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Sociedad y Economía

Print version ISSN 1657-6357

Soc. Econ.  no.30 Cali Jan./June 2016

 

Reconstrucción de PIB regionales en Colombia (1800-2015): una revisión crítica de las fuentes y los métodos1

Reconstruction of regional GDP in Colombia (1800-2015): A critical revision of sources and methods

Reconstrução dos PIB regionais na Colômbia (1800-2015): uma revisão crítica das fontes e dos métodos

Javier Mejía2
Estudiante de doctorado en la Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia
j.mejia10@uniandes.edu.co

Recibido: 10/06/15
Aprobado: 24/11/15


Resumen

Este documento resume y analiza las principales fuentes y métodos empleados en la reconstrucción de PIB regionales para los últimos dos siglos en Colombia. Además, se ofrece una perspectiva general de lo que se esperaría fuese la evolución de este campo de estudio en los próximos años. Se encuentra que se trata de un campo apenas en construcción. Los trabajos son pocos y buena parte de ellos están aún inéditos. Sin embargo, el ritmo al que está creciendo la producción, tanto de aplicaciones como de fuentes, sugiere un futuro próximo prolífico. Adicionalmente, se identificó que las agendas de investigación para el siglo XIX y XX se han mantenido separadas.

Palabras clave: Colombia; series históricas; historia económica cuantitativa; siglos XIX y XX; PIB regional.

Clasificación JEL: C82, N16, N96, R11, R12.


Abstract

This paper summarizes and analyzes the main sources and methods used in the reconstruction of regional GDPs in Colombia for the 19th and 20th centuries. In addition, it offers a general perspective of the field's evolution in the coming years. It founds that the field is on a preliminary stage. The studies are few and most of them remain unpublished. Nevertheless, the growth rate of production, both of applications and sources, suggests a promising future. Additionally, it was identified that the research agendas for the 19th and 20th centuries remain separated.

Keywords: Colombia; historical series; quantitative economic history; 19th and 20th centuries; regional GDP.


Resumo

Este documento resume e analisa as principais fontes e métodos usados na reconstrução dos PIB regionais para os últimos dois séculos na Colômbia. Também, se oferece uma perspectiva geral do que esperar-se-ia fosse a evolução deste campo de estudo nos próximos anos, o qual apenas está em construção. Os trabalhos são poucos e grande parte deles ainda são inéditos. Porém, o ritmo de crescimento da produção, tanto de aplicações como de fontes, sugere um futuro prolífico. Além do mais, identificou-se que as agendas de pesquisa para o Século XIX e XX, têm se mantido separadas.

Palavras-chave: Colômbia; séries históricas; história económica quantitativa; Séculos XIX e XX; PIB regional.


Introducción

La unidad de análisis nacional dominó durante prácticamente todo el siglo XX los estudios comparados en Economía. En esa medida, la disciplina logró ofrecer panoramas que identificaban bastante bien las diferencias relativas entre países, pero que ignoraban la heterogeneidad dentro de estos. En los últimos años, esta falencia fue identificada por muchos autores, llevando a la recuperación de análisis con unidades de estudio más pequeñas. En dichos estudios se prioriza la identidad económica común, más que la pertenencia a una misma unidad política, como criterio a la hora de definir la unidad de análisis. Esta nueva tendencia a subnacionalizar el nivel de observación ha avanzado en muchas áreas de la Economía, entre ellas el comercio, la economía laboral, la organización industrial y, recientemente, la historia económica.

Ha sido así que la reconstrucción de series de actividad económica regional se ha convertido en uno de los campos más activos en historia económica de los últimos años. Dada la importancia del PIB como medida básica del nivel de actividad económica, la reconstrucción de PIB regionales ha sido una agenda especialmente fértil. Esta agenda inició con las estimaciones de Geary y Stark (2002) y Crafts (2005) para el Reino Unido; prontamente surgieron otras para una gran variedad de países, como Bélgica (Buyst 2011), China (Caruana-Galizia y Ma en prensa), España (Martínez-Galarraga, Rosés y Tirado 2015), Italia (Felice 2011), México (Aguilar-Retureta 2015), Portugal (Badía-Miró, Guillera y Lains 2012), Suecia (Enflo, Henning y Schön 2014) e India (Caruana-Galizia 2013).

Dos razones hacen de esta una agenda de investigación especialmente importante en el caso colombiano. En primer lugar, la historiografía local ha sido enfática con respecto a la persistente fragmentación regional del país y su impacto en el crecimiento nacional (Ocampo 1987). Dicha fragmentación se habría reflejado en una gran variedad de aspectos, entre ellos, la relativa independencia de los mercados regionales y las sostenidas disparidades en los aparatos productivos y los estándares de vida a lo largo del territorio. Incluso el estancamiento económico del país durante el siglo XIX es, para muchos, un resultado de aquella fragmentación (Ocampo 1979; Melo 1979). No obstante la amplia acogida de dichos argumentos, es poca la evidencia cuantitativa sistemática que se ofrece para respaldarlos. En esa medida, la disponibilidad de datos de largo plazo sobre el PIB de las regiones permitiría testear con mayor rigurosidad dichas hipótesis.

En segundo lugar, la atención reciente sobre las causas ancestrales y la persistencia a lo largo del tiempo del crecimiento económico hacen esencial disponer de la mejor información posible sobre la economía del pasado3 . Colombia parece haber sido un territorio atípico en el proyecto colonial español. Las características de los pueblos prehispánicos de este territorio y la posterior composición del Estado colonial hacen pensar que el patrón colombiano no encaja con los casos más estudiados (Mejía 2015b). En esa medida, las estimaciones sobre el PIB histórico de las diferentes regiones permitirían una mejor compresión de aquellos procesos.

Así pues, este documento presenta el estado de la cuestión y analiza críticamente los métodos y fuentes empleados en la reconstrucción de PIB regionales en Colombia para los siglos XIX y XX. Con esto se ofrece un panorama ordenado de un campo en el que han dominado los esfuerzos aislados y fragmentados. Esto es un paso esencial en la configuración de una agenda de investigación que logre caracterizar sistemáticamente la evolución regional de la actividad económica en el país.

El texto se estructura de la siguiente forma. La primera sección ofrece un contexto de la composición regional de Colombia; se describe en mayor detalle la importancia de entender la historia económica del país a partir de sus regiones. En la segunda y tercera secciones se presentan las estimaciones existentes sobre PIB regionales históricos, detallando las fuentes y métodos empleados por ellas, durante el siglo XIX y el siglo XX, respectivamente; dicha segmentación por siglos permite dilucidar cómo la literatura se ha configurado en conjuntos relativamente independientes. El estudio del siglo XIX ha estado dominado por los métodos y recursos de los historiadores económicos, mientras que el siglo XX por los de los macroeconomistas. En la última sección se ofrece una reflexión general del campo de estudio y algunas consideraciones sobre sus perspectivas.

1. Contexto: Colombia, país de regiones

La historiografía económica moderna de Colombia es, fundamentalmente, un campo de estudio regional. Existen razones suficientes para que lo sea así, y pueden agruparse en dos determinantes principales, las singularidades del territorio y la configuración espacial de la población. Evidentemente, estos dos determinantes se interrelacionan permanentemente; sin embargo, aquí se hará una presentación esquemática de la cuestión. Con esto se pretende, en primer lugar, contextualizar al lector no familiarizado con Colombia sobre la composición regional del país; en segundo lugar, dar luces sobre el patrón temporal y espacial que ha caracterizado los estudios en reconstrucción de PIB regionales en Colombia.

1.1. Singularidades geográficas

En primer lugar, prácticamente todo el oriente y sur del país (que representan cerca de la mitad del territorio no marítimo) es zona selvática y/o escasamente poblada. Solo en la última década, esta zona ha adquirido alguna relevancia económica, resultado del boom minero-energético. Debido a esto, los estudios sistemáticos sobre la dinámica de su actividad económica han sido escasos y los esfuerzos por reconstruir series de PIB, nulos.

Ahora bien, el resto del territorio colombiano está caracterizado por un sistema montañoso que lo atraviesa de sur a norte. Este sistema hace parte de la gran cordillera andina, pero a diferencia de su composición en otros países del continente, en Colombia se divide en tres cordilleras. Estas tres cordilleras colombianas son separadas por el curso de las dos principales fuentes hídricas del país, el río Magdalena y el río Cauca. Estos dos ríos desembocan en el Océano Atlántico y forman a sus orillas zonas ciertamente fértiles, el valle del Cauca y el valle del Magdalena (mapa 1).

Si bien la presencia del sistema de cordilleras ofrece unas ventajas ambientales bastante importantes, como la oferta de gran variedad de climas y ecosistemas, es la responsable de buena parte del aislamiento regional del país.

Las cordilleras han representado un verdadero obstáculo natural para la comunicación, no solo entre las costas y el resto del país, sino también entre las mismas subregiones de la zona andina. En el siglo XIX, además de representar un problema en términos del relieve del suelo, hacían que las condiciones climáticas empeoraran profundamente la situación. Por un lado, la temperatura media, bastante dispar entre regiones, afectaba la salud de los viajeros. Por otro lado, en el contexto general de un país tropical, las periódicas épocas de lluvia dificultaban tremendamente los viajes por tierra, al afectar las condiciones de los caminos. Adicionalmente, las lluvias tenían efectos importantes sobre el caudal de los ríos. Así, por temporadas enteras (tanto en verano, como en invierno4) era imposible su navegación5 .

Estas cuestiones no se resolvieron con los avances tecnológicos de la segunda parte del siglo XIX y la primera del XX. Además de las dificultades topográficas, las singularidades de la composición del suelo (con un alto contenido de materia orgánica) llevaron a serios inconvenientes; primero, en la consolidación de una red ferroviaria nacional y, posteriormente, en la estructuración de la red de carreteras6 . Aún en la actualidad, los frecuentes deslizamientos de tierra e inundaciones bloquean vías, entorpeciendo los flujos comerciales y migratorios, e incrementan, incluso más, los costos de ampliar la infraestructura.

Como resultado de todo esto, la historia de Colombia ha estado dominada por costos de transporte muy altos, donde las diferentes regiones han mantenido niveles de contacto bastante bajos.

1.2. Configuración espacial de la población

Es claro que las condiciones del territorio eran agrestes, sin embargo, fueron los rasgos de la distribución poblacional los que llevaron a que la geografía se convirtiera en un limitante para la unificación de la economía nacional. En vez de aprovechar economías de escala y evadir las complicaciones del territorio congregándose la población en unas pocas grandes ciudades en las costas, Colombia se configuró como un colectivo de pequeñas ciudades bastante dispersas sobre el centro del país. Las razones de ello tienen, en buena medida, orígenes históricos.

Para empezar, a diferencia de lo sucedido en México y Perú, a la llegada de los españoles a Colombia no se encontró ningún poblado construido por los indígenas que fuera la base de grandes ciudades coloniales. No obstante, fue en las regiones de alta densidad poblacional indígena donde los conquistadores se asentaron predominantemente, conformando poblados con diferentes estructuras de organización, dependiendo de la composición demográfica de la zona (Kalmanovitz 2006). Así, tal como lo presenta el mapa 2, en el siglo XVI ya era clara la concentración de la población en la zona andina.

La concentración en los Andes habría estado intensificada, según autores como Kalmanovitz (2006), por la tendencia a lo largo del período colonial a poblar las tierras con altitudes mayores de 1.000 metros sobre el nivel del mar, donde dejaban de proliferar los mosquitos y las fiebres maláricas que portaban. No obstante, en los datos esto solo logra identificarse en la última parte del siglo XVIII. De hecho, poco parece haber tenido que ver la altitud de los territorios en el establecimiento de los poblados durante la Colonia y su particular concentración en el centro del país. En el gráfico 1 es posible observar la predominancia de las zonas a menos de 1.000 metros de altura sobre el nivel del mar en la fundación de núcleos urbanos. Entre los años 1500 y 1800 solo 28,5% de los núcleos urbanos fundados (entre ciudades, villas, parroquias, lugares y pueblos indígenas) se ubicaban a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Mientras tanto, los poblados ubicados a menos de 1.000 metros de altura representaban poco más de 40,5%. Así, la densificación progresiva del eje norte-sur que representaba los Andes parece haber estado más relacionada a la persistencia de los primeros poblados (relacionados a su vez con los poblados prehispánicos) que a las preferencias de los españoles por tierras más altas.

Esta tendencia se corrobora en el período siguiente. A lo largo de los siglos XIX y XX las líneas generales de poblamiento del territorio cambiaron bastante poco. Los mapas siguientes (mapa 3) evidencian cómo la población se fue expandiendo alrededor de las ciudades preexistentes en la zona Andina y la Costa Caribe.

Con el tiempo, la configuración poblacional de Colombia vendría a caracterizarse por lo que Gouëset (1998) llamó una primacía urbana cuadricefálica7. Según éste, dicho rasgo vendría a consolidarse en los años treinta del siglo XX y habría de estar representado por la predominancia de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, tanto en términos demográficos como económicos.

En la última década, la creciente importancia de Bogotá sugiere un punto de inflexión en el patrón de configuración económico y demográfico del país (Vélez 2009). A pesar de esto, solo es posible entender la economía del siglo XIX y XX considerando a Colombia como un territorio segmentado en zonas de influencia de ciudades intermedias, con cierta independencia entre sí.

Aquellos segmentos "independientes", en prácticamente todos los estudios histórico-económicos colombianos son los mismos que, en su momento, Ospina (1955) referenciaría: Antioquia (incluyendo, ocasionalmente, el Viejo Caldas), la Sabana de Bogotá, Santander, la Costa Atlántica y el Cauca. La actividad en el resto del país se mantiene poco estudiada o incorporada como cuerpos satélites de la dinámica de las grandes regiones mencionadas.

No obstante, los estudios sobre reconstrucción de PIB regionales no han tenido del todo como referencia este mismo esquema regional. Las estimaciones para el siglo XIX (que se han limitado a Bogotá y Antioquia) sí pueden considerarse que encajan en el esquema de regiones tradicionales de Ospina (1955). Sin embargo, los trabajos para el siglo XX suelen usar como unidad de estudio el departamento. Como veremos, este es solo uno de los aspectos en los cuales las agendas de investigación para el siglo XIX y XX se encuentran distanciadas. Así, la búsqueda de una agenda común que ofrezca estimaciones de muy largo plazo exigirá hacer compatible la división política departamental, bastante estable durante el siglo XX, con la configuración ancestral de las macrorregiones de Ospina.

2. Fuentes y métodos para la reconstrucción de cuentas regionales. Siglo XIX

Lo primero a decir es que la historiografía económica colombiana solo en los últimos años ha tornado su atención de forma decidida al siglo XIX. Debido a la confusión y el desorden político durante la Independencia y la lenta reestructuración administrativa del aparato estatal8 durante décadas se hicieron pocos avances en economía cuantitativa de la primera mitad del siglo XIX. De otro lado, el período federal (que en sentido estricto fue de 1858 a 1886) no atrajo el interés de los académicos más cuantitativos (hasta hace poco, escasos en número y concentrados, sobre todo, en Bogotá) debido, fundamentalmente, a la dispersión de la información en archivos de diferentes ciudades y publicaciones de difusión apenas regional. De tal forma, la mayor parte de los estudios cuantitativos sobre la economía colombiana del siglo XIX se concentró, durante décadas, en la Regeneración (período iniciado alrededor de 1886 y caracterizado por la recentralización del Estado).

De otro lado, las tendencias intelectuales entre los historiadores económicos colombianos del siglo XX, dominadas por las ideas marxistas y estructuralistas, llevaron a un generalizado desinterés por la reconstrucción de series y, de forma más amplia, de casi cualquier tipo de estudio cuantitativo. Así, los pocos esfuerzos en esta línea encontraron un fuerte rechazo, haciendo que Adolfo Meisel (1999) hablase de cómo la cliometría fue una revolución interrumpida en el país.

Todo esto ha hecho que los trabajos en el campo de reconstrucción de cuentas regionales (tanto para el siglo XIX como para el XX) estén apenas surgiendo y se traten, en su mayoría, de trabajos incipientes.

2.1. Estimaciones nacionales

2.1.1. Estimaciones aisladas y primeras aproximaciones

En primer lugar, existe un conjunto de trabajos que estiman el producto agregado para toda la Colombia del momento, la Nueva Granada, en diferentes puntos concretos del tiempo.

La estimación más reciente de un PIB puntual para la Nueva Granada es Meisel (2011) para 1846, quien emplea una fuente poco explorada hasta entonces, el censo económico nacional realizado en 1846. En dicho censo se recopilaron cifras de la producción agropecuaria, industrial, pesquera y minera. Asumiendo que el sector primario representaba para la época más de dos terceras partes del valor de la producción total, Meisel estima el PIB de la Nueva Granada para ese año. El PIB per cápita obtenido es de 23 pesos de plata del momento, lo cual implica que alcanzaba a ser solo 22,9% del de Estados Unidos y estaba por debajo del de los principales países latinoamericanos.

Las cifras de Meisel (2011) van en línea con las de Kalmanovitz (2006), quien estima que el PIB per cápita colombiano sería de 27,4 pesos de la época. Esta estimación es resultado de una agregación de la producción en las principales ramas productivas a partir de datos fiscales y de comercio exterior. Además de esto, utilizando la regla de Bairoch9 (multiplicar el jornal diario promedio de un peón por 200) y la información salarial de Tovar, Tovar y Tovar (1994), Kalmanovitz obtiene un PIB per cápita de 22 pesos y 4 reales para finales del siglo XVIII. Esta última cifra, aunque mucho más próxima a la encontrada por Meisel, es descartada por el mismo Kalmanovitz, al considerar que de incluir la raciones (como parte del jornal) superaría su propio cálculo de 27,4 pesos plata.

En este grupo de estimaciones iniciales también pueden incluirse las de Pardo (1979), quien estima que a partir de 1700 y hasta 1826, el jornal diario correspondía a 2 reales, es decir un PIB per cápita anual de unos 57,8 pesos, siguiendo la regla de Bairoch . Este jornal promedio habría fluctuando entre 2 y 3 reales diarios entre 1826 y 1849, que corresponde a un PIB per cápita anual de 72,75 a 87,3 pesos. Para el período entre 1876 y 1900, el PIB per cápita, según los cálculos de Pardo, equivaldría a unos 110 pesos de la época.

Nótese que las estimaciones de Pardo (1979) resultan bastante superiores a las de Meisel (2011) y Kalmanovitz (2006). Por esta y otras razones, el trabajo de Pardo —tanto su estimación del PIB como la construcción misma de sus series de precios y salarios— ha sido bastante criticado. Kalmanovitz y López (2010), por ejemplo, consideran que no tiene en cuenta las diferencias regionales de los jornales antes de la Independencia; ni los posteriores aumentos de los mismos en la segunda mitad del siglo, producto de los ciclos del comercio internacional que afectaron las variables internas de la distribución; ni los mayores jornales que se pagaban en las haciendas cafeteras con el fin de atraer mano de obra en épocas de cosecha. A todo esto podría agregársele la crítica más general de que en el marco de una sociedad con mercados laborales no generalizados, los jornales podrían ser una muestra poco representativa de los ingresos de la persona promedio.

Finalmente, otro par de observaciones puntuales para la Nueva Granada están disponibles. Por un lado, McGreevey (1975) sugiere que el PIB per cápita colombiano, hacia 1870, era de 100 dólares de 1950. Este dato, cuya construcción no es muy clara, está vinculado a la información que habría recolectado sobre comercio exterior. Entre los cuestionamientos que se le hacen al trabajo de McGreevey está que sus datos de exportaciones (recolectados en los puertos de llegada, Inglaterra y Estados Unidos principalmente) incluyen la reexportación de productos desde el puerto de Panamá, por lo que, muy seguramente, esté sobreestimando el valor real del PIB. De otro lado, Salvador Camacho Roldán, un político de prestigio nacional durante la segunda mitad del siglo, tiene escritos a partir de los cuales es posible estimar, para 1861, el PIB per cápita de Colombia en 43 pesos de la época. Nuevamente, la construcción de este dato es algo oscura, pero resulta de una relación entre los ingresos de un estadounidense y un colombiano promedios, observada por Camacho Roldán y la inferencia a partir de los datos de Maddison (2009) que Robinson y García-Jimeno (2010) hacen. En la tabla 1 se resumen los detalles de estas estimaciones.

2.1.2. Kalmanovitz y López (2010)

Kalmanovitz y López (2010) ofrecen la primera serie de mediana longitud del PIB de Colombia durante el siglo XIX. Su estimación se basa en una agregación por macrosectores empleando fuentes de diferente índole. Así, partiendo de la estimación de Kalmanovitz (2006), se proyecta el PIB durante varios momentos del siglo XIX, con base en los datos de producción minera, servicios de transporte, comercio, inversión y gasto públicos. Ellos suponen que la producción agrícola de consumo interno creció con la población, a la cual se suma la agroexportación.

El gráfico 2 muestra la dinámica del PIB per cápita estimado por Kalmanovitz y López (2010). Sus estimaciones indican un crecimiento sostenido en la última parte del siglo XVIII, que se ve interrumpido por una fuerte recesión luego de la Independencia, la cual perdura hasta mediados del siglo XIX. El período liberal y la primera inserción del país a la economía mundial habrían traído niveles de crecimiento excepcionales hasta la década de 1870, siguiendo un período de recesión que llegaría hasta los primeros años del siglo XX.

Si bien parte del ciclo identificado en estas estimaciones se debió a la coyuntura nacional, el patrón descrito es bastante parecido al del resto de países de la región durante la época. Las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII, la Independencia, la primera globalización y las reformas centralistas de finales de siglo parecen haber sido fenómenos que impactaron de forma similar a las diferentes naciones latinoamericanas. No obstante, sí hubo diferencias en cuanto a los niveles y las tasas de crecimiento de Colombia con respecto a Latinoamérica. Colombia no solo arrancó el siglo XIX como una nación bastante pobre, además, creció bastante menos que el resto de los países de la región. Así, entró al siglo XX como uno de los países más pobres de América Latina (tabla 2).

A pesar de que las estimaciones de Kalmanovitz y López (2010) coinciden con el patrón latinoamericano y con las tendencias generales que la evidencia no cuantitativa ha sugerido para Colombia, han sido objeto de un gran número de críticas. Las razones para ello no sobran. En primer lugar, los cálculos realizados son con frecuencia confusos. Si bien algunas versiones del documento presentan un anexo metodológico, este genera más dudas de las que resuelve. Incluso, las diferentes versiones del documento presentan cifras distintas y ninguna explicación se da al respecto. En segundo lugar, la parte del método que resulta clara está compuesta de un gran número de supuestos, los cuales no suelen estar acompañados de una apropiada justificación. Como tercer aspecto, la definición de los períodos es, en el mejor de los casos, extraña. No es claro si las estimaciones ofrecidas hacen referencia a agregaciones, promedios, o valores puntuales de cada año. Finalmente, tampoco es claro el territorio de referencia. Los múltiples cambios en las fronteras del país a lo largo del siglo merecerían una consideración especial en la metodología propuesta, cosa que apenas si se discute.

De cualquier forma, este trabajo logra avances bastante importantes, los cuales aún no han sido justamente valorados. Por un lado, sistematiza y homogeniza un conjunto de información dispersa hasta entonces. En ese proceso, se ofrece una descripción muy completa de la estructura productiva del país. De otro lado, sus estimaciones del PIB resultan medianamente coincidentes con el resto de trabajos en el área, lo que hace pensar que se trata de una aproximación razonable. De hecho, aunque con las imprecisiones que las críticas hechas arriba han de implicar, poco a poco se ha ido consolidando como el referente de la evolución de la actividad económica durante el período. Finalmente, quizá su aporte más valioso ha sido el de renovar la discusión sobre la importancia de la reconstrucción de series históricas, las exigencias metodológicas y los retos detrás de ello.

2.1.3. De Corso (inédito)

En un trabajo aún inédito, De Corso realiza un cálculo del PIB de Colombia desde 1888 hasta 190510 . Para dicho lapso emplea el enfoque del gasto. Más concretamente, parte de un cálculo del consumo per cápita de la población, al cual se le añaden las cifras de gasto público, inversión y exportaciones netas.

El trabajo, además, incorpora un breve análisis cuantitativo de la Guerra de los Mil Días, donde se incluye una proyección del costo de dicho enfrentamiento, y una estimación del PIB de Bogotá para el período 1888-1905 (la cual se presentará más adelante). Así mismo, De Corso hace un esfuerzo mayor sistematizando los patrones del consumo de los colombianos a finales del siglo XIX, el gasto fiscal y la inversión durante las últimas décadas del siglo XIX.

Entre los logros a resaltar del trabajo de De Corso está la conveniencia del método elegido para estimar el PIB, más que por sus ventajas prácticas, porque refleja mejor que cualquier otro, la dinámica no mercantil de la economía colombiana del período. En esa medida, la descripción que se hace a lo largo del texto de una economía basada en el autoconsumo, además de ser apropiada, representa una innovación a la mirada tradicional de la Colombia del siglo XIX, en la que se ha acostumbrado a privilegiar la importancia del comercio exterior (Ocampo 1987).

De otro lado, en su trabajo inédito De Corso resuelve parte de la confusión debida a las unidades empleadas para las estimaciones de PIB en el siglo XIX. Para ello, construye una canasta nacional de consumo; luego, usa precios de Bogotá, y algunos de Antioquia, ajustándolos para conjeturar unos precios nacionales para la canasta nacional de consumo. Posteriormente, despeja la inflación en papel moneda y lleva los precios a pesos oro. Todo esto para elaborar un deflactor con el que lleva la serie a precios constantes. Así, logra empalmar su serie con la del Grupo de Estudios del Crecimiento Económico Colombiano (Greco) y el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) (véase sección siguiente), pudiendo formar una sola serie expresada en pesos corrientes, constantes y dólares internacionales de 1990 desde 1888 y hasta 2011.

En términos generales, los cálculos de De Corso coinciden con la tendencia de Kalmanovitz y López (2010), pudiéndose observar una fuerte caída del ingreso per cápita a lo largo del período (gráfico 3), que toca fondo en 1901, durante la Guerra de los Mil Días, para comenzar a recuperarse lentamente a partir de 1902. Por otra parte, De Corso especula sobre la posibilidad de que el PIB per cápita haya alcanzado cómodamente los 700-750 dólares de 1990 en el mejor momento del siglo XIX. Así, se atreve a conjeturar que las estimaciones aisladas de McGreevey -1870- y Camacho -1861- son bastante acertadas.

El trabajo de De Corso no escapa a las críticas. Si bien él es mucho más claro que Kalmanovitz y López (2010) en cuanto al método empleado para construir sus cifras, como podría esperarse, los supuestos empleados para lograr una serie anual para todo el país van bastante lejos. Quizá el grupo de supuestos más arriesgado de todos es aquel relacionado con la agregación del comportamiento regional. Este, además de pretender homogenizar, sin mayor precaución, la estructura económica de las distintas regiones de Colombia, suele basarse en supuestos extraídos de hechos estilizados de otros países y/o períodos.

2.2. Estimaciones regionales

Como la sección anterior sugiere, los pocos esfuerzos en reconstrucción de cuentas nacionales para el siglo XIX han mantenido un tremendo desinterés por la heterogeneidad regional del país. No obstante, es a partir de ellos de los que han surgido los primeros esfuerzos en reconstrucción de PIB regionales.

2.2.1. Estimaciones aisladas

2.2.1.1 Bogotá

En el plano regional los trabajos son pocos. Recientemente, Kalmanovitz y López (2012) analizan la actividad económica de Bogotá para la última década del siglo XVIII y la primera del XIX. Estos no se comprometen en una estimación concreta de la producción agregada, pero sí sugieren que hacia 1800 el PIB per cápita en Bogotá habría estado cerca de los 62 pesos, esto sería 34 pesos por encima del producto por habitante neogranadino en 1800, según los datos de Kalmanovitz (2006).

Esta conjetura la realizan con base en los recaudos de alcabala y diezmos, los cuales ofrecen algunas luces acerca del comportamiento de las actividades comercial y agrícola, que representaban los dos principales renglones de la economía bogotana. A partir de este análisis, y teniendo en cuenta que entre 1780 y 1808 el diezmo per cápita crecía a una tasa de 1,7% y la alcabala por habitante a 1,8%, el crecimiento económico de Bogotá debió de ser muy superior al del virreinato, cercano a 0,3% anual. Esto, de nuevo, comparado con sus estimaciones del PIB nacional.

Otra vía por la cual respaldan sus conclusiones es a través de un análisis de la ecuación cuantitativa del dinero. Con algunos supuestos razonables con respecto a la velocidad de circulación del dinero y la tasa de crecimiento de los precios, se estima que la expansión del producto agregado fue del orden del 1,7% anual. Descontándole a esto el crecimiento poblacional (cerca de 1,3%) se puede tener un crecimiento por habitante del orden de 0,4%, igualmente superior al del virreinato.

Así, concluyen que el notable crecimiento económico de la Nueva Granada durante el siglo XVIII, relacionado con el auge minero en zonas como Antioquia, Cauca y Chocó, impactó positivamente la economía de Bogotá, al menos hasta 1808. Esto lo relacionan al papel de Bogotá como centro comercial entre el oriente artesanal y la sabana cundiboyacense, la cual se convirtió en un exportador neto de alimentos. Adicionalmente, el monopolio de acuñación de la Casa de Moneda de Bogotá habría atraído a comerciantes y mineros para intercambiar oro en polvo y en bruto por numerario.

De otro lado, De Corso (2014) presenta una estimación del PIB per cápita de Bogotá entre 1888 y 1905. Aunque esta estimación se desprendería de sus cálculos para Colombia, no ofrece la más mínima explicación de la metodología detrás de su construcción. De cualquier forma, sus resultados establecen que el ingreso por habitante en Bogotá habría fluctuado entre 1,9 y 2,15 veces el colombiano, lo cual va en la línea de lo hallado por Kalmanovitz y López (2012) para casi un siglo antes.

2.2.1.2 Antioquia

Solo existe una estimación aislada del PIB per cápita para Antioquia durante el siglo XIX (un solo dato), construida por Robinson y García-Jimeno (2010) a partir de registros tributarios, quienes afirman que hacia 1850 el ingreso per cápita habría sido de 30,82 pesos corrientes anuales. A partir de esta estimación, Mejía (2014) descarta que el despegue antioqueño hubiese iniciado antes de la segunda mitad del siglo XIX. Esto, tomando como referencia las estimaciones de PIB per cápita colombiano de 1861 (43 pesos anuales), elaboradas por Camacho (1978). No obstante, si se toman como referencia los cálculos de Kalmanovitz y López (2010) (24,8 pesos), es posible considerar que ya hacia 1850 Antioquia habría sido una región más rica que el promedio colombiano.

Al comparar los datos de Kalmanovitz y López (2010) y Robinson y García-Jimeno (2010), el ingreso medio antioqueño habría sido 7,1 pesos superior al colombiano para mediados de siglo, esto es una diferencia de cerca de 25%. A partir de este dato y del resto de las series de Kalmanovitz y López, Mejía (2015a) realiza una aproximación del ingreso per cápita de Antioquia para el resto del siglo.

2.2.2 Mejía (2015a)

El de Mejía (2015a) es, hasta el momento, el único trabajo que tiene como objetivo principal reconstruir una serie de PIB regional para el siglo XIX en Colombia. Realiza un análisis cuantitativo detallado del nivel de actividad económica de Antioquia para el período, proponiendo un método susceptible de ser replicado en otros casos de estudio.

El método propuesto por Mejía consiste en tratar de identificar cómo habría variado la relación entre el PIB regional (yAt) y el nacional (yCt) a partir de un modelo analítico. Así, se propone un indicador que estime la razón de dichos productos (y*) según la siguiente expresión:

Siendo σt la tasa de cambio; xCTt, los ingresos generados por las exportaciones colombianas; xCit, los ingresos generados por las exportaciones del producto i; qAit, la producción del bien i en Antioquia; y qCit, la producción del bien i en Colombia. El valor pit sería el precio internacional del bien i; PAt, la población de Antioquia; y PCt, la población colombiana. Todo esto para el período t.

Este indicador (y*) propone la razón entre los productos de Antioquia y Colombia como una razón de los ingresos generados en el sector externo (primer corchete) y en el interno (segundo corchete). Los parámetros α y β representarían la importancia del sector exportador y el interno, respectivamente, en el producto interno bruto. Para el sector exportador se estaría ponderando la razón de la producción exportadora regional con respecto a la nacional, por el precio internacional, la importancia relativa del producto en las exportaciones nacionales y la tasa de cambio.

Este modelo es particularizado para el caso de Antioquia durante el siglo XIX, donde se asume que el sector exportador antioqueño estuvo dominado por las exportaciones de oro y café. Adicionalmente, el mercado interno es aproximado por el comportamiento de la población. Así, el modelo que se simula es el siguiente:

Donde g sería el subíndice correspondiente al oro y k el correspondiente al café.

En vez de proponer una calibración concreta para α y β, Mejía (2015a) propone unos escenarios hipotéticos dependiendo de los diferentes valores de dichos parámetros, los cuales testea con la evidencia cualitativa existente. En la tabla 3 se describen dichos escenarios.

Considerando que no se tiene conocimiento cierto sobre la composición concreta de la estructura productiva de la región, se propone una solución que lograría algo de certidumbre sobre el crecimiento económico, a costa de cierta precisión en el análisis. La solución consiste en considerar un rango, cuyos límites serían los escenarios extremos posibles (hipótesis 4 y 5) y en el cual los verdaderos valores del PIB habrían estado ubicados. Así, las estimaciones del escenario 1 serían de carácter puntual, esperándose que el valor real de la variable fluctuara alrededor de él, siempre acotada por el rango en cuestión (gráfico 4).

A partir de este análisis se encuentran elementos para dar respuesta a la larga disputa sobre el inicio del despegue antioqueño. Antioquia, ya a comienzos del siglo XIX era una región rica en el contexto colombiano; reportando, además, tasas de crecimiento superiores a las de Colombia entre 1800 y 1913. Es decir, el nivel de actividad económica per cápita de Antioquia siempre se mantuvo por encima del de Colombia; así que, en realidad, nunca habría existido, en el período en cuestión, tal cosa como un momento en el que Antioquia pasara de ser pobre a rica. La identificación de dicho evento, seguramente, haya de buscarse en el auge minero de la segunda mitad del siglo XVIII.

Más allá de los resultados sobre la economía antioqueña del período, el trabajo de Mejía representa un avance en términos metodológicos. Aunque es necesario corroborar sus estimaciones a través de otros métodos, en principio el modelo general propuesto en ese trabajo podría representar una alternativa para aproximaciones de PIB en diferentes regiones.

2.3. Perspectivas

Como puede verse, los estudios interesados en la reconstrucción de PIB regionales en Colombia durante el siglo XIX son pocos. Sin embargo, se ha pasado de un desinterés completo por el asunto a una cada vez más receptiva audiencia, tanto en los círculos de historiadores económicos cuantitativos bogotanos, como entre los académicos de las regiones. Adicionalmente, la creciente disponibilidad de fuentes y estudios relacionados hacen pensar que la producción en el área seguirá creciendo en los próximos años.

Con respecto a las nuevas fuentes disponibles debe resaltarse el reciente auge en estudios fiscales. En particular, un proyecto liderado por Salomón Kalmanovitz, que congrega investigadores de todo el país, se encuentra promoviendo los estudios en cuentas fiscales regionales durante el período federal. Los resultados de este proyecto permitirán, en unos años, una base homogénea y centralizada de información acerca del período. Esto resolvería, en parte, la gran dificultad que la autonomía gubernamental de las regiones, durante la época, habría generado en el manejo de los datos.

También relacionado a las finanzas del Estado, un trabajo reciente de Pinto (2011), gracias al hallazgo de fuentes desconocidas hasta entonces, logra reconstruir con precisión la deuda pública entre 1819 y 1830. Su trabajo está acompañado de un completo anexo estadístico que muestra la situación fiscal de las diferentes regiones. Esto es de la mayor importancia, ya que por años se consideró que el desorden resultado de la Independencia haría imposible una estimación precisa de las finanzas públicas del período.

Estos, junto a trabajos como los de Barriga (2010), Avella (2010) y Junguito (2010) en el plano nacional y Pico (2011), Pinto (2010; 2011), Castillo y López (2013) y Flórez y Solano (2011) en el plano regional (por mencionar solo algunos) ofrecen todo un abanico de posibilidades para estimaciones regionales de PIB durante el período a partir de información fiscal.

De otro lado, desde la Universidad de los Andes se están haciendo avances significativos en la reconstrucción de agregados monetarios, en particular para Antioquia y Bogotá (álvarez 2013; Acuña y álvarez 2014). Con esta información, que incluye datos sobre acuñación y emisión de billetes, se puede, además de capturar información sobre la producción minera, hacer estimaciones de la producción agregada a través de ecuaciones cuantitativas del dinero.

También desde la Universidad de los Andes, se están llevando a cabo esfuerzos en la reconstrucción de índices de precios y salarios regionales. Urrutia (2010) y Rojas y Urrutia (2012) son algunos de los primeros productos en esa línea.

Finalmente, el redescubrimiento de fuentes olvidadas hasta hace poco, como los censos, los almanaques y guías de ciudades, y las obras de viajeros y pensadores, reeditadas por instituciones como el Banco de la República, ofrecen la posibilidad de generar nuevos hallazgos en la dinámica del mercado interno y la interrelación entre las economías locales.

3. Fuentes y métodos para la reconstrucción de cuentas regionales. Siglo XX

La situación de este campo de estudio para el siglo XX es bastante diferente. En primer lugar, el siglo XX es un período muchísimo más estable que el XIX. Se disfrutó de un gobierno centralizado con un mayor control sobre los entes territoriales, lo que permitió el legado de datos oficiales con cierta homogeneidad para casi todo el país. A esto debe sumársele la tecnificación del gobierno, al menos de los altos cargos del ejecutivo central, que llevó a esfuerzos por recopilar mejor y más cuantiosa información sobre la actividad económica. Si bien este fue un proceso que tomaría varias décadas en hacerse significativo, desde principios del siglo, en áreas como la moneda o el café, ya eran notorios los avances. Por último, la consolidación de la Economía como una profesión trajo consigo un mayor número de trabajos de contemporáneos interesados en la dinámica del producto agregado. Así, la agenda de investigación en este campo, además de ser más activa que la del siglo XIX, se caracteriza por menores requerimientos historiográficos y una mayor presencia de macroeconomistas.

3.1. Estimaciones nacionales

3.1.1. Estimaciones aisladas y primeras aproximaciones

Como sería de esperar, el período para el que existen estimaciones más precarias es la primera parte del siglo. Las primeras cifras para el período son las de Angus Maddison (2009). Maddison presenta dos estimaciones del PIB colombiano, una para 1900 y otra para 1913, obtenidas a partir del promedio de las tasas de crecimiento de Chile y Brasil en 1913, que extrapoladas sirven para calcular los niveles del PIB en ambos años. La lógica detrás este método (si es que tiene alguna) ha de estar en que al ser Chile y Brasil los dos extremos del crecimiento económico latinoamericano de la primera década del siglo XX11, el crecimiento colombiano en el período se esperaría que fuera, más o menos, el del promedio de un país latinoamericano (la mitad de los extremos).

La poca rigurosidad con la que se realiza esta estimación motivó que buena parte de los trabajos para el siglo XIX procuraran llevar sus estimaciones hasta principios del siglo XX (véase sección previa).

3.1.2. Cuentas oficiales

Las cuentas nacionales de Colombia se vienen construyendo de forma metódica desde 1947. Entre 1947 y 1969, esta labor la cumplía el Banco de la República. A partir de 1970, el DANE se empezó a encargar de elaborar las cuentas nacionales, sin embargo, decidió emplear una metodología diferente a la que llevaba el Banco de la República. Además de las disparidades metodológicas, ambas series presentan problemas en la precisión de sus cálculos (López, Gómez y Rodríguez 1996). Tres grandes esfuerzos se llevaron a cabo para reconciliar las dos series y corregir sus deficiencias: Agudelo (1991), Londoño (1995) y López, Gómez y Rodríguez (1996). López, Gómez y Rodríguez (1996) terminarían convirtiéndose en el referente de los trabajos posteriores.

3.1.3. Grupo de Estudios del Crecimiento Económico Colombiano (Greco) (2004)

Hace unos 15 años, el Grupo de Estudios del Crecimiento Económico Colombiano (Greco) inició un trabajo bastante juicioso de reconstrucción y empalme de series de agregados macroeconómicos del siglo XX para Colombia. Entre sus productos más resaltables estuvo la construcción de una serie del PIB colombiano desde 1905. Esta se construyó de la siguiente manera.

Entre 1905 y 1924 tomaron la estimación del PIB elaborada por el Banco de la República, la cual se basa en el promedio de las tasas de crecimiento de las estimaciones del producto con funciones de demanda de dinero y de comercio exterior. Así, este tramo de la serie no considera ni los ingresos factoriales ni el producto sectorial. Tampoco incluye una estimación del acervo de capital ni de consumo e inversión. Sin embargo, esto parece intentar corregirse procurando obtener coherencia con las estimaciones más gruesas de Maddison (2009).

Entre 1925 y 1949, tomaron las tasas de crecimiento del PIB real construido por la Cepal (1957), extrapolando el PIB real estimado por López, Gómez y Rodríguez (1996). Entre 1950 y 1993 utilizaron la información de estos últimos y de ahí en adelante emplearon las estimaciones del DANE.

Aunque los trabajos del Greco fueron interrumpidos luego de unos pocos años de trabajo, su serie se convertiría en la referencia para el análisis de la actividad económica de largo plazo del país12.

3.2. Estimaciones regionales

En este campo la labor, más que de reconstrucción histórica de series, como en el caso del siglo XIX, se ha tratado de reajustes de los datos oficiales disponibles para la generación de series completas con cierta consistencia en el tiempo.

3.2.1. Estimaciones aisladas

Para el período previo a 1960 la información sobre PIB regionales es aislada. Dejando de lado los estudios de reconstrucción que se prolongan desde el siglo XIX al XX, sobre los cuales ya se mencionó suficiente en el apartado anterior, resalta un único estudio para la década de 1950. Este es el informe que Albert Hirschman entrega en 1952 al, por entonces, recién fundado Consejo Nacional de Planeación (Toro, Delgado y Marulanda 2009). Hirschman habría sido contratado como asesor externo para presentar la "línea base" de las condiciones económicas del país, a partir de las cuales el Consejo debería empezar a trabajar. Parte importante de su labor fue la elaboración de una estimación del PIB departamental.

Los cálculos realizados se basaron en la información tributaria disponible. Adicionalmente, los resultados se "verificaron" a partir de estimativos de la incidencia de diez variables diferentes: depósitos bancarios, ahorros, ingresos departamentales, número de vehículos automotores, kilovatios instalados, consumos de azúcar, cigarrillos, cerveza, ganado y compra-ventas.

Según sus cálculos, en términos absolutos, el departamento más rico era Cundinamarca, en el cual se concentraba 27% del ingreso total del país; siguiéndolo Antioquia, con 16% del ingreso; Valle del Cauca, con 13%; Caldas, con 10% y Atlántico, con 8% del ingreso total. El departamento más pobre del país era Huila, con una contribución inferior a 2% del PIB nacional.

En términos per cápita, el ranking variaba ligeramente. En la tabla 4 se describe la cuestión.

Además de la cifra agregada, Hirschman realiza estimaciones del ingreso per cápita en zonas urbanas y rurales. Con ello encuentra que no existían mayores diferencias regionales en el ingreso rural13. En cambio, en zonas urbanas las diferencias sí alcanzaban a ser cuantiosas (tabla 5). En palabras del mismo Hirschman, "la industrialización de las ciudades, más bien que la riqueza de sus alrededores, determinaría su nivel de ingreso" (Toro, Delgado y Marulanda 2009, 276).

Por otra parte, también corresponde mencionar que hubo algunos otros casos aislados en los que se recolectaron datos que podrían interpretarse como aproximaciones del PIB departamental. Entre ellos, resalta el caso de Caldas, departamento que a mediados del siglo le encargó a una Misión encabezada por Lauchlin Currie hacer un estudio sobre la economía y las finanzas (Currie 1952). Tanto los datos de Hirschman como los de Currie para Caldas pasaron al olvido luego de unos pocos años. Una nueva discusión sobre su validez y potencial resulta necesaria.

3.2.2. Reconstrucciones recientes

Recientemente, diferentes autores -Gómez, Miller y Rivera 2006; Chaves 2005; Vásquez et al. 2014; Escobar, Moreno y Tapia (inédito)- han trabajado en la adaptación y empalme de las series oficiales de PIB departamentales disponibles para el siglo XX. Sus objetivos han sido diferentes a la reconstrucción de los PIB departamentales como tal. Algunos de ellos exploran la dinámica de largo plazo de departamentos concretos, otros se interesan por los ciclos y la dinámica de corto plazo de estos, y algunos más se centran en las tendencias de convergencia regionales de todo el país. No obstante, todos estos trabajos han compartido similares aproximaciones metodológicas en cuanto al levantamiento de sus datos.

El conjunto de series que utilizan va de 1960 a 2010. Las que emplean son las de la firma consultora Inandes, que construyó las series de PIB departamentales para Fonade y el DNP entre 1960 y 1975; la Fundación CEGA y el DANE14. La tabla 6 resume esto.

Escobar, Moreno y Tapia (inédito) es el caso más representativo de este grupo de trabajos, puesto que son quienes más atención prestan a la reconstrucción de los PIB regionales. Su método no consiste en trabajar una serie completa, porque el proceso de empalme requeriría el uso de técnicas de reconciliación transversal que conserven, simultáneamente, las dos propiedades básicas de este tipo de series. Primero, el comportamiento en el tiempo de las series, es decir, la nueva serie debería conservar las tasas de crecimiento de las series originales. Segundo, se requiere mantener inalterada la estructura de participaciones sectoriales, tanto dentro de cada departamento como en el agregado nacional. Dada la complejidad de esto, los autores prefieren hacer los cálculos de los indicadores dentro de las series de cada fuente y así formar una idea aproximada de la dinámica departamental y sectorial. Los resultados de estas series se presentan, contextualizados por regiones, en una serie de números de los Ensayos sobre economía regional del Banco de la República.

Las estimaciones de este grupo de autores no resultan particularmente novedosas en el marco de la literatura sobre economía regional en Colombia. Por ejemplo, las tendencias y rankings en la actividad económica departamental persisten. No obstante, a diferencia de los trabajos tradicionales en este campo, estos autores no usan proxies de actividad económica, sino series de PIB departamental. Esto es un paso importante en el camino de hacer más rigurosa la investigación regional, partiendo de datos más precisos.

3.3. Perspectivas

Como puede verse, la cuestión para el siglo XX, en particular a partir de 1960, está en una etapa de refinamiento metodológico, más que de búsqueda de fuentes e inferencia aproximativa. Si bien aún hace falta un diálogo más activo entre los autores, donde se discutan los supuestos y métodos empleados en sus estimaciones, no parece haber limitaciones serias en los datos que exijan redireccionar los esfuerzos existentes. Así las cosas, el paso a seguir parecería ser la amplificación de los resultados en el ámbito subdepartamental.

Para el período previo a 1960, la cuestión aun ofrece un ancho espacio para ejercicios reconstructivos. Si bien, en un principio convendría la exploración de métodos indirectos que ofrezcan estimaciones aproximativas (como se ha hecho en la literatura sobre el siglo XIX), en el mediano plazo la disponibilidad de información (fuentes oficiales, en su mayoría) debería permitir métodos directos más precisos. No obstante, el panorama es un poco menos alentador para aquel período, si se compara con lo que viene sucediendo para el siglo XIX. A diferencia del auge que ha vivido la reconstrucción de información cuantitativa para el XIX, luego del ciclo de trabajos del Greco, los avances en el área han sido más bien tímidos, sobre todo en el ámbito regional. Las estimaciones recientes han sido resultados tangenciales de otras agendas de investigación y no han generado una comunidad interesada en abordar la cuestión de forma decidida. Quizá detrás de esto esté que la atención de la historiografía económica del siglo XX se ha concentrado en el análisis de políticas y en la evolución sectorial, más que en el desempeño regional.

Incluso en escenarios en los que se lograra formar una efectiva comunidad alrededor de esta agenda de investigación, existen retos significativos que habría de enfrentar. Por ejemplo, lograr una mejor comprensión de cómo evolucionó la división administrativa del país. Aun en el siglo XX es confusa la configuración territorial del país más allá de los departamentos. Los pocos trabajos que exploran esto lo hacen para territorios o períodos concretos. Esto exige la sistematización de información aislada y heterogénea.

4. Comentarios finales

Este trabajo resume y analiza las principales fuentes y métodos empleados en la reconstrucción de PIB regionales en Colombia para los siglos XIX y XX. Además, ofrece una perspectiva general de lo que se esperaría fuese la evolución de este campo de estudio en los próximos años.

Quizá el resultado más evidente es que se trata de un campo apenas en construcción. Los trabajos son pocos, heterogéneos en sus métodos e intereses y buena parte de ellos están aún inéditos. Sin embargo, el ritmo al que está creciendo la producción, tanto de aplicaciones como de fuentes, sugiere un futuro próximo más prolífico.

Se encuentra que las agendas de investigación para el siglo XIX y XX están relativamente separadas. Mientras para la segunda mitad del siglo XX se observa una producción dominada por macroeconomistas y concentrada en el refinamiento técnico de las cifras oficiales, para el siglo XIX (y primeros años del XX) se encuentra una participación extensiva de historiadores económicos, con un interés especial en la consecución de nuevas fuentes y la generación de resultados prontos, incluso a costa de rigurosidad metodológica, en muchos casos.

Las estimaciones del PIB nacional han tenido mayores avances. Los trabajos del Greco han ido siendo aceptados por la comunidad científica como buenos referentes de la actividad económica de Colombia en el siglo XX, a pesar de sus deficiencias, sobre todo para los primeros años del siglo. Para el siglo XIX, si bien aún se trata de una discusión activa, se están empezando a llegar a acuerdos no solo en la tendencia, sino también en los rangos generales que habría tomado el PIB nacional en diferentes momentos del siglo. En el ámbito regional la producción es tan poca, tanto para el siglo XIX como para el XX, que no existen polémicas reales aún, en las que se validen o refuten las cifras halladas.

En definitiva, quedan muchos retos que enfrentar. La construcción de series de longitud significativa, comparables entre sí y que permitan análisis detallados de la evolución de la actividad económica regional, es todavía una tarea pendiente. La diversidad de los métodos empleados en el país aún es bastante restringida. Y si bien los trabajos precursores de Kalmanovitz y López (2010; 2012), Mejía (2015a), De Corso (inédito) y Escobar, Moreno y Tapia (inédito) han ofrecido una base sobre la cual pueden surgir trabajos futuros. Discusiones más cuidadosas sobre la validez de sus métodos son necesarias. Una mayor interacción con la literatura internacional es un paso importante en este aspecto. Esto no solo servirá para inspirar el empleo de nuevos métodos, sino también para sincronizar los esfuerzos locales con los mundiales, y poder ofrecer comparaciones internacionales. Entender la región colombiana en el contexto mundial ha de ser una prioridad de esta agenda de investigación.

También son necesarios más trabajos como este, que compilen y analicen críticamente trabajos en historia económica regional. Visiones agregadas de las dinámicas de largo plazo regionales sobre cuestiones como los niveles de precios, la población, los mercados laborales y el cambio tecnológico serían insumos claves para la estimación de PIB regionales más precisos y, en general, para avanzar en la compresión de la evolución de la economía nacional como un todo.

Como mensaje final, vale la pena resaltar la creciente disponibilidad de fuentes y el, cada vez, más favorable ambiente para la realización de estudios en esta línea. El renovado y creciente interés internacional por el crecimiento económico de muy largo plazo hace pensar que existen motores que mantendrán dicha tendencia en el futuro cercano. Esto es un atisbo de optimismo, que hace pensar en el surgimiento de una mayor producción y discusión en el campo de la reconstrucción de PIB regionales en los próximos años.

Citas de pie de página

1 El autor agradece los comentarios de los participantes del encuentro "Reconstrucción de los PIB regionales en América Latina, 1890-2010", realizado en Montevideo en diciembre de 2013. También agradece la colaboración de María Alejandra González y Carlos A. Molina.

2 Economista. Magíster en Economía.

3 Para estudios subnacionales en esta línea, véase Meisel (2014) y Maloney y Valencia (2015).

4 En uno por problemas de calado y en otro por la fuerza de las corrientes.

5 Para una mirada a las limitaciones de la geografía para la integración de la economía colombiana durante el siglo XIX, véase Mendoza (1993) y Safford (2010). Para un estudio sobre el transporte fluvial durante el período, véase Zambrano (1979) y Solano (1998).

6 Para análisis detallados del transporte en Colombia durante el siglo XX, véase Pachón y Ramírez (2006).

7 Esta discusión se dio en el marco de lo que los teóricos del urbanismo dependentista llamaron macrocefalia urbana. Esta era descrita como la exagerada concentración productiva y demográfica en un solo centro urbano, y era considerada como uno de los rasgos característicos de la red urbana en los países latinoamericanos (véase Jaramillo 1979).

Colombia y Brasil eran, para muchos, las excepciones a dichos patrones, lo que motivó un amplio número de estudios. Entre las referencias más influyentes en el país alrededor de dicha discusión resaltan Fornaguera y Guhl (1969) y Siabatto (1976).

8 Este período estuvo caracterizado por cambios en los límites territoriales, esporádicos gobiernos republicanos, la reconquista a partir de 1815, la cruenta guerra en la costa y en el sur del virreinato y la expulsión de los españoles en 1819. En 1821 surgió la Gran Colombia, figura que agrupó, además de Colombia, a los actuales Venezuela y Ecuador, entre otros territorios, la cual se disolvió en 1832. Si bien la Gran Colombia fue un período de paz, también lo fue de reconstrucción económica y de él existen pocos datos (Kalmanovitz y López 2010).

9 Vale la pena aclarar que Pardo no tenía la pretensión de hacer una estimación del PIB como indicador del nivel de actividad económica agregada del país. Su trabajo hace referencia, más bien, a la idea de salarios agregados.

10 Es importante aclarar que la versión a la que se tuvo acceso es preliminar. De Corso (2014) ofrece un adelanto de los resultados potenciales de lo que sería una versión definitiva, estos no difieren mayormente de los presentados aquí.

11 Mientras Chile creció a una tasa de 2,4%, Brasil tuvo el peor desempeño de la región, con solo 1,36%.

12 Esto no quiere decir que esté exenta de críticas. Por ejemplo, Kalmanovitz y López (2010) afirman que el modelo de demanda por dinero utilizado para la primera parte del siglo tiene el problema de suponer que la velocidad de circulación es constante e igual entre 1905-1923 que de 1923 en adelante. El error estaría en que los dos períodos son muy diferentes en términos institucionales: el primero está caracterizado por una oferta monetaria rígida (resultado del patrón oro), cuyas variaciones son provistas por el excedente (o faltante) del balance de comercio exterior (considerando los escasos flujos de capital), mientras que en el segundo hay un banco central que emite de acuerdo con las necesidades de liquidez del sistema financiero (además de una significativa entrada de créditos e inversiones externas).

13 El ingreso promedio de los campesinos, arrendatarios, trabajadores agrícolas y sus familias, oscilaba entre 100 y 200 pesos per cápita en Antioquia, Atlántico, Bolívar, Boyacá, Cauca, Magdalena, Nariño, Norte de Santander y Santander. En Cundinamarca y Tolima, debido al cultivo del café y a la mecanización de la agricultura, el ingreso rural subía a los 200-300 pesos per cápita. El ingreso rural de Caldas, a causa de la preponderancia del café, llegaba a los 300 y 400 pesos. Finalmente, el ingreso en el Valle del Cauca sobrepasaba los 400 pesos, lo que probablemente es una situación excepcional, aun en comparación con los demás países latinoamericanos.

14 Además del empalme de las series de PIB regionales, los autores estiman un conjunto de indicadores de la estructura productiva de las regiones y de su relación entre sí.


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Mejía, Javier. «Reconstrucción de PIB regionales en Colombia (1800-2015): una revisión crítica de las fuentes y los métodos». Sociedad y economía, No. 30 (enero - junio 2016): 305-334.