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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

versão impressa ISSN 1657-8953

Civilizar vol.15 no.29 Bogotá jul./dez. 2015

 


Carta del director

La paz y la educación

La paix et l'éducation

A paz e a educação

Ignacio Restrepo Abondano

Como bien se sabe, educar tiene su raíz última latina en el verbo educere, que significa "hacer salir", "sacar". Al analizar este concepto, la educación se convierte en el proceso mediante el cual se "saca" del educando -poco a poco- todo aquello que lo vuelve un ser humano digno, capaz de vivir en sociedad; por tanto, sociable, amigable, servicial, veraz, honrado, dueño de sus pasiones, en una palabra, digno en su sentido más profundo.

Es lo que los educadores serios de siempre han llamado "formación" del alumno, de la persona en sí misma. Pero para quienes la educación no tiene un hondo significado, esta es solamente instruir en matemáticas, en sociales, en lenguaje y en tantas otras materias como las que los ministerios de Educación incluyen en el pénsum de la escuela, del colegio y aún de la universidad. Nadie puede negar que la instrucción es absolutamente necesaria, pero para quien no está formado, la instrucción cae en el vacío y después por ello encontraremos los ladrones de cuello blanco, los narcotraficantes, los que difunden la pornografía, los pederastas, los hackers, los usureros, los que organizan "pirámides" y toda clase de personas indeseables que hacen invivible cualquier país.

Si buscamos aquellas sociedades modelo, de las cuales no hay muchas en el mundo, sabemos que existe una relación directa entre los niveles de educación y el sosiego, el equilibrio y en una palabra, pueblos que viven en paz.

Colombia es un país que no ha sabido vivir en paz. Si analizamos nuestra historia política luego de la guerra de independencia, hallamos, a partir de la noche septembrina, todo tipo de disensiones políticas que para la segunda mitad del 1800 se convierten en verdaderas batallas desde el Olimpo Radical y por lo menos hasta 1905. Lo que no significa que los desacuerdos no hayan continuado, hasta llegar a 1930 cuando se desata la violencia interpartidista, y luego, la violencia llevada a cabo por bandoleros, primero y después por guerrilleros de toda pelambre hasta nuestros días.

Falta, o no conocemos, quien haya hecho la historia pormenorizada de la educación en Colombia y su relación con la violencia en el país. Pero sí sabemos por muchos otros índices, la precariedad general de nuestra educación y de profesores idóneos para formar e instruir a dirigentes y más aún a clases medias e inferiores, sobre todo en el campo, cuyos habitantes son carne de cañón para los movimientos de forajidos y para las hordas que en los comienzos de la República, engrosaron los llamados "ejércitos", antes de que se profesionalizara la carrera militar en la nación. Y sabemos que si bien Jacobo Arenas era una persona instruida, 'Tiro Fijo' y la mayoría de sus secuaces -con algunas excepciones-, nunca pisaron una escuela que merezca ese nombre.

La paz, se firmen o no los acuerdos de La Habana, está muy lejos de establecerse en Colombia, mientras no tengamos bases sólidas en educación. Y si bien existe algún conocimiento sobre la necesidad de formar, deberán pasar varios años antes de que esta convicción constituya una masa crítica en el país. Y muchos años para que la educación sea masiva en el campo y la ciudad y así tengamos un cimiento consistente para una verdadera paz.


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