" y al modelo agroexportador de corte extractivo. Desde este punto de vista, el modelo javanés expuesto por la autora es la base de un "campesinado ejemplar", ideológicamente alineado con la conservación del poder establecido. En Filipinas, las reformas agrarias estadounidenses basadas en el monocultivo intensivo del arroz (modelo sawah), demostraron ser poderosas herramientas democratizadoras y a la vez contrainsurgentes al desarticular las guerrillas huk.

En tercer lugar, el modelo de producción malayo, implementado luego de la segunda posguerra, es la base de las reformas agrarias de corte neoliberal sustentadas en alianzas público privadas y en contratos de asociación entre pequeños y grandes propietarios, quienes producen en función del monocultivo. Los anteriores casos del sudeste asiático han servido de referentes emblemáticos en Colombia para poner en marcha algunas políticas de desarrollo agroindustrial de monocultivos de plantación, como los de palma aceitera o las plantaciones forestales. También son modelos que orientan el polémico proyecto de constitución de Zonas de Interés de Desarrollo Rural, Económico y Social (Zidres), promovido por el actual Gobierno colombiano, para el desarrollo agropecuario con enfoque productivo en zonas marginales y fundamentado en asociaciones de grandes, medianos y pequeños productores. Además del dossier, el volumen cuenta con contribuciones de investigadores extranjeros que abordan dinámicas de renovación urbana de barrios céntricos asociadas con las políticas neoliberales en dos importantes urbes latinoamericanas. Julia Broguet de Argentina y Alejandra Leal de México estudian políticas que configuran nuevos órdenes espaciales raciales en el caso de Rosario, a la vez que perpetúan una historia de racialización de los sectores populares, vinculada con la ideología del mestizaje, en la ciudad de México. En Rosario este fenómeno se analiza a través de la experiencia de un grupo musical de candombe, ritmo de origen afrouruguayo, cuyos miembros no se ajustan al imaginario de ciudad "blanca, moderna y europea", mientras que el estudio de caso en el Distrito Federal aborda la problemática de trabajadores informales que representan el opuesto del ciudadano liberal moderno.

La sección "Otras voces" presenta dos trabajos en otros campos de la antropología que contribuyen a ampliar la mirada disciplinar. El primero, una in­vestigación etnohistórica de Juan Francisco Jiménez y Sebastián Alioto sobre los retos y la capacidad adaptativa de los viajeros indígenas que atravesaban los paisajes agrestes y políticamente cambiantes, entre las pampas y la Araucanía, en los siglos XVIII y XIX. Además, estos recorredores debían sortear un sinnúmero de seres y fuerzas sobrenaturales que regían sobre los espacios recorridos.

El segundo artículo se trata de una discusión metodológica en bioarqueología que proponen Lila Bernardi, Mario Arrieta, María Bordach y Osvaldo Mendonça, sobre el uso de diferentes técnicas para la estimación del sexo de in­dividuos a partir de restos mandibulares en muestras prehistóricas de la pampa argentina.

Agradecemos muy especialmente a los autores y a los evaluadores por sus contribuciones al espectro temático, y la calidad del presente volumen. También a Eva Mangieri, asistente de la Revista Colombiana de Antropología, por el acompañamiento y apoyo en todo el proceso editorial.

Carlos Arturo Duarte
(Instituto de Estudios Interculturales, Pontificia Universidad Javeriana de Cali)
Editor invitado

Juana Camacho Segura (ICANH)
Editora RCA

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