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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

Print version ISSN 1657-8953

Civilizar vol.14 no.26 Bogotá Jan./June 2014

 


Carta del director

Ignacio Restrepo Abondano



Con ocasión del debate electoral, a lo largo de estos últimos meses, se ha suscitado de nuevo el problema de la educación nacional. Y desde nuestro punto de observación, le damos a la bienvenida a dicho debate. Desafortunadamente, los debates sobre políticas públicas en Colombia, sufren todos de ataques epilépticos, en el sentido de que a lo largo de los años duermen tranquilos sin que nadie se ocupe de ellos y de pronto se despiertan y hacen efervescencia.

Y uno de los ejemplos más dramáticos es, precisamente, el de la educación. Muy a comienzos de la presente administración se afirmó que la reforma de la ley 30 de 1992 no daba espera. Y en efecto se llevó un proyecto de reforma al Congreso, que ante el rechazo por un grupo de estudiantes universitarios, fue retirado de la Cámara de Representantes por órdenes expresas del Sr. Presidente. Y el asunto, al menos ante la opinión pública, quedó dormido hasta el día de hoy.

La falta de una política de Estado frente a la educación primaria y secundaria, ha constituido un desastre para Colombia. La desaparición de la enseñanza de materias sociales, la promoción automática, la media jornada, vinieron poco a poco a borrar todo lo que anteriormente se hacía con la enseñanza de la historia, de la cívica, de la geografía, de la religión. Y de jornadas dobles mañana y tarde y las pruebas frecuentes para evaluar el progreso de los alumnos nada quedó. Hoy algunos de esos errores se han enmendado, pero los daños causados en el entretanto, quedaron para siempre.

Es evidente que se necesita una reforma integral de la educación en Colombia: pre-primaria, primaria, secundaria y universitaria. Y para ello, es obvio, se necesitan grandes presupuestos, pero siendo esto básico, no es lo primordial. Algunas voces aisladas se han oído sobre la importancia de darle estatus a la profesión de la docencia y hacer de maestros y profesores, los profesionales de mayor relevo en la sociedad: qué ilusión tan admirable. Desconocer toda la cultura sindical que a lo largo de los años se ha creado en el país, en donde cualquier reforma hacia lo mejor es analizada por los sindicatos bajo la lupa de las reinvindicaciones sindicales, hacen, casi imposibles, los buenos deseos de esas voces. Y reemplazar en las universidades la política y el desorden por la ciencia, también va a tomar lustros.

Mientras tanto los niveles de la educación en Colombia van a permanecer estáticos o cuasi-estáticos y las prueba internacionales no seguirán adaptadas para nuestros niveles.

Es necesario, sí, empezar por algo. La idea de nutrir a los estudiantes no sólo, para que puedan rendir académicamente, es razonable, pues ante todo necesitamos personas normales para que puedan rendir y capacitarse para colaborar en el mejoramiento de los niveles educativos y laborales. La idea de una jornada extendida, al menos aleja a los estudiantes de la vagancia y del vicio, y promete una mejor formación de nuestra juventud.

La reforma debe ser integral y realizarla por pedacitos no parece lo más conveniente.