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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702

rev.latinoam.bioet. vol.13 no.2 Bogotá July/Dec. 2013

 

ARTÍCULO ORIGINAL

LA BIOÉTICA EN EL CONTEXTO DE LAS NARRATIVAS MEDIÁTICAS. ¿ES POSIBLE LA "RELOCALIZACIÓN" DEL SENTIDO DE LAS DISCURSIVAS?

BIOETHICS IN THE CONTEXT OF NARRATIVES OF MEDIA. IS IT POSSIBLE THE "RELOCATION" OF THE MEANING OF DISCOURSE?

BIOÉTICA NO CONTEXTO DAS NARRATIVAS DE MÍDIA. É POSSÍVEL A "RELOCALIZAÇÃO" DO SENTIDO DAS DISCURSIVAS?

Luis Alfredo Bohórquez Caldera*

* Profesor asociado de la Universidad de San Buenaventura, presidente del comité de ética de la investigación en la misma universidad, magíster en Bioética, estudiante del doctorado en Cultura y Educación en América Latina en la Universidad ARCIS, Santiago de Chile.

Fecha de recepción: 20 de septiembre de 2013
Fecha de evaluación: 2 de noviembre de 2013
Fecha de aceptación: 18 de noviembre de 2013


RESUMEN

Se propone una discusión sobre las condiciones de posibilidad que justificarían la construcción de un conocimiento desde la bioética con relación a las narrativas mediáticas. Concretamente, plantar un escenario desde donde se pueda interrogar sobre la posibilidad de relocalizar epistémicamente las discursivas y provocar así una migración en el sentido de las mismas. Al mismo tiempo, se plantea la posibilidad de proponer que se redefinan los presupuestos teóricos atribuidos a la bioética desde posturas teóricas que constituyen lugares de enunciación "otros". En otras palabras, escenarios desde donde sea posible cuestionar el discurso sobre la bioética, el cual, como se indicará más adelante, está enfocado en asuntos hospitalarios y biomédicos, de modo que pueda involucrarse con discursos emergentes, con discursos que contrastan las hegemonías epistémico-ideológicas, los regímenes discursivos, y el carácter de politicidad que subyace en la relación persona-espacio público. Desde esta perspectiva, plantear como posible una redefinición del discurso en bioética a partir de propuestas y/o planteamientos teóricos enmarcados en las nuevas narrativas, particularmente en las narrativas mediáticas.

Palabras clave

Bioética, narrativas mediáticas, teorías críticas, sociedad, política.


SUMMARY

This article raises a discussion of the conditions ob possibility that would justify the construction of knowledge from bioethics regarding media narratives. Specifically, have a scenario where you can examine the possibility of relocating the discursive epistemicly and thus cause a migration in the direction of the same. At the same time it exposes the possibility of proposing to redefine the theoretical points attributed to bioethics from theoretical positions which are places of enunciation "other". In other words, scenarios from which be possible to question the discourse on bioethics, which focuses on hospital and biomedical issues, so it can get involved with emerging discourses, discourses that contrast epistemic-ideological hegemonies, discursive regimes and politicity character that underlies the relationship between people and public space. From this perspective, exposing a possible redefinition of discourse in bioethics from proposals and/or theoretical approaches framed in the new narratives, particularly in the media narratives.

Key words

Bioethics, media narratives, critical theories, society, politics.


RESUMO

Se apresenta aqui uma discussão sobre as condições de possibilidade que justificam a construção de um conhecimento da bioética em relação a narrativas de mídia. Em particular, oferece um cenário de onde pode perguntar sobre a possibilidade de mudarse epistemicamente as discursivas e portanto, causar uma migração no sentido das mesmas. Durante a mesmo tempo levanta a possibilidade de propor redefinir os orçamentos teóricos alocados para bioética de posições teóricas que constituem lugares de enunciação "outros". Em outras palavras, cenários de onde sea possivel questionar o discurso sobre bioética, o que é focado nas questões hospitalarias e biomédicas, para que pode se envolver com discursos emergentes, com discursos contrastantes das hegemonias epistêmica-ideológicas, os regimes discursivos e a natureza de politicidade subjacente na relação persona-espacio público. Nesta perspectiva, expor uma possível redefinição do discurso em bioética a partir de propostas e/ou abordagens teóricas em novas narrativas, particularmente nas narrativas de mídia.

Palavras-Chave:

Bioética, narrativas de mídia, teorias críticas, sociedade, política.


INTRODUCCIÓN

La bioética se ha constituido en un espacio teórico "violentado epistémicamente", es decir, un espacio teórico en donde se reproduce la lógica y los intereses del dispositivo hegemónico de poder, un espacio discursivo en donde se reproducen las lógicas de la institucionalización de los discursos. Tal "violencia epistémica" apabulla los intentos de emancipación del éthos, que para el caso particular de la bioética, su marco de reflexividad se encuentra replegado en los campos teóricos y discursivos referidos a asuntos biomédicos y los bio-jurídicos, con algunos desarrollos complementarios en temas relacionados con la ética ambiental y biotecnología. Además, en el marco de reflexividad ético de la bioética se contemplan otros asuntos, y son todos los relacionados con análisis y metodologías casuísticas que en su mayoría hacen parte de una especie de "diáspora teórica" en donde se ubican discusiones sobre la dignidad humana, la persona, y hasta hace poco, la cuestión de una ética que teoriza en torno a los animales.

La bioética emergió como disciplina en una coyuntura histórica en donde logró rápidamente reconocimiento y "estatus" teórico y epistemológico, tal vez por el repunte de la investigación biomédica en seres humanos. Posteriormente, con el desarrollo del principialismo, las teorizaciones de la bioética se centraron en el "análisis casuístico" y su horizonte teórico se enmarcó en la toma de decisión frente a problemas de carácter biomédico y en general, dilemas en la relación médico-paciente; dilemas surgidos en la prestación de servicios de salud, y dilemas relacionados con la justicia sanitaria.

Como consecuencia de lo anterior, el trasfondo ético de la bioética, lo que aquí denominamos el ethos, o el invariante reflexivo, el núcleo desde el que se orienta la reflexión en bioética, está reflejando de manera preferente problemas dentro del ámbito biomédico, biotecnológico y agro-biológico. Desde esta mirada, partimos de la consideración de que este "ethos" requiere enfocar su discursiva hacia lo "socio-antropológico" y biopolítico, hacia horizontes sociohumanísticos. La bioética necesita "des-saturar" la reflexión ética que hace énfasis en lo biomédico y hospitalario. Y de ser posible también, necesita evitar los excesos de moralización de la reflexión ética especializada y aplicada, es decir, hacer conciencia sobre la recurrencia al enfoque casuístico y principialista con el que comúnmente se asume el papel práctico de la bioética.

Una mirada distinta de la bioética, o por lo menos de su enfoque "biosocial", permitiría integrar y construir nuevas significaciones, por un lado, del ethos que subyace en su definición epistémica, y por el otro, de la comprensión y práctica del ethos, el cual debe penetrar con mayor eficacia en asuntos relacionados con temas socio-humanísticos, con los estereotipos discursivos, con las hegemonías semánticas, con los procesos de apropiación cultural de la naturaleza, con el desarrollo humano, con los discursos canónicos sobre la ética y la moral, con la "politicidad" de los cuerpos en los espacios públicos y en los espacios digitales; con la estética y la violencia socio-política en la comprensión de lo público; en fin, con una amplia y variada esfera de asuntos que demandan no solo reflexiones sino proposiciones que logren evitar el caos y el relativismo en la reflexividad ética. Es hora de elaborar discursos en bioética capaces de superar la emergencia de lo clínico-hospitalario; capaces de integrar problemas-realidades "des-localizadas" y "re-localizadas", "no-canónicas", emergentes, sistémicas, holísticas, expresadas a través de semánticas y lógicas no binarias.

OBJETIVOS

Teorizar sobre una postura filosófica de la bioética con relación a las narrativas mediáticas con el fin de ampliar el espectro discursivo de la disciplina. Esto implica una búsqueda un poco a tientas en campos teóricos emergentes, en "gnosis fronterizas", en posturas "relocalizadas" en espacios o lugares epistémicos "otro". Implica también que tal teorización coincida con tendencias de los estudios sociales y humanos fundados en presupuestos filosóficos cuyo norte sean las inmanencias sociohumanísticas en el contexto de la reflexividad sobre la vida, no solo humana sino en su extensa diversidad, en el contexto de teorizaciones y construcciones sobre América Latina.

LA BIOÉTICA COMO PARADOJA NARRATIVA

El surgimiento de la bioética significó para las ciencias humanas una nueva discursiva, un escenario epistémico desde el cual el concepto "bios" logró redimensionar su carácter frente a los desafíos de una ciencia pujante, antropocéntrica, "falocéntrista", instrumentalizada, racionalizada y ufanada de transformar el mundo, la naturaleza y al mismo hombre. Lo impensable de la ciencia empezaba a ser cuestionado desde unas narra tivas cuyo eje articulador fue un resquicio del juramento hipocrático, el " Primun non nocere ". Ideas como derecho humano, derecho a la vida, justicia sanitaria, la beneficencia, la no-maleficencia, el bienestar de los pacientes, y otros temas que se debatían entre paradigmas e ideologías totalitaristas, juridicistas, posturas teológicas y moralismos, encontrarán en la primavera de la bioética un campo argumentativo paradojal en la medida en que la bioética, desde su "noviciado", propendió por romper los dispositivos que buscaban instrumentalizar y menos cabar la vida. También hizo resistencia al proceso de mercantilización de la salud, al control de los recursos en salud, al control de los medios y las políticas para acceder al servicio de salud. En fin, la bioética emergió como una narrativa paradojal en la medida en que sus teorizaciones se produjeron con afinidad a disciplinas como la teología, la biología, la filosofía, la psicología, el derecho, pero esencialmente, ella fue desde sus inicios una expresión distinta de la ética general, de la ética profesional y de las éticas aplicadas. Para algunos, se trató de una ética especializada. Una ética anclada en las fronteras y en las periferias de las discursivas epistémicas clásicas, sobre todo las de corte fundamentalista y dogmático.

Sin embargo, pasado el tiempo la bioética cayó en la reiteración del análisis casuístico, y su horizonte teórico y epistémico, como la había concebido el oncólogo Van Renselaer Potter, el de una bioética global, una ética puente para la supervivencia, va a encallar en las dunas de la ética médica, y va a limitar su accionar a las pretensiones y las preocupaciones éticas derivadas de la investigación en seres humanos. La bioética concebida por Potter experimentará un viraje en su horizonte teórico, sin duda por los desarrollos de André Gellegers, quien fundó en octubre de 1971 en la Universidad de Georgetown el primer instituto universitario de bioética, el cual se llamó Instituto Joseph y Rose Kennedy para el Estudio de la Reproducción Humana y Bioética, cuyo influjo hizo que la bioética se enquistara en la estructura administrativa, procedimental y política de las lógicas discursivas de las clínicas, hospitales centros e institutos de investigación biomédica.

En la Universidad de Georgetown sin duda se constriñó el horizonte teórico epistémico de la bioética y se naturalizó desde el inicio la idea de que el ethos de la bioética no era ya un puente para unir fronteras disciplinares escindidas por la objetivación del poder, sino un vademécum de recomendaciones y metodologías que en el fondo menospreciaron el amplio perfil humanístico de una discursiva que se proponía como una innovación entre los discursos existentes sobre la ética. La paradoja narrativa de la bioética está representada por el deslinde teórico epistémico, sobre todo de la concepción potteriana de la bioética como una reflexión global para la supervivencia, pues ella terminó siendo considerada como una herramienta para la resolución de problemas en el escenario de las discusiones hospitalarias sobre la justicia sanitaria, la equidad en salud y las exigencias del accionar histriónico de la biomedicina.

GLOBALIZACIÓN Y NARRATIVAS MEDIÁTICAS: ¿UN LUGAR DE ENUNCIACIÓN PARA LA BIOÉTICA?

La bioética se ha constituido en un espacio teórico donde al igual que la mayoría de las disciplinas sociales y humanísticas, se reproduce la lógica y los intereses del dispositivo hegemónico de poder. Así las cosas, la bioética y su producción teórica son el resultado complejo del cruce de gramáticas colonizadas por el estatuto de las disciplinas que inicialmente le dieron origen. Sin embargo, en nuestra consideración ella necesita asumir su propia crisis, la cual ya no es crisis de identidad epistemológica sino de "re-localización" de las discursivas y delethos.

La idea de "re-localización" usada en este análisis sin duda es traída de Jesús Martin Barbero. Concretamente, con esta expresión se quiere ilustrar que cuando las ideas que le dan origen a la bioética, desde luego surgen en Norteamérica en el contexto de la atención hospitalaria y la investigación biomédica en seres humanos, en general, lo concerniente a los dilemas éticos que se plantearon desde la biomedicina humana. Pues bien, cuando estas ideas cambian de lugar, necesariamente cambian de sentido. La idea de lugar inicialmente es el lugar geográfico, pero luego hay que entender también por "lugar" los escenarios enunciativos epistémicamente hablando. Es decir, si la bioética, en nuestra consideración migra de Norteamérica a América Latina, y migra de lo hospitalario y biomédico, entendidos como lugares epistémicos, y procura penetrar en territorios como las narrativas mediáticas, necesariamente ocurre un cambio en el sentido de las ideas, precisamente porque ellas se "des-localizan", se "re-localizan". El cambio del sentido de las ideas, al penetrar en nuevos territorios, implica un "cambio en la modalidad de ser". Es decir, las ideas mutan en su significación aunque no en su estaus epistémico. Esto es importante entenderlo porque en este escrito se usará con recurrencia las nociones de des-localización y re-localización, las cuales remitirán a la noción de cambio en el sentido de las ideas.

Para redefinir un escenarios reflexivo para la bioética es necesario tener en cuenta que ella está actualmente cruzada por narrativas (sobre el ethos, sobre lo "antroposocial", sobre la vida) que han emergido como consecuencia de fenómenos complejos como la globalización. En este caso, nos interesa hacer referencia a la globalización porque es un fenómeno clave para comprender la narrativas mediáticas. Sin duda se hará solo una referencia y no una profundización con el fin de indicar aunque de manera tangencial, cómo las narrativas mediáticas constituyen un lugar de enunciación para redefinir elementos esenciales de la bioética. En nuestro entendido, porque la bioética tiene una dimensión practica y social y un carácter biopolítico1 y humanístico. Preguntemos entonces por qué es importante asumir que la globalización y las narrativas mediáticas comportan un escenario de enunciación para la bioética. Por varias razones, veamos algunas.

La primera es una razón de carácter sociopolítico. Tanto la globalización como las narrativas mediáticas dan lugar a la constitución de hegemonías discursivas que impactan en la constitución de subjetividades. En este sentido, ambas comportan, en perspectiva sociopolítica, cambios en la comprensión del ethos y cambios en la constitución de subjetividades, es decir, de "sujetos". Según advierte Castro-Gómez (1993, pp. 145-161), la globalización es una de las causantes del fin de la modernidad, por cuanto ha hecho emerger discursivas fronterizas. Entre otras cosas porque "la globalización redistribuye los mitos, no los suprime, los mezcla y reorganiza para generar formas emergentes de nuevos otros que sirvan de disculpa para empresas de moralización, castigo o invasión" (Ossa, 2012, p. 15). La globalización entre sus efectos, produce dispositivos de modelamiento de las subjetividades. "Estas modelizaciones describen a un sujeto limpio de conflictos y liberado de la instrumentalización de la lucha de clases, convertido ahora en una subjetividad desmovilizada y conforme, cuyo refugio es él mismo." (Ossa, 2012, p. 17). Se advierte además por Castro-Gómez (1993, pp. 145-161) que:

La modernidad deja de ser operativa como "proyecto" en la medida en que lo social empieza a ser configurado por instancias que escapan al control del Estado nacional. O dicho de otra forma: el proyecto de la modernidad llega a su "fin" cuando el Estado nacional pierde la capacidad de organizar la vida social y material de las personas. Es, entonces, cuando podemos hablar propiamente de la globalización. La idea de modernidad, en la que se ancla el desarrollo ulterior de la globalización, la idea de lo moderno y la idea de civilización van a influir en la idea de ciudadanía y en la comprensión del poder que se ejerce desde los modos de organización política. Sin embargo, tanto la idea de modernidad como la civilización y también la de ciudadanía, responden a lo que Wallerstein (2001) y Mignolo (2003) denominan el sistema mundo -moderno/colonial que no es otra cosa que el resultado del dispositivo colonial del poder, el cual a su vez incidió en la organización y reorganización de la cultura. E implicó además la construcción de mecanismos y estructuras de las que se derivan las fuentes discursivas, epistémicas, el poder, los sistemas de gobierno, la educación, la religión, el modelo de ciudad y, por consiguiente, la tipificación de lo que hoy denominamos popular, ciudadanía, desarrollo, etc. Desde el dispositivo colonial se diseñan e implantan los procesos que reorganizan lo cultural.

En esta medida, la globalización como fenómeno sociopolítico ilustra hegemonías, dominios, territorialidades, discursivas, semánticas, axiologías y expresiones de lo ético y de lo estético, que incidirán en la manera de organización social y en los mecanismos de estructuración de ciudadanías. Es decir, da cuenta de cosmovisiones que generan cultura y, por consiguiente, determinan el ethos y a las personas en sus presupuestos para interpretar lo ético. En esta medida es como se plantea que las narrativas mediáticas constituyen un escenario epistémico desde el cual es posible redefinir el nivel de penetración de la bioética, e implica la idea de "re-localización" de las discursivas sobre el ethos, en la medida en que este está siendo modelado por las narrativas mediáticas.

¿En qué se sustenta el planteamiento de identificar en las narrativas mediáticas un posible lugar para la bioética? Un asunto importante por considerar inicialmente, y que complementa lo dicho antes, es que las narrativas mediáticas generan el mismo "poder libidinal" de la modernidad y en el mismo sentido se proponen como escenario para el moldeamiento no solo de las subjetividades, sino del ethos, y por consiguiente, del "bios" al que se articula en la historicidad social. Esta circunstancia plantea la necesidad de migrar el discurso de la ética del sujeto a la ética de as personas, y de la ética de las personas a los contenidos éticos de los territorios y los relatos en los que circulan narrativas, ciudadanías y subjetividades modeladas por el efecto mediático. Las personas, los territorios y los relatos conforman, por el influjo del efecto mediático, un escenario epistémico posible para la bioética. De tal forma que no es posible un análisis del "bios" y del ethos sin una comprensión de las circunstancias que intervienen en sus constantes re-interpretaciones, sus permanentes reconstrucciones. Es decir, nociones como territorios y relatos digitales, ciudadanía digital, cibercultura, unidos a la idea de persona, son parte de una ciudad "otra", inusual, construida por las narrativas mediáticas. Tal vez una ciudad como lo describe Subercaseaux (2000, pp. 273-321), refiriéndose a la "ciudad letrada" de A. Rama (1987), la cual no es un espacio físico, ni un lugar en la geografía, tampoco es un espacio urbano, aunque éste sea su hábitat natural, se trata más bien de un sistema de representaciones simbólicas que regulan la producción y circulación de los discursos y establecen las verdades oficiales y hegemónicas. (Subercaseaux, 2000, pp. 273-321).

En esta ciudad inusual, "otra", el "sistema de representaciones simbólicas" hace de las personas, "sujetos" y hace de la ciencia un instrumento; y de la ética, una herramienta "especulativa" desde la que es posible relativizar la idea del bien, de la justicia, y lubrica la maquinara que hace de la bioética un conjunto de preceptos ordenados a la racionalidad administrativa que administra los sistema de salud. Ante esta realidad, surgen las preguntas ¿puede la bioética ignorar las transformaciones del ethos en razón del influjo de la globalización y de las narrativas mediáticas?, ¿es necesario reinterpretar el ethos en el marco de nueva reflexividad sobre la ética desde un escenario enunciativo no colonizado por las hegemonías discursivas globalizantes? Si la respuesta es positiva, por lo menos habría que hacer dos cosas: lo primero, hacer confrontación crítica a "los discursos y las verdades oficiales hegemónicas". Y la segunda, como disciplina, la bioética se puede proponer como una teoría de "resistencia". Resistencia frente a la dinastía discursiva que impone "verdades hegemónicas", considerando que en las periferias de la cultura y de las discursivas emergentes es donde generalmente el "bios" requiere una comprensión-atención especial.

Si asumimos que la bioética representa un potencial de acción en el entramado socio-político, antropológico y ambiental, entonces con razón, y en consecuencia de lo dicho anteriormente, ha de admitirse la posibilidad de redefinir sus alcances, de tal manera que ella pueda facilitar re-construcciones de la comprensión e interpretación del ethos y del "bios". Es decir, se admite como posible redefinir los presupuestos teóricos que comportan su naturaleza ética. Se admite también que haciendo lecturas sobre sí misma, la bioética puede proponer análisis con relación a realidades humanas en donde se están naturalizando discursos sobre el bien, sobre lo justo, sobre la dignidad, en función del mercado, del "biopoder" y del "stablishment"2 ideológico que opera el poder político.

Redefinir implica necesariamente dos cosas: reinterpretar y re explicar. Dos condiciones clave para el futuro de la bioética. Reinterpretarse a sí misma, desde las narrativas mediáticas. Reinterpretar el "ethos" y el "bios" a la luz de los nuevos relatos, los nuevos territorios y las nuevas cartografías. Y re explicar su condición de disciplina humanística, es decir, adecuar las herramientas y las didácticas mediante las cuales la bioética se ha hecho práctica cotidiana en campos como el biomédico, el clínico y el agro biológico. De esta manera, la bioética adopta un perfil de relato sociopolítico. Una discursiva que se entreteje con otros relatos y constituyen una semántica sobre el ethos, y de esta manera constituyen un escenario de trasformación simbólica de las subjetividades, en razón de que en ese entramado teórico convergen discusiones sobre las nuevas percepciones del orden cultural, discusiones sobre nuevas percepciones de lo antropológico, de lo ético. Así, la bioética puede ser capaz de instalarse en territorios en donde habitan "colectivos inmovilizados por la droga, y por el consumo, individualidades atrapadas en el pánico de las instituciones." (Ossa, 2012, p. 7).

Dos cosas son parte del propósito de la bioética epistemológicamente hablando; por un lado, posicionarse entre los discursos canónicos del "biopoder" avalados por una comunidad científica siendo ella en sus inicios considerada un saber periférico y fronterizo. Y por el otro, entroncar con las teorizaciones el "biopoder". Desde esta consideración, la bioética puede identificarse como una narrativa de resistencia, como una frontera discursiva con relación a problemas que involucran el ethos. ¿Qué quiere decir esto? Que la bioética ingresa en los territorios emergentes, aquellos que según Ossa (2012, pp. 6-8) se definen como "zonas de fugas y pacto", como "escenarios discontinuos donde ocurren eventos diversos que no buscan conexión ni respaldo, más bien fluyen agradecidos de la supuesta libertad de los intercambios que los asocia a la creatividad mercantil y a la libertad democrática."

Redefinir teóricamente hablando significa también que la bioética participa con los nuevos relatos en los procesos de reinterpretación de la humanidad, de las problemáticas socioculturales cuya particularidad es que son a su vez problemas humanos gestados en razón del efecto mediático, por las dinastías discursivas, por el espectáculo mediático, por los contenidos informativos adulterados por el interés político, por las imágenes deformadas de la realidad, por las realidades cargadas de violencia, por la erotización de la información, por la instrumentalización del poder, por muchos otros fenómenos complejos que todavía no son abordados en forma suficiente por las ciencias humanas y sociales.

Redefinir implica un ingreso en los territorios creados por las narrativas mediáticas en donde sub-habita un "individuo" sin condición humana, un "individuo" despersonalizado, un "sujeto" confinado, dependiente, amordazado, un consumista disciplinado, un "ciudadano libre" dentro de las opciones que le establece el mercado, dormitado por el efecto libidinal de la información, extasiado ante la fantasía del reality show, preso por la dinastía semántica que reproducen los dispositivos mercantilistas. Entre otras cosas, las dinastías semánticas amordazas las libertades y proscriben el espíritu crítico, la memoria histórica.

Redefinir significa también que la bioética no puede guardar silencio ante las circunstancias socio-humanísticas que transcurren y suceden en la cotidianidad. Una cotidianidad cruzada por la modernidad, el neoliberalismo, por las políticas macroeconómicas que generan desigualdad e injusticias, pero sobre todo, circunstancias atravesadas por rituales que "atomizan y subordinan", "dispersan y contienen" (Ossa, 2012, p. 7), hegemonizan, marginan, clasifican, ordenan y diferencian usando además estereotipos y juegos de roles.

UN INTENTO POR DESANCLAR LAS DISCURSIVAS EN TORNO A LA BIOÉTICA

La bioética y los discursos que desde esta disciplina en particular se producen y reproducen buscando interlocución y audiencia en otras disciplinas, están atravesados por el efecto de las narrativas mediáticas. Esto hace necesario tener en cuenta que ellas, "las narrativas mediáticas, no sólo son una dimensión comunicativa, sino una forma de producción simbólica". (Ossa, 2012, p. 8). Precisamente por ello, la bioética en su condición de "puente" necesita vincular como referente para sus análisis específicos nuevas teorizaciones que sirvan "para pensar la sociedad, ubicar genealogías, leer mapas y descifrar discursos" (Ossa, 2012, p. 8). Este ejercicio teórico y práctico se concreta en la identificación de problemáticas emergentes, cuyo origen no necesariamente es el ámbito biomédico. Más bien, se trata de nuevas territorios, de mapas de problemas que desbordan las coordenadas del habitual comité de bioética.

Hemos dicho que las narrativas mediáticas hacen posible una dinastía semántica. La condición de "dinastía" constituye, en orden a lo comunicable, un "régimen de significación". Este a su vez propicia un fenómeno de "recurrencia" a lo epistemológico como condición de posibilidad de las disciplinas, las cuales se han propuesto ante todo superar a toda costa una presunta crisis de fundamentos inspirada en la tradición popperiana.

De tal forma que proponer una redefinición de presupuestos desde las bases, que para el caso de la bioética implica "re-interpretar" el ethos y el "bios" a la luz de un "mos" en construcción en donde se conjuga la hegemonía y la subalternidad, el centro y la periferia, la derecha con las vías alternativas, la tradición con lo mediático, puede resultar a primera vista un acto desprovisto de cordura. O tal vez una blasfemia, usando el sentido del término en Donna Harraway (1983). Redefinir la reflexión bioética con inclusión de nuevos territorios, de periferias discursivas, de gnosis fronterizas, y de relatos que mutan en razón del influjo de las narrativas mediáticas.

Para la bioética, el proceso de desanclaje le implica necesariamente ajustarse a realidades que emergen de lugares de enunciación catalogados en la periferia de los discursos canónicos sobre el ethos. Requiere instalarse en un lugar "otro", en donde se construyen imágenes y percepciones mediáticas sobre lo humano, sobre las certezas e incertidumbres que asaltan en lo cotidiano la toma de decisiones en el plano de la ética. Necesita situarse en los territorios definidos por las narrativas mediáticas, en torno a las precariedades de las culturas de masas, sobre las lógicas de los "no lugares", donde se desintegra la humanidad.

Estos nuevos territorios ya no representan el dominio del estructuralismo filosófico, ni de a la ontología occidental, tampoco de las demarcaciones epistemológicas. Curiosamente estos territorios se presentan como abordajes "alternativos" de lo humano, usando como base teórica insumos "des-localizados" y de alguna manera no-coincidentes con visiones teológicas, filosóficas, y morales del ethos. Abrir estas ventanas reflexivas dota para la bioética un carácter particular que contrasta con la "normalización", con el "disciplinamiento" que aplican los distintos tipos de dispositivos que se construyen a partir de las lógicas del sistema mundo-moderno/colonial.

"Desanclar" el discurso de la bioética implica que sus teorizaciones no necesariamente giran en torno a la búsqueda de presupuestos o preguntas epistemológicas. De ser así, como diría G. Canclini (2000, p. 28), en referencia a las disciplinas, la bioética estará enfrentada a un falso dilema: "globalizarse o defender la identidad". Y perdería espacios en la discusión sobre las problemáticas que emergen en los nuevos territorios creados desde el efecto mediático de las nuevas narrativas.

Las narrativas mediáticas impactan en las formas de comunicación y en las mediaciones que hacen posible construir lo popular, lo cultural, y de esta manera, las identidades por tratarse de un fenómeno complejo que tiene que ver con la globalización, la mundialización y con la posmodernidad. Estos fenómenos tienen en común la necesidad de amplificar el sentido de las comunicaciones. Cuando las subjetividades y los cuerpos son sorpresivamente o agresivamente colonizados por el poder de las comunicaciones, lo primero que ocurre es una transformación del ethos. Esta transformación ocurre gracias a los procesos culturales, que como la educación, el márquetin y las ideologías, tatúan discursos en las subjetividades. Estos discursos luego se expresan en la corporalidad humana a través de tendencias, modas, roles, arte, etc.; de este modo, el cuerpo representa un escenario en disputa por los discursos que objetivan los interese del "biopoder", porque además son discursos que intentan colonizar, sujetar cuerpos para hacerse culturalmente visibles.

La crisis de la bioética no es una crisis en los consensos sociales y políticos. Es sobre todo una crisis en la comprensión del ethos, el cual está siendo transformado permanentemente por los códigos de comunicabilidad y por los regímenes discursivos, y por el poder de las comunicaciones, las cuales, como lo indica Ossa (p. 15):

Reestructuran el interés de las relaciones, otorgan significados inéditos a discursos consagrados, introducen mundos huérfanos en la realidad transfigurándola en virtual, inventan mímesis tan perfectas que humillan la certeza de las teorías, en suma transforman la producción simbólica y resinifican los pactos sociales.

Desde esta perspectiva es posible pensar que los procesos de "producción simbólica" que se gestan como parte de las reorganizaciones y reinterpretaciones de la cultura, son procesos que a su vez movilizan, reorganizan, re-interpretan cuerpos y subjetividades. Generan presiones que transforman el ethos. Crean mutaciones, cambios, transformaciones, las cuales suceden precisamente en forma simultánea con la configuración de los nuevos territorios. En definitiva, generan cambios que son perceptibles como un efecto de las narrativas mediáticas.

De la escena mediática hace parte el nativo digital. El cual puede ser concebido como un "sujeto" traspasado por las narrativas mediáticas, confrontado por la complejidad de sus problemas cotidianos. Un sujeto (como diría G. Canclini, 2000, refiriéndose a las teorizaciones de Cornejo Polar) "migrante, y desterritorializado", confrontado constantemente por la incertidumbre, amedrantado por la violencia mediática, apabullado por el estrés, impotente ante la sensación de precariedad y obsolescencia que le transfiere lo vertiginoso y raudo de los cambios impulsados por la tecno ciencia y la biotecnología. Este ciudadano tiene otra sensibilidad frente al ethos, pues él representa otro tipo de ciudadanía y de territorialidad.

Ante este panorama surgen preguntas como: ¿debe la bioética comportar un nuevo papel y un nuevo discurso frente a los cambios en la organización de la cultura mediados por la mediatización y la digitalización? ¿Se hace necesario para la bioética redefinir o identificar un nuevo espacio con relación a los paradigmas y las subjetividades emergentes? Son preguntas que están en proceso de movilización de respuestas.

Para concluir este aparte, se reitera que las narrativas mediática constituyen un escenario reflexivo para la bioética, asumiendo que ellas "han reconfigurado el relato simbólico de la sociedad latinoamericana, y han implicado nuevas formas de leer e interpretar los sujetos populares; los relatos de lo social y los territorios de la globalización" (Ossa, 2012, p. 8).

REDEFINIR EL HORIZONTE DE PENETRACIÓN IMPLICA RE-LOCALIZAR EL DISCURSO (TEORÍA-ACCIÓN)

La bioética, usando el símil de un árbol, conserva sus raíces en tradiciones filosóficas y teóricas concretas a partir de las cuales se nutrió y constituyó un corpus teórico, al que podemos distinguir como el tronco del árbol de donde se desplegaron ramas, las que a su vez respondían o daban cuenta de enfoques o miradas sobre el ethos. De esta manera se puede hablar de bioética teológica, bioética ambiental, macrobiótica, entre otras. En razón de esta organización del discurso en bioética se configuran unos frutos, es decir, unos resultados de la construcción teórica. En este símil los frutos de la bioética se desarrollan en razón de las determinantes coyunturales y contextuales, las cuales operan como factores que movilizan y direccionan los objetivos de las disciplinas. Tales frutos coinciden epistémicamente con la metáfora de los campos que conforman la sociedad en la perspectiva de Bourdieu, los cuales identificamos como campos de significación y de construcción simbólica.

Ahora bien, en nuestra consideración las narrativas mediáticas constituyen y se constituyen a partir de la configuración de territorios, relatos y percepciones sobre la idea de persona. En este sentido, ellas comportan campos de significación y de construcción simbólica. Campos que a su vez permean los imaginarios y la infraestructura conceptual-categorial a partir de la cual se proponen interpretaciones, análisis, explicaciones y la comprensión del ethos. En estos campos se construyen y "de-construyen" ciudadanías, subjetividades, semánticas, discursivas en torno a la moralidad y sobre el carácter ético de los actos humanos como consecuencia de las posiciones sociales que constituyen estos campos, y por el influjo de las fuerzas y de las luchas que se gestan en las clases sociales por el acceso y control del capital común.

Sin duda la idea de campos que aquí utilizamos tiene que ver con los "mundos de autonomía desigual" de Bourdieu, en la que la sociedad se representa como "un sistema de relaciones simétricas" y en donde cada campo contiene unas "reglas de juego". En esta medida, se comprende que los campos en Bourdieu son espacios en donde se distribuye el poder, son campos de juego en donde los agentes-participantes luchan por un capital simbólico. Los campos son entonces, espacios de significación de construcción simbólica en donde se configuran y reconfiguran las subjetividades y también el ethos.

La oportunidad para la bioética es que este ethos está siendo transformado en los campos sociales en donde las narrativas mediáticas ejercen influjo a través de la producción simbólica y los dispositivos de modelamiento de la acción humana. El ethos funciona también direccionando el acto hacia determinado tipo de bien o de valor construido socialmente. Por este motivo la comprensión del ethos en bioética no puede prescindir de una reflexividad crítica sobre las narrativas mediáticas y sobre los campos sociales que se configuran como espacios de significación y construcción simbólica.

Dicho de otra manera, a la hora de poner la bioética en diálogo con las narrativas mediáticas es necesario considerar que esto es posible si se traza un nuevo horizonte de penetración sobre sus posibilidades de acción. Esto es lo que hemos indicado que implica un "desanclaje" y "re-localización" en el discurso y en la comprensión del ethos. Es decir, implica que la bioética migre del espacio clínico-hospitalario hacia los espacios de construcción simbólica modelados por las narrativas mediáticas. Para que esto sea posible se requiere comprender los cambios y mutaciones permanentes en el ethos social, en razón de las trasformaciones culturales que ocurren por efecto de fenómenos complejos como la globalización y las narrativas mediáticas. Además, implica comprender cómo el ethos juega un papel importante en las prácticas sociales, entendiendo que por su condición de prácticas humanas generan esquemas de conducta. Un esquema de conducta se desarrolla sobre la base de la interpretación del ethos, pues los actos humanos, bien individuales o colectivos, están cargados de significación moral. En esta perspectiva lo que moviliza los actos sociales, a su vez, transforma el ethos y su significación.

Transformado el ethos por la acción de los "agentes" que luchan por el dominio y por el control del capital simbólico en el escenario social, a la bioética no lo queda otra opción que "re-localizar" su discursiva, de modo que puede penetrar en, y crear interacción con los dispositivos que están en la base de las transformaciones sociales.

El ethos que subyace a la conceptualización y praxis de la bioética no constituye una estructura social objetiva independiente de las acciones sociales. Por el contrario, acciones sociales y ethos se entroncan. De tal manera que se puede observar la dimensión o el carácter ético de las acciones sociales. En esta medida, determinadas prácticas sociales implican representaciones e interpretaciones de los asuntos éticos. Desde este punto de vista, es comprensible que la bioética, dadas las re-interpretaciones constantes de lo ético, en razón de las transformaciones del sentido de las acciones sociales, asuma re-localizar su discursiva.

CONCLUSIÓN

Es necesario considerar que este ejercicio ha permitido esbozar la idea de que las narrativas mediáticas pueden constituir un lugar enunciativo para la bioética. Sin embargo, más que hacer una demostración teórica, somos conscientes de que lo que se ha hecho es un planteamiento abierto al debate y a la crítica. Igualmente, es necesario considerar que este abordaje se ha hecho a partir del uso limitado de los textos que hacen parte de la compilación del módulo de estudio denominado Narrativas mediáticas, desarrollado por el profesor Carlos Ossa en el marco del doctorado en Cultura y educación en América Latina en la Universidad Arcis, de Santiago de Chile.

Finalmente, para el cierre de este análisis se consideró plantear la siguiente pregunta: ¿es posible concebir la bioética como narrativa de resistencia? Desde este planteamiento que, sin duda, no será resuelto inmediatamente, se espera abrir una discusión sobre la manera como se comportará la bioética en el futuro. El punto de partida de este planeamiento es que las narrativas mediáticas no constituyen unas narrativas de identidad, desde el punto de vista teórico. Por el contrario, ellas plantarían identidades mutantes, aleatorias. Identidades que se sitúan en fronteras o mundos "queer" en la perspectiva de Haraway y J. Buttler.

Preguntar sobre las posibilidades de la bioética para constituirse en una reflexividad de resistencia nos obliga a preguntar por otros asuntos como: ¿Qué ha de proponer la bioética como novedad frente a la necesidad de construir nuevas subjetividades, que resultan precisamente, como lo indica el profesor Carlos Ossa en su compilación de clase, del "cruce entre las gramáticas civilizatorias del modelo ilustrado y las textualidades culturales de los grupos y naciones que ingresan de forma desordenada y descompuesta al ritual de la modernización"? (Ossa, 2012, p. 9).

Otro interrogante que queda abierto al debate es ¿De qué manera las ideas de la bioética cambian su razón de ser frente a las narrativas mediáticas siendo ellas parte constitutiva de la escena cultural que identifica la producción intelectual y el mercado simbólico de América Latina?

Finalmente, para la bioética, igual que para las ciencias sociales en general, es necesario abandonar la condición de feudo epistemológico, de la que hace referencia Castro-Gómez (1993), y empezar a hacer complementaciones para facilitarse a sí misma las posibilidades de incursionar en el campo de una teoría crítica de la sociedad, a través de la cual se puede "hacer visibles los nuevos mecanismos de producción de las diferencias en tiempos de globalización", (Castro-Gómez, 1993, pp. 145-161). Desde una teoría crítica de la sociedad es posible pensar que el papel de las disciplinas está más allá de ajustar sus fundamentos epistemológicos. Porque precisamente su papel es servir de puente para la comprensión y explicación de problemas y fenómenos emergentes. Se trata entonces de proponer que la bioética migre hacia espacios teóricos desmarcados de las lógicas binarias porque las lógicas del poder y sus mecanismos de configuración y reconfiguración no pueden explicarse totalmente desde esta lógica categorial "colonizador versus colonizado, centro versus periferia, Europa versus América Latina,… opresor versus oprimido, etc." (Castro-Gómez, 1993, pp. 145-161).


NOTAS

1 Las nociones de biopoder y biopolítica se traen desde el contexto de significación de la filosofía fucoltiana. Las dos nociones están conectadas a la idea de "Vitalpolitik", de una política sobre la vida, de dispositivos que se estructuran para ejercer control y gobierno sobre la vida. Se trata entonces de los mecanismos que basados en los rasgos biológicos humanos se traducen en esquemas, formas, dispositivos de selección, identificación, clasificación y permiten hacer una estrategia política, de control desde la acción del poder político. Es importante esta aclaración por cuanto en este escrito se trata de dos ideas recurrentes. Volver

2 Esta idea alude a la noción de circuito integrado en Donna Haraway y a la noción de dispositivo de poder en M. Foucault. En este análisis la expresión adopta un perfil sincrético y se precisa, porque en el contexto, de la bioética se debe entender como el dispositivo ideológico que se constituyó a partir de su localización en lo clínico y hospitalario como espacio enunciativo. Volver


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