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El Ágora U.S.B.

versión impresa ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.15 no.1 Medellin ene./jun. 2015

 

EDITORIAL.

Por: Diego Alejandro Muñoz Gaviria1

1 Sociólogo, Especialista en Criminología, magister en psicología y candidato a doctor en Filosofía de la UPB - Medellín. Docente investigador del Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos (GIDEP) de la Facultad de Educación USB - Medellín, Colombia. Contacto: diego.munoz@usbmed.edu.co


RESUMEN.

Poder pensar hoy, en nuestra América Latina y en concreto en Colombia, que la investigación sea más que políticas que llevan a la tecno-burocratización del saber y por el contrario que los investigadores e investigadoras podemos abrir el abanico de posibilidades, es un reto que como especie viajera y excéntrica tenemos, un imperativo llamado político a no dejarnos reducir a la acumulación y a la fachada de la producción "científica". Ésta reflexión cobra aún más sentido al saber que hoy, en Colombia, se juega la superación de un componente importante del conflicto armado, derivado de sus inequitativas estructuras socio-políticas.

PALABRAS CLAVE: Cienciometría, investigación, políticas educativas, Educación Superior.


Puede afirmarse que antropológicamente el ser humano es un ser curioso, que su devenir en tanto especie viajera (Homo viator) se basa en la búsqueda de nuevas posibilidades, en la conquista de nuevos horizontes. Esta condición humana de la curiosidad tiene además una fuerte conexión con la condición excéntrica del ser humano, con su posibilidad de romper con el propio centro. Ser curioso será la condición de posibilidad en lo humano, de su apertura al mundo, de su experiencia abridora de sentido (Scheler,1990).

Las anteriores ideas permiten defender un proyecto de humanidad que se resiste a la reducción de la condición humana a mera contemplación, a mera adaptación, a mera función. Estas ideas reivindican con toda su potencia política e histórica, lo humano como quehacer constante, que si bien emerge de la inicial curiosidad ingenua, posibilita la configuración de curiosidades cada vez más epistémicas, capaces de preguntar, tensionar, problematizar y transformar diferentes estados de cosas. La curiosidad epistémica y su pregunta rectora: "¿por qué esto y no lo otro?", permite la invención de otros mundos, siempre posibles y alterativos a los dados por sentado y por ende a los asumidos como estatus quo.

Se supone que en el proceso civilizatorio occidental, la creación de ciencia ha estado legitimada por dicha curiosidad epistémica, por la antropología filosófica de un ser humano viajero y excéntrico, por la posibilidad política de la invención de otras realidades materiales y espirituales. Desde los inicios de los denominados saberes modernos occidentales, su sustrato básico ha sido la cultura de la interrogación, la búsqueda como dinamizadora de la construcción científica. Ya en los clásicos debates epistemológicos de los siglos XVIII y XIX, se deja clara esta pretensión, bien sea en clave explicativa - positivista, en la lectura comprensiva - hermenéutica o en la propuesta transformadora - crítica. El lugar común de estas tradiciones epistemológicas de la explicación, la comprensión y la transformación es la búsqueda y creación de nuevas realidades, el descubrimiento como fundamento del avance científico (Mardones, 1991)

Para nuestro siglo XXI, sería pertinente preguntarnos por la vigencia de la curiosidad epistémica, del descubrimiento como base de la explicación, la comprensión y la transformación, incluso de la condición activa humana. Y estas cuestiones son de vital importancia para contextualizar las maneras en que ciertas configuraciones sociales, que podrían ser enunciadas en su generalidad como constitutivas del sistema mundo moderno - capitalista - colonial, validan o no este sustrato cuestionador de la ciencia. Pareciese que las disputas o polémicas en torno a la manera en que el ser humano se aproxima a la construcción de sus verdades, quedara en este tipo de sociedades reducido al uso instrumental de ciertas técnicas y tecnologías que distraen de la cuestión fundante, es decir, que nos alejan en su razón técnica de la curiosidad y problematización humana (Zemelman, 1998)

Aquello que las teorías críticas de los siglos XIX y XX habían llamado razón instrumental parece ser el formato de validez de la búsqueda actual de la verdad, parece quedar subsumido en un manto de tecnificación fascista el descubrimiento, parece quedar reducida la ciencia a mito (Horkheimer, 2003) El mito de los usos instrumentales de las tecnologías de investigación, el mito de las estadísticas de producción, el mito de los contextos de justificación, el mito de la consultoría en el mercado, el mito de la ciencia como generadora de capital, el mito del investigador como acumulador de productos y de la investigación como financiación. En este contexto la pregunta por la curiosidad epistémica humana es vista como un atentado contra la semántica del orden dominante, un desafío a las formas conservadoras de vida que intentan perpetuarse en este sistema mundo.

La crisis existencial y de sentido que despierta esta colonización instrumental a la ciencia, la investigación, al mundo de la vida, es la condición de posibilidad que hoy tenemos quienes defendemos antropológica e históricamente la humana condición como vida activa, al sujeto como agente y no como simple espectador. Para el caso concreto de este número de la revista el Ágora, se pretende generar lecturas críticas a las tecnologías investigativas, a las razones instrumentales allí existentes, a los mitos de la cientificidad disfrazada de innovación, de los investigadores reducidos a acumuladores de productos, existentes en las tecnocracias de la investigación oficial en Colombia (Habermas, 1986)

Espacios académicos y políticos como éste permiten recuperar la curiosidad epistémica, que debe en su lógica de descubrimiento problematizar las fachadas usadas actualmente para "legitimar" la producción científica. Hoy es vital en clave de una teoría crítica de la ciencia en Colombia, desvelar el trasfondo mitológico y conservador existente en la reducción instrumental de la búsqueda de la verdad a las políticas de ciencia y tecnología del país, y a sus formatos de presentación. Poder pensar hoy en nuestro país que la investigación es más que dichas políticas y que los investigadores e investigadoras podemos abrir el abanico de posibilidades, es un reto como especie viajera y excéntrica, es un llamado político a no dejarnos reducir a la acumulación y a la fachada de la producción "científica".

Sólo queda por decir que este espacio, junto con muchos otros, puede permitirnos reconocer en nuestras vidas que en esta lectura de la historia a contra pelo no estamos solos y solas, que como comunidad académica y política no sólo debemos resistir esta colonización instrumental, sino alterarla - transformarla.


Referencias Bibliográficas.

Habermas, Jürgen. (1986). Ciencia y técnica como ideología. Madrid: Tecnos.         [ Links ]

Horkheimer, Max. (2003). Teoría crítica. Madrid: Amorrortu.         [ Links ]

Mardones, J. M. (1991). Filosofía de las ciencias humanas y sociales. Materiales para una fundamentación científica, Barcelona, Anthropos.         [ Links ]

Scheler, Max. (1990). El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires: Losada.         [ Links ]

Zemelman, Hugo. (1998). El conocimiento como desafío posible. Argentina: EDUCO.         [ Links ]