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Revista de Arquitectura (Bogotá)

Print version ISSN 1657-0308On-line version ISSN 2357-626X

Rev. Arquit. vol.20 no.1 Bogotá Jan./June 2018

https://doi.org/10.14718/revarq.2018.20.1.1535 

Cultura y espacio urbano

Las disputas por el sentido y sus lógicas de emplazamiento en la escena urbana neoliberal

Disputes over meaning and its logics of location in the neoliberal urban setting

As disputas pelo sentido e suas lógicas de localização no cenário urbano neoliberal

Mariano Adrián Ferrettia 

David Navarrete-Escobedob 

Eduardo Álvarez-Pedrosianc 

a Universidad de Guanajuato, Guanajuato (México), Facultad de Arquitectura, División de Arquitectura, Arte y Diseño, Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura. Arquitecto, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba (Argentina). Máster en Arquitectura: Crítica y proyecto, Universidad Politécnica de Catalunya, Barcelona (España). Doctorando Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura, Universidad de Guanajuato, Guanajuato (México). Becario Conacyt, CDMX (México). ID http://orcid.org/0000-0003-1501-7174 marianoferretti@gmail.com

b Universidad de Guanajuato, Guanajuato (México), Facultad de Arquitectura, División de Arquitectura, Arte y Diseño. Arquitecto, Instituto Tecnológico de Querétaro, Querétaro (México). Máster en Urbanismo, Instituto de Urbanismo de París IUP-UPEC, París (Francia). PhD (c) en Urbanismo, Universidad de París I2, Instituto de Urbanismo de París (Francia). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt, CDMX (México). Docente e investigador, Departamento de Arquitectura, División de Arquitectura, Arte y Diseño, Universidad de Guanajuato, Guanajuato (México), y del Departamento de Arquitectura de la Universidad de la Salle Bajío, León (México). ID https://orcid.org/0000-0002-71.70-2507. davnav25@hotmail.com

c Universidad de la República, Montevideo (Uruguay), Facultad de Información y Comunicación. Licenciado en Ciencias Antropológicas, Universidad de La República, Montevideo (Uruguay). Doctor y DEA en Filosofía: Historia de la Subjetividad, Universidad de Barcelona, Barcelona, (España). Posdoctor en Antropología, Universidad de São Paulo, São Paulo (Brasil). Profesor adjunto en régimen de dedicación total del Departamento de Ciencias Humanas y Sociales, Instituto de Comunicación (FIC), Universidad de La República, Montevideo (Uruguay). Coordinador del Laboratorio Transdisciplinario de Etnografía Experimental (Labtee) y su Programa en Comunicación, Arquitectura, Ciudad y Territorio (ACTCom), Universidad de La República, Montevideo (Uruguay). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI-ANII), Uruguay. ID http://orcid.org/0000-0003-1795-7792 eduardo.alvarez@fic.edu.uy


Resumen

Esta investigación gira alrededor del contexto actual de la híper-acumulación del capital, las disputas entre el sistema social y el sistema técnico que, como formaciones de poder, inciden en el proceso de producción y estructuración del espacio urbano; asimismo, en el reconocimiento que los procesos de subjetivación poseen en la producción de sentido como también la forma en la que el sistema técnico perturba las acciones comunicativas entre los sujetos. A partir de una hermenéutica dialéctica entre diferentes posturas teóricas se busca la confrontación y síntesis con el propósito de reconstruir procedimientos semióticos que den cuenta de las disputas planteadas dentro del objeto de estudio. La deriva teórica dará cuenta, así, de los movimientos internos que el deseo o el goce puedan generar dentro de los sistemas cuando lo que está en juego es la diferencia respecto de su entorno.

Palabras clave: arquitectura y sujeto; dinámicas territoriales; espacio urbano contemporáneo; procesos de subjetivación; sentido del lugar

Abstract

This research revolves around the current context of hyper-accumulation of capital, and disputes between the social system and the technical system that, as power formations, affect the process of production and structuring of urban space, the recognition of processes of subjectivation in the production of meaning, as well as the way in which the technical system disturbs communicative actions between subjects. Based on a dialectical hermeneutic between different theoretical positions, the article seeks confrontation and synthesis while aiming to reconstruct semiotic procedures that account for the disputes presented in the study. Thus, the theoretical discussion will account for the internal movements that desire or enjoyment can generate within systems when difference is at stake with respect to their environment.

Keywords: Architecture and subject; territorial dynamics; contemporary urban space; processes of subjectivation; sense of place

Resumo

Esta pesquisa gira em torno do contexto atual da hiperacumulação do capital, das disputas entre o sistema social e o sistema técnico que, como formações de poder, incidem no processo de produção e estruturação do espaço urbano; além disso, no reconhecimento que os processos de subjetivação possuem na produção de sentido e na forma na qual o sistema técnico perturba as ações comunicativas entre os sujeitos. A partir de uma hermenêutica dialética entre diferentes posicionamentos teóricos, procura-se a confrontação e síntese a fim de reconstruir procedimentos semióticos que evidenciem as disputas propostas dentro do objeto de estudo. A orientação teórica demonstrará, assim, os movimentos internos que o desejo ou o gozo podem gerar dentro dos sistemas quando o que está em jogo é a diferença a respeito do seu ambiente.

Palavras-chave: arquitetura e sujeito; dinâmicas territoriais; espaço urbano contemporâneo; processos de subjetivação; sentido do lugar

Introducción

Este documento muestra los resultados obtenidos como producto de la reflexión dialéctica entre autores dentro de la fase analítica del trabajo de tesis doctoral "Arqueología del acontecimiento: las disputas por el sentido y sus lógicas de emplazamiento en el espacio urbano del capital", dentro del Programa Interinstitucional de Doctorado en Arquitectura (PIDA) de la Universidad de Guanajuato. La investigación se centra en la comprensión y explicación teórica de los procesos que afectan al espacio urbano en la actual condición neoliberal, desde los fenómenos de disputa que los caracterizan cuando los sistemas sociales son perturbados por la incidencia del capital en las estructuras ontológicas internas que, de manera esencial, se manifiestan en los sujetos portadores de toda acción. Bajo la hipótesis acerca de la influencia crucial que poseen los sistemas técnicos que ordenan, determinan y producen poder trastocando las estructuras ontológicas de los sistemas sociales, sus resultados físicos son el reflejo de los componentes puestos en juego en la producción de sentido; es decir, tipos de acción y materia involucrados en la constitución del lugar. La caracterización de los movimientos internos y las dialécticas que se producen entre los sistemas implicados en el espacio urbano (sistema social y sistema técnico), permiten comprender las posibilidades contenidas en nuevos modos de acción para disputar desde otro posiciona-miento político la construcción de poder que, en definitiva, es la forma en que los elementos son resignificados o, mejor dicho, dotados de sentido. Por otra parte, estos procesos propios de la mundialización económica provocan dinámicas internas tanto de centralización como de dispersión que generan la aparición de lo que Sassen (2007) denomina "zonas analíticas fronterizas" al modo de lugares conceptuales de silencio -o neutralidad, decimos nosotros- cuya potencia radica en la posibilidad de que la intersección que producen por un lado los lugares especializados y locales de la concentración logística -puntualidades del capital- y los lugares globales descentralizados de la mundialización económica por el otro, puedan vehiculizar "operaciones analíticas, de poder, de significado" (p. 38). Estos espacios funcionan como discontinuidades entre ambas situaciones, y son característica y componente del sistema económico que mientras acentúa posiciones emplazando sus intereses, estira y separa las causas de las consecuencias. La acción que implica el hacer y el cambiar el mundo deben ser posibilitadas por la condición del lugar y, para ello, el lugar debe regresar a ser la posibilidad de la presencia de la igualdad así entendida y no de la diferencia. De esta manera, lo común pasa a ser la posibilidad para que se pueda canalizar la igualdad como condición previa a fin de cambiar la realidad y, además, reconocer en esa atribución la diferencia. Esto tiene estrecha relación con lo que desde el psicoanálisis nos aporta Alemán (2012) al acuñar con mayúscula el término "Común", como espacio de constitución ontológica nueva donde lo colectivo asume la diferencia a partir de la igualdad entre los sujetos. Esta es una cuestión ontológica y no óntica -nos aclara el autor-. Esa constitución se da en y a través de la estructura del lugar (Figura 1).

Fuente: elaboración propia, 2017. CC-BY-NC.

Figura 1 Relaciones entre política y sentido con la noción de lugar 

El espacio urbano está estructurado finalmente por esas diferencias ónticas que separan y desvinculan las causas de las consecuencias, la historia del presente, para formar espacios conceptuales de potencialidad libidinal, como Guattari (2013) explica cuando habla de procedimientos semióticos al modo de regímenes de signos puestos constantemente en juego entre los procesos productivos (la máquina capitalística) y los conjuntos sociales (el sistema social). Estos espacios conceptuales -preferimos nosotros- son los lugares donde el poder se escurre en aquello que Butler (2009) menciona como el acto de la "traducción" en tanto puesta en evidencia de un poder y de "modos performativos de expresión" como de reproducción de normas que lleva consigo toda acción de reivindicación y que el capital intenta desmontar provocando todo el tiempo una disputa en el espacio por la diferenciación, por el hecho de que el espacio urbano es, o bien un lugar igual para los sujetos, o bien un lugar para la igualdad de los sujetos; algo que evidentemente no es lo mismo.

Metodología

De manera sintética se explican a continuación los pasos del trayecto investigativo que constituyen el desarrollo argumental de la investigación y que materializan el método hermenéutico-dialéctico que se ha llevado a cabo.

Fase 1. Problematización de las relaciones dialécticas

Aquí se trata de argumentar la dinámica de la síntesis interpretativa efectuada en el planteo de la hipótesis y que en nuestro proceso investigativo debe dar cuenta de los posibles movimientos y transformaciones que pueden operarse en el objeto de estudio y su campo de acción. Si nuestro objeto de estudio son los fenómenos físicos y no físicos en el espacio urbano, la definición del proceso de disputa que los explica es una aproximación al reconocimiento de las partes y expresiones que problematizan el fenómeno de estudio. Las relaciones dialécticas que se plantean dentro del proceso caracterizado -es decir, las disputas entre el sistema social y el sistema técnico cuyo correlato físico es un tipo concreto de ordenamiento y distribución de las acciones que construyen un territorio- son las partes que, en su conflicto por la producción de sentido, explican en primera instancia ciertos rasgos generales que caracterizan el espacio urbano en la contemporaneidad.

Fase 2. Aporte teórico: abordaje crítico-reflexivo

Una vez formulada la problematización de las relaciones dialécticas, se configuran de manera holística los rasgos de una totalidad avalada por procedimientos explicativos (Ricoeur, 1995, p. 86). En nuestro caso, tales procedimientos estarán conformados por dos fases: el aporte teórico con los datos que surjan del diálogo con otros enfoques y los procedimientos propiamente como argumentos previos a la segunda fase de comprensión: la interpretación. Se trata de determinar, entonces, el aporte teórico revelando las nuevas relaciones epistemológicas a partir de la conformación de su estructura relacional.

Fase 3. Descomposición del aporte teórico: procedimientos explicativos

Esta es nuestra segunda fase del procedimiento explicativo cuyo principal objetivo es descomponer el aporte teórico según las diferentes relaciones que en él se manifiestan, lo que conlleva un reconocimiento de las expresiones de su movimiento y, por tanto, de sus procedimientos particulares, de su pluralidad de explicaciones que desembocan en un tipo específico de discernimiento. Estos procedimientos constituyen la fase explicativa que media entre las dos etapas de la comprensión desarrolladas por Ricceur (1995) y que describen el tránsito desde el acontecimiento al sentido. El acontecimiento, como totalidad que contiene la unidad intencional, la forma de las relaciones iniciales de la primera fase de comprensión; y el sentido, como la estructura analítica de las partes que por medio del procedimiento explicativo conducen posteriormente a la interpretación o apropiación final. Esta es una etapa de develado de la plurivocidad de las partes y del mundo al que ellas pueden remitir, es decir su referencia.

Fase 4. Reconstrucción teórica: segunda comprensión o interpretación

En esta fase se trata de integrar los diferentes procedimientos en una estructura coherente que funcionará como instrumento revelador de las regularidades de dicha reconstrucción teórica. Es el proceso de interpretación de la síntesis dialéctica final. La esquematización de las singularidades de los acontecimientos -fenómenos o momentos críticos- dentro de la totalidad del proceso es la cartografía de una articulación sistémica cuyos fenómenos constituyen el aporte gnoseológico que por correspondencia científica pueda ser validado en el abordaje de una realidad urbana concreta. Si, como efectivamente afirma Ricceur (1995), la acción humana necesita ser "objetificada" para de esa manera convertirse en objeto de una ciencia humana, entonces dicha acción, al ser objeto ella de una ciencia humana que la comprenda y la explique, será testigo siempre de la dialéctica entre el significado de la acción (el acontecimiento) y la estructuración de su existencia (el sentido), es decir, la trama de conexiones entre la subjetivación -como diferencia- y las huellas de su objetificación -como repetición, como identidad- en el espacio.

Resultados

Los datos resultantes del trabajo dialéctico realizado en las fases metodológicas 1 y 2 (expresiones y conceptos) permitieron arrojar luz sobre el rol de la escena urbana como punto de partida donde lo dado (expresiones del ámbito 0) es el precedente tanto para toda acción y estructura ontológica del proceso general de disputas por el sentido entre el sistema social y el sistema técnico como de los movimientos internos que producen las prácticas subjetivas (expresiones del ámbito 1) y, finalmente, aquellos datos o expresiones que explican los acontecimientos resultantes al modo de formas narrativas que explican distintos niveles organizativos (expresiones del ámbito 2).

Expresiones del ámbito 0

Las expresiones que se desprenden de este contexto teórico pueden ser resumidas, por un lado, en lo que Harvey (2012) atribuye a la estrategia de neutralización del lugar impulsada por la necesidad de implantación de los intereses del capital en sus procesos de acumulación y, por el otro, en las tensiones, los desplazamientos y las disputas entre el sistema social y las estructuras impuestas por el capital, que se suceden en todos los contextos económicamente globalizados donde el cruce de dinámicas entre lo global y lo puramente local producen zonas analíticas entre ambas. Por tanto, la neutralidad del concepto de lugar y la caracterización de lo que Sassen (2007) define con otras palabras como zonas de límite analítico serán unas de nuestras expresiones teóricas por explicar: ¿qué características poseen esos espacios analíticos y qué operaciones de poder, significado y sentido ocurren en él?

Lo dado de la escena urbana: fragmento y límite

Lo dado como precedente de la acción se constituye en materia prima con la cual las fuerzas actuantes dentro del sistema o socius se disputan la fundamentación de su existencia (legitimación) a partir de un proceso de diferenciación significante en el sentido de traducción y delegación de mensajes (Latour, 2012, p. 187). No estamos hablando de una esencia sino de un pasaje entre o desde un estado organizativo a otro. Así, en cincuenta años de erosión de las fuerzas -o "los sistemas de flujos que atraviesan las relaciones entre individuos y agencian el conjunto de las conexiones posibles entre los objetos y los maquinismos que constituyen 'el mundo para un individuo'" (Guattari, 2013)-hemos pasado del fragmento a la fragmentación. Es en este pasaje, en esta transición -que a su vez coincide en espacio-tiempo con la implantación de la idea de globalización y su vehículo, el neoliberalismo- donde se han ido abriendo espacios de actuación y emplazamiento semiótico para nuevas fases de la revolución capitalística1 en la posmodernidad. Estos espacios o brechas entre un fragmento y otro son espacios físicos que la máquina del capital ha ido produciendo de la mano de otros equipamientos institucionales de poder y jerarquización de las decisiones como, por ejemplo, el Estado neoliberal en sus estructuras burocratizadas, las instituciones educativas privadas, las constantes y cada vez más punzantes construcciones de sentido común de las publicidades y sus modos de distribución social, el "mercado" inmobiliario (que de mercado no tiene nada), etc.

No es cuestión de explicar la escena de objetos y formas materiales que nos rodean sino de comprender el sentido que adquieren las acciones de pase, traducción y constitución de fuerzas y materia para agenciarse en instancias que reúnen nociones de tiempo -en tanto producen novedad respecto de lo anterior, de la historia- y espacio ya que se desarrollan entre un interior y un exterior de la acción, ambos subjetivos y todos productores de mayores grados de subjetividad en un plano de actuación múltiple y transversal donde lo que importa es el carácter productor del límite. A su vez, la configuración de límites es la característica que asume la disputa entre las fuerzas sociales como conjunto de relaciones, y el poder de la máquina capitalista que intenta borrarlo dejando sin posibilidad de acción a los individuos que como portadores de una potencialidad significante, o bien se individualizan -separándose de un compromiso colectivo- o bien se sujetan (como sujetos) a una producción de lo común, atando, narrando y ligando los límites de sus propios fragmentos de producción individual en el espacio.

Expresiones del ámbito 1

Las expresiones que se desprenden de este contexto teórico son, por un lado, las relativas a las prácticas coreográficas de los cuerpos y sus propiedades topográficas tales como posición física y estructura de la forma que adquieren dichas prácticas. Las primeras pueden explicarse en las formas de relación entre tipos de prácticas en el espacio físico tales como: acercamiento, distanciamiento, desplazamientos o puntualidades, y cómo tales prácticas redundan en ciertos tipos de delimitación del lugar, que los componentes del sistema social constituyen para implementar sus ritos. Son las propiedades que estas delimitaciones poseen como productoras de un tipo de lugar y no otro: lugares en red, linealidades o espacios de adyacencias.

Por otro lado, las características que explican las prácticas subjetivas como el rol, significado y motivo de las experiencias que se dan en el espacio urbano son elementos que pueden explicar las intenciones y el deseo de los sujetos en la producción de sentido a partir de la contingencia y no de la estetización. La contingencia es la acción transformadora de la política y, en ese sentido, expresiones como la forma de institución de los sujetos marcan la diferencia entre el interés individual y el colectivo, donde la observación, la selección, la discriminación y la designación de elementos y materialidades del contexto puedan explicar la producción deseante que todo lenguaje rítmico es capaz de acoplar a lo colectivo. Así, los rastros de la producción deseante se explican como ritmos espaciales cargados de la potencialidad de su acción transformadora, cuyos momentos críticos y contingentes son espacios de la diferencia y el umbral entre un acontecimiento -físico y relacional- con la aparición del sentido que lo determina y lo particulariza: espacios de ruptura y quiebre de la regularidad de lo cotidiano; formaciones físicas alteradas en sus funciones, nuevas formas de ritualización y apropiación del espacio, posicionamiento e institucionalización de las acciones y organizaciones de los sujetos a partir de intereses colectivos.

Ni estructura ni sujeto como igualación, el deseo como diferenciador

La noción de fragmento y los espacios de emplazamiento semiótico nos permiten emprender un camino de comprensión acerca de los procesos que atañen a la escena urbana como la forma resultante de las disputas por una existencia de la voluntad impulsada por el deseo, frente a una existencia de la necesidad que propone la técnica impulsada por la máquina del capital a partir de las innumerables posibilidades que este ofrece para el goce inmediato y despolitizado. El lugar como centro de las disputas que ya hemos caracterizado adquiere entonces una noción topológica por el tipo de espacialidad producida y productora cargada de límites que van reconfigurándose según el tipo de disputa con la que el corpus social se enfrenta en la tarea diferenciadora. Estas acciones hechas prácticas de habitar adquieren un carácter ontológico ya que forman parte de un proceso espacio-temporal que va de la desapropiación individual a la integración colectiva y es allí donde la subjetivación alcanza la reapropiación y resignificación en la producción material en el espacio: la constitución del lugar y sus límites. Ahora bien, la reapropiación y resignificación implican que se lleva adelante una nueva toma de posición respecto de lo heredado como escena, que evidentemente es donde radica el principal compromiso del individuo con los otros, con un otro. Estamos hablando del establecimiento de nuevas instancias de lo colectivo, lo que desde el psicoanálisis en su tradición lacaniana Alemán (2012) denominó el Común, como aquella construcción que aún hace falta alcanzar para poder vincular el plano ontológico de los significantes con las figuras simbólicas de un Otro y, sobre eso, los espacios de actuación del individuo tienen mucho que decirnos cuando sobre ellos se han vertido flujos semiotizantes que permiten todo el tiempo alcanzarse a "uno" sin cuestionar siquiera la existencia de los "otros". Por tanto, si atendemos al sujeto desde su déficit ontológico de origen, es decir desde su soledad real, su mismidad, aquella que se halla situada en el plano de los significantes por tratarse de seres hablantes, sexuados y mortales que no han sido captados por la técnica, por la mercancía, se lograría comprender que ese pueda ser el lugar de las disputas: el plano físico espacial donde se desarrolla la acción productora de límites y significados a partir de una narrativa cuyo sentido venga dado por algún tipo de hegemonía lingüística en sus formas.

Es en realidad un retorno al mito bajo el cual se constituye la alternativa a la sacralización del poder (Touraine, 2005, p. 161), que en la condición actual de dominación del capital y sus intereses se centra en la constitución de un sentido común basado en el goce del consumo del objeto técnico, de la mercancía, lo que hace que, en muchos casos en la contemporaneidad, esas formas externas e institucionalizadas de poder se sostengan. Esta conformación supraestructural del mito es una de las condiciones maquínicas del capital que intenta todo el tiempo reposicionar una ley propia que es pura estética y que, por tanto, puede constituirse en lo real del mundo donde el individuo y los individuos se funden en una experiencia misma sin precedentes cuya fuerza radica justamente en la reproducción infinita del goce. En ese sentido podemos volver a insistir entonces en el carácter conformador de una supuesta pertenencia colectiva a los espacios urbanos con una fuerte penetración del capital, donde el goce deviene por la estética del objeto y no por la necesaria traducción significante de un otro sujeto: así, dan lo mismo los fragmentos del strip de Las Vegas como los diferentes cruces de la calle Broadway en Nueva York. La técnica, por su carácter pretendidamente transformador, intentará constantemente situarse en el medio de esa experiencia ontológica, incidiendo sobre el orden simbólico e invirtiendo la posibilidad de toda acción ya que su compromiso no es ético sino estético. Dado que la estética es una experiencia, implica la acción y por ende ella misma se convierte en objeto de disputa (figura 2).

Fuente: elaboración propia, 2017. CC-BY-NC.

Figura 2 La experiencia ontológica en la lógica del objeto técnico 

Lo opuesto a dicha estetización del goce por parte de la técnica es un proceso inverso que sitúa al deseo como vehículo para un tipo de construcción simbólica que impulse una acción política transformadora de lo real, invirtiendo así el orden habitual del capitalismo (figura 3).

Fuente: elaboración propia, 2017. CC-BY-NC.

Figura 3 La experiencia ontológica en la lógica del deseo. 

En esta forma del proceso, el sujeto vuelve a situarse en los extremos, pero como un nuevo fundamento de la acción que parte del deseo como potencia transformadora y constitutiva de nuevas leyes simbólicas que puedan derivar en un tipo diferente de acción política tendiente a la transformación. La acción precedida por el deseo del individuo en la soledad de su condición hablante, sexuada y mortal (Alemán, 2014) retoma así el carácter utópico desde lo imposible que trae consigo el proceso de desapropiación individual al que hacíamos referencia -que en otros tiempos del sujeto trascendental encarnaba la utopía por vía de la revolución- frente a lo posible y cotidiano del contexto normativo que la técnica del capital emplaza todo el tiempo para semiotizar -desde su conveniencia- los flujos de deseo de tantos individuos aún no sujetos a sus órdenes simbólicos. Por ello "hablamos de una tensión (y una ruptura) entre 'lo posible' que marca un trasfondo de reglas y 'lo imposible' como emergencia de novedad que subvierte y modifica a éstas" (Ema, 2004, p. 6). Así, la condición espacial del lugar con sus fragmentos, límites y regiones son el soporte físico de los procesos de subjetivación que involucra los cuerpos y la materia, las prácticas posibles y sus sentidos llevados a la acción política a partir de procesos que implican la selección y la discriminación de dichos componentes (naturales y sociales).

O bien se imponen formas de constitución del lugar a partir de formas que provienen de los estímulos de la técnica y su normatividad por vía de la experiencia estética, o bien se despliegan los exteriores que estimulan la desapropiación individual transformando lo imposible que conlleva todo deseo de novedad a partir del completamiento de todo aquello que como potencia subyace al lugar. El deseo como voluntad de significación común, pone al sujeto como vehículo para la acción dentro del flujo de potencialidades desplegadas por la contingencia que posee el lugar, situándolo en una posición entre "los determinismos estructuralistas y subjetivistas que ponen a la estructura o al sujeto como origen y fundamento de la acción" (Ema, 2004, p. 3).

Expresiones del ámbito 2

Las expresiones que se desprenden de este contexto teórico son, por un lado, las relativas a los niveles organizativos funcionales en tanto condicionantes para la práctica de la acción política que el sistema técnico intenta imponer al sistema social determinándoles las relaciones que deben guardar sus acontecimientos. En este sentido, la constitución de un ritmo propio de su lógica organizativa vendría marcada por la interconexión, articulación y estabilización de los flujos de heterogeneidad semiótica preexistentes en el espacio urbano. Aquí es donde la acción política que el sistema social pretende llevar adelante para agenciar sus necesidades de producción de sentido ve dificultada la aparición de posibilidades de que acontezcan discursos generadores de novedad. Esta lógica organizativa que impone el capital (sistema técnico) es una de las características de lo que Harvey (2012) atribuía a los procesos de "neutralización del lugar" que no son otra cosa que la ausencia de ritmos de diferencia o la igualación de las diferencias por donde puedan canalizarse los flujos de acción, la arritmia necesaria para canalizar nuevas funciones o redirigir la existentes e introducir novedad.

Por otro lado, los niveles organizativos estructurales son el resultado de lo anterior ya que mientras más se identifiquen las acciones con los grados de homogeneidad funcional propuestos por la técnica, más será la necesidad de acción política que introduzca novedad, por tanto, su respuesta será la manifestación de jerarquías por vía de la estratificación y la consolidación de materia que, a partir de sus tipos de formación, sean capaces de cancelar o inhibir la constitución horizontal de un poder de acción.

Lo que está en juego: los agenciamientos colectivos y el Común o la técnica del goce

Hay acción desde el momento que hay deseo de voluntad. Los sujetos son agentes de la acción por naturaleza. Se plantea así una disputa por la semiotización (Guattari, 2013) o significación en la escena donde lo que está en juego es la posibilidad de romper el movimiento circular del capital al que hacía referencia Lacan. La comunicación intersubjetiva que estimula los agenciamientos en lo dado del espacio urbano, al modo de complejos híbridos de materia y acción, constantemente se canalizan en la conciencia individual ya sea para el goce inmediato que plantea la técnica sin superficie de inscripción, o bien para el establecimiento de un estado colectivo de significación donde lo que se ponga en juego sean los vínculos sociales. Como sostiene Guattari:

...un agenciamiento colectivo donde el individuo, el yo, la responsabilidad, serán siempre considerados como un efecto, un resultado al final de la cadena. La función de dicho agenciamiento no consiste por tanto simplemente en poner a todo el mundo de acuerdo sobre objetivos comunes, sino en articular el conjunto de las componentes materiales y semióticas, económicas y sociales que producen un deseo colectivo, un eros de grupo, capaz de liberarse de las micropolíticas fascistizan-tes de toda naturaleza (pp. 110).

Como la técnica del capital.

El espacio urbano en su condición neoliberal, y en la fase actual de "declive de las fuerzas interiores del individuo" (Lipovetsky, 2006, p. 89), es la escena donde los sujetos producen su existencia al traducir sus experiencias partiendo de la latencia constante de las tensiones entre lo posible de la técnica y lo imposible que en todo momento pueden desplegar los lugares donde tales tensiones sean capaces de situar al Común como el verdadero sentido de las prácticas políticas. Ahora bien, son políticas porque los individuos se constituyen en sujetos de la acción a partir de las prácticas de significación puestas en juego, de su diferenciación por medio de un proceso de semiotización de lo material y de producción de efectos prácticos, y es allí donde el Común se transforma en política.

Siguiendo estas pendientes, podemos concretar que lo que está en juego no es la forma de lo urbano con sus concentraciones y desconcentraciones, la contaminación resultante de los procesos de producción y consumo de los recursos, la ausencia de espacios verdes o la cada vez más agobiante proliferación concentrada de centros de decisión y poder, "sino la forma en que todas estas cosas son semiotizadas, la forma en la que, a propósito de ello, los agenciamientos se anudan y se desanudan" (Guattari, 2013, p. 103), los procesos bajo los cuales el lugar es una superficie de acción política que sitúe la espacialidad de lo urbano como espacio de conflicto. Lugares de necesidad y no de excusa, de apertura libidinal y no de cierre, o como prefiere nuestro autor: "lugares de enunciación". Así, nuestra interrogación crítica por estas cuestiones se halla movida por la necesidad de entender de qué modo el espacio urbano como escena de flujos semióticos y materiales dados puede ser la reserva disponible para la estructuración de una narrativa de lo Común que supere lo meramente colectivo, o bien el resultado de diferentes fenómenos de disputa por la significación del lugar, si lo vemos en la dirección contraria.

Pero preguntarnos por el modo (el cómo) implica también cuestionarse por el tipo de prácticas (cuáles) que intervienen en estos procesos. Si, como se ha dicho, son prácticas de sentido a partir de la experiencia estética o son prácticas impulsadas por las tensiones que provoca el deseo de novedad y cambio. El Común así pensado por Alemán (2012) pasaría a ser el lugar entonces donde la diferencia puede desplegarse como tal. Pero no la diferencia del mercado, la que expresa la ciudad latinoamericana, sino una diferencia absoluta que exige la igualdad, no como una totalidad homogénea, sino precisamente como variedad ontológica donde se despliegan las diferencias. Esa condición es la que disputa el capital, y lo hace por medio de la igualación (para seguir con los mismos términos). Pradilla Cobos (2014) resalta como característica de las ciudades latinoamericanas, y que es útil para la comprensión de estos procesos, el funcionamiento de dos mercados del suelo urbano con reglas de juego bien diferenciadas:

...el formal, plenamente capitalista y sometido a las regulaciones estatales de la propiedad y el urbanismo; y el informal que domina en las áreas carentes de titulación de la propiedad que fueron urbanizadas ilegal o irregularmente; el segundo, articulado y subsumido al primero, entra también en el juego de definición de las rentas del suelo urbano (pp. 41-42).

Esto se entiende a partir de los diversos emplazamientos que la acumulación de capital ha ido adquiriendo producto de la paulatina privatización de lo público urbano y la deliberada postergación del Estado en su gestión. Asimismo, es contundente la claridad con la que el poder del capital actúa para emplazar sus intereses por la vía de la configuración de un tipo concreto de territorio más bien caracterizado por la igualación de intervenciones que han logrado deformar tanto por estiramiento como por intensificación el paño de soporte del suelo urbano.

Este paño cargado de extensiones y puntualidades por doquier ya no reconoce un sentido de continuidad o lógica discursiva en términos de forma y utilización sino, por el contrario, lo que este proceso huérfano de Estado nos ha dejado ha sido un mosaico complejo plagado de discontinuidades, superposiciones y tensiones entre las capas sociales donde unos -los estratos superiores- ocupan por intensidad a partir de altas concentraciones de capital en espacios relativamente reducidos y controlados; y otros -los estratos medios y bajos- ocupan por extensión a partir de patrones más difundidos y con menor incidencia de capital; mientras tanto, la informalidad hace estragos con sus desplazamientos y localizaciones parasitarias y tumorales adosadas a las anteriores. Por esto, la condición de la disputa por la acción que dé paso a la diferencia es, en la ciudad latinoamericana, una particularidad que se debe tener en cuenta para intentar avanzar en la comprensión de estos fenómenos de desplazamiento y resignificación constantes (Figura 4).

Fuente: elaboración propia, 2017. CC-BY-NC.

Figura 4 Las expresiones dentro del proceso general de disputa por el lugar. 

Es ahí donde la potencia del acontecimiento se da entre la dispersión y concentración que propicia el sistema técnico del capital, individualizando y naturalizando como dado lo que en realidad ha sido inducido e impuesto; y el sistema social que en sus diferentes estratos reacciona a una imposición que le es ajena porque no proviene de un sentido provisto por la acción colectiva subsidiaria del deseo Común por una real diferenciación. Bajo estas definiciones, el lugar no es una categoría discursiva de lo social, sino su estructura ontológica ya que es en el lugar donde se dan las acciones de comunicación intersubjetiva.

Discusión

Sistema y entorno: el sentido de la a-utilidad del lugar como posibilidad para la acción narrativa de la diferencia

Ya se ha afirmado que el sujeto es el complemento que regula como llave exclusa las normas impuestas por el contexto normativo -como entorno de flujos y materia disponibles-, regulándolas, modificándolas por medio de algún tipo de completamiento que produce un nuevo sentido para la comunicación. Allí se da la acción política basada en el deseo como un acto puro de diferenciación en la producción de sentidos que vuelvan a poner en el plano de actuación la resignificación del lugar para poder invertir la lógica circular de la mercancía que desprecia todo tipo de espacialidad susceptible de conducir a un nuevo lazo social.

Toda delimitación narrativa de las experiencias producto de la estructuración que el sujeto-agente efectúe a partir de los flujos de vivencias disponibles, no solo de las ya acontecidas como memoria del lugar, sino también de las ajenas a partir de la selección de prioridades implica entonces un proceso de discriminación y designación que involucra la toma de decisiones sobre qué hacer y qué no hacer. Esto es caracterizado por Luhmann (1998b) como la función de observación que debe alcanzar todo sistema para poder conocer y lograr así los grados de complejidad necesaria para subsistir diferenciándose de su entorno.

Tanto el lugar como su sentido son, en definitiva, la potencialidad de que la novedad acontezca y, en ese punto, la noción de sistema que Luhmann (1998a) introduce pretendiendo resolver si la acción debe ser atribuida al individuo o al contexto mismo, parte del reconocimiento de que estos actúan, pero poniendo su énfasis en el proceso de atribución mismo y preguntándose sobre la base de qué: ¿sobre qué tipo de completamiento actúan los individuos portadores de la acción? Así, la acción pasa a ser la manera de actuar de cada sistema a partir de formas que le permitan hacerlo lingüísticamente; ya sea pensando, para el caso de la conciencia, o hablando, para el caso de la comunicación entre sujetos. La acción se convierte así en el vehículo para la comunicación intersubjetiva entre los componentes de la sociedad que ya no puede explicar su unidad de legitimación de toda realidad (el sujeto) sino a partir de lo que hay de particular en el contexto de sus relaciones; y lo hace a partir de formas narrativas en el espacio. Nos referimos en concreto a tipos de espacialidades que adviertan modos de estar de los sujetos en formas de acción y utilización de un tiempo más abierto -por incompleto- que acabado y utilitario -por previsible-, haciendo del deseo el verdadero sentido de la constitución política.

Su lógica está siempre basada en una potencia doméstica que permite pensar en que lo público es el lugar de la posibilidad de que se desencadenen acontecimientos. Un modo de hacer que la privacidad propia de los espacios domésticos interiores se traslade al exterior del espacio público (Figura 5). Ahora bien, si el lenguaje es lo que vincula ambas formas lingüísticas de comunicación y conciencia, es decir mente y cuerpo poniendo a disposición "una diferencia específica de medio y forma" (Luhmann, 1998b, p. 88), el entorno de tales acciones es el lugar donde los sistemas se permiten actuar espacialmente. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de diferencia? Nos referimos al conjunto de operaciones de designación y selección que el sistema efectúa para establecer qué combinación elegir en el ámbito de una escena urbana cargada de posibilidades de semiotización que precisamente lo pueda diferenciar de todo tipo de unidad igualadora y utilitaria que pretende el capital. De esta manera, la acción así entendida es la posibilidad de que acontezca la diferencia a partir de la potencialidad contingente del lugar y cuyo sentido es la posibilidad de semiotizar, de resignificar lo dado desde su a-utilidad: es allí donde nace un tipo nuevo de hegemonía que es también su condición de particularidad: la inscripción de un lazo común. El sentido que tendría elegir esto y no lo otro es la razón de la acción política que puede surgir de esa a-utilidad transformadora del lugar, de los objetos de lo dado en la escena urbana llevando a la constitución de un mundo donde cada uno inscriba un tipo de lenguaje para poder encontrarse así con lo real del goce.

Fuente: fotografía del autor, 2017. CC-BY-NC.

Figura 5 La domesticidad de lo privado proyectada al espacio de lo público en la ciudad de Monterrey (México). 

Por tanto, la condición de sistema evidencia el hecho de que el sentido es la diferencia relacional que permite la introducción de novedad (de acción política) por medio de ciertas negociaciones que, reaccionando en cadena, habilitan pérdidas y ganancias de poder; y allí es donde radica la disputa. Estas negociaciones por el poder son, en definitiva, la parte simétrica de la estructura del lugar ya que la toman como referencia para incorporarle el dinamizador del acontecimiento y cuyo sentido es la diferencia entre la posibilidad del sistema técnico del capital y su utilidad -a partir de la técnica que siempre permite gozar- y la actualidad de los sujetos del sistema social a partir de un no saber -de todo deseo- hacia dónde se dirigirá la a-utilidad del Común. En otras palabras, el sistema -sea el técnico-capital o el social- se fundamenta en la capacidad de construir sentido a partir de un entorno que estimula su constitución dentro de un campo de actuación complejo convirtiéndose en la película que revela -por vía de las configuraciones y los flujos de acción involucrados- los sentidos que dirigen su sostenimiento a la vez que la explican por el tenor que revelan sus hibridaciones: formas narrativas de acción y materia.

Conclusiones

  • Si lo que está en juego son los lazos sociales que estructuran el deseo, aquellos que conducen a la transformación del sujeto en soledad e intentan inhibir un agenciamiento complejo en forma tradición homogeneizante, lo que el espacio urbano debe habilitar, entonces, es una nueva relación de fuerzas susceptibles de actuar por fuera del mecanismo de la mercancía. Un proceso de tránsito hacia lo colectivo que no quede bloqueado, por ejemplo, por la aparición del monumento, el mito o la leyenda.

  • Si el capitalismo posee una condición sistémica por la forma en que reproduce de manera ilimitada el circuito de la mercancía desde la lógica de la plusvalía, los sujetos en su necesidad de una constitución común basada en el deseo reproducirán de manera recursiva un tipo de comunicación basado en la designación y selección de los estímulos necesarios para definir el tipo de acción por inscribir, por agenciar frente al vacío que propone la homogeneización; y esto también es una condición de todo sistema. Por tanto, la intersubjetividad intrasistema no es una condición que viene determinada por la estructura, sino que deviene en cada instante donde esté en juego la diferencia absoluta entre la soledad y lo Común, por tanto, es pura potencia del acontecimiento.

  • Si como afirmaba Ema (2004) el sujeto es un agente portador de potencia dispuesto para la acción política porque es negociación y disputa por el cambio, por la novedad frente a un poder emplazado en un contexto de normas previamente estructuradas por la Ley de lo posible impuesta por el capital; el cuestionamiento ético que lleva a toda acción política vendría dado por la posibilidad de elección sobre qué hacer frente a ello.

Los fundamentos de la disputa: entre la presencia y el acontecimiento

Frente al goce inmediato de la experiencia estética, que implica la estabilidad de la posibilidad constante de que eso ocurra, existe la inestabilidad que comporta el deseo cuando se trata de completar el juego en la actualidad constante de toda a-utilidad, en definitiva, de constituir una nueva ley (Figura 6). En eso se basa el acontecimiento como acción del presente y sobre eso el completamiento de lo que no es útil -para el goce estético- es todo lo que el individuo puede accionar al hacerse cargo de lo que falta, es decir, al elegir un lugar para ponerle sus límites a lo establecido, para establecer su diferencia. Es a partir de la a-utilidad del lugar y su carácter contingente donde se puede poner en juego un nuevo proyecto político, una nueva acción comunicativa.

Fuente: elaboración propia, 2017. CC-BY-NC.

Figura 6 La posición del deseo en la constitución del sentido. 

En definitiva, lo que está en juego en el presente neoliberal es la posibilidad de que una nueva ley acontezca reconociendo lo que hay de particular en lo dado universal de la escena urbana para constituir sentido, así, el acontecimiento es la acción diferenciadora en un ámbito semiótico que no dirige las acciones de modo previsible. Esta es una forma de que los sujetos portadores de acción se hagan cargo de lo que está disponible en la escena urbana interactuando con las materialidades y utilizando el tiempo de modo táctico para su propio aprovechamiento, para darle sentido a partir de la propia presencia de sus cuerpos y como testigos de la a-utilidad que caracteriza a esas espacialidades para transformarlas en permanencias entre lo estable de la posibilidad que implican los cuerpos actuando y lo inestable de la actualidad del propio instante del acontecimiento (Figura 7).

Fuente: fotografía del autor, 2017. CC-BY-NC.

Figura 7 Los acontecimientos propios de la a-utilidad de la acción en espacialidades de la ciudad de Monterrey (México). 

Pero no confundamos el hecho de diferenciarse dentro del espacio urbano con el hecho de que el espacio de lo urbano pueda ser el lugar de lo diferente. La primera posibilidad atenta contra la igualdad que debe asegurar el espacio de la ciudad, mientras que la segunda es la condición de que lo igualitario en el lugar se pueda canalizar. Lo igual no es lo igualitario. Reconocerse como individuo en un universal Común es atender y hacerse cargo de lo que hay de incompleto dentro de cada uno como particularidad en una conjunción de otros que es el Común. Las ciudades latinoamericanas poseen un potencial inusitado que viene dado por la incompletud del espacio urbano, aunque debamos reconocer que, visto desde otro ángulo, esa falta, ese no saber, ha venido siendo captado por los intereses de la acumulación del capital. En la otra punta del sistema se hallan las espacialidades que implican la ausencia de sujetos ya que las acciones se han trasladado a nuevas interioridades (plazas comerciales) que van surgiendo en la escena urbana y dejando la constitución de sentido en manos de la utilización de un tiempo que, en la mayoría de los casos, se ve condicionado por la promesa que, como espejismos de un futuro, se sustenta en la apertura y el acceso a la globalidad del consumo (Figura 8).

Fuente: fotografía del autor, 2017. CC-BY-NC.

Figura 8 Las nuevas interioridades homogeneizantes de todo tipo de acción en la ciudad de Monterrey (México) 

Esta forma de igualación que implica lo global ha llevado a alcanzar la homogeneización de lo urbano en todas nuestras ciudades que, mientras invierten en diferenciarse socioespacialmente, puertas adentro se han igualado a casi todas internacionalmente. Las disputas internas que venimos explicando en muchos casos se han adormecido por el poder narcotizante del goce de la técnica que ha constituido espacialidades puntuales en las periferias, cargadas de acumulación, a la vez que ha estirado y neutralizado los espacios intermedios como áreas de absolutas desconexiones y ausencias (Figura 9).

Figura 9 Las ausencias de sujetos en la escena urbana de Monterrey (México), dominadas por la utilidad del goce del consumo. 

Lo disponible de la escena urbana es, entonces, el lugar de la disputa por emplazar un nuevo tiempo caracterizado por la imposibilidad de que lo que triunfe sea el deseo de completar lo que no está aún hecho, o, dicho de otro modo, lo que no ha sido aún masticado y servido por la técnica del capital.

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1 Término utilizado por Guattari para caracterizar a todo pro ceso dominado por los efectos maquínicos del capital.

Cómo citar este artículo: Ferretti, M., Navarrete-Escobedo, D., & Álvarez-Pedrosian, E. (2018). Las disputas por el sentido y sus lógicas de emplazamiento en la escena urbana neoliberal. Revista de Arquitectura, 20(1), 14-23. doi: http://dx.do¡.org/10.14718/RevArq.2018.20.1.1535

Recibido: 23 de Agosto de 2017; Revisado: 29 de Enero de 2018; Aprobado: 18 de Marzo de 2018

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