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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525On-line version ISSN 2539-472X

Rev. colomb. antropol. vol.56 no.1 Bogotá Jan./June 2020

https://doi.org/10.22380/2539472x.809 

Reseñas

La gente de Guambia. Continuidad y cambio entre los misak de Colombia

JOANNE RAPPAPORT* 

* Georgetown University, Estados Unidos. Doctora en antropología, profesora titular en el Departamento de Español y Portugués de Georgetown University. Ha realizado investigaciones en las áreas de antropología de los movimientos indígenas, memoria indígena, etnohistoria de los pueblos indígenas colombianos y metodologías colaborativas. Joanne.Rappaport@georgetown.edu / orcid ID: https://orcid.org/0000-0002-7602-7117

Schwarz, Ronald A.. Pardo Rojas, Mauricio. Popayán: Editorial. Universidad del Cauca, 2018. 303p.


Hoy en día, pocos investigadores publican monografías etnográficas holísticas que cubran diferentes áreas y aspectos de la vida de una comunidad y que proporcionen una visión integral a vuelo de pájaro de la organización social, económica y política, y de la cosmología de un grupo cultural. Más bien, los etnógrafos nos centramos en campos o problemáticas más específicas -por ejemplo, la antropología médica, el análisis de un movimiento social o una investigación sobre los retos ambientales a raíz de la introducción de un proceso extractivista-. En América Latina, en particular, se utilizan métodos históricos de investigación para contestar preguntas antropológicas. La gente de Guambia es, en cambio, un estudio etnográfico clásico de un grupo cultural, los misak (antes llamados guambianos), del municipio de Silvia en el departamento del Cauca.

Ronald Schwarz llegó a Silvia a principios de la década de los sesenta como voluntario de los Cuerpos de Paz y colaboró con la División de Asuntos Indígenas para estimular el desarrollo del municipio. Regresó a Silvia en 1966 para emprender una investigación etnográfica en el resguardo indígena de Guambía para su tesis doctoral; entre 1966 y 1971 dedicó veinticuatro meses a la investigación tanto en Silvia como en el Archivo Central del Cauca. En 1973 sustentó la tesis, escrita originalmente en inglés. Con la excepción de un artículo en español publicado en el volumen 20 de la Revista Colombiana de Antropología en 1973, "Hacia una antropología de la indumentaria. El caso de los guambianos" (y dos artículos en inglés compilados en antologías), no publicó más sobre sus investigaciones en Guambía. Se quedó varios años en Silvia dirigiendo una escuela de etnografía para estudiantes estadounidenses de pregrado (de la cual soy egresada), pero no volvió a hacer investigaciones antropológicas en Colombia. Se dedicó a la antropología aplicada con miras al desarrollo en varios países latinoamericanos y africanos. Por lo tanto, la reciente publicación de La gente de Guambía constituye una valiosa labor de recuperación para los lectores hispanohablantes -y, más que todo, para los mismos misak- de una obra casi olvidada.

A diferencia de otros pueblos indígenas colombianos, sobre los que hay múltiples monografías etnográficas publicadas durante los últimos cincuenta años, se ha prestado poca atención a los misak. La otra monografía existente es Los guambianos, hijos del aro irisy del agua (Dagua Hurtado, Aranda y Vasco 1998), un texto maravilloso escrito por el Comité de Historia del Cabildo de Guambía. Tal vez sea inapropiado llamarla una "monografía etnográfica" porque es una obra que surgió de una investigación histórica hecha por los mismos misak, obedeciendo a sus propios objetivos políticos; el texto está organizado según formas propias de narración que no se rigen por convenciones antropológicas.

Por varias razones La gente de Guambía presenta un contraste con el libro de los investigadores misak. En tal sentido, se hace necesario recordar la coyuntura en la cual Schwarz intervino en la política de desarrollo del resguardo y, después, cuando hizo su investigación etnográfica. Su estadía en Guambía abarcó la década antes de la fundación en 1971 del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y el florecimiento del movimiento indígena colombiano. Los misak, con una población relativamente pequeña, de unos 7.000 en ese entonces, y en su mayoría habitantes del resguardo de Guambía, habían construido una serie de barreras culturales que los protegían de las depredaciones tanto materiales como culturales de los vecinos mestizos y coexistían en una incómoda relación con los terratenientes de Popayán y de Cali que ocupaban haciendas adyacentes -algunos de ellos pertenecientes a familias políticamente influyentes regional y nacionalmente-. La abrumadora mayoría de los misak de esa época eran agricultores; unos pocos habían cursado el bachillerato y quienes lo lograron tendían a vincularse al magisterio. El Cabildo -el consejo que administraba el resguardo y la máxima autoridad misak- estaba desde hacía décadas en manos de unas pocas familias de las veredas más prósperas.

En las siguientes décadas, ya enfocado Schwarz en otras tareas, los misak se organizaron para la recuperación de las haciendas vecinas y el Cabildo se fortaleció, expandió el ámbito de sus actividades y admitió en los puestos más altos a individuos con una mayor educación formal, lo que les permitió hacer frente a las exigencias del Gobierno y navegar en la administración regional y nacional. El exgobernador de Guambía, Lorenzo Muelas, participó en la Asamblea Nacional Constituyente a comienzos de los años noventa y luego sirvió como senador de la República, mientras que Floro Alberto Tunubalá llegó a ser gobernador del departamento del Cauca desde el 2001 al 2003. A principios de la década de los noventa la comunidad compiló un exhaustivo Plan de Vida (un proceso más integral y a más largo plazo que un plan de desarrollo), basado en las investigaciones históricas y lingüísticas que ellos mismos hicieron (Guambía 1994). Se establecieron resguardos misak en varios municipios del Cauca y aun en otros departamentos y la población misak casi se duplicó. Hoy, numerosos misak estudian en universidades y se está construyendo un camino de educación propia a través de la Misak Universidad.

En este sentido, La gente de Guambía presenta una radiografía de un pueblo antes de que acontecieran estas transformaciones mediante las cuales el pueblo misak ha enfrentado a la sociedad dominante en sus propios términos. Con un lenguaje asequible y un profundo respeto y admiración, Schwarz nos provee una minuciosa serie de datos etnográficos y estadísticos sobre la cultura material de los misak, la tenencia y uso de sus tierras, los calendarios agrícolas, las transformaciones demográficas que han sostenido, el desarrollo legal y la conformación cambiante del Cabildo. La descripción etnográfica está confinada a las fronteras del entonces pueblo misak: no se habla mucho de los mestizos del pueblo de Silvia ni tampoco de la considerablemente más grande población de nasas con quienes los misak comparten el territorio municipal. Aunque el retrato que pinta Schwarz obedece a las convenciones etnográficas de su época en la medida en que enfoca su investigación en una comunidad estrictamente delimitada, también presta atención a la historia de esa comunidad en los marcos de su trayectoria local y regional. Por ello, su interpretación histórica no está confinada en un capítulo introductorio, sino que analiza la cambiante influencia en las instituciones del resguardo de la legislación indígena y las prioridades del Estado. Influenciado por los entonces nacientes estudios de campesinos de su época, trata de entender cómo el pueblo misak de mediados del siglo XX pudo construir una exitosa economía campesina y al tiempo defender su profunda diferencia cultural.

¿Por qué vale la pena leer una etnografía basada en una investigación hecha hace casi cinco décadas, que se rige por convenciones que los antropólogos ya hemos abandonado? Medité sobre esta pregunta antes de leer La gente de Guambía. Había leído la tesis doctoral de Schwarz en 1973; tantos años después temía que no tuviera mucha autoridad, por las mismas reglas antropológicas bajo las cuales la hizo. Pero al releerla, esta vez en la fluida traducción al español del antropólogo Mauricio Pardo, descubrí que todavía era muy relevante, tal vez por razones diferentes a las que Schwarz habría imaginado cuando la escribió. Me impactó la riqueza de sus descripciones, el retrato sociocultural que hace de un momento en la historia indígena del país pocos años antes de que los pueblos originarios lograran convertirse en actores a nivel nacional. Percibí la cuidadosa manera con la que entretejió en sus descripciones de la vida cotidiana un par de valores fundamentales de los misak -linchap (acompañamiento) y latá latá (igualdad)- balanceándolos con su análisis de las tendencias jerárquicas que también observó en Guambía; de hecho, en documentos producidos por varios investigadores misak apoyados en el trabajo del Comité de Historia también se señala la importancia de estos principios, entre otros que se arguyen como constituyentes de los cimientos de su cultura (Tunubalá y Muelas 2008, 23, 25). Es decir, por un lado, este es un documento riguroso y perspicaz y, por el otro, sensible a los matices de la práctica y el pensamiento de la gente de Guambía.

La gente de Guambía es, sin duda, una obra valiosísima para quienes nos especializamos en los pueblos indígenas andinos de Colombia y para los jóvenes investigadores misak. Combinada con los anteriores trabajos más cortos de Leon Douay a finales del siglo XIX (Douay 1890) y de Gregorio Hernández de Alba en las décadas de los treinta y cuarenta (Hernández de Alba 1963) -cuyo archivo del Instituto Etnológico del Cauca ha sido publicado recientemente (Llanos y Romero 2016)- y, después, del Comité de Historia de Guambía, nos facilita una rica base de datos etnográficos sobre el pueblo misak recolectados a lo largo de un siglo.

Uno de los problemas que enfrentamos los etnógrafos, sobre todo los que añoramos trabajar colaborativamente con los pueblos indígenas, es que frecuentemente no gozamos de una base etnográfica firme por no haber dedicado suficiente tiempo a entender la vida cotidiana de las comunidades con las cuales pensamos investigar. La descripción etnográfica de Schwarz devela una rigurosa metodología que podría servir como un ejemplo para los jóvenes etnógrafos: su mapeo de la tenencia de la tierra, su recolección de genealogías e historias de vida, su observación repetida de las reuniones del Cabildo, su participación en innumerables mingas y otras actividades comunitarias. Su agudo ojo etnográfico dibuja los detalles de la cultura material de la gente y le muestra al lector la necesidad de observar con cuidado. Schwarz era un excelente maestro de la metodología etnográfica y ese talento está a la vista del público lector de La gente de Guambía.

El último capítulo del libro abandona el modelo de una monografía etnográfica tradicional para analizar la dinámica interna del Cabildo de Guambía durante la década de los sesenta, cuando la política modernizadora del Estado incidió en una serie de proyectos de infraestructura, en especial, en la construcción de carreteras que interrumpieron la práctica tradicional de los poderosos del resguardo. El Cabildo, que desde principios del siglo XX había estado en manos de familias influyentes procedentes de un puñado de veredas, llegó a ser enfrentado por líderes de otras partes del resguardo. Schwarz narra con vívido detalle las contiendas por las cuales pasaron los poderosos de Guambía y los cambios resultantes en la conformación del Cabildo. Para los que buscamos entender las fracturas que caracterizan al movimiento indígena caucano, este capítulo arroja luces sobre las diferentes trayectorias políticas de los misak y los otros pueblos indígenas del Cauca. Más específicamente, sienta las bases para explicar el porqué de la reticencia de los misak a unirse a los nasas y yanaconas en el CRIC y su posterior protagonismo en el Movimiento de Autoridades Indígenas de Colombia, una asociación que en los primeros años estaba organizada exclusivamente a partir de los cabildos que la conformaban. También en este sentido, Schwarz ofrece una lectura obligatoria para los estudiosos de los movimientos indígenas en Colombia.

Referencias

Dagua Hurtado, Abelino, Misael Aranda y Luis Guillermo Vasco Uribe. 1998. Guambianos: hijos del aroirisy del agua. Bogotá: Los Cuatro Elementos. [ Links ]

Douay, Leon. 1890. "Contribution à l'Américanisme du Cauca (Colombie)". En Congrès International des Américanistes, Compterendu de la Septième Session, 753-786. Berlín: Librairie W. H. Kühl. [ Links ]

Hernández de Alba, Gregorio. 1963. "The Highland Tribes of Southern Colombia". En Handbook of South American Indians, vol. 2, editado por Julian Steward, 915-960. Nueva York: Cooper Square. [ Links ]

Llanos Vargas, Héctor y Óscar L. Romero Alfonso. 2016. Memoria recuperada: Instituto Etnológico de la Universidad del Cauca (1946-1960). Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia. [ Links ]

Schwarz, Ronald A. 1976. "Hacia una antropología de la indumentaria: el caso de los guambianos". Revista Colombiana de Antropología 20: 296-334. [ Links ]

Tunubalá, Floro y Juan Bautista Muelas Tróchez. 2008. "Segundo Plan de Vida de Pervivencia y Crecimiento Misak. Territorio Guambiano/Silvia". Cabildo de Guambía. [ Links ]

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