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Sociedad y Economía

Print version ISSN 1657-6357On-line version ISSN 2389-9050

Soc. Econ.  no.45 Cali Jan./Apr. 2022  Epub Dec 17, 2021

https://doi.org/10.25100/sye.v0i45.11328 

Tema Central

Factores asociados con la desafiliación social en reincorporados de las FARC en el Valle del Cauca - 2019

Associated Factors with social disaffiliation of FARC´s reincorporated members in Valle del Cauca - 2019

María Gertrudis Roa-Martínez1  1
http://orcid.org/0000-0003-0626-8705

María Eugenia Ibarra-Melo2  2
http://orcid.org/0000-0002-5667-6478

1 Universidad del Valle, Cali, Colombiamaria.roa@correounivalle.edu.co https://orcid.org/0000-0003-0626-8705

2 Universidad del Valle, Cali, Colombia maria.ibarra@correounivalle.edu.co https://orcid.org/0000-0002-5667-6478


Resumen

La inclusión social de los exguerrilleros está ligada a la implementación del Acuerdo final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. El acuerdo prometió reincorporación social, económica y política. Este artículo caracteriza la población de exguerrilleros del Valle del Cauca mediante un índice multidimensional de desafiliación y la construcción de árboles de regresión con el modelo CTR en SPSS. Los resultados permiten establecer que el proceso de reincorporación es heterogéneo, y que los factores con más incidencia en la desafiliación son los siguientes: estar desempleado o vinculado a trabajos informales, tener personas a cargo, y tener entre 18 y 56 años. En este grupo sobresalen personas con discapacidad física o mental, afrocolombianos e indígenas con escasa formación académica y experiencia laboral, y que no tienen arraigo en las ciudades. Estas personas enfrentan altos riesgos de caer en pobreza extrema, reincidir o vincularse a la delincuencia, lo que constituye un desafío para el Estado y la sociedad.

Palabras clave: desafiliación social; reincorporación; proceso de paz; exguerrilleros; Acuerdo Final

Abstract

Social inclusion of ex-guerrillas is linked to the implementation of the Final Agreement to End the Armed Conflict and Build a Stable and Lasting Peace. This agreement promised them social, economic, and political reincorporation. This paper characterizes this population in Valle del Cauca using a multidimensional disaffiliation index and the construction of regression trees with the CTR model in SPSS. The results allow us to establish that the reincorporation process is heterogeneous, and that the factors with the greatest incidence in disaffiliation are the following: being unemployed or linked to informal jobs, having dependents, and being between 18 and 56 years old. In this group stand out people with physical or mental disabilities, Afro-Colombians and indigenous people with little academic training and work experience, who do not have roots in the cities. They face high risks of falling into extreme poverty, being recruited again, or being linked to crime, which constitutes a challenge for the State and society.

Keywords: social disaffiliation; reincorporation; peace process; ex-guerrillas; Final agreement

1. Introducción

La implementación del Acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera (VVAA, 2016), producto de los diálogos de La Habana (2012-2016) y firmado por el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo FARC-EP, impuso un reto fundamental al Estado y a la sociedad para evitar la reincidencia de los exguerrilleros en grupos armados, su vínculo con la delincuencia común y propiciar el logro de los compromisos de reincorporación social, económica y política. Es decir, para evitar los riesgos de desafiliación social de estas personas y sus familias.

Esta investigación analiza los datos obtenidos con la encuesta de Caracterización de la población reincorporada de las Farc en el Valle del Cauca, 2019. El interés se expresa en la pregunta por los niveles de desafiliación que tenían los reincorporados del Valle del Cauca en 2019 y por las variables (factores) que tienen capacidad explicativa frente a los diferentes niveles de desafiliación.

El objetivo de este artículo es identificar algunos factores para predecir los diferentes niveles de desafiliación social de los reincorporados del Valle del Cauca en el 2019; en este sentido, se identifican las áreas críticas del proceso de reincorporación para aportar mejores elementos que direccionen las intervenciones sociales por parte de las entidades comprometidas en ello. Para lograr este propósito se formularon tres objetivos específicos: explicar el peso de las variables sociodemográficas; analizar el peso de la vida guerrillera (el pasado) en el proceso de desafiliación social; y comprender la influencia de las condiciones actuales (el presente) en los niveles de desafiliación. Como hipótesis central se plantea que los factores que explican la desafiliación social son heterogéneos y, de ese modo, los reincorporados están originando procesos de afiliación segmentada.

El estudio se distancia de la noción de reincorporación que acoge la Agencia para la Reincorporación Nacional (ARN), porque en esta no cuentan las particularidades de la trayectoria vital individual ni las complejidades que se presentan en los procesos regionales y locales donde se está implementando. Tampoco se prevén otras dinámicas sociales y culturales que facilitan u obstaculizan el tránsito de la vida guerrillera a la vida civil. En este tipo de política pública, tal como planteaba Lasswell (1971), se elige una clientela y, por rebote, una víctima. En ella se trata de legitimar la orientación estatal, diseñada en un programa de acción gubernamental. Los reincorporados reciben los beneficios de la asistencia estatal por haber abandonado las armas y comprometerse a no reincidir, pero escasamente participan en el diseño de los planes, estrategias o programas. Esta institución los categoriza como clientes, que reciben atención, recursos y servicios (Fraser, 1998); y ellos se comportan como pacientes del Estado que se resignan a esperar un turno para procurarse los beneficios estatales (Auyero, 2013).

Comprender esta situación implica utilizar un arsenal teórico que permita entender la desafiliación social como un proceso y, por ello, se recurre a los aportes que proporciona Robert Castel (1997; 2004; 2010) en La metamorfosis de la cuestión social, Las trampas de la exclusión: trabajo y utilidad social y El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo. En estos, la pobreza es entendida como una diferencia estigmatizante, que se ha construido en sociedades desiguales y excluyentes, que bien refleja los déficits para algunos grupos en el disfrute de la ciudadanía. Para este autor, las personas reciben soportes de los vínculos que se desprenden del lugar que ocupan en la división del trabajo y en las redes de sociabilidad, que generan arraigo (Castel, 1997; 2004; 2010).

En ese sentido, quien está desafiliado es aquél que no cuenta con soportes fuertes que permiten su inclusión. Es decir, la desafiliación es el desenlace del proceso por el que se deshacen los estatutos. Así, tanto los grupos como los individuos circulan de una “zona de vulnerabilidad” a otra, que supone vínculos más laxos con las instituciones y que favorece la integración social (Castel, 1997). Esta discusión se enmarca en los postulados de la sociología de la pobreza, inicialmente propuesta por Georg Simmel (2011), la cual se renueva constantemente con nuevos aportes de sociólogos de diferentes latitudes y escuelas. En la segunda parte se desarrolla esta discusión.

Teniendo en cuenta que la mayoría de los reincorporados fueron socializados en el grupo armado y permanecieron largos años en la clandestinidad, la nueva vida social entraña amenazas, sospechas e incertidumbre; por esto, las relaciones con sus vecinos, compañeros de estudio y trabajo o, incluso, con sus antiguos “socios” son escasas y frágiles. Ese debilitamiento o ruptura de los lazos supone prestar atención a los lazos micro-sociales y, particularmente, al relacionamiento entre pares. La debilidad de esos vínculos puede manifestarse en una o varias esferas a la vez, con distintas combinaciones y niveles posibles. De ese modo, esa fragilidad de los lazos en ciertos ámbitos no siempre conduce a una “fractura”, porque también en estos procesos juegan las experiencias biográficas de los sujetos, sus expectativas de futuro y el modo en que aprovechan las oportunidades para la recomposición de sus relaciones.

Reflexionar sobre esta situación es primordial para formular intervenciones sociales que impidan a los individuos y a los grupos descender en los niveles de su calidad de vida, permanecer en la “precariedad o insatisfacción de necesidades”, entrar en la “descalificación” o el “aislamiento social”. Ello implica entender que los procesos de desafiliación son diferenciados y tienen gradaciones. En ese sentido, las intervenciones para lograr la reincorporación de los exguerrilleros deben fortalecer los soportes protectores que generen arraigo en la vida civil y reducir las barreras para acceder a la afiliación social. Sobre todo, porque ellos llegan a este proceso con desventajas sociales significativas, por ejemplo, soportan una alta estigmatización social que marca el conjunto de relaciones con otros; todavía tienen procesos judiciales que resolver con la Justicia Especial para la Paz o con el sistema penal; sus niveles educativos son bajos; su formación para el empleo es escasa y su experiencia laboral es reducida, y están expuestos al impacto de múltiples violencias. Es decir, su desafío por llevar una vida normal en condiciones de seguridad anormal es uno de los más complejos, tal como sugieren Meernik et al. (2021).

La literatura sobre los procesos de desarme, desmovilización y reincorporación (DDR) en Colombia es amplia. Sin embargo, al principio, como sugiere Theidon (2009), se restringía a observar el DDR como el desmantelamiento de la maquinaria de guerra y esto condicionaba el análisis de otras dimensiones. Para ella, el DDR comprende diferentes transiciones, de acuerdo con los agentes que participan en el proceso: para el Gobierno, que procura terminar el conflicto armado; para los exguerrilleros/desmovilizados, que deponen las armas y se deben ajustar a las nuevas condiciones de la civilidad; y para la comunidad, que debe ser receptora de los reincorporados, a pesar de la victimización que sufrió por parte de estos (Theidon, 2009). A su juicio, el DDR involucra en gran medida al Estado porque está en juego la existencia humana (Theidon, 2009). Sin embargo, como proponen García y Barrios (2019), el sector privado es indispensable en este proceso, porque tiene mayor capacidad para recibir o promover ocupacionalmente a esta población.

Como demostró el trabajo de campo y los informes de seguimiento a la implementación de los acuerdos consultados para esta investigación (Kroc Institute, 2021; Cedipo y Gentes del Común, 2021; Estrada, 2021); los reincorporados, por su propia cuenta, están alimentando y fortaleciendo sus vínculos sociales y buscan un reposicionamiento familiar y comunitario. Para ellos, el mecanismo de integración no ha dejado de funcionar, a pesar de que el otro eje de esta, que es la reincorporación económica y laboral, todavía requiera ajustes. Quizás el reto más complicado de asumir, en la “vida civil”, es la comprensión del mundo del trabajo precario, el tener que vagar entre unas prácticas y otras, condenados a la interinidad, a la alta rotación de empleos, sin posibilidades de hacer planes futuros, al estar obligados a seguir viviendo al día; antes por la inminencia de la muerte, ahora porque deben generar sus propios ingresos para sobrevivir en una sociedad hostil. Es decir, enfrentarse a la desregulación, a la vulnerabilidad y a la nueva pobreza, de estar sometidos a la temporalidad, a pseudotrabajos a tiempo parcial y a la desprotección social que genera el trabajo inestable y sin derechos.

Otros trabajos han hecho énfasis en nuevas metodologías para comprender qué es la reintegración. Saldner (2020), por ejemplo, presenta un modelo que incorpora la cohesión social y la creación de un indicador compuesto de reintegración, que compara excombatientes y civiles para mejorar las mediciones entre grupos y proporcionar información sobre el cómo difieren y por qué. Meernik et al. (2021) presentan un modelo para medir el impacto de la inseguridad en la culminación exitosa de la reintegración en Colombia. En este caso, el género y la familia tienen un alto impacto en las capacidades de las personas para gestionar su reintegración a través de los programas que ofrece el Gobierno. El artículo se concentra en el análisis de por qué algunos excombatientes completan con éxito el programa de reintegración y otros no, teniendo en cuenta los desafíos personales, sociales, económicos y de seguridad de los reincorporados.

La investigación que aquí presentamos dialoga con esta literatura, que da cuenta de cómo hoy la población reincorporada se enfrenta a graves riesgos para garantizar su seguridad. Casi todos los informes coinciden en que la ejecución de los programas para la reincorporación social y económica es segmentada, parcial y lenta; o no tiene ni secuencia ni sincronía, dos condiciones esenciales de la implementación del Acuerdo (Kroc Institute, 2021).

A continuación, incorporamos un breve recorrido por el análisis sociológico de la pobreza propuesta por Simmel (2011) y culmina con los aportes sociológicos recientes al concepto de la desafiliación, acuñado por Castel (1997), que contribuyen a identificar y comprender los riesgos de desafiliación. Luego, se presenta una amplia formulación metodológica, relevando el modelo analítico para la construcción del índice multidimensional de la desafiliación y el análisis de factores predictivos con los árboles de regresión. Después, se presentan los resultados con cuatro subpartes: la descripción de los niveles de desafiliación en los reincorporados, los cuatro modelos: demográfico, de trayectoria, condiciones presentes y el modelo final. Para finalizar, se plantean las conclusiones.

2. Aportes de la sociología de la pobreza para comprender la desafiliación social

En el análisis de los sujetos en los márgenes, sobresale el trabajo de Georg Simmel (2011), titulado El pobre, considerado como el punto de partida de la sociología de la pobreza. Para él, la categoría de pobre se construye desde fuera, por las instituciones que crean un sujeto de intervención, una etiqueta que unifica a personas que en principio son heterogéneas.

Esta significación social del «pobre», a diferencia del sentido individual, es la que le convierte en una especie de clase o capa unitaria dentro de la sociedad. El hecho de que alguien sea pobre no quiere decir que pertenezca a la categoría social determinada de los «pobres» (...) Sólo en el momento en que son socorridos -con frecuencia ya desde que su situación lo pide normalmente y aunque no acontezca de hecho- entran en un círculo caracterizado por la pobreza. Este círculo no se mantiene unido por una acción recíproca de sus miembros, sino por la actitud colectiva que la sociedad en conjunto adopta frente a él (Simmel, 2011, p. 518).

En esa noción simmeliana se inspiraron las investigaciones de la Escuela de Chicago, como la de Robert Park (1928), Human Migration and the Marginal Man, que articula fenómenos como la delincuencia, el estatuto del extranjero y la prostitución; y los trabajos de Herbert Gans (1972) sobre las funciones de la pobreza en Estados Unidos. Estos aportes develan los mecanismos que intervienen en la construcción social de la pobreza y la desigualdad que produce la desafiliación de los individuos y que muestra la existencia del conflicto social, tal como lo entiende Coser (1985), quien avanza de modo más explícito en el desarrollo de una sociología de la pobreza3. Para este autor, el conflicto no siempre es disfuncional, con frecuencia es necesario para mantener las relaciones sociales, al dejar libres los sentimientos de hostilidad aprisionados por los individuos (Coser, 1985).

El marco analítico de Simmel también influyó a Erving Goffman (2006; 1973) en la producción de sus obras Estigma. La identidad deteriorada e Internados, que examinan la condición de los individuos social e históricamente marcados por el estigma social, y los mecanismos de aceptación y exclusión a los que están sometidos. La influencia simmeliana también se nota en la interpretación que propone Howard Becker (1971) sobre los extraños y la desviación social; en el análisis sobre las nuevas formas de pobreza que han dado lugar a las designaciones de “exclusión” en Francia, “underclass” en los Estados Unidos y “marginalidad” en América Latina, que estudia Didier Fassin (1996) en su comparación sobre esa topología social; así como en el estudio sobre los procesos de descalificación social descritos por Serge Paugam (2007).

Loïc Wacquant es otro sociólogo que se refiere a las desigualdades urbanas y las nuevas expresiones que adquiere la pobreza en las ciudades. En Cárceles de la miseria revela el proceso de constitución de un modelo penal para la gestión judicial y carcelaria de la pobreza, que se erige al tiempo que surge una ciudadanía que reclama derechos (Wacquant, 2000). En Parias urbanos desmiente y denuncia las aproximaciones dominantes, en particular de la teoría de la infraclase, por el sesgo ideológico con el cual se analiza la miseria y la pauperización de los trabajadores, dado que el Estado se retrotrae cada vez más en las áreas urbanas deprimidas (Wacquant, 2001). En Los condenados de la ciudad. Guetto, periferias y Estado es relevante su análisis sobre la dislocación y la degradación acelerada de los centros segregados de las ciudades y el declarado pánico moral alrededor del aumento de la exclusión y segregación de amplios sectores poblacionales, como los negros o los inmigrantes; así como la alusión a la contrastante mezcla de opulencia y miseria que se observa en el mundo urbano (Wacquant, 2007). En Castigar a los pobres se refiere a las estrategias para atender la marginalidad y la pobreza: a) políticas asistencialistas, de corte higienista, para atacar el desempleo; b) medicalizar a los pobres y vulnerables (alcohólicos, drogadictos, locos, o enfermos con patologías crónicas); c) la penalización: la cárcel actúa como el contenedor que alberga los desechos de la sociedad de mercado (Wacquant, 2010).

En línea con estos planteamientos, Young (2015), en Vértigo de la modernidad tardía, complementa el análisis que había expuesto en La sociedad excluyente, al referirse al movimiento bulímico inclusión-exclusión, que a su juicio resulta demoledor para cualquier intento de estructuración de la personalidad. Para él, la bulimia se presenta en todos los niveles sociales, pero genera distintas reacciones; por ejemplo, resentimiento y “contra-othering” de los sectores menos favorecidos económica y culturalmente, y el othering y la fascistización de los sectores medios (Young, 2015).

En concordancia con lo anterior, Didier Fassin (2016), en La razón humanitaria, postuló que los sentimientos morales (emociones que se desprenden de observar el malestar de otros y que nos hacen desear corregirlo) resultan ser una energía esencial de las políticas sociales contemporáneas, puesto que nutren los discursos y legitiman las prácticas, especialmente las que se dirigen a los desposeídos y a los dominados. Él llama gobierno humanitario al despliegue de los sentimientos morales en las políticas sociales, es decir, al conjunto de dispositivos establecidos y de las acciones realizadas para administrar, regular, favorecer la existencia de los seres humanos (Fassin, 2016). Este sobrepasa la intervención estatal, del tercer sector y de las instituciones políticas.

Estos postulados de la sociología de la pobreza son fundamentales para complementar la noción de desafiliación de Robert Castel (1997), para quien las personas están soportadas por vínculos que se desprenden del lugar que ocupan en la división del trabajo y en las redes de sociabilidad, que generan arraigo. Para Castel (1997), la desafiliación es entendida como la debilidad de esos soportes sociales que crean inclusión. Ella se expresa como una ruptura del tejido social (redes sociales) que permite protección y cobijo.

Así, la desafiliación se concibe como una zona de vulnerabilidad donde la inserción social es endeble. Por el contrario, cuando una persona está en una zona de alta cohesión social está soportada por redes sociales que le generan una sensación de estabilidad y seguridad frente a las contingencias de la vida y posibilitan planear el futuro. Castel (1997) argumenta que existen tres soportes sociales del individuo: el soporte que brinda la relación con el empleo que garantiza la autonomía en el futuro; la participación en las redes de sociabilidad de su espacio social próximo, de ahí la idea de proximidad y aceptación social; y, por último, el ser sujeto de protección por parte del Estado, que minimiza la vulnerabilidad de las personas.

A pesar de la potencia de la perspectiva casteliana, Danilo Martuccelli (2007) cuestiona el concepto de desafiliación, porque este desconoce la capacidad de agencia del sujeto frente a la estructura. Para él, la agencia le permite al individuo desplegar estrategias para crear oportunidades en el entorno. Por esta razón, propone identificar la dimensión individual y la capacidad de autoconstrucción del sujeto. Por consiguiente, Martuccelli (2007) liga a este análisis las categorías de soporte y prueba y afirma que uno de los principales dramas contemporáneos de los individuos es enfrentarse a sostener su propia vida (Martuccelli, 2007). Lo que requiere de un conjunto de soportes materiales y simbólicos que cada uno va desplegando en su experiencia, mientras construye un entramado de vínculos con su entorno social e institucional. Como sugiere este autor, no todos los soportes tienen la misma legitimidad social, algunos actúan de forma oblicua; es decir que, los sujetos los utilizan, esperando que estos tengan efectos colaterales (Martuccelli, 2007). A diferencia de algunos recursos o del capital cultural, estos no son algo que se posee para siempre y que puede irse incrementando.

Respecto al concepto de prueba, Araujo y Martuccelli (2010) plantean que este es un importante instrumento analítico de la sociología del individuo; la prueba es una narrativa, una concepción del actor, un modo de selección que permite la articulación entre el proceso estructural y la experiencia individual. Entre los tipos de prueba se enumeran el conjunto de instituciones que modelan los actores sociales de manera significativa: la familia, la escuela, el trabajo y el entorno (ciudad). En un segundo grupo, las pruebas que conciernen a las dimensiones del vínculo social: la relación con la historia, con grupos de pares, con los otros y consigo mismo (Araujo y Martuccelli, 2010).

Dado lo anterior, la categoría de desafiliación, complementada con las de soporte y prueba, son útiles para captar la heterogeneidad de formas de reincorporación. No obstante, es importante saber por qué algunos exguerrilleros presentan menores niveles de reincorporación que otros. Es importante destacar que una alta proporción se vinculó a las filas de la organización armada siendo menor de edad y se mantuvo por largo tiempo en la clandestinidad; que una amplia red de sus familiares y amigos pertenecían a ella, y que su contacto con las instituciones del Estado fue muy precario, etc.

Se destaca que la reincorporación como proceso social multidimensional implica nuevas prácticas en la vida civil y nuevos aprendizajes sociales, en diferentes espacios de la vida social, reconociendo los retos que encarna el proceso de paz para el Estado y la sociedad colombiana.

Para identificar los niveles de desafiliación de la población estudiada se operacionalizó el concepto de Castel (1997), tomando las tres dimensiones identificadas por el autor: inserción laboral (“soporte de autonomía en el futuro”), participación en redes de sociabilidad (“soporte de proximidad y aceptación social”) y ser sujeto de protección por parte del Estado (“soporte de protección del Estado”). Teniendo en cuenta la crítica de Martuccelli (2007), se involucraron las dimensiones que permitieran reflejar la capacidad de autoconstrucción del sujeto (“soporte de autodesarrollo”) y otra relacionada con el arraigo al territorio, debido a que una gran parte de la población presentaba un comportamiento nómada. Así, la teoría sobre la desafiliación de Castel (1997) y Martuccelli (2007) iluminó la operacionalización de la categoría analítica.

Antes de abordar los factores que explican la desafiliación es importante resaltar que, para identificar sus niveles, se construyó un índice multidimensional que clasificaba a cada exguerrillero de la muestra según las cinco dimensiones abordadas (Gómez y Grinszpun, 2019). Para la creación del índice se asignó igual peso a las cinco grandes dimensiones. El índice de desafiliación se operacionalizó de forma negativa, fluctuando entre 0 y 1 (como una variable continua), siendo 0 una inexistente desafiliación y siendo 1 la suma de todas las ausencias y carencias de soportes en la población que generan afiliación en la vida social.

La 1ª dimensión, “bajo soporte de autonomía en el futuro”, se relaciona con la inserción laboral. Consta de tres subdimensiones: “empleo inestable”, “bajo nivel de calificación para el empleo” y “bajo capital laboral”, como el background que favorece u obstaculiza la inserción laboral. Las últimas dos subdimensiones pueden determinar una baja capacidad de empleabilidad. Tiene seis variables.

La 2ª dimensión, “débil soporte de proximidad y aceptación social”, hace referencia a los vínculos sociales que tienen las personas. Está conformada por tres subdimensiones: “débiles vínculos con la familia inmediata”, entendida como las relaciones familiares más próximas que tiene un individuo: padres, hijos, pareja, hermanos, que tiene implicaciones en la conformación del hogar del reincorporado. La subdimensión llamada “débiles vínculos externos” hace referencia a las redes de relaciones que conforman un entramado comunitario y que tienen que ver con la continuidad de los vínculos con compañeros de combate y con la creación de vínculos nuevos en la comunidad de asentamiento. La última subdimensión, “baja aceptación social”, hace referencia al estigma social que ha representado ser parte de la guerrilla y se expresa en las diferentes formas de rechazo social como agresiones y discriminación social. Esta dimensión está conformada por siete variables.

La 3ª dimensión de “soporte de protección del Estado” analiza al ciudadano depositario de derechos bajo la forma de la protección social que brinda el Estado. En el caso de los reincorporados se vincula con la participación en los programas de reincorporación. Está conformado por tres variables. La 4ª dimensión, “soporte de autodesarrollo”, hace referencia a la capacidad de agencia del sujeto para autoconstruirse y modificar las condiciones de su propia realidad. Tiene dos subdimensiones: “baja satisfacción vital” y “bajo nivel de felicidad”. Está conformado por cinco variables en total. La última dimensión, “arraigo al territorio”, aborda la adhesión al territorio. Consta de dos subdimensiones: “propensión migratoria” y “capital migratorio” como elementos claves que hacen proclive a un sujeto a migrar y le dificultan echar raíces. Tiene 4 variables.

En la Tabla 1, se presenta el modelo analítico y las variables involucradas en la construcción del índice.

Tabla 1 Modelo analítico del índice de desafiliación 

Dimensiones Subdimensiones Variables involucradas
1. Bajo soporte de autonomía en el futuro d1.1 Empleo inestable Horas de dedicación de actividad laboral
d1.2 Bajo nivel de calificación para el empleo Nivel de escolaridad
Nivel de la titulación
Presencia de un saber que pueda generar ingresos
d1.3 Bajo capital laboral Años de experiencia laboral
Años de inactividad laboral
2. Débil soporte de proximidad y aceptación social d2.1 Débiles vínculos con la familia inmediata Posición del reincorporado en el hogar
Reconstrucción de vínculos con hijos
Satisfacción con la familia
d2.2 Débiles vínculos externos Presencia de vínculos con compañeros
Creación de vínculos nuevos
d2.3 Baja aceptación social Víctima de agresión
Ha sido discriminado por ser exguerrillero
3. Bajo soporte de protección del estado d3. Poca participación en programas de reincorporación Participación en programas de reincorporación
Utilidad de los programas
Nivel de confianza en el proceso de paz y seguridad
4. Bajo soporte de autodesarrollo d4.1 Baja satisfacción vital Valoración de la situación actual
Satisfacción con las cosas que hace
Satisfacción con la vida
d4.2 Bajo nivel de felicidad Estado de ánimo del último mes
Grado de felicidad
5. Bajo arraigo al territorio d5.1 Alta Propensión migratoria Deseo de permanencia en el municipio
Deseo de vivir en el extranjero
d5.2 Alto capital migratorio Presenta movilidad geográfica
Vivencia en el extranjero

Fuente: elaboración propia.

Después de construir el índice y tomando en consideración los elementos que pueden incidir en la dificultad de afiliación de los reincorporados a la vida civil, se seleccionaron un conjunto de variables que se convierten en factores explicativos para la desafiliación social, evitando seleccionar variables que pudiesen estar representadas en las dimensiones de la desafiliación para no incurrir en endogenismo. En este caso, se parte de una situación inversa a la planteada por autores como Castel (1997) y Paugam (2007), porque su punto de partida es que las personas se encuentran afiliadas y producto de diversas causas, como la pobreza, se van desafiliando. No obstante, ¿qué sucede cuando el proceso es inverso? La mayor parte de los reincorporados crecieron en los márgenes de la clandestinidad, perseguidos, estigmatizados, sin ningún tipo de protección del Estado y, en muchos casos, sin una ciudadanía formal. El proceso de afiliación, como parte de las metas de la reincorporación, implicó identificar un conjunto de factores que podrían explicar los diferentes niveles de desafiliación. Para una depuración de los factores, se aplicaron diferentes técnicas de análisis relacional bivariadas para construir los modelos iniciales de los factores explicativos de la reincorporación por parejas de variables. Se identificaron factores demográficos que permitieron identificar patrones de vulnerabilidad social, factores relacionados con la trayectoria guerrillera que fungen como antecedentes en la organización que pesan en el presente, y se definieron algunos factores coyunturales definidos como condiciones presentes que pueden explicar los niveles de desafiliación de la población reincorporada. Posteriormente, estos modelos fueron desarrollados mediante el uso de árboles de regresión para decantar las variables estadísticamente significativas que conformarían el modelo. Con este segundo filtro, se construyó un modelo definitivo que fue puesto a prueba para analizar las variables que presentaban mayor capacidad explicativa en la variable “desafiliación”. En la Tabla 2, se presentan los tres modelos, según el tipo de variable seleccionada y el modelo final emergente, con las variables estadísticamente significativas de la interacción de los modelos anteriores.

Tabla 2 Modelo de factores para predecir la desafiliación 

Grupo Variable Tipo
Variable dependiente
Índice Desafiliación social Escala no normal
Variables independientes
Características demográficas Sexo Nominal
Edad Escala no normal
Estatus marital Nominal
Jefatura del hogar Nominal
Pertenencia étnica Nominal-dicotómica
Presencia de discapacidad Nominal-dicotómica
Antecedentes en la organización Ciclo vital en que ingresó a la organización Nominal-dicotómica
Años en la organización Escala no normal
Estancia en la cárcel Escala no normal
Años de reincorporación Escala no normal
Condiciones presentes Relación con la actividad Nominal
Credibilidad en el Partido de las FARC Ordinal
Personas a cargo Escala no normal
Pertenencia a un grupo social Nominal
Modelo final Edad Escala no normal
Años en la organización Escala no normal
Estancia en la cárcel Nominal-dicotómica
Relación con la actividad Nominal-politómica
Personas a cargo Escala no normal

Fuente: elaboración propia.

3. Metodología

Esta investigación de corte cuantitativo generó sus datos mediante la aplicación de la encuesta Caracterización de la población para la reincorporación a la vida civil, en 2019, a la población exguerrillera de las FARC que se encontraba acreditada en la Agencia para la Reincorporación Nacional (ARN) en el Valle del Cauca. Se construyó una muestra probabilística estratificada, aunque, en primera instancia, se pretendía hacer un censo de la población reincorporada; sin embargo, las fronteras difusas del marco muestral, por la alta movilidad de la población, revelaron una subestimación de la población y gran dispersión territorial. Así, la muestra construida tuvo un nivel de confianza del 95%, el 4% del margen de error y una variabilidad de 0,5, dado que no se conocía la varianza poblacional. Las variables de estratificación de la muestra fueron el sexo (mujeres 22%, hombres 78%) y el municipio de residencia (Cali, 55% y otros municipios, 45%), para reproducir la diversidad de la población y obtener una mayor representatividad de la población.

El trabajo de campo implicó la realización de múltiples operativos de campo en diferentes sitios y municipios (Arquidiócesis, Alcaldía, sede del Partido, Universidad del Valle en sus diferentes sedes, sedes comunitarias, ONG), visitas domiciliarias, entre otros. Los reincorporados fungieron como encuestadores y miembros del partido de las FARC. Las convocatorias colectivas tuvieron una baja tasa de respuesta por la movilidad de la población, la desconfianza y el rechazo de algunos reincorporados; en consecuencia, se necesitaron infinidad de casos de reemplazo, hasta que, como la búsqueda de la aguja en un pajar, se completó la muestra respetando los estratos. Se construyó la base de datos en SPSS y se realizaron pruebas para verificar la consistencia de los datos con submuestras aleatorias de 100, 150 y 200 casos. Las variables seleccionadas para el ejercicio revelaron un comportamiento robusto e insensibilidad al tamaño muestral.

Después de dicotomizar las variables que hacen parte del índice, se crearon las subdimensiones, dimensiones y, finalmente, se construyó el índice multidimensional de desafiliación. Para establecer las variables que fungen como factores predictivos de los diferentes grados de desafiliación de los reincorporados se hizo una preselección de acuerdo con la teoría y, posteriormente, se realizaron varias pruebas de hipótesis para detectar asociaciones y correlaciones entre las variables continuas de desafiliación y las variables preseleccionadas de distinta naturaleza. Se aplicaron pruebas como la U de Mann-Whitney, Rho de Spearman y Anova de Kruskal y Wallis. Las variables que no presentaban relación estadísticamente significativa con la desafiliación se descartaron. Así, los tres modelos solo incluyen variables estadísticamente significativas con la desafiliación. Para el análisis de factores fue necesario seleccionar una técnica multivariada que permitiese explicar la desafiliación, teniendo en cuenta la interacción de los factores como condiciones causales de la desafiliación. Por ello se seleccionaron los Árboles de decisión. Esta es una técnica estadística de carácter predictivo que permite analizar las diferentes interacciones entre las variables seleccionadas en el modelo como factores explicativos y sirve de filtro para eliminar variables no relevantes. El principal atributo del árbol de decisión es revelar la forma en que estas interacciones tienen una mayor significancia e identifica las variables que presentan una mayor capacidad predictiva en relación con la variable dependiente, que en este caso es la desafiliación social. Cuando la variable dependiente es numérica se trabaja con árboles de regresión.

De acuerdo con Berlanga et al. (2013), los árboles de decisión crean un modelo de clasificación basado en diagramas de flujos y clasifican cada uno de los sujetos de la muestra en grupos, para pronosticar los valores de la variable dependiente, teniendo en cuenta la variable independiente. Construye nodos gráficamente que articulan y jerarquizan las variables a través de ramas. Así, crea los distintos caminos que se desprenden cuando ocurre un determinado evento de carácter aleatorio.

Estos nodos indican el punto en el que ocurre un evento aleatorio (en este caso la desafiliación), calculando las probabilidades de que ocurra el fenómeno en esta circunstancia. Los nodos son de dos tipos: de probabilidad y terminales. El nodo de probabilidad se caracteriza porque presenta ramificaciones con hijos. Un nodo terminal indica que la variable dependiente presenta el mismo valor y, por tanto, no da cabida a subdivisiones.

En este artículo se utilizó el método de crecimiento o división CRT, porque presentó menor riesgo o error de la estimación que otros métodos disponibles. Es importante destacar que este método hace particiones de los datos y genera subconjuntos precisos y homogéneos, respecto a la variable dependiente.

Para comprender mejor los resultados del árbol de regresión es importante analizar tres cuadros adicionales que facilitan la interpretación del árbol, que se adjuntan con el gráfico del árbol. El primer cuadro es el riesgo del modelo a partir del error de estimación que tiene. Un error de estimación de 0,01 se considera adecuado para la interpretación. El segundo cuadro, llamado Importancia normalizada, compara, en términos relativos, la capacidad predictora de las variables incluidas, tomando la más importante del modelo como el 100% para determinar la capacidad explicativa de los cambios de la variable dependiente. El cuadro del resumen de ganancias muestra la distribución de los grupos de clasificación en nodos terminales, donde ya no presenta ninguna variabilidad. Así se presenta el número de casos en cada nodo terminal y su porcentaje. Finalmente, el árbol muestra la forma en que las variables regresoras o independientes presentan una mayor significancia y variabilidad para mostrar una especie de construcción de tipos. En cada nodo se presenta la media y desviación típica correspondiente al índice multidimensional de desafiliación, el tamaño del nodo y el valor pronosticado. Como la variable independiente es de escala, se presenta la distribución del grupo con un pequeño histograma.

4. La desafiliación social en los reincorporados. Un índice multidimensional

Los resultados segmentados por sexo de las diferentes dimensiones de la desafiliación son interesantes (Tabla 3)4. Es importante recordar que, al ser un índice negativo, los resultados por encima de 0,5 revelan una falta de soportes y los índices por debajo de 0,5 revelan una mayor presencia de soportes en las diferentes dimensiones de la desafiliación. En términos generales, se encuentra que la población reincorporada presenta muy baja autonomía en el futuro, porque tiene dificultades para lograr la reincorporación económica y laboral que garanticen la sostenibilidad de ellos y su grupo familiar. Es decir, la inserción laboral y los niveles de empleabilidad son realmente bajos (0,67 en los hombres y 0,69 para las mujeres, con altos niveles de dispersión de los datos, que revela la heterogeneidad de la población). Y aunque las mujeres presentan una ligera menor capacidad de empleabilidad, esta diferencia no es estadísticamente significativa, tal como lo demuestra el test de U de Mann Whitney. Aquí se incluyen a los exguerrilleros que están inactivos y son totalmente dependientes de la renta básica. Sin embargo, como la reincorporación es un proceso, uno de cada dos reincorporados está desplegando acciones orientadas a garantizar su autonomía.

Tabla 3 Dimensiones de la desafiliación según sexo 

Dimensiones de la Desafiliación Hombre n=290 Mujer n=78 U de Mann-Whitney (sig)
Mediana Rango intercuartil Mediana Rango intercuartil
d1: Bajo soporte de autonomía en el futuro 0,67 0,31 0,69 0,30 0,29
d2: Bajo soporte de proximidad y aceptación social 0,19 0,19 0,17 0,25 0,53
d3: Bajo soporte de protección del Estado 0,41 0,30 0,40 0,18 0,88
d4: Bajo soporte de autodesarrollo 0,24 0,32 0,18 0,37 0,18
d5: Bajo arraigo al territorio 0,42 0,38 0,50 0,38 0,07
Índice de desafiliación social 0,40 0,17 0,40 0,16 0,46

Fuente: elaboración propia basada en la encuesta Caracterización de la Población para la Reincorporación a la vida civil, 2019.

La población reincorporada tiene muy buenos soportes de proximidad familiar, vecinal y de amistad, con ricos vínculos familiares y sociales, especialmente por el restablecimiento de los vínculos familiares que se vieron afectados con la incorporación a la organización y los nuevos vínculos creados en el proceso de reincorporación. El índice de protección del Estado tiene una mediana de 0,19 para los hombres y 0,17 para las mujeres, que revela pequeñas diferencias por sexo; sin embargo, estas diferencias no son estadísticamente significativas. Además, presentan una baja dispersión.

A los hijos nacidos en este periodo se les llama hijos de la paz. El trabajo de campo evidenció que los reincorporados participan en grupos sociales del barrio, en organizaciones recreativas y de diferente índole, sobre todo en los centros urbanos. Esto hace que deban salir de casa para participar, neutralizando el riesgo del aislamiento social. Por tanto, esta dimensión constituye el indicador más valioso de la reincorporación. En ese mismo sentido, Fassin (2016) plantea que la falta de interacción con personas e instituciones sociales que representan a la sociedad es la máxima expresión de la dislocación social y pauperismo que revelan las infraclases. En este sentido, estos hallazgos son el mejor puente para la reincorporación.

Como la reincorporación es una política pública, la recepción de programas por parte del Estado se encuentra en un nivel medio alto, ya que para los hombres está en 0,41 y en las mujeres 0,40, sin diferencias significativas. Aunque los reincorporados tienen dificultad para identificarlos, los programas más recordados fueron: la renta básica, el acceso a educación formal secundaria y universitaria en la Universidad del Valle, y los talleres de formación realizados por la Arquidiócesis de Cali. El trabajo de campo reveló que ellos consideran que los principales programas para reducir su vulnerabilidad en el futuro aún no han llegado (vivienda, creación de negocios, entre otros). Tienen altas expectativas con los programas de rehabilitación para las personas en situación de discapacidad. Solo hay un grupo reducido que considera que no ha recibido ningún beneficio del Estado y que, por el contrario, el Estado los engañó. Algunos de ellos viven en profundo aislamiento en veredas de la cordillera, lo que dificulta la atención y el acceso a programas de salud y otros. Esto concuerda con el informe del Kroc Institute (2021) que reveló que, a inicios del 2019, el 65% de las políticas del proceso de reincorporación o no se habían iniciado (31%) o su ejecución era mínima (34%). Es decir, el cumplimiento se reducía al 23%. Algunos de estos programas se enmarcan en lo que Rosanvallon (2015) denomina políticas sociales caritativas, donde el beneficiario es visto como un objeto que debe ser intervenido. Otras de estas orientaciones son políticas policiales, que tutelan y controlan a los pobres y desarraigados, bajo el postulado de que no saben administrar sus recursos. Estas políticas mantienen la sospecha de irracionalidad económica que encierra a los pobres en su subalternidad, independientemente de su condición económica (Wacquant, 2010).

Los reincorporados presentan altos niveles de autodesarrollo, especialmente las mujeres (0,18) en relación con los hombres (0,24), porque están felices con las cosas que realizan cada día, hacen planes para el futuro, tienen sueños de “progreso” y quieren recuperar el tiempo perdido (Tabla 3). Esta situación es muy clara para las personas que estaban privadas de la libertad, pagando largas condenas en diferentes cárceles del país y a las que el proceso de paz les proporcionó la libertad y les dio nuevas esperanzas de iniciar una nueva vida. Así, la gestión de los reincorporados para reinventarse y construir una nueva vida civil permite que haya un complejo sentimiento de autorrealización en múltiples sentidos. De ese modo, las acciones de los reincorporados se ajustan a lo planteado por Araujo y Martuccelli (2010) como un esfuerzo que hacen las personas para construirse como sujetos y sincronizar sus ideales y la normatividad existente. Solo unas pocas presentan bajos niveles de autodesarrollo y una profunda decepción frente a su propia vida. Algunas de ellas son personas mayores que viven solas. El alto rango intercuartílico demuestra que es una variable altamente diversa; sin embargo, estas diferencias de género no son estadísticamente significativas, como lo indica la prueba U de Mann Whitney.

Uno de los aspectos más problemáticos de la reincorporación es la alta movilidad por el territorio. Los niveles de arraigo son medios (0,42 hombres y 0,5 mujeres), presentan diferencias entre hombres y mujeres, que no alcanzan a ser estadísticamente significativas. Estas cifras se presentan, en parte, por las incertidumbres que les generan las amenazas contra su vida, que los lleva a moverse continuamente para su protección. El 10% de los encuestados es una población proclive a la migración, que desea radicarse en otra parte, especialmente en el extranjero, pero que no puede salir del país porque todavía tienen cuentas pendientes con la JEP.

Con una visión de conjunto, al analizar el índice multidimensional se encuentra que hombres y mujeres presentan la misma mediana y rango intercuartílico, demostrando que no están estadísticamente relacionadas. De esto se concluye que la desafiliación presenta un comportamiento indistinto para hombres y mujeres. Sobre ellos se debe desplegar el conjunto de programas que permitan enfrentar los riesgos del presente y el futuro. Las dimensiones que más aportan a la afiliación de los reincorporados son la percepción de autodesarrollo y la fuerza de los vínculos sociales. Las dimensiones que más contribuyen a la desafiliación son la escasa generación de ingresos y el bajo arraigo al territorio, porque los reincorporados migran de un lugar a otro por razones de seguridad.

5. Factores explicativos de la desafiliación de los reincorporados

Para generar el modelo de factores explicativos de la desafiliación social de los reincorporados, se crearon 3 modelos iniciales con un conjunto de variables de diferente naturaleza. Las variables identificadas se seleccionaron de acuerdo con los resultados obtenidos en otras investigaciones y con los hallazgos que emergieron del trabajo de campo. A continuación, se presentan el modelo demográfico, el de antecedentes en la organización y, en el tercer modelo, se toman algunas características del presente (2019) que pueden incidir en la desafiliación. Por último, se construye un modelo con las variables más relevantes de los tres anteriores.

5.1 Características demográficas y desafiliación en el reincorporado

Las características demográficas revelan el ciclo vital de las personas y sus posibilidades de proyección futura frente al destino. Como el propósito es explicar los factores predictores de la desafiliación, las variables independientes seleccionadas son sexo, edad, estatus marital, jefatura del hogar, pertenencia étnica y presencia de discapacidad.

Los resultados del árbol de regresión muestran que el modelo tiene un error de estimación de 0,01 adecuado (Figura 1). Las variables demográficas estadísticamente significativas para explicar la desafiliación son la edad, la pertenencia étnica y la presencia de discapacidad. Sin embargo, la edad es el factor más importante para explicar las dificultades de afiliación porque hace referencia a ciclos de vida. En segundo lugar, pero con una importancia reducida, es la pertenencia étnica (26,2%). En tercer lugar, se encuentra la presencia de discapacidad con un 11% de importancia. Se destaca que el sexo, la jefatura de hogar y estatus marital no fueron incluidas en el modelo para predecir la desafiliación. Esto significa que la desafiliación es indistinta para hombres y mujeres, jefes y no jefes, y reincorporados con pareja o sin ella5. Así, la edad, como ciclo vital, tiene una importancia nodal como predictora de la desafiliación. El corte de edad muestra que los menores de 56 años presentan, en promedio, casi el doble de desafiliación (0,405) que los adultos mayores de 56 años (0,294), con los más bajos niveles de desafiliación de toda la muestra.

Figura 1 Árbol de regresión de características demográficas según desafiliación 

Con menor importancia, la pertenencia a un grupo étnico predice las diferencias en la desafiliación. Los reincorporados que se identifican con un grupo étnico presentan mayor nivel de desafiliación (0,43) que los no étnicos (0,38).

La tercera variable que se constituye en predictor es la presencia de discapacidad para los reincorporados que no pertenecen a un grupo étnico. En este caso, los reincorporados con discapacidad presentan una mayor desafiliación (0,42) que los que no lo son (0,38). Para los reincorporados con autopercepción étnica, la edad de 37 años o menos divide al grupo según su nivel de desafiliación. Los menores de 38 años presentan una mayor desafiliación.

La edad se reproduce en el último nivel como un predictor, revelando que los jóvenes tienen mayores niveles de desafiliación que los mayores.

Es importante destacar que el nodo 9 predice el 29% de los encuestados como el grupo con un promedio de 0,39 en la escala de desafiliación, para reincorporados que no pertenecen a un grupo étnico, no presentan discapacidad y son menores a 45 años. El nodo 12 explica el 18% de los encuestados con la mayor desafiliación (0,46); son reincorporados que pertenecen a un grupo étnico y son del grupo etario entre 27 y 36 años. Este es el grupo de mayor riesgo y, por lo tanto, en el que se deben focalizar más programas de reincorporación.

En síntesis, la variable demográfica “edad” es el mejor predictor de la desafiliación. A mayor edad (con punto de inflexión en 56 años) menor desafiliación. Los más jóvenes y adultos presentan mayor desafiliación. Allí también se encuentra la probabilidad más baja de desafiliación (0,29), mientras la más alta probabilidad de desafiliación (0,46) se encuentra en el nodo 12, con los reincorporados que pertenecen a un grupo étnico y sobrepasan los 25 años.

5.2 Antecedentes en la organización y desafiliación en el reincorporado

El segundo modelo explicativo para la desafiliación de los reincorporados toma la trayectoria por las FARC como un factor que podría incidir en el proceso de reincorporación, por el peso de las experiencias vividas, la socialización y un conjunto de aprendizajes intrínsecos a la vida militar. Las cuatro variables independientes seleccionadas para el modelo fueron: ciclo vital en que ingresó a las FARC (si era menor o mayor de edad cuando se vinculó), años de permanencia en las FARC, estancia en la cárcel por delitos asociados con la pertenencia en las FARC y el año de reincorporación.

Los resultados del árbol de regresión presentan un error de estimación bastante bajo (0,01). Las variables estadísticamente significativas para explicar la desafiliación son el ciclo vital en que ingresó a las FARC, la estancia en la cárcel y los años de permanencia en la organización. El modelo CRT descartó la variable “Año de reincorporación” como no relevante para clasificar a los reincorporados. Esta situación podría explicarse porque en el momento de aplicación de la encuesta casi todos los reincorporados habían dejado las armas en el 2016 (Figura 2).

Figura 2 Árbol de regresión de antecedentes en las FARC según desafiliación 

La “importancia normalizada” de las variables revela que la antigüedad, como tiempo de permanencia en las FARC, es la variable más importante para predecir la desafiliación (100%). En segundo lugar, la variable “estancia en la cárcel” presenta una importancia del 66%, con respecto a los años en la organización. En tercer lugar, se encuentra el ciclo vital en que ingresó en la organización, con un 39% respecto a los años en la organización.

La variable “ciclo vital en que ingresó en la organización” parte el árbol de regresión en los que entraron siendo menores de edad, con una desafiliación mayor (0,41) que los que ingresaron como mayores de edad (0,38), y revela la importancia nodal de la edad como predictora de la desafiliación, teniendo en cuenta el modelo demográfico. Se podría plantear que quienes se vincularon más jóvenes a la organización presentan mayores dificultades para la reincorporación.

Para los mayores de edad, la antigüedad en las FARC muestra que si el reincorporado ha estado en las filas por menos de 18 años presenta una desafiliación más alta (0,4) que quienes permanecieron más tiempo (0,32). Aunque las diferencias son limitadas, sería importante ahondar en futuros estudios sobre esta circunstancia.

En el siguiente nivel, la variable que predice los niveles de desafiliación es el haber estado en prisión. Para aquellos reincorporados que se alistaron siendo mayores de edad, y permanecieron hasta 17 años en la organización, la estancia en la cárcel explica una menor desafiliación (0,37) que los otros (0,44). El trabajo de campo permitió evidenciar que los reincorporados que estuvieron presos aprendieron varios oficios en la cárcel.

En resumen, es importante destacar que el nodo 2 predice el 50% de la desafiliación (0,42) en los reincorporados que entraron a las FARC siendo menores de edad. Los nodos 4 (13,2%), 8 (14,5%) y 6 (13,7%) predicen el 41% de la desafiliación de los encuestados. El nodo 4 corresponde a los reincorporados que entraron a las FARC siendo adultos y presentan una permanencia en la organización de más de 17 años y tienen los más bajos niveles de desafiliación (0,32). Es decir, este es un factor relevante a tener en cuenta y casi siempre es invisible.

Como conclusión, en este modelo hay tres variables importantes para explicar la reincorporación; la más importante es la antigüedad en las FARC, luego el haber estado preso y, por último, si ingresó como menor de edad.

5.3 Condiciones presentes y desafiliación en el reincorporado

En el 2019, los exguerrilleros de las FARC estaban en un proceso de transición a la vida civil, con una cortina de incertidumbre sobre su destino que incidió en su percepción del proceso de reincorporación. La importancia de las condiciones presentes para pensar la desafiliación es fundamental, porque es en el aquí y ahora que se mide la desafiliación. Este modelo fue construido con cuatro variables independientes: “relación con la actividad” da cuenta de la actividad e inactividad en el mercado laboral; “personas a cargo” da cuenta de los niveles de dependencia económica que recaen en el reincorporado y que son un factor de soporte fundamental; la “pertenencia a un grupo social” da cuenta de la inserción social en grupos de pares; y el “interés del partido de las FARC en las necesidades de los exguerrilleros” como un factor aglutinador de una organización que podía simular una institución total de Goffman (1973).

La Figura 3 muestra que el árbol de regresión presenta un error de estimación bajo (0,01). Todas las variables seleccionadas se incluyen en el modelo por ser estadísticamente significativas. La variable con mayor importancia es la relación con la actividad, es decir, el quehacer de los reincorporados tiene una capacidad predictora del 100%. La segunda variable importante son las personas a cargo del reincorporado (75%). Las demás variables como “interés del Partido en las necesidades de los exguerrilleros” y “la pertenencia a un grupo social” presentan una baja capacidad predictora para la desafiliación (22% y 18%, respectivamente) y serán excluidas del análisis final.

Figura 3 Árbol de regresión de condiciones presentes según desafiliación 

El árbol de regresión se parte en dos con la variable “relación con la actividad”. Una rama muestra el grupo que trabajó, se dedicó a los oficios del hogar y otra situación, con una desafiliación de 0,37; y el otro grupo está conformado por las personas que estudiaron, buscaron trabajo y vivieron de la jubilación o renta con una desafiliación mucho más alta (0,44).

El segundo nivel del árbol está diferenciado por dos variables: personas a cargo y la percepción del interés del partido hacía los exguerrilleros. La rama del grupo de los trabajadores se divide en dos con la variable “Interés del partido en las necesidades”. Aquellos que tienen una percepción de que el partido no se interesa por sus necesidades presentan una desafiliación muy alta (0,42), mientras que los que perciben que el partido se interesa por ellos tienen una mayor afiliación (0,36). Para el grupo de los reincorporados dedicados a estudiar, buscar trabajo y vivir de la jubilación, las personas a cargo son el factor predictor de su desafiliación. Los reincorporados que tienen, en promedio, hasta 5,5 personas a cargo presentan una desafiliación de 0,43; sin embargo, los que tienen más de 5 personas a cargo presentan la mayor desafiliación de todo el grupo (0,5).

En resumen, es importante destacar que el nodo 9 aglutina el 27% de los encuestados que trabajan y desempeñan oficios del hogar, presentan una mayor confianza en el partido y no hacen parte de un grupo social con un promedio de desafiliación de 0,37. El nodo 10 de esa misma rama difiere con la pertenencia a un grupo social, con una desafiliación de 0,34. Se destaca igualmente el nodo 7, que predice el 20% de la desafiliación de los reincorporados y corresponde a los que estudiaron, buscaron trabajo, tienen a su cargo 2,5 personas y presentan alta desafiliación (0,45).

Para concluir, se afirma que las variables con mayor capacidad predictora son la “relación con la actividad” y la dependencia de personas.

5.4 Factores relevantes de la desafiliación - Modelo final

El modelo final de determinantes de la desafiliación social estuvo conformado por cinco variables que tuvieron la mayor representatividad en los tres modelos presentados: Edad, Años en la organización, Estancia en la cárcel, Relación con la actividad y Personas a cargo.

La Figura 4 muestra el modelo generado por el método CTR, presenta un error de estimación de 0,009, mostrando la pertinencia de las variables escogidas y una mayor eficiencia predictiva que los anteriores modelos. Todas las variables del modelo fueron estadísticamente significativas. La variable de mayor importancia para predecir la desafiliación es “relación con la actividad”, con una capacidad del 100%. En segundo lugar, la variable “personas a cargo” tiene una capacidad predictiva del 86% de la desafiliación y, en tercer lugar, la edad del reincorporado tiene 84% para explicar la desafiliación. Las otras dos variables presentan porcentajes poco relevantes.

Figura 4 Modelo de factores predictores de la desafiliación 

El árbol de regresión tiene 11 nodos, de los cuales 5 son de probabilidad y 6 terminales. El árbol consta de tres niveles. En el primer nivel, el árbol se bifurca con la variable “relación con la actividad” en dos nodos. El primer grupo está conformado por los estudiantes, los desempleados y los que reciben renta con un alto nivel de desafiliación (0,44). La segunda vertiente agrupa al 60% de los reincorporados, conformada por trabajadores, los dedicados a los oficios del hogar y en otra situación con una menor desafiliación (0,37), como se esperaría, ya que la inserción laboral es importante. Esto significa que la variable que mejor predice la desafiliación de los reincorporados estudiados es “relación con la actividad”.

El segundo nivel está clasificado por dos variables: “personas a cargo” y “edad del reincorporado”. En el grupo de los estudiantes, los desempleados y los retirados (Nodo 1) que presentan mayores niveles de desafiliación, la variable que está marcando las diferencias es el número de personas que dependen del reincorporado (personas a cargo). Los que presentan menores niveles de desafiliación (0,43) son los que tienen menos de 6 personas a cargo y que corresponden al 34% de los encuestados en el Nodo 3. Los reincorporados con 6 o más personas a cargo presentan los más altos niveles de desafiliación (0,5). El Nodo 4 muestra los mayores niveles de desafiliación (0,5) para el 7% de los reincorporados que no tienen ingresos adicionales a la renta básica y tienen 6 o más personas a cargo. Aquí no hay más variación en la desafiliación y es el grupo más vulnerable de los reincorporados.

En este mismo nivel, a la derecha, se encuentra el grupo de los trabajadores y personas que realizan oficios domésticos (Nodo 2), claramente diferenciados por la variable “edad”, con la partición en 44 años. Los reincorporados de la muestra que son menores de 45 años presentan una mayor desafiliación de 0,39 y representan el 47% de la muestra. El otro grupo de esta rama (Nodo 6) aglutina al 13% de los reincorporados correspondiente a los trabajadores de 45 años en adelante. Este grupo de edad de los trabajadores y otros presenta la más baja desafiliación (0,3) de toda la población estudiada.

Para el grupo de estudiantes y desempleados que tienen menos de 6 personas a cargo se presenta una nueva subdivisión en la heterogeneidad de la desafiliación como variable continua. Esta diversidad la aporta la edad del reincorporado. Los reincorporados menores de 36 años presentan mayores niveles de desafiliación (0,46) y los reincorporados que tienen 36 años en adelante tienen una desafiliación más baja (0,40). Así, la diversidad de los reincorporados en este grupo se presenta por el tipo de actividad que desempeñan, la cantidad de personas a cargo y la edad de los reincorporados. Para finalizar, los nodos 9 y 10 que están segmentados por la variable “personas a cargo” se diferencian entre aquellos que tienen, en promedio, hasta 1,5 personas a cargo con un promedio de desafiliación de 0,35 y los que tienen más personas a cargo. El nodo 9 agrupa al 13% de los reincorporados, que se caracterizan por tener menos de 2 personas a cargo y presentan menores niveles de desafiliación. El nodo 10 incluye al 31% de los reincorporados, con un promedio de 0,4 de desafiliación.

En síntesis, el árbol confirma que la actividad en el mercado de trabajo es la variable predictora que mejor explica la afiliación. Por esto, a mayor nivel de actividad menor desafiliación.

6. Reflexiones finales

La desafiliación como un proceso asociado a la pobreza que viven los individuos es un concepto apropiado para comprender la reincorporación en toda su complejidad, dado que permite observar el tránsito que hacen los exguerrilleros desde la clandestinidad a la vida civil, como el paso de individuos subordinados a un grupo que ahora deben hacerse cargo de sus vidas y las de otros miembros de sus hogares o familias, que dependen de ellos. También, en gran medida, porque la inclusión o la desafiliación de esta población está muy ligada a la implementación del Acuerdo de la Habana, que prometió reincorporación social, económica y política con recursos estatales y con compromisos de quienes prometieron dejar las armas. En este sentido, los encuestados para esta investigación estaban registrados en las bases de datos de la ARN y eran beneficiarios de sus programas en el Valle del Cauca. Sin duda, como muestran los resultados aquí expuestos, al incluir la dimensión del arraigo en el proceso de la construcción de soportes que generan afiliación, esta enriquece la capacidad descriptiva y explicativa de lo que ha pasado desde la firma del acuerdo hasta 2019, cuando se aplicó la encuesta en el Valle del Cauca.

Con el propósito de identificar la heterogeneidad del proceso de reincorporación, se construyó un índice multidimensional que clasificó a cada reincorporado en función de 26 variables. El índice de desafiliación se convirtió en la variable a predecir. Se construyeron cuatro modelos de factores predictivos que abordaron tres facetas de los reincorporados: sus características demográficas, la trayectoria guerrillera y algunas condiciones de vida del presente. Estos factores se testearon mediante árboles de regresión (modelo CTR) para identificar la importancia de las variables. Se seleccionaron las variables más importantes y se fraguó un modelo de factores, sin pretensiones de exhaustividad, que permiten concluir que:

La población reincorporada es heterogénea en su proceso de afiliación. Se encuentran personas con niveles altos de afiliación y un grupo reducido de exguerrilleros con altos niveles de desafiliación, que enfrenta mayores riesgos de caer en la pobreza extrema y demandar más servicios estatales, de reincidir, o de vincularse a la delincuencia. Los datos permiten constatar que, en este último grupo, se incluyen las personas con discapacidad física o mental, es decir, aquellos que son incapaces de valerse por sí mismos, ya sea porque requieren cuidados o porque representan un peligro para otros. También están aquellos que se autoidentifican como afrocolombianos e indígenas, que tienen alta dependencia (hijos o nietos menores de edad, padres ancianos, etc.) y baja formación académica, escasa preparación para el trabajo y muy poca experiencia en los empleos que ofrece el mundo urbano, pues buena parte de ellos proceden del sector rural. Como señala Fassin (1996), estos hacen parte de los ciudadanos que se definen implícitamente según un criterio institucional (una etiqueta: pobres, desempleados, miembros de hogares defectuosos, etc.) y se encuentran bajo la competencia de las instituciones, que ofrecen subsidios, transferencias condicionadas, políticas asistencialistas, medicalización o penalización, tal como sugiere Wacquant (2010).

Las dimensiones que más aportan a la reincorporación a la vida civil, por su capacidad de generar afiliación en los reincorporados, son el autodesarrollo personal y los vínculos sociales. Especialmente los familiares, pues para quienes lograron recomponer esos lazos y cuentan con esas solidaridades filiales, de vecindad o de proximidad, profesionales o de aseguramiento, ha sido más fácil seguir estudiando, conseguir un empleo o emprender un negocio, lo que se constata también en el estudio de Meernik et al. (2021).

Las dimensiones que son obstáculo para la afiliación son la baja capacidad de autonomía en el futuro y la alta proclividad a la movilidad por el territorio. Cuando empezamos el diseño del proyecto de investigación había registrados 120 reincorporados en la ARN del Valle del Cauca y en pocos meses aumentó a 368, procedentes de diferentes lugares de Colombia y que estaban en constante movilidad por 22 municipios del Valle del Cauca, alternando entre la zona rural y la urbana.

El soporte de autonomía se expresa en la baja empleabilidad de los reincorporados y su situación económica no les permite emprendimientos con proyecciones de sostenibilidad y crecimiento económico. La alta movilidad obedece a la inseguridad por sus vidas, que los obliga a cambiar constantemente de municipio y alienta la propensión migratoria para iniciar una nueva vida con mayor sosiego. Los que están estudiando han conformado un hogar, se han vinculado a un trabajo o han emprendido un negocio, se han asociado con otros reincorporados o con sus familiares, tienen menos deseos de abandonar el país y mantienen sus expectativas individuales de salir adelante y de seguir participando políticamente.

El soporte de protección del Estado presenta niveles básicos, pero no es suficiente para generar la afiliación que se necesita. Como muestran los informes de Kroc Institute (2021) y Cedipo y Gentes del Común (2021), el despegue de algunos programas ha sido fundamental para evitar la desafiliación de los reincorporados, pero la demora en otros los ha desalentado, ha empujado a los grupos armados o de delincuencia común, como también los ha desestimulado, han perdido la confianza en el Estado y en su antigua organización. Además, porque recibir asistencia altera sus identidades previas, la etiqueta de reincorporados es un estigma que marca el conjunto de sus relaciones con otros (Paugam, 2007). Los asistidos por los programas de la ARN mantienen una inseguridad permanente por depender de la renta básica, por tener que gestionar y hacer trámites que desconocían para solicitar apoyos para sus emprendimientos.

6.1 Los factores predictores de la desafiliación

La característica demográfica relevante para predecir la desafiliación es la edad, entendida como un ciclo vital. Los resultados mostraron que los jóvenes son los sujetos proclives a la desafiliación. Por el contrario, los adultos mayores de 55 años presentaron los más altos niveles de afiliación.

La trayectoria guerrillera juega un papel importante en la desafiliación. Los años de permanencia en las FARC y la estancia en la cárcel son los elementos más importantes que permiten predecir la desafiliación. Los exguerrilleros que llevaban más tiempo en las filas presentaron menores niveles de desafiliación. Igualmente, los exguerrilleros que salieron de las cárceles presentaron menores niveles de desafiliación, porque el proceso de reincorporación los rescató de una vida sin incentivos. Para ellos fue un renacer. Si bien esto puede ampliarse en estudios más etnográficos que permitan reconocer patrones en las trayectorias de los reincorporados, algunas conjeturas permiten establecer que quienes más años estuvieron en la organización se han beneficiado más de los programas que los vincularon directamente a empleos asociados con las organizaciones que han creado los reincorporados, así como al partido, y eso los ha afiliado mejor a la sociedad. Por el contrario, quienes tenían menos tiempo en la organización han perdido sus vínculos, tienen menor formación política y tienen menos posibilidades de ubicarse. No obstante, quienes estuvieron más tiempo en la cárcel obtuvieron formación para el trabajo que hoy constituye un activo para encontrar empleo, montar sus propios talleres, ofrecer servicios y constituir asociaciones productivas tanto rurales como urbanas.

De las condiciones del momento presente, la actividad y el tener personas a cargo fueron las variables predictoras más importantes de la desafiliación. El realizar actividades laborales y tener un número limitado de personas a cargo favorece la afiliación porque crea capital simbólico en el reincorporado y un sentido de utilidad vital.

En síntesis, los factores predictivos más importantes de la desafiliación fueron la relación con la actividad, el número de personas a cargo y la edad del reincorporado, para predecir la diversidad de la desafiliación. No obstante, es indispensable realizar más estudios de caso que permitan reconocer las experiencias de quienes han estado en zonas de concentración y compararlas con situaciones como las que mostramos.

Por otro lado, conocimos de cerca que los exguerrilleros temen por su vida y la seguridad de su familia, a la que están dispuestos a proteger. Estas razones muestran la necesidad de entender qué riesgos corren los reincorporados y qué cambios deben hacer las instituciones para cumplir sus obligaciones de administrar justicia y seguridad, un mercado laboral legal viable y la reducción de la pobreza en la que viven. Por supuesto, como demuestra Theidon (2009), también se requieren cambios en la masculinidad hegemónica que ejercen los hombres y que muchas mujeres siguen deseando. Las instituciones tienen que desplegar acciones dirigidas a favorecer su afiliación; de lo contrario, esta puede truncarse debido a las desventajas de este grupo, que en la vida civil se expresan en la exclusión social, entendida como la multidimensionalidad de los procesos de desigualdad social. Por ello, el Kroc Institute (2021) ha insistido en que es indispensable reforzar la protección individual y colectiva con enfoque de género, étnico, etario y territorial; lo que podrá servir de catalizador para la construcción de paz y los procesos de desarrollo a nivel local y nacional, en la medida en que brinde oportunidades para un mayor liderazgo de las mujeres y fortalezca su rol como reconstructoras del tejido social afectado por el conflicto armado.

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Notas:

3En la antropología Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis (1971), la pobreza se aborda desde una perspectiva culturalista. Su autor trata de demostrar que la pobreza es una forma de vida cultural, que no se explica solo por causas económicas o materiales.

4Las dimensiones del índice son variables de escala no normal, por tanto, se utilizan los estadísticos de la mediana y el rango intercuartílico, ya que la media y la desviación estándar no son confiables.

5Estos datos coinciden con la no significancia de estas variables con la desafiliación; sin embargo, algunas de ellas, vinculadas con otras, adquieren mayor significancia en interacción.

Notas:

Financiación Esta investigación fue realizada por solicitud de la Mesa Departamental para la reincorporación del Valle del Cauca y fue financiada por la Universidad del Valle y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), mediante la contratación del Centro de Investigaciones y Documentación Socioeconómica, CIDSE, al que pertenecen las autoras. Una versión preliminar de este artículo se presentó en el XIII Congreso Nacional de Sociología. 60 años de la sociología en Colombia. Tensiones y cambio social en el contexto latinoamericano, en la Mesa de Sociología Política, diciembre 10 de 2020.

Recibido: 12 de Enero de 2021; Aprobado: 05 de Agosto de 2021

1

Doctora en Sociología.

2

Doctora en Ciencias Sociales.

Conflicto de interés

Las autoras declaran no tener ningún conflicto de interés en la publicación de este artículo

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