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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

versão impressa ISSN 1657-8953versão On-line ISSN 2619-189X

Civilizar v.10 n.19 Bogotá jul./dez. 2010

 


Carta del Director

Ignacio Restrepo Abondano

Hace unas semanas pudimos observar una coincidencia interesante. En su discurso ante el, Congreso Americano, para presentar el" Estado de la Unión", el Presidente Barak Obama se refirió insistentemente al asunto de la educación como política crucial para mantener el predominio internacional de los Estados Unidos de América.

Entre los temas abordados estuvo la innovación científica, fruto de la investigación, la tecnología, el I+D como fórmula indispensable de competitividad y en el fondo de todo, la necesidad de la inversión en educación al considerar los esfuerzos que en esta materia hacen actualmente países como la India, la China y otras potencias emergentes.

A la misma hora, por otro canal de televisión, un reportero de la cadena interrogaba al versado periodista argentino Andrés Oppenheimer sobre el contenido de su último libro "Basta de Historias". Y con el agradable estilo que le es propio, Oppenheimer daba un repaso al contenido de su libro sobre las experiencias de países que se han propuesto privilegiar a la educación sobre otras variables, como forma de conseguir el desarrollo.

Fue interesantísimo entender cómo, Finlandia, hoy potencia tecnológica en materia de comunicaciones -Nokia- y hace pocos años país agrícola y exportador de materias primas, como cualquier país latinoamericano, se encuentra entre las naciones más desarrolladas en competitividad, en democracia y con el mayor número de investigadores científicos per cápita. Según afirmación de Oppenheimer "si hubiera una copa mundial de progreso económico y social, los finlandeses la ganarían". Pero sucede que algún día, no hace mucho Finlandia se propuso poner la educación como prioridad política, aún por sobre el desarrollo económico. Solamente un dato: entrar a estudiar la carrera docente, es de los logros más difíciles para cualquier estudiante; solamente 1 de cada 10 aspirantes logra ingresar. Sus estudios son gratuitos y además reciben una beca del Estado. Y una vez graduados y evaluados con rigor, son personas que reciben una remuneración en nada inferior a la de cualquier alto ejecutivo de empresa y mantienen un estatus social muy elevado. Esa alta preparación de los maestros no sólo ha conducido a niveles extraordinarios la educación de los jóvenes en Finlandia, sino que ha revertido en innovación, en la era de la información, en la economía del conocimiento y en el misterio de la "era conceptual".

Habló también Oppenheimer del caso de Singapur, en donde la educación es la obsesión nacional y lo que le ha permitido pasar del Tercer al Primer mundo en 40 años. En esa época Singapur tenía un alto nivel de analfabetismo. Hoy prácticamente todos los jóvenes entran en algún tipo de institución y Singapur ocupa el primer puesto en los exámenes internacionales de TIMSS destinados a evaluar los niveles de ciencias y matemáticas, prueba en los que prácticamente no se atreve a participar casi ningún país latinoamericano.

La Universidad Nacional de Singapur ocupa el lugar número 30 entre las mejores universidades del mundo, de acuerdo con el suplemento de Educación Superior del Times de Londres. Y bien sabemos que ninguna universidad latinoamericana se asoma por esos lugares. La UNAM de México aparece en el lugar 150 dentro del mismo catálogo.

Pero hay otra cosa: Singapur ha importado las mejores universidades del mundo: allí están las universidades de Chicago, la de Nueva York y las titulaciones conjuntas con otras grandes universidades son numerosas.

Cuenta Oppenheimer que el rector de la Universidad de Singapur le dijo: "Singapur no tiene recursos naturales, de manera que no podemos sobrevivir si no explotamos nuestro potencial humano". Y hoy Singapur exporta alta tecnología por valor de U$ 235.000 millones.

Cita Oppenheimer el ejemplo de India, que ya es bien notorio "como nueva superpotencia mundial", lo mismo que el caso de Korea y de la China. Esta última también abrió sus puertas a las universidades extranjeras y la cantidad de chinos que van a estudiar a países avanzados es enorme, y además como en Finlandia y en Singapur, la educación se ha convertido en una obsesión.

La conclusión es clara: Latinoamérica está a años luz de los países avanzados y emergentes en materia de educación. La nuestra es algo menos que mediocre, la figuración en exámenes internacionales es deprimente y en el ranking universitario no aparecemos por parte alguna. Mientras no tomemos en serio el desarrollo y la disciplina educativa, seguiremos debatiéndonos en contradicciones incontables.

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