SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.22 número2Disappointment, Fatalism, and Hope: Emotional Oppositions and Polarization around Negotiated Peace in 9 Colombian CitiesSchool and Dispossession: The Situation of the Rural School in the Framework of the Armed Conflict in Colombia índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Em processo de indexaçãoCitado por Google
  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO
  • Em processo de indexaçãoSimilares em Google

Compartilhar


El Ágora U.S.B.

versão impressa ISSN 1657-8031

Ágora U.S.B. vol.22 no.2 Medellin jul./dez. 2022  Epub 03-Fev-2023

https://doi.org/10.21500/16578031.6243 

Artículos derivados de investigación

Movimientos sociales, narrativas y emociones. El caso de lideresas comunitarias afrodescendientes en el departamento del Chocó (Colombia)1

Social Movements, Narratives, and Emotions. The Case of Afro-Descendant Community Leaders in the Department of Chocó, Colombia

Sandra Soler Castillo1 

1. Docente investigadora Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Colombia. Orcid: https://orcid.org/0000-0003-3155-5642 Contacto: stsolerc@udistrital.edu.co; Ssoler73@hotmail.com


Resumen

Las emociones favorecen las movilizaciones, pero también las dificultan y que la narración constituye un enfoque privilegiado para entender las dinámicas de los movimientos sociales y sus integrantes. Desde un enfoque narrativo, se describe el entorno sociocultural que da lugar al nacimiento y participación de mujeres en movimientos de reivindicaciones de género y acciones de emprendimiento colaborativo e identifica y se analiza emociones negativas y positivas, aisladas y secuenciales, que movilizan la acción y generan solidaridades, como la ira, la impotencia y la tristeza o el orgullo y la alegría en lideresas comunitarias afro- descendientes en el departamento del Chocó (Colombia).

Palabras clave: Movimientos sociales; Narrativas; Emociones; Mujeres afrodes- cendientes; Chocó.

Abstract

Emotions favor mobilizations, but they also hinder them, and that narrative constitutes a privileged approach to understand the dynamics of social move ments and their members. From a narrative approach, we describe the sociocul tural environment, which gives rise to the birth and participation of women in movements of gender claims and collaborative entrepreneurship actions and to identify and to analyze negative and positive emotions, isolated and sequential, which mobilize action and generate solidarity, such as anger, helplessness, and sadness or pride and joy in Afro-descendant community leaders in the depart ment of Chocó, Colombia.

Keyword: Social Movements; Narratives; Emotions; Afro-Descendant Women; and Chocó.

Introducción

La violencia extrema hacia los sujetos de piel negra ha sido la constante histórica en Colombia. Arrancados de su tierra, alejados de su familia, desposeídos de su lengua, su religión y sus costumbres, los sujetos de piel negra fueron traídos a América en las peores condiciones de hacinamiento en barcos negreros para continuar siendo violentados en estas tierras, vendidos como mercancía en subastas públicas, deshumanizados y humillados, llevados a la casa del amo y doblegados a base de azotes, grilletes, mala alimentación, golpes y violaciones. Sin embargo, la historia de la gente de piel negra ha sido también la historia de la lucha por la libertad, la autonomía y la igualdad de derechos. Temprano, durante la Colonia, se conocieron las primeras insumisiones, los arrochelamientos y el cimarronaje, como proyectos políticos sociales del negro en América. Hablar de movimientos sociales en la actualidad requiere tener en la memoria estos acontecimientos.

Hablando en sentido estricto, los primeros movimientos sociales de reivindicación de derechos se constituyeron en la década de los años 1970 en Colombia (García, 2020). En general, se trató de una corriente de intelectuales y activistas negros preocupados por su si tuación y por la búsqueda de soluciones a la marginación y la exclusión a la que habían sido conducidos históricamente. Por esta época, en Colombia, surgieron movimientos homóni mos a grupos norteamericanos como Las panteras negras, y otros más locales, como La Olla. Desde el ámbito institucional, también se realizaron sendos congresos como el denomina do Congreso sobre el aporte del negro a la cultura americana, celebrado en Cartagena, con amplia participación de antropólogos, sociólogos e historiadores, en su mayoría norteamericanos, y el Primer congreso de la cultura negra de las américas, desarrollado en Cali. La explosiva acti vidad intelectual negra llevó igualmente a la apertura de revistas y periódicos dedicados al tema de la negritud. En la década de los 80, surgió el influyente Movimiento Cimarrón (1982) y en los años 90 también hubo mucho movimiento social, del cual se destaca de ma nera particular el Proceso de comunidades negras (1993), cuyos objetivos fueron la reconsti tución y la afirmación de la identidad cultural en la búsqueda de derechos. Muchos de estos movimientos tuvieron poca duración; otros se mantienen hasta la actualidad. Aunque es de resaltar que, al menos los primeros, fueron movimientos académicos de escasa participa ción de la población afrodescendiente, sobre todo, aquellos alejados de las grandes urbes como Valle, Cauca o Bolívar.

En este panorama, es necesario resaltar que la figura de la mujer ha sido, al menos, parcialmente omitida u ocultada, ya sea por las voces oficiales o por las voces de sus coetá neos negros. Sus aportes a la historia del país, la ciencia o las artes, escasamente se conocen, a pesar de que desde la década de los 80, el discurso de género viene posicionándose con mucha fuerza y las mujeres negras han trabajado fuertemente para tener hoy un espacio importante dentro de los movimientos de reivindicación de derechos, ya sea con liderazgos individuales o colectivos a través de asociaciones como la Red departamental de mujeres chocoanas. Al respecto, véase, Lamus, (2008).

Aún quedan entonces voces por escuchar. Voces de mujeres que narran historias de luchas comunitarias y locales, pequeñas pero significativas. Mujeres no conformes con los destinos que les han sido trazados, en un país lleno de injusticias sociales, en unas comunidades que guardan restos de opresión patriarcal y machista, en unas familias que les fijan roles sociales excluyentes e incluso marcados por barreras y cadenas mentales que impiden la libertad, la su peración y el cambio. Poco se sabe de esas luchas anónimas, de los ideales y sueños de cientos de mujeres que buscan cambiar prácticas naturalizadas que aíslan, condicionan, marginan, excluyen y empobrecen. Este trabajo apunta a escuchar algunas de esas voces y a conocer sus historias y comprender el papel de las emociones como motores de la acción social. Para lograr este objetivo, se parte por conocer la historia personal de estas mujeres y el contexto sociocul tural y geográfico del cual provienen y se centra el análisis en las emociones vivenciadas dentro del trabajo comunitario. Se concluye con la discusión sobre la importancia de los análisis narra tivos y las emociones como herramientas para comprender la acción social.

Marco teórico

Para responder a los objetivos, se recurre a marcos conceptuales del campo de la narrativa y los movimientos sociales y la narrativa y las emociones.

La narrativa y los movimientos sociales

Las ciencias sociales y humanas experimentaron desde la década de los años ochenta lo que algunos llaman el “momento narrativo” (Maines, 1993) y otros, “el giro narrativo” (Mitchell, 1981). La sicología, la sociología, la filosofía, la antropología, la geografía, las ciencias políticas y otros campos de conocimiento han realizado un gran esfuerzo por incorporar la narración en sus investigaciones. Este hecho tiene complejas y variadas causas, pero entre ellas habría que destacar el reciente énfasis en la agencia y sus posibilidades y la centralidad del discurso en la negociación de sentidos y su papel en la construcción de identidades individuales y colectivas.

Sin embargo, el uso de las narrativas en algunos campos ha sido lento, como en el caso de la investigación de los movimientos y liderazgos sociales, en los que ha existido una tenden cia más a explicaciones de tipo estructural, basadas en presupuestos instrumentales, políticos, individuales y racionales y poco comprometidas con la cultura, la comprensión de la construc ción de sistemas simbólicos de significación y los contextos sociales y culturales más amplios de los movimientos sociales, fundamentales, sin embargo, para la comprender la acción colectiva (Davis, 2002); (Polletta, Chen, Gharrity Gardner, & Motes, 2011) (Polletta F. , 2006).

En la actualidad, existe una amplia tendencia de nuevos movimientos sociales que se alejan de los clásicos movimientos centrados en el accionar del Estado, como los movimien tos de autoayuda o de la “nueva era” y muchos otros de corte cultural, con estructuras más flexibles y accionar menos directo y con formas más descentralizadas de poder. En sentido amplio, entendemos por movimientos sociales, siguiendo a Archila (2006), como “acciones sociales colectivas permanentes que se oponen a exclusiones, desigualdades e injusticias, que tienden a ser propositivos y se presentan con contextos socioespaciales y temporales específicos” (p. 12).

En particular, el interés por la narrativas de liderazgo social busca individualizar los su jetos más allá de los movimientos sociales y el activismo político directo y se orienta hacia formas de activismo un poco más difusas en la esfera social y descentralizadas del poder social, en las que se destacan aspectos de la vida diaria de los líderes, se recuperan trayec torias, se identifican motivaciones, emociones, formas de accionar y sueños, como utopías alternativas al orden social y cultural imperante Pottella et al (2011). Las narrativas de li derazgo centran su interés en los procesos culturales y simbólicos que trazan el accionar individual con fines de transformación social. De cierta manera, su estudio constituye una crítica a la centralidad en el estudio de organizaciones formales y la falta de preocupación de la teoría de los movimientos en factores subjetivos e individuales. De allí su preocupación en los análisis por las ideas, los intereses, las identidades, lo simbólico, lo expresivo y por la recuperación de los contextos socioculturales en los que se insertan los liderazgos, en es pecial el tiempo, el lugar y la manera como los sujetos se ubican en el mundo y la historia y otorgan significado simbólico a eventos singulares e individuales que ayudan a determinar el sentido de la vida.

El concepto de narrativa

En sentido amplio, la narrativa puede definirse como un recuento estructurado de eventos y aspectos significativos de las experiencias individuales y colectivas (Bolívar, 2012). Mediante los relatos en primera persona, los sujetos interpretan los fenómenos sociales atribuyéndoles valor y significado, con el tiempo como elemento articulador de la acción significativa. Como forma de conocimiento, la narración permite captar la riqueza y los detalles del accionar humano: las motivaciones, las intenciones, las emociones, los deseos, los miedos, los juicios, que, de otra forma, serían difíciles de identificar.

En términos formales, la narrativa incluye elementos descriptivos, explicativos y atiende a una unidad temática (Davis, 2002). Como recuento de eventos de la experiencia incluye detalles descriptivos del tiempo, el espacio y los participantes; pero no basta con construir lo que se llamaría el escenario, los narradores organizan la experiencia vivida a partir de una secuencia temporal de los eventos y al hacerlo, construyen relaciones causales que se constituyen en explicaciones de por qué se dio determinado curso de acción. Este orden temporal prospectivo o retrospectivo explica, en parte, dónde se está ahora como resultado de eventos anteriores. La unidad temática garantiza la coherencia de la narración y su in terpretación a la luz de narrativas más amplias como la libertad, la igualdad, la justicias, el progreso, etc., y representa ideas o ideales a los que los individuos aspiran en la medida que no siempre se cumplen en el mundo real.

Según Polletta (2002), existe un stock cultural de historias que intentan dar cuenta del mundo y el orden social y cultural. En su lucha por transformar los valores y las instituciones imperantes, los sujetos y los grupos retan las narrativas culturales e institucionales domi nantes con nuevas narrativas, que pueden ser de resistencia como las denomina Steinmetz (1992) o narrativas subversivas, como las llaman Ewick y Silbey (1995). En todo caso, se trata de narrativas alternativas que ofrecen una mirada de los hechos desde abajo, desde los sujetos subalternos; los ‘infames', como los llamara Foucault (1990).

Narrativas y emociones

Un rasgo característico de las narrativas es su potencialidad para movilizar sentimientos y emociones. Sin embargo, solo en las últimas dos décadas la investigación sobre los movimientos sociales identificó las dinámicas emocionales de las luchas sociales. La mayor parte de los sociólogos de los movimientos incorpora a sus análisis (e.g., marcos, identidades, narrativos), enfoques culturalistas compatibles con la teoría cognitiva que domina el campo de las emociones, pero centrados en la manera cómo los sujetos experimentan las emociones. Junto con la cognición y la motivación, las emociones constituyen una de las categorías fundamentales del funcionamiento mental. Desde la sicología, Kemper (1978) fue uno de los pioneros en conceptualizar las emociones en las que identificó aspectos somáticos (corporeizados) y cognitivos, también fue uno de los primeros en clasificar las emociones en dos tipos: negativas y positivas. Clasificación que, si bien presenta problemas por su simplificación, ha tenido bastante impacto en la investigación, justamente por su simpleza analítica. Desde perspectivas más culturalistas, las emociones se entienden como respuestas a procesos de evaluación e interacción con el mundo, dependientes de los individuos, pero, sobre todo, de los contextos y las situaciones. Jasper, en una crítica e intento por corregir las constantes imprecisiones en las terminologías para referirse a las emociones, Jasper (1998) (2011) plantea una nueva tipología de las emociones, en la que diferencia impulsos, estados de ánimo y emociones propiamente dichas, y clasifica estas últimas de acuerdo con su duración y con la manera cómo son sentidas por los sujetos. Propone una clasificación tripartita en la que distingue emociones reflejas, que son reacciones físicas inmediatas a aspectos del entorno, en las que incluye, entre otras, la ira, la alegría, la sorpresa o el disgusto; emociones reflexivas, reacciones de más larga duración que implican evaluaciones cognitivas más elaboradas de los otros, como el amor, la lealtad, el respeto, la confianza y sus contrapartes y emociones morales, que incluyen sentimientos de aprobación o desaprobación, basados en principios e intuiciones morales y en la satisfacción o no de las acciones realizadas, como la compasión ante el desafortunado o la indignación ante la justicia.

El estudio de las emociones en los movimientos también ha demostrado que los seres humanos pocas veces experimentan una única emoción, estas aparecen combinadas o en secuencias. Por cuestiones analíticas, las combinaciones normalmente se estudian en pa rejas, una emoción negativa y otra positiva, siguiendo la terminología de Kemper (1978), siendo las más analizadas parejas como la vergüenza y el orgullo. Pero las emociones tam bién pueden presentarse en secuencias o “cadenas de emociones”, como las denomina Williamson (2011), en las que, por ejemplo, la vergüenza y el miedo se transforman en ira; aspectos manejados por los líderes de los movimientos como factores para realizar recluta mientos y mantener a los miembros de los grupos (Jasper, 2014).

El estudio de las emociones en los movimientos permite entender su impacto casual en aspectos como las solidaridades en los grupos o la movilización de la acción. En el primer caso, se analizan las emociones que contribuyen a mantener los grupos unidos y las emo ciones que se experimentan contra objetos externos a los movimientos, como el odio a la fuerza policial o hacia determinados grupos sociales. En el segundo caso, su papel en la mo vilización, se estudian las emociones como elementos fundamentales para la acción social en la que aspectos morales como el honor o la dignidad entran a jugar un papel relevante, como se evidenció en investigaciones sobre los movimientos abolicionistas (Young, 2001), antirracistas (Wood, 2003) o los recientes movimientos de los “indignados” (Castells, 2012), en el contexto colombiano, en movimientos comunitarios de resistencia a los grupos al mar gen de la ley (Quijano-Mejía, Linares García, & Barrios Rodríguez, 2020); pero las emociones también influyen en la desmovilización, así, por ejemplo, Owens, (2009) muestra cómo la tristeza, la ira y el desespero en los movimientos genera recriminaciones mutuas en los gru pos que terminan por causar abandonos y destruir los movimientos.

La posibilidad analítica en la investigación narrativa, entonces, implica un desafío por conceptualizar, analizar e interpretar las emociones y su papel en la constitución de los su jetos y la comprensión de su accionar, más allá de pensarlas como operaciones o procesos mentales opuestos a la razón.

Marco metodológico

Esta investigación es de corte cualitativo con enfoque narrativo, en la medida que busca comprender la manera cómo viven y narran las experiencias los sujetos. Como enfoque metodológico, la investigación narrativa analiza las diferentes pautas y formas que tienen los sujetos de otorgar sentido a su experiencia a partir de la descripción y el análisis de datos biográficos. Se centra en la trama narrativa, las secuencias temporales y los personajes que constituyen la narrativa. Su interés se orienta hacia los elementos distintivos y específicos que convierten a cada relato en único y singular para proporcionar una comprensión particular de su complejidad e idiosincrasia, en donde la validez está dada por la coherencia interna de la narrativa. El trabajo del investigador consiste en configurar los elementos narrativos, y unificar y dar significado a los datos, guardando especial cuidado en expresar de “modo auténtico” la experiencia de los sujetos, sin manipular su voz (Bolívar, 2012).

Participantes

Para esta investigación se entrevistaron siete mujeres líderes comunales del departamento del Chocó en Colombia. Una región caracterizada por el abandono estatal, la exclusión y el empobrecimiento de su población, pero también por la beligerancia de su población, en especial de sus mujeres.

Las entrevistas se realizaron en Istmina y en Andagoya, Las lideresas que acompañaron el dialogo fueron, en Istmina, Rosa (1), líder comprometida con diversos procesos comuni tarios como la casa de la mujer y con trabajo en la organización de emprendimientos labo rales de mujeres. Estefana (2), cantadora de alabaos y líder de asociaciones culturales. Lucía (3), quien trabaja organizando a las víctimas de grupos al margen de la ley para los procesos de la Unidad de víctimas y Marcela (4) la más joven de las lideresas, quien trabaja en la casa de la mujer de Istmina. En Andagoya, Julia (5) también cantadora de alabaos, Cristina (6), quien trabaja con grupos culturales y quien organiza emprendimientos relacionados con el trabajo artesanal, y Elizabeth (7), líder de varias asociaciones de emprendimiento. El corpus, en consecuencia, lo constituyen siete entrevistas-conversaciones grupales con una duración aproximada de siete horas.

La codificación de las entrevistas incluye la inicial del nombre de la lideresa, el número de la entrevista, la inicial de donde se realizó la entrevista y la(s) línea(s) de la transcripción.

Diseño de la entrevista y análisis

La entrevista fue semiestructurada y se realizó a partir dos fuentes: la teoría de los movimientos sociales y la narración (Davis, 2002) (Polletta F., 2002) y la teoría de movimientos sociales y emociones (Jasper, 2011; Jasper, 2014), desde allí se identificaron algunos campos temáticos y categorías previas que sirvieron de guía orientadora de los diálogos. Estos fueron: historia personal, inicio en los movimientos sociales, motivaciones, sentidos de liderazgo y proyecciones en el futuro. A partir de las respuestas a estas temáticas, se analizaron las emociones. Los otros ejes temáticos hacen parte de una investigación mayor sobre movimientos sociales y narrativas de resistencia de mujeres afrodescendientes chocoanas. Por cuestiones de espacio, en este artículo solo se presentan aspectos de las historias personales y las emociones.

Una vez aplicada la entrevista a las lideresas en el Chocó, estas se analizaron a partir de dos tipos de codificaciones, siguiendo los presupuestos de Carspecken (1996, pp. 146-148). En el primero se realizaron las transcripciones y se introdujeron en una matriz de análisis en la que se tuvo un primer acercamiento a los contenidos a partir de la transcripción y la identificación y agrupación de temáticas de acuerdo a los ejes establecidos en la entrevista, a este proceso se denominó codificación baja. En la segunda, con base en las agrupaciones temáticas, se identificaron las emociones implicadas en la acción social y se analizaron a la luz de la teoría, este proceso se denominó codificación alta.

Resultados

Dado que más que constructos teóricos importan los sujetos, consideramos que antes que comenzar a aislar, clasificar y analizar emociones, es importante conocer quiénes son los sujetos que experimentan estas emociones, lo que lleva a comprender mejor el porqué de dichas emociones y el porqué de la elección del enfoque narrativo. De manera que los hallazgos de la investigación inician por una contextualización espacial y personal de las entrevistadas, y solo entonces se pasa a analizar las emociones.

Contexto

En este apartado me referiré al contexto sociocultural y a la historia de vida de las participantes. Las referencias se hacen únicamente a partir de la información proporcionada en los relatos, es decir, son reflejo de la manera cómo las lideresas perciben la región del Chocó, en particular Istmina y Andagoya, donde se realizaron las entrevistas.

De la región

Chocó históricamente ha basado su economía en la extracción de oro. Los hombres mayoritariamente se dedican a esta actividad y las mujeres a las labores domésticas y la crianza de los hijos, aunque es importante aclarar que estas también trabajan en las minas. Andagoya e Istmina constituyen polos de desarrollo económico y cultural de la región. Con los años, la actividad minera perdió mucha fuerza por el ingreso de las grandes compañías nacionales e internacionales y por la presencia de grupos paramilitares que han expulsado a los pequeños mineros y generado todo tipo de violencias. La casi exclusiva dedicación a la minería impidió el desarrollo industrial del Chocó y una vez terminado el auge minero el desempleo se convirtió en la constante. De allí que sus habitantes tuvieron que emigrar en busca de mejores oportunidades. Caminar hoy por las calles imponentes de Andagoya, es casi caminar por un pueblo fantasma. Poco queda de su antiguo pasado glorioso, más allá de su espectacular teatro y de sus fiestas patronales, que dicho sea de paso abundan en todo el Chocó como herencia colonial. El turismo, la venta de artesanías y la pequeña oferta gastronómica constituyen hoy la fuente de ingresos de la mayoría de la población. Tal como lo resume Julia:

(1) Pues aquí la vida de las mujeres es muy difícil, aquí no tenemos empresa, aquí no hay alguna fábrica. La que sabe hacer su comida, la que sabe lavar su ropita, esos son los trabajos, porque aquí no hay una fuente de empleo, aquí no hay como trabajar [...] aquí la compañía se acabó, así que se acabó todo, aquí SOBREVIVE la gente ¿sí? (J5A, 210-213, 217-218).

Unido al abandono estatal, el empobrecimiento y la falta de oportunidades, el Chocó está atado a la “politiquería” de sus representantes. La compra de votos, el clientelismo y la corrupción son prácticas generalizadas. Los recursos destinados a la región con frecuencia son desviados o malgastados. La inversión social se ve afectada por esta práctica y los apoyos a las comunidades nunca llegan, excepto que se pertenezca a los grupos políticos, como lo señala Cristina: “acá nunca se le pregunta a la gente ¿usted qué sabe hacer? Sino ¿con quién voto?” (CA6, 269-270) y como reitera Rosa: “Aquí lo único es la corrupción ¿por qué? Porque es que resulta que el alcalde que llega acá, no llega por méritos, primero la Registraduría y segundo el dinero” (RI1, 676-677).

Sin embargo, las lideresas son claras al resaltar que el empobrecimiento en el que el Estado y sus políticos han sumido al Chocó, se contradice con la belleza y la riqueza natural y el potencial de sus gentes; las lideresas no dudan en resaltar que la imagen que se tiene fuera del Chocó, es más del efecto de una representación que la realidad misma:

¡Qué emoción!, ¡qué es toda esta belleza que tenemos! y ¡cómo es que dicen que el Chocó es pobre! ¡Dios mío!, si el departamento más rico que tenemos en Colombia es el Chocó, empezando por la biodiversidad que tiene; que a los chocoanos nos han sembrado esa, esa mezquindad de decir que somos pobres, ¡los chocoanos no somos pobres! (04) que la gente se ha comido el cuento de esa pobreza es otra cosa, pero la pobreza es mental, como decía una compañera, la pobreza es mental, más no natural, nosotros tenemos mucho (RI1:843-851).

Sin embargo, se trata de pueblos que una y otra vez se sobreponen a su destino, pueblos en los que la lucha de sus habitantes por un futuro mejor es la constante. Pueblos que han sabido superar las adversidades con el trabajo comunitario y un fuerte espíritu de solidari dad y unión. Lugares donde el hambre se mitiga a través del pan compartido, no solo con la familia, sino con el vecino, el amigo o incluso el forastero. Como lo señala Julia:

(3)Aquí SOBREVIVE la gente, ¿sí? Porque todos somos humanitarios, si en su casa no hay una libra de arroz, usted, está su vecina, su vecina se la regala. Aquí no somos pues que, que el otro no tengo, quéjese, aquí no se deja morir de hambre a nadie. Viene una persona de otra parte y aquí se le da abrigo, se le sustenta la persona.” (JA5, 218-221)

Pueblos en los que el sentido de familia está muy arraigado y donde prevalece la familia extendida en la que siempre hay lugar para uno más y se comparte lo que se posee. Como reitera Elizabeth:

(4) Nosotros, nosotros los negros somos muy, o sea vivimos en un entorno muy fami liar, nos gusta vivir en familia, y por lo general, la familia somos generosos, nos gusta compartir. Usted va a una casa de una familia negra encuentra el abuelo, la abuela, el tío los sobrinos, los primos. (EA7, 172-175)

De las lideresas

Para iniciar la descripción de las lideresas, retomo un fragmento del relato de Rosa, que encierra la historia de las mujeres entrevistadas: “Yo soy de Andagoya, o sea, nacida en Novita y criada en Andagoya, y me fui para Medellín cuando terminé mis estudios” (RI1, 13-16). Una de las características de las lideresas entrevistadas es su movilización a distintos lugares del departamento o hacia capitales cercanas como Medellín o Cali en busca de mejores oportunidades. Como narra poéticamente Cristina:

(5) Nací aquí en Andagoya, un pueblo de casas y calles pequeñitas, mirando como su gente era sincera y feliz, con el trascurrir del tiempo yo iba creciendo, pero mi pueblo iba muriendo, así como se va el sol”, Con mucha tristeza en el alma, viajé para otras partes.” (CA4,254-258).

Esta movilización temprana se entiende en las prácticas de crianza de las mujeres afro- descendientes en las que la familia extendida juega un papel fundamental y en el que las abuelas o las tías pueden asumir la crianza de sus nietos o sobrinos, integrándolos a sus nú cleos familiares sin ningún problema. También es producto de una historia de movilización de los chocoanos a lo largo de la historia en busca de mejores oportunidades, de modo que es frecuente que todo chocoano tenga un familiar en cualquiera de las capitales del país o en municipios más desarrollados. Sin embargo, en estas movilizaciones también es frecuente la salida temprana y el regreso a los lugares de origen. Se sale, se estudia, se trabaja, pero tarde o temprano se regresa al lugar de origen. Y es allí justamente en ese regreso cuando se inician muchos de los liderazgos a partir de las experiencias y los aprendizajes de esos viajes.

En términos generales, las lideresas entrevistadas cuentan con estudios de bachillerato, al gunas sin terminar, solo una es contadora y otra tiene estudios normalistas, pero todas resaltan la importancia de la formación para el desarrollo personal y de sus comunidades. Como es el caso de Estefana, una mujer que se casó a los 13 años y quien por este motivo no pudo continuar sus estudios, pero quien muy pronto los reinició, a pesar de las prohibiciones de su esposo:

(6) Cuando cumplí los catorce ya estaba embarazada y ya estaba con el bebé entre los brazos [...]. Conseguí un esposo que si iba salir aquí a la esquina tenía que pedir permi so [...]. Me tocaba validar la primaria y un día le dije a mi esposo, ya mis hijos grandeci- tos ya, que yo iba a validar el bachillerato, que no, que eso mejor dicho que ni por nada, le dije yo: por encima de usted lo voy a hacer .” (EsI2,117- 118, 120-121, 125-128)

A pesar de que la mayoría no tiene estudios profesionales, “capacitación” es una palabra recurrente en sus relatos. Sus trayectorias están marcadas por constantes procesos de for mación, en algunas ocasiones, ofrecidos por el gobierno en programas de emprendimiento a través del Sena y en otros, por organizaciones no gubernamentales, pero también capa citaciones de diferentes organizaciones de mujeres o entre grupos pequeños de vecinas y amigas. La idea es siempre aprender y a través del compartir conocimiento generar lazos comunitarios. Como lo señala Elizabeth, al referirse a su hermana, fundadora del grupo ASOMUCAFE (Asociación de Mujeres Cabeza de Familia y Emprendedoras de Andagoya):

(7) A mi hermana se le dio la idea de que quería que otras mujeres aprendieran y em pezó a invitar a invitar [.]. Lo que ella quería era un intercambio de conocimiento ¿ya? [.] pero si todas nos unimos la una le enseña a la otra y montamos un taller, es diferente.” (EA7, 286-287, 290, 298-299).

La mayoría de las lideresas son madres cabeza de familia. Mujeres que han sacado ade lante a sus hijos, quienes, a diferencia de ellas, han podido alcanzar una mejor educación, aunque el futuro para ellos sigue siendo incierto con las pocas posibilidades de trabajo en el departamento. Contrasta la imagen de la mujer entre las entrevistadas y la realidad de otras mujeres que ellas narran. Por un lado, las lideresas entrevistadas son eso, líderes, mujeres emprendedoras, trabajadoras, con ganas de aprender, conocer viajar y transformar el mun do, frente a esas otras mujeres que se acostumbraron y que fueron criadas para que fuera el hombre el que trabajara y ellas dedicadas al hogar, con las prácticas machistas que esto puede acarrear. Como lo manifiesta Lucía:

(8) Que hace uno con una mujer cabeza de familia que, que no hizo siquiera segundo de escuela; esas son las que más humillan. Esas son todas esas cosas, que de pronto digo yo que porque mantienen una autoestima muy humilde; porque a ellas las cria ron con ese, con ese son de que las mujeres deben vivir bajo la costilla del hombre. O sea, tú naciste solo para parir y criar hijos, tú no naciste para nada más”. (LI3, 458-464)

Emociones

Para la presentación de resultados de este apartado, se retoma la clasificación de las emociones realizada por Kemper (1978) y se complementan con los postulados de Jasper (2011, 2014).

El trabajo comunitario es un manantial de emociones. Emociones negativas que difi cultan la acción producto del cansancio y la falta de resultados; emociones positivas pro ducto de la obtención de logros, el agradecimiento de las personas y el reconocimiento de la riqueza de los valores culturales y secuencias de emociones, que incluyen sentimientos negativos que se convierten en positivos y movilizan de la acción, especialmente relaciona dos con emociones de tipo moral.

Emociones positivas

Las emociones positivas más frecuentes son la esperanza, el entusiasmo, la solidaridad o el orgullo. La esperanza del cambio está presente en las mujeres entrevistadas, esperanza de que finalmente los políticos entiendan la importancia de sus reivindicaciones y la necesidad de realizar mayor inversión social. Rosa lo narra de esta manera al referirse a la imposibilidad de apoyo de la administración para tener un lote para poder construir la Oficina de la mujer en Istmina, con apoyo de recursos que ya habían sido asignados desde Bogotá:

(9) Ese proyecto gusto mucho en Bogotá y todos los días me llamaban: “rosita ya con siguieron el lote” y ahora sí nosotras nos hacemos con esos alcaldes, busque un lote en Istminaen el año 98 [...] nunca encontramos quién nos diera razón, por allá la defensa civil nos mandó, yo fui hasta Quibdó a donde el señor del cuerpo de bomberos, defen sa civil, que también tiene un poco de tierras por acá, dijo que eso era con los de acá, los de acá nos decían que era con los de allá, y ya uno se cansa, ya uno se cansa de esa peloteadera, o sea que en conclusión perdimos esa oportunidad porque no se pudo. ya nosotras nos quedamos como con ese sinsabor y esa cosa, y ya la verdad le baja mos el esfuerzo, no volvimos a escribir y no volvimos a hacer nada hasta hoy. Entonces como allí en esos días tenía, tuve una reunión donde de eso del proceso de paz, donde yo les decía, allá nos pusieron a hablar a los líderes, entonces yo les decía que yo to davía no perdía las esperanzas, más o menos les resumí la historia de la Oficina, de la Casa de la mujer, que hoy día Istmina hubiera sido un pionero, un ejemplo, donde sus mujeres tuvieran otra calidad de vida. (RI1, 492-494, 498-510).

El relato de Rosa, además de resaltar la impotencia frente al accionar político y la fatiga de los procesos, muestra la perseverancia de las mujeres y el sentimiento de esperanza que perma nece siempre tras los constantes fracasos. Fracasos que, sin embargo, no minan el entusiasmo de las mujeres, sobre todo, cuando se inicia un nuevo proyecto, como la relata Elizabeth:

(10 )Ahora mismo estamos recibiendo una capacitación del SENA para trabajar con recursos maderables por un año y si usted viera el entusiasmo, el entusiasmo de to das; las ganas:: es de todas, nadie quiere quedarse =

= el compromiso. (CA6, 371)

lo que vamos a hacer, nadie quiere quedarse, todas quieren aprender, todas quieren liderar, porque hoy estoy yo, mañana está cualquiera de las otras, porque todas estamos capacitadas, como para hacer la representación legal del grupo. (EA7 367-369, 373-375)

En este fragmento de relato, además del contenido referente al tema, durante la entre vista se evidencia la alegría con la que habla el grupo de mujeres de ASOMUCAFE, tanto así que otra líder la interrumpe para ratificar y complementar su discurso, señalando el com promiso de todas con la asociación.

La alegría también es una emoción que experimentan las lideresas, en general, pro ducto de la satisfacción de la labor, de compartir solidaria y desinteresadamente y de crear comunidad. Así lo narra Estefana:

(11) Uno no puede ser egoísta, el egoísmo, uno no puede ser egocentrista, lo que yo sé lo debo compartir con mis compañeras, de igual manera yo espero que lo que ellas sa ben compartamos, para estar como más compenetradas con la sociedad, con el mun do, con la niñez. Mire que yo antes era feliz, por ejemplo, en la catequesis, un poco de peladitos vamos a cantar, cantar, cantar, como ayer domingo la catequesis, pero ya los muchachos... y uno también como que se duerme, eh por ejemplo lo que es bordados, esas cosas así “vea usted esta ... venga yo le enseño” a bordar o a coser. (Esl2, 214-222).

Las emociones positivas de quienes trabajan con el arte se relacionan con el orgullo a partir del reconocimiento de la riqueza de la tradición cultural del Chocó y sus mujeres y de la posibilidad de darlos a conocer en otras regiones del país o incluso internacionalmente, como lo expresa Julia:

(12) Pues a mí, mi vida ha sido como una historia, porque a pesar que yo no estu dié, a pesar que yo no estudié, he estado representando en muchas partes, de aquí de Andagoya, de aquí, del grupo alabaos fuimos a representarlo a Estados Unidos, en culturas, fuimos dos compañeras, a representar, a cantar alabados, a mostrar las yer bas que curan, a mostrar cómo se lava el oro ¡sin contaminación!, todos esos talleres que hicimos allá [.] entonces para mí ha sido un orgullo conocer tantas partes que me han llevado, nos han llevado a nosotras, a representar a Andagoya, a representar a Colombia, a demostrar lo que ellos no saben, preguntando: ¿qué es la cultura?, ¿qué es nuestros ancestros?, ¿qué nos dejaron nuestros abuelos?, esos que nosotros no po demos dejar morir. (JA4, 143-148, 153-158).

Emociones negativas

Las emociones negativas son, en general, el cansancio, el agotamiento, la decepción, la impotencia y, como consecuencia de estos, la ira, el dolor o el desespero. El cansancio y el agotamiento son producto de la poca efectividad que las mujeres encuentran en su accionar, en parte por desidia del Estado y los políticos regionales, pero también y fundamentalmente, como ellas lo señalan, por la actitud de las mujeres participantes de los grupos, quienes buscan inmediatez en los procesos, que, sin embargo, casi siempre son de largo alcance y cuyos resultados, la mayor de las partes de las veces, no se logra. También es frecuente el sentimiento de impotencia ante la imposibilidad de cambio, que genera ira y desespero. Esta secuencia de emociones, la relata Rosa:

(13) Entonces por eso es que a nosotras nos duele, nos da tristeza que realmente no sotras somos mujeres económicamente pobres, pero económicamente, a mí yo man tengo esa impotencia de no poder hacer lo que quiero, hacer por las otras y por los otros, pero no pierdo la esperanza, pero yo digo, algún día llegará el redentor, porque todo no puede ser así, a mí me da mucha tristeza . (RA1, 320-325)

En los movimientos la sensación de que no pasa nada es frecuente. Las mujeres se can san y se agotan de ver que, en apariencia o realmente, no pasa nada; esta es la causa de abandono de la mayoría de las integrantes de los movimientos, como lo narra Rosa:

(14) Imagínese allá no pasa nada, ni en la mesa departamental, ella tuvo la oportunidad de estar en esa mesa de aquí, de víctimas, la departamental y me dice: “mamá no pasa nada, ni en la departamental, ni en la municipal, con este Estado no pasa nada con las víctimas y mucho menos con las mujeres, deje de estarse desgastando”. Yo le dije: sí mija. Mi hija renunció a todo esto y se fue para Cali y mi hija: “yo sí me voy de aquí, porque yo no aguanto más este estrés con esta gente, que uno quiere dar, quiere apoyar y a uno lo miran como un bicho feo por el hecho de que quiere aportar algo por su comunidad, por su sociedad; mami si usted quiere se queda, pero yo me voy. (RA1, 594-607).

Las emociones negativas son entonces, por una parte, generadoras de acción social, pero, por otra, también son factores que la dificultan e incluso que la detienen.

Secuencias de emociones

Las emociones negativas pueden transformarse en positivos al convertirse en motores de acción. El sentimiento de abandono, desprotección, ira o tristeza impulsa a las lideresas a emprender acciones, a generar posibilidades de cambio. Así lo expresa Lucía, al referirse al machismo:

(15) [las mujeres] se dejan subyugar y sobre todo y sobre todo son los problemas in- trafamiliares. Eso da tristeza de ver, que una se entera que profesionales que se dejan pisotear por los esposos, golpear, maltratar, insultar y entonces como que, a mí:::, me va llegando a mí::: [realiza gestos de ira y fuerza]. (LI4 390-393, 395-396).

Como ya se mencionó, las emociones son parte fundamental de la motivación para la organización social. El dolor por la pérdida de las tradiciones culturales, también es un ins pirador de la acción, como lo señala Estefana:

(16) (...) vino buscándome a mí, digo yo “profe pues usted llegó donde me duele, porque esto hay que rescatarlo, cuente conmigo y vamos a armar un grupo. (Esl2, 567-569).

Los sentimientos de desprotección y abandono, además de motivar a las mujeres a en contrar salidas a la pobreza o el desempleo, también son motores para iniciar nuevos apren dizajes que les otorguen mayores herramientas para realizar emprendimientos y gestionar mejor las organizaciones, como lo resalta Rosa:

(17) Por eso, porque ellas se sienten desprotegidas, nadie les para bolas, no pasa nada, ¡ay!, me decía una compañera “Rosa, montemos una microempresa y traigamos a las mujeres”. En ese proceso es que estamos, yo el año pasado pensé en eso, incluso por eso fui, allá aprendí unas cositas de artesanía, eh . me:: estoy recibiendo asesoría de gestión y gobernalidad [.]. Yo ya después me puse a pensar, bueno, con esta rabia, esta impotencia que tengo, que no pasa nada con esa alcandía, yo me voy a ir a capa citar, y así fue que el año pasado me fui . (RI1, 781-786, 793-795).

Discusión y conclusiones

Los hallazgos de este estudio permiten evidenciar que los objetivos se cumplieron. A través del análisis de los ejes temáticos propuestos en los diálogos fue posible conocer los sujetos de la acción social y comprender las emociones que experimentan las lideresas en relación con su participación en los distintos movimientos sociales a los que pertenecen.

La raza, como construcción social, cultural e histórica tiene un significado poderoso en la sociedad. Ser “negro”, como identidad racial y “convertirse en negro” como identidad po lítica supone formas diferentes de actuar y ‘experienciar'. Cuando los sujetos construyen, se apropian, negocian y forman sus identidades raciales viven una agencia y resistencia políti ca. Conocer la manera cómo narran sus experiencias y conocimientos aquellas personas tra dicionalmente silenciadas por la mayoría o por el poder hegemónico puede constituirse en una herramienta poderosa para que otros individuos marginalizados desarrollen su propia resistencia, pues como escribió Zapata Olivella (1997):

Mientras no nos pensemos a nosotros mismos como conciencias lúcidas indepen dientes y opuestas al colonizador, el color de nuestra piel, el sentido de nuestras ac ciones y la filosofía de nuestras luchas girarán y girarán en el sempiterno retorno de la esclavitud. (pp. 351-352).

Conocer las historias personales de las lideresas chocoanas contribuyó a “ponerle carne” a las emociones, que no surgen en abstracto sino en los cuerpos de sujetos con historias per sonales y socioculturales, que además explican algunas causas de la acción social. El Choco es una de las regiones más empobrecidas del país a causa del abandono estatal y la malver sación de fondos de los políticos de la región.

El desempleo es allí la constante, por lo que la mayoría de los habitantes tiene que abandonar rápidamente sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades labora les y educativas a centros capitales como Medellín o Cali. Unido al desempleo, el machismo es otro de los flagelos que deben afrontan las mujeres en el Chocó.

Sin embargo, el Chocó es también un lugar que vive permanentemente el sentido de comunidad, donde la familia constituye un pilar fundamental y donde la solidaridad es un valor que se cultiva a diario.

Las lideresas son mujeres luchadoras y emprendedoras; en general, con pocos estudios, pero con muchos deseos de aprender y capacitarse; madres cabeza de familia, orgullosas de su identidad étnica que ven en los movimientos sociales una oportunidad para ganar y reforzar su autonomía como mujeres y en términos económicos y una oportunidad para rescatar las tradiciones ancestrales.

Los movimientos sociales son un manantial de emociones, algunas positivas, otras ne gativas y otras mixtas o, como las denomina Jasper, secuencias de emociones (2014). El aná lisis de las narrativas de las lideresas permitió identificar emociones negativas relacionadas con dos aspectos: uno externo y otro interno de los movimientos; por un lado, ira, impoten cia, tristeza, dolor y malestar frente a la situación de empobrecimiento de una región rica en biodiversidad y recursos y frente al machismo y, por otro, cansancio, estrés, desánimo y desespero de ver que los movimientos no avanzan, que se trabaja fuertemente para lograr algo sin obtener ningún resultado, lo que hace que muchas de las mujeres que ingresan a los movimientos terminen por abandonarlos.

Las emociones positivas se relacionan, en general, con la esperanza y el optimismo por un futuro mejor y un cambio inminente y con el orgullo por la filiación étnica, anclada a las tradiciones africanas.

Las secuencias de emociones incluyen la ira que se transforma en optimismo; el can sancio que conduce a la alegría de aprender y capacitarse y que fortalece nuevos inicios o la impotencia frente a las inequidades de género que lleva a la alegría del empoderamiento. De manera que las emociones favorecen, pero también constriñen la acción social.

En términos generales, las emociones identificadas en las lideresas chocoanas se corres ponden con las encontradas en otras investigaciones de movimientos sociales en el ámbito internacional, sin embargo, dada la escasez de estudios del tema en Colombia, los hallazgos constituyen una fuente de conocimiento local.

En lo particular, resalta en las lideresas chocoanas las emociones relacionadas con la alegría de compartir, de crear lazos de solidaridad y amistad entre las mujeres de los gru pos, que refuerzan de manera natural el arraigado sentido de comunidad que se da en la población chocoana.

Resalta, también, al tratarse, en algunos casos, de lideresas culturales, las emociones relacionadas con el orgullo por las raíces ancestrales africanas, que de manera constante han sido atacadas por la población blanca y mestiza lo que ha creado la necesidad de una constante reafirmación y revalorización e incluso, en algunos casos, el descubrimiento de esas tradiciones.

Por último, resalta la manera cómo emociones negativas como la decepción o la frus tración ante los pocos resultados de los movimientos, se convierten en deseos constantes de aprender que generan alegría, optimismo y esperanza para seguir adelante.

De esta manera, se concluye, también, que los estudios de narrativas constituyen una herramienta teórica y metodológica crucial para entender las tensiones entre las estructuras y la agencia y las dinámicas relaciones de poder insertas en ellas.

Son igualmente una herramienta poderosa para comprender los procesos culturales que trazan el accionar individual y colectivo, lo simbólico y lo expresivo, el significado moral de la vida diaria, las interacciones y las emociones sirven, en últimas, para ayudar a com prender lo que Anthony Giddens (1994) denomina “las políticas de la vida”, políticas que se relacionan con temas que fluyen en contextos cotidianos, más allá del ámbito de la política tradicional, pero que impactan la vida de los sujetos y sus comunidades.

Referencias bibliográficas

Archila, M. 2006. Los movimientos sociales y las paradojas de la democracia en Colom bia. Controversia, 186, 10-32. Obtenido de http://biblioteca.clacso.edu.ar/Colombia/cinep/20100925121121/movimientossocialesControversia186.pdfLinks ]

Bolívar, A. 2012. Metodología de la investigación biográfico-narrativa: recogida y análisis de datos. En M. Passeggi , & M. Abrahao, Dimensoes epistemológicas e metodológicas da investigado (auto)biográfica (Vol. II, págs. 79-109). Pontificia Universidad Católica Rio Grande do Sul. [ Links ]

Carspecken, P. 1996. Critical ethnography in educational research. A theoretical and practical guide. Routled. [ Links ]

Castells, M. 2012. Networks of outrage and hope. Polity. [ Links ]

Davis, J. 2002. Stories of change. Narrative and social movements. State University of New York Press. [ Links ]

Ewick, P., & Silbey, S.S. 1995. Subversive stories and hegemonic tales: Toward a sociology of narrative. Law and Society Review, 197-226. [ Links ]

Foucault, M. 1990. La vida de los hombres infames. Altamira. [ Links ]

García, J. 2020. Educación y resistencia: la creación de un campo epistémico por la intelec tualidad afrocolombiana. Revista CS(30), 17-45. doi:10.18046/recs.i30.3843 [ Links ]

Giddens, A. 1994. Modernidad e identidad del yo. Ediciones península. [ Links ]

Jasper, J. 1998. The emotions of protest: Affective and reactive emotions in and around so cial movements. Sociological Forum, 13, 397-424. [ Links ]

Jasper, J. 2011. Emotions and social movements: Twenty years of theory and research. Annu al Review of Sociology, 37, 285-303. doi: 10.1146/annurev-soc-081309-150015 [ Links ]

Jasper, J. 2014. Construction indignation: anger dynamics in protest movements. Emotion review, 3(6), 2008-2013. doi:10.1177/1754073914522863 [ Links ]

Kemper, T. D. 1978. A social interactional theory of emotions. John Wiley. [ Links ]

Lamus Canavate, D. (diciembre de 2008). El lugar político de las mujeres en el movimiento negro/afrocolombiano. Reflexión Política, 10(20), 236-257. https://www.redalyc.org/pdf/110/11002018.pdfLinks ]

Maines, D. 1993. Narrative's Moment and Sociology's Phenomena: Toward a Narrative Sociology. The Sociological Quarterly, 1(34), 17-38. Obtenido de http://www.jstor.org/stable/4121556Links ]

Mitchell, W. 1981. On narrative. University of Chicago Press. [ Links ]

Owens, L. 2009. Cracking under pressure. Amsterdam University Press. [ Links ]

Polletta, F. 2002. Plotting protest. Mobilizing stories . En J. Davis, Stories of change. Narrative and social movements (págs. 31-52). State University of New York Press. [ Links ]

Polletta, F. 2006. It was Like a fever: Storytelling in protest and politics. University of Chicago Press. [ Links ]

Polletta, F., Chen, P., Gharrity Gardner, B., & Motes, A. 2011. The Sociology of storytelling. Annual Review of Sociology, 37, 109-130. [ Links ]

Quijano-Mejía, C., Linares García, J., & Barrios Rodríguez, F. M. 2020. Las emociones en la resistencia y la defensa del territorio en Guamocó (Colombia). El Ágora USB, 20(2), 73-87. doi:10.21500/16578031.5131 [ Links ]

Steinmetz, G. 1992. Reflections on the role of social narratives in working-class formation: Narrative theory in the social sciences. Social Science History, 16(3), 489-516. [ Links ]

Williamson, E. 2011. The magic of multiple emotions. Sociological Forum, 26, 45-70. [ Links ]

Wood, E. J. 2003. Insurgent collective action and civil war in El Salvador. Cambridge University Press. [ Links ]

Young, M. 2001. A Revolution of the Soul: Transformative Experiences and Immediate Abo lition. En J. Goodwin, J. Jasper, & F Polletta, Passionate Politics (pp. 99-114). University of Chicago Press. [ Links ]

Zapata Olivella, M. 1997. La rebelión de los genes. El mestizaje americano en la sociedad futura. Altamir Ediciones. [ Links ]

1Artículo resultado de investigación del proyecto con código Código: GI-FR-021, adscrito al Centro de Investigaciones y Desarrollo Científico de la Universidad Distrital, Francisco José de Caldas.

Recibido: 01 de Abril de 2021; Revisado: 01 de Mayo de 2021; Aprobado: 01 de Septiembre de 2021

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons