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El Ágora U.S.B.

Print version ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.12 no.2 Medellin July/Dec. 2012

 

LA CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD PERSONAL Y EL DESARROLLO DE LA AUTO-AUTORÍA.

THE CONSTRUCTION OF THE PERSONAL IDENTITY AND THE DEVELOPMENT OF THE SELF-AUTHORSHIP.

Por: Luiza Bontempo e Silva1, Rosa Del Carmen Flores Macías2, Leticia Nayeli Ramírez Ramírez3.

1 Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Federal de Viçosa (UFV), MG, Brasil. Doctorando en Psicología Educativa y del Desarrollo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Distrito Federal, México. Dirigir correspondencia a: Edificio "D", Cubículo B, División de Investigación y Posgrado, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México, Av. Universidad 3004, Col. Copilco Universidad, Delegación Coyoacán, C.P. 04510, Distrito Federal, México. Tel.: 56716468. Correo electrónico: luizaufv@yahoo.com.br
2 Maestra en Psicología por la UNAM, Doctora en Educación por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Docente e investigadora de la División de Investigación y Posgrado de la Facultad de Psicología de la UNAM, Distrito Federal, México.
3 Licenciada en Psicología por la UNAM. Doctorando en Psicología Educativa y del Desarrollo en la UNAM, Distrito Federal, México.

Recibido: Septiembre de 2011 - Revisado: Febrero de 2012 - Aceptado: 30 de Mayo de 2012


RESUMEN:

El presente artículo se propone justificar la relevancia de analizar el vínculo entre la identidad y la auto-autoría. Entendiendo la identidad, con base en las propuestas de Giddens (1997) y Ricoeur (1996), como una construcción narrativa realizada a partir de una reflexión del individuo sobre su propia biografía. En concordancia con el abordaje de Baxter Magolda (2004), entendemos la auto-autoría como la capacidad del individuo de dar sentido a sus experiencias basándose en sus propios valores y creencias. Así, argumentamos sobre las ventajas de esta integración para entender a los jóvenes, y tratamos de mostrar que el análisis de las creencias epistemológicas del individuo es fundamental para comprender la construcción de su identidad entendida como un proceso reflexivo.

PALABRAS CLAVE: Identidad, Desarrollo del Adolescente, Epistemología Personal.


ABSTRACT:

This article intends to justify the importance of analyzing the link between identity and self-authorship. Understanding identity, based on Giddens' (1997) and Ricoeur's (1996) proposal, as a narrative construction starting from a reflection of the individual on his own biography. In accordance with Baxter Magolda's approach (2004), self-authorship is understood as the ability the individual has to make sense of his experiences based on his own values and beliefs. Thus, we argue about the advantages of this integration to understand the young people, and we attempt to show that the analysis of epistemological beliefs of the individual is fundamental to understanding the construction of his identity as a reflective process.

KEY WORDS AND EXPRESSIONS: Identity, development of the adolescent, personal epistemology.


Introducción.

Este artículo se propone discutir la posibilidad de un abordaje de la identidad personal en su relación con el desarrollo de la auto-autoría como medio para identificar cómo se sitúan los jóvenes ante su realidad.

Los estudios y publicaciones acerca de la identidad, en general, y de la identidad personal abundan, habiendo varias perspectivas diferentes sobre qué es, cómo se construye y hasta dónde abarca el constructo. En este trabajo decidimos adoptar la perspectiva de la identidad reflexiva del yo, ya que implica una reflexión del individuo sobre sí mismo y su realidad que construye narrativamente dando sentido a las experiencias pasadas, al presente y la proyección del futuro. Siendo así, la construcción de sentidos sobre uno mismo guarda una relación con la auto-autoría estructurada por valores y creencias mediante las que el individuo da sentido a las experiencias personales. En el curso del desarrollo personal observamos que dar sentido a la realidad cada vez más se fundamenta en las propias creencias del individuo y cada vez menos depende de la visión externa. En este contexto, es inevitable no preguntarse: ¿Quién es este individuo? y ¿cómo se construye este fundamento interno y conciencia de sí mismo necesarios para servir de base al desarrollo de una visión propia de su vida?.

En este contexto, el presente artículo argumenta a favor de incentivar la realización de estudios sobre el vínculo entre una perspectiva narrativa y reflexiva de la identidad y el desarrollo de la auto-autoría, por ser una relación prometedora tanto en el estudio de la identidad del yo, como en el estudio de la auto-autoría, procuraremos mostrar cómo este punto de encuentro novedoso fortalece las explicaciones sobre el desarrollo del proceso identitario en los adolescentes.

La Identidad Reflexiva del Yo.

Al hacer el recuento de las investigaciones actuales sobre la identidad del yo, pocos trabajos son los que se enfocan en la identidad como un proceso reflexivo y de construcción de sentido y que buscan comprenderla a través de este proceso. Así, al tomar la identidad como una construcción reflexiva del individuo sobre su biografía (Giddens, 1997), el foco se pone sobre un proceso por el cual las personas repasan su historia de vida intentando dar sentido e incorporar como partes de sí mismo a las coherencias e incoherencias que, además de inseparables, son esenciales para un sentido de sí mismo único, coherente, e integral (Ricoeur, 1996).

Este proceso a la vez reflexivo e identitario guarda un vínculo indisoluble con el contexto en que es construido, con todos sus conflictos e incertidumbres. Es este mismo contexto quien ofrece al individuo un sistema simbólico, de valores y significados, que si bien nunca deja de transformarse, tiene una estabilidad suficiente para apoyar y organizar la narrativa del individuo de modo que sea comprendida también por otros, pues una narrativa solo tiene sentido cuando puede ser comprendida por el interlocutor aún que este sea ficticio.

Así esta perspectiva concibe un equilibrio entre el sujeto y el contexto, tomándolos como coautores de la identidad del individuo. De esta manera nos posibilita comprender cómo el individuo se encaja en la sociedad cambiante e incierta característica de la época actual, pues lejos de conceptuarlo como un sujeto pasivo que se deja llevar por su medio, reconoce en él su capacidad reflexionar para dar sentido y coherencia a los cambios e incertidumbres con que se encuentra.

La identidad reflexiva atiende a nuestra compresión de cómo un individuo se posiciona ante una realidad cambiante e incierta dónde la incertidumbre y los cambios vertiginosos delimitan su vida. Giddens (1997) hace un análisis de la identidad del yo en el contexto de la modernidad y a partir de la perspectiva del modelo de desarrollo psicosocial de Erikson (1963). Según Giddens, la modernidad tiene una característica especial que es la cualidad fluida e incierta de las identidades y relaciones, lo que contrasta con la visión que se tenía en las sociedades premodernas en las que los roles estaban muy determinados por el nacimiento. Es decir, los hijos normalmente seguían la profesión de sus padres, se relacionaban dentro de un círculo social limitado por el estatus socio-económico, y de ahí casi no salían. La movilidad social era muy difícil, ya estaba todo más o menos determinado, no habiendo tanto espacio para cambios. Las interrelaciones entre diferentes clases o grupos sociales eran muy mal vistas, de modo que las posibilidades a futuro eran restringidas por lo usual, lo convencionalmente aceptado, lo que no se salía del cauce natural de lo preestablecido desde antes del nacimiento (Giddens, 1997).

En contraste, la sociedad moderna, se caracteriza por el aumento de las posibilidades de movilidad física y social, por un carácter fluido que disuelve las garantías del lugar y momento del nacimiento para dar certeza a un futuro. Bauman (1999) denomina modernidad líquida a ésta época en la cual se deshace toda la estructura sólida que mantenía la sociedad, generando incertidumbre y volviendo fútiles e inciertos los vínculos, los roles, y proyectos futuros. Para el individuo esto significa libertad para optar por una u otra circunstancia, todas las posibilidades de decisión son mucho más libres que en la premodernidad, pero también incertidumbre pues tal libertad genera desorientación, que a su vez genera angustia. Para evadirla, las personas dan por cierto cuestiones existenciales sustentadas en las convenciones que se construyen en las interacciones con otros y que les mantiene fieles a estas certezas (Giddens, 1997).

¿Cómo evadir la angustia y a la vez dar cuenta de la incertidumbre y el cambio constante, a veces avasallador, a la par que se respeta la propia capacidad de decisión?, Giddens (1997) resalta que una estrategia común es buscar mantener una adecuada y estable crónica de la identidad del yo, basada en la reflexión sobre la propia biografía. Para esto el individuo debe ser primeramente coherente, o sea, debe buscar establecer un vínculo coherente entre pasado-presente-futuro, entre acciones y eventos contradictorios y entre la continuidad y el cambio. La coherencia de la crónica de la identidad se relaciona con la confianza, estas dos cualidades juntamente a la integración garantizan la seguridad.

La confianza es la clave para asumir la incertidumbre y afrontar los cambios, la confianza es la capacidad de otorgar crédito a personas, ideas o situaciones, la capacidad de dar un salto de fe, sin importar la falta de información o la incertidumbre. Gran parte de las decisiones que toma el individuo se basan en una confianza básica que se sustenta en una forma de conocer y ver la realidad, "confianza en la continuidad de los demás y en el mundo de los objetos (…)" (Giddens, 1997, p. 293). Según Erikson (1963), la confianza se construye a partir de las relaciones y experiencias tempranas del niño a través del establecimiento de hábitos y rutinas que le permiten organizar el espacio y tiempo.

La integración o unificación es la capacidad del individuo de integrar diferentes experiencias y aspectos de sí mismo, así como los diversos papeles que asume al vincularse con otros. De modo que un sujeto no integrado sería tanto aquel que se identifica con todas las situaciones, papeles sociales y aspectos de sí mismo pero de manera fragmentada, siendo entonces demasiado voluble, como también aquel que se identifica con una faceta de sí mismo, o un papel social, negando todos los demás, no siendo flexible para adaptarse a demandas de los contextos en que participa.

Coherencia, confianza e integridad son fundamentales para la constitución de la seguridad, que se refiere a la certeza de que las cosas continuarán estables como siempre y en cierto sentido que estarán bien aún ante el conocimiento de los cambios y la presencia de lo incierto. Giddens (1997) define la seguridad ontológica como "sentimiento de continuidad y orden en los sucesos, incluidos aquellos que no caen directamente dentro del entorno perceptivo del individuo" (p. 295). O sea, significa que el individuo está tranquilo pues sabe que el mundo es estable y confiable, que no hay gran riesgos. Pero la seguridad no aparece como resultado de la simple existencia, es ineludible para lograrla desarrollar la capacidad de reflexionar.

Según Giddens (1997) la reflexividad se refiere a la acción o capacidad de volver sobre un mismo tema o situación partiendo de diversas perspectivas en la medida en que se aprende algo nuevo o se viven nuevas experiencias. Para el autor es un elemento que asume gran importancia en la modernidad tardía debido a que con vertiginoso e intensivo aumento del contacto con personas y conocimientos nuevos las personas son más propicias a repensar y reevaluar constantemente sus acciones, creencias y decisiones. Al llevar al individuo a volver y cuestionarse varias veces sobre un mismo evento o tema, la reflexividad se relaciona íntimamente con la seguridad, pero no la fortalece sino más bien la debilita, pues para haber seguridad se necesita tomar por ciertas cuestiones existenciales complejas que no tienen respuestas correctas. Es decir, ser reflexivo lleva implícito aceptar la incertidumbre, éste, como veremos más adelante, es un proceso que implica un desarrollo cognoscitivo.

En este orden de ideas, asumir un compromiso con la propia voz, con el yo mismo, se vuelve obligado si es que no se quiere ser juguete de las circunstancias. En una época caracterizada por el imperativo de la reflexividad se explicita la fragilidad de una crónica de la identidad del yo, que es sólo una entre otras tantas posibles, funcionando como un pedazo de madera en que se apoya el náufrago en el océano. Es decir, sirve para ofrecerle un poco de seguridad y estabilidad en medio a una realidad que escapa de su control. Pero cuando el mar se agita, la angustia y la ansiedad vuelven a crecer pues el náufrago sabe que su apoyo no es suficiente para garantizar su vida. A estos momentos de tormenta y/o de cambios fuertes Giddens (1997) llama momentos decisivos:

Los momentos decisivos son puntos de transición que tienen implicaciones no sólo para las circunstancias de la futura conducta de la persona, sino también para la identidad de su yo. En efecto esas decisiones trascedentes reconfigurarán, una vez tomadas, el proyecto reflejo de identidad por medio de las consecuencias que deriven para el estilo de vida (p. 182).

En estos momentos es puesta en juego toda la estructura de la identidad del yo así como sus elementos: coherencia, integración o unificación, reflexividad, seguridad, y confianza.

Entonces este individuo es llamado a reflexionar para repensar y reestructurar la crónica de su identidad para que retome su estabilidad, pues un sentido estable de la identidad del yo es fundamental para evitar la angustia y la fragmentación que pueden generarse de la fluidez e incertidumbre de la modernidad tardía. Sin la reflexión el individuo está perdido, pero es una capacidad que en sí misma implica un desarrollo cognoscitivo.

Aunque muchos autores (Hall & duGay, 2003; Hall, 2006; Cunha, 2007; Bamberg, 2006; Chandler & Proulx, 2007; Juzwik & Ives, 2010) cuestionan la posibilidad de una coherencia que de sentido a la identidad del yo, dada la incertidumbre y diversidad de los contextos en que vive el individuo, muchas veces desvinculados uno del otro, hasta llegando a ser contradictorios, Giddens (1997) defiende que justamente en estas cualidades reside la riqueza de la crónica de la identidad, pues el individuo tiene que dar sentido e integrar experiencias contradictorias y múltiples. En este sentido, afirma el autor:

La crónica de la identidad del yo se ha de configurar, transformar y mantener reflejamente en relación con las circunstancias de la vida social, rápidamente cambiantes, a escala mundial. El individuo ha de incorporar a sus compromisos locales información procedente de una multiplicidad de experiencias mediadas, de tal manera que consiga conectar proyectos futuros con experiencias pasadas de forma razonablemente coherente. Esto sólo podrá conseguir si la persona es capaz de desarrollar una autenticidad interior (…). Una crónica de la identidad del yo reflejamente organizada proporciona los medios para dar coherencia al tiempo de vida finito, dadas unas circunstancias externas cambiantes (Giddens, 1997, p. 272).

Fortaleciendo la idea de que el individuo llegará a ser capaz de afrontar la incertidumbre y la diversidad, Ricoeur (1996) propone que justamente la integración de los múltiples contextos y de las incoherencias da movimiento a la crónica de la identidad. Según él es a través de la configuración narrativa, o sea, la habilidad de las personas de establecer un diálogo y un equilibrio entre las coherencias y las incoherencias de la vida, es que se va construyendo un sentido de identidad en el cual existen simultáneamente continuidad y cambios. Es decir, al mismo tiempo en que la narración busca mantener orden y coherencia, diversos hechos inesperados van transformando la trama, y la configuración narrativa va mediando la concordancia y la discordancia, reorganizando la trama y dando sentido a los giros inesperados. Así la discordancia deja de poner en riesgo la permanencia de la identidad y empieza a trabajar en su favor, pues es lo que da movimiento a la historia.

La configuración de la narrativa no es externa al individuo, sino que es la mediación que él mismo realiza con el propósito de dar sentido a su historia de vida. Así, la identidad es vista como un proceso de auto-construcción continua e inacabable, en el que el individuo activamente conecta diferentes contextos de vida, dando sentido y coherencia a su biografía y construyendo una especie de mosaico en el cual los diferentes contextos son escenarios para la construcción de partes de la identidad (Kraus, 2000). Se vuelve entonces importante para la comprensión de la identidad del yo, no solo analizar el contenido de las narrativas, sino la forma en que el individuo conecta las diferentes experiencias, las posiciones que asume al contar su historia y su propósito al contársela (Lucius-Hoene, 2000, Bamberg, 2006).

Metodología.

Las investigaciones sobre identidad a partir de esta perspectiva infelizmente no son muchas, algunos autores (Lucius-Hoene, 2000, Kraus, 2000, 2006, Bamberg, 2006, 2011, Georgakopoulou, 2005, 2006, Josselson, 2009, Chandler, 2001, Romo, 2009) se centran en la identidad como construcción narrativa, pero pocos son los que ponen el foco en su carácter reflexivo. La capacidad de reflexionar no aparece de la nada ni se consolida en un momento, resulta de un desarrollo sin el cual el individuo no podría afrontar la incertidumbre, el cambio y la multiplicidad de contextos que caracterizan a la post modernidad, necesita aprender a escuchar su voz, a asumir un compromiso con sus planes de vida, a dialogar con lo externo sin sentirse subyugado. En ese sentido, es que proponemos como una alternativa observar la relación entre la auto-autoría y la identidad. Es decir la relación entre quién soy y cómo doy sentido a la realidad.

Resultados - Discusiones.

La Auto-autoría, su Desarrollo y Vínculo con la Identidad:

Al contrario de lo que pasa con la identidad, las publicaciones e investigaciones sobre la auto-autoría son muy escasas. El constructo es propuesto inicialmente por Robert Kegan (1982) y posteriormente retomado por Baxter Magolda (2004), como una perspectiva holística que explica el desarrollo en los adultos. Habla sobre la capacidad de los individuos para dar sentido a las informaciones que reciben o a sus experiencias. Auto-autoría es el nombre que se da a una etapa del desarrollo de la construcción de un significado propio del conocimiento y la forma como es construido:

[la] auto-autoría se caracteriza por la generación y coordinación interna de las creencias, valores, y lealtades internas de las personas, en vez de depender de valores y creencias externas, y lealtades interpersonales. Individuos que son autores de ellos mismos asumen internamente y externamente la responsabilidad por su forma de pensar, de sentir y actuar. Además al verse a sí mismos como creadores de sus sentimientos, ellos son capaces de reflexionar sobre ellos y sostener emociones contradictorias y conflictivas en vez de estar sujetos a estas emociones cambiantes (Boes, Baxter Magolda, & Buckley, 2010, p. 4)4.

O sea, la auto-autoría se refiere a la capacidad de construir juicios propios basados en un fundamento interno y no más con base en los modelos externos. El modelo propuesto por Baxter Magolda (2004) consiste en un proceso de desarrollo integral de la capacidad del individuo de construir sentidos. Para llegar a él, la autora parte de una investigación longitudinal de 16 años de duración sobre la Reflexión Epistemológica (Baxter Magolda, 1992) con jóvenes de edad entre 18 y 34, basada en el modelo de epistemología personal de Perry (1970)5.

Baxter Magolda entiende la reflexión epistemológica como las creencias sobre la naturaleza, los límites y la certidumbre del conocimiento, y considera que las creencias sobre la naturaleza del conocimiento son el centro de la epistemología personal. Ella se adhiere al planteamiento de los modelos de desarrollo adulto de que éste se da en ritmos diferentes ante dominios específicos, pudiendo evolucionar más rápido en uno que en otro.

Según el estudio que sustenta su Modelo de Reflexión Epistemológica, los individuos se van moviendo desde una posición en que conciben el conocimiento en términos absolutos (conocimiento absoluto) y perteneciente a las autoridades, evolucionando para el reconocimiento de la incertidumbre en ciertos campos (conocimiento transicional), y posteriormente reconociendo la incertidumbre en todos los campos del conocimiento y el propio papel como constructores de su conocimiento, empezando a pensar por su propia cuenta (conocimiento independiente), hasta por fin llegar a una etapa en que perciben el conocimiento como contextual y justificable con base en evidencias relevantes para este contexto (conocimiento contextual).

En dicho estudio Baxter Magolda (2004a) encuentra que tres cuestiones en especial afligen los jóvenes en sus veinte años de edad: "¿cómo conozco?", "¿quién soy?", y "¿qué tipo de relaciones quiero tener?". Así la autora percibe que no se puede hablar de un desarrollo epistemológico aislado, sino que éste ocurre inevitablemente asociado al desarrollo de la definición de la identidad y de las relaciones con otros. Para entender este proceso Baxter Magolda se apropia del concepto de auto-autoría de Kegan, que la define como "(…) la habilidad de recoger, interpretar, y analizar informaciones y reflexionar sobre las propias creencias con el objetivo de formar juicios" (Baxter Magolda, 1998, citado en Baxter Magolda, 2004a, p. 14)6.

Según Kegan (1982), existen tres niveles (u órdenes de la mente) desde los cuales los adultos construyen significado: tercer orden - donde son sujetos a las influencias externas; cuarto orden - cuando empiezan a buscar una voz interior para construir sentido; y quinto orden - cuando ya reflexionan sobre la propia construcción de sentido. Estos tres niveles sirven de base para las tres etapas7 de desarrollo de auto-autoría que describe Baxter Magolda (2004b), a partir de su investigación sobre la reflexión epistemológica. Los individuos actúan en cada etapa de la siguiente manera:

Modelos externos - a pesar de ya poder encontrar una percepción del conocimiento como contextual, todavía se apoyan en las autoridades para juzgar. Entonces, aún se basan en modelos externos para guiar sus vidas, necesitan aprobación externa, o adoptan un modelo de estar siempre contrario a los modelos legitimados, pero aún así se basan en ellos. No hay una voz interna.

Encrucijada - los individuos reconocen la necesidad de una definición integrada de sí mismos que sirva de base para la interpretación de sus experiencias, y para la toma de decisiones. Están empezando a formar un concepto propio de su identidad, pero aún no se libran totalmente de los modelos externos. El conocimiento es entendido como construido en interacción con el objeto que se busca conocer y con los otros, aceptan la incertidumbre y la ambigüedad, y la existencia de múltiples perspectivas.

Auto-autoría - el individuo en esa posición se considera coproductor del conocimiento, asumiendo un papel activo en la decisión acerca de lo que cree, y utilizando justificaciones basadas en evidencias relevantes y contextuales. Ya tiene un sentido de identidad más integrado que le da confianza para actuar aún en medio a la incertidumbre. Ese sentido de identidad también le posibilita formar relaciones auténticas con los otros en las que puede ser él mismo sin necesitar aprobación externa y aceptar el otro sin juzgarlo por reconocer que él tampoco necesita aprobación (Baxter Magolda, 2008a).

Lo que observa Baxter Magolda (2004a) es que generalmente el desarrollo de las creencias epistemológicas en dominios académicos se da un poco antes que en los dominios personales, del sentido de sí y de las relaciones con los otros. De modo que muchos jóvenes que se encuentran en la etapa de conocimiento independiente y contextual aún se apoyan en fórmulas externas, en cuanto a su identidad y relaciones. La mayoría de los estudiantes universitarios entrevistados se encontraban en la etapa de Modelos Externos, siendo apenas algunos años después de titularse que van cambiando a Encrucijada y, solo hasta sus casi treinta años de edad llegan al estadio de Auto-autoría.

Las investigaciones realizadas en esta perspectiva han confirmado las observaciones de Baxter Magolda (2004a) sobre la relación que existe entre el desarrollo epistemológico y la construcción de la identidad. De modo que a medida que desarrollan perspectivas más independientes acerca del conocimiento, también van asumiendo posturas más independientes en su vida personal, en las decisiones que toman, en su relación con otras personas y en la concepción que tienen de sí mismos (Abes, Jones, & McEwen, 2007; Laughlin & Creamer, 2007; Zaytoun, 2005; Reybold, 2002). También se observó que la mayoría de los jóvenes universitarios tienen creencias epistemológicas poco sofisticadas, y consecuentemente se basan en los modelos externos legitimados para actuar y planear el futuro (Creamer & Laughlin, 2005; Lewis, Forsythe, Sweeney, Bartone, Bullis, & Snook, 2005).

Este trayecto está lleno de transiciones en las que, en ocasiones ante ciertas situaciones, una posición se sobrepone con otra, por ejemplo algunas veces los jóvenes presentan un razonamiento más independiente de los modelos internos, pero al actuar no son coherentes con esta forma de pensar, sino que todavía se guían por los modelos externos (Pizzolato, 2007).

La autonomía a que se llegaría a partir de la evolución de la auto-autoría no es individualista, sino que busca un equilibrio entre la dependencia externa y la dependencia interna, sin sacrificar el fundamento interno o los otros. El estadio final de la dimensión interpersonal en la auto-autoría tiende a ser más de mutualidad que de individualismo. Como lo define Jordan (en Baxter Magolda, 2004a), mutualidad es el compromiso de las dos partes de la relación en desarrollarse y apoyar el desarrollo del otro. Baxter Magolda (2004) afirma que: "(…) en esta nueva visión la autonomía adquiere la forma de ser clara en nuestros pensamientos y acciones, actuando con intención pero al mismo tiempo reconociendo el impacto de nuestra acción en el otro" (p. 19).8

La estrecha relación entre epistemología e identidad como medio para afrontar la incertidumbre ya había sido vislumbrada, aunque no desarrollada, en los trabajos de Perry (1970) y de Belenky, Clinchy, Goldberger, y Tarule (1986), quienes afirman que al desapegarse de las autoridades y al asumir una postura más autónoma ante el conocimiento, el individuo naturalmente reestructura su identidad, comprometiéndose más con sus propios intereses y dedicando más tiempo a lo que realmente cree. Baxter Magolda con su concepto de auto-autoría propone su modelo de desarrollo holístico que integra identidad, epistemología personal y relaciones interpersonales, aunque la primera se vuelve el fondo de la discusión sin llegar a tener una elaboración profunda.

Como el campo es aún nuevo, hay muchas posibilidades de abordajes diferentes para generar más conocimiento sobre el vínculo de la auto-autoría con la identidad. Hay diversos trabajos que se centran en su relación con la epistemología personal (Weinstock, 2010; Hofer, 2010; King, 2010), incluso con la identidad social (Torres, 2010; Pizzolato, 2010). Pero la relación de auto-autoría con la identidad reflexiva es aún muy poco explorada y es muy prometedora (Zaytoun, 2005; 2010; Jones, 2010).

Las publicaciones encontradas sobre auto-autoría son en su mayoría producidas en Estados Unidos, con ciudadanos estadunidenses o migrantes que viven en el país. Por ello, muchos autores están de acuerdo que es esencial incrementar la investigación en el área de la auto-autoría en diferentes culturas, así como explorar cómo las diferencias étnicas, sociales, de orientación sexual, de nivel educativo y edad, etc. se relacionan con el constructo (Zaytoun, 2005; Torres, 2010; Weinstock, 2010; Baxter Magolda, 2010). Según Baxter Magolda (2010) los resultados encontrados en investigaciones transculturales nos llevan a cuestionar:

(…) cómo el sí mismo y las relaciones son construidos en culturas colectivistas e individualistas, y cómo la evolución de la construcción de sentido varía a través de la cultura. Porque Kegan argumenta que nos desarrollamos nuestras capacidades de construcción de sentido en el contexto de lo que la cultura nos demanda, es muy probable que esta evolución varíe a través del contexto cultural. Investigaciones específicamente enfocadas en estas cuestiones ampliarían nuestra comprensión del concepto de auto-autoría (p. 272)9.

Identidad Reflexiva y Auto-autoría: una relación de complementariedad en la vida de los jóvenes.

Los jóvenes tienen gran compromiso con la modernidad tardía y son muy sensibles a sus cualidades. Ser joven es por definición asumir activamente el reto de la individuación, de determinar quién se es y hacia dónde se va lo cual implica rechazar, dialogar, negociar con modelos externos y determinar una visión propia, tarea en la que los recursos epistemológicos juegan un papel central.

La idea inicial de buscar la relación entre la identidad reflexiva y la epistemología personal parte de nuestra comprensión de la identidad como una construcción narrativa de los jóvenes realizada a partir de una reflexión sobre su historia de vida. Así, entendemos que para comprender este proceso es fundamental comprender cómo se desarrolla su capacidad para reflexionar y por lo tanto cómo se posiciona ante el conocimiento y su construcción.

¿Cómo un individuo logra balancear una visión de sí mismo, propia y a la vez externa; autónoma y a la vez ligada al contexto? Nos parece que es a través de su epistemología personal que el individuo logra conocer y reflexionar sobre sus experiencias y el contexto mismo en que organiza su experiencia. Así también logra entender cómo se posiciona a sí mismo en su relación con los otros y cómo negocia esta posición. Es decir la epistemología personal es parte implícita de una narrativa biográfica. Por tanto consideramos esencial comprender las creencias epistemológicas de los individuos para una comprensión más profunda de su construcción reflexiva del yo.

Conclusiones.

Como Baxter Magolda (2009), entendemos que la concepción que tiene el joven sobre la fuente del conocimiento, se relaciona íntimamente con la forma como negocia con la sociedad sobre sus formas de pensar, de actuar y planear su futuro. Igualmente, entendemos que sus creencias sobre la certidumbre del conocimiento se conectan con la forma con que él trata las incertidumbres características de la sociedad actual, especialmente en la juventud, cuándo es esencial posicionarse ante la vida y hacer decisiones importantes como la independencia de la familia, las relaciones de pareja, la elección de una forma de vida, las relaciones laborales, etc. De la misma manera, consideramos que ambos constructos son vinculables para explicar las creencias de los jóvenes sobre el conocimiento y la forma como abordan las contradicciones entre las demandas sociales y sus deseos, de sus propios modos de actuar y pensar, de los papeles que tienen que ocupar, etc.

Pero entendemos que es importante considerar el desarrollo como un proceso integral, que ocurre simultáneamente en niveles cognitivos, intrapersonales, e interpersonales. Pues, según Baxter Magolda (2004a) los tres niveles mencionados han sido muy estudiados separadamente, habiendo un campo de estudios que se especializa en comprender el desarrollo cognitivo, otro en el sentido de sí mismo, y otro que se centra en las relaciones del individuo con el mundo, pero estas tres esferas son interdependientes y por tanto se necesitan vínculos entre constructos que expliquen su interrelación: "Construir una perspectiva teórica holística requiere enfocarse en las intersecciones más que en constructos separados" (Baxter Magolda, 2009a, p. 621). En ese sentido, se vuelve más interesante hablar de auto-autoría, pues el constructo, como fue demostrado, justamente integra los tres aspectos.

En fin, entendemos que el vínculo entre la identidad reflexiva y la auto-autoría nos posibilitaría comprender las formas en que nuestros jóvenes dan sentido a sus experiencias, y cómo toman importantes decisiones, como la de permanecer estudiando, sus elecciones profesionales, el futuro que planean, y, si es necesario, nos posibilitaría proponer iniciativas con el objetivo de apoyar su desarrollo como pensadores, aprendices y actores más autónomos.

Como fue señalado, este abordaje es todavía muy novedoso, especialmente en Latinoamérica, por lo tanto es una oportunidad de desarrollar modelos nuestros, que hablen de nuestra realidad y de nuestros jóvenes que buscan comprenderla para cambiarla, buscando sus propias alternativas, distanciándose y dialogando con los modelos externos.

Las investigaciones en el campo de la auto-autoría y las conceptuaciones sobre la identidad reflexiva apuntan a que entre más sofisticadas las creencias acerca de la naturaleza del conocimiento, más el joven será capaz de integrar diferentes aspectos de su identidad en un todo coherente y, al mismo tiempo, flexible y dinámico. De lo que se colude que cuanto más sean los jóvenes conocedores autónomos y mayor sea su sentido de sí mismos, menos se dejarán llevar por los modelos externos como guías de formas de ser y relacionarse con el otro (como los presentados en los medios de comunicación) y más realistas y coherentes serán con sus posibilidades y planes futuros.


Notas

4 Original en inglés.

5 Perry (1970) fue el pionero en las investigaciones sobre la epistemología personal, en su estudio sobre las diferentes percepciones de estudiantes universitarios, el autor describió un modelo de desarrollo epistemológico según el cual los estudiantes evolucionaban de una postura dualista acerca del conocimiento hacia una postura relativista. En esa perspectiva la epistemología personal fue definida por este autor como una estructura que evoluciona como un todo integrado y siguiendo etapas que evolucionan. Posteriormente varios estudios fueron cuestionando, reafirmando y modificando las proposiciones del modelo de Perry (1970) y relacionando la epistemología con otras variables como género, escolaridad, edad, aprendizaje, identidad (Rodríguez, 2005).

6 Original en inglés.

7 Es importante notar que en algunas de sus publicaciones Baxter Magolda describe el desarrollo de auto-autoría en cuatro etapas (2004a, 2004b) de modo que se elimina la etapa aquí denominada "auto-autoría" sustituyéndola por otras dos: "volviéndose autor de su propia vida" y "fundamento interno". En otras publicaciones aparecen solo las tres etapas mencionadas en este articulo (Baxter Magolda, 2008a, 2009a). Y en otros trabajos la autora profundiza la tercera etapa, "auto-autoría", y la divide en tres otras sub-etapas: "confiando en la voz interna", "construyendo un fundamento interno", y "asegurando los compromisos internos" (Baxter Magolda, 2009b, 2008b).

8 Original en inglés.

9 Original en inglés.


Referencias.

Abes, E. S., Jones, S. R., & McEwen, M. K. (2007). Reconceptualizing the Model of Multiple Dimensions of Identity: The Role of Meaning-Making Capacity in the Construction of Multiple Identities. Journal of College Student Development, 48(1) , 1-22.         [ Links ]

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