Dr. Space Junk vs the Universe: Archaeology and the Future lo publicó por primera vez en 2019 la Universidad de New South Wales en Australia. Este texto es un compendio de ensayos que la autora, Alice Gorman, se ocupó de transformar en una narrativa. Se inscribe dentro de los trabajos que estudian globalización, tecnología y futuro y dialoga con autores como Lisa Parks y James Schwoch. El libro tuvo tanto éxito que fue galardonado por la Asociación Arqueológica Australiana con el premio John Mulvany.

Alice Gorman es una arqueóloga espacial que se nombra a sí misma como Dr. Space Junk, —“la Dra. de los desechos espaciales”—, ya que ha centrado su investigación en esta área con el objetivo de generar conciencia sobre cómo los seres humanos, especialmente el hombre blanco, ha querido conquistar no solo el planeta Tierra, sino el resto del sistema solar. En su texto argumenta que son tantos los objetos que se han enviado al espacio exterior en las últimas décadas —desde satélites hasta cohetes y cápsulas con contenidos de diferente índole— que ya existe un mayor riesgo de que la Tierra sufra una colisión por tales artefactos a que se vea afectada por un meteorito u otro hiperobjeto propio del universo. El libro explica el vínculo que existe entre el pasado y el futuro y cómo la arqueología puede interpretar los significados culturales a partir de los rastros materiales que los seres humanos vamos dejando en el espacio exterior. Asimismo, Gorman profundiza sobre cómo los desarrollos de ciertas tecnologías han permitido que los seres humanos alcancemos distancias más lejanas tanto en lo físico como en lo imaginario y cambiemos nuestros estilos de vida según el dominio que tenemos ya no solo de la Tierra, sino de otros lugares —la señal de televisión y el Internet no existirían sin los satélites, por ejemplo—.

Con una narrativa amena y sagaz, y con base en un sinnúmero de fuentes como poesía, novelas, películas, textos científicos y visitas a estaciones espaciales de distintas partes del mundo, Gorman cuenta a sus lectores cómo se convirtió en una arqueóloga espacial y los contagia de su fascinación por estos temas. Al señalar las intenciones de gobiernos, ciertos empresarios y una industria muy particular que pretende a mediano plazo hacer del sistema solar un lugar del que puedan obtenerse recursos que son cada vez más codiciados en la Tierra —como el agua— o de comercializar viajes que vayan más allá de los límites de la atmósfera terrestre, Alice Gorman va llevando a sus lectores de la mano a recorrer parte de la historia que ha conducido a los seres humanos a conocer cómo se ve la Tierra desde afuera, cómo son otros planetas y a notar la cultura espacial que ha ido permeando nuestro diario vivir.

El libro está compuesto por ocho capítulos. Todos inician con epígrafes sugerentes y muy apropiados al tema que se abordará a profundidad. Además, cada uno se divide en apartados, lo que facilita la lectura y comprensión del texto en su totalidad. El trabajo mezcla la vida de la autora con la historia mundial —lo macro y lo micro— y dirige a quienes se adentran en este libro hacia el pasado, el presente y algunos futuros posibles. También ofrece, al final, la lista de referencias en las que se basó la reconocida investigadora para este escrito.

Dentro de los temas más importantes de los que trata Dr. Space Junk vs the Universe se encuentra el hecho de que, en los años cuarenta, el universo empezó a ser motivo de gran interés mundial y surgió una competencia entre los países más poderosos por llegar a distintos entes de nuestro sistema solar. En este sentido, es fundamental el análisis que la autora hace sobre la Guerra Fría y su impacto en la conquista del espacio. El uso del sistema solar como un sitio para probar armas y arrojar objetos como el auto rojo de la marca Tesla, que relata Gorman, son casos sorprendentes porque denotan los deseos desmedidos de los seres humanos por invadir parte del espacio exterior y el deseo de demostrar su poder. Al respecto, la autora aborda los desechos espaciales que han quedado en nuestra órbita, su paulatino aumento, sus significados y los riesgos que pueden tener en el futuro. En contraste, resulta festiva la manera como Gorman describe la cultura espacial que se popularizó en distintas partes del planeta Tierra desde más o menos 1950: películas, canciones, libros, poesías, parques de diversiones y hasta alimentos y bebidas con temáticas sobre la vida espacial. Resulta fascinante el análisis y la exposición detallada que la arqueóloga elabora sobre los satélites, cohetes y naves espaciales enviadas —algunas junto con personas o animales— y las descripciones que realiza de los planetas, las huellas que quedaron en el polvo de la Luna tras la llegada del astronauta Neil Armstrong, o algunas características muy particulares de Venus, Júpiter o Plutón. Igualmente, es esencial el recordatorio que hace Gorman sobre el sistema solar como un patrimonio que no puede pertenecer a nadie —por ser de todos los grupos humanos—, de acuerdo con el Tratado del Espacio Exterior que entró en acción desde 1967, que sigue vigente y que debe ser respetado.

Es incuestionable que detrás de la prosa amena que domina la mayor parte del libro, hay una investigación bien fundamentada que busca generar conciencia para evitar que la Tierra sea descontextualizada de la galaxia que la aloja; es decir, es necesario empezar a vivir de una manera que no altere todos los ecosistemas —incluso los que no integran el paisaje terrestre—; que, aunque ha habido una notoria carrera por dominar distintas áreas del espacio exterior, este pertenece a todos los seres humanos del planeta Tierra y así debe considerarse y ser reconocido. Alice Gorman, claramente, hace un llamado a la inclusión de todos los grupos humanos a conocer el valor del universo y cuidar de él, pues todo lo que enviamos allí —a pesar de que da la impresión de desaparecer de “nuestro territorio”—, puede contaminarlo y fomentar nuestra propia extinción, ya sea porque permanece en el espacio como chatarra o porque cae a la Tierra en forma de basura.

Con Dr. Space Junk vs the Universe, Alice Gorman me permitió sentirme en la Australia donde nació y ha desarrollado la mayor parte de su carrera. Además, me abrió los ojos hacia el espacio exterior, a entender el rol que desempeña en la vida de todos nosotros y en la mía en particular, a reflexionar sobre el papel de los gobiernos y las empresas en lo que ocurre allá y en el que debemos empezar a desempeñar quienes pertenecemos a la sociedad civil. Dentro de las muchas preguntas que se plantean en este trabajo y a las que da lugar, a mí me quedaron rondando aquellas sobre ¿cómo se vería la Luna desde la Tierra una vez que empezaran en ella las excavaciones?, ¿qué representaría esto para los niños que le piden deseos, para los enamorados que hacen promesas debajo de ella y para los científicos que han estudiado sus cráteres?

Con respecto a esto, conviene señalar que este libro es solo un indicio de la gran cantidad de trabajos que hacen falta en estas áreas, pues abre brechas de investigación y evidencia problemáticas a las que no propone solución alguna más allá de generar conciencia. Dr. Space Junk vs the Universe es una lectura obligada para los especialistas interesados en temas como el espacio exterior, el medioambiente, la tecnología, la relación de los seres humanos con el universo, la cultura espacial y el diseño de los futuros posibles. También lo es para aquellos que se maravillan cada vez que elevan su mirada al cielo y, sobre todo, para los que quieren formar parte consciente de una construcción de futuro en la que los seres humanos se consideren una fracción de un todo y no los dueños y soberanos.