Introducción
La socialización es el proceso mediante el cual se transmite la cultura de una generación a la siguiente, es un proceso de aprendizaje no formalizado, y en gran parte no consciente, a través de un entramado complejo de transformaciones e interacciones 1. Para Berguer y Luckman, la socialización se basa en la interiorización de la realidad externa como propia y significativa, y en el reconocimiento de los otros y de uno mismo 2; para Durkheim, como la adaptación social 3; por su parte, Mead la concibe como un sujeto activo inmerso en interacciones sociales 4. En este sentido, la socialización da cuenta de la identidad social y se adquiere a través de la interiorización de interrelaciones que se dan dentro y fuera de la familia, como son los escenarios escolares, entre otros, donde los sujetos están en permanente adaptación.
Para Musitu y García la socialización es el proceso mediante el cual las personas interiorizan los valores, las creencias, normas y formas de conducta apropiadas en la sociedad a la que pertenecen 5, además consideran los periodos de la infancia, la niñez y la adolescencia fundamentales en este proceso y, en consecuencia, la familia se ha considerado un lugar especialmente privilegiado para la transmisión de valores en sus integrantes. La socialización familiar se considera un importante correlato del bienestar psicosocial de los hijos e hijas 5, y la dinámica intrafamiliar ofrece un abanico de experiencias vitales al adolescente que siguen participando activamente en la construcción de su identidad individual y social 6; sin embargo, muchos adolescentes y sus familias se ven aquejados por las problemáticas sociales y condiciones de riesgo que afectan su entorno y su sano desarrollo.
Colombia tiene más de 47 millones de habitantes, 32% de ellos son niños, niñas y adolescentes 7; según Unicef, este es uno de los grupos en situación de riesgo; a pesar de los esfuerzos significativos realizados, Colombia sigue siendo un país desigual y la movilidad social se ve afectada por el género, la ubicación geográfica, la etnia, la edad y los factores relacionados con el conflicto armado; todo ello repercute en la socialización del adolescente. La comunidad del barrio Trece de Mayo, sector donde se realizó el estudio, hace parte de la comuna 4 de la ciudad de Villavicencio y se originó en el año 2008 cuando aproximadamente un grupo de 900 familias desplazadas de diferentes zonas del departamento del Meta y de otras partes del país decidieron invadir este sector, propiedad de la Alcaldía municipal. La habitan aproximadamente 3.352 personas, de las cuales 1.630 (48,6%) son menores de edad y el 52% se identifican como víctimas del desplazamiento forzado. Es una población que no cuenta con los servicios básicos necesarios, y las condiciones de vivienda reflejan el grado de pobreza y desigualdad que se vive en este sector. Sus condiciones sociales están caracterizadas por factores de riesgo asociados a la baja escolaridad, riesgo de reclutamiento forzado, además de altos índices de criminalidad, microtráfico, drogadicción 8 y embarazos a temprana edad 9, comparados con otros estudios de orden nacional donde se reportan factores similares 10,11,12,13.
Otro estudio de caracterización sociodemográfica en el sector reporta que el 15% de la población entre 14 y 26 años se identifica como jefes cabeza de hogar, a cargo de la toma de decisiones en su grupo familiar. En el aspecto educativo, a partir del año 2010 cuenta con una institución educativa con capacidad aproximada para 1500 alumnos, que ofrece a niños, niñas, adolescentes y jóvenes servicios en los niveles de preescolar, básica y media 14. Esta población es víctima del desplazamiento forzado por el conflicto armado de la región, con necesidades básicas insatisfechas y otros factores de riesgo, que hacen necesaria una aproximación teórica y práctica a la realidad de los adolescentes en su entorno familiar para entender y favorecer unas relaciones familiares que contribuyan con el bienestar de todos sus miembros. El interés de la investigación fue identificar los estilos de socialización parental a partir de las percepciones de los adolescentes escolarizados del sector, con el fin de acercarse al contexto familiar para generar propuestas de intervención interdisciplinarias e intersectoriales desde la familia para contrarrestar los riesgos y problemas expuestos.
Materiales y métodos
Diseño de tipo descriptivo, de corte transversal y de abordaje cuantitativo. La muestra comprendió 184 estudiantes, por medio de un muestreo no probabilístico de sujetos voluntarios. Criterios de inclusión: consentimiento informado expresado mediante la firma tanto del joven como de su tutor legal (padre, madre o cuidador), en cumplimiento de los parámetros éticos que rigen a las profesiones involucradas en el trabajo con personas 15; estar entre los 12 a 19 años, y ser estudiantes de los grados noveno, décimo y once de un colegio de la comunidad seleccionada. Se utilizó como instrumento la Escala de socialización parental en la adolescencia (ESPA29) 1, en la que el adolescente debe valorar la actuación de cada progenitor en 29 situaciones de la vida diaria en distintos escenarios representativos de la cultura occidental. Estas valoraciones permiten obtener medidas globales para cada padre en las dimensiones de Aceptación/Implicación y Coerción/Imposición y, a partir de las dos dimensiones, se tipifica el estilo de socialización de cada padre como autorizativo, indulgente, autoritario o negligente. Las dos dimensiones globales contienen subescalas más específicas encargadas de detallar los estilos de socialización de cada padre, como el afecto, la indiferencia, el diálogo, la displicencia, la privación, la coerción verbal y la coerción física.
Para la identificación de los estilos de socialización se parte de los baremos disponibles en el manual del ESPA29 y el análisis descriptivo con los estilos consolidados de socialización (autoritario, autorizativo, negligente e indulgente), los cuales se definen por la posición relativa de las puntuaciones en las dos grandes dimensiones -coerción-imposición y aceptación-implicación-. De esta forma, la combinación particular de los niveles en estas dos grandes dimensiones se asocia a uno de los cuatro grandes estilos de socialización. Por ejemplo, altos niveles de coerción-imposición y bajos niveles de aceptación-implicación se asocian a un estilo más autoritario.
El procedimiento se realizó mediante el diligenciamiento del protocolo de la escala, en la cual cada adolescente valoró las actuaciones de sus padres. De las 29 situaciones planteadas, 16 son positivas y 13 son negativas. En las positivas el adolescente evalúa 32 posibles respuestas de cada padre y en las negativas 80, en una escala de 4 puntos (1, nunca; 2, algunas veces; 3, muchas veces; 4, siempre) que estima la frecuencia en términos cualitativos de cada actuación parental. El procesamiento y análisis de datos se apoyó en la estadística descriptiva con el análisis de frecuencias, medidas de tendencia central e indicadores de dispersión; y para el análisis de las dimensiones evaluadas, en algunos casos se tuvieron en cuenta las puntuaciones directas, en escala de 1 a 4, y en otros casos las puntuaciones percentilares en un rango de 1 a 99.
La estructura factorial del ESPA29 se ha confirmado en varios estudios en diferentes muestras de España y Brasil 1,16,17; en Argentina, Perú 18,19 y Colombia 20. La consistencia interna del conjunto global de la escala es de 0,968 según alfa de Cronbach; la consistencia interna de aceptación/implicación para la madre fue de 0,951 y para el padre de 0,945; mientras que en coerción/imposición en la madre fue de 0,929 y en el padre de 0,927 21. Para cada dimensión global: la aceptación/implicación, α=0,97 y el coerción/imposición, α=0,96; y para cada subescala: afecto, α=0,96; indiferencia, α=0,95; el diálogo, α=0,95; desprendimiento, α=0,90; reprimenda verbal, α=0,94; castigo físico, α=0,93; revocar privilegios, α=0,96 22. En las siete subescalas: afecto, 0,950; indiferencia, 0,936; diálogo, 0,950; displicencia, 0,900; coerción verbal, 0,937; coerción física, 0,927; privación, 0,941 23. Para las prácticas individuales de las madres y padres se reporta: afecto, 0,943 y 0,940; indiferencia, 0,918 y 0,922; diálogo, 0,930 y 0,931; displicencia, 0,840 y 0,820; coerción verbal, 0,897 y 0,901; coerción física, 0,901 y 0,907; privación, 0,913 y 0,916, respectivamente 24. Para conocer alguna variables sociodemográficas se utilizó un cuestionario realizado por las autoras del proyecto. El instrumento presentado contó con los permisos respectivos. La investigación cumplió con los parámetros éticos estipulados en la Resolución 008430 de 1993 del Ministerio de Salud de Colombia, la Ley 1090 de 2006 y el Código de Ética de Enfermería, Ley 911 de 2004, y aplicó los principios de confidencialidad, veracidad, beneficencia y no maleficencia; además, contó con la aprobación y autorización del Instituto de Investigaciones de la Orinoquia - Universidad de Los Llanos.
Resultados
Dentro de las características sociodemográficas, de los 197 estudiantes que conformaron el universo de investigación se evaluó una muestra de 184 estudiantes (93,4% de la población), 89 del género femenino (48,4%) y 95 del género masculino (51,6%), con edades comprendidas entre los 13 y los 19 años (x=15,5; DE=1,2).
En cuanto a su distribución por grado y sexo, se encontró que al aumentar de grado escolar el número total de adolescentes disminuyó, así: del grado 9° hubo un total de 80 estudiantes (43,5%) entre 13 y 17 años (x=14,88; DE= 1,05), 41 de género masculino (51,25%) y 39 de género femenino (48,75%); del grado 10° se sumó un total de 63 estudiantes (34,2%) entre 14 y 18 años (x=14,44; DE=0,88), 22 de género masculino (34,92%) y 41 de género femenino (65,08%); finalmente del grado 11° un total de 41 estudiantes (22,3%) entre 14 y 19 años (x=16,59; DE=0,92), 26 de género masculino (63,41%) y 15 de género femenino (36,59%).
Respecto de la clasificación socioeconómica de los participantes, y según la agrupación por estratos que establece el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) 25, se encontró predominancia del estrato uno (80,98%) y el 59,2% pertenecen al régimen subsidiado en salud.
Estilos identificados de socialización parental. En las figuras 1 y 2 se presentan los estilos de socialización identificados en diagramas de dispersión, uno para cada género (masculino y femenino); en cada diagrama, el eje vertical corresponde a la dimensión de coerción-imposición, y el eje horizontal a la dimensión de aceptación-implicación, en una escala de 1 a 99 puntos percentiles. De esta forma, en el diagrama se ubica la posición de los puntajes baremados para cada género, de acuerdo con los distintos rangos de edad, por convenciones, en donde los círculos representan la percepción de los adolescentes con respecto a sus padres y los cuadrados la percepción de los adolescentes con respecto a sus madres; estas convenciones están, además, diferenciadas según el rango de edad establecido. Así, por ejemplo, en la figura 1 los jóvenes del sexo masculino en general perciben estilos más indulgentes en sus padres y más autorizativos en sus madres (excepto en los niños de 12-13 años cuyas madres son percibidas como más indulgentes).
Adicionalmente, en la figura 3 se representó gráficamente la identificación detallada de las dimensiones específicas que caracterizan los estilos de socialización de cada padre: diálogo, afecto, indiferencia y displicencia, correspondientes a la dimensión global aceptación/implicación; y las dimensiones específicas: privación, coerción verbal y coerción física de la dimensión global coerción/imposición, a partir de los promedios de puntuación obtenidos y discriminados según el progenitor (padre/madre), sin discriminar por rangos de edad ni por género de los adolescentes. La interpretación de estos datos se basó en la escala de calificaciones de cada una de las dimensiones específicas que se encuentra en el rango de 1 a 4 puntos, por lo cual entre más se acerque a cuatro puntos el promedio indica una mayor predominancia de la percepción de un estilo de socialización determinado. De esta manera, en la figura 3 se puede observar que los adolescentes (género masculino y femenino) perciben estilos más asociados al diálogo y al afecto (un patrón de socialización más cercano a la aceptación-implicación), tanto en sus padres como en sus madres que obtienen valoraciones muy similares.
Discusión
En relación con algunas características sociales y demográficas, dentro del estudio la x=15,5 años; esta etapa de la vida del ser humano conlleva grandes y profundos cambios biológicos, psicosociales que son fundamentales y pueden trascender en la vida adulta. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la etapa de adolescencia es considerada como el periodo en el que el individuo adquiere la capacidad de reproducirse, transita desde los patrones psicológicos de la niñez a los de la vida adulta y consolida su independencia económica. Lo define como el periodo que transcurre entre los 10 y 19 años, que comprende la adolescencia inicial o preadolescencia, entre los 10 y 14 años, y la adolescencia final o adolescentes jóvenes entre los 15 y 19 años 26.
Se observa que en cada grado la concentración de los estudiantes es muy similar por género; sin embargo, en cuanto a su distribución por grado y sexo se reporta un significativo descenso de adolescentes a medida que se incrementa el grado de escolaridad, lo que indica un nivel alto de deserción escolar según informe de la misma institución. La tasa nacional actual de deserción escolar está en 3,1%, según datos del Ministerio de Educación Nacional de Colombia, 2015; está asociada a las condiciones socioeconómicas, a la movilidad social y la desigualdad de capacidades y, por tanto, afecta la socialización de los niño, las niñas y los adolescentes.
El 80,98% de la población corresponde al estrato socioeconómico de nivel uno y el 59,2% pertenecen al régimen subsidiado en salud, que identifica las condiciones de la población más pobre, es decir, aquella que se considera débil en su capacidad para dotarse de las condiciones de atender sus necesidades básicas. En Colombia, en 2011, uno de cada tres niños vivía en la pobreza 27, dato que se refleja en la población estudiada e indica un factor de riesgo donde las necesidades básicas insatisfechas exponen a los adolescentes a situaciones de abandono escolar, o condiciones de vulnerabilidad que entorpecen el buen desarrollo de esta población. Por otro lado, las condiciones de vulnerabilidad de muchas familias expuestas a fenómenos de desplazamiento en la región afecta de manera importante las condiciones ideales en las que se debieran desarrollar sus miembros, muchos de ellos adolescentes. Estas condiciones se confirman en la población de adolescentes participantes quienes pertenecen a las familias del sector reconocidas como víctimas del desplazamiento forzado, y familias de reinsertados con nivel socioeconómico uno, pertenecientes al régimen subsidiado, cuyos padres no cuentan con una fuente de trabajo estable.
En relación con los estilos de socialización parental, el primer hallazgo señala que los adolescentes de género masculino, independiente del rango de edad, por un lado, percibieron a sus padres como más indulgentes, donde se caracterizan por un alto uso de prácticas de responsabilidad y bajo uso de prácticas de exigencia, es decir que consideran que sus padres buscan una comunicación adecuada con ellos, prefieren actuar de manera afectiva y tienden a tolerar sus impulsos, deseos y acciones. Según Musitu y García, el estilo de socialización indulgente demuestra que la norma no se identifica como un tema esencial, sino que se hace prevalecer sobre cualquier método la comunicación horizontal y directa con los hijos, y se utiliza la coerción a través del razonamiento y la reflexión 1. Con respecto a las madres, los adolescentes las identificaron como más autorizativas, en tanto perciben que se esfuerzan por dirigir sus actividades pero de una forma racional, orientada al proceso formativo; asimismo, estimulan el diálogo verbal y comparten con ellos el razonamiento que sustenta sus principios.
Si bien tanto el estilo indulgente del padre como el estilo autorizativo de la madre se centran en buscar una buena comunicación con sus hijos, en usar la razón más que otros medios para disciplinar y en fomentar la búsqueda de acuerdos, presentan una valoración diferente en cuanto a las medidas globales de la socialización en tanto que, en el estilo indulgente del padre se presenta una alta aceptación/implicación con baja coerción/imposición, y en el estilo autorizativo de la madre ocurre una alta aceptación/implicación, pero, esta vez con más alta coerción/imposición 1, es decir que, cuando el hijo se comporta de manera incorrecta, junto con el diálogo también se utilizan la coerción física, verbal y las privaciones. Estudios demuestran que los estilos de socialización indulgente y autorizativo son factores protectores para evitar el consumo de sustancias psicoactivas (SPA) 20,28 y el alcoholismo 20, y fomentan el desarrollo sano y adecuado en medio de situaciones y sectores de riesgo psicosocial, que los lleva a presentar menores problemas de conducta de riesgo (20, 23, 29); asimismo, son facilitadores para la adherencia de los adolescentes a programas artísticos, culturales y familiares que la institución educativa desarrolla como parte de su proyecto pedagógico 28.
En cuanto a la percepción de las adolescentes de sexo femenino, se encontró que tienden a ver a las madres como autorizativas, al igual que en el caso de los jóvenes; pero a diferencia de ellos, las jóvenes adolescentes ven a sus padres como autoritarios o negligentes. Bajo el estilo autoritario, la hija percibe al padre como altamente demandante pero a la vez, poco atento y sensible a sus necesidades y deseos, el cual ejerce un mensaje verbal unilateral y más de carácter reprobatorio, que tiende a no ofrecer razones cuando emite órdenes, y estimula poco la respuesta verbal y el diálogo ante las transgresiones. A este se suma el estilo negligente que es bajo en afecto, en coerción y, en consecuencia, en límites, es decir que se añaden la indiferencia, falta de supervisión, control y cuidado. Los estilos autoritario y negligente aparecen como factores de riesgo para el consumo de SPA 20,21, el riesgo de generar mayor resentimiento hacia el padre, el no adquirir la internalización de las normas familiares y los comportamientos sociales, puesto que la obediencia se basa en la inseguridad y el miedo 30, y al menor autoconcepto familiar; a estas adolescentes también se les puede dificultar adquirir la suficiente responsabilidad, lo que repercute en su rendimiento académico y las expone a factores de riesgo 31,32.
Finalmente, es importante señalar que de la forma como los adolescentes (hombres y mujeres) calificaron los estilos de socialización de la familia, en especial sus figuras paterna y materna, al hacer el análisis detallado de las subcategorías o las dimensiones específicas de socialización (figura 3) se encontró que los adolescentes en general conceden una valoración más alta al diálogo y al afecto, así como una valoración más baja a la displicencia e indiferencia; esta tendencia resume que los adolescentes perciben tanto de su padre como de su madre “relaciones filiales basadas en una mayor aceptación-implicación y una menor coerción-imposición” 1. Lo anterior significa que las relaciones parentales se expresan por medio de la aprobación y el afecto cuando los/las adolescentes se comportan de acuerdo con las normas familiares, cuando el desarrollo de su autonomía se incluye en el proceso de socialización en la medida en que participa y se involucra, y genera bienestar, reconocimiento, afecto y satisfacción para los miembros que participan de los procesos 1,33-35, lo que permite una mayor cohesión en el funcionamiento familiar, una responsabilidad familiar y escolar, y una mayor capacidad de adaptación social en el adolescente 20,30,36. La familia se convierte en un espacio de socialización en los adolescentes, en sí misma es la principal proveedora de cuidado para sus miembros, por lo cual adquiere un papel fundamental en la promoción de la salud, el autocuidado 37,38 y la prevención de enfermedades 39-41 o riesgos que pueden afectar la integridad de los adolescentes y demás integrantes del núcleo familiar.
Conclusión
Se resaltan aspectos sociales y demográficos de la población adolescente escolarizadas: el promedio de edad está en 15,5 años, 85,9% viven con sus padres, lo que constituye un factor protector para el desarrollo de esta población. El 80,98% pertenece al nivel socioeconómico uno, coherente con las condiciones de hábitat que indican la fragilidad para atender sus necesidades básicas, y lleva muchas veces a generar niveles altos de deserción escolar.
Los estilos de socialización de los padres y las madres se identificaron a partir de las percepciones de sus hijos e hijas adolescentes en diferentes situaciones de la vida diaria, en un contexto familiar y social vulnerable que se acentúa en una comunidad como la Trece de Mayo. De esta manera, los resultados obtenidos permiten señalar que los estilos de socialización parental indulgente y autorizativo, identificados por los adolescentes participantes, se constituyen en factores protectores en la vida de los jóvenes, y se traducen en relaciones familiares que previenen más los problemas de conducta de los hijos e hijas, aún en situaciones difíciles de tipo social, cultural y económico.
Las familias del grupo de adolescentes escolarizados desarrollan una alta aceptación/implicación durante los procesos de socialización familiar con sus hijos e hijas, y una baja coerción/imposición. Estos hallazgos pueden estar relacionados con la condición de ser adolescentes escolarizados, sumado a los proyectos de formación integral y extracurricular que la institución educativa desarrolla por medio del arte y el trabajo con las familias o los cuidadores.
Sin embargo, se observó en el estudio, en algún grado, la percepción de estilos autoritario y negligente por parte de las jóvenes adolescentes en relación con los padres, y autorizativas respecto a las madres. Lo anterior plantea la necesidad imperiosa de generar estrategias que permitan vincular y orientar a los padres para afrontar de manera adecuada los procesos de socialización dentro de entorno familiar.
Una de las maneras de proteger a los/las adolescentes escolarizadas con los factores de riesgo encontrados es fortalecer las relaciones familiares en la fase inicial de la adolescencia, donde se fomente el desarrollo del joven como persona y como integrante de una sociedad, a fin de consolidar patrones de comportamiento que pueden afectar el resto de sus vidas. El apoyo a las familias es importante, no solo a través de recursos y ayudas sociales, sino a partir de una intervención en la que se aborden aspectos relacionados con las dinámicas familiares, responsabilidades en el hogar, revisión de normas, organización familiar, relaciones entre los integrantes de la familia, autocontrol, autocuidado, entre otros, con un enfoque interdisciplinario e interinstitucional.
Para la enfermería familiar es importante conocer los problemas al igual que sus fortalezas en torno a la familia, así como las interacciones que se producen entre sus miembros, con el fin de planear una atención integral, si se tiene en cuenta que las características de la familia están relacionadas con las prácticas de salud.