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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525On-line version ISSN 2539-472X

Rev. colomb. antropol. vol.58 no.3 Bogotá Sep./Dec. 2022  Epub Sep 01, 2022

https://doi.org/10.22380/2539472x.2416 

Reseñas

Mujeres pastos en la lucha por la recuperación de tierras: resguardos de Guachucal y Cumbal

1Universidad de Georgetown, Estados Unidos rappapoj@georgetown.edu https://orcid.org/0000-0002-7602-7117

Charfuelán Caipe, Claudia Fernanda; Ortega Valenzuela, Andrea Carolina; Quiguantar Cuatín, Yorely Viviana; Taimal Aza, Janneth Liliana. Prólogo de Laura Guzmán Peñuela, Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2021. 250p. ISBN: 978-958-5500-80-8.


En las últimas décadas se ha visto un auge de investigación indígena en Colombia, gran parte de ella en el seno de organizaciones étnicas, muchas veces resultante de colaboraciones entre activistas indígenas e investigadores académicos blancomestizos. A diferencia de otros países, como Bolivia, Chile y Ecuador, donde la educación superior llegó más temprano a los pueblos originarios, en Colombia no hay un gran número de investigadores indígenas que cuenten con entrenamiento profesional y que utilicen las herramientas de investigación de los académicos, como, por ejemplo, la etnografía. Dadas las diferencias entre la naturaleza de las investigaciones comunitarias y las académicas, los diálogos entre investigadores universitarios e investigadores indígenas muchas veces están cargados de desconfianza. Por una parte, los investigadores indígenas frecuentemente no confían en la veracidad de las investigaciones académicas, ni tampoco en la sinceridad de los investigadores externos. Por otra parte, los académicos que no han trabajado colaborativamente con pueblos originarios cuestionan si las metodologías que estos últimos emplean son lo suficientemente objetivas o rigurosas. Por lo tanto, las investigaciones hechas por indígenas entrenados en las disciplinas académicas pueden servir como una suerte de puente, porque, si logran crear lenguajes y metodologías que sean aceptables para los dos públicos, pueden reposicionar los debates.

Esto no quiere decir que los académicos indígenas siempre reproduzcan los métodos de sus profesores. Por el contrario, ellos distinguen entre las posibilidades conceptuales accesibles a los investigadores externos y los panoramas emergentes de quienes han pasado sus vidas en esos medios y hablan y entienden con fluidez el lenguaje. De ese modo, algunos investigadores indígenas pueden gozar de un punto de vista privilegiado desde el cual logran alcanzar un análisis más profundo y novedoso (Fernández Osco 2009).

De acuerdo con estos planteamientos, podemos acercarnos a Mujeres pastos en la lucha por la recuperación de tierras, escrito por Qué Decís, un colectivo de cuatro jóvenes investigadoras pastos de los resguardos de Cumbal y Guachucal, en Nariño. Recién egresadas del pregrado en Antropología de la Universidad de Caldas, Charfuelán, Ortega, Quiguantar y Taimal son autoetnógrafas, además de ser antropólogas entrenadas en una metodología que privilegia la inmersión en la vida cotidiana1. En vez de enmarcar el conocimiento local en una camisa de fuerza regida por las convenciones de la escritura etnográfica, estas autoras permiten que el conocimiento pasto hable por sí mismo, de acuerdo con su propio lenguaje y convenciones narrativas. El resultado es un volumen que, si bien registra en detalle la historia de las recuperaciones de tierras en las últimas décadas del siglo XX -como lo pueden hacer los investigadores externos-, también logra posicionar estos relatos dentro de un horizonte conceptual pasto en vez de un marco etnográfico externo.

Las cuatro integrantes de Qué Decís son comuneras de Cumbal y Guachucal, pero pertenecen a una nueva generación que se considera como “renacientes”, a diferencia de los “recuperadores” que participaron en las ocupaciones de haciendas que comenzaron en la década de los setenta y duraron hasta los noventa. Son las herederas de los mismos procesos políticos que investigan y por lo tanto sienten la urgencia de rememorar las historias de las luchas para poder posicionarse firmemente hacia el futuro. A la vez, reconocen el valor de las metodologías que sus mentores universitarios les enseñaron; ese rigor es evidente no solo en su colección cuidadosa y amplia de las historias orales, sino también en su habilidad de vislumbrar nuevos vehículos narrativos para interpretar los datos etnográficos.

Aunque las autoras citan algunos expedientes, particularmente los títulos de los resguardos, la metodología más utilizada en este libro es la historia oral hecha profesionalmente y a profundidad. Ellas organizan sus evidencias históricas en tres horizontes temporales: el tiempo de los infieles (cuyos restos se encuentran enterrados en el territorio), el tiempo de “los mayores antiguas” (las cacicas y los caciques coloniales) y el tiempo de los recuperadores y los renacientes (las últimas tres generaciones), pero dedican más espacio a las dos últimas temporalidades y, sobre todo, a las recuperaciones de territorio en las décadas finales del siglo XX2. Los testigos oculares que narran sus experiencias son tanto mujeres como hombres, pero las autoras privilegian como su línea narrativa principal el papel de las mujeres en las luchas por el territorio. Por eso, comienzan su historia de las recuperaciones con la figura de mama Micaela García Puenambás, cacica de Guachucal en el siglo XVII, a quien llaman “la primera recuperadora”. Los cuatro capítulos principales, cada uno escrito por una de las investigadoras, narran las experiencias de los peones indígenas en las haciendas, el proceso de organizar e implementar las recuperaciones de estos terrenos y lograr que se reclasifiquen legalmente como territorio de resguardo, la represión que sufrieron los recuperadores, todo ilustrado con fotografías obtenidas de los “archivos de baúl” de sus interlocutores.

Lo más novedoso de este libro es su énfasis en las experiencias de las mujeres de Cumbal y Guachucal: la búsqueda de comida durante las hambrunas en las décadas anteriores a las recuperaciones, la participación de mujeres embarazadas y de madres cargando a sus hijos a la espalda en las entradas a las haciendas, la solidaridad de vecinas que cuidaban a los hijos de las recuperadoras, los enfrentamientos de las recuperadoras con la policía, el papel de las lideresas y su paso a ser autoridades en el cabildo y el municipio, cómo atizar el fuego del fogón (“soplar la candela”) como una forma de posesionarse de las tierras y cómo, juntas con los hombres, picaban los suelos de las haciendas como un acto de hacerlos suyos.

No es una tarea fácil escribir una etnografía desde adentro. Implica imbuir las vivencias descritas con una sensación de inmediatez y experiencia personal. Es necesario producir una obra que sea legible tanto para los miembros de la comunidad como para una audiencia externa. Las cuatro autoras de Mujeres pastos en la lucha por la recuperación de tierras nos llevan de la mano a lo largo de sus andanzas entre los recuperadores y las recuperadoras, nos cuentan la historia como si estuviéramos sentados en el fogón escuchándola de los mismos testigos. De vez en cuando, explican en notas a pie de página las palabras -algunas prestadas del quechua y otras en un español antiguo- que suelen utilizar las narradoras y los narradores. Pero más frecuentemente nos obligan a sumergirnos en el lenguaje y la forma de narrar de los pastos sin darnos mayor explicación. A diferencia de las obras convencionales que suelen limitar el lenguaje local a las citas sangradas de sus informantes, las autoras construyen su relato etnográfico explícitamente sobre la base de las convenciones narrativas de las comunidades. Por lo tanto, en este libro la tarea descriptiva de las etnógrafas está completamente fusionada con su atención a la forma literaria a través de la cual presentan su mirada antropológica. Cuando comenzamos a leer las primeras páginas nos queda difícil comprender todo lo que dicen -al igual que muchos visitantes a Cumbal y a Guachucal se esfuerzan al principio por entender lo que la gente les está diciendo-. Pero a la larga, nos entregamos a la voz de los pastos.

De ese modo engendran un entendimiento más penetrante de lo que generalmente aporta la etnografía -nos sumergen más profundamente en los imaginarios de los recuperadores sin abandonar las metodologías antropológicas-. Alguna vez Marilyn Strathern (1987) argumentó que existía más similitud entre los escritos de los antropólogos metropolitanos y los nativos de Nueva Guinea entrenados en departamentos de antropología que entre estos dos grupos y los autoetnógrafos de una aldea inglesa. Las autoras de Mujeres pastos nos convencen de que es posible ser simultáneamente autoetnógrafa y antropóloga entrenada al producir un estudio innovador nutrido tanto por lo local como por lo académico.

No puedo concluir esta reseña sin mencionar las múltiples ilustraciones a color sobre fondos negros, hechas por Janneth Taimal. Por ejemplo, la imagen que abre el primer capítulo: dos aves femeninas se paran encima de un collage de perfiles de individuos precolombinos que anuncian los títulos de los capítulos, organizados en forma de espiral (motivo que ha cobrado mucha importancia en el movimiento indígena del suroccidente colombiano y que en Nariño se llama churo). Debajo del collage están los conquistadores españoles, enfrentados por indígenas pastos: pero no son pastos precolombinos, sino fotos de recuperadores de Cumbal y Guachucal, en un desdoblamiento de los horizontes temporales a cuya exposición dedican el capítulo. De esta manera, tanto en su texto como en sus ilustraciones logran combinar de una forma novedosa dos cosmovisiones: la indígena y la antropológica.

Referencias

Charfuelán Caipe, Claudia Fernanda. 2022. “Desempeños: posesiones del cargo y posesiones de tierra en el resguardo de Guachucal, pueblo de los pastos”. Trabajo de grado en Antropología, Universidad de Caldas. https://repositorio.ucaldas.edu.co/handle/ucaldas/17531Links ]

Fernández Osco, Marcelo. 2009. “El ayllu y la reconstitución del pensamiento aymara”. Tesis de doctorado en Estudios Romances, Duke University. https://dukespace.lib.duke.edu/dspace/handle/10161/1645Links ]

Ortega Valenzuela, Andrea Carolina. 2020. “La constante creación del mundo del cueche: la vida de los indígenas pasto del resguardo de Cumbal”. Trabajo de grado en Antropología, Universidad de Caldas. [ Links ]

Quiguantar Cuatín, Yorely Viviana. 2020. “Los castillos: santos, fiesteros y crianzas en los pastos -resguardo de Guachucal- Nariño”. Trabajo de grado en Antropología, Universidad de Caldas. [ Links ]

Strathern, Marilyn. 1987. “The limits of auto-anthropology”. En Anthropology at home, editado por Anthony Jackson, 16-37. Londres: Tavistock. [ Links ]

Taimal Aza, Janneth Liliana. 2021. “Indios resueltos: crianzas y rodeos de los herederos legítimos de los primeros cumbales”. Trabajo de grado en Antropología, Universidad de Caldas. https://repositorio.ucaldas.edu.co/handle/ucaldas/16483Links ]

1 Las cuatro autoras sustentaron exitosamente sus trabajos de grado (Charfuelán Caipe 2022; Quiguantar Cuatín 2020; Ortega Valenzuela 2020; Taimal Aza 2021), cuyos contenidos proporcionan un material fértil para este volumen

2En el libro usan la forma “los mayores antiguas”.

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