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Revista Colombiana de Antropología

Print version ISSN 0486-6525On-line version ISSN 2539-472X

Rev. colomb. antropol. vol.59 no.3 Bogotá Sep./Dec. 2023  Epub Sep 01, 2023

https://doi.org/10.22380/2539472x.2665 

Diálogos

Comentario sobre el artículo “‘Por eso uno sabe hoy, pero no sabe mañana’. Presencia fantasmal de la violencia y vida cotidiana en un pueblo colombiano”, de Gabriel Ruiz

Commentary on the Article “This is Why you Know Today, but you don’t Know Tomorrow. Ghostly Presence of Violence and Daily Life in a Colombian Town”, by Gabriel Ruiz

1Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, Colombia. maria.ochoas@udea.edu.co


En el artículo “Por eso uno sabe hoy, pero no sabe mañana”, Gabriel Ruiz se refiere a la lógica espectral de la violencia como una amenaza constante, por un lado, y un exceso que queda de manera residual, por otro. De esta forma, nos invita a reflexionar sobre cómo la violencia, que entendemos como un hecho extraordinario, se incorpora a la cotidianidad de los habitantes en un pueblo colombiano.

La vida cotidiana acumula los residuos del terror de una manera densa en la que se imbrican las huellas de los acontecimientos traumáticos (Orrantia 2012). Una de las primeras víctimas de la violencia es la esfera pública, esto es, los procesos de cohesión, las conversaciones, los vínculos comunitarios (Rodríguez 2011). Las particularidades intangibles de la violencia involucran entidades humanas y no humanas, y por ello, atender a los efectos espectrales de la violencia es urgente; se requiere finesa etnográfica para analizar las posibles capas de lo fantasmal en relación con la violencia. Hay acuerdos económicos y políticos que tienen lugar fuera de los sistemas legales y actúan como “sombras” (Rodríguez 2011) que producen amenaza, rumor, temor, una cierta densidad en el ambiente. Fantasmas son también los muertos que conviven con los vivos cada vez que su memoria los trae al espacio que habitaban o donde murieron. Esos fantasmas activan sensaciones de letargo y apatía (Orrantia 2012), así como la asociación de determinados espacios, sonidos u olores con acciones violentas y su repetición que acecha como amenaza. Incluso los Estados pueden hacer uso de los fantasmas (héroes, mártires, víctimas) para mantener el terror, la vergüenza o el remordimiento con fines políticos (Lincoln y Lincoln 2015).

Ruiz plantea que la violencia en el Pueblo se vive como una aparición, algo que puede brotar sin aviso y generar un entorno social inestable al cual adaptarse a través de pautas cotidianas que eludan el trauma. Se refiere al asedio (haunt) y a la hauntología, concepto de Derrida (2012), como una forma de poder a distancia; la manera como la violencia persiste en una aparente invisibilidad, una presencia ausente que supera el espacio-tiempo del hecho violento. La hauntología implica que todo ser está habitado por la (una) ausencia. Derrida buscaba construir una alternativa a la ontología y propuso la hauntología; en ella, el ser no se analiza en relación a sí mismo como algo determinado, sino en relación con aquello que ya no es, o todavía no es, es decir como potencia (Fisher 2012); en este sentido, el asedio, la hauntología, no es necesariamente una característica negativa, sino que también incluye futuros posibles. Esto llama mi atención pensando en lo que acá denomino etnografías para la utopía, es decir, relatos que presenten, además del problema, alternativas que nos permitan imaginar de nuevo la vida en común, pese a la devastación. Anna Tsing (2015) nos recuerda que son pocos los estudios que alientan las alternativas de vida y la recomposición que surge de la ruina y la precariedad; Haraway (2020) señala que “importa qué historias contamos para contar otras historias” (35), y nos invita a creer en lo posible, esa potencia que ya está presente en la precariedad y que el concepto de hauntología, como sostengo, también propone.

Esto me lleva a pensar de nuevo en los fantasmas y en cómo y para qué los analizamos; qué voz les otorgamos y dónde está la potencia que ellos, recordándonos la muerte, traen. Una pregunta recurrente en los contextos de violencia es su relación con el silencio que produce, ese que, por ejemplo, hace que las etnografías deban construir un relato cifrado (como la alusión de Ruiz a “el Pueblo”), o que los pobladores recurran al rumor (“los que mandan”). ¿Qué significa hablar de un hecho violento rehuyendo el nombre del lugar, de lo sucedido, de las víctimas? Tal vez es una reproducción de la violencia, de su espectro fantasmal ahora en el ámbito académico, también preso de ella. El anonimato protege, a la vez que produce una relación paradojal con lo que intenta denunciar. Se omite la denuncia directa y se opta por la indirecta. Allí también hay una suerte de espectralidad; la violencia habita el relato, cercenándolo, mutilándolo y prolongando en el tiempo su amenaza. Es un silencio a medias y una denuncia a medias.

Por otro lado, los duelos se asocian usualmente al silencio, ya sea para la reconstrucción de la vida cotidiana o como respuesta al temor a una represalia. La superación del trauma y la reconstrucción de la esfera pública pasan también por la superación del silencio (Quiceno 2008), por el conjuro de la espectralidad de la violencia. Ruiz sugiere que, contrario a lo que suele esperarse, el pueblo al que hace alusión parece más festivo, y hay en ello una inquietud por lo no alterado, ese como si nada. Quisiera imaginar el bullicio como conjuro a la amenaza, como una forma de espantar los fantasmas o recordarlos y habitar con ellos de otra manera. También el ruido puede aplazar la introspección; el dolor puede venir de canciones melancólicas y mesas repletas de licor ¿Qué tan festiva es la festividad? No podría responderlo sin una descripción detallada de los rostros, tonadas, lugares en que ella se expresa; en todo caso al ruido posterior a la muerte lo habita la aporía, como diría Derrida, esa que es lo que no fue y lo que podría ser todavía.

Referencias

Derrida, Jacques. 2012. Specters of Marx: The State of the Debt, the Work of Mourning and the New International. Nueva York; Londres: Routledge. [ Links ]

Fisher, Mark. 2012. “What is Hauntology?”. Film Quarterly 66 (1): 16-24. https://doi.org/10.1525/fq.2012.66.1.16Links ]

Haraway, Donna. 2020. Seguir con el problema: generar parentesco en el Chthuluceno. Bilbao: Consonni. [ Links ]

Lincoln, Martha Lincoln y Bruce Lincoln. 2015. “Toward a Critical Hauntology: Bare Afterlife and the Ghosts of Ba Chúc”. Comparative Studies in Society and History 57 (1): 191-220. https://doi.org/10.1017/S0010417514000644Links ]

Orrantia, Juan. 2012. “Where the Air Feels Heavy: Boredom and the Textures of the Aftermath”. Visual Anthropology Review 28 (1): 50-69. https://doi.org/10.1111/j.1548-7458.2012.01110.xLinks ]

Quiceno Toro, Natalia. 2008. “Puesta en escena, silencios y momentos del testimonio. El trabajo de campo en contextos de violencia”. Estudios Políticos 33: 181-208. https://doi.org/10.17533/udea.espo.1947Links ]

Rodríguez, Clemencia. 2011. Citizens’ Media Against Armed Conflict: Disrupting Violence in Colombia. Minneapolis, MI: University of Minnesota Press. [ Links ]

Tsing, Anna. 2015. The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalism Ruins. Princeton: Princeton University Press. [ Links ]

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