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Revista de Arquitectura (Bogotá)

versão impressa ISSN 1657-0308versão On-line ISSN 2357-626X

Rev. Arquit. vol.20 no.2 Bogotá jul./dez. 2018

https://doi.org/10.14718/revarq.2018.20.2.1848 

Proyecto arquitectónico y urbano

Retórica simbólica en el espacio arquitectónico Una mirada antropológica de la casa en la sobremodernidad

Symbolic Rhetoric in the Architectural Space: An Anthropological View of House in the Supermodernity

Retórica simbólica no espaço arquitetônico. Um olhar antropológico da casa na sobremodernidade

Eska Elena Solano-Meneses* 

*Arquitecta Facultad de Arquitectura y Diseño, Universidad Autónoma del Estado de México- UAEMex (México) Maestra en Educación, Tecnológico de Monterrey (México) Doctora en Diseño, Universidad Autónoma del Estado de México- UAEMex, (México) Docente en posgrado del CIAD (Centro de Investigación de Arquitectura y Diseño) Docente, Licenciatura en la Facultad de Arquitectura y Diseño en UAEMex y en el Tecnológico de Monterrey. Investigadora de tiempo completo en la Licenciatura en Diseño y posgrado en la MADIC de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Cuajimalpa (México) Profesora de posgrado (doctorado), División de Ciencias y Artes para el Diseño, Universidad Autónoma Metropolitana. Xochimilco (México). Colaboradora en el programa del Doctorado en Diseño, UAEMex. Miembro del SNI Nivel 1. Líneas de investigación: semiótica, hermenéutica, retórica, arquitectura, diseño y educación inclusiva. https://orcid.org/0000-0002-5974-1511. eskasolano@gmail.com. Universidad Autónoma del Estado de México. Facultad de Arquitectura y Diseño


Resumen

Se analizan los aspectos simbólicos en la casa sobremoderna, mediante el uso metológico de variables antrópicas. Se parte de la idea de la casa como espacio antropológico celular y como espacio mínimo en que el hombre se desarrolla, generalmente resuelto arquitectónicamente en términos de estética y función. Sin embargo, su enfoque antropológico, no se ha atendido desde la arquitectura, antes bien, se ha limitado y trasgredido, provocando con ello una crisis en los espacios habitados. La propuesta metodológica de enfoque etnográfico, se sustenta en una dimensión antropológica de los espacios, a través de la inclusión de variables de diseño arquitectónico que surgen del análisis de la pirámide de Maslow. Se concluye que aspectos como autorrealización, seguridad y pertenencia, por mencionar algunos, resultan vulnerados con los planteamientos arquitectónicos actuales, situación que afecta el sentido simbólico de la casa sobremoderna.

Palabras clave: arquitectura; casa; espacio; etnografía; necesidades básicas

Abstract

The objective of this research work is to analyze the symbolic aspects in the supermodern house, as well as to propose a methodology with anthropic variables for said analysis. It is based on the idea of ​​the house as a cellular anthropological space. It is the minimum space in which man develops, generally resolved architecturally in terms of aesthetics and function. An anthropological approach, has not been addressed from the architecture, rather, this approach has been limited and transgressed, causing a crisis in the inhabited spaces. The methodological proposal of ethnographic approach, is based on an anthropological dimension of the spaces, through the inclusion of architectural design variables that arise from the analysis of the Maslow pyramid. It is concluded that aspects such as self-realization, security and belonging, to name a few, are violated with the current architectural approaches, situation that affects the symbolic sense of the supermodern house.

Keywords: Architecture; house; space; ethnography; basic needs

Resumo

São analisados os aspectos simbólicos da casa sobremoderna, a partir do uso metodológico de variáveis antrópicas. Parte-se da ideia da casa como espaço antropológico celular e como espaço mínimo em que o homem se desenvolve, geralmente solucionado arquitetonicamente em termos de estética e função. Porém, o seu enfoque antropológico não foi atendido a partir da arquitetura, senão que se limitou e transgrediu, o que tem provocado uma crise nos espaços habitados. A proposta metodológica de enfoque etnográfico é sustentada em uma dimensão antropológica dos espaços, através da inclusão de variáveis de design arquitetônico que surgem da análise da pirâmide de Maslow. Conclui-se que aspectos como autorrealização, segurança e pertencimento, para mencionar alguns, terminam vulnerados com as propostas arquitetônicas atuais, situação que afeta o sentido simbólico da casa sobremoderna.

Palavras-chave: arquitetura; casa; espaço; etnografia; necessidades básicas

Introducción

La investigación presentada corresponde al proyecto de investigación denominado Sustentabilidad social en los estudios urbanos y arquitectónicos, realizada en la Universidad Autónoma del Estado de México-UAEMEX.

Los resultados de esta investigación se centran en develar las condiciones en que las necesidades antrópicas se atienden en un espacio simbólico como la casa, desde un sentido antropológico profundo. La investigación se desarrolló en dos modelos de casa sobremoderna, ubicadas en el Fraccionamiento Rincón del Álamo, localizado en el municipio de Almoloya de Juárez en el Valle de Toluca.

La casa, entendida genéricamente como aquel espacio destinado a la habitación humana, ha estado sujeta a un proceso de evolución que responde a las condiciones y contexto cultural del cual subyace. Su concepto inicial atiende aspectos formales y funcionales heredados de las ideas de la modernidad, desatendiendo aspectos simbólicos (antrópicos), como son las necesidades psicológicas y emocionales, que están referidas en la pirámide de Maslow.

La sobremodernidad, por tanto, es la etapa de la posmodernidad que se caracteriza por legitimar de manera reiterada, principios de la modernidad, supuestamente ya superados, donde nuevamente hay un desapego con aspectos culturales y simbólicos.

Simbólico es el término utilizado por Clifford Geertz (1996) para acotar los aspectos socio-culturales (identitarios) de un pueblo bajo un enfoque antropológico, y desasociarse de la idea de “cultura” como lo relacionado al conocimiento propio de grupos “élites”.

La investigación pretende responder a la pregunta sobre ¿Cuáles son las necesidades antrópicas que la casa debe satisfacer, independientemente a la forma y función?

La hipótesis de que se parte es que además de las necesidades estéticas y funcionales que una casa debe cubrir, es importante la satisfacción de necesidades de carácter más profundas como las simbólicas.

Se parte del antecedente, que las primeras manifestaciones de la arquitectura no fueron una respuesta primitiva para satisfacer necesidades fisiológicas y protegerse de las inclemencias del tiempo, sino que representan una significación más simbólica del espacio, centrándose más hacia una dimensión mística y religiosa que constructiva, como fue el caso de la arquitectura megalítica.

Posteriormente, propuestas teóricas desde Vitrubio hasta Palladio, se centraron en la lógica del diseño arquitectónico apoyado en los emplazamientos, la buena ventilación, y el uso de materiales, así como técnicas de construcción para terminar por concebir a la casa como “objeto para habitar”. Nunca manifestaron interés por aspectos simbólicos como seguridad y autorrealización.

Con la llegada de la arquitectura moderna, arquitectos como Frank Lloyd Wright, Mies Van Der Rohe y Le Corbusier ensalzan nuevos principios, en los que domina la función acompañada por la forma; al tiempo que el racionalismo extiende la idea de estandarización de los espacios arquitectónicos hasta la masificación de la casa o residencia. Abanderada por la idea de una mejora de las condiciones de vida de sus habitantes, la arquitectura moderna propugna por ideas absolutas de una función universal, y olvida los aspectos simbólicos de la casa. Así se manifiesta en la propuesta Le Corbusiana de La Máquina de habitar al afirmar que es “una máquina destinada a procurarnos una ayuda eficaz para la rapidez y exactitud en el trabajo, una máquina diligente y atenta para satisfacer las exigencias del cuerpo (Corbusier, 1978, p. 24)

Con la sobremodernidad, la preocupación de los aspectos simbólicos en el diseño de espacios para habitar se reconsidera, como respuesta a los espacios sobremodernos carentes de identidad. Desde los conceptos urbanos con Jane Jacobs (2011) y Aldo Rossi (1982) se defiende la necesaria inclusión de espacios de convivencia no estrictamente funcionales, así como la transformación de la idea de un espacio “definido por su función” en espacios indeterminados, transformables, susceptibles de alojar simultáneamente actividades diversas (Oliveras, Montaner, De Sola Morales, & Ramón, 2000).

La nueva perspectiva desde una visión antropológica, asocia el concepto de casa con los arquetipos de Jung (2009), relacionados con lo simbólico por su cercanía con lo mítico y lo cultural (Coppola Pignatelli, 1997) y se afirma que las casas modernas no recogen, la mayoría de las veces, las instancias arraigadas…recogen con mayor frecuencia necesidades de consumo más que las exigencias profundas y sub-conscientes del hombre (p.167). El concepto de arraigo entendido como una recurrente tendencia a practicar algunas costumbres -ritos- que son consideradas como propias de la cultura de la cual proviene, contextualiza la importancia de lo simbólico en lo señalado por Coppola Pignatelli (1997).

Paradójicamente, a pesar de que el estado del arte señala la necesidad de inclusión de los aspectos simbólicos del hombre en el concepto de casa, la sobremodernidad retorna a las costumbres modernas, determinadas por el liberalismo económico de concebir los espacios de habitar como un producto, que debe cumplir cuestiones de índole primordialmente económica, después funcional y estética, diluyendo los principios simbólicos de la casa.

La Casa como lugar

La falta de significado del entorno arquitectónico se establece en los “no lugares” de Marc Augé, quien diferencia lugar y espacio, estableciendo que el lugar es el área que “ha adquirido significado a partir de las actividades humanas que se dan en ese sitio” (2002, p. 32) mientras el espacio carece de este nivel de identidad. Con ello, la casa ha de ser Lugar y no espacio o no lugar.

Esta indiferencia contextual, señalada por Augé (2002) como No lugar conlleva procesos antropológicos que los espacios carentes de significados generan, porque nadie siente ningún apego por él, consecuencia lógica de las características de la sobremodernidad o supermodernidad (Ibelings, 1998). Para Baudrillard (1988) el lugar ha sido sustituido por la desunión, el desencuentro y el extravío. La casa en su simbolismo esencial está en crisis, puesto que se le han eliminado las características de espacios identitarios, relacionales e históricos para ser sustituidos por cuestiones económicas y funcionales. El hombre y sus relaciones con sus semejantes no tiene cabida, con la soledad y aislamiento consecuente de sus habitantes (Augé, 2002).

El hombre se concibe a sí mismo como inmerso en un espacio, lo que concede sentido y simbolización a su existencia (Morales, 1999) y deja clara la importancia del ser humano con el espacio (lugar). Narváez Tijerina (2004) agrega que un espacio simbólico ubica al hombre en un imaginario urbano, ya que los habitantes se autoconciben a través del establecimiento de relaciones espaciales cuyas representaciones les permiten una significación de su ser, tanto en la dimensión individual como colectiva.

Hoy en día, la falta de estos símbolos, niega la naturaleza del hombre, conducen irremediablemente a una sociedad hacia el caos, a una falta de identidad y a una pérdida de sentido de pertenencia y de comunidad, que desata problemas sociales de toda índole.

Para Morales (1999), la identidad o pertenencia para Morales (1999) consiste en la conversión del espacio genérico (la vastedad) en espacio con connotación de lugar que da sentido a su existencia: "El hombre debe crear un orden arquitectónico para establecerse y entender el mundo. De ahí que la consideración aclaradora y situante nunca puede omitirse en las labores arquitectónicas (Morales, 1999, p. 244), conceptos en los que Muntañola (1996) apoya la teoría de la topogénesis. Para él, el lugar es el espacio habitado, es el escenario del hombre, resume tiempo y espacio y se construye con la existencia de un sujeto y su historia (otros). De ahí que la topogénesis sea el estudio de la construcción de lugares para vivir convirtiendo al arquitecto en un generador de lugares. El lugar permite al sujeto navegar por la historia y permite a la historia situar al sujeto (Muntañola, 2009).

La función histórica y social de la arquitectura ha sido la creación necesaria de un espacio humanizado, un espacio hecho a imagen y semejanza del hombre para que éste sobreviva. Un espacio que el hombre pueda habitar, su lugar.

El concepto de lugar de la casa se define tanto por las funciones como por la acción de los individuos que ahí moran, y estos elementos “determinan los patrones de vida en la red social, simbólica y de creación y es la base de la identidad (De Hoyos Martínez, 2010, p. 213) de quien ahí vive.

Metodología

Propuesta de Fundamentos Simbólicos en la Casa Sobremoderna

Este trabajo propone una metodología etnográfica de análisis con enfoque cualitativo de la casa, cuya categorización se sustenta en variables simbólicas, provenientes de la pirámide de Maslow, las cuales sirven de guía tanto para la investigación de campo como para analizar la información obtenida a través de instrumentos etnográficos como: historias de vida, entrevistas a profundidad, observación directa y shadowing. La interpretación de resultados se apoya en la heurística semiótica.

Los instrumentos de la investigación son tanto la investigación documental como la investigación de campo, dado que se pretende un acercamiento con los principales actores: las personas que habitan casas sobremodernas en el Fraccionamiento Rincón del Álamo, en la Villa de Almoloya de Juárez en el Valle Metropolitano de Toluca, México.

El universo de estudio corresponde a las familias que habitan estas casas sobremodernas, por ser casos de estudio que cumplen con las características críticas de la arquitectura actual.

A partir del enfoque cualitativo, se realizaron dos tipos de entrevista, la primera cuali-cuantitativa corresponde a un esquema de entrevista dirigida, la cual busca registrar datos objetivos, que complementen la información obtenida con la entrevista no formal. Este tipo de entrevistas establecía la variable a medir y se proporcionaba al entrevistado una lista de conceptos alusivos, para que con ello describieran su percepción referente a concepto medido.

El segundo tipo, totalmente cualitativo, corresponde al establecimiento de una entrevista a profundidad, un diálogo libre en el que el actante- habitador se sienta en libertad de describir su experiencia como habitante de las casas del Fraccionamiento Rincón del Álamo, centrado básicamente en la narrativa de cómo es un día de su vida en su casa: cómo son sus experiencias, cómo se siente, qué espacios frecuenta, qué actividades realiza, con quien convive, etc. de manera que, bajo la perspectiva de la heurística semiótica, sea posible encontrar sustratos simbólicos en sus espacios, al tiempo que se conozca la situación a mayor profundidad.

Para la aplicación de la entrevista dirigida fueron entrevistadas 20 personas, ubicadas en diferentes rangos de edad, género, ocupación y que habitan las casas del fraccionamiento. De las personas entrevistadas un 40 % resultó ser trabajador o empleado, un 40% es estudiante y un 20% se dedica al hogar.

Las variables para la categorización del análisis simbólico surgen de la pirámide de Maslow (Maslow, 2009). La pirámide de Maslow es una representación gráfica de la teoría de motivación propuesta por Abraham Maslow que pretende explicar las necesidades humanas (Figura 1). En la base de la pirámide aparecen las necesidades fisiológicas, seguida de la necesidad de seguridad, necesidades sociales, de reconocimiento y autorrealización.

Fuente: elaboración propia a partir de Maslow, 2009

Figura 1 Pirámide de Maslow, que señala los tipos de necesidades de un ser humano 

Cada una de estas necesidades tiene implicaciones en el diseño arquitectónico.

Necesidades básicas o fisiológicas: Son las relacionadas con la supervivencia del individuo. Respirar, alimentarse, hidratarse, vestirse, sexo, etc.

Necesidades de seguridad: Es la necesidad de tener una situación de orden y seguridad en la vida. Esta puede ser: seguridad física (salud), económica (ingresos), necesidad de vivienda, etc.

Necesidades sociales: Implican el sentimiento de pertenencia a un grupo social, familia, amigos, pareja, compañeros del trabajo, etc.

Necesidades de estima o reconocimiento: Son las necesidades de confianza, independencia personal, reputación o metas financieras.

Necesidades de autorrealización: Es la necesidad más alta, cubierta si las demás necesidades han sido suficientemente alcanzadas. Es la sensación de haber llegado al éxito personal. (Maslow, 2009)

De las necesidades detectadas por Maslow se desprende la presente propuesta, que pretende analizar la manera en que el espacio arquitectónico puede atender cada una de las dimensiones citadas por el autor.

Estas variables son:

  1. Sentido de satisfacción personal asociada al espacio o lugar.

  2. Sentido de afiliación

  3. Sentido de protección y defensa

  4. Sentido de reconocimiento

  5. Sentido de pertenencia y arraigo con el entorno

  6. Sentido de proximidad con el otro

  7. Sentido de satisfacción de aspectos físico-mentales

  8. Sentido de asociación del espacio con su uso psicológico y social

Los estudios de Maslow ligados a las necesidades del hombre, coinciden también con posturas de teóricos del diseño como Papanek quien afirma: “’cuando decimos que las necesidades básicas de la gente están resueltas’ no hacemos más que plantear una opinión estrecha y provinciana.[…], las verdaderas necesidades de las amplias masas del pueblo siguen sin solucionarse” (Papanek, 2014, p.181) refiriéndose con ello a superar aspectos estéticos y funcionales en el diseño, para atender las simbólicas.

Caso de Estudio: Casas del conjunto Habitacional Rincón del Alamo

Desarrollado en la zona poniente del Valle Metropolitano de Toluca, las casas del fraccionamiento Rincón del Álamo se localizan aproximadamente a 1.5 kms. al norte del poblado de Almoloya de Juárez (Figura 2). Es un fraccionamiento compuesto por 1013 casas (Figura 3).

Fuente: Goolgle maps, 2018

Figura 2 Ubicación del fraccionamiento, al norte de Almoloya de Juárez. 

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 3 Fraccionamiento Rincón de Álamo. 

El fraccionamiento ofrece 2 modelos de casas (Figura 4):

Modelo Malva, tiene una superficie de terreno de 60 m2 con un frente de 4 mts y 15 mts de profundidad, y una superficie construida de 38.18 m2 en un nivel. El programa arquitectónico incluye: 1 recamara, sala, comedor, cocineta, patio de servicio, estacionamiento para un auto y pequeño jardín trasero.

Modelo Cedrón, tiene una superficie de terreno de 60 m2 con un frente de 4 mts y 15 mts de profundidad, y una superficie construida de 60.72 m2 en dos niveles. El programa arquitectónico incluye: 2 recamaras, sala de TV, estudio, sala, comedor, cocineta, patio de servicio, estacionamiento y jardín trasero.

Fuente: Reyes, 2015

Figura 4 Planta arquitectónica de los Modelos Malva (izquierda) y Modelo Cedrón (derecha) 

Los materiales con que están construidos y terminados ambos modelos de casas son: muros de tabique y losas de concreto, recubiertos de aplanado de mortero y pisos de loseta.

Las casas del fraccionamiento habitacional en cuestión, se encuentran en un área periurbana, a una distancia aproximada de 1.5 km de Almoloya de Juárez, sobre antiguos terrenos de cultivo (Figura 5).

Fuente: Google maps, 2015

Figura 5 Vista Aérea del 2015 donde se aprecia que las casas del Fraccionamiento Rincón del Álamo están ubicadas en terrenos periurbanos aislados. 

Este conjunto estuvo a cargo del Consorcio HOGAR S.A. de C.V., que es una compañía fundada en 1996, que tiene como objetivo atender el sector de compradores de vivienda cuyo rango de ingreso mensual fluctúa entre 2.5 y 12 salarios mínimos.

Resultados

Los habitantes de las casas de este fraccionamiento fueron analizados a través de entrevistas estructuradas y de profundidad. Los resultados de esta fase de la investigación aportan evidencias claras de la problemática generada por estos espacios, como se expone a continuación.

Análisis Cuanti-Cualitativo

Sentido de satisfacción personal asociada al espacio o lugar.

El sentido de satisfacción personal asociada al espacio o lugar, este fue analizado con un abanico de conceptos como: felicidad, angustia, opresión, miedo y vacío. De esta variable, los mayores porcentajes (cuya suma es 63%) oscilan entre una percepción de opresión o de angustia, mientras las respuestas menos frecuentes se inclinan hacia la felicidad, el miedo o el vacío (Figura 6).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 6 Sentido de satisfacción asociada al espacio o lugar. 

Sentido de afiliación

La asociación es otra de las necesidades simbólicas del hombre, sentirse parte de un grupo, pero especialmente de un grupo próximo, cerrado y propio. Se pensaría que ello se cumple de alguna manera con los angustiados espacios que fuerzan esta “unión”, ya que, al carecer de espacios íntimos, los espacios comunes se convierten en el refugio; sin embargo, los resultados muestran lo contrario (Figura 7). Asimismo, otro de los conceptos destacados es el de esperanza, y esto se puede explicar bajo la idea que las casas en su mayoría no son propias, existiendo entonces la percepción de que la condición descrita es una condición transitoria.

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 7 Sentido de afiliación 

Sentido de protección y defensa

Existen muchas referencias antropológicas que sustentan la necesidad de que, ante la percepción de vulnerabilidad, el hombre requiere sentirse protegido. Este aspecto no parece estar cubierto en este conjunto habitacional, ya que el concepto “vandalismo” fue reiterativo en un 38%, en contraste con el de seguridad (34%) o el de vigilancia (17%). (Figura 8)

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 8 Sentido de protección, defensa y vigilancia. 

Sentido de reconocimiento

El reconocimiento es una de las necesidades que más se ha privilegiado en la era consumista, ya que de ahí se derivan varias teorías de la mercadotecnia. Existe en cada persona una necesidad de sentirse apreciado, de poseer, tener prestigio y destacar de entre los demás, pero ello se ha entendido como el posicionamiento económico que se tiene sobre los demás. La idea general de este prestigio se construye con posesiones materiales muy evidentes, como casa o auto, seguidas de artículos como aparatos eléctricos, celulares, y ropa.

Los conceptos presentados como: bienestar, carencia, superación crisis y auge se les encuentra ligados con la autovaloración y el respeto a sí mismo. Los resultados arrojaron que en un 35% la gente se percibe en una situación de carencia, sobre todo esto se concentró más en aquellos habitantes que viven en el Modelo Malva, de considerables reducidas dimensiones. Esto se suma a la idea de crisis con un 20%, nuevamente se privilegia la percepción negativa que se tiene de las casas del fraccionamiento. Finalmente fueron reducidas las respuestas que se inclinaron hacia la idea de bienestar, superación y auge (Figura 9).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 9 Sentido de reconocimiento. 

Sentido de pertenencia y arraigo con el entorno

La necesidad de pertenencia y arraigo nos determina como personas, en ello radica la actitud que asumimos con aquello que consideramos propio o no. Cuando algo es considerado nuestro, existe un esmero por su cuidado y por proteger el vínculo. Si existe desapego, las actitudes negativas proliferan, por ser el enfrentamiento con lo extraño y lo ajeno.

Cuando este sentido de pertenencia y arraigo no existe, aparecen desajustes personales y fenómenos que manifiestan la inconformidad de la persona. Los conceptos que se presentaron fueron: México, Toluca, Almoloya o ninguna, con la intención de indagar como se percibe el vínculo de las casas fraccionamiento con algunas de estas poblaciones, y si esta interpretación se anida en un nivel micro o rebasa a un nivel macro. Los resultados mostraron que la mayoría no siente apego por el poblado más próximo, que es de hecho en donde se ubican las casas del fraccionamiento, es decir Almoloya de Juárez (29%).

Existe la evidencia de un mayor arraigo hacia la ciudad de Toluca 36%), ya que varios de ellos expresaron ser ahí donde realizan el mayor número de actividades, siendo para ellos Almoloya de Juárez (poblado cercano) una especie de ciudad satélite. México, de ambigua interpretación por referirse igualmente a la denominación del estado, o del país obtuvo escasa frecuencia (10%) y la opción de ninguna alcanzó un 25% lo que corrobora la falta de vínculo con el espacio que se habita (Figura 10).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 10 Sentido de pertenencia y arraigo con el entorno. 

Sentido de proximidad con el otro

Así como el arraigo, el sentido de proximidad con el otro complementa también la idea de vivir en sociedad. Para la idea de reconocimiento de sí mismo, es necesaria una construcción social que reafirme al hombre, que le haga sentirse aceptado en un grupo social, donde la familia resulta una célula básica que se complementa en núcleos cada vez mayores, como el grupo de amigos, los compañeros de trabajo, los vecinos, etc. La casa podría considerarse un escenario de estos vínculos sociales, inicialmente en el seno de una familia y posteriormente amistades, vecinos, etc. En este sentido, la idea de proximidad y cercanía se contrastó con la idea de hacinamiento, con el fin de comprobar que la distancia física no es considerada necesariamente en un sentido positivo. La hegemonía del concepto de hacinamiento (nuevamente concentrada mayormente en los habitantes del Modelo Malva) cubrió en un 38% la frecuencia de respuestas, mientras la proximidad y cercanía, aparentemente ideas cercanas no fueron relacionadas metafóricamente con las casas de Rincón del Álamo. La idea de lejanía, considerada también como un concepto negativo en un hogar tuvo una frecuencia de 35%, por encima de proximidad y cercanía que no rebasaron un 15% y 12% respectivamente (Figura 11).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 11 Sentido de proximidad con el otro. 

Sentido de satisfacción de aspectos físico-mentales

Sin ser factores específicamente fisiológicos como comer, dormir o asearse; la salud, la enfermedad, el deporte y la pasividad están relacionados con condiciones de tipo físico, aunque también mental. Existe una asociación entre la salud mental y los factores simbólicos, dado que ambos resultan trascendentales en la conformación de la idea de sí mismo y el autorreconocimiento. Las respuestas aquí analizadas pretenden una visión global que complemente lo analizado en el nivel de satisfacción asociada al lugar, al tiempo que se puede asumir como una evidencia que señale si la gente considera que dentro o cercano a las casas del fraccionamiento cuentan con los espacios de salud (para practicar deporte, para cuidar su salud en otros sentidos) necesarios para cubrir este aspecto.

Los conceptos presentados fueron: salud, enfermedad, pasividad y deporte, a lo que la respuesta general fue sentirse más estrechamente ligados con el termino de pasividad (46%) que, con los conceptos extremos, como salud y deporte o enfermedad (Figura 12).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 12 Sentido de satisfacción de aspectos físico-mentales. 

Sentido de asociación del espacio con su uso psicológico y social

La connotación que se asocia a la casa, es una muestra clara de lo que en ella acontece. Contrariamente a lo esperado fue más asociada al trabajo que al descanso: un 38% contra un 19 % respectivamente. El otro concepto dominante fue el de necesidad, por lo que la casa más que considerarse como u refugio, un lugar que cumpla con sus expectativas, se convierte en una manera de cubrir medianamente una necesidad. Ello se reafirma al momento en que, en una entrevista una persona dijo que lo importante era “tener un techo” (Figura 13).

Fuente: elaboración propia, 2015

Figura 13 Sentido de asociación del espacio con su uso psicológico y social. 

Análisis Cualitativo

Para realizar el análisis cualitativo fueron realizadas tres entrevistas a profundidad a 3 personas de diferentes segmentos:

  1. Sra. Susana Ramírez, habitante del Modelo Malva, edad aprox. 45 años, sexo femenino, casada, 2 hijos y esposo. Ocupación comerciante, esposo taxista, procedencia Distrito Federal.

  2. Sra. Sandra García, habitante del Modelo Cedrón, edad aprox. 30 años, sexo femenino, casada, 2 hijas y esposo. Ocupación ama de casa, esposo empleado, procedencia Michoacán.

  3. Joven Pedro Cortés Jiménez, habitante del Modelo Malva, edad aprox. 23 años, sexo masculino, soltero. Ocupación Empleado de Gobierno, procedencia Toluca.

Cada una de estas personas fue analizada, durante y posteriormente a la entrevista con base a los elementos contextuales o situacionales con la intención de identificar oposiciones (que pudieran ser impedimentos para la obtención de información fidedigna), ya que es importante considerar que cada una de las declaraciones parte de sustratos socio-psicológicos y emocionales.

  1. La Sra. Susana Ramírez destacó desde un primer momento que ella no era la dueña y que ya estaba por cambiarse de casa a una casa “más cercana a Toluca”. Ello generó una actitud crítica y de distanciamiento con la problemática, lo que también se puede traducir como una negación a ser considerada parte de la problemática.

  2. La Sra. Sandra García corresponde justo al caso contrario del anteriormente descrito. Ella es una de las primeras habitantes de las casas del fraccionamiento. Esta antigüedad, es posible, que haya generado en ella un sentido de arraigo, ya que ella sí es propietaria. Este arraigo le hace percibir la problemática de un modo minimizado. Se aprecia incluso una postura a la defensiva, en la que pretende recrear una situación altamente positiva frente a las carencias evidentes.

  3. El joven Pedro Cortés Jiménez, corresponde a una percepción masculina con un sentido altamente pragmático de la problemática. El arraigo no es una característica general en los adultos jóvenes, por ser aún hijo de familia. Su postura es crítica, fresca y honesta.

El siguiente análisis ha sido segmentado acorde a las variables simbólicas ya señaladas en el análisis de las entrevistas dirigidas.

Sentido de satisfacción personal asociada al espacio o lugar.

Es posible encontrar evidencias de la falta de satisfacción con la experiencia de habitar el lugar, que se acrecienta en el caso de los habitantes del Modelo Malva; ya que al contar con una sola recámara recurren a este modelo prevaleciendo la situación económica sobre las expectativas de vivienda. Ello implica incomodidades, así como sentimiento de angustia y opresión, lo que coincide con los resultados obtenidos en las entrevistas cuanti-cualitativas.

Los habitantes refieren ideas como: “Los espacios no se usan de manera convencional, ya que por ejemplo la sala-comedor no se usa como tal porque los muebles no caben… No tenemos áreas privadas, sólo la recamara que ocupamos mi esposo y yo.” (Susana Ramírez)

Por otro lado, la necesidad de optimizar el espacio ha generado que las familias utilicen los espacios para usos mixtos, no simultáneos: “Mis hijos duermen en su cama junto al comedor” (Susana Ramírez), así como “para lavar está la zotehuela y para tender la ropa está ese mismo espacio y ocupamos también la cochera de enfrente”. (Susana Ramírez)

La insatisfacción que algunos de los actantes señalaron no es estrictamente espacial, sino de estilo de vida; dado que: “Mis hijos asisten a la escuela en Toluca, y sí resulta pesado estarlos llevando diario, nos tardamos casi 1 hora u hora y cuarto, y es que hay mucho tráfico” (Susana Ramírez).

Asimismo, el Joven Pedro Cortés apuntó que: “Me levanto como a las 6, me baño en las noches porque si no, no nos da tiempo, porque vivo con mis papás y mi hermana”.

Sentido de afiliación

En este sentido, lo ideal sería que un espacio fuera propicio para generar grupos humanos más unidos y armoniosos. Sin embargo, las escasas dimensiones parece ser un elemento de “unión” física más no emocional. Al respecto la Sra. Susana Ramírez comenta: “la convivencia de la familia se da con relación al espacio, como este es pequeño, pues se platica más, pero como ya están en la adolescencia cada quien quiere su espacio [...] En cuanto a la demás familia, mis hijas mayores, es imposible que vengan porque no hay espacio…aquí no cabemos”.

En contraste con lo señalado por la Sra. Ramírez, la Sra. García, si bien re-conoce la precariedad en las dimensiones de las casas, asume una postura mucho más positiva: “el mismo espacio pequeñito hace que convivamos más, que estemos más cerca”.

Las relaciones generadas en el mismo escenario, dependiendo de su nivel de profundidad pueden evidenciar o bien conformidad o adaptación o sentido de pertenencia.

La actitud de adaptación de denota en la siguiente afirmación: “En general nos llevamos bien, yo digo que nos soportamos (los vecinos). Algunos son muy chismosos, otros sucios, otros hacen mucho ruido con su música, a otros les gusta hacer ‘talacha’ en la calle y parece taller, pero ni modo. Nos aguantamos unos a otros.” (Pedro Cortés)

En cuanto al sentido de arraigo que se puede desarrollar, éste puede provocar un cambio en la perspectiva de la problemática, ya que al generar vínculos (amistosos, amorosos, etc.), el vínculo social declina las incomodidades vividas: “A los hijos les gusta [vivir aquí] [...] Para ellos la parte del espacio no es tan importante, sino la parte de convivencia. A mí en lo personal no me gustaría que crecieran aquí.” (Susana Ramírez).

Sentido de protección y defensa

La necesidad de sentirse protegidos en esta época en la que, particularmente en el Valle Metropolitano de Toluca se presentan altos índices de delincuencia, ha sido un factor que: a).- por un lado ha acrecentado la segmentación social (la aparición primera de muros perimetrales en residenciales de alto nivel económico y la estrecha vigilancia con que se maneja el acceso de los mismos, representa una manera de marginación con los que no pertenecen a ese sector), y b).- por el otro lado ha producido nuevas manifestaciones aspiracionales por parte del sector segregado que pretenden estar “tan seguros como las clases altas”. Esto ha generado que los fraccionamientos, también ofrezcan “seguridad” a través de muros perimetrales, cercas y casetas de vigilancia, que sin embargo, al contrario de las originales de los residenciales, aquí solo se presentan como simulación, ya que no siempre existen y no corresponden al estilo de vida de las clases baja: “desgraciadamente el hecho de que nos pusieran la reja como seguridad perjudicó algunas cosas, en este caso el camión de la basura no entra a la calle” (Sandra García).

Las casetas de vigilancia no ejercen control de acceso (el acceso es libre) y los muros se convierten es obstáculos para la vida cotidiana, esto se refleja en las siguientes afirmaciones: “…pues está la caseta de vigilancia a la entrada, pero eso no garantiza que gente extraña se meta. Ha habido algunos problemas de robos de gente extraña que se mete al fraccionamiento.” (Pedro Cortés) y “yo he sabido de dos o tres casos de saqueos en las casas, también porque hay muchas deshabitadas y robos pequeños: a algunos les robaron el boiler, a otro le vaciaron su casa mientras la persona estaba trabajando…” (Sandra García).

Sentido de reconocimiento

El reconocimiento implica la importancia que les damos a los demás, así como a la importancia del concepto que el “otro” tenga de uno. La impresión que demos ante los demás afecta invariablemente la autoestima. Dado la precaria situación espacial de las casas en estudio; la experiencia de las mismas dista mucho de ser lo que se oferta en su publicidad.

Como se ha mencionado, los espacios tienen que adaptarse a otros usos, lo que generalmente va en detrimento de su función y aspecto. Este último altamente relacionado con la autoestima: “Atrás hay un patiecito con lavadero, pero mi mamá dice que la ropa no le cabe para tenderla y la tiende enfrente, y yo siento que esto se ve un poco feo” (Pedro Cortés)

“Me siento mal, porque las casas son muy pequeñas, no tienen el espacio necesario. Son como ratoneras. Y no creo que sea lo que todos deseamos, pero es lo que se puede. (Pedro Cortés)

Sentido de pertenencia y arraigo con el entorno

Como se ha apreciado en este análisis, existen varios factores para generar sentido de arraigo, entre ellos se ha destacado la cercanía con el lugar, el desarrollo de relaciones en ese lugar, la atracción personal con el lugar (por asociaciones mentales), etc.

La cercanía con Almoloya de Juárez, un poblado que en el 2010 reportó una población de 3,091 habitantes (INEGI, 2010), es percibida por los habitantes de las casas en estudios con dos diferentes orientaciones: a). -un lugar entrañable, tranquilo y acogedor, lo que corresponde a la afirmación de la Sra. Sandra García: “nos gustaron las casas del fraccionamiento, ya que está cerca del pueblito y eso nos gustó. Cuando venimos a visitar el fraccionamiento esto ni estaba, apenas estaban las casas muestra” (Sandra García). Este punto de vista, deja claro que el motivo principal de la elección de compra de la casa, fue emocional, ya que su casa físicamente no existía, y sin embargo ellos la adquirieron sólo por estar cercana a un lugar que les pareció acogedor y típico. Bajo esta perspectiva se busca generar un vínculo emocional de arraigo con el lugar.

La segunda orientación posible es: b). - un lugar poco desarrollado y alejado de la ciudad, concepto que, en contraste a la perspectiva anterior, genera un sentido de distancia y alejamiento, impidiendo la generación del vínculo emocional: “salimos de aquí todos a las 6:30 am… y llegamos a la casa como a las 8 de la noche, ya nada más para cenar. Prácticamente no estamos aquí.” (Susana Ramírez), lo que se reafirma cuando los habitantes dicen prácticamente no vivir en su casa: “En general yo no permanezco mucho tiempo en la casa, yo la ocupo más para dormir” (Susana Ramírez) y “Me visto, me arreglo y me voy como a las 7:00, porque mi trabajo está por Lerma y si no, no llego. Al regreso llego como a las 8 de la noche a cenar y bañarme y así todos los días.” (Pedro Cortés).

En la misma idea, sobre lo incómodo de la distancia entre las casas del fraccionamiento, y otras zonas, en cuanto al sentido de arraigo, Pedro Cortés expresa: “Hay pequeñas tienditas para lo necesario, pero para lo demás hay que ir a Almoloya o a Toluca”.

Este distanciamiento también es un resultado de la posesión o no del in-mueble, como se aprecia: “Aquí hay varias casas que no se usan, todas tienen dueño, pero sólo les ponen protecciones y no las usan. Yo la rento” (Susana Ramírez). Igualmente, importante es percibir que las personas que se encuentran en posesión, presentan más sentido de pertenencia que aquellos que solo se sienten “de paso”: “Nosotros ya tenemos viviendo acá como tres años, cuando yo llegué estaban habitadas como 4 casas” (Sandra García).

Finalmente es posible inferir que las variables funcionales también pueden provocar un fenómeno socio-centrifugo, al tiempo que el distanciamiento puede ser generado por una intencional desvinculación de las personas que habitan las casas del fraccionamiento: “Mis hijas tienen actividades por las tardes de manera que no las llevo por aquí al parque del fraccionamiento” (Sandra García); esta postura afirma una intencional desvinculación de la entrevistada (dueña de una casa Modelo Cedrón) que reafirma una postura de superioridad y desdén sobre los habitantes del modelo más modesto (Malva).

Sentido de proximidad con el otro

Es manifiesta la importancia de la proxémica al interior de la casa, en el que la proximidad es un elemento simbólico deseable entre los miembros de una familia, pero no cuando las características físicas provoquen hacinamiento. Este fenómeno es repetitivo en el Modelo Malva, al corresponder al modelo más económico pero que al mismo tiempo, al ofrecer una sola recámara, no corresponde a la realidad de la generalidad de familias mexicanas: “Somos un matrimonio con dos hijos, pero tener una sola recamara es incómodo por el espacio” (Susana Ramírez), a lo que se suma otra afirmación “Mi cama, que está en la sala porque el cuarto lo usan mis papás y mi hermana. Nos reunimos para comer en el comedorcito. Cocina prácticamente no hay, ni sala, no caben. Además, la sala es más bien para visitas y pues casi no tenemos porque no hay ni donde sentarlos” (Pedro Cortés).

La necesidad espacial no se reduce a un espacio dimensional sino simbólico: “Pues como cada quien tiene sus cosas, y casi siempre estamos en la calle entre semana es poca (la interacción), en fin de semana nos vemos más pero es in-cómodo estar un poco amontonados. Yo quisiera mi recamara” (Pedro Cortés). En estas casas no se satisface la necesidad de un espacio personal e íntimo.

Sentido de satisfacción de aspectos físico-mentales

Se encontró que las casas del fraccionamiento, acorde a las entrevistas, tampoco satisface necesidades como la dotación de un espacio para recreación, pues estos son espacios que no se encuentran en condiciones óptimas o se han tornado en depósitos de restos de la obra de construcción; al respecto la Sra. Sandra García dice “Al fondo, en la que era la entrada principal hay una zona que pretendía ser como un parquecito, porque había una casita para los niños y eso, pero me parece que no está funcionando. La verdad es que nosotras no acostumbramos mucho a ir hasta allá, creo que ya quitaron los juegos”.

Las canchas deportivas son vistas también como un recurso de búsqueda de espacio, una respuesta al problema espacial y proxémico descrito, ello queda manifestado cuando la entrevistada refiere que su hijo “tiene que” (lo que representa más obligatoriedad que placer en la práctica,) pues dice: “mi hijo pequeño se “tiene” que ir a jugar porque no le gusta estar “metido” en la casa y se va a las canchas a jugar” (Susana Ramírez); o bien obligados por las condiciones de las privadas: “aquí no se puede jugar mucho porque los vecinos se molestan porque les pegan a los carros o las ventanas se rompen porque no tiene protección” (Susana Ramírez).

Sentido de asociación del espacio con su uso psicológico y social

Como resultado de la entrevista se aprecia que, para los entrevistados, las casas no constituyen un refugio ni lugar de encuentro social ni familiar, debido a sus características: “En cuanto a la demás familia, mis hijas mayores, es imposible que vengan porque no hay espacio, Cuando nos reunimos les decimos que mejor en sus casas porque aquí no cabemos” (Susana Ramírez).

Su papel como refugio es igualmente vulnerable como lo expresa Pedro Cortés: “Los fines de semana los uso para descansar y trato de quedarme aquí pero luego no se puede porque mi papá pone el futbol o la tele y mi hermana su música, o los vecinos su escándalo y luego mejor me salgo” (Pedro Cortés).

Los factores psicológicos y sociales no parecen ser apreciados como bien atendidos. A la pregunta expresa de cómo se percibe la experiencia de vida en Rincón del Álamo, la Sra. Susana Ramírez respondió: “Yo calificaría mi experiencia del 1 al 10 con un 6, sólo por tener la casa y con ella un techo en donde vivir, pero la verdad no está bien.” (Susana Ramírez); lo que deja certeza que la parte física más primitiva: “techo en donde vivir” es lo único que se considera satisfecho.

Discusión

Los resultados obtenidos en las entrevistas permiten dejar en claro que el aspecto espacial es uno de los que más determinan el sentimiento asociado al lugar; que en este caso fue la opresión, al tiempo que existe un sentido de desamparo como consecuencia de la falta de un espacio personal e identitario.

Cierto es que se trata de casas ubicadas en un fraccionamiento bardeado y que cuenta con caseta de vigilancia a la entrada, pero el hecho de ir fragmentando el fraccionamiento al interior del mismo (al generar privadas dentro de un fraccionamiento bardeado) permite concluir que las bardas no se perciben como suficientes medios de protección. También se observa que la caseta ubicada a la entrada no cumple con una labor de control y seguimiento, traduciéndose en un espacio de libre y descontrolado acceso, que se torna en una concepción de espacio inseguro e indefenso.

La idea de carencia y crisis se concentró más en aquellos habitantes que viven en el Modelo Malva, de considerables dimensiones reducidas.

Por ende, no hay arraigo con la zona. Existe la evidencia de un mayor arraigo hacia la ciudad de Toluca que hacia Almoloya (su población más cercana), ya que varios de ellos expresaron ser ahí donde realizan el mayor número de actividades, siendo para ellos Almoloya de Juárez una especie de ciudad satélite.

El concepto de hacinamiento, sobre todo en los habitantes del Modelo Malva fue más frecuente que el de proximidad y cercanía. La idea de lejanía, considerada también como un concepto negativo en un hogar, tuvo también mayor frecuencia.

Otro concepto destacado fue el de pasividad, en comparación con la salud, el deporte y enfermedad. Ello resulta congruente a lo descrito por los pobladores: existen algunas canchas cercanas para practicar deporte, pero de alguna manera están restringidas a los adolescentes, ya que parques recreativos no existen. Tampoco existen clínicas ni hospitales cercanos a las casas del fraccionamiento, por lo que salud, deporte o enfermedad fueron conceptos relegados.

Al no concebir su casa como un refugio para el descanso, los pobladores la consideran más ligada a su trabajo que a su descanso. La asociación pudo venir más en términos del tiempo de dedicación a cada aspecto, siendo entonces lógico que haya predominado la idea de trabajo sobre la de descanso.

Conclusiones

El análisis permitió responder a la hipótesis originalmente planteada, que además de las necesidades estéticas y funcionales de una casa, ésta debe cubrir necesidades antrópicas, psicológicas y emocionales.

Se concluye con ello que la generación de vínculos simbólicos es menor en la medida que los pobladores no son habitantes de “tiempo completo, por lo que el vínculo se estrecha con la permanencia. Los habitantes que rentan suelen desarrollar por inercia un sentido de desarraigo. El problema de precariedad en los espacios impide una apropiación particular del mismo, sin embargo, el hombre es capaz de generar un vínculo con el espacio en escala mayor (“mi casa”).

Por otro lado, las soluciones universales son una falacia; entre más se aprecia la masificación de los espacios, mayor es la demanda de personalización de los habitadores. Es una necesidad simbólica del ser humano el distinguirse de los demás como muestra de una autorreafirmación. La necesidad de identidad se puede satisfacer con la diferencia: desde pequeñas modificaciones en fachadas como color, forma de ventanas, etc. hasta inmersiones espaciales como la propuesta de muros y muebles flexibles, abatibles giratorios, donde la ambigüedad espacial sea una respuesta simbólica.

Los espacios debieran mostrarse flexibles, optar por principios de plantas libres y dotar de la posibilidad de muros flexibles, abatibles o giratorios, que abran o cierren los espacios dependiendo de sus usos, adaptándose a la dinámica cambiante de la familia sobremoderna.

Resulta importante incursionar en el diseño de mobiliario flexible y adaptable, incluir a los diseñadores en la problemática dado que el problema arquitectónico de espacio no es sólo dimensional sino de usabilidad.

Finalmente, el autorreconocimiento, hoy más que nunca, en la generalidad de las personas, se ve reflejado en el nivel económico en lo que la propia persona se reconozca. Ello detona en la generación de privadas al interior del fraccionamiento, y la existencia de casetas de vigilancia que resultan simbólicas, ya que por sus características y resultados no protegen ni controlan nada, pero a los habitantes les brindan seguridad y les dan la sensación de vivir en un conjunto residencial donde estas utopías sí son reales (espacios verdaderamente fortificados, electrificados, con acceso condicionado, etc.) Asimismo, les ubica en un estrato superior a quienes no viven en estas condiciones.

Como se aprecia, la consideración de “otro” tipo de necesidades al diseñar y desarrollar una mirada antropológica de casa en la sobremodernidad, permite una reconcepción de los espacios bajo un esquema antrópico y su relación simbólica con el usuario llevará a una nueva dimensión humana el quehacer del arquitecto que atienda necesidades psicológicas y emocionales.

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Como citar: Solano-Meneses, E. E. (2018). Retórica simbólica en el espacio arquitectónico. Una mirada antropológica de la casa en la sobremodernidad. Revista de Arquitectura (Bogotá), 20(2), 51-61. doi: http://dx.doi.org/10.14718/RevArq.2018.20.2.1848

Recibido: 29 de Noviembre de 2017; Revisado: 11 de Mayo de 2018; Aprobado: 06 de Agosto de 2018

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