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Aquichan

Print version ISSN 1657-5997

Aquichan vol.6 no.1 Bogotá Jan./Dec. 2006

 

 

El subsistema cognitivo en la etapa preescolar


Cognitive Subsystem in Pre-School Stages

Ángela Hernández Posada

Facultad Enfermería Universidad de la sabana. Campus Universitario del Puente del Común, Km. 21, Autopista Norte de Bogotá D.C., Chía, Cundinamarca, Colombia. angela.hernandez@unisabana.edu.co


RESUMEN

El presente artículo es producto de una amplia revisión teórica acerca del crecimiento y desarrollo del niño en su etapa preescolar realizada durante la investigación para diseñar y validar un instrumento que permita la valoración de la adaptación del niño entre los 25 y 72 meses tomando como base el Modelo de Adaptación de la Doctora Callista Roy, investigación que se está llevando a cabo en la Facultad de Enfermería de la Universidad de La Sabana.

En el desarrollo del artículo se presentarán los conceptos generales sobre adaptación y mecanismos de afrontamiento, y se analizará con mayor detenimiento el mecanismo cognitivo y su desarrollo en la etapa preescolar, caracterizada por procesos preoperacionales, preconvencionales y premorales, la autonomía, la iniciativa y el inicio de la socialización.

PALABRAS CLAVE

Adaptación, mecanismo de afrontamiento, subsistema cognitivo, cognición, conciencia, lenguaje, autonomía, iniciativa, juicio moral, socialización.


ABSTRACT

This article is the result of a broad theoretical review about children’s growing and development in pre-school stages; this review was done while researching to design and validate an instrument for assessing child’s adaptation between 25 and 72 months based on the Roy Adaptation Model. The investigation is being conducted at the Nursing Faculty of La Sabana University.

While developing the article, some general concepts about adaptation and confrontation mechanisms will be presented. The cognitive mechanism and its development in pre-school stages will be thoroughly analyzed; this stage is featured by pre-operational, pre-conventional and pre-moral processes, autonomy, initiative and socialization’s beginning.

KEY WORDS

Adaptation, confrontation mechanism, cognitive subsystem, autonomy, initiative.


El proceso de adaptación según la doctora Callista Roy

Para que un preescolar logre la adaptación es necesario un proceso dinámico que permita ajustar el organismo a su medio (regular los comportamientos en función del entorno), a través de mecanismos de asimilación (personalización de las influencias externas) y acomodación (reorganización de las propias estructuras internas con base en la asimilación), con el objetivo de conseguir la homeostasis (armonía equilibrio, sintonía) en su crecimiento y desarrollo; para ello son necesarios los mecanismos de afrontamiento o procesos de control, definidos en el Modelo de Roy (1) como las formas de interactuar innatas y adquiridas que responden e influyen en un ambiente que está en continuo cambio.

Los procesos innatos de afrontamiento están genéticamente determinados, son comunes a todas las especies y actúan automáticamente, es decir, la persona no tiene que pensar en ellos el subsistema regulador hace parte de estos procesos. Se basa en las “respuestas del sistema neuroquímico ante un estímulo y su acción sobre los órganos efectores”.

Los procesos adquiridos se desarrollan a través de estrategias como el aprendizaje, ya que las experiencias en cada etapa de la vida contribuyen a dar respuestas definidas y esperadas ante un estímulo particular; el subsistema cognitivo forma parte de estos procesos y su desarrollo en la etapa preescolar será el objeto de este ensayo.

Con respecto a los mecanismos de afrontamiento en niños debe tenerse en cuenta que su capacidad de adaptación depende de las características naturales, del apoyo social y del afrontamiento familiar. A medida que el niño madura, va adquiriendo y ampliando sus técnicas o procesos adquiridos de afrontamiento (2,3).

Generalidades del desarrollo en la etapa preescolar

Entre los 3 y 5 años, los pequeños hacen la transición de la edad de los primeros pasos a la niñez temprana, la etapa del preescolar o edad del juego, clasificaciones dadas por algunos autores como Papalia (3) y Shaffer (4). A partir de los tres años ya no es un bebé sino un gran aventurero, siente que su casa es el mundo y está ansioso por explorar todas sus capacidades en desarrollo de su cuerpo y su mente. Ha superado los riesgos de los primeros años para ingresar a la etapa preescolar en una forma más saludable pero con nuevas amenazas. El crecimiento y el cambio en esta etapa son menos rápidos pero continúan entrelazándose el desarrollo físico, cognoscitivo, emocional y social. Sus cuerpos se tornan más delgados, sus habilidades motoras y mentales se agudizan, y su personalidad y relaciones interpersonales se vuelven más complejas.(6,7,8,9,10,11).

Las destrezas que el niño ha adquirido le permiten desempeñar un papel mucho más activo en su relación con el ambiente: se desplaza libremente, siente gran curiosidad por el mundo que lo rodea y lo explora con entusiasmo, es autosuficiente y busca ser independiente.

Las tareas principales en esta etapa se caracterizan por: dominio de habilidades neuromusculares, inicio de la socialización, logro de la autonomía temprana, desarrollo del sentimiento de iniciativa e inicio de la tipificación sexual. La creciente facilidad con que el preescolar va manejando el lenguaje (básicamente individualista: mío, dame, yo solo) y las ideas, le permiten formar su propia visión del mundo, a menudo sorprendiendo a los que lo rodean. Va desarrollando su capacidad para utilizar símbolos en pensamientos y acciones, y comienza a manejar conceptos como: tiempo, espacio, relación y clasificación, aspectos que van demostrando su desarrollo cognitivo.(12,13,14,15,16)

El desarrollo del subsistema cognitivo en el preescolar

El subsistema cognitivo mediado por la capacidad del sistema nervioso para percibir, asociar, interpretar y responder a la información que recibe constantemente del ambiente, a través de los sentidos, da significado a las experiencias humanas(17,18).

La cognición según Roy (2) es la “capacidad de pensar, sentir y actuar”, expresada a través de funciones motoras como el lenguaje, la expresión corporal y los movimientos en general; en este proceso se involucran también la conciencia y los estímulos, la emoción, la percepción, el juicio y el aprendizaje(19).

Los aspectos enumerados anteriormente (cognitivo y conciencia) son difíciles de valorar en un niño, especialmente en lactantes y preescolares, debido a su nivel de desarrollo cognitivo, el cual se manifiesta en la creciente facilidad que el preescolar adquiere para manejar el lenguaje y las ideas, permitiéndole formar su propia visión del mundo, a menudo sorprendiendo a los que le rodean.

Aún no logra separar completamente lo real de lo irreal, y su lenguaje es básicamente egocéntrico, y todavía le cuesta aceptar el punto de vista de otra persona.

Las principales características del desarrollo cognitivo en esta etapa pueden resumirse en:

    - Desarrollo de la función simbólica, es decir, de la capacidad para representarse mentalmente imágenes visuales, auditivas o cinestésicas que tienen alguna semejanza con el objeto representativo. La función simbólica se manifiesta a través del lenguaje, la imitación diferida y el juego simbólico.

    - Comprensión de identidades: comprensión de que ciertas cosas siguen siendo iguales aunque cambien de forma, tamaño o apariencia. El desarrollo y convencimiento de esto no es definitivo pero es progresivo.

    - Comprensión de funciones. El niño comienza a establecer relaciones básicas entre dos hechos de manera igual y vaga, no con absoluta precisión.

Su mundo ya es más predecible y ordenado, pero aún existen características que hacen que el pensamiento preoperacional esté desprovisto de lógica. Es la etapa en la cual se empiezan a utilizar los símbolos y el pensamiento se hace más flexible (20,21,22)

El niño demuestra que puede percibir características específicas como olor, forma y tamaño. La capacidad verbal juega aquí un papel muy importante para que pueda calificar lo que percibe. Como el preescolar desarrolla sus habilidades de lenguaje con mucha rapidez, es importante que los padres lean cuentos al niño con regularidad y hablen con él muchas veces durante el día; un retraso del discurso o problemas de la articulación pueden indicar un déficit de oído, una falta de estímulo medioambiental, un ambiente bilingüe, o un retraso de desarrollo generalizado(9,10,15)

El lenguaje va perfeccionándose, sobre todo a nivel de construcción: así mismo utilizará artículos, preposiciones, conjunciones, acercándose al lenguaje de los adultos. Así mismo, la memoria se desarrolla en esta edad, retiene con más facilidad aquello que sea de su interés y ahora lo hará claramente. Los preescolares recuerdan y procesan información. En general se dice que su capacidad de reconocimiento es buena y su recuerdo es pobre pero ambos mejoran entre los 2 y los 5 años. Es importante que los padres tengan presente que en esta etapa los periodos de atención no son mayores de 15 a 20 minutos (22,23,24,25,26).

Esta etapa es un momento crucial para el niño: se produce la toma de “conciencia de sí mismo”; esto puede reconocerse en el uso de los pronombres personales (yo). Su personalidad actúa en función de dos mecanismos: uno subjetivo, basado en el conocimiento y la valoración de sí mismo (expectativas propias, autoconcepto) y otro objetivo, basado en el conocimiento y la valoración que los demás hacen de él (expectativas ajenas), su rol e interdependencia.(20,21,22)

Al final del tercer año hay una reestructuración global de todas las funciones psíquicas. Normalmente suele haber terminado la etapa del “no” o del negativismo. Ello hará que esta etapa sea más fácil de tratar. El niño ahora es capaz de representar en su pensamiento la acción que va a realizar (antes de realizarla), así como expresar mediante el lenguaje hechos pasados.

Se inicia la escolaridad. La actitud que adopten los padres ante esta nueva situación marcará la actitud del niño. Hay que intentar no sobreprotegerlo, pues con ello no se favorece su autonomía.

En 1980, Erickson (6) planteó que en esta edad comienza la etapa de iniciativa frente a la culpa, que consiste esencialmente en el desenvolvimiento del niño, donde su energía le permite olvidar rápidamente los fracasos y afrontar lo que le parece deseable, aún cuando sea incierto y peligroso; ha superado ya la crisis de los tanteos y temores, y está ahora siempre activo y en movimiento. El niño goza en el ataque y la conquista, en rivalizar con los hermanos y amigos, en “ser el mejor”. Deja atrás su apego exclusivo a los padres e inicia su crecimiento independiente.

Puede aparecer ahora un sentimiento de culpa en el niño cuando las aspiraciones y metas que desea están fuera de su alcance. Es aquí donde los padres deben ayudarle porque la iniciativa trae la rivalidad y los celos que se dan frecuentemente entre hermanos y amigos. Cuando el niño no logra destacarse, sobre todo ante la mamá, aparecen la resignación, la culpa, la ansiedad, que dificultarán su desarrollo psicosocial adecuado(27,28)

Como su lenguaje es más claro ellos creen en el poder de la palabra y aceptan su significado literalmente; por ello cuando se les dice que son malos porque hicieron algo equivocado lo asimilan y se consideran malas personas. Por tal razón, no es conveniente decirles que son malos sino que fue una cosa mal hecha.

También tienden a sentirse culpables cuando ocurre un suceso inesperado que no pueden explicarse (la muerte de un ser querido), debido a su inhabilidad para buscar una explicación razonable acerca de la causa y el efecto de una enfermedad, herida o accidente(29,30).

El niño tiene la necesidad de afirmarse como persona: es capaz de imitar a los adultos en muchas cosas. Alrededor de los cuatro años descubrirá de forma natural la diferencia anatómica entre los sexos. Intentará verificar cada vez que le sean posibles esas diferencias, tanto con otros niños como con sus padres. Será algo natural el hacerlo. A través del dibujo de la figura humana va siendo capaz de representar aquellas partes del cuerpo que conoce bien; a medida que vaya conociendo más, irá completando su dibujo(9,13,29).

Su capacidad de integración cerebral se esboza en la acomodación que hace de diversos objetos, aún cuando no los sepa clasificar adecuadamente; por último, en esta etapa culmina el proceso de individualización emocional en relación con la figura materna(17,18)

Erickson (20) sugiere a los padres ayudar a los niños a que encuentren un balance sano: dejarlos hacer cosas por sí mismos pero guiarlos y establecer límites firmes. Es importante en esta etapa observar la relación que el padre tiene con el niño. Un padre que sostiene una interacción visual con el niño de manera lejana, evita el contacto de los ojos con el infante, o es incapaz de leer las señales, indica ausencia de lazos afectivos. La intervención temprana es indispensable.

Piaget (21,23) en su teoría cognitiva no considera separadamente al niño entre los 3 y 5 años, lo incluye en la etapa preoperacional (2 a 7 años). La cual divide en dos: fase uno: preconceptual entre los 2 a 4 años, y fase dos: pensamiento intuitivo entre los 4 a 7 años. En la primera fase (preconceptual) el niño es capaz de pensar y expresar lo que piensa sin tener en cuenta lo que puedan estar pensando o sintiendo los demás (pensamiento egocéntrico). Y en la segunda fase (pensamiento intuitivo) puede expresar solo una idea a la vez y no es capaz de considerar todas las partes que componen un todo. Los preescolares asumen que las demás personas piensan como ellos y que una breve explicación de sus pensamientos hace que todos lo entiendan.

El preescolar aprende a relacionarse socialmente observando e imitando a los demás. También identifica qué tipo de conducta es o no es aceptable, siendo el ejemplo de las personas adultas y de otros niños de más edad las influencias más poderosas en la formación del comportamiento y la personalidad del niño. Los niños aprenden copiando lo que los demás hacen, y no lo que los demás les dicen que deben hacer. Si los adultos se comportan con gritos y violencia, los niños aprenderán que ésta es la conducta adecuada. Si los adultos tratan a los niños y a las demás personas con amabilidad, consideración y paciencia, los pequeños también seguirán su ejemplo. De esta manera aprende las habilidades sociales necesarias para jugar y trabajar con otros niños (31,44,45).

Las medidas de disciplina del niño en esta etapa dan la oportunidad para hacer elecciones y enfrentar nuevos retos, manteniendo siempre límites claros. Para un niño de esta edad, es importante tener una estructura y una rutina diaria que incluya tareas acordes con su edad, que el niño pueda realizar y sentirse parte importante de la unidad familiar, mejorando la autoestima. Es posible que recordarles dichas tareas y supervisarlos sea necesario para el logro de estas rutinas. El reconocimiento y recompensa por un buen comportamiento o un deber realizado correctamente o sin recordatorios adicionales es extremadamente importante, por lo que los padres deben tomarse el tiempo para reconocer y recompensar los "buenos" comportamientos (31,32).

La mejor forma para entender su nivel de desarrollo cognitivo y psicosocial es a través del juego ya que parte de su lenguaje es no verbal y se les facilita comunicarse con otros niños de esta forma, evidenciándose a través de estas actividades también su forma de pensar (pensamiento mágico), y su desarrollo moral y espiritual (27,33)

El preescolar tiene un pensamiento mágico, su imaginación es ilimitada y la habilidad para inventar e imitar están en su apogeo; a causa de su egocentrismo y de su forma de razonar creen que todos sus pensamientos son poderosos; la imaginación es un motor importante en su desarrollo y se manifiesta en casi todas sus actividades cotidianas, especialmente a través del juego (34,35,36)

Según Bouldin y Pratt (36), Les encanta fingir que son otra persona. Es importante fomentar esta conducta ya que permite al niño desarrollar su imaginación. También les ayuda a comprender y aceptar las formas en que otras personas se comportan, lo cual contribuye a su desarrollo cognitivo.

Su capacidad de cooperar con más compañeros se incrementa. Aunque pueden participar en juegos que tienen reglas, éstas pueden cambiar con la frecuencia que imponga el niño más dominante. Es común, en grupo de niños preescolares pequeños, ver surgir a un niño dominante que tiende a "mandar" a los demás sin mucha resistencia por parte de los otros niños (37,38,39)

Es normal que en esta edad los niños pongan a prueba sus limitaciones en términos de proezas físicas, comportamientos y expresiones de emoción y habilidades de pensamiento. Es importante que exista un ambiente seguro y estructurado, que incluya límites bien definidos, dentro de los cuales el niño pueda explorar y enfrentar nuevos retos. Los niños juegan para divertirse, pero el juego también es un aspecto importante de su aprendizaje y su desarrollo. El juego ayuda al niño a ampliar sus conocimientos y experiencias, y a desarrollar su curiosidad y su confianza (39,40,41).

Los niños aprenden intentando hacer cosas, comparando los resultados, haciendo preguntas, fijándose nuevas metas y buscando la manera de alcanzarlas. La estimulación y el juego son especialmente importantes si el niño padece una discapacidad. El juego también favorece el desarrollo del dominio del lenguaje y de la capacidad de razonamiento, planificación, organización y toma de decisiones, por tanto, es un elemento importante en la estructuración del subsistema cognitivo, y el desarrollo moral y espiritual, esenciales para la estructuración de la conciencia (superego) en los niños (41,42,43,44,45)

Según Kolhberg (30), los preescolares van adquiriendo el juicio moral en su nivel más básico preconvencional o premoral, para ellos las normas y expectativas sociales son algo externo a sí mismos. Aprenden a comportarse según la libertad o restricción para realizar actividades y acciones impuestas por sus padres o cuidadores. Van entendiendo que una acción puede ser buena o mala según obtenga un premio o un castigo; entre los 2 y 4 años evitan romper las normas solo para escapar de un castigo, obedecen por obedecer y así evitar causar daño físico a otros, pero primero piensan en si mismos. Posteriormente, entre los 4 y los 7 años son individualistas, su finalidad es instrumental y de intercambio, siguen las normas para conseguir sus propios intereses y satisfacer sus necesidades. Aceptan intercambios, acuerdos o tratos, reconociendo que otras personas también pueden tener sus propios intereses y que éstos son diferentes a los suyos.(29,30,46,47)

El conocimiento que van adquiriendo los niños en esta etapa también se relaciona con la fe y la religión, y es tomado de sus padres, cuidadores u otras personas que sean significativas para ellos. Sin embargo, la espiritualidad en los preescolares está influenciada por su nivel de desarrollo cognitivo. Tienen una concepción concreta acerca de Dios, con las características físicas de un amigo imaginario. Ellos entienden historias simples, aprenden oraciones cortas, pero su capacidad para entender el significado real de los ritos religiosos es limitada: los libros con dibujos y las pequeñas estatuas o imágenes son útiles para explicar a los niños el significado religioso (9,16,32).

Es importante que los niños vean a Dios como un ser superior capaz de brindarles un amor incondicional, más que como un juez que juzga lo bueno y lo malo, ya que en esta etapa se introyectan estos conceptos. Rezar las oraciones y participar en los ritos religiosos puede ayudar al niño a afrontar periodos estresantes como un procedimiento o una separación temporal (16,32).

Otro aspecto que cabe destacarse en esta etapa es el desarrollo de la conciencia, entendida ésta como la facultad o estancia psíquica gracias a la cual se adquiere el conocimiento del mundo externo y de sí mismo, e implica el aprendizaje sociocultural y la herencia familiar. Dependiendo de la convergencia de diferentes tipos de actitudes el niño aprenderá no solo comportamientos apropiados, sino también a ser tolerante, o a tener prejuicios étnicos, sociales, religiosos. Gran parte de esta herencia puede permanecer latente hasta que entra en contacto con niños o adultos de otros grupos, culturas y etnias, demostrando su aceptación o rechazo con sus propias actitudes.(18)

Para Vigotsky (17), en su teoría sociocultural hace hincapié en las influencias sociales y culturales sobre el desarrollo intelectual. Cada cultura transmite creencias, valores y métodos referidos de pensamiento o de solución de problemas, es decir, herramientas de adaptación intelectual a cada generación; por tanto la cultura enseña a los niños qué pensar y cómo hacerlo. Ese pensamiento egocéntrico (según Piaget) o privado (como lo denomina Vigotsky) es un sistema de autodirección cognoscitiva que regula las actividades de solución de problemas que el niño internaliza con el tiempo, para transformarlo en un pensamiento verbal abstracto en etapas del desarrollo posteriores. El lenguaje según este autor desempeña una función muy importante en el desarrollo intelectual del preescolar.(21,22,48,49,50,51)

Explica además que las grandes funciones de planeación y organización en el desarrollo cognoscitivo del niño aparecen dos veces: la primera como resultado de la interacción con otras personas (adultos), y la segunda una vez el niño ha interiorizado las enseñanzas de los adultos. Sus teorías se basan en el planteamiento de una Zona Proximal del Desarrollo (ZPD), en la cual primero los adultos dirigen y organizan el aprendizaje del niño, retirándose poco a poco a medida que éste es capaz de realizar la acción por sí mismo sin ayuda (17).

Finalmente, puede concluirse que al llevarse a cabo los procesos descritos en las etapas: preoperacional, preconvencional o premoral, va quedando estructurada la personalidad del preescolar, de tal manera que todos los fenómenos van siendo percibidos, comprendidos por el niño y expresados a través del lenguaje, su comportamiento y su relación con los demás, a medida que adquiere el conocimiento del mundo externo y de sí mismo, a través del juego y del aprendizaje sociocultural, y condicionado por la herencia familiar y cultural.

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