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Revista Colombiana de Antropología

versión impresa ISSN 0486-6525versión On-line ISSN 2539-472X

Rev. colomb. antropol. vol.61 no.2 Bogotá mayo/ago. 2025  Epub 01-Mayo-2025

https://doi.org/10.22380/2539472x.2963 

Reseña

Belicopedia

aUniversity of Washington, Seattle, Estados Unidos. meg71@uw.edu. https://orcid.org/0000-0003-4794-524X

Ruiz-Serna, Daniel; Ojeda, Diana Carolina. Belicopedia. Universidad de los Andes, 2023. 292p. ISBN: 9789587982534.


Belicopedia es un libro sobre “la última guerra en Colombia” (8). Sobre su impacto en seres humanos y más que humanos. Sobre la manera en que la violencia desestabilizó la vida, reorganizó las relaciones, reinscribió heridas coloniales y (re)produjo innumerables formas de brutalidad. Más precisamente, este es un texto que nos invita a tomar en serio la vitalidad y el significado de lo más que humano. Sus autores, en conversación con muchos otros, nos piden que consideremos cómo el pensar con vacas y panfletos, hierbas y virus, árboles e infraestructura puede ofrecer interpretaciones alternativas de la guerra, las formas en que fue vivida y las dinámicas que produjo. Las reflexiones y discusiones contenidas en este libro, la detallada consideración de compromisos y enredos más que humanos, nos ofrecen marcos nuevos, más amplios e inclusivos para el trabajo de reparación, reconciliación y justicia.

Los colaboradores de esta publicación innovadora nos muestran cómo la guerra desestabiliza la vida. Pero, además, y quizás más concretamente, nos muestran cómo desestabiliza el conocimiento y la realidad, lo que cuenta como saber y lo que es posible. De hecho, los editores utilizan esto como punto de partida, algo que nos invita a analizar críticamente cómo pensamos y a explorar los límites de nuestro pensamiento a través del perturbador sentido común, para avanzar, más bien, hacia un pensar de otra manera y hacia un sentir de otra manera.

En un maravilloso prólogo, Marisol de la Cadena se inspira en Las palabras y las cosas (1982), de Michel Foucault, libro en el que el autor explora la historia de por qué pensamos como lo hacemos. Entretenido por un texto de Jorge Luis Borges sobre una “cierta enciclopedia china” que incluye una taxonomía de seres y categorías absurdas, Foucault pasa de la risa a un pensamiento más expansivo. Como escribe De la Cadena, “fue la taxonomía la que asaltó el pensamiento del filósofo-historiador de epistemes: pensar lo que para él no podía ser lo hizo reír, y esa risa lo hizo seguir pensando… ¿Por qué no puede ser esto que estoy leyendo/pensando?” (7, énfasis en el original). Quienes contribuyen a este volumen asumen el desafío de Foucault de ir más allá de lo que él llama la domesticación de la salvaje abundancia de lo que existe. Esta domesticación “ordena las relaciones entre las palabras y las cosas: es decir, clasifica y autoriza ambas, distinguiendo ‘lo mismo’ de ‘lo otro’, lo que puede ser de lo que no puede ser” (7).

Con relación a la guerra, De la Cadena escribe lo siguiente:

La guerra colombiana de los últimos casi sesenta años, como la enciclopedia china de Borges, habría alterado (desdomesticado) las rutas normales de pensamiento de los autores de esta Belicopedia, […] los belicopedistas establecen una relación con la guerra colombiana y aceptan pensar con el desconcierto y habitar los límites de “nuestro pensamiento”, para desde allí -y esta es la diferencia- seguir en el desconcierto, desdomesticando el pensamiento que autoriza lo que existe. (7-8, énfasis en el original)

Aquí, se hace énfasis en el significado de las relaciones -“[la] guerra y sus matanzas criminales […] alteraron la razón organizadora del orden público de las relaciones entre las palabras y las cosas, es decir, la manera establecida de hacer realidades” (8)-, de las dinámicas multisensoriales -“oler con las manos, tocar con los oídos, ver con la lengua, saborear con la nariz, escuchar con la piel” (9)- y de sostener el desconcierto. Y, para los editores y autores de Belicopedia, esta última parte es crucial. Leo este libro como una invitación a desestabilizar el orden establecido de las cosas, a rechazar el llamado sentido común, a desafiar o, al menos, repensar las estructuras de poder (coloniales, extractivas, patriarcales y antropocéntricas), que no solo hacen posible la violencia sobre múltiples cuerpos y seres, sino que impiden la posibilidad de imaginar, de soñar, mundos radicalmente diferentes.

De hecho, el propio título del libro, Belicopedia, insinúa esta insistencia en no conformarse. Como escribe De la Cadena, el término belicopedia “mezcla etimologías e inventa una palabra desordenada” (8). En un juego entre enciclopedia, que supone un conocimiento general y casi completo, y bélico, que evoca una sensibilidad rebelde, este texto no trata de producir conocimiento sobre la guerra, sino más bien invita a que nos permitamos a nosotros mismos -y a nuestro pensamiento, nuestra comprensión del mundo- ser alterados o perturbados por él. En otras palabras, los autores están haciendo y deshaciendo mundos mientras escriben y proponen relaciones y ensamblajes alternativos. La elección de utilizar el alfabeto para organizar esta colección hace posibles múltiples puntos de entrada a estos encuentros inusuales o inesperados con la guerra y nuestra forma de pensar sobre ella. Este alfabeto ofrece parámetros necesarios para el trabajo que realiza el volumen, pero también “propone otro abecedario: uno que sirve para hacer que las palabras que empiezan con sus letras puedan tener relaciones inimaginables con las cosas que nombran. En este libro, ‘si las paredes hablaran’ deja de ser dicho y se convierte en posibilidad” (9).

En muchos sentidos, y como señalan los editores (13), este texto se basa en el trabajo de académicos que, desde diversos puntos de vista, descentralizan lo humano y recalcan el reconocimiento de la vida y la vitalidad más que humanas: animales, virus y plantas, pero también montañas, ríos, rocas e incluso edificios, mapas y papeles. Los colaboradores del libro se basan en marcos como la cosmopolítica -por ejemplo, De la Cadena y Blaser (2018)-, el giro ontológico -por ejemplo, Kohn (2013) y Viveiros de Castro (2015)-, la justicia multiespecie -por ejemplo, Chao et al. (2022) y Govindrajan (2022)-, el materialismo vital -por ejemplo, Bennett (2010) y Latour (2017)- y los estudios indígenas -por ejemplo, Todd (2016) y TallBear (2015)-. Curiosamente, algunos de estos enfoques están en tensión significativa entre sí. Los teóricos indígenas, como Zoe Todd (2016) y Kim TallBear (2015), han ofrecido críticas poderosas al giro ontológico en la antropología y a los académicos que ignoran o se apropian de la producción de conocimiento indígena sobre el mundo más que humano. Otros han criticado igualmente la romantización de formaciones y marcos cosmopolíticos que esencializan las epistemologías y ontologías indígenas y disminuyen la complejidad de las relaciones, humanas y no humanas, en contextos coloniales o neoliberales. Es importante destacar que algunos académicos también vienen llamando la atención sobre las formas en que los movimientos supremacistas y fascistas están desplegando argumentos cosmopolíticos, y sobre la utilización de entidades más que humanas para justificar y naturalizar proyectos violentos de exterminio y desposesión -por ejemplo, Bhan y Govindrajan (2024) y Govindrajan (2022)-.

Si bien esta lectora habría apreciado alguna discusión explícita sobre las tensiones mencionadas o sobre los hilos teóricos particulares que se tejen en el libro, los autores de este texto generativo y a veces conmovedor evitan, en su mayor parte, los peligros de la romantización, del aplanamiento de ontologías y epistemologías, principalmente a través del claro compromiso político y ético con las comunidades con las que trabajan y sobre las que escriben. Situado en un contexto histórico, cultural y político muy específico, y poniendo en primer plano las voces y experiencias de aquellos (humanos y más que humanos) que fueron/son víctimas, marginados y brutalizados, este volumen, de hecho, hace una labor importante al llamar la atención sobre la complejidad multisensorial y multidimensional de la guerra.

Es significativo que los autores no se centren solo en el daño, sino que también hagan hincapié en la resistencia, la resiliencia y la insistencia en la vida. Nos piden que consideremos cómo una apertura a mundos y relaciones más que humanos puede no solo permitirnos reconsiderar lo que creíamos saber sobre la guerra y la violencia, sino cómo podríamos reimaginar la reparación y la justicia. ¿Cómo se inscribe la memoria en el paisaje? ¿Cómo se lamentan los árboles? ¿Quién cuenta como testigo de la violencia y cuáles son los límites de los marcos de derechos humanos que no toman en serio la memoria de los ríos o la muerte de los aguacates como algo importante en sí mismo? ¿Cómo podemos incluir el testimonio no humano en los procesos de justicia transicional?

En una entrevista en el programa On Being, Robin Wall Kimmerer (2016), etnobotánica y ciudadana de la nación potawatomi, analiza la sensibilidad, la belleza y la inteligencia de las plantas, del musgo en particular. Kimmerer es directora y fundadora del Centro para los Pueblos Nativos y el Medio Ambiente de la Universidad Estatal de Nueva York. Escribe y habla poéticamente sobre ciencia y sobre ontologías y epistemologías indígenas; sobre la urgencia de pensar e interactuar con las plantas de maneras que alteren radicalmente nuestras suposiciones acerca del mundo que nos rodea. Basándose en investigaciones y conocimientos tanto científicos como indígenas (“la ciencia pule el don de ver, las tradiciones indígenas trabajan con los dones de escuchar y hablar”), describe su relación con las plantas ancianas, con seres que tienen la capacidad de aprender, que tienen memoria, que son parientes, y nos pide que vayamos más despacio y desarrollemos lo que una de mis alumnas definió como una manera radical de escuchar. Kimmerer dice:

Las rocas son más que lentas, más que fuertes y, sin embargo, cediendo a un aliento suave y verde tan poderoso como un glaciar, los musgos desgastan sus superficies grano a grano, devolviéndolas lentamente a la arena. Hay una antigua conversación entre musgos y rocas, poesía sin duda. Sobre luces y sombras y la deriva de los continentes […]. Y es una conversación que se lleva a cabo a un ritmo que nosotros, los humanos, especialmente nosotros, los humanos contemporáneos que vamos corriendo, ni siquiera podemos comprender […]. Pensar en las plantas como personas, de hecho, pensar en las rocas como personas, nos obliga a deshacernos de la idea de que el único ritmo en el que vivimos es el ritmo humano. (Traducción propia)

Los capítulos que componen este libro, las historias que cuentan, muy a menudo me recuerdan a Kimmerer (y a muchos otros teóricos indígenas). Al igual que el trabajo de Kim TallBear (2015), Tasha Hubbard (2020), Zoe Todd (2016), Daniel Heath Justice (2018), Margaret Robinson (2013), Janelle Baker (2021) y tantas otras que insisten en poner en primer plano los enredos y encuentros multifacéticos (y complicados, a veces contradictorios) entre humanos y más que humanos, muchos de los colaboradores de este volumen nos ofrecen exploraciones que no son solo puntos de entrada para ayudarnos a comprender la violencia política y estructural en Colombia. Nos hacen múltiples invitaciones a abrirnos a realidades radicalmente alternativas.

En un capítulo particularmente hermoso, Juan Alberto Conde escribe desde la perspectiva de un árbol de caucho específico que fue testigo de la brutal matanza de cientos de personas en la finca El Palmar y, más tarde, de las peregrinaciones anuales de familias que regresan para visitar el lugar y orar por los seres queridos perdidos. “Mis raíces exploran, escarban, se conectan”, escribe. “Allí, en lo profundo, converso con mis semejantes. Me ven con cierto respeto. Soy Viejo. Antiguo, dicen algunos con reverencia” (37). Pero los humanos, continúa, “temen lo que he visto […]. Me temen como a un testigo, un testigo silente que no puede contar lo que ha experimentado […]. Y sí, he visto la barbarie, la he sentido cuando mis ramas crujían ante el peso de un cuerpo que se veían obligadas a soportar, como un fruto no deseado, un fruto que engendra muerte y no vida […]. Cuerpos que caían para ser mutilados. Sé lo que es eso. Han arrancado mis ramas, mi follaje, incluso han picado mis raíces. Pero yo soy de otra especie, y mi cuerpo se regenera, tiene la voluntad de crecer y persistir ante el maltrato de los hombres” (37).

En este breve extracto, podemos leer sobre el sentimiento no humano, sobre el impacto de la violencia en la vida humana y más que humana, y sobre la regeneración y la persistencia de la vida. Este capítulo, claramente, conversa con, y se basa en, el campo académico de los estudios críticos de plantas y, más específicamente, de los árboles. Hay poder en su enfoque creativo, que propone la importancia de pensar a través de novelas, poesía y otros géneros literarios como caminos cruciales que nos permiten imaginar y reimaginar las relaciones con otros seres, pero también las experiencias encarnadas de otros seres, como significativas y reales. Y, en este caso, igualmente, tener en cuenta el hecho de que seres más que humanos son y han sido testigos de la violencia; considerar cómo podríamos ampliar los marcos de derechos humanos y justicia transicional para incluir en ellos una agencia más que humana.

Colombia es un caso ejemplar en este contexto, ya que el territorio ha sido reconocido como víctima de la violencia, y la vida más que humana ocupa un lugar destacado en las discusiones sobre guerra y reparación. Pero lo más importante, como insisten algunos de los autores de este volumen, es que debemos alejarnos de los marcos de daño ambiental que esencializan y aplanan el territorio, por ejemplo, al considerar “la naturaleza” como algo fuera de la cultura y en oposición a “lo humano”. En su lugar, hay que movernos hacia comprensiones más complejas del entrelazamiento de cuerpos y seres, hacia la agencia de seres no humanos. Debemos tomar en serio, como real, el hecho de que “el río tiene una historia por contar sobre los desaparecidos y enterrados en sus riberas” (203), o que “la tierra se sintió sola sin su gente” (22), lo cual llevó a la muerte del aguacate y al desarraigo de la comunidad.

No puedo hacer justicia a los múltiples y generativos encuentros con la guerra y la violencia que ofrece este libro, ni a la creatividad para pensar con y a partir del mercurio y el barro, las iglesias y los jaguares, o la leishmaniasis y los buitres. Pero puedo decir que permanecerá con sus lectores, pues en él encontrarán historias conmovedoras que desatarán las lágrimas, la rabia, la risa y la esperanza. Daniel Ruiz-Serna y Diana Ojeda han reunido a un tremendo grupo de escritores y pensadores para ofrecer una contribución importante y muy necesaria a nuestro pensamiento sobre la guerra, la violencia, la reparación y la justicia.

Referencias

Baker, Janelle. 2021. “Do Berries Listen? Berries as Indicators, Ancestors, and Agents in Canada’s Oil Sands Region”. Ethnos 86 (2): 273-294. https://doi.org/10.1080/00141844.2020.1765829Links ]

Bennett, Jane. 2010. Vibrant Matter: A Political Ecology of Things. Duke University Press. [ Links ]

Bhan, Mona y Radhika Govindrajan. 2024. “More-than-Human Supremacy: Himalayan Lessons on Cosmopolitics”. American Anthropologist 126 (2): 182-193. https://doi.org/10.1111/aman.13943Links ]

Cadena, Marisol de la y Mario Blaser, eds. 2018. A World of Many Worlds. Duke University Press. [ Links ]

Chao, Sophie, Karin Bolender y Eben Kirksey, eds. 2022. The Promise of Multispecies Justice. Duke University Press. [ Links ]

Govindrajan, Radhika. 2022. “Spectral Justice”. En The Promise of Multispecies Justice. Duke University Press, 33-51. [ Links ]

Heath Justice, Daniel. 2018. Why Indigenous Literatures Matter. Wilfrid Laurier University Press. [ Links ]

Hubbard, Tasha. 2020. “Buffalo Genocide in Nineteenth-Century North America: ‘Kill, Skin, and Sell’”. En Colonial Genocide in Indigenous North America, editado por Alexander Laban Hinton, Andrew Woolford y Jeff Benvenuto, 292-305. Duke University Press. [ Links ]

Kohn, Eduardo. 2013. How Forests Think: Toward an Anthropology beyond the Human. University of California Press. [ Links ]

Latour, Bruno. 2017. Facing Gaia: Eight Lectures on the New Climatic Regime. Polity. [ Links ]

Robinson, Margaret. 2013. “Veganism and Mi’kmaq Legends”. Canadian Journal of Native Studies 33 (1): 189-196. https://www.researchgate.net/publication/256293971_Veganism_and_Mi’kmaq_legendsLinks ]

TallBear, Kim. 2015. “An Indigenous Reflection on Working beyond the Human/Not Human”. GLQ: A Journal of Lesbian and Gay Studies 21 (2): 230-235. https://muse.jhu.edu/article/582037/summaryLinks ]

Todd, Zoe. 2016. “An Indigenous Feminist’s Take on the Ontological Turn: ‘Ontology’ Is Just Another Word for Colonialism”. Journal of Historical Sociology 29 (1): 4-22. https://doi.org/10.1111/johs.12124Links ]

Viveiros de Castro, Eduardo. 2015. The Relative Native: Essays on Indigenous Conceptual Worlds. HAU. [ Links ]

Wall Kimmerer, Robin. 2016. “The Intelligence of Plants”. Entrevistada por Krista Tippet. On Being with Krista Tippett, 25 de febrero de 2016. Podcast, 86:38. https://onbeing.org/programs/robin-wall-kimmerer-the-intelligence-of-plants-2022/Links ]

Recibido: 11 de Octubre de 2024; Aprobado: 20 de Febrero de 2025; Publicado: 01 de Mayo de 2025

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