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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702

rev.latinoam.bioet. vol.16 no.1 Bogotá Jan./June 2016

https://doi.org/10.18359/rlbi.1438 

EDITORIAL
DOI: http://dx.doi.org/10.18359/rlbi.1438

Bio-editorial: por un diálogo inter y transdicisplinar

JUAN MARÍA CUEVAS SILVA
Editor


Durante el desarrollo del siglo xx, en el contexto académico e intelectual se agudizó la discusión entre ciencias blandas y ciencias duras; entre ciencias exactas y experimentales con las ciencias humanas, humanidades y ciencias sociales. Este hecho en la academia occidental, y más marcado en los países latinoamericanos, generó un imaginario social en el que las ciencias exactas (duras) se consideraban como aquellas que "sí" cumplían con los requisitos para ser llamadas científicas; mientras que las ciencias humanas, sociales o de humanidades se concebían como ciencias especulativas. Craso error de la sociedad académica e intelectual haber entendido las ciencias desde una clasificación y estratificación jerárquica, fenómeno que favoreció que se olvidara que tanto unas como otras producen conocimiento y han permitido la transformación y el mejoramiento en la calidad de vida de los seres humanos. Pero más que eso, se olvidaron de que la producción de sus conocimientos debía cumplir con el objetivo de proteger la sacralidad de la vida; sumado a esto, el enceguecimiento acrítico de ciencias exactas y sociales frente al sistema capitalista y de mercadeo del conocimiento es una circunstancia que en el siglo xxi es más evidente y real1.

En este contexto de la falacia dualista y fragmentaria entre ciencias duras y ciencias blandas, que para algunos aún sigue vigente, la bioética surgió como una alternativa para demostrar, tanto a científicos exactos como a científicos sociales, que una tendencia epistémica científica no es más (ni vale más) que otra. Por el contrario, se complementan, de tal forma que están llamados a generar y producir conocimiento pertinente en una sociedad convulsionada, donde la vida cada vez más está siendo afectada por avances tecno-científicos, fórmulas mercado-financieras, modelos religioso-morales, estructuras urbanístico-asfálticas, entre otros fenómenos propios de la dinámica histórica.

Plantear en pleno siglo xxi que las ciencias exactas son más que las ciencias humanas, sociales o las humanidades; o, por el contrario, sesgarse al dogmatismo radical de presentar las ciencias humanas, sociales o las humanidades como las que tienen la última palabra frente al conocimiento científico hace surgir una dicotomía entre conocimiento científico y conocimiento humanístico, que más que una confrontación invita a construir puentes de diálogo entre las ciencias, pero desde la realidad social que se suscita y gesta en cada contexto, una ciencia donde el laboratorio sea la realidad social, la cotidianidad de la vida desde su carácter holístico y no fragmentado.

El diálogo debe estar caracterizado por la apertura de mentalidad de científicos de una tendencia o de la otra; debe haber un respeto por la producción de conocimiento en cada espacio epistémico; no pensar como en épocas de antaño medievalismo que las humanidades tienen la última palabra y que las ciencias exactas deben someterse a su juicio; o no caer en la falacia de darle más valor a las ciencias experimentales denigrando el sentido de las ciencias humanísticas. El diálogo no es entre las ciencias de manera especulativa e irreal, este diálogo es entre los agentes sociales que lideran los procesos de producción de cada ciencia, es decir, los científicos, los investigadores, los académicos. Para este diálogo debe eliminarse cualquier tipo de prepotencia e ínfula porque se cree tener un saber, pues una de las condiciones naturales del diálogo es que no hay verticalidad jerárquica con poder, sino horizontalidad consensual con capacidad de escucha.

Así, en el campo de la bioética, es urgente y necesario gestar diálogos cada vez más inter y transdisciplinares, descentrándolos meramente del discurso biojurídico o biomédico, máxime cuando en el contexto actual de las ciencias y sus relaciones con la sociedad y la cultura son cada vez más interdependientes. El diálogo bioético es por excelencia un campo en el que la acción no se aplaza, en el que las ciencias humanas, sociales o las humanidades tienen un espacio de acción para sus planteamientos. De la misma manera, es el espacio donde las ciencias "exactas" pueden poner en discusión sus avances, su sentido dentro de los procesos bióticos y abióticos que nos rodean, pues al mismo tiempo este diálogo bioético es un diálogo del hombre con su entorno, cuerpo, vida, existencia, pero de manera interdependiente con la naturaleza, con el medio ambiente, con la ecología.

Podríamos hacer toda una exposición del sentido de la inter y transdisciplinariedad, de su importancia dentro de la academia, pero es importante dar el salto hacia un inter y transposicionamiento de ideas, sentimientos y pensamientos que se vuelvan acciones; pero esto es solamente posible a través del diálogo, no solo de eruditos, sino también de agentes y protagonistas sociales que se sientan miembros de un mundo interdependiente que requiere cuidado y protección. Las construcciones teóricas, académicas e intelectuales, ya sea desde las ciencias exactas o desde las ciencias humanas, deben favorecer el diálogo con todo aquello que signifique vida o permita su desarrollo.

El diálogo bioético no puede darle la espalda a las revoluciones que acompañan a la humanidad actual: cultural, política, social, económico-financiera, ambiental, ecológica, de proliferación de géneros, médico-científica, entre otras. Por el contrario, estas revoluciones deben ser asumidas desde las ciencias construidas por el conocimiento del hombre, de manera interdependiente, ya que lo que está en medio no es la discusión de su validez o no; más bien, se trata de ver su pertinencia o no dentro de las sociedades. Para instaurar el diálogo bioético es indispensable ubicarse dentro de una sociedad líquida (Bauman), en el paradigma de la complejidad (Morin), de la filosofía de la finitud (Méllich), la sociedad del riesgo (Beck) y otro sin fin de propuestas que surgen desde las ciencias humanas y que ayudan a comprender el sentido de los avances de las hoy llamadas tecnociencias y ciencias humanísticas.

La bioética es un discurso que con su apertura y prospectiva se convierte en el escenario y terreno propicio para difundir el sentido holístico de las ciencias, de todas las ciencias sin clases sociales, es decir, es un espacio donde se cuestiona y resignifica el antropocentrismo con el que se han construido las ciencias, lo cual proyecta un establecimiento de discursos dialógicos con sentido para la realidad en la que se desarrolla la vida actualmente. La bioética, por su carácter dialógico, requiere bioeticistas abiertos al mismo diálogo académico y científico, de agentes sociales que rompan con la paradigmática actitud displicente y egocéntrica como propietarios del saber y de la ciencia, que aterricen en la realidad con la humildad del sabio, no con la prepotencia del sabelotodo. Un agente social del conocimiento con capacidad de ser interlocutor entre los fenómenos sociales, la ciencia, el ser humano, lo ecológico y todo aquello que involucre lo biótico y lo abiótico.

En este número se encuentran perspectivas bioéticas dialógicas, propuestas para entablar reflexiones desde el inicio de la vida humana, pasando por el medio ambiente y el cuidado, cimentados estos textos en ciencias médicas, humanidades, filosofía, derecho, ecología. Invitamos a que nuestros lectores y autores se motiven a conocer las tendencias actuales en bioética y para que en nuestra revista nos apoyen con artículos de investigación que aporten a responder a las necesidades de nuestra sociedad actual. La bioética no es solo biomédica o biojurídica, es también un diálogo con lo biosocial, biopolítico, bioeconómico, es decir, es un diálogo inter y transdisciplinar con todo aquello que rodea y afecta a la vida en su conjunto.


NOTAS

1 Este aspecto de mercado vs. conocimiento, capitalismo vs. conocimiento, ciencia vs. producción es delicado en el contexto educativo mundial, que merece ser abordado y estudiado, pero que no es el centro de este escrito. Volver