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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702

rev.latinoam.bioet. vol.14 no.1 Bogotá Jan./June 2014

 

ARTÍCULO ORIGINAL

LOS ABUELOS DE LA MEMORIA EN AGUABLANCA (CALI, COLOMBIA). ENTRE UNA CIUDAD AGRESTE Y UN CAMPO VUELTO UTOPÍA*

GRANDPARENTS OF MEMORY AGUABLANCA (CALI, COLOMBIA). BETWEEN A CITY AND A RUGGED BACK COUNTRY UTOPIA

OS AVÓS DA MEMORIA EM AGUABLANCA (CALI, COLÔMBIA). ENTRE UMA CIDADE AGRESTE E UM CAMPO QUE VIROU UTOPIA.

Helwar Hernando Figueroa S.a

a Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, magíster y doctor en Historia de la Universidad de Toulouse, Francia. Profesor de la Universidad Industrial de Santander. Correo electrónico: helwarff@uis.edu.co.
*Artículo resultado de la investigación "Memorias, identidades y poblamiento en el distrito de Aguablanca. Desplazados y territorialidad en Cali, Colombia", ejecutado por la Universidad de San Buenaventura, Cali, y que hace parte del macroproyecto "Prevención de riesgos asociados a los desplazamientos de población. Definir modelos de acción educativa", coordinado por la Federación Internacional de Universidades Católicas y su Centro de Investigación (CCI-FIUC), con la participación de las universidades Uganda Martyrs University (Uganda), Institut Catholique de Kabgayi (Ruanda), Don Bosco Technical School(Camboya), Christ University (India), Ateneo de Manila University (Filipinas), Université Notre-Dame d'Hait (Haití), Assumption University (Tailandia), Universidad Santo Tomás de Aquino y Universidad Católica de Colombia. El equipo de investigación interdisciplinar de la Universidad de San Buenaventura, Cali, es liderado por el historiador Helwar H. Figueroa Salamanca. Además, se ejecuta en convenio con la ONG local, Fundación Paz y Bien, ubicada en el Distrito de Aguablanca, Cali, Valle del Cauca, Colombia (2012-2014).

Fecha de recepción: Enero 30 de 2014
Fecha de evaluación: marzo 10 de 2014
Fecha de aceptación: Mayo 09 de 2014


RESUMEN

La exclusión social y cultural de las personas víctimas del desplazamiento forzado en Colombia obedece a la negación del conflicto por parte de la sociedad, que pareciera sentirse más cómoda con el ejercicio de una ética ciudadana indiferente ante el dolor. Una indiferencia que contribuye al irrespeto hacia los derechos humanos e impide la creación de escenarios sociales consensuados e incluyentes, como lo propone la bioética. La metodología utilizada se basó en el acompañamiento a un grupo focal, compuesto por doce abuelos afrocolombianos, habitantes del distrito de Aguablanca (Cali), desplazados del Pacífico colombiano. Esta metodología se complementó con entrevistas de profundidad. El objetivo de la investigación fue comprender cómo los desplazados recuerdan el campo desde la ciudad y, a su vez, contextualizar los relatos del desplazamiento del cual fueron víctimas. En las conclusiones se afirma que el uso de la memoria colectiva favorece la creación de una ética pluralista e incluyente, lo cual ayuda a restituir los derechos violados de la población víctima de desplazamiento forzado.

Palabras clave

Colombia, desplazamiento forzado, bioética, memoria, afrocolombiano, derechos humanos.


ABSTRACT

The methodology used was based in the accompaniment to a focal group, formed by twelve afro-Colombian grandparents, who live in Aguablanca district (Cali), displaced from the Colombian Pacific. This methodology was complemented with in-depth interviews. The objective of this investigation was to understand how internally displaced people remember the countryside from the city and, at the same time, contextualize the stories of the displacement that they suffered. In the conclusions is confirmed that the use of the collective memory benefits the creation of a pluralistic and inclusive ethics, which helps in the restitution of the violated rights of the internally displaced people

Key words

Colombia, forced mobilization, bioethics, memory, african-colombian and human rights.


RESUMO

A exclusão social e cultural das pessoas vítimas do deslocamento forçado na Colômbia é devido à negação do conflito por parte da sociedade, o que parece se sentir mais confortável com o exercício de uma ética cidadania indiferente perante a dor. Uma indiferença que contribui para desrespeitar os direitos humanos e impede a criação de cenários sociais consensuais e inclusivos, como a bioética propõe. A metodologia utilizada baseou-se no acompanhamento de um grupo de foco, composto por doze avós afro-americanos, moradores do distrito Aguablanca (Cali), deslocados do Pacífico colombiano. Esta metodologia foi complementada por entrevistas em profundidade. O objetivo da pesquisa foi compreender como os deslocados, desde a cidade, se lembram do campo e, por sua vez, conseguir contextualizar as histórias do deslocamento do qual foram vítimas. Nas conclusões afirmou-se que o uso da memória coletiva favorece a criação de uma ética pluralista e inclusiva, que ajuda a restaurar os direitos violados da população vítima do deslocamento forçado.

Palavras-Chave:

Colômbia, deslocamento forçado, bioética, memória, afro-colombiano, direitos humanos.


INTRODUCCIÓN

La memoria comprendida como resistencia y reconstrucción de la identidad ayuda a las personas víctimas del desplazamiento forzado a comenzar un precario proceso de inclusión ciudadana y a disminuir los riesgos asociados a la pérdida de referentes culturales, que son en últimas los que les proporcionan su identidad vital y sentido de vida. Un proceso no exento de conflictos sociales y de una exclusión evidente por parte de las instituciones oficiales y de los ciudadanos establecidos, quienes por falta de conciencia social, de ignorancia, de la excesiva normatividad o de la ambigüedad en la información vuelven a violar los derechos de los desplazados. La revictimización en Colombia ha intentado ser superada por medio de múltiples sentencias de la Corte Constitucional y del control y vigilancia de los organismos internacionales defensores de los derechos humanos. En este sentido, se puede afirmar que la normatividad reconoce los derechos de las personas en situación de desplazamiento. El problema radica en la falta de eficacia y compromiso de las personas e instituciones encargadas de ejecutar dichos dictámenes. A pesar de los esfuerzos de la justicia, las respuestas, la mayoría de las veces se quedan en el papel, en la manipulación de cifras o la presentación amañada de logros. Una situación que en ocasiones también se presenta en los profesionales de la salud que atienden a los desplazados, de ahí la importancia de darles a conocer esta problemática.

La intención del presente escrito es hacer un llamado ético con las voces de las mismas personas en situación de desplazamiento para que la sociedad en su conjunto asuma la parte que le corresponde: ser justa, equitativa e incluyente. En este sentido, tal vez sea hora de superar unos derechos mal constituidos, no inclusivos y, menos aún, interiorizados de forma comunitaria; aún más, en la actualidad, relativizados por la sociedad del consumo globalizado, que desecha a la mayoría de los débiles, injustamente segregados por la inequidad del sistema. De ahí la fragilidad o casi nula efectividad de dichos derechos, dado que la norma pareciese no representar consensos. Por cierto, comprender los problemas sociales de las personas en situación de desplazamiento es un imperativo ético en defensa de la vida y de la dignidad de la sociedad en su conjunto. Bioéticamente quiere decir que para que exista un desarrollo sostenible de nuestra sociedad y por ende de las futuras generaciones, se requiere conocer como ciudadanos y profesionales de todas las disciplinas las causas del desplazamiento, los derechos de los desplazados, sus enfermedades, riesgos, fortalezas y diferencias culturales. Todo ello para ponerse en su lugar y reconocer que son víctimas de un conflicto social de profundas raíces culturales, en el cual, ambiental o contextualmente, todos estamos inmersos. Es un reconocimiento que puede favorecer el respeto por el otro -en este caso por el desplazado- y en ese proceso de concientización crear escenarios de diálogo incluyente; un diálogo que permita comprender las diferencias y causas de conflicto y que favorezca el hecho de que las normas referidas a los derechos de los desplazados vayan más allá de lo jurídico. Es decir, que dicha normatividad sea asumida como un imperativo moral incluyente que contribuya a crear escenarios realmente pluralistas, como es el deseo de la bioética.

Con Bauman (2009) se parte de considerar que ante la relativización de la ética moderna -constituida en valores seculares y humanistas- se requiere construir nuevos valores morales derivados de una crítica a su misma inoperancia y crisis, con el propósito de fortalecer una incipiente ética pluralista, respetuosa de la diferencia, ya que el hombre es ambivalente y no se le puede imponer solo una moralidad. Sus acciones no son constantes o predecibles y por tanto no pueden ser normatizadas y menos basarse en criterios racionales y etnocentristas. En efecto, Bauman insiste en demostrar que los principios éticos de la modernidad eran una imposición. Donde los hombres habían cedido su soberanía a una autoridad que establecía un sistema burocrático, con unos universales éticos de obligatorio cumplimiento, pues se partía de la ilusión de una aparente legitimidad social y política, racionalmente construida. De esta manera, se evidencia el fracaso de la modernidad a la manera occidental; es decir, la idea de la autonomía de un individuo homogéneo ydel uso público de la razón, en una sociedad secularizada y racional, ha dejado de ser una ilusión(Bauman, 2009).En efecto, saber estar con el otro es ponerse en el lugar del foráneo o diferente, pero desde la propia realidad del individuo, no desde una idea preconcebida, basada en una moral en apariencia universal y consensual. Esta es una situación que para América Latina y, particularmente, para Colombia se convierte en un imperativo moral, puesto que es evidente que nuestra sociedad es pluricultural, diversa; a diferencia de esa vieja idea basada en el predomino moral europeo y, últimamente, estadounidense. Por lo tanto, no es factible continuar midiendo nuestra modernidad con parámetros etnocéntricos, impuestos desde tiempos coloniales, o en la actualidad con las categorías del nuevo imperio (Escobar, 2012). Además, al conocer las precariedades y exclusiones por medio de las voces de los desplazados se evidencia que nuestra sociedad tiene fracturada su ética ciudadana. Reconocer nuestra responsabilidad en ello es el primer paso para comenzar a construir nuestra propia ética pluralista e incluyente, respetuosa de la diferencia y basada en el reconocimiento de un conflicto social de hondas raíces.

A pesar de las dificultades para ser reconocidos como ciudadanos en igualdad de condiciones frente a los establecidos, las personas víctimas del desplazamiento forzado que sobreviven en el Distrito de Aguablanca en Cali -en su mayoría afrodescendientes del Pacifico colombiano- han logrado algunas formas de inclusión social por medio de los recuerdos y del rescate de sus tradiciones culturales. Con el ánimo de posibilitar su reconocimiento social, se considera que la remembranza opera como un dispositivo de recuperación de las tradiciones ancestrales. Así mismo, se considera queen la reconstrucción de las historias ocurre una especie de duelo que contribuye a superar una "supuesta culpa". La nostalgia por una vida dedicada al trabajo, al cultivo de la tierra, a la explotación de los productos de la selva (madera, pesca y caza) y a la vida en familia se convierte en una de las estrategias más recurrentes para enfrentar los avatares de una ciudad agreste. Los recuerdos son remembranza, nostalgia y esperanza de un retorno que se torna utopía, pero también son de resistencia.

Este ejercicio de recuperación de la memoria se hizo con un grupo focal (en diez encuentros realizados durante el segundo semestre de 2012),compuesto por doce viejos campesinos, en su mayoría afrocolombianos, quienes en la actualidad viven en el distrito de Aguablanca y asisten con regularidad a la Fundación Paz y Bien, donde todos los jueves son acogidos en la parroquia Cristo Señor de la Vida. Allí les brindan apoyo espiritual y psicológico; asesoría jurídica y acompañamiento en el proceso de adaptación a la ciudad; además, les organizan actividades de formación técnica y les propician espacios para que puedan practicar sus actividades comunitarias y lúdicas. La mayoría del grupo focal con el que se trabajó es víctima del conflicto (social y armado) del sur del Pacífico colombiano y proviene de Bocas de Satinga, El Charco, Mosquera y Olaya Herrera (Nariño). Un desplazamiento que comenzó desde 2004. Muchos de ellos continúan recorriendo las calles caleñas en búsqueda de la ayuda oficial o de escenarios políticos y culturales de resarcimiento. Las sesiones colectivas, en las cuales se abordaron las causas del desplazamiento y se analizaron las dificultades de vivir en Cali, fueron complementadas con entrevistas individuales adelantadas en el primer semestre de 20131 .

El derecho a la memoria para las comunidades afrocolombianas se vuelve una herramienta fundamental que les permite ejercer un contrapoder o resistir al embate de los actores armados ilegales. Un alto porcentaje de este desplazamiento es producto de intereses económicos y en menor medida deriva de causas políticas. En este escenario de conflicto a los desplazados se les niega cualquier posibilidad de defensa jurídica; en la mayoría de los casos defender sus derechos es prácticamente imposible(García, 2012). Así, la memoria se vuelve resistencia y se puede utilizar como un recurso de defensa de los derechos de las personas víctimas de desplazamiento y de la exclusión social. A pesar de las leyes elaboradas para protegerlos y de los dictados de las Cortes, nacionales e internacionales, en los relatos el cuestionamiento al Estado por su incapacidad para defenderles sus derechos es recurrente y evidente (Rodríguez; Alfonso y Cavelier, 2009). Hoy, este panorama jurídico se torna más complejo, dado que la nueva Ley de víctimas agrupa a todas las personas que han sufrido algún tipo de evento traumático relacionado con el conflicto, sin diferenciar las causas y por ende las consecuencias. Todavía es muy apresurado hacer un balance sobre esta ley; posiblemente será una más y, al parecer, de difícil ejecución y cumplimiento.

Para lograr recuperar la memoria y el proceso de resignificación de sentido en una ciudad que se muestra agreste con el foráneo (personas en situación de desplazamiento), a continuación se presentan en la primera parte los orígenes del desplazamiento de las personas entrevistadas, contextualizando sociohistóricamente el conflicto y confrontando sus testimonios con las fuentes documentales encontradas. En la segunda parte, se analizan las consecuencias ocasionadas por el desplazamiento y su trasegar por las calles inseguras de Cali; las dificultades de vivir en la ciudad a raíz de la pérdida de referencias espaciales y sociales; por último, se aborda el problema inmemorial de los campesinos para acceder a la tierra. Se hace un análisis contextual basado en los testimonios de "los abuelos de la memoria", que al relatar sus historias e intentar explicarlas encuentran que es posible elaborar el duelo y, en ocasiones, pensar en el perdón, además, en la escucha también existe una afectación pocas veces contada. En las conclusiones, se insiste en la necesidad de crear conciencia en los colombianos sobre el problema del desplazamiento, con miras a contribuir a que las personas víctimas del desplazamiento logren vivir dignamente y que al llegar a las zonas de recepción les sean respetados sus derechos humanos.

DESPLAZAMIENTO, CONFLICTO Y TERRITORIO

Los conceptos de migración y desplazamiento en esta investigación han sido utilizados con el objeto de mostrar dos momentos diferentes en las causas que motivan el movimiento de una persona de su lugar de vivienda. El término migración hace referencia a los movimientos masivos de población fuera de su residencia habitual y pueden ser de carácter temporal o permanente. Las causas de estos movimientos están referidas a problemas económicos y sociales. Los de índole político, étnico o generados por conflictos internos o entre países, según la agencia de la ONU para refugiados ACNUR, entran en la categoría desplazados o refugiados; no obstante, estos últimos deben haber cruzado su frontera nacional. Según la misma agencia, factores como la globalización económica o la desigualdad en las condiciones de vida, dentro un mismo país o entre países diferentes, también contribuyen a determinar un aumento de los flujos migratorios nacionales e internacionales. Más allá de estas definiciones jurídicas, Alfredo Molano (2005) en sus textos sobre este problema prefiere hablar de desarraigo, con el cual llena de contenido este fenómeno, pues tiene en cuenta sus orígenes históricos, sus causas sociales, políticas, económicas, culturales y éticas. Esto con el objeto de denunciar la presión a la cual fueron sometidos los desarraigados para abandonar sus tierras (territorios). Hoy este problema también ha llegado a las ciudades. El desarraigado pierde con el desplazamiento sus referentes culturales, familiares y en ocasiones su cosmovisión.

Teniendo en cuenta estas precisiones, es claro que el conflicto histórico de Colombia genera desplazados forzados internos como consecuencia de las diferentes confrontaciones entre actores armados ilegales de todos los pelambres. Ante la dificultad e inconsistencia en el manejo de las estadísticas y de la variedad de organismos que las generan, resulta prácticamente imposible saber -por lo menos de manera aproximada- cuál es el número de personas víctimas de desplazamiento forzado. De ahí que para 2013 las cifras oscilen entre 3.7000.000 y 6.000.000 de desplazados internos y 380.000 refugiados2. Las anteriores son cifras políticamente presentadas y en ocasiones relativizadas, según quien las divulgue y con qué propósito.

Los diferentes estudios que intentan explicar los orígenes y causas del conflicto en Colombia, generador de varias oleadas de desplazamiento, evidencian su multicausalidad, las diferencias regionales y la diversidad de actores armados ilegales que lo ocasionan3 . Por lo demás, la histórica violencia del país ocasionó que en las regiones de colonización reciente o con escasa presencia del Estado se sobrepusieran actores armados de diferente origen, lo que ha generado una geografía de la violencia (González, Bolívar y Vázquez, 2009). Es así como en el suroccidente del país los desplazamientos forzados, hasta mediados de la década de 1990, se producían por los enfrentamientos entre las guerrillas y las fuerzas oficiales. Después, con la llegada de los paramilitares, la guerra entre estos tres actores armados se entrecruzó y dejó de ser claro quiénes eran los desplazadores. Este asunto se da por el control de las rutas de armas y los cultivos ilícitos, por el interés de apropiarse de las riquezas mineras o por controlar los posibles planes de desarrollo para la conservación de la biodiversidad. También el repliegue de las guerrillas, ante la presión de las fuerzas oficiales, permitió la consolidación de otros nuevos desplazadores, las reencauchadas bandas criminales, conocidas como Bacrim. En conclusión, el asentamiento histórico de actores armados en esta región obedece a la quebrada geografía del macizo colombiano a su cercanía a las costas del Pacífico -vigiladas precariamente- ya su fácil comunicación con el centro y suroriente colombiano.

A modo de síntesis se puede decir que la violencia hasta mediados del siglo XX estuvo acentuada por un conflicto político entre liberales y conservadores que culminó con una reconciliación partidista, representada en la creación del Frente Nacional. Para los estudiosos de la violencia en Colombia, es precisamente a mediados del siglo XX cuando esta generó más desplazados, los cuales contribuirían a urbanizar aceleradamente el país. Por cierto, el acuerdo bipartidista cerró el acceso al control del Estado de terceras fuerzas políticas y favoreció el surgimiento de guerrillas de influencia comunista; la mayoría de estas se desmovilizó durante la década de 1980. No obstante, se mantuvieron dos: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Como respuesta a estas guerrillas, en la misma década, surgieron los grupos paramilitares, conocidos posteriormente como Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), desmovilizadas durante 2008 y 2009, y hoy recicladas en las Bacrim - como eufemísticamente las cataloga el Estado y los medios de comunicación-. Estos actores armados ilegales contaron con el dinero proveniente del narcotráfico (uno de los actores más violentos y dinamizadores del conflicto interno); hecho que les ha permitido adquirir armas a cambio de la protección de los cultivos ilícitos (marihuana, coca y amapola), los cuales se encuentran ubicados en las zonas de colonización reciente o en los corredores estratégicos para la guerra. Las guerrillas, los paramilitares y el narcotráfico son los principales causantes del desplazamiento de campesinos, indígenas y negros4 . No obstante, estos actores al sobreponer sus intereses en las diferentes regiones del país dificultan cualquier intento de caracterización que permita estudiarlos o buscar soluciones efectivas y coherentes que impidan el desplazamiento.

Los períodos del conflicto interno y sus múltiples causas superpuestas están atravesados principalmente por un conflicto de primer orden, el acceso y el control de la tierra. Al transponerse los mapas sobre el desplazamiento en Colombia se evidencia que las zonas del conflicto siguen siendo las mismas que históricamente han sido controladas por los diferentes actores del conflicto. En las zonas de vertiente, en las regiones inundables o lacustres, en los páramos y en las tierras de propiedad colectiva, es decir, en las zonas de frontera abierta (selvas), los campesinos (colonos) que tumban monte para hacer sus chacras, los indígenas y afrocolombianos que han explotado colectivamente sus tierras inmemoriales son desplazados por los ejércitos irregulares que encuentran en estos territorios los escenarios propicios para montar sus campamentos, entrenar a sus tropas o huir de las fuerzas oficiales. Unos territorios además propicios para los cultivos ilícitos y que en la actualidad son objeto de estudios para su posible explotación minera o agroindustrial.

Hoy, la región del suroccidente colombiano es uno de los espacios geográficos donde se entrecruzan con mayor frecuencia los actores armados ilegales del conflicto. Por esta razón, Cali se ha convertido en unos de los polos urbanos que más atrae a los desplazados del sur del país y del pacífico colombiano. Los estudios sobre la composición étnica de este desplazamiento insisten en demostrar que un alto porcentaje corresponde a afrocolombianos llegados en los últimos veinte años (Urrea, 2004 y 2010).

Las presiones de los actores armados tradicionales o las derivadas por la descomposición de las estructuras militares ilegales y las amenazas reales o veladas obligan a los campesinos a desplazarse a Cali.La Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social afirma que de los 2.264.630 habitantes de Cali, el 26 % son afrodescendientes, correspondientes a 605.845, concentrados en el Distrito de Aguablanca, que tiene una población estimada de 686.229 habitantes, donde cerca del 80 % son afrodescendientes (271.354)5 .Ahora bien, el porcentaje de desplazamiento de la población afrocolombiana, durante el período 2003- 2008, se considera en un 16,6 %; aún más, el 85 % de las familias de origen afro aseguran haber sido víctimas de desplazamiento; el 13 %, de dos desplazamientos, y el 1,9 %, de tres (Garay, 2009). Ante estos porcentajes, las organizaciones en defensa de las negritudes sostienen que hay aproximadamente 1,4 millones de desplazados, lo que los convierte en la población étnica que más ha sido desplazada en el país (García, 2012, p. 53).

La ubicación social-espacial de las negritudes está circunscrita al Pacífico colombiano, una región que cubre los departamentos del Cauca, Choco, Nariño y Valle. Un territorio que desde los orígenes de la República no fue integrada al Estado, lo que ocasionó que sus habitantes -en su mayoría, negros e indígenas- hayan sobrevivido autónomamente (Castillo, 2009). Las comunidades indígenas se organizaron como ya lo habían hecho desde épocas precolombinas. En el caso de los afrodescendientes, estos se apropiaron del territorio por medio del cimarronaje y los palenques (forma de organización afrodescendiente, que desde épocas coloniales les permitió organizarse en caseríos para huir de la esclavitud). Después de ser abolida la esclavitud habitaron los territorios contiguos donde habían sido utilizados como mano de obra esclava -para la explotación aurífera y en épocas de cosecha para cortar la caña en las grandes haciendas azucareras del Cauca y del Valle-. Superado el esclavismo, y a pesar de su nueva condición de hombres libres, continuaron estigmatizados por la sociedad de los blancos, por lo cual huyeron a los territorios insalubres de las selvas del Pacífico colombiano. Allí recrearon sus tradiciones africanas, recompuestas y repotenciadas por un catolicismo de corte popular, trasmitido por las comunidades religiosas (franciscanos y dominicos, principalmente). Las tradiciones africanas también fueron fortalecidas gracias al encuentro con la cultura de los mestizos, blancos e indígenas. Por más de doscientos años, los habitantes del pacífico colombiano lograron recrear y mantener sus tradiciones, hábitos e identidad cultural y una organización para la explotación de sus territorios; de esta manera, recrearon una economía comunitaria de propiedad colectiva de la tierra (Mina, 2011). Es un territorio que por sus riquezas, biodiversidad y potencialidades de desarrollo económico comenzó a ser explotado comercialmente por empresas nacionales o de carácter internacional, lo cual afectó las tradiciones, idiosincrasia y organización comunitaria, que en los noventa se había mostrado viable y vigorosa. Infortunadamente, a comienzos de2000, cayó bajo el influjo de la guerra y una idea equivocada de asumir la explotación de la biodiversidad, en contra del territorio, la identidad y el pluralismo étnico (Escobar, 2010). Ante esto, sus habitantes comenzaron una lucha jurídica para que le fueran reconocidos sus derechos sobre la propiedad colectiva de la tierra y la defensa de sus tradiciones culturales. La respuesta fue la represión por parte de los diferentes actores armados.

La situación territorial y étnica de esta región fue reconocida tardíamente por la Constitución de 1991. Aunque solo con la implementación de la Ley 70 de 1993 se reconoció la etnicidad y territorialidad de las comunidades afrodescendientes. Gracias a esta Ley, las comunidades afro se visibilizan políticamente, y comenzaron así un proceso de autoreconocimiento que devino en múltiples organizaciones sociales en defensa de sus tradiciones (Posada, 1995). En la práctica, la ley buscaba titularles las tierras de forma colectiva para que no continuaran siendo desplazados por las diferentes oleadas colonizadoras. Paradójicamente, o como consecuencia de ello, fue en estos mismos años cuando más fueron desplazados, en algunos casos por actores armados asociados a empresas agroindustriales que tenían por objeto el cultivo de la palma africana o por compañías que encontraron en dichos territorios un potencial aurífero, existente desde épocas coloniales, y claro está por los narcotraficantes. Aunque al conocer de primera mano las causas del desplazamiento, particularmente de las comunidades asentadas en el Pacífico colombiano, estas no son del todo claras, pues en la práctica los desplazadores no siempre resultan ser parte de las organizaciones a las que dicen pertenecer. En un intento por explicar el origen de dicho desplazamiento, podría afirmarse que en las zonas donde había un actor armado ilegal, el futuro desplazado lograba sobrevivir apoyándolo, pero cuando era obligado a salir ante la presión de un nuevo actor o de las fuerzas oficiales y posteriormente intentaba retornar ya había quedado en el imaginario su supuesta antigua afiliación. Por tal motivo, para los nuevos actores armados estos desplazados, si intentaban volver a sus tierras, se convertían en objetivos militares o eran retenidos para ser judicializados (retenciones masivas). Ante este complejo panorama a los afrocolombianos no les quedómás camino que abandonar sus tierras y comenzar su trasegar desarraigado por ciudades como Cali y Bogotá.

Los desplazados al perder su espacio vital llegan a la ciudad sin ningún referente urbano que les permita moverse; sus habilidades espacio-territoriales e identitarios entran en hibernación o en algunas ocasiones desaparecen. Ante este caos, pérdida de sentido y de la memoria (Hervieu- Léger, 2005), la persona en situación de desplazamiento tiene una cotidianidad dinamizada por la inmediatez, la incertidumbre y la transitoriedad, que lo convierte en un nómada urbano en búsqueda de un nuevo sentido a su existencia. El desplazado como consecuencia de la pérdida de una identidad socio-espacial requiere encontrar una nueva identidad,una nueva forma de sobrevivir en una sociedad que ya no tiene en el trabajo de la tierra o la pesca, su habitus. De esta ,el campesino devenido en nuevo citadino comienza a engrosar la economía informal de nuestras ciudades; para nuestro problema de análisises la llegada al distrito de Aguablanca en Cali.

A pesar de que en el distrito de Aguablanca no existe un censo más o menos creíble sobre el número de desplazados, es evidente que actualmente continúan llegando para sobreponerse en las diferentes oleadas de personas que allí se asentaron desde comienzos de los años ochenta (González, 2012).Tal vez esta experiencia de poblamiento y territorialización ha permitido que a pesar de las precariedades, o como consecuencia de ellas,Aguablanca cuente con una infraestructura solidaria que permite la acogida a las nuevas oleadas de desplazados. Es un poblamiento del cual dan cuenta sus habitantes por medio de unos relatos que reconstruyen las angustias, las alegrías y las decepciones que permitieron construir un territorio como Aguablanca, que "surgió de las aguas como una barcaza para la esperanza", pero que para las autoridades locales y muchos caleños se convirtió en un reto social que no han sabido enfrentar y menos aún incluir a la espacialidad caleña. Aguablanca es un territorio que hoy recibe los relatos y recuerdos de sus siempre nuevos pobladores, en un nomadismo que no parece tener descanso y que la memoria no logra terminar de crear y recrear.

LA MEMORIA Y EL DESPLAZAMIENTO, LOS ABUELOS

Fotografía perteneciente al Archivo de la investigación.

En el proceso de reconstrucción del desplazamiento se recurrió al uso de la memoria como un escenario donde el testimonio se convierte en un dispositivo de reconstrucción de cierto sentido de la vida y de la superación del trauma cultural (Ortega, 2011). A veces,con el relato se identifica a los victimarios y se supera la supuesta culpa de forma colectiva, para posteriormente exigir la reparación o el resarcimiento simbólico. Infortunadamente, cuando no se puede reparar la pena por el no reconocimiento de la afrenta, hay parálisis social. El trauma continua operando en el debilitamiento paulatino del afectado. A pesar de ello, Ortega considera que es posible identificarlo como una oportunidad para utilizar en el testimonio y explicación del mismo como una terapia social, dado que el trauma convoca tres momentos: acontecimiento, trauma (herida) y consecuencia (malestar). En el relato, al poner en orden estos tres momentos se logra una explicación que contribuye a superar la culpa. Al verbalizar el acontecimiento se recrea el trauma para conducirlo hacia lo acaecido, al pasado, ordenando el presente con vistas a un futuro deseado. En este proceso existe remembranza y cierto acto de conmemoración frente al caído o el hecho mismo. Por cierto, ante el caos de un relato no ordenado, las interpretaciones pueden ser caóticas, y una forma de enfrentarse a ello es volviendo a la fuente, al testimonio. Está claro que en el proceso de testimoniar (narrar) puede haber un acto reparador, dado que permite revisar, explicar, exculpar, comprender y proyectar el drama. Al dar testimonio se domestica el trauma. Además, "La escucha le permite al investigador, al artista y al activista hacer un atestiguamiento en segundo grado y por tanto participar en el ejercicio de reparación a través del trabajo de la memoria (...)" (Ortega, 2011, p. 53).Es una memoria colectiva que se vuelve incluyente y reparadora. De esta forma, se contribuye por la vía de la cultura a hacer lo que en el campo político se queda en el papel. Allí la memoria vuelve a darle sentido a la identidad del individuo o del colectivo, porque la identidad es memoria.

¿Qué somos? Somos memoria. Somos lo que permanece en la memoria. Somos solo a partir de nuestros recuerdos. Somos un continuum de recuerdos en el ahora. Porque al pensar, al recordar, al rememorar, al no olvidar, es decir, al traer al presente lo que hemos aprehendido en el pasado, somos presente. En el "mí mismo" hay un proceso de reconstrucción de las ideas y conceptos, somospresencia.También, nosotros somos frente a los otros cuando ponemos nuestro pasado en diálogo con los recuerdos de los otros. Los otros también son memoria. La sociedad es memoria. No seríamos si olvidamos nuestro pasado, lo que hemos aprehendido, lo que hemos vivido: experiencias, sensaciones, deseos, frustraciones, etc. Porque cuando se ha perdido la memoria también se pierde la identidad (Todorov, 2000)Así queda en evidencia en las historias de vida de los desplazados.Con estas premisas se recreó la memoria de los desplazados que participaron en el ejercicio,como lo afirma uno de ellos:"

Pa' mí, la situación se volvió difícilen Satingacuando llegaron los paramilitares.Antes, nosotros trabajábamos con gran esfuerzo pero sabiendo que nuestroshijos no tendrían hambre. Recuerdo el río, la comida, a mi mujer cocinando pescao (sic). Recuerdo la fiesta organizada por los vecinos, la música que cantábamos (...) Recuerdo al compa' Gaspar dándole duro a la marimba y a mishijos con lostambores. Esa era una vida bonita, ahora como que yo no soy yo. Ahora me siento fuera de lugar (...) La gente no me escucha y siento que no me respeta. Con los años ya no tengo fuerzapa' pelear y a mi hijos ya no lo conozco (...) Como que yo ya soy otra persona que le cuesta vivir. Me dicen desplazado y como que yo no entiendo que soy yo, pero todos me lo dicen (...)

Si nos imponen una memoria dejamos de ser nosotros. La historia está llena de esas imposiciones que recrean las historias de los ganadores(Le Goff, 1991). Sin nuestro pasado relatado por nosotros mismos no somosseres autónomos, ni libres6. En los testimonios se encontró que varios de los desplazados consideran que al llegar a Cali su pasadoen los ríos yen las selvas de su infancia tiende a desaparecer.son. Según sus relatos en su actual situaciónse sienten fuera de lugar y no tienen dónde realmente sentirse seguros, como lo afirma uno de ellos:

Allá vivíamos muy felices, no nos faltaba nada. Si es verdad que nos toca duro, echar machete, cortar y tumbar monte es duro(sic) Toca trabajá duro pa' comer (...) Aquí en Cali ya no soycampesino, ya no puedo trabajar, me siento como un pecao fuera del agua (...) Me dicen que soy desplazao, ahora ya no soy campesino. A mí gustaría volver a mi parcela pa' está tranquilo, pa' volver a hacer. Yo sé que no puedo volver, pues pua allá me quieren matar. Si yo regresara volvería a hacer yo. Feliz con mi familia, trabajando y agradeciéndole a mi Dio!(sic) Aquí no sé hacer nada y todo es diferente, la gente no me mira y no me respeta. Me han robado varia veces. Subir a un transporte es cotoso, no me fían (...) no me sé ubicar en la ciudad.

Este campesino esta fuera de sí. Sus expresiones y sonrisa aparente lo ponen en evidencia. El desconocimiento de su historia lo deja sin lugar. Si se desconoce la historia se olvidael ser. Entonces nosotrossomos gracias a la capacidad de rememorar, de traer al presente los recuerdos que llegan por borbotones de imágenes borrosas, en ideas, en conceptos y en sensaciones. En efecto, el yo se recrea todos los días de la existencia gracias a la memoria. Es decir, somos cuando todas las mañanas volvemos a nuestros recuerdos en un continuum, y si esa cadena se rompe dejamos de ser, nos convertimos en otra cosa. Esto queda manifiesto, por ejemplo, cuando loscampesinos llegan a la ciudad y comienzan a rebuscarse la vida: su origen de trabajadores de la tierra poco a poco se diluye en la vida urbana. En conversaciones con ellos,al interrogárseles sobre cuál es su especialidad en la ciudad, no dudan en expresar que son "toderos". Una expresión muy propia de una sociedad que se ha acostumbrado al trabajo informal, no especializado, y que le viene bien al recién llegado a la ciudad. Aunque es evidente que en las palabras del desplazado rural hay nostalgia por el campo y en cada uno de sus relatostermina por recrear los paisajes abandonados intempestivamente. Un pasado convertido en utopía.

Hacer el duelo para olvidar o para rememorar es una estrategia de supervivencia pero,¿qué ocurre si como Funes el memorioso no podemos olvidar? En otras palabras, qué ocurriría con nosotros si en nuestro presente llegaran desordenadamente y de golpe las millones de imágenes pasadas: la nostalgia, el miedo, la frustración, el dolor, la muerte, la venganza y la locura. O, por el contrario, ¿qué ocurriría si perdemos la memoria,si un día amanecemos sin nada que recordar? No seríamos. Como les ocurre a algunos de nuestros abuelos que por más que intentamos motivarlos para el diálogo caen en un mutismo lleno de desesperanza. En estos casos solo queda leer en sus rostros -otrora alegres- dolor, rabia y una tristeza e impotencia infinitas.

Ante esteabsurdoo pérdida de la memoria,y a propósito de la creación en el arte y la cuestión de las tradiciones, Gianni Vattimo recurre a Nietzsche y Heidegger -quienes desde posiciones un tanto divergentes consideraban que en Occidente hay un exceso de historia- y propone que para que el hombre moderno pueda volver a crear y recrearse esnecesario saber olvidar: rememorar. Una "creación olvidadiza" y múltiple(Vattimo, 1989). "Yo los puedo perdonar -afirma uno de los abuelos-los días que estoy feliz, pero cuando recuerdo que allá vivía mejor me lleno de cólera". Es decir, para nuestro caso, recordar sin dolor o, más bien, hacer memoria para recordar que hay dolor y en ese proceso rememorar, solo es posible si se activa un duelo colectivo que contribuya a sacralizar el dolor del recuerdo(Hervieu-Léger, 2005)."(...) ahora que usted me pregunta por qué estoy en Cali y no he vuelto a mi territorio, le puedo decir, que aquí vivo mejor (...) allá no habían (sic) las cosas que aquí hay, yo no quiero volver (...)". Una afirmación que parecía convincente pero que luego de varios diálogos se revela diferente. Nuestro interlocutor no retorna a su tierra por miedoa sus victimarios e intenta olvidar para superar la nostalgia que le produce recordar: "(...) el ruido de los ríos y el olor de la selvaque recorría pa' sacarle riquezas y darle de comer a mi familia". Unos recuerdos que relata con alegría, pero que selecciona, pues no habla de las precariedades de vivir en la selva o del trabajo agotador que implica hacer productiva una tierraque requiere esfuerzo y que se volvió violenta.

La selva, más adelante,en otros relatos se descubre agreste, dura e insensible, "(...) al monte hay que quererlo, cuidarlo y sacarle con sudor su riquezas pero también hay que respetalo pues nos puede matá(sic) y volvernos débiles, demasiado humanos (...)". Al preguntarles a los abuelos si quieren retornar a sus lugares de origen el grupo se divide. A pesar de las precariedades en las que viven actualmente y que ellos narran resignados, argumentan que ya están viejos para sacarle frutos a la tierra, pero sobre todo insisten en que sus hijos no quieren volver, pues en la ciudad hay trabajo, comida, estudio y vivienda. De las charlas ocasionales con los jóvenes y niños recién llegados a la ciudad es másevidente esta situación. Son solo los viejos que más identidad y memoria tienen con la tierra los que afirman querer retornar. Entrando en sus vidas se descubre que en efecto trabajaron la tierracon amor ylos que no quieren volver,al parecer,cumplían otras funciones, eran motoristas, pequeños comerciantes o trabajaban tumbando monte (maderas).

Ahora bien, el concepto de memoria nos lleva al mundo griego donde la mnemne es lo que permanece y se asocia a la kaka(desgracia-acontecimiento), o la reminiscencia de lo que se olvidó (anamnesis). En la tragedia griega la memoria también puede ser leída como la ira de Ulises ante los amantes que cortejaban a Penélope. El dolor de Ulises es una ira que no olvida, que no perdona, que quiere vengar. Será la propia Atenas que ante el sufrimiento causado por Ulises decide olvidar, hacer anamnesis, remembrar sin dolor. Un ejercicio realizado con"los abuelos de la memoria"fueun intentopor superar a través del habla y la escucha sus sufrimientos yluchas. En dicho escenario de la palabra,por momentos,también fue posible establecer una especie de norma parasolo recordar lo bello de la selva y la tranquilidad del ríoSatinga. Todo lo anterior con la intención de poner en práctica lo que para los griegos significó decretar elolvidodel dolor, la ira y la venganza, en la búsqueda de un nuevo comienzo. En efecto, para los helenos superar el deseo de venganza, olvidar, es una forma política de volver por los fueros de la democracia(Loraux, 1989).

La memoria permite la transmisión de la cultura, es el hilo conductor entre el pasado lejano y el presente, y también puede ser vista como el vaso comunicante con el futuro incierto. Aunque la memoria no es solo recuerdo sino también ira7 . En este sentido, a propósito de las víctimas del conflicto, surgen los siguientes interrogantes: ¿es posible olvidar? ¿Olvidar permite superar el dolor? ¿Hasta dónde olvidar es traicionar la memoria? ¿Al rememorar vuelve la ira? ¿Puede haber una amnesia colectiva? ¿Es posible decretar los olvidos colectivos?

Las anteriores preguntas es necesario tenerlas en cuenta a la hora de hacer memoria y de pensar en el papel del olvido. Ante la pregunta sobre olvidar y perdonar, el silencio de los desplazados por momentos se torna abrumador. Después afirman, insistentemente, que ellos pueden perdonar siempre y cuando les devuelvan lo usurpado, les reconozcan sus derechos o se castigue a sus victimarios.

Después de hablar sobre la importancia de olvidar y perdonar, los abuelos más perspicaces y que ya saben que tienen unos derechos como víctimas reclamanretornara la tierra que los vio nacer y les daba de comer. Aunque al parecer cada vez son más los que se quieren quedar -por lo menos de este grupo- ya que están esperando una "casita gratis"

Por último, con el ánimo de intentar hacer una síntesis sobre el significado de la remembranza en una sociedad que se niega a aceptar la existencia de un conflicto social y político -de profundas raíces históricas- se puede afirmar que el uso de la memoria colectiva no debe ser solo racionalizado por las víctimas. En efecto, se requiere el consenso de toda la sociedad sobre la existencia de un conflicto, generador,entre otros problemas, de los desplazamientos forzados;ello permitiría a la remembranza funcionar liberadora y eficazmente. Después de este reconocimiento efectivo viene la aceptación del otro (desplazado) como diferente, pero a la vez miembro de nuestra diversidad cultural y pluralismo identitario. Por cierto, para que haya un consenso sobre unos mínimos necesarios, se requiere, además, encontrar las causas del conflicto para de esta forma poder resarcirlo; evidentemente, enelcaso que nos ocupa, su origen es el problema en torno a la propiedad y el uso de tierra.

LA TIERRA: USO Y PROPIEDAD

En el diálogo con los abuelos desplazadosse pone en evidencia el problema de la tierra. La lectura y discusión de textos en torno al desplazamiento y el conflicto social,pero particularmente sobre el problema de la tierra, fue el principal motor de los encuentros. Los silencios, los rostros de nostalgia -con una dosis de rabia y "alegría"- siempre estuvieron presentes en un escenario donde primó la palabra y el recuerdo de la tierra. Las conversaciones estuvieron marcadas por suañoranza; por el recuerdo del olor a la selva y a la madera; también por el color de la piel y los ritmos de la sangre y del tambor. Se presentan encuentros dados en medio de la incertidumbre de vivir en una ciudad que los arrincona: insensibilización social que desconoce sus experiencias de tantos años de labrar la tierra. Después de hablar sobre la cotidianidad de una semana cargada de sobresaltos, de los dolores propios de la edad, de las filas interminables para gestionar ayudas, de las promesas no resueltas, y de relatar los acontecimientos violentos ocurridos en sus barrios durante esa semana (al parecer cada vez más recurrentes y peores),nos dispusimos a recordar. Tal vez por la trascendencia inusitada que por aquellos días adquirió el problema de la tierra, a raíz de los diálogos de paz en La Habana y la propuesta de las FARC de redistribuirla, los recuerdos de esa sesión ya estaban guiados:

El problema de la tierra es inmemorial. Yo vivía a las orillas del rio Satinga8 y tenía mi parcelita en la que cultivaba plátano, maíz, chontaduro y tenía árboles frutales y del rio sacaba pescao que compartía con los vecinos. Yo era miembro del Consejo Comunitario del río Satinga (...)La vida era dura pero se vivía bien. Cuando llegaron los señores de las armas la tranquilidad se acabó, me amenazaron porque mire mal a uno de los duros;pero la verdad es que me sacaron de la parcelita para apropiarse de mi tierra. Yo he intentao volver. Una vez llegue a Tumaco pero un familiar me dijo que en mi parcela ya había otraspersonas (...) La lucha por la tierra no es nueva, mis abuelos y mi taita pelearon con los dueños de los aserraderos y con losbuscadores de oro. Como lo hicieron nuestros ancestros con los indios que habitaban esas tierras y a las que llegaron mis parienteshuyendo de las minas y de las haciendas (sic).

Las personas con las que compartimos esas calurosas mañanas en Aguablanca -en un paisaje urbano cargado de colores, paredes de ladrillo sin terminar o remendadas con latas, calles sin pavimentar pero pobladas de niños- fueron desplazados del Valle del Patía, de las riveras del ríos Tapaje,Satinga, San Juan y Guapi,y tres del Caquetá.Casi todos recordaban más o menos de la misma manera cómo vivían antes de llegar a Aguablanca y cómo fueron sacados a la fuerza de sus parcelas. Ahora ellos mismos afirman que la mayoría de personas que están llegando por estos días vienen de Buenaventura, y esta es otra problemática, pues nuestros protagonistas provenían de los territorios ancestrales del Pacífico colombiano, colonizados por los esclavos huidizos organizados en tierras comunalesy, en menor medida,de las zonas de colonización recientedel Caquetá. Uno de los más locuaces integrantes de este grupo relata cómo colonizó las selvas del Caquetá:

Yo salí del Cauca hace más de veinte años y me fui como "raspachin" para las selvas del Caquetá, cerca a Puerto Rico, allí conseguí un plante para trabajar una mejora con mi mujer. La finquita tenía sembrados de plátano, café, caña y maíz (...) Allí había guerrilla y me acusaron de "paraco" por un problema de tierra. Resulta que yo le había comprado a un señor una mejora que quedaba al lado de la finca y cuando estacomenzó a producir me dijo que el pedazo que me había vendido no era ese. Entonces yo hablé con el comandante de la guerrilla y este amenazó al señor con sacarlo de la región sino respetaba el acuerdo (...)El problema para mí fue cuando sacaron al comandante pues el que llegóse volvió amigo de mi enemigo y me volvieron a acusar de "paraco". Tuve que dejar todo y salir corriendo pues una mañana encontré en la puerta una carta en la que me daban veinticuatro horas para abandonar mi finca. Yo salí en el 2005 y llegué a Cali; desde esa época estoy aquí.

Después de escuchar este relato en boca de un campesino orgulloso de labrar la tierra y que habla con la seguridad de haber dado todo por su familia, otro abuelo relata cómo lo desplazaron. Coincidencialmente, también fue desplazado del Caquetá, pero a diferencia deltestimonio anterior fue un año antes, en 2004. Esta vez la acción que generó el desplazamiento fue consecuencia del Plan Patriota que buscaba recuperar las zonas de influencia guerrillera. En este relato sobresalen otras experiencias relacionadas con la organización campesina, yaque describe un desplazamiento diferente: si en el Pacífico nariñense o caucano fue más individual o, como en nuestro anterior relato, estuvo relacionado más con la propiedad individual de un terreno,en esta ocasión las causas del desplazamiento son sistemáticas y tienen otros actores."A nosotros nos desplazaron los enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército (...) cuando se acabaron los enfrentamientos llegaron los 'paracos' y empezaron a matar gente (...) duramos tres meses en el monte hasta que se nos acabó la comida"9. Este relato proviene de un campesino que al lado de los sembradíos de cacao, yuca y plátano tenía un pequeño cultivo de coca. En la actualidad se rebusca la vida como vendedor ambulante y no quiere volver al campo, pues asegura que si vuelve lo matan, ya que en su tierra lo identifican como auxiliador de la guerrilla, por el solo hecho de haber abandonado su tierra para salvar la vida.

Al otro lado del macizo colombiano, en el Pacífico nariñense un negro orgulloso de sus orígenes, pero desgastado por los años y los atropellos de los cualesha sido víctima(desde abril de 2007, cuando fue desplazado con gran parte de su comunidad)10, comenta su historia y testimonia su amor por la tierra:

En mi finquita, en el río Tapaje (municipio del Charco), yo sembraba anón, guanábana, pomarrosa, guayaba, coco, chontaduro, zapote, borojó, naidi y plátano. También tenía madera (...) Para mí la tierra es un regalo que hay que querer como a la muje'(Ssic).Cuando recuerdo mi finquita me entra la nostalgia y el amor (...) Cómo será el amor que tengo que la gente sabía que pa' jodeme tenían que tocarla, por eso cuando los paramilitares me amenazaron, la señal fue tumbar un palo de guayacán y dejar marca de rula en la caña (...).

Cerca de ahí, en Bocas de Satinga, uno de los más preclaros campesinos que nos acompañó en estas sesiones es contundente en señalar que la lucha por la propiedad de la tierra es la principal causante del conflicto social y político en Colombia,particularmente en su región. En su discurso, que por años ha tenido que utilizar en defensa de los derechos de su comunidad sobre la tierra11 -frente a los empresarios de la madera yde la coca, y últimamente frente a los buscadores de oro-,se evidencia que ha tenido que recurrir a la ley para intentar demostrar los derechos que sobre ella tienen.

Mi padre me contaba que cerca de Tumaco hace muchos años se sacaba madera y las condiciones del trabajo para el negro eran muy duras, el patrón pagaba mal, pero el negro estaba acostumbrado a trabajar duro, a cultivar su parcelita y pesar para darle de comer a su familia. También me contaba que poco a poco los dueños de los aserraderos comenzaron a sacar a los negros de sus ranchos (...). A mí me tocó ver por allá en 1970 cuando se comenzó a desplazar a los negros de sus ranchos y de sus tierras para sembrar palma (...)12. Ya estando en Bocas de Satinga, después de mucho recorrer por las costas del Pacífico en busca de oportunidades para darle de comer a mi familia, logré posesionarme de una mejora. Con la ley de tierras de las comunidades negras en 1994 comenzamos a organizarnos en comités para mejorar los caminos y cuidar las riberas del río Satinga y las lagunas, para evitar que dañaran el agua. Peleábamos con los compa's que comenzaban a utilizá el mecuriopa' saca el oro, o con los que utilizaban pólvora pa' pescar (sic). También llegaron muchas personas que nos ayudaron a mejorar los cultivos y a preguntarnos para qué servían las plantas que utilizamos, se sacaron libros sobre eso (...) todo parecía ir bien hasta que la maldita coca empezó a remplazar los cultivos de pan coger. La gente ya no quería trabajar (...) empezaron a llegar gentes armadas que nos presionaron a cultivarla o nos amenazaban si chistábamos algo. Ese fue el fin (...).

Con este testimonio de lucha por el uso y propiedad de la tierra, la nostalgia del recuerdo adquiere un significado político. Detrás de los desplazadores(de todos los bandos) hay un interés por aprovechar la laxitud, el desorden y la decidíaestatal para apropiarse de las tierras que más allá de estar o no explotadas pertenecen a la nación. Un hecho que por tener confianza en las leyes (por ejemplo la Ley 60 de 1994 que crea las zonas de reserva campesinas) la mayoría de los campesinos desconocen y que a la postre los convierte en presas fáciles de los hacendatarios, terratenientes, ganaderos y los grupos armados ilegales. Unos desplazadores que actualmente se han transformado en empresarios del campo, que al lado de los megaproyectos y la explotación aurífera se apropian jurídicamente de las tierras públicas.

En efecto, desde la creación de la República la lucha por la tierra ha sido una constante y en gran parte la causante de la mayoría de los conflictos entre hacendados, colonos, campesinos y las comunidades étnicas. Hoy esta demanda vuelve a ocupar los principales titulares que desde 1935-3613 y los primeros años de la década 1970 las elites políticas habían olvidado, la posibilidad de una reforma agraria. Un abuelo recuerda cómo en los años setenta él participó en varias comisiones que fueron a Bogotáa reclamar sus derechos sobre tierras del Charco y Bocas de Satinga: "Yo fui comisionado por mi comunidad para que con gente del Cauca y Tumaco fuéramos a proponerle al Gobierno de Lleras Restrepo que la Reforma Agraria también se hiciera por las tierras olvidadas del Pacífico pero en Bogotá ni nos escucharon (...)".

Las organizaciones de indígenas, de afrodescendientes y de campesinos actualmente vuelven a ser protagonistas, como lo demuestran las reiteradas movilizaciones que tienen por objeto presionar al Estado para que defina los derechos sobre la propiedad y uso de la tierra. Aunque como lo sugiere nuestro líder agrario, el Estado cada vez es más débil frente a la presión de los grandes empresarios de la tierra para que les otorguen miles de hectáreas bajo el pretexto de que gracias a su infraestructura las pueden hacer más rentables. En palabras de Tomas (nombre cambiado por seguridad): "El Estado ha sido incapaz de ponerle un freno a las empresas explotadoras de oro, madera, carbón yde la palma africana para que no nos robe nuestras tierras, que por legítimo derecho le han pertenecido a nuestros abuelos y a los abuelos de ellos". E insiste en que quienes desplazaron a su comunidad lo hicieron para explotar los yacimientos auríferos, afirma quepara ello se valieron de los paramilitares.

El actual Gobierno nacional impulsa una política de titulación y restitución de las tierras despojadas a los campesinos, tal vez para que políticamente se deje sin piso a una de las principales consignas de las FARC, la Reforma Agraria. En efecto, históricamente, el uso y propiedad de la tierra puede considerarse como uno de los principales detonantes de la mayoría de los conflictos sociales y políticos en Colombia. Las guerras civiles desde el siglo XIX hasta mediados del XX tienen en dicho componente un detonante efectivo. El control de la gran hacienda permitía a los latifundistas en la mayoría de las regiones del país reforzar su poder político tradicional que impedía la constitución de una verdadera democracia, pues convertía a los campesinos en carne de cañón de sus guerras partiditas, unas confrontaciones que solo tenían por objeto acceder violentamente al poder político y les negaba la ciudadanía, pues los trataban como "fieles" siervos(Guillén, 2008).

Durante el Frente Nacional, los tenues propósitos de hacer una Reforma Agraria por parte de Carlos Lleras Restrepo rápidamente fueron acallados en el Pacto de Chicoral, por medio del cual se continuó con una política dirigida a estimular la producción agrícola intensiva, la tecnificación y el apoyo a los empresarios del campo, en vez de darle tierra al pequeño agricultor que continuó como jornalero, aparcero, arrendatario o dueño de una miniparcela insuficiente para vivir de ella. A los campesinos se les darían unos irrisorios préstamos por medio de la Caja Agraria pero no tierra14. En respuesta a lo anterior, surge la ANUC y sus reivindicaciones de la tierra para el que la trabaja. En ese contexto, guerrillas como las FARC se consolidaron en territorios que habían sido desde comienzos del siglo XX escenarios de un movimiento campesino en defensa de la tierra (la región del Sumapaz, el pie de monte llanero, el sur del Tolima y los departamentos del Huila, Cauca y Nariño).

De los encuentros de la memoria con este grupo de abuelos se concluye que el problema de la tierra puede considerarse como el mayor escollo para lograr la paz. Como lo afirma uno de ellos: "Desde hace muchos años enBocas de Satinga, los empresarios de la madera para sacar la producción hicieron canales que nos inundaron la tierra y desde esa época comenzó la guerra (...) La paz, la podemos alcanzar si se soluciona ese conflicto, si no hay tierra para trabajar no hay paz". Con esta afirmación, los abuelos de la memoria nos están diciendo que el origen de los diferentes conflictos del Pacífico colombianoson consecuencia de la incapacidad del Estado para poder controlar unaregión considerada como un territorio étnicamente diverso, con problemas históricos que no se pueden resolver solo con medidas beligerantes. Además, en sus relatos se observa cómo existe interés pordarles a conocer a sus interlocutores que muchas de las acciones estales dirigidas a resolverles sus derechos son letra muerta o que los beneficiados no siempre son los más necesitados de tierra.

CONCLUSIONES

Ante la actual crisis generalizada por la pérdida de valores como la solidaridad y la justicia, notorios en el caso del desplazamiento y la incapacidad de los individuos para ponerse en el lugar del foráneo, se requiere construir unos mínimos valores humanos, basados en criterios y actitudes que creen consensos básicos y vinculantes(Küng, 1999), que reconozcan en primera instancia el conflicto social y cómo es te termina afectando a toda la comunidad. Es decir, se espera que con la escuchas de las voces de los desarraigados sea posible superar la actitud de considerarlos como un daño colateral (Bauman, 2011) y comencemos a concientizarnos de que el problema del otro también pone en crisis nuestra propia existencia y valores éticos.

El desplazamiento es un problemaglobal que amenaza la vida misma de la especiehumana, por tal motivo también requiere ser estudiado por la bioética. En este sentido, la excesiva y profunda marginalidad, yla injusticia e inequidad económica en América Latina obligó a la bioética a incluir parala defensa de la viday el pluralismo el estudio de los problemas sociales. En palabras de Susana Vidal, una bioética para América Latina tiene que tener en cuenta "Que el mundo de hoy está regido por condiciones de desigualdad global, y por una distribución mundial y local de la riqueza injusta, no equitativa, y excluyente de grandes grupos sociales y que los problemas éticos que golpean la la sociedad. En efecto, olvidar y seleccionar lo narrado con conciencia moral de la humanidad son principalmente la pobreza, la guerra y la violencia, el hambre y la exclusión de los bienes básicos de un importante porcentaje de la humanidad" (2010, p. 17).

En Colombia, como se ha mostrado a lo largo del texto, hay dificultades para reconocer el desplazamiento como un problemaético. Además, el no reconocimiento del conflicto trae consigo otros problemas relacionados con la falta de oportunidades para que los desplazados logren ser acogidos por la sociedad en su conjunto. En este sentido, con AmartyaSen, se considera que las dificultades para acceder a la sociedad y al mundo del trabajo son una forma de mantener la esclavitud. "La falta de libertad económica puede alimentar la falta de libertad social, de la misma forma que la falta de libertad social o política también puede fomentar la falta de libertad económica" (Sen, 2000, p. 19). Con estas palabras se podría afirmar que hoy los afrodescendientes en condición de desplazamiento están perdiendo unavez más la libertad que habían obtenido en los territorios ancestrales del Pacífico colombiano.

Los abuelos de la memoria que sobreviven en Aguablancaen condiciones de desplazamiento entretejen sus relatos de vida con la esperanza de ser reconocidos como actores sociales legítimos, ya que las políticas públicas creadas para reconocer sus derechos la mayoría de las veces no se cumplen o desconocen su identidad afro(Garavito y Orduz, 2010); además, son conscientes de que cada día transcurrido en la ciudad el retorno se torna imposible. En este escenario, la memoria es un espacio privilegiado para defender sus derechos, una opción legítima en el proceso de inclusión a una sociedad que debería respetar sus derechos, una acción mediante la cual las comunidades afro lograrían fortalecerse colectivamente en medio de la diferencia.

Ahora bien, los recuerdos no llegan de forma masiva sino seleccionada, ya que la mayoría se confunde en los laberintos de la memoria. Sin embargo, es gracias a esa selección que se logra olvidar la crisis del día anterior, el miedo de la semana pasada, la frustración de hace un mes, el dolor de hace un año, o la muerte de los seres queridos; en este caso el terror que generó el desplazamiento. Por eso si se les propone a los desplazados volver a sus tierras surgen dudas, miedos y justificaciones que intentan mostrar a una ciudad en la que se vive mejor, pese a sus infortunios diarios. De esta forma, también surge la nostalgia y la remembranza. Un dolor que solo se puede olvidar o recordar por medio de los ritos de la memoria.

En los relatos y conversaciones sostenidas con los desplazados es recurrente la idea de que ellos podrían olvidar y perdonar siempre y cuando les sean reconocidos sus derechos y sean acogidos dignamente por el resto de la sociedad. En efecto, olvidar y seleccionar lo narrado con este grupo de abuelos desplazados permitió comprender, hasta cierto punto, que la memoria es dadora de sentido, pero que también olvida y selecciona en su propósito de sobrevivir. El testimonio que explica cómo ocurrieron los hechos traumáticos ayuda a superar la culpa y a reflexionar sobre los verdaderos culpables. El testimonio sublima. Los silencios o las miradas cómplices y que no permiten conocer fácilmente el evento traumático también sirven para aproximarse a una explicación que contribuye a comprender la actual situación de desconcierto, pérdida de sentido y de desesperanza.

En efecto, el grupo focal de afrodescendientes permitió a algunos de ellos explicar, ante el grupo y a sí mismos, que ellos son víctimas del conflicto; además, en el relato de sus historias y en la manera como las cuentan y revelan, es posible encontrar avances psicosociales en la reconstrucción de sus vidas. Es una consecuencia del duelo producido en la narración y racionalización, lo cual contribuye a la superación parcial del trauma. También se percibe que las identidades solidarias frente a un evento traumático similar y la forma colectiva como se construyen las historias ayuda a curar las heridas, dado que los relatos son sanadores e incluyentes. En este sentido, la memoria colectiva, cumple la función de darle voz a los excluidos, y en los eventos traumáticoscontribuye a quien está traumatizado a reconstruirle una realidad que parezca manejable. Es una respuesta a la memoria manipulada por los victimarios, quienes niegan el conflicto o sus causas (Ortega, 2011).

Hoy, cuando se habla del fin del conflicto, el problema de la tierra vuelve a ocupar un lugar central de una paz incierta. No es casualidad que este tema haya sido O79 elegido como el primero para comenzar los diálogos de La Habana y que haya sido propuesto por una guerrilla que se autodefine de origen rural. Paradójico es, además, que la argumentación en que basa la propuesta de una reforma agraria sea la misma que motivó al Gobierno a proponer las zonas de reserva campesina en 1994, o los esfuerzos actuales para intentar sacar adelante una política de restitución de tierras. Ante estas propuestas, los campesinos desplazados de Aguablanca se muestran incrédulos, incluso en nuestro grupo de observación están divididos pues muchos ya no quieren retornar ya queaseguran que en sus territorios son otros los desplazadores. El otro porcentaje prefiere una casita, ya no son campesinos, ahora son "toderos".

Por último, el Distrito de Aguablanca continúa recibiendo desplazados del Pacífico colombiano, que se asientan como nuevas oleadas, lo que hace de esta localidad un escenario aún más complejo y conflictivo, el cual espropenso para el desarrollo de la exclusión, la delincuencia social y el hacinamiento. De hecho, en la actualidad nuestros abuelos de la memoria se ven obligados a sortear todos los días las fronteras invisibles que propician el enfrentamiento entre antiguos vecinos; entre jóvenes pertenecientes a todo tipo de bandas y con fuerte presencia de los rastrojos;entre los nuevos desplazados que vienen de otros sectores de la ciudad; entre las diferentes colonias que por años han llegado de todo el sur occidente del país, y ahora dinamizados por los nuevos desplazados de Buenaventura que huyen de una violencia cada vez más cruenta e inhumana.


NOTAS

1 Según los acuerdos (consentimiento informado) a los que se llegó con el grupo de los doce abuelos, explicándoles el interés por parte del equipo de investigación de dar a conocer sus historias, se decidió con ellos que para proteger sus identidades, cuando fuese necesario mencionar algún nombre estos se cambiasen. Para no caer en la mención de nombres ficticios, que dicen poco, en la narración solo en algunas ocasiones se menciona como recurso literario. Volver

2 Resulta evidente que la gran diferencia entre las cifras obedece entre otras razones a los intereses políticos de quienes las proveen. Para los organismos estatales pareciera que es conveniente mostrar un menor número de desplazados y de víctimas del conflicto, dado que ella demostraría la precariedad del Estado, además de obligarlo a asignar más recursos; por el contrario, para los organismos defensores de derechos humanos y ONG resulta prioritario denunciar la magnitud del problema. Entre los principales generadores de cifras tenemos los siguientes: la Consultoría para los Derechos Humanos y Desplazamiento (CODHES), ACNUR y el CINEP,el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno, las diversas entidades estatales coordinas por la Presidencia de la República y ahora el Centro Nacional de Memoria Histórica (ver http://www.internaldisplacement.org/8025708F- 004BE3B1/(httpInfoFiles)/99E6ED11BB84BB27C1257B6A- 0035FDC4/$file/global-estimates-2012-may2013.pdf). Volver

3 Después del clásico La violencia en Colombia, escrito por Monseñor Germán Guzmán, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna publicado en 1962, Gonzalo Sánchez, en el libro Pasado y presente de la violencia en Colombia (1986), hace un balance sobre este problema. Un estudio más reciente sobre la producción historiográfica sobre la violencia en Colombia ha sido realizado por Carlos Miguel Ortiz. En este texto, Ortiz sistematiza de una manera más amplia y problematizante estas investigaciones (Ortiz, 1994). De todas maneras, desde la publicación de este último trabajo colectivo, los avances en este campo continúan, por lo cual se requiere realizar un nuevo balance. Estos dos balances escritos hace ya varios años demostraban que esta temática ha sido la más investigada en Colombia. Hoy el escenario no es diferente, de hecho cada año el gran número de libros, artículos e investigaciones que salen a la luz pública hacen casi imposible conocer plenamente los avances en este sentido.Volver

4 A esta diversidad de actores ilegales es necesario sumarle la violación de los derechos humanos por parte de sectores del establecimiento representados en las autoridades civiles y militares que por negligencia, connivencia u omisión se convierten en victimarios de personas inocentes que sobreviven en medio del conflicto generado por los diferentes actores armados ilegales. Y sumarle también a este ya de por sí complejo escenario el accionar desplazador de los empresarios de la tierra (palmicultores) y de la minería. Los estudios sobre esta problemática se han centrado en el Choco, donde dicha convivencia o asociación es más evidente (Restrepo y Franco, 2011).Está por investigarse lo que ocurre en este campo en los departamentos del Cauca y Nariño. Volver

5 Para un estudio más detallado sobre el crecimiento y análisis de la población afrodescendiente o afrocolombiana los diferentes estudios de Fernando Urrea-Giraldo (2010) demuestran un crecimiento o visivilización de dicha población. Volver

6 En otras palabras, la imposición de unos recuerdos narrados nos deja sin memoria. En palabras de Ricoeur: "(...) los abusos de memoria se hacen abusos de olvido. En efecto, antes del abuso hay uso, necesidad de una dimensión selectiva. Las estrategias del olvido se injertan directamente en ese trabajo de configuración: siempre se puede narrar de otro modo, suprimiendo, desplazando los momentos de énfasis, refigurando de modo diferente a los protagonistas. Se utiliza aquí una forma ladina de olvido, que proviene de desposeer a los actores sociales de su poder originario de narrarse a sí mismos" (Ricoeur, 2008, p. 125) Volver

7 Como forma de introducir el debate sobre los usos de la memoria, es necesario considerar que esta requiere ser adjetivada con múltiples calificativos que permitan problematizarla en todas sus dimensiones. Por ahora solo serán mencionadas las que considero fundamentales y que Pierre Nora identifica como consecuencia de la desacralización de la memoria y de la pérdida de un sentido de la historia: "la memoria hecha migajas": la memoria como identidad; la memoria como colectivo; la memoria manipulada; la memoria selectiva, y la memoria frente al conflicto(Nora, 1992). Volver

8 "Por los enfrentamientos armados que duraron alrededor de una media hora, se vieron forzados a desplazarse las comunidades afrodescendientes del Consejo Comunitario Río Satinga de las veredas de Chocho (16 familias), Bellavista (40 familias), Chapíl (18 familias), Pueblo Nuevo (43 familias), Conejo (14 familias), Bella Unión (7 familias), Barro Caliente (10 familias), Barbacoitas y Travesía, que se refugiaron en el colegio y las casas de la vereda Las Marías del mismo Río más abajo. Las clases en el Colegio de las Marías tuvieron que ser suspendidas. En un total huyeron 183 familias afro. Igualmente se desplazaron el día siguiente la mayoría de las comunidades indígenas de Casa Grande (26 familias) y parte de Tórtola (4 familias), que se refugiaron en el albergue humanitario construido en la vereda de Bocas de Víbora, a pocos minutos de Bocas de Satinga". Esta denuncia publicada el 28 de octubre de 2009 da cuenta del conflicto en esta región. Ver http://renacientes.org/index.php/territorios/magdalena-medio/482-desplazamiento-masivo-en-el-rio-satinga-municipio-de-olaya-herrera-narino Volver

9 En el Caquetá uno de los desplazamientos más grandes sedio durante 2004 como consecuencia de las operaciones militares que tenían por objeto acorralar a las FARC y de paso continuar con las fumigaciones de los cultivos ilícitos.La Diócesis de Florencia en 2004 realizó un estudio detallado sobre el desplazamiento masivo de la población que se presentó en los departamentos del Caquetá y el Putumayo, en el contexto del Plan Patriota y la llegada de los paramilitares a una zona predominantemente cocalera, que desde mediados de le década de 1990 había sido protagonista por medio de las "marchas de cocaleros" (julio-septiembre de 2004) (ver Caquetá: Una utopía de paz y desafío de reconciliación". Boletín especial RUT informa sobre el desplazamiento forzado en Colombia.Recuperado de http://www.disaster-info.net/desplazados/informes/rut/estudio08). Volver

10 Este abuelo afrodescendiente y su familia fueron desplazados en abril de 2007, su llegada inicial fue al municipio de El charco, donde con él llegaron 5000 personas más. Un desplazamiento que fue denunciado por aquellos días por la prensa nacional. Muchos de estos desplazados actualmente viven en Aguablanca al lado de otras personas provenientes de la mayoría de los municipios costeros del Pacífico nariñense (ver http://www.elcolombiano.com/BancoConocimiento/E/exodo_de_5000_personas_por_combates_en_narino/exodo_de_5000_personas_por_combates_en_narino.asp). Volver

11 Alfredo Molano explica que esta región es dominada por los Rastrojos, quienes controlan en el mar las exportaciones de cocaína. Actualmente frente a la disminución de los cultivos sus habitantes vuelven a explotar intensivamente la madera (sapán, guánjaro, cedro y garza) (Molano, 2011). Volver

12 Para un estudio detallado sobre el cultivo de la palma africana, las relaciones laborales y sus consecuencias sociales en Tumaco, el texto de Eduardo Restrepo resulta esclarecedor (Restrepo). Volver

13 Marcos Palacios, quien durante años ha trabajado el problema de la tierra en su último libro dedicado a la llamada Reforma Agraria de 1936, demuestra que con esta ley se le abrió paso a la expulsión de los campesinos,que habían colonizado las tierras baldías, por parte de los hacendados latifundistas, quienes basados en una lectura acomodada y mentirosa de ley probaban ser los legítimos propietarios.Para esto falsificaron títulos de propiedad que supuestamente provenían de la Corona y que demostraban ser los legítimos poseedores, pues dichas tierras estaban dentro de los predios de la hacienda. Con esta publicación, Palacios pone en duda que las medidas liberales de 1936 en torno a la propiedad de la tierra hubiesen sido modernas, por el contario eran retardatarias y compactaban aún más a unas oligarquías que basaban su prestigio social y económico en la tierra (Palacios, 2010).Volver

14 Arturo Ricardo Jiménez Solano realiza una investigación actualizada que describe los diferentes intentos fallidos por hacer una política pública que modifique y equilibre la propiedad de la tierra y esté acompañada de la creación de una infraestructura tecnológica y vial que permita hacer de la agricultura un sector competitivo y productivo, lo cual repercutirá necesariamente en la creación de una clase media campesina que supere la pobreza y no sea caldo de cultivo para la violencia(Jiménez, 2012). Volver


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