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Sociedad y Economía

Print version ISSN 1657-6357On-line version ISSN 2389-9050

Soc. Econ.  no.46 Cali May/Aug. 2022  Epub May 12, 2022

https://doi.org/10.25100/sye.v0i46.11285 

Artículos

Economía del cuidado: comparación de las encuestas de usos del tiempo Colombia - Algunos países de América Latina

Economics of Care: Comparison of Time Use Surveys in Colombia with Some Selected Latin American Countries

Genny A. García-Vásquez1  1
http://orcid.org/0000-0002-1431-9544

Carlos M. Macías2  2
http://orcid.org/0000-0001-8233-7237

1 Fundación Universitaria Católica Lumen Gentium, Cali, Colombia Universidad del Valle, Zarzal, Colombia. genny.a.garcia@correounivalle.edu.co. https://orcid.org/0000-0002-1431-9544

2 Universidad Autónoma de Manizales, Manizales, Colombia. carlosmaxmf@gmail.com. https://orcid.org/0000-0001-8233-7237


Resumen

El presente artículo analiza, en contraste, la Encuesta de Usos del Tiempo de Uruguay, Chile, Costa Rica, Ecuador y la Encuesta Nacional de Uso del tiempo -ENUT, diseñada por el DANE en Colombia. El propósito de este estudio comparativo es allanar el camino para evaluar cómo se establecen las prácticas de cuidado y cómo se hacen visibles desde su impacto económico en el caso de Colombia, a través de la emergencia de unas características comunes en los países estudiados. En otras palabras, analizar estas encuestas ayuda a establecer un panorama general (Latinoamérica) y uno local (Colombia) respecto a cómo se desarrollan las prácticas de cuidado y cómo se hacen visibles desde su impacto económico. Al usar a Colombia como país de análisis local, se busca ilustrar con elementos sociodemográficos las necesidades de cuidado, y sus implicaciones sociales y económicas para las mujeres y los hombres.

Palabras clave: encuestas de uso del tiempo; economía del cuidado; trabajo no remunerado; cuidado; economía feminista

Abstract

This article analyzes, in contrast, the Time Use Survey of Uruguay, Chile, Costa Rica, Ecuador and the National Time Use Survey -ENUT, designed by DANE in Colombia. The purpose of this comparative study is to pave the way to evaluate how care practices are established and how they become visible from their economic impact in the case of Colombia, through the emergence of some common characteristics in the countries studied. In other words, analyzing these surveys helps to establish a general panorama (Latin America) and a local one (Colombia) regarding how care practices are developed and how they become visible from their economic impact. By using Colombia as a country for local analysis, we seek to illustrate with sociodemographic elements the care needs and their social and economic implications for women and men.

Keywords: time-use surveys; care economy; unpaid work; care; feminist economics

1. Introducción

Este artículo intenta mostrar un mapa sobre las brechas de género que pueden ser observadas con respecto a la distribución del cuidado entre sexos a través de las Encuestas de Uso del Tiempo (EUT). El fin es focalizar lo invisibilizado, que el trabajo no remunerado y de cuidado es realizado principalmente por mujeres, y, de paso, poner en valor las EUT para desenmascarar esta realidad. Por esta razón, las EUT son relevantes para poner el trabajo no remunerado y de cuidado en la esfera pública, además de servir como fundamento para la formulación de políticas públicas o normativas para su abordaje. Otro elemento significativo de las EUT es señalar el rol y aporte de la mujer a la economía en su conjunto, incluyendo las condiciones de carencia e informalidad de este aporte. Esta caracterización se ha agravado con la pandemia del Covid-19, cuando se han devuelto al espacio de lo privado tareas que -como lo laboral o la educación- se suman a las tareas ya existentes de cuidado, agravando las viejas bases de desigualdad de género (Comisión Interamericana de Mujeres, 2020).

Para cumplir con el propósito enunciado anteriormente, en primer lugar, este artículo presenta la propuesta de la economía feminista como sustento teórico para hablar de dinámicas como el uso del tiempo y el cuidado. En segundo lugar, a través de las Encuestas de Uso del Tiempo aplicadas en distintos países latinoamericanos, se hace una revisión comparativa de las prácticas de cuidado. En tercer lugar, se presentan aspectos que se resaltan de las encuestas y, en un cuarto lugar, su metodología. En quinto lugar, ilustra con cifras la distribución de trabajo remunerado y no remunerado, así como el de cuidado, para cerrar con las tendencias sociodemográficas que describen las necesidades de cuidado en Colombia. Finalmente, se concluye sobre la necesidad de construir políticas públicas que se fundamenten en las encuestas de uso del tiempo y aporten a la disminución de inequidades de género frente al trabajo remunerado, no remunerado y de cuidado.

Vale la pena insistir en que la presente investigación reconoce como fundamentales los aportes realizados desde la economía feminista, que basa su propuesta en el análisis y cuestionamiento de conceptos como producción y trabajo, contribuyendo a visibilizar el fundamento económico de la desigualdad de género. En este sentido, reconoce la importancia del trabajo no remunerado y de cuidado al mostrar cómo “la reproducción cotidiana de las personas” (Rodríguez, 2015, p. 31) se basa en el trabajo que hacen de manera gratuita las mujeres, al que no se le reconoce valor económico en el mercado. Al respecto, Pérez (2014) señala que:

Desde la economía feminista, se denuncia que el paradigma neoclásico adolece de profundos sesgos androcéntricos: se construye sobre la ausencia de las mujeres, se niega relevancia económica a las esferas que se asocian con la feminidad (el ámbito de lo privado-doméstico, el hogar y los trabajos no remunerados) y se utiliza la experiencia masculina en los mercados para definir la normalidad económica” (p. 37).

En ese sentido, la economía feminista ha marcado que no solo es importante contabilizar, sino también reconocer, valorizar y redistribuir el trabajo no remunerado (incluyendo el de cuidado), señalando que dichas labores son trabajo, aportan a la economía y al sostenimiento de la vida (Carrasco, 2017; Batthyány, 2020). Uno de los caminos utilizados para este propósito son los análisis del uso del tiempo que se presentan a continuación.

2. ¿Qué panorama muestran las encuestas de uso del tiempo?

Este tipo de sondeo tiene como objetivo principal indagar tanto en el trabajo de personas que cobran un sueldo por su labor, como las que, al contrario, no lo hacen, y a su vez suministrar insumos para valorarlos y cuantificarlos (Batthyány, 2015). En esta medida, su importancia radica en que permiten evidenciar las desigualdades que se materializan en el uso del tiempo, proporcionando muestras sobre cuáles son las necesidades de la población en distintas áreas. Visibilizar el trabajo no remunerado posibilita llevar a cabo discusiones sobre su redistribución, y darle la importancia necesaria en las diferentes etapas de la creación de políticas que aborden este tipo de problemática. En la actualidad, los movimientos sociales que promueven la equidad de género desean exponer y visibilizar la distribución de labores no retribuidas. Principalmente, dentro de las dinámicas familiares, que evidencian las desigualdades dentro de las tareas asignadas, en especial, a las mujeres.

Las estadísticas de las encuestas de uso del tiempo son muy valiosas, ya que evidencian quiénes son los participantes, en el interior de la familia, que se hacen cargo de realizar las tareas domésticas y el tiempo exacto que les toma realizarlo. Sin embargo, estas estadísticas no solo tienen en cuenta este aspecto, sino que además exponen los trabajos a los que acceden las personas, ya sea dentro o fuera del domicilio familiar, y reciben una remuneración, principalmente económica, así como el tiempo que les toma trasladarse y sus pasatiempos. Por consiguiente, esta información permite construir cuentas satélite sobre las prácticas de trabajo; asimismo, señala la interacción que mantiene el oficio retribuido y la labor no retribuida, mostrando las diferencias sexuales que han existido durante décadas en torno al trabajo.

En Latinoamérica, se han visto avances en la implementación de encuestas de uso del tiempo3. En este documento, tomaremos como referencia cinco países que implementaron estas encuestas: Costa Rica, Uruguay, Chile, Ecuador y Colombia. Las encuestas realizadas en estos países se analizan aquí de forma comparativa, teniendo en cuenta que entre ellas hay diferencias metodológicas, en los métodos de recolección de datos, en los objetivos, en sus muestras poblacionales, bases constitucionales y legales, entre otras. Sin embargo, los países seleccionados (los cuatro primeros) tienen en común el desarrollo de políticas o programas en relación con la organización social del cuidado4.

3. Aspectos importantes en la implementación de las encuestas de uso del tiempo

A continuación, se presentan aspectos que evidenciaron los estudios realizados mediante encuestas sobre el uso del tiempo en los territorios seleccionados.

En Costa Rica, se han realizado encuestas sobre el uso del tiempo libre por medio de una Comisión Técnica Interinstitucional de Contabilización del Trabajo Femenino. Esta iniciativa surge en el 2000 gracias al Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU), integrando a personal especializado de diversos organismos públicos, ministerios y universidades (Marco, 2013).

A partir del 2013, le aprueban a la Comisión la realización de un proyecto de ley que, en octubre del 2015, se convirtió en una ley formal llamada contabilización del aporte del trabajo doméstico no remunerado en Costa Rica, Ley 9325 del 2015 (Asamblea Legislativa, 2015). Esta ley busca cuantificar las tareas domésticas no pagadas comprendidas en la economía del cuidado, tal como lo define el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN). El resultado brinda un panorama más completo de las actividades que mujeres y otros miembros de las familias aportan al crecimiento social y económico del país.

Así mismo, se elaboró conceptual y metodológicamente la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) 2017 (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2018), a través de la celebración del Convenio de Cooperación entre el INAMU, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), y la Universidad Nacional.

En el caso de Ecuador, el organismo impulsor fue el Consejo Nacional de las Mujeres (CONAMU), con el soporte del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), en colaboración con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Estas entidades fueron las que impulsaron la creación de una delegación para la gestión de financiación para el proyecto y de reconocimiento por parte de otras autoridades acerca del potencial y la importancia de dicha información, lo que permitió la creación de nuevas alianzas. Con la aprobación de la Constitución de 2008, el INEC pasó a encargarse de las muestras estadísticas acerca del uso del tiempo libre, lo que se hizo necesario para garantizar unos derechos en coherencia con el Régimen del Buen Vivir (Marco, 2013).

En Uruguay, las encuestas fueron una iniciativa promovida por la Universidad de la República, concretamente desde el departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (FCS). Posteriormente, fue recogida por el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) y el Instituto Nacional de Estadística (INE). En el 2003, la FCS realizó el sondeo del uso del tiempo en la capital, Montevideo. Para el año 2007 y 2011, los sondeos fueron efectuados en todo el país gracias al INE junto a la FCS. Dicha encuesta, en el año 2007, fue realizada bajo el proyecto Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado de las Mujeres en Brasil y Países del Cono Sur 2006-2007, el cual tuvo relación con el que se ejecutó en Uruguay. Esta propuesta estuvo abierta a la colaboración por medio de encuentros internacionales en los que participaron instituciones de otros países, incluyendo institutos de estadística, centros de investigación y organismos de cooperación (Marco y Rico, 2013).

En el caso de Chile, la encuesta tuvo su antecedente en el Plan de Igualdad entre Hombres y Mujeres (2011-2020) del Servicio Nacional de la Mujer - SERNAM (2011), que propuso en el eje de corresponsabilidad social desarrollar metodologías de medición del trabajo no remunerado de cuidado realizado por las mujeres5, para poder medir la contribución financiera y relacionarlo con los cálculos totales del país, discriminado por el área metropolitana y agraria. Así mismo, se creó el sistema de medición periódica, el cual buscaba identificar cómo las mujeres y hombres reparten su tiempo de labores lucrativas y reproductivas en los contextos sociales durante las distintas etapas de vida. La implementación de esta propuesta tuvo como organismos ejecutores al Instituto Nacional Estadística (INE), y como entidades asociadas a la Organización Panamericana de Salud (OPS), el Ministerio de Salud (MINSAL), y la mesa técnica entre el INE, MINSAL y el SERNAM. La encuesta fue financiada por el INE, OPS, BID y Fondo de Población de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) (Aguirre y Ferrari, 2014a).

Para Colombia, la Encuesta Nacional Uso del Tiempo tiene su sustento en la Ley 1413 del 2010 (Congreso de la República de Colombia, 2010). Su objetivo es el establecimiento de la Economía de cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales, con la tarea de establecer, mediante datos cuantitativos, el aporte del género femenino al avance socioeconómico del país. La encuesta busca calcular la duración de las actividades que realizan cotidianamente los colombianos; también se indagó acerca de sus funciones, las cuales eran o no retribuidas económicamente. Además, otro aspecto importante, arrojado en la información recogida, se encuentra en la Política Pública Nacional de Equidad de Género para las Mujeres 2012-2022 (Alta consejería presidencial para la equidad de la mujer, 2012), donde se establece la necesidad de realizar estudios al interior de la familia que incluyan el uso del tiempo libre dentro de los hogares, así como el análisis de la distribución de labores, con el fin de tener una mirada más integral sobre las dinámicas de división de roles dentro del hogar. La Encuesta Nacional Uso del Tiempo tiene al Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) como organismo ejecutor y a la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer como entidad asociada. Por su parte, la entidad financiadora es el Fondo Rotatorio del Departamento Administrativo Nacional de Estadística - FONDANE (Aguirre y Ferrari, 2014b).

Cabe resaltar que los países estudiados tienen algo en común: sus encuestas han sido impulsadas por entidades relacionadas directamente con las mujeres, lo que confirma que representan un logro de los movimientos feministas en lo que respecta a la visibilización de distintas prácticas que pueden derivar en la construcción de políticas más inclusivas y equitativas para las mujeres. Así las cosas, en Costa Rica, la entidad fue el Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU); en Ecuador, el Consejo Nacional de las Mujeres (CONAMU); en Uruguay, el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES); en Chile, el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM); y en Colombia, la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer. El hecho de que las encuestas hayan sido impulsadas, principalmente, por entidades comprometidas con la búsqueda de equidad en el trato hacia las mujeres también revela que la inclusión está supeditada a la lucha denodada de los sectores no incluidos. Lucha por promover acciones prácticas más que discursos inclusivos, que solo son demagógicos y complacientes.

Ahora bien, el uso de estas encuestas revela resultados significativos en lo que concierne a la implementación de los datos en la formulación de distintas políticas y propuestas. En Costa Rica, los resultados fueron insumos para una nueva Política Nacional de Igualdad y Equidad de Género, y para un Programa Nacional de Cuidado; también sirvieron como base para la ley sobre cuenta satélite de las labores no pagas. Los resultados de las encuestas de uso del tiempo también tuvieron impacto en Ecuador, desde el planteamiento que la Constitución de 2008 realiza sobre el cuidado hasta la cuenta satélite del trabajo no remunerado en la actualidad, pasando por el Plan Nacional para el Buen Vivir y la Ley Orgánica de la Economía Popular y Solidaria y del Sector Financiero, Popular y Solidario.

En Uruguay se conformó el Sistema Nacional de Cuidados con la participación de un importante abanico de organismos y los diferentes niveles de la administración pública. También a escala de municipios y departamentos (Aguirre, 2011).

A raíz de la Encuesta Nacional de Tiempo (ENUT), realizada en el 2015, Chile tuvo avances en política pública para abordar las desigualdades de la mujer, aunque las políticas no se centran en ella sino en la infancia. En correspondencia con lo anterior, el problema que se planteó fue enfrentar junto al programa Chile Crece Contigo la inequidad presentada en el contexto chileno, logrando centrar las acciones en programas y normativas que promuevan el desarrollo integral de niños y niñas en sus primeros años de vida, y la integración de las mujeres en el mercado laboral. La premisa que sustenta la implementación de políticas principalmente destinadas a la primera infancia -para enfrentar los niveles de desigualdad- estriba en que atender el cuidado infantil de una forma más equitativa permite mejorar las condiciones de vida de las mujeres, que tienen dificultades para lograr la independencia económica y culpan a la división sexual del trabajo (Batthyány, 2015).

Por su parte, en Colombia todavía no se presentan avances significativos en propuestas de políticas públicas vinculadas con la encuesta de uso del tiempo, pues su medición fue regulada en el 2010 con la Ley 1413 (Congreso de la República de Colombia, 2010) y la inclusión de la cuenta satélite sobre los datos hallados frente a las labores domésticas no remuneradas en el Sistema de Cuentas Nacionales solo se dio hasta el año 2013 a través del Decreto 2490 de 2013 (DANE, 2013b).

El recorrido hecho permite ver avances parciales en algunos países y progresos en otros, que establecen a las encuestas de uso del tiempo como una herramienta fundamental para conocer, entender y visibilizar las desigualdades de género detrás de prácticas de trabajo remuneradas o no. Además, como se afirmó previamente, la diversidad de las encuestas hace difícil compararlas, pero sus resultados presentan puntos de encuentro. Por ejemplo, que la carga de trabajo femenina es mayor a la masculina, es decir que los hombres tienen una menor contribución e inversión en las labores del hogar.

4. Aspectos metodológicos de las encuestas de uso del tiempo

Entre los países en los que se han realizado encuestas de uso del tiempo en América Latina, vale la pena destacar cinco casos: Uruguay, Colombia, Chile, Costa Rica y Ecuador. En primer lugar, en Uruguay, la última encuesta para determinar los usos del tiempo fue llevada a cabo en el 2003 y estuvo dirigida a una población de 14 años en adelante. En este estudio, se hicieron entrevistas para establecer cómo se reparte el trabajo remunerado y no remunerado entre los integrantes del hogar y fue aplicada como un módulo extraordinario anexo a la Encuesta Continua de Hogares (Instituto Nacional de Estadística, 2013). En segundo lugar, en Colombia se llevó a cabo una encuesta de uso del tiempo, entre el 2012 y 2013, con la intención específica de establecer cómo contribuye la mujer a la economía doméstica y al desarrollo del país. Dicha encuesta fue realizada a nivel nacional e incluyó a miembros del hogar desde los 10 años.

En tercer lugar, en Chile, en el 2015, se llevó a cabo una encuesta de uso del tiempo que incluyó a miembros del hogar desde los 12 años en adelante. Tal encuesta, de alcance nacional, midió el trabajo no remunerado realizado en el propio hogar o por fuera de él, a través de un formulario con dos cuestionarios (cuestionario del hogar y cuestionario de uso del tiempo) que usaron como marco general la Clasificación de Actividades de Uso del Tiempo de América Latina y el Caribe (CAUTAL) (Instituto Nacional de Estadísticas, 2019). En cuarto lugar, en Costa Rica, se realizó la encuesta de uso del tiempo con una población de 12 años en adelante y con alcance nacional, pero enfocada principalmente en zonas urbanas. A través de la encuesta, se indagó en el cuidado de personas dentro del hogar y por fuera de él. En este último, con el propósito de establecer la existencia de redes de apoyo y la voluntariedad o remuneración de estos cuidados externos (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2018). Por último, Ecuador aplicó una encuesta a nivel nacional sobre uso del tiempo en el 2012. Dicha encuesta no fue un apéndice de otro estudio, sino que estuvo completamente dirigida a determinar el uso del tiempo entre una población de 12 años en adelante. Con dicha encuesta, se buscaba visibilizar todas las formas de trabajo (remunerado o no), incluyendo el aporte del cuidado a la economía del país (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2013).

Vale la pena resaltar que las encuestas realizadas en los países revisados comparten la intención de distinguir y determinar el trabajo remunerado y el trabajo de cuidado no remunerado, en general, con población cuya edad mínima es principalmente de 12 años (exceptuando Colombia). Además, estos estudios usan la Clasificación de Actividades de Uso del Tiempo para América Latina (CAUTAL) como elemento unificador. Destaca también que las encuestas fueron realizadas con la intención adicional de cumplir compromisos internacionales relacionados con la necesidad de visibilizar el lugar de las mujeres en la sociedad, su aporte a la economía y las brechas o desigualdades que deben ser superadas en su relación con los hombres. Sin embargo, los periodos que se toman para hacer las mediciones varían: en algunos, fue la última semana; en otros, se indagó por las actividades del día anterior; y los demás incluyeron el fin de semana. Asimismo, algunas encuestas presentan sus resultados en porcentaje y otras en horas, lo que dificultad su comparación. Las Naciones Unidas y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) identificaron este aspecto metodológico y conceptual, y propusieron como estrategia el Sistema Nacional de Cuentas (Instituto Nacional de Estadísticas, 2019).

En línea con lo anterior, los principales clasificadores internacionales de actividades para las encuestas sobre uso del tiempo en Latinoamérica (ICATUS de Naciones Unidas y CAUTAL de la CEPAL) usan el marco conceptual del Sistema de Cuentas Nacional, con el propósito de contar con una visión integral del trabajo, y ampliar el análisis económico, social y de género (Instituto Nacional de Estadísticas, 2019). Finalmente, se puede señalar que las diferencias principales de las encuestas están en los períodos, que dependen del contexto de cada país y el tiempo observado para la medición.

5. Distribución del trabajo y el tiempo para el cuidado

En este apartado, se señalan algunas cifras que permiten ilustrar lo que se viene argumentando, esto es, que las mujeres son quienes cargan con el peso del cuidado y las labores domésticas. Lo anterior se puede constatar en los países latinos en los que se han realizado encuestas de uso del tiempo. Aquí se recoge nuevamente un análisis breve de los casos de Uruguay, Colombia, Chile y Costa Rica.

Las mujeres invierten más del doble de tiempo semanal para las tareas de cuidado y domésticas que los hombres. El tiempo destinado de las mujeres en dichas tareas se amplía notoriamente en especial cuando están a cargo de niños y niñas en primera infancia. Entre tanto, el tiempo destinado por los hombres a sus tareas cotidianas permanece estable (Batthyány, 2009; Rodríguez, 2013). Asimismo, la asistencia de mujeres al trabajo remunerado es mucho menor por la misma razón, es decir, por estar a cargo de infantes. Además, se debe hacer la aclaración de que, a pesar de que las mujeres trabajen tiempo completo de manera remunerada, las labores domésticas siguen siendo exactamente iguales, es decir, estas tareas del hogar y cuidado son desiguales independientemente de que la mujer trabaje o no. Por otro lado, generalmente, el trabajo realizado por mujeres es menos remunerado en comparación con el de los hombres. Esto se debe a que, muchas veces, ellas dan prioridad a la atención de las obligaciones del hogar y sus miembros. Como último punto, cabe mencionar también que, cuando una mujer está a cargo de niños, niñas, enfermos y/o adultos mayores, el tiempo invertido es mayor, al igual que su participación en estas responsabilidades. Las cifras que se presentan a continuación ilustran lo enunciado.

En primer lugar, la encuesta de uso del tiempo desarrollada en Uruguay muestra que las mujeres dedican un 64,6% de su tiempo a labores no retribuidas económicamente, y un 35,4% a labores remuneradas. Por su parte, los hombres dedican el 31,9% de su tiempo a labores no remuneradas y un 68,1% a labores remuneradas, de las cuales, invierte 69% a labores domésticas y 24,3% a trabajo de cuidado (Instituto Nacional de Estadística, 2013). En segundo lugar, en Colombia, la asignación de tiempo de trabajo, en hombres, fue de 13,24 horas y, en mujeres, de 11,16 horas durante el año 2016-2017. En este mismo periodo, las mujeres y hombres participaron en actividades de suministro de alimentos con un cálculo de 74,4% y 24,9%, respectivamente. Esto es un aumento en 2,0 y 2,8 puntos porcentuales con respecto al periodo anterior. En actividades de cuidado pasivo, la participación en mujeres y hombres se ubicó́ en 35,4% y 16,1%, respectivamente (DANE, 2018c).

En tercer lugar, en el caso de Chile, los hombres dedicaron 5,6 horas al día, en promedio, a trabajo remunerado, mientras que las mujeres dedicaron 3,05 horas. Por su parte, en lo que respecta al trabajo no remunerado, se incrementa significativamente la participación de la mujer en 5,98 horas al día, cuando para el hombre es de 2,45 horas. En lo referido a la participación en el trabajo de cuidado no remunerado, las mujeres tienen 3,03 horas en promedio, mientras para los hombres la participación es de tan solo 1,64 horas en promedio (Instituto Nacional de Estadísticas, 2019).

En cuarto lugar, las encuestas de uso del tiempo revelan que, en Costa Rica, hay una participación en el mercado remunerado del 73% para los hombres y de 45,2% para las mujeres; mientras, en TDNR, son 35,49 horas a la semana para las mujeres y 13,42 para los hombres. En cuanto al cuidado de menores de 12 años, las mujeres invirtieron un 41,2% de su tiempo, mientras que los hombres solo invirtieron el 26,9% (Instituto Nacional de Estadística y Censos, 2018).

Las encuestas muestran lo fundamental que resulta la labor de las mujeres para el sistema socioeconómico de un país. La contribución sobrepasa los márgenes de los espacios laborales, ya que los trabajos no pagos son vitales para sostener las condiciones materiales de los hogares. Actualmente, las labores no pagas comienzan a mostrar su relevancia al contabilizar su aporte al PIB y bienestar de la sociedad. Las encuestas permiten exponer las inequidades que conllevan las labores no pagas y de ayuda para las mujeres y cómo se ven comprometidos sus derechos y su participación social, económica y ciudadana, por lo que es clave redistribuir el trabajo, principalmente, las labores no retribuidas de ayuda realizadas dentro de las familias.

6. Tendencias sociodemográficas del cuidado en Colombia

Después de haber realizado una revisión comparativa del panorama latinoamericano, resta hacer un análisis más detallado del caso que nos compete directamente: el contexto colombiano, en lo que atañe a las prácticas del cuidado. Así las cosas, en Colombia se cuenta con dos documentos directos que dan cuenta de los aspectos referidos al cuidado: uno es la cuenta satélite de economía de cuidado (DANE, 2018d) y el otro es la encuesta nacional de uso del tiempo (DANE, 2018b). Un tercer documento indirecto es el censo del DANE (2018a) realizado en el 2018. De estos, se retoman los datos que se presentan a continuación.

Según el censo oficial del DANE (2018a), en Colombia hay un total de 44.164.417 personas, de las que el 51,2% corresponde a mujeres y el 48,2%, a hombres. De estos, el 22,6% corresponde al grupo etario de 0 a 14 años; el 68,2%, a personas entre 15 a 65 años; y 9,1%, a personas de 65 años o mayores. La población que, por su edad, se ubicaría como dependiente de servicios y demanda de cuidado se encuentra en el primer y último rango, equivalente al 31,7% de los colombianos, con índice de envejecimiento de 58,6% en personas de 60 años. Esta población se ubica, en su mayoría, en cabeceras municipales (77,1%), seguida del 15,8% en zonas rurales dispersas y un 7,1% en centros poblados (DANE, 2018a). Aspecto relevante si se tiene en cuenta lo propuesto por Comas (2017), quien plantea que la ayuda que realizan las mujeres tiene particularidades, dependiendo de las condiciones económicas, y de su pertenencia a lo rural o lo urbano.

Otro aspecto que se relaciona con el cuidado y que se ha venido señalando es el hecho de que está en manos principalmente de mujeres, y cómo esto complejiza el goce de derechos por parte de este grupo poblacional, ya que ellas sostienen dobles jornadas (trabajo remunerado y no remunerado). De acuerdo con el censo del DANE (2018a), la situación descrita se presenta en el 40,7% de las familias colombianas, que cuentan con un liderazgo femenino y que conlleva situaciones de inequidad para las mujeres. Similar complejidad acarrea para el cuidado que los hombres presenten un mayor nivel de ocupación remunerada que las mujeres, lo que contribuye a invisibilizar los aportes de las mujeres en relación con el PIB. Lo señalado se puede decantar de la Figura 1 sobre porcentaje de ocupación por sexo.

Fuente: elaboración propia basada en el Censo nacional de población y vivienda DANE (2018a).

Figura 1 Porcentaje de ocupación por sexo, 2018 

Otro punto relevante es que la población infantil (primera infancia) también está bajo el cuidado de personas menores de edad y, aunque la cifra no es alta, es significativa, pues al asignarle a niños y niñas el cuidado de infantes se abre una serie de interrogantes: ¿puede un niño o niña cuidar de manera óptima a un infante? Más relevante que esto es preguntarse: ¿cuál es el papel del Estado, y de la sociedad en general, en lo que atañe al cuidado? La evidencia de niños y niñas cuidando infantes deja muy comprometido el papel del Estado y de la sociedad, como meros espectadores.

En la encuesta nacional de uso del tiempo, de la totalidad de horas trabajadas por las mujeres, en promedio, entre los años 2012 y 2015, el 60% corresponde al Trabajo de Cuidado No Remunerado (TDCNR) y el 40% al trabajo en el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN)6. Por el contrario, las horas trabajadas por los hombres se componen, en su gran mayoría, por aquellas que se dedicaron al trabajo dentro de la frontera, las cuales alcanzan una participación de 81,2%, en comparación con un 18,8% de horas dedicadas a TDCNR. Lo anterior permite concluir que, de la población en edad de trabajar, las mujeres, entre 2012 y 2015, trabajaron 6.772 millones de horas anuales en promedio (DANE, 2017). Si se tienen en cuenta las tareas domésticas y la ayuda no remunerada y el trabajo en el SCN, esta cifra es mucho mayor a la de los hombres como lo muestra la matriz de trabajo ilustrada en la Figura 2.

Fuente: elaboración propia basada en GEIH (DANE, 2012); ENUT (DANE, 2013a); Matriz de trabajo (DANE, 2017).

Figura 2 Matriz de trabajo 

Si se tienen en cuenta los datos por la diferencia sexual, se puede evidenciar que, de las 19.379 millones de horas anuales que hace la población inactiva en TDCNR, 17.247 millones de horas las aportan las mujeres inactivas, es decir, el 89,0 por ciento. Asimismo, es importante resaltar que esos 17.247 millones de horas representan el 48,5% del total de horas que dedica la Población en Edad de Trabajar (PET) a actividades domésticas y de ayuda no paga. Los hombres inactivos, por su parte, aportan 2.132 millones de horas anuales; entre tanto, los hombres desocupados dedican 526 millones de horas a TDCNR. Las mujeres desocupadas aportan 1.409 millones de horas anuales al total de TDCNR que hace la población en edad de trabajar (ver Figura 3) (DANE, 2017).

Fuente: elaboración propia basada en GEIH (DANE, 2012); Matriz de trabajo (DANE, 2017).

Figura 3 Horas anuales TDCNR de población en edad para trabajar 

En promedio, entre 2012 y 2015, el total de horas trabajadas semanalmente, según la PET, fueron 8,5 horas diarias para los hombres, mientras que, en promedio, las mujeres trabajaron 9,9 horas diarias. Por otro lado, las cifras evidenciaron que los hombres de edad trabajaban 59 horas, mientras que las mujeres trabajaban un horario total de 69 horas (ver Figura 4). Se muestra que las mujeres laboraron, en promedio, 10 horas a la semana más que los hombres en trabajo dentro y fuera de la frontera de producción del SCN (DANE, 2017).

Fuente: elaboración propia basada en GEIH (DANE, 2012); Matriz de trabajo (DANE, 2017).

Figura 4 Horas trabajadas 

El promedio total de horas dedicadas a trabajar semanalmente de los hombres, principalmente dentro del SCN, es de 46 horas, mientras que el de las mujeres es de 37 horas semanales. En contraste, para un mismo periodo, las horas que los hombres dedican a TDCNR son 13, mientras que las mujeres aportan 31, lo que representa un excedente de 18 horas respecto a los hombres (DANE, 2017). En la Figura 5, se muestra cómo se distribuye el trabajo de cuidado no remunerado y el trabajo que se comprende en el sistema de cuentas nacionales.

Fuente: elaboración propia basada en GEIH (DANE, 2012); Matriz de trabajo (DANE, 2017).

Figura 5 Trabajo SCN y TDCNR 

En la Figura 5, se puede identificar la distribución de tiempo entre las horas semanales promedio dedicadas al trabajo principal del SCN y al TDCNR. Se aprecia que, en el promedio de cuatro años, de 2012 a 2015, del total de población en edad de trabajar, las mujeres han invertido el 54,4% de su tiempo en labores asociadas al trabajo principal del SCN y 45,6%, en TDCNR. Por otra parte, para el total de los hombres en edad de trabajar, el tiempo empleado en el trabajo principal dentro de la frontera del SCN es de 78,1% y el restante, 21,9%, corresponde a las horas invertidas a trabajo del hogar y de la ayuda no retribuida económicamente (DANE, 2017).

Al revisar los datos por categoría ocupacional, clasificando a la población ocupada entre asalariados e independientes, se observa que los hombres asalariados, en promedio, dedican al trabajo principal del SCN 5 horas a la semana más que los hombres independientes. Para el género femenino, las asalariadas, en promedio, dedican al trabajo principal del SCN 9 horas a la semana más que las mujeres independientes. Con respecto al tiempo promedio a la semana dedicado al TDCNR, las mujeres asalariadas invierten 2 horas semanales más que las mujeres que son independientes. Entre tanto, los hombres asalariados dedican a este trabajo 1 hora en promedio a la semana más que los hombres independientes. Adicionalmente, las mujeres asalariadas dedican 10 horas en promedio a la semana más que los hombres asalariados al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. Con respecto a las mujeres independientes, ellas dedican en promedio 9 horas semanales más que los hombres que se consideran independientes a este tipo de trabajo.

En cuanto a la población inactiva y desocupada, de acuerdo con la clasificación del mercado laboral, la Figura 6 muestra que las mujeres inactivas dedican un total de 43 horas a la semana al TDCNR, y los hombres 14, lo que representa una diferencia de 29 horas semanales.

Fuente: elaboración propia basada en GEIH (DANE, 2012); Matriz de Trabajo (DANE, 2017).

Figura 6 Población desocupada e inactiva 

Se muestra cómo el trabajo de la ayuda no retribuida es fundamentalmente femenino sin que varíe según el estrato, pues en todos los niveles socioeconómicos las mujeres tienen un porcentaje mayor al de los hombres. La Tabla 1, denominada Estructura porcentual de las horas dedicadas a TDCNR total nacional por sexo según grupos de estratos 2017, muestra que las mujeres son las principales encargadas de TDCNR sin importar el estrato (aunque en el estrato alto, 5 y 6, es donde mayor participación se da en TDCNR por parte de los hombres).

Tabla 1 Estructura porcentual de las horas dedicadas a TDCNR total nacional por sexo, según grupos de estrato 

Estratos Porcentaje
Hombres Mujeres
Estratos 1 y 2 20,8% 79,2%
Estratos 3 y 4 23,7% 76,2%
Estratos 5 y 6 27,1% 72,9%
Sin formación 25,7% 74,3%

Fuente: elaboración propia con base en Cuenta Satélite de Economía del Cuidado CSEC (DANE, 2018d).

Por su parte, la Tabla 2 permite analizar las horas invertidas en cada una de las labores no pagadas. En el caso de las mujeres, ellas invierten más tiempo en el suministro de alimentos (74,4%), la limpieza y mantenimiento del hogar (68,9%), el mantenimiento de vestuario (38%) y las actividades de cuidado y apoyo a personas (28,9%) (DANE, 2018d). Las actividades a las que más dedican horas los hombres son la limpieza y mantenimiento (34%), suministros de alimentos (24,9%) y compras y administración del hogar (20,9%). Aquí resaltamos que las mujeres aportan un tiempo significativo (88,5%) a las actividades de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (DANE, 2018d).

Tabla 2 Horas invertidas en labores no pagadas 

Labores no pagadas Porcentaje
Hombres Mujeres
Suministro de alimentos 24,9 74,4
Mantenimiento de vestuario 9,1 38,0
Limpieza y mantenimiento del hogar 34,0 68,9
Compras y administración del hogar 20,9 23,7
Cuidado y apoyo de personas 14,4 28,9
Voluntariado 1,1 2,2
Total, TDCNR 58,4 88,5

Fuente: elaboración propia con base en Cuenta Satélite de Economía del Cuidado CSEC (DANE, 2018d).

En lo referido a la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado, las cifras muestran el aporte del TDCNR a la economía del país, en el 2007. Las cifras revelan el valor de la producción de los hogares, que representa el 41% cuando se agrega la producción de TDCNR. Es decir, que su participación es cercana al valor producido por las sociedades no financieras, con el 48,3% (DANE, 2017); lo que demuestra que los servicios de ayuda significan una gran dimensión en la economía en general. Así lo visibiliza la Figura 7.

Fuente: elaboración propia con base en Cuentas nacionales provisional (DANE, 2019).

Figura 7 Producción por sectores institucionales 

Lo anterior se corresponde con el propósito de la CSEC: resaltar la relevancia de las familias no solamente como consumidores, sino también como los principales creadores de servicios domésticos y de ayudas no pagas, realizados generalmente por el género femenino. Estos servicios son valorados y tenidos en cuenta dentro del desarrollo productivo de la generación de bienestar social. En la realización de servicios domésticos y de cuidados no remunerado, el valor económico del TDCNR representa el 55,9% con relación a la producción, del cual el trabajo de las mujeres representa 76,7% y el de los hombres 23,3% (DANE, 2019).

7. A modo de conclusión

En Latinoamérica, es claro que el cuidado está principalmente a cargo de las mujeres, lo que plantea como objetivos su cualificación, remuneración y, necesariamente, su dignificación y reconocimiento. Las mujeres ocupan principalmente roles ligados al cuidado en el ámbito doméstico, pero también lo hacen cuando estas tareas son realizadas en espacios laborales remunerados.

Aplicar métodos cuantitativos a la economía del cuidado ha sido primordial para integrarla en la agenda pública, puesto que expone la relevancia de estas actividades para la economía general de los Estados.

En coherencia con lo anterior, a nivel latinoamericano, el uso del tiempo es distinto entre el género femenino y masculino. Como afirma Marco (2013), las encuestas han permitido verificar hipótesis que ya habían sido planteadas. En lo esencial, los datos permiten sostener que son las mujeres la que tienen una mayor participación en las actividades del hogar y del cuidado, y las que invierten más tiempo en ellas. De igual modo, se comprueba que la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral no trae consigo un aumento del trabajo masculino en el cuidado y las labores domésticas, por lo que las responsabilidades de ellas se acrecientan.

En Colombia, la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT) (DANE, 2013a), apoyada en la Ley 1413 de 2010 (Congreso de la República de Colombia, 2010) y el Decreto 2490 del 2013 (DANE, 2013b), fue determinante para poner en la agenda pública la preocupación sobre el trabajo no remunerado en el interior de los hogares, y el respectivo coste económico desde una perspectiva de género. Queda así visible el tiempo y trabajo que las mujeres aportan a la sociedad y los precios relacionados al trabajo no pagado y de ayuda, así como las inequidades que esto conlleva en la plena observancia de los derechos de las mujeres.

Las encuestas también permiten reconocer la manera como la sociedad organiza el reconocimiento del bienestar social de sus habitantes, a lo que se denomina organización social del cuidado. Para la ONU Mujeres (2012), existen tres pilares en la organización social del cuidado:

Estado, empresas y familias (en particular, las mujeres), son los tres pilares responsables de proveer bienestar a la sociedad; cuando uno de estos agentes no asume su responsabilidad, entran los otros a sustituirlo, ya que las actividades que dan bienestar a la población son actividades fundamentales para el sostenimiento de la vida humana (p. 354).

A la hora de distribuir las respectivas responsabilidades sociales entre los actores nombrados, comunitarios y de organizaciones civiles, es reconocido inmediatamente el tipo de régimen de bienestar implementado en una sociedad, que para el caso de la sociedad colombiana resulta ser el FAMILISTA (Martínez y Sánchez, 2016). Situación extensiva para América Latina, en donde es claro que el cuidado está principalmente a cargo de las mujeres y las cifras muestran que el camino para su dignificación, reconocimiento, cualificación y remuneración todavía es incipiente.

El análisis presentado en este artículo muestra que se cuenta con los datos para corroborar lo que ha venido siendo una sospecha y una denuncia social que sigue sin recibir la debida atención: las labores del hogar y ayuda no retribuidas se distribuyen socialmente de forma inequitativa. Se argumenta que, de los actores que se supone que deberían sustentar dichos servicios (Estado, mercado, familias), son principalmente las familias las que se ocupan de esta problemática social, lo que de hecho se hace evidente en las cifras de TDCNR que presentan las encuestas de uso del tiempo. El costo financiero de las labores de ayuda no remuneradas escala a 20,5 puntos del PIB, lo que visibiliza el aporte creado por las mujeres que realizan estas actividades (DANE, 2018c). Estas cifras demuestran que son ellas las que más invierten su tiempo y vida en este tipo de tareas. Las mujeres se establecen entonces como motores mudos del bienestar social de la nación y es imprescindible que se les otorgue un reconocimiento que les permita gozar de sus derechos sin limitación alguna.

En resumen, es necesario ampliar el análisis para discutirlo a la luz de la categoría de justicia propuesta por Fraser (1997). En este sentido, debemos preguntarnos si la apuesta del país contribuye a la equidad de género, ya que la inequidad existente entre el género femenino y masculino en nuestra sociedad afecta directamente el cuidado, y las desigualdades se continúan reproduciendo en la familia, el Estado y el mercado. Por lo tanto, el elemento de justicia requiere ser planteado como un factor crítico y esencial del debate dentro de la asignación de recursos y creación de nuevos programas que promuevan reformas en las políticas económicas y sociales. Creemos que el cuidado no es un asunto individual -que cada familia enfrenta como puede-, sino que debe fomentarse como parte de los “derechos ciudadanos y democráticos” (Vaquiro y Stiepovich, 2010, p. 12).

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Notas:

3En Latinoamérica, 18 países han implementado las encuestas de uso del tiempo: Cuba (1985, 1988, 1997, 2001); México (1996, 1998, 2002, 2009); Nicaragua (1998); Guatemala (2000, 2006, 2011); Brasil (2001, 2005, 2008, 2009); Bolivia (2001, 2010, 2011); Uruguay (2003, 2007; Costa Rica (2004, 2011); Argentina (2005, 2010); El Salvador (2005, 2011); Ecuador (2005, 2007, 2010, 2012); Panamá (2006, 2011); Perú (2006, 2010); República Dominicana (2006, 2007); Colombia (2007, 2008, 2009, 2010, 2012); Venezuela (2008, 2011); Chile (2009) y Honduras (2009, 2011). Para el caso de Argentina, se recomienda revisar a Esquivel (2009), quien ha realizado importantes estudios en el tema.

4Para Faur (2009), la organización social del cuidado corresponde a la manera en que, de forma interrelacionada, las familias, el Estado, el mercado y las organizaciones comunitarias producen y distribuyen cuidado. La noción de organización social del cuidado se emparenta con la de “diamante de cuidado” de Razavi (2007), que alude a la representación de la arquitectura a través de la cual se provee el cuidado, particularmente, a las personas dependientes por razones de edad, estado de salud o discapacidad.

5La revisión sobre el trabajo no remunerado desarrollado por las mujeres se enfocó principalmente en sus prácticas de cuidado: cuidado de niños y niñas, de personas con discapacidad severa y de personas mayores, y el aporte que esto representa para la economía doméstica.

6Grupo de actividades de la ENUT. Trabajo comprendido en el Sistema de Cuentas Nacionales- SCN incluye actividades remuneradas y las no comprendidas en el SCN comprende las no remuneradas, de cuidado, así como actividades personales (DANE, 2018b).

Notas:

Financiación Este artículo es producto de la investigación en proceso denominada “El cuidado en primera infancia: desafíos en el marco de las políticas públicas”, financiada por la beca Bicentenario, segunda cohorte. Se realizó en el marco del Doctorado en Ciencias Sociales, Niñez y Juventud de la Universidad de Manizales-CINDE.

Recibido: 19 de Mayo de 2021; Aprobado: 18 de Noviembre de 2021

1

Magíster en Intervención Social.

2

Doctor en Geografía.

Conflicto de interés

Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés en la publicación de este artículo

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