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El Ágora U.S.B.

versión impresa ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.19 no.1 Medellin ene./jun. 2019

https://doi.org/10.21500/16578031.4124 

Artículos derivados de investigación

La legitimación de la resistencia. El caso de la Red de Artistas y Activistas Populares de Bello1 *

The Legitimacy of Resistance: A Case of the Net of Artists and Popular Activists in Bello

Sindy Marcela Zapata-Mora1 

Jean Paul Sarrazin2 

1 Docente del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Pontificia Bolivariana (Colombia) y la Secretaría de Educación de Medellín. Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Humanidades y Lengua Extranjera Inglés. Magíster en Sociología (U de A, Medellín). Colombia. Contacto: sindymarcelazapata@hotmail.com

2 Docente del Departamento de Sociología de la Universidad de Antioquia (Colombia). Antropólogo. Magíster en Migraciones y Relaciones Interétnicas. Doctor en Sociología por la Université de Poitiers (Francia). Contacto: jean.sarrazin@udea.edu.co


Resumen

En este artículo se estudian los procesos de legitimación puestos en práctica por los integrantes de la Red de Artistas y Activistas Populares de Bello, colectivo cuyo lema es “resistir mediante el arte”. Gracias a una metodología cualitativa, con énfasis en el análisis de discursos y la observación etnográfica, se demuestra que en este tipo de iniciativas cohabitan prácticas y discursos necesarios a su legitimación tanto interna como externa. Igualmente, se concluye que los procesos organizativos de la resistencia implican formas de dominación fluctuantes y una distribución desigual del capital simbólico entre sus integrantes.

Palabras clave Legitimidad; capital simbólico; relaciones de poder; dominación

Abstract

This article examines the processes of legitimacy put into practice by the members of the Network of Popular Artists and Activists in Bello, a group whose motto is “to resist through art.” Thanks to a qualitative methodology, with an emphasis on discourse analysis and ethnographic observation, it is demonstrated that in this type of initiatives cohabits necessary practices and speeches to their legitimation both internal and external. Likewise, it is concluded that the organizational processes of resistance imply fluctuating forms of domination and an unequal distribution of symbolic capital among its members.

Keywords Legitimacy; Symbolic Capital; Power Relationships; Domination

Introducción

“Cuna de artistas” es la expresión que se ha utilizado tradicionalmente para referirse al municipio de Bello, ubicado al norte de la ciudad de Medellín, y poblado en el siglo xx principalmente por trabajadores de la industria textil. Más recientemente, se ha convertido en un municipio “dormitorio” de empleados de empresas e instituciones localizadas principalmente en Medellín. Allí se ha constituido la Red de Artistas y Activistas Populares de Bello -RAAP-, Red integrada por distintos colectivos y sujetos independientes con diversos niveles de formación académica: estudiantes, profesionales y artistas. Se trata de un grupo que, desde el año 2011, se ha valido de la autogestión para llevar a cabo una serie de acciones y proyectos, tanto artísticos como políticos.

La iniciativa de la RAAP parte de tres intereses fundamentales: el primero se orienta a la gestión artística y cultural; el segundo, está dirigido a la apropiación y defensa del espacio público; y el tercero, se plantea como una forma de oposición frente a los “pillos” (expresión utilizada por la RAAP para referirse a “paramilitares”, “actores armados”, “grupos delincuenciales”, y grupos dedicados al narcotráfico, uso de la violencia y apropiación de los espacios públicos, y a la administración municipal, que ha sido dirigida por una misma familia -Suárez Mira- durante aproximadamente 20 años). En general, para la RAAP, se trata de constituir un foco de “resistencia” mediante una serie de acciones que ellos denominan artísticas, culturales y políticas. Es importante desmitificar y liberar de connotaciones negativas el concepto de resistencia, ya que, como subraya Giraldo (2006, p.103), “donde hay poder, hay resistencia”. Como veremos, las críticas que los integrantes de esta Red plantean contra de la administración municipal o contra los “pillos”, son numerosas y muy argumentadas.

Entre las acciones usualmente desarrolladas en el espacio público para demostrar su trabajo y convocar a otros sujetos, encontramos la formación de escuelas, marchas, campamentos o “tomas” de ciertos espacios públicos. Estas acciones son apuestas de denuncia frente a asuntos coyunturales que afectan el municipio. Para esto, los integrantes de la RAAP han utilizado especialmente el Parque Andrés Bello (La Choza), un espacio público ubicado en un lugar céntrico y tradicionalmente emblemático del municipio, que suele ser visitado por jóvenes, entre ellos adeptos a la música Rock, un sitio emblemático y central de Bello. Los miembros de la RAAP ponen en escena una serie de prácticas artísticas que pretenden ser entendidas como acciones que aportan a la “transformación social”.

El uso del arte por parte de la RAAP va más allá de una apuesta estética, convirtiéndose en un medio para transformar el orden político, por lo que el arte es mezclado con otras esferas de interacción, reinterpretándose y ofreciendo nuevos campos de acción. Así, el grupo le ha otorgado un sentido de “lucha popular” a sus intervenciones con símbolos y mensajes de resistencia.

El objetivo central de esta investigación fue el de comprender los procesos a través de los cuales la RAAP busca legitimar sus acciones y proyectos. Más concretamente, se analizaron los discursos y las prácticas mediante los cuales se busca dar legitimidad a las distintas acciones entendidas -por parte de la Red- como “resistencia mediante el arte”. En efecto, este grupo suele evocar dicha frase para definir sus acciones. Algunos ejemplos de los fines que persiguen, en sus propias palabras, son el de “resignificar el espacio público” y entenderlo como un “espacio para todos”; igualmente, estas personas buscan generar escenarios de reflexión crítica y política, participar en la construcción de políticas culturales, y contribuir a la inclusión de los habitantes de su propio municipio.

Nuestra revisión bibliográfica sobre el tema muestra que las investigaciones relacionadas han abordado aspectos como: las acciones político-culturales de la escena artística (Katunaric, 2008); el arte utilizado en función de una política oficial, ya sea de propaganda o de denuncia (Aldana, 2010); las potencialidades del arte al convertirse en una forma de resistencia a las dinámicas de las sociedades de control (Di Filippo, 2012); o el arte popular (hip-hop) comprendido como un movimiento plural que puede ser pensado en términos de tácticas y estrategias de resistencia (Tijoux, Facuse, & Urrutia , 2012).

En estas investigaciones se ha abordado principalmente la relación entre políticas estatales y el campo cultural (incluyendo el arte), pero no se han analizado a fondo como lo hacemos acá los procesos mediante los cuales los sujetos buscan legitimar sus propias acciones, tanto hacia el interior de la organización, como hacia su exterior, es decir, hacia el resto de la comunidad. El aporte de este estudio consiste en abordar dicha construcción de legitimidad desde un colectivo de artistas y activistas que ha actuado de manera independiente y por fuera de ámbitos estatales.

Partimos del concepto de legitimidad de Weber (1994), lo cual implica comprender las acciones del grupo más allá de una racionalidad instrumental (p.25). En efecto, Weber señala que la legitimidad depende también de las representaciones, creencias y valores de los sujetos involucrados. Recordemos además que el célebre sociólogo propone comprender (verstehen) el sentido de la acción social. Siguiendo esta propuesta, es necesario interpretar el sentido que los miembros de la RAAP otorgan a sus propias acciones, en particular a aquellas que consideran como “resistencia mediante el arte”, lo cual se legitima en función de los valores, el sentimiento del deber o las inclinaciones de los sujetos involucrados. Así, lo sujetos atribuyen legitimidad a este tipo de proyectos colectivos “en virtud de una creencia racional con arreglo a valores: vigencia de lo que se tiene como absolutamente valioso” (Weber, 1994, p.29).

Otros autores, siguiendo a Weber, han comprendido la legitimidad como un recurso de dimensión simbólica. La legitimidad se obtiene en un campo de luchas por la reputación, el prestigio, la autoridad, el reconocimiento, entre otros. Por ejemplo, para Bourdieu (1994), los agentes compiten por el reconocimiento de sus acciones y productos, y es necesario analizar las condiciones sociales necesarias para la validación de ciertos discursos (Bourdieu, 1985). Para James Scott, la legitimidad debe entenderse como un reconocimiento valorado públicamente, siendo aceptadas las acciones de los agentes sociales como algo cierto, genuino y verdadero (citado por Orozco et al. 2013, p.639). Esta valoración pública, sin embargo, no debe limitarse a la esfera institucional o estatal.

Ahora bien, recordemos, desde Weber (1994), que en este tipo de circunstancias “la acción se orienta por el propósito de imponer la propia voluntad contra la resistencia de la otra u otras partes” (p.31). Las relaciones de poder son, también, relaciones de resistencia, insiste Scott (2000, p.71), a lo cual hay que añadir, con Foucault (1991), que donde hay resistencia organizada, hay relaciones de poder. En efecto, las propuestas de la RAAP, como veremos, pueden ser analizadas como producto de una organización con relaciones de poder internas, donde también hay una búsqueda de legitimación e imposición de voluntades en un contexto social dado.

Así, en la primera parte de los resultados de este artículo se presentarán algunas de las características del fenómeno “resistir mediante el arte” con una relación teórica que permite abordar el problema; en una segunda parte, se analizarán concretamente acciones y discursos expresados por individuos pertenecientes a la RAAP; en la tercera sección se examinarán críticamente las relaciones de poder y las estrategias de persuasión llevadas a cabo por miembros de la Red.

Metodología

Para alcanzar los objetivos de esta investigación se estudiaron los mecanismos simbólicos mediante las cuales los integrantes de la RAAP sustentan sus acciones. Además, se contextualizó el escenario de la “resistencia” donde actúa esta Red y se consideraron sus intervenciones concretas. Así, esta investigación tuvo en cuenta los discursos y las acciones de la RAAP desde el 2011 hasta la actualidad, período en el cual se ha construido dicho proceso de legitimación.

Se implementó una metodología cualitativa, centrada en un interés interpretativo de los discursos de los participantes, desentrañando sus sentidos y significados. Esto se apoyó en un estudio etnográfico con observación participante en las diferentes actividades de la RAAP durante dos años. Como técnicas adicionales de recolección de información, se realizaron diez entrevistas semiestructuradas a siete integrantes de la RAAP; estas personas fueron seleccionas porque tienen al menos tres años de pertenencia continua en el colectivo, han liderado los procesos, y han participado en los eventos considerados como “acciones de resistencia”. También se recurrió a un grupo focal compuesto por cuatro personas, con quienes se corroboraron algunos datos, se indagó sobre sus comienzos en la RAAP y los roles que han desempeñado en el grupo. (El nombre de todas las personas entrevistadas fue cambiado para preservar su identidad).

Por demás, se implementó un registro documental en el cual se recolectaron documentos producidos por la RAAP, tales como publicaciones en internet, periódicos, una tesis de pregrado realizada por uno de sus integrantes, videos y comunicados escritos del grupo. Para el análisis de las entrevistas y del grupo focal se recurrió a una categorización que comenzó con la identificación de los temas que se consideraron más relevantes. Luego de analizar el conjunto de datos recolectados, se procedió a hacer una clasificación de los fragmentos más significativos que daban cuenta de cada uno de los temas. A partir de esto surgieron nuevas subcategorías que ayudaron a agrupar los textos según núcleos temáticos. Posteriormente, se estructuraron gráficamente las relaciones entre las diferentes categorías, esquemas que se convirtieron en insumos fundamentales para el proceso de escritura. Este proceso fue desarrollado con el apoyo del software Atlas Ti.

Acciones e intervenciones de la RAAP: más allá del arte y su campo

Considerando que nuestro objeto de estudio son las intervenciones artísticas de la RAAP, podría pensarse que el concepto de Bourdieu de “campo del arte” sería el más idóneo para analizar la cuestión. No obstante, entendiendo que “el arte posee reglas, posee regularidades, posee habitus, posee campo, posee agentes establecidos dentro de cierto habitus de clase y cierto campo de poder” (Ortiz Ruiz, 2011, p.3), el fenómeno estudiado desborda dicho campo, pues las acciones consideradas por los sujetos como formas de “resistencia mediante el arte” no se encuentran limitadas al campo del arte. Es así que García-Canclini (2010) nota, de manera más general, que el arte [va] más allá de su campo propio, cuando este se desdibuja (...) vemos que el predominio de la forma sobre la función que antes demarcaba la escena artística caracteriza los modos de hacer política o economía” (p.12).

Como ejemplo de lo anterior, podemos mencionar el “Campamento de Denuncia y Resignificación del Territorio” (en adelante nos referiremos a esta acción únicamente como el “Campamento”) escenario de intervención de muros con esténcil, murales, grafitis, reci tales de poesía, música, danza y manifestaciones de orden político. Estas actividades se han desarrollado en un marco de festividad y trabajo mancomunado convirtiéndose en un evento ya acostumbrado para que los participantes expresen su forma de entender el arte, la cultura y la política. En este evento los participantes expresan sus posiciones frente a los asuntos municipales de su interés.

En efecto, las acciones de la RAAP intentan sacar el arte de la esfera de los artistas, curadores y museos, al hacer que las intervenciones artísticas sean puente de una lucha por el desarrollo urbano, cultural, político y social del municipio de Bello. García-Canclini propone entonces una serie de discusiones frente a la “pos-autonomía del arte”, donde este sale de los museos y no se rige por una concepción unificadora de lo “estético” o lo “bello”. Para él, “el arte quedó desenmascarado porque (...) los intentos de ordenarlo bajo una normatividad estética o una teoría sobre la autonomía de los campos de Bourdieu (...) casi no funciona” (2010, p.41). Así, comprendemos que la RAAP busca reconocimiento y legitimidad más allá del “campo del arte”, y que las acciones artísticas constituyen herramientas para participar en la política y difundir su punto de vista.

Si bien el concepto de “campo del arte” no es del todo apropiado para comprender el fenómeno que se aborda aquí, el concepto de capital simbólico sí es de gran utilidad por su evidente relación con el concepto weberiano de legitimidad (Fernández, 2013, p.38). A propósito del capital simbólico, Bourdieu (1993) dice lo siguiente: “El capital simbólico es una propiedad de cualquier tipo (físico, económico, cultural, social) percibida por agentes sociales cuyas categorías de percepción les permiten conocerla (percibirla) y reconocerla, acordarle un valor” (p.55) -traducción al español realizada por los autores-.

Para entender los procesos mediante los cuales la RAAP busca ganar legitimidad y capital simbólico, tuvo interés para este trabajo analizar las estrategias que algunos de los integrantes del grupo ponen en práctica para alcanzar sus fines, dirigiendo así las acciones colectivas. Antes que legitimarse y acumular capital simbólico ante el público en general, el grupo debe organizarse internamente. En este proceso, ciertos individuos toman el liderazgo y, por consiguiente, adquieren un reconocimiento que a su vez les confiere poder sobre los demás integrantes del grupo. Dicha observación nos lleva a interesarnos también en las relaciones de poder que existen en el interior de la colectividad; en otras palabras, llegamos a estudiar una “micro-física del poder”, retomando la expresión foucaultiana.

Foucault (1991) define el poder como “una estructura total de acciones llevada a actuar sobre acciones posibles; incita, induce, seduce, (...) es siempre una manera de actuar sobre un sujeto o unos sujetos actuantes en virtud de su actuación o de su capacidad de acción” (p.85). En este sentido, los planteamientos de Foucault permiten entender que aquellos individuos que han acumulado un capital simbólico considerable y gozan así de legitimidad al actuar, pueden “incitar” o “seducir” y de esta manera ejercer poder sobre los demás. Es notable entonces reconocer la importante articulación entre la legitimidad, el capital simbólico y las relaciones de poder, pues como lo concibe Fernández (2013) “el ejercicio del poder en cualquier campo requiere de legitimidad”. Sin embargo, explica este autor, los individuos que buscan tal legitimidad no siempre reconocen abiertamente “la lógica del propio interés que subyace a todas las prácticas, incluidas las que se presentan como las más desinteresadas” (p.40). En efecto, observamos que en la RAAP, los discursos legitiman la acción como si se tratara siempre de un esfuerzo desinteresado a favor de terceros (“la comunidad”, “el pueblo”, como analizaremos más adelante).

De Utopías, Colectivos y sus Problemáticas Concretas

Entre las motivaciones de los participantes de la RAAP encontramos argumentos diversos (más no excluyentes) como la necesidad de pertenecer a un colectivo, hacer algo para la transformación social, o la búsqueda de disfrute. Algunas de las motivaciones explícitas más recurrentes en las entrevistas pueden ejemplificarse con las siguientes palabras de Mariana, estudiante de trabajo social, con 22 años de edad: “Yo en el colegio pensaba en que quería estar en un colectivo que se preocupara por asuntos de la sociedad y que hiciera algo para intervenir o transformar eso por lo que luchaba”. En una vena paralela, Estefany, socióloga con 27 años de edad, afirma: “mi trabajo siempre había sido con jóvenes y la lúdica, que no es algo alejado del arte; entonces, encontré en la RAAP toda una afinidad y yo venía con un pensamiento político muy claro”. Las anteriores expresiones muestran que algunas de las motivaciones de los sujetos son, por ejemplo, expresar una ideología política y poner en práctica habilidades artísticas.

Los primeros participantes de la RAAP se integraron al grupo después de participar en un encuentro ambiental; allí hilvanaron sus diálogos identificando el interés de trabajar para el municipio; posteriormente, decidieron agrupar los procesos sociales acumulados que cada uno traía; debatieron el papel del artista en la sociedad y las apuestas culturales que habían realizado otras generaciones en Bello. Según Esteban, sociólogo integrante de la red, con 27 años de edad y reconocido como uno de los líderes del grupo, la RAAP se organizó como plataforma de trabajo social, “para que haya una sociedad más consciente, libre y justa”, y con el objetivo de trabajar por una transformación de las políticas culturales. Algunas de las situaciones que se han presentado en el municipio, y a las cuales la RAAP ha querido hacerle frente son: el cierre de la biblioteca comunitaria “La Chinca”, la venta de predios de la Reserva Natural Piamonte, la planeación de la administración municipal para la construcción de los Talleres del Ferrocarril, los hostigamientos de los “pillos” en contra de los artistas que frecuentan La Choza y el cierre de la Escuela de Música.

Se evidencia así la conformación de un tejido humano con diversas ocupaciones y de extensión participativa, pues detrás de la intervención artística se encuentran integrantes de las acciones comunales, comités barriales, vecinos, etc. En efecto, la RAAP es un conjunto heterogéneo donde se han reunido distintos colectivos bajo nombres como: Innata Disensión, Área 51, Enlazarte, Red CEPELA, Colectivo Lazos de Libertad, Contemos Pueblo, Colectivo Cashias, Escuela Popular Betsabé Espinal, Casa Cultural Utopía, Los Chozeros, y Barulé Grupo Folclórico.

En palabras de sus miembros, la RAAP es una “plataforma” que dinamiza y pretende involucrar a la comunidad en un proyecto “utópico” con injerencia política. A propósito del concepto de utopía, Houtart (2003) recuerda que se trata de un proyecto movilizador, el cual implica “una red de obligaciones para los actores sociales que lo lleven a cabo” (p.361). Dichas obligaciones hacen parte de un proceso organizativo con problemáticas internas, como veremos en un apartado posterior.

Por otro lado, el proyecto de la RAAP ha encontrado situaciones de oposición y, como se dijo, se plantea como una forma de resistencia a acciones que se consideran inapropiadas o que atentan contra sus ideales de desarrollo en el municipio. Según sus argumentos, la administración municipal:

a) “se hace ciega ante los problemas que son comunes”; b) “[limita] los espacios públicos”; c) “no le invierte plata al espacio público”; d) “en los últimos veinte años ha estado mal gobernada por una familia; e) “su oferta cultural es muy pequeña y miserable en contenido”. (Fragmentos de entrevistas realizadas a integrantes de la RAAP).

Igualmente, los integrantes de la RAAP manifiestan que hacen presencia “en los lugares que tengan que ver con el control. La Choza -control paraco-, la Chinca -control eclesiástico-, Piamonte -control inmobiliario-”.

Una de las actividades importantes realizadas por la RAAP corresponde al denominado “Campamento”, el cual se instauró por primera vez en el 2013 a partir del maltrato que recibió, por parte de “los pillos en la choza”, el joven Alexander (músico y actor en un grupo de teatro, participante ocasional de la RAAP), quien se rehusó a apagar un cigarrillo de marihuana y a abandonar el espacio. Es así como el “cansancio” propició que ocho días después los integrantes se organizaran con acciones concretas, invitando a todos sus allegados a realizar el primer campamento. En esta ocasión, con la intención de oponerse a los maltratos recibidos y la ausencia de la institucionalidad, se tomaron el espacio público del Parque Andrés Bello sin la autorización de los entes municipales. A raíz de acciones como esta, se han generado reacciones de afecto o desprecio por parte de algunos habitantes de la población.

Figura 1 Fotografía de Campamento de Denuncia y Resignificación del Territorio. Tomado de: https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1603183459907374&set=pb.100006472066541.-2207520000.1526514230.&type=3&theater  

Otras actividades con las cuales la RAAP ha podido convocar al público y perseguir la consecución de sus fines en el municipio son: el desarrollo de intervenciones artísticas, muestras culturales, marchas carnaval, conversatorios, así como la realización de denuncias con comunicados verbales o escritos como el siguiente: “¿Sabe usted qué hay detrás del montón de nuevas construcciones urbanísticas que se adelantan en Bello? ¿Quién está planeando y quién está controlando la ciudad? ¿Para qué la controlan y a quiénes afecta? (Comunicado escrito por miembros de la RAAP y compartido en el “Campamento de Denuncia y Resignificación del Territorio” el día 18 de octubre de 2014).

La “pedagogía del coger” es otra de las estrategias utilizadas para captar adeptos a la RAAP. Esta consiste en enseñar a los recién llegados y aparentemente interesados, los objetivos que tienen como grupo. Natalia, con 24 años de edad, explicó que la “pedagogía del coger” consiste en:

Que los más viejitos, cuando alguien se acercaba a la Red, lo cogíamos; significa llevarlo a tintiar [tomar café] a otros espacios, contarle qué es la Red, la historia, lo que hacemos y acercarlo más a nivel personal al proceso para que se sienta acogido e ir formándolo obviamente en las apuestas que tiene la Red.

Por estas razones, el reconocimiento que a la fecha tiene la RAAP puede evidenciarse en algunos relatos de actores específicos, como el de Augusto Herrera antiguo sub-secre tario de cultura, quien manifiesta: “somos a veces una sociedad moralista que se niega a reconocer la diferencia, [por eso] me encanta cuando los jóvenes van a escuchar música, pintar murales, hacer malabares e intercambiar conceptos [en la Choza]” (fragmento tomado de un documental realizado por el colectivo). También puede evidenciarse un reconocimiento de las acciones de la RAAP por parte de los rockeros que visitan el parque Andrés Bello, otros colectivos artísticos del municipio y de Medellín, escuelas políticas y más de dos mil seguidores de la página en Facebook “Red de Artistas y Activistas Populares de Bello”.

La RAAP ha puesto en práctica una serie de mecanismos que podrían interpretarse, desde Foucault (1991), como una estrategia antagónica ante el poder (p.57). La defensa y apropiación del espacio público es una de las estrategias más practicadas por la RAAP, debido a que en él encuentran un campo de relación con el otro, es decir, este un espacio de acción política. La estrategia se encuentra vinculada con cinco elementos: el deseo por la descentralización; la dignificación de los espacios en tanto arte, cultura e identidad; la disminución de los atropellos a los que se ven expuestos; la territorialización del espacio y la emergencia de procesos de “resignificación” del mismo.

En palabras de Esteban,

Lo simbólico en el espacio siempre ha marcado cosas, ha marcado territorialidad, presencia, identidad. En Bello, por ejemplo, cuando uno va a un barrio y hace una toma cultural, los murales no se hacen gratuitamente (...) entonces el espacio se vuelve como una tribuna para darse a conocer como proceso.

En el documental (Estigmas y verdades final Choza Marco Fidel Suarez, 2014) la RAAP intenta mostrar “la necesidad de nuevos espacios que integren pensamientos, estéticas y prácticas”, por lo que en él se busca validar la manera en que el grupo se apropia del espacio, reuniendo discursos de distintos sujetos del municipio y demostrando por qué el grupo elige el Parque Andrés Bello (La Choza). Si bien este último es un “territorio de tensiones” (Ferney, activista, ex participante y cofundador de la RAAP), también es un espacio central y posee un significado de identidad para los bellanitas. Es así como los participantes, mediante el uso del arte en el espacio público, buscan relacionar la inclusión social y la configuración de identidad.

Por otro lado, para los miembros de la RAAP, el arte puede ser una herramienta para la inclusión social, ya que, según ellos, el arte permite la interacción con el público. Asimismo, se pretende “transmutar el arte más allá de un producto de contemplación o admiración, a relaciones de interacción directa con el contexto y los sujetos, forjando procesos incluyentes” (entrevista a Esteban). Este tipo de acciones en la calle hace parte de una tendencia visible en otros lugares de Latinoamérica y el mundo, y es conceptualizada como la necesidad de que el arte salga de los museos. Esta tendencia es analizada por García-Canclini (2010) de la siguiente manera:

los artistas salen de los museos para insertarse en las redes sociales (arte sociológico, arte etnográfico, acciones pospolíticas), en tanto actores de otros campos mantienen la respiración del arte y se comprometen con sus aportes (filósofos, sociólogos y antropólogos piensan a partir de innovaciones artísticas y curando exposiciones; actores políticos y movimientos sociales usan performances en espacios públicos) (p. 29).

Es evidente entonces que las actividades de la Red van más allá de lo puramente artístico y su proyecto se convierte en la búsqueda de un modelo de sociedad. Para Andrade (2009): “por más que uno pueda considerar la especificidad de lo cultural en el plano de los procesos simbólicos, el hecho de nombrar, de asignar significados -no se diga de construir símbolos y prototipos- constituye un acto de soberanía, es decir, político” (p.14).

En la medida en que el arte se entrelaza con lo político, se trata de un tipo de estrategias que debe ser analizado también críticamente. Como señala Andrade (2009), las actividades fundamentadas en las nociones del “arte” y la “cultura” son finalmente estrategias de poder, aunque “conservan hasta la presente cierta aura idílica” (p.2).

Ahora bien, si los objetivos que se definen desde la Red son alcanzados o no, es una pregunta que esta investigación no puede contestar, ya que requeriría una encuesta estadísticamente representativa de la población de Bello. Sin embargo, en un sondeo de opinión realizado entre 180 transeúntes escogidos al azar durante varios días, en algunas calles de la zona céntrica del municipio de Bello, se encontró que 79 de ellas respondieron que “sí” reconocían las intervenciones artísticas realizadas en el espacio público por parte la RAAP. Lo anterior indica que esta Red goza entonces de un cierto reconocimiento.

En la RAAP han participado distintos colectivos, pero algunos de ellos han tenido mayor permanencia y preeminencia, mientras que otros al abandonado definitivamente la organización. Por demás, los vínculos entre los distintos colectivos en el grupo son fluctuantes, lo cual trae consecuencias para el desarrollo de sus objetivos.

La discontinuidad en el desarrollo del proyecto de la RAAP muestra que este no ha sido un proceso sencillo y que ha encontrado diversas problemáticas organizativas para alcanzar la “coherencia” de la que hable uno de sus principales líderes. Se evidencia una compleja trama de relaciones sociales, dentro de las cuales se manifiestan estrategias de poder que permiten a los sujetos o colectivos posicionarse como líderes y legitimarse al interior de la Red. Así, la forma en que se organizan los integrantes, su ocupación y su permanencia a lo largo de los años han sido algunos de los factores que inciden en la estructuración del grupo.

Sin embargo, en sus discursos, los integrantes de la RAAP han manifestado que en su organización no existen jerarquías, expresando que el grupo es una red de cooperación, un conjunto de acciones que se relacionan por las capacidades que posee cada miembro.

Todos hacemos, cada uno desde su capacidad; en la Red somos muy coequiperos, o sea, hay un montón de roles, entonces no hay nadie en sí, no veo a alguien dirigiendo algo (...) hay un montón de organizaciones: los de la carpa, los del sancocho, los del mural, él del conversatorio; viendo esto, somos más coequiperos que en sí el asunto del liderazgo. (Entrevista a Estefany).

La profesión u oficio de los participantes ha jugado un papel fundamental. La definición del rol que desempeña cada miembro de la organización constituye un factor que simboliza el tejido de las relaciones de poder en el grupo y la estructura de la organización. Las tareas a las que los integrantes se dedican se desenvuelven usualmente en tres componentes -político, artístico y operativo-. Los estudiantes universitarios, los sociólogos, los trabajadores sociales o profesionales de las Ciencias Sociales se han dedicado principalmente a proponer ideas de carácter político y estructurar una ideología. Ellos usualmente definen los discursos públicos, tales como los comunicados que se reparten entre quienes asisten al “Campamento”, o los mensajes difundidos a través de internet (sitios web y redes sociales principalmente). Además, ellos llevan a cabo actividades de liderazgo dentro de la organización y representan a la RAAP ante otras organizaciones, como es el caso de Esteban quien fue elegido como concejal del Municipio de Bello en el 2015, luego de haberse dado a conocer a través de la RAAP. Ello ha permitido que el grupo juegue un papel político y activista guiado por unos referentes académicos e ideológicos.

Los artistas plásticos, músicos y actores, por su parte, desarrollan tareas generalmente encaminadas a la apropiación, el embellecimiento y el disfrute de los espacios públicos; ellos ejecutan también acciones como dirigir talleres artísticos, escuelas de formación política, tertulias, hacer murales, grafitis, esténcil, danza, teatro, entre otras intervenciones artísticas.

“Somos jóvenes y bellos parchando (...) para construir espacios comunitarios, para formar, para generar nuevas formas y espacios de resistencia (...) cuando las instituciones no nos ofrecen lo necesario, nosotros vamos a formar como sea”. (Entrevista a Hector).

Otros sujetos y grupos participantes de la RAAP, con ocupaciones distintas a las nombradas, suelen realizar tareas relacionadas con el apoyo logístico-operativo, cooperando en la organización de los eventos, tomando fotografías y vídeos, preparando alimentos, entre otros. Sus motivaciones para hacer parte del grupo se relacionan, según sus discursos, con aspectos como el disfrutar con los amigos, ser reconocidos, colaborar en un colectivo y realizar funciones de trabajo comunitario.

Entre los espacios que la RAAP utiliza para sus intervenciones, encontramos el espacio público y escenarios privados como la “Casa Cultural Utopía”, los cuales son elegidos estratégicamente para el desarrollo de actividades de planeación, formación artística y política, o para la obtención de recursos monetarios, como por ejemplo a través de las ventas en el café-bar. La Casa Cultural es uno de los proyectos que el grupo ha buscado sostener, como un espacio al que otros colectivos pueden acceder para realizar actividades y reuniones, formar para el arte y la política. El financiamiento de dicho espacio se vale de la autogestión con las ventas que allí se realizan y del apoyo económico de Esteban.

Organización, relaciones de poder y persuasión en la RAAP

Como ya se mencionó, toda forma de organización social enfrenta un reto de permanecer cohesionada. Además, las acciones colectivas de la RAAP no siempre gozan de legitimidad unánime entre sus integrantes; algunos de ellos, por ejemplo, han desertado al estar en desacuerdo con ciertas prácticas. La evocación de los principios éticos permite a los individuos legitimar sus acciones, acumular un capital simbólico y, de manera fundamental, asegurar así la permanencia del grupo y sus proyectos. “Tal vez no vamos a ganar, pero vamos a ganar otras cosas y vamos a estar más juntos (...). Somos un organismo vivo que necesita todo el tiempo alimento, y nosotros ¿de qué nos nutrimos?, de la resistencia" (entrevista a Estefany). Se observa entonces las problemáticas propias a la resistencia organizada, ya que esta es siempre “un proceso de creación y de transformación permanente” (Giraldo, 2006, p.103).

En este sentido, la RAAP evoca la necesidad de su “lucha” con el fin de crear imaginarios comunes y encontrar sujetos con los cuales puedan vincularse. De esta manera, el grupo reclama la aprobación de los sujetos para continuar sus proyectos. La cohesión y permanencia de la organización implica, como en cualquier relación social, la presencia de relaciones de poder. Estas relaciones se ejercen de acuerdo con el tipo de estructura que estas manejan, lo cual significa que pueden ser “de orden vertical (de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba) y horizontal (agentes de la misma área)” (Sánchez, 2011, p.146). Por demás, no es de extrañar que se presenten “relaciones de fuerza, de lucha, que buscan tomar una posición dentro de la estructura interna de la organización y que se legitiman en la medida en que, voluntariamente, se aceptan las normas internas” (Sánchez, 2011, p.146).

En la RAAP se perciben dos maneras en las cuales se puede desentrañar la estructura organizativa del grupo. Los integrantes dicen estar organizados de manera horizontal; al respecto, Estefany manifiesta que: “todos son iguales, cada uno de los integrantes tienen la posibilidad de participar en la toma de decisiones, somos coequiperos”. Sin embargo, en las acciones y discursos estudiados, se logra evidenciar jerarquías al interior del grupo, aunque esta verticalidad sea negada. Existe, en efecto, un ejercicio del poder manifiesto en los distintos roles. Comúnmente, los más antiguos o con mayor trayectoria son los encargados de coordinar los comités (político, artístico, cultural, logístico, entre otros) escribir comunicados, planear discursos, participar en calidad de representantes ante otras organizaciones y enseñar a los nuevos lo que se hace en la RAAP (“pedagogía del coger”). En contraste, como se vio, otros individuos se encargan de labores más técnicas y operativas. “Las personas que coordinan los comités son elegidos por las capacidades, la trayectoria y la voluntad” (entrevista a Mariana).

Recordemos la cita de Bourdieu (mencionada anteriormente) en la cual su autor relaciona el capital simbólico con el conocimiento y el reconocimiento. “La posición dentro del campo dependerá de la cantidad de capital que cada agente posea” (Flachsland, 2003 p.37). Esto sustenta que algunos integrantes del grupo, al igual que colectivos, han acumulado un “capital simbólico” que les permite ser reconocidos dentro de la organización y así llevar a cabo funciones de mayor jerarquía.

Sin embargo, cabe señalar que el posicionamiento o poder que adquieren los individuos puede ser cambiante, siendo este un motivo por el cual no se puede hablar de una estructura jerárquica y rígida (unos individuos permanentemente en posición dominante). En efecto, las relaciones de poder pueden alternarse y, por ende, podemos comprenderlo como un “campo de lucha” dinámico donde el ordenamiento entre dominados y dominantes es fluctuante.

Para analizar esto, es pertinente recurrir a una noción dinámica del poder. Foucault (1991) sostiene al respecto que el poder se debe analizar también a una escala micro (de ahí que utilice la expresión “la micro-física del poder”) en la que una acción en particular, realizada por una persona dada, influye sobre las acciones de otros sujetos libres (pp. 86-87). En consecuencia, las relaciones de poder en la RAAP podrían definirse como un juego de acciones sobre otras acciones, resultado de un consentimiento por parte de los integrantes del grupo. Las acciones de los sujetos que poseen mayor experiencia, reconocimiento y trayectoria, es decir, mayor capital simbólico, influyen en la toma de decisiones y en las intervenciones que se ejecutan.

Observamos en las interacciones cotidianas de los miembros de la RAAP, que ciertos individuos proponen su voluntad y otros obedecen, todo bajo la idea de alcanzar unos fines que se perciben como legítimos (la “resistencia”), posibilitando así que se dé continuidad a un proyecto que pervive desde el 2011. Retomando a Foucault, las acciones de los miembros son influenciadas por las acciones de los líderes, individuos dominantes cuyo capital simbólico generalmente es elevado. Las palabras de dominación, obediencia o jerarquía, por supuesto, no son aceptadas por los mismos integrantes de la Red. Todo se presenta como una acción espontánea y guiada no por personas específicas que gozan de reconocimiento (y capacidad de dominación), sino por elevados ideales impersonales, por una utopía.

El liderazgo de Esteban dentro de la organización, y su participación en el Concejo Municipal de Bello, permite ahora a los integrantes la RAAP tener la esperanza de llevar a cabo en el municipio algunos de sus proyectos y adquirir recursos para el sustento de la “Casa Cultural Utopía”. Se comprende así el interés de la RAAP para que Esteban participara en la política municipal.

Discusión

De manera significativa, la RAAP legitima sus acciones argumentando que estas son “para el pueblo” y en procura del “bien común”, lo cual se articula con el ethos detrás de la frase “la ruta de la vida es la lucha”. Asimismo, sus intervenciones en el espacio público se legitiman como una “defensa” del mismo, y sus decisiones serían el reflejo de los deseos de “la comunidad”.

Esta serie de manifestaciones en las cuales se pretende ser la voz de una comunidad, conducen a analizar los medios por los cuales la RAAP ha intentado legitimarse ante la sociedad. Según Foucault (2000): “La gente que se pretende representativa y hace profesión de hablar por los otros, en nombre de los otros (...) hace una instalación de poder” (p. 10). Es decir, tomar la decisión de trabajar por las “necesidades de otros”, es una práctica que se encuentra latente en los procesos de muchos movimientos con características de trabajo comunitario; por lo tanto, es importante comprender que cuando la RAAP presenta sus acciones como una “lucha popular” o como un proyecto “necesario” para los habitantes del municipio de Bello, también puede haber allí una instalación del poder y un intento por hacer prevalecer sus propios valores.

Desde 2011, la RAAP, dentro de su estrategia de “lucha”, ha definido las metas, los métodos, los lugares y los medios que considera pertinentes. Foucault entiende que los sujetos pueden emprender una lucha y fijar sus objetivos cuando “reconocen [el abuso de quienes tienen el poder] como intolerable, [y así] pueden emprender la lucha allí donde se hallan” (Foucault, 2000, p.18). Algunas de las prácticas observadas incluyen estrategias artísticas como herramientas sensibilizadoras que posibilitan a los integrantes de la RAAP (principalmente a sus líderes) poner en escena sus discursos políticos y ganar audiencia. En esos discursos, se evoca la idea de un “bien común” y su accionar se presenta como una manifestación del “poder popular”.

De esta manera, la lucha se idealiza, se legitima, y se concibe como una acción social abstraída de todo tipo de intereses personales y exenta de relaciones de dominación en su interior. Este procedimiento se asemeja al de otros movimientos o individuos que ejercen su activismo en Latinoamérica. Tal es el caso de “ciertos antropólogos (o movimientos sociales quienes), más allá del estudio científico de las comunidades, en efecto se convirtieron en los portavoces y defensores de dichas comunidades” (Arango, 2002, p.110). En la misma línea, Amselle (2013) explica cómo algunas personas buscan “apropiarse de la imagen del pueblo (étnico o subalterno), idealizándolo y concibiéndolo como una entidad pura” (p.207).

Por otro lado, Arango (2002) propone analizar los procesos a través de los cuales las “luchas” y “resistencias” son afectadas por unas condiciones globales de dominación (p. 100). Aunque se pretenda hablar en nombre de las poblaciones locales, debemos ser conscientes de que buena parte de los discursos empleados para legitimar agrupaciones como la RAAP son similares a aquellos encontrados en otros países. Se trata, como lo plantea Sarrazin en dos estudios comparativos (2006, 2015), de formas ideológicas globalizadas manifiestas en situaciones locales, donde el subalterno es representado siempre positivamente. De la misma manera, Heath y Potter (2005) analizan cómo los movimientos “contraculturales” o “rebeldes” que pretenden oponerse a la dominación del sistema capitalista, en realidad están siguiendo tendencias hegemónicas globalizadas.

Llevar a cabo una “lucha” en nombre de otros o para el beneficio de otros, puede implicar una forma disimulada de violencia simbólica, por cuanto se imponen nociones de lo que es legítimo y valioso. “Todo poder de violencia simbólica, es decir, todo poder que logra imponer significaciones y [presentarlas] como legítimas disimulando las relaciones de fuerza sobre las que se basa su propia fuerza, añade su propia fuerza, es decir, propiamente simbólica, a estas relaciones de fuerza” (Bourdieu & Passeron, 1970, p.18).

Mediante referencias a lo “popular”, la “lucha” de los integrantes de la RAAP se presenta como lo deseable, e intenta diferenciarse de otros grupos dominantes como la administración municipal o “los pillos”. A través de aquel tipo de mensajes relativos a “lo popular”, los integrantes logran acumular un capital simbólico que les es funcional para legitimar sus propias acciones. Según Bourdieu (1985), no hay que olvidar que esas relaciones de comunicación o los intercambios lingüísticos “son también relaciones de poder simbólico donde se actualizan las relaciones de fuerza entre los locutores y sus respectivos grupos” (p.11). En este sentido, no podemos negar que los actos discursivos que se dan en la interacción entre los miembros de la RAAP, constituyen el escenario de una constante lucha por la legitimidad (“tener la razón”, como se dice coloquialmente), el reconocimiento y el poder dentro de la misma red.

Es evidente que la capacidad discursiva de las personas, relacionada con su capital cultural, es uno de los factores que permiten que ciertos individuos puedan ejercer influencia sobre las acciones de otros miembros del grupo. En efecto, Bourdieu & Wacquant (1995) ya han notado que “los dominados, en cualquier universo social, están siempre en condición de ejercer cierta fuerza: la pertenencia a un campo implica, por definición, la capacidad de producir efectos en él” (p.57). Sin embargo, esta posición dominante, como ya se dijo, es sistemáticamente negada por los líderes de la RAAP, ya que se reserva la categoría de “los dominantes” a agentes, grupos o instituciones externas a la Red. Es así como, quienes se representan a sí mismos como dominados, adquieren un papel como dominantes.

Conclusiones

Los planteamientos teóricos de Max Weber, Pierre Bourdieu y Michel Foucault se relacionan en el mismo orden con los conceptos de legitimidad, capital simbólico y poder; estos conceptos nos han permitido comprender con mayor claridad las formas de organización, las relaciones entre los participantes y los procesos de acumulación (desigual) del capital simbólico, entre otros.

El estudio de la expresión “resistir mediante el arte”, utilizada por la RAAP, permitió comprender que los integrantes del grupo no han sido sujetos pasivos, ni se han mostrado incapaces frente a los poderes de los “pillos” y la institucionalidad municipal. En efecto, la Red ha utilizado las intervenciones artísticas como formas de resistencia, ha generado propuestas para la construcción de políticas culturales en Bello, ha incidido en la apropiación del espacio público, ha defendido sus derechos, ha propiciado la participación democrática en la vida política y comunitaria, entre otros tipos de acciones. Las intervenciones artísticas constituyen un medio de intervención social para el grupo, en especial mediante la reapropiación y resignificación de ciertos espacios, presentándolos como lugares de inclusión social y participación ciudadana. Además de esto, la RAAP ha denunciado prácticas ilegales, de corrupción política y de abuso por parte de los conglomerados económicos. A pesar de que la intermitencia de sus acciones quizás no haya permitido un desarrollo máximo de la transformación social deseada, su accionar ha constituido una verdadera expresión de resistencia y ha tenido éxito alcanzando un cierto grado de visibilidad y legitimidad ante la población bellanita.

Por otro lado, no se puede ignorar que toda forma de resistencia implica la instauración de una contra-ideología, es decir, un dispositivo simbólico que, mediante el discurso, pretende imponer una ideología igualmente (Scott, 2000). La presente investigación evidencia que la RAAP ha buscado imponer sus valores y su identidad en los espacios intervenidos. Además, se encontró que en la RAAP ciertos individuos han logrado obtener mayor legitimidad entre sus integrantes. Parte de la estrategia de legitimación de sus acciones es la de actuar a favor del “poder popular”. Concomitantemente, los discursos de la RAAP pretenden hablar en nombre del pueblo, planteando generalizaciones a propósito de lo que ellos consideran como beneficioso para toda la comunidad o, por lo menos, para los sectores más desfavorecidos. De esta manera, la propuesta de intervención en escenarios públicos le permite a esta red acumular reconocimiento, el cual se ha manifestado mediante la presencia de Esteban en el Consejo municipal o la realización del “Campamento” durante cinco años.

Este estudio ayuda a comprender que en los grupos de movilización social cohabitan prácticas y concepciones que son en sí mismas formas de legitimación de su quehacer, y que constituyen un tejido discursivo que permite la existencia, la pervivencia y la aplicación de propuestas tanto estéticas, como éticas y políticas. Se aprecia además que este tipo de movilizaciones no son ingenuas y hacen uso de dispositivos para la acumulación de capital simbólico, salvaguardando su interés más allá de la construcción de políticas para el beneficio común. Así, las dinámicas internas que hemos estudiado aquí implican estrategias por parte de los actores.

El proceso de resistencia conlleva entonces relaciones de poder efectivas en el interior de la misma agrupación que resiste. Como Sarrazin (2016) lo muestra, no es sorprendente que los grupos, aunque pretendan ser contrarios a toda forma de estructuración política interna (es decir, que tengan planteamientos “anti-estructurales”), con el tiempo terminen ellos mismos estructurándose y recurriendo a formas de dominación. Esta estructuración, sin embargo, no es necesariamente rígida. El caso de esta investigación constituye un aporte a la comprensión de una “micro-física del poder” (Foucault) inherente a agrupaciones que funcionan como redes y cuyos miembros no ocupan posiciones definitivas ni institucionalizadas. Se presenta un modo de acción bajo el cual unos individuos toman, al menos temporal y circunstancialmente, roles dominantes, mientras que otros son dominados. Esto no ocurre mediante una institucionalidad política, sino que depende, en buena medida, de las capacidades discursivas y del capital simbólico acumulado por ciertas personas en un momento determinado.

Parte de la capacidad de seducción y persuasión de las estrategias simbólicas radica en el hecho de hablar en nombre del pueblo o de presentarse como alternativas que resisten ante el poder instituido, lo cual coincide con estrategias comunicativas de proyectos llevados a cabo en otras latitudes (Amselle, 2013 Katunaric, 2008). Este tipo de discursos son valorados por ciertos sectores sociales, especialmente entre los jóvenes, proporcionando capital simbólico a quienes los promulgan, y permitiéndole a estos últimos ejercer cierta autoridad sobre sus coequiperos.

Finalmente, proponemos que estudios posteriores podrán complementar lo desarrollado para comprender las dificultades que se suelen presentar en una movilización social al intentar constituir una agrupación organizada y ser constante a lo largo del tiempo, a pesar de las diferencias entre sus miembros y de las diferentes adversidades que puedan presentarse según las condiciones socioculturales de una localidad en particular. Por otro lado, en un futuro sería muy pertinente profundizar en el estudio de las representaciones sociales a propósito de la RAAP entre la población bellanita en general, ya que esto permitiría establecer la eficacia (o ausencia de ella) en las estrategias utilizadas por esta Red para ganar legitimidad y reconocimiento ante un sector más amplio de la ciudadanía.

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*Citar así: Zapata Mora, S.M. y Sarrazin, J.P. (2019). La legitmación de la resistencia. El caso de la Red de Artistas y Activistas Populares de Bello. El Ágora USB, 19(1). 115-131. DOI: https://doi.org/10.21500/16578031.4124

1Este artículo procede de la investigación realizada por Sindy Marcela Zapata Mora, bajo la dirección de Jean Paul Sarrazin, en el marco de la Maestría en Sociología de la Universidad de Antioquia.

Recibido: Mayo de 2018; Aprobado: Diciembre de 2018

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