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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

Print version ISSN 1657-8953On-line version ISSN 2619-189X

Civilizar vol.20 no.39 Bogotá July/Dec. 2020  Epub Oct 17, 2021

https://doi.org/10.22518/jour.ccsh/2020.2a06 

Artículos

Cartografías de la ciencia política argentina. Un análisis de sus espacios de producción/circulación*

Cartographies of Argentine political science. An analysis of its production/circulation spaces

1Doctor en ciencias sociales, magíster en estudios latinoamericanos y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina). Correo electrónico: msalatino@mendoza-conicet.gob.ar

2Doctor en estudios sociales latinoamericanos y profesor de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina). Correo electrónico: ogallardo@mendoza-conicet.gob.ar


Resumen

El presente trabajo tuvo por objetivo realizar un mapeo del estado actual de las estructuras de producción y circulación politológica en Argentina. Este tipo de análisis se inserta dentro de una serie de estudios que han analizado las formas que ha adoptado la ciencia periférica, sus estilos de producción y circuitos de publicación. Buscamos responder una sencilla pregunta que posee respuestas complejas: ¿dónde publica la ciencia política de Argentina y qué características presentan sus investigadores/as -considerando trayectorias, estrategias y perfiles- en el CONICET?

Para ello, analizamos la trayectoria de 148 investigadores/as del CONICET con el fin de comprender sus prácticas de publicación y posicionamiento en el campo científico argentino. Al mismo tiempo, examinamos el espacio de publicación de revistas de ciencia política, sus circuitos y orientaciones de circulación. Se encontró que más allá de las políticas científicas de descentralización de las actividades de ciencia y técnica, la concentración de capacidades de investigación en las zonas metropolitanas es casi absoluta. Para el caso de la ciencia política, el nodo UBA-UNSAM-UNR centraliza la mayor cantidad de investigadores/as y, por tanto, de producción politológica del país.

Palabras clave: Ciencia Política; Argentina; producción científica; revistas científicas.

Abstract

This paper aimed to map the current state of the structures of political science production and circulation in Argentina. This type of analysis is part of a series of studies that have analyzed the forms that peripheral science has adopted, its styles of production and publication circuits. We sought to answer a simple question that has complex answers: where does Argentina’s political science publish and what characteristics do its researchers present - considering trajectories, strategies, and profiles - at CONICET? To this end, we analyzed the trajectories of 148 CONICET researchers in order to understand their publication practices and positioning in the Argentinean scientific field. At the same time, we examined the publication space of political science journals, their circuits and circulation orientations.

Political Science in Argentina has a dynamic and consolidated structure. The historical trend that guided the trajectories of agents towards international spaces is contrasted with a recent trend of graduating from national universities and entering a scientific career at CONICET. Beyond the scientific policies of decentralization of science and technology activities, the concentration of research capacities in metropolitan areas is almost absolute. In the case of political science, the UBA-UNSAM-UNR node centralizes the largest number of researchers and, therefore, of political science production in the country.

Keywords: Political Science; Argentina; scientific production; scientific journals.

Introducción

Siguiendo a Wallerstein (1996), la ciencia política se instituyó en su proceso de profesionalización dentro de la tríada nomotética junto con la sociología y la economía. Es decir, fueron estas tres las disciplinas de las ciencias sociales que se orientaron a adoptar y aplicar objetos específicos y casi excluyentes. La ciencia política fue encargada, entonces, del estudio del Estado; la sociología, de la sociedad en sentido amplio, y la economía, de las estructuras y coyunturas económicas.

Dada esta distribución del estudio de lo social, la ciencia política se ha encontrado en el meollo de dar cuenta de sus especificidades teóricas, epistemológicas y metodológicas. Esta división del estudio de lo social en disciplinas y la compartimentalización de la investigación llevaron al desarrollo de institutos, centros de investigación, departamentos, facultades y asociaciones: toda una estructuración que lleva décadas en funcionamiento y que de alguna manera nos presenta el estado actual de la disciplina.

Podemos complejizar aún más esta narrativa si incorporamos el posicionamiento dependiente, subalterno y periférico de la ciencia política en América Latina, en general, y en Argentina, en particular. Como toda disciplina latinoamericana que se institucionalizó en las décadas de 1950 y 1960, el devenir de la ciencia política tuvo desarrollos concretos en relación con los posicionamientos teóricos y metodológicos en los centros del sistema académico mundial.

En este sentido, se han hecho esfuerzos significativos en relación con la búsqueda de historiar e identificar la trayectoria disciplinar de la ciencia política en América Latina y Argentina. Podemos identificar por lo menos tres claros derroteros que han tenido como objeto reflexionar sobre la ciencia política. En primer lugar, una perspectiva más institucionalista orientada a identificar las primeras escuelas y facultades, las primeras revistas científicas e incluso las carreras de grado1 y posgrado (Altman, 2005, 2012; Barrientos del Monte, 2013; D’Alessandro et al., 2015; Leiras, Abal Medina (h.), y D’Alessandro, 2005). En segundo término, una línea de interpretación que buscó analizar las corrientes teóricas adoptadas, la emergencia de publicaciones clásicas de la disciplina y las trayectorias de los agentes que permitieron darle estatus y notoriedad (Fernández, 2002; Leite, 2017; Lesgart, 2007, 2008; Madeira et al., 2019; Murmis, 2005). Por último, una perspectiva más reciente que busca historiar críticamente la ciencia política y construir una política de la ciencia política que tiene como eje el Manifiesto de Popayán, pero que se nutre de aportes de agentes y de otras disciplinas de todo el continente (Bulcourf et al., 2017; GIHCPOLAL, 2017; Rodriguez Medina, 2013; Ravecca, 2019).

En este contexto, el presente trabajo analiza las estructuras de producción y circulación de la ciencia política argentina. Es decir, los espacios institucionales, prácticas de publicación y edición de revistas que caracterizan las formas en las cuales la producción politológica es constituida. En este sentido, el artículo se vincula con una serie de estudios que han buscado complejizar el análisis de las estructuras del saber y sus estrategias de consagración (Beigel, 2014; Beigel et al., 2018; Calvo et al., 2020; Piovani, 2018; Salatino, 2018a). Buscamos responder una sencilla pregunta que posee respuestas complejas: ¿qué características presentan sus investigadores/as -considerando trayectorias, estrategias y perfiles- en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)? El camino teórico escogido nos lleva a problematizar las formas, condiciones y orientaciones que los circuitos de circulación poseen dentro de los campos científicos nacionales. Nos alejamos, así, de un análisis estrictamente bibliométrico o cienciométrico para intentar aproximarnos a un análisis del área disciplinar que la sitúe en el contexto del sistema académico mundial, el contexto sociohistórico de producción y dentro del campo científico nacional.

En 2004, Giovanni Sartori se preguntó de manera provocativa: ¿dónde va la ciencia política? Ello provocó un verdadero dinamismo disciplinar que motivó una serie de importantes estudios que analizaron la ciencia política en el siglo XXI. Consideramos que sobre estas cuestiones se ha debatido profusamente y que, incluso, se han hecho aportes significativos desde América Latina (Lesgart, 2007; Retamozo, 2009). Son menos conocidas las formas que la disciplina ha adoptado, en este caso en Argentina, en términos de producción y circulación científica. Por tanto, nos proponemos realizar un mapeo del estado actual de las estructuras de producción y circulación. ¿Cuáles son los espacios de circulación del conocimiento politológico? ¿Cuál es la infraestructura que permite la consolidación de las prácticas de publicación? ¿Cuáles son los rasgos principales de la investigación en ciencia política en el CONICET

Todos estos interrogantes serán analizados a partir del estudio de dos dimensiones del mundo científico que a menudo son parte de análisis segmentados. Nos referimos a los espacios de producción del conocimiento (instituciones, titulaciones de grado, posgrado, universidades, etcétera.) y los de circulación (revistas científicas, jornadas y congresos, bases indexadoras, entre otros). Buscamos, así, dar cuenta de las complejidades existentes en el campo científico argentino en relación con la determinación de lo que efectivamente se produce y circula nacionalmente.

Aquí analizaremos la trayectoria de 148 agentes que desempeñan sus actividades científicas en el marco del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), uno de los principales organismos científicos de la Argentina. Sin embargo, conocemos que, dada la heterogeneidad histórico-estructural, las asimetrías regionales y los espacios de institucionalización del campo científico argentino, las investigaciones científicas no solo se llevan a cabo en el marco del CONICET. La composición del campo científico nacional posee rasgos estructurados en relación con la división entre las actividades de docencia (universidades) y de investigación (CONICET) como esferas que pueden ser consideradas como independientes. No obstante, estudios recientes sostienen que la imbricación de estos espacios se ha profundizado en los últimos años, en especial, a partir del año 2003 hasta el 2015 dada la expansión del campo científico (Beigel, Gallardo y Bekerman).

Por tanto, dada la disponibilidad de información y la sistematización de los datos, trabajaremos con el universo de investigadores/as del CONICET y analizaremos sus trayectorias, estrategias y perfiles de publicación en función de su adscripción disciplinar, categoría en CONICET, cargos docentes, participación como directores/as en proyectos de investigación, publicaciones (cantidad de artículos, libros y capítulos de libros), idiomas y lugares de publicación. Por otra parte, aquí planteamos una mirada estructural que busca caracterizar las formas de producción de conocimiento politológico; por tanto, no se abordarán cuestiones vinculadas a las agendas temáticas, las disputas a nivel teórico o la composición de recientes tradiciones conceptuales.

Observaremos la estructura de la comunicación científica nacional a partir del relevamiento de las revistas de la ciencia política, las principales editoriales, los circuitos de publicación, las indexaciones y las orientaciones locales/regionales/mainstream del mundo editorial. La mirada se situará en el ámbito editorial ya que en esta ocasión no abordaremos la producción publicada por autores/as y artículos.

El trabajo se divide en tres secciones. En la primera, contextualizamos nuestra aproximación al estudio de los espacios de producción y circulación del conocimiento científico, la estructuración del sistema académico mundial y la periferialización de la ciencia latinoamericana. En segundo término, avanzamos en la caracterización del espacio de producción politológica en el CONICET, con especial interés en el análisis de los estilos de producción. Por último, nos adentramos en el estudio del espacio de circulación a partir del análisis de las publicaciones de los y las investigadores/as y la observación de las 77 revistas argentinas actualmente en actividad.

El sistema académico mundial y la necesaria reflexividad politológica desde la periferia

La reconstrucción histórica de una disciplina científica se inscribe en las condiciones de posibilidad de una reflexividad epistemológica y política que permita dar cuenta de avances y retrocesos, temas hegemónicos y subalternos, autonomías y heteronomías en relación con el contexto, entre otros aspectos. Es así como se constituyen narrativas hegemónicas que institucionalizan una mirada sobre el devenir disciplinar que invisibiliza otras formas de comprender la construcción social, en este caso, de la ciencia política. Retomando el camino planteado por Paulo Ravecca (2014; 2019), consideramos importante construir una mejor y mayor contextualización de la ciencia política dentro de las ciencias sociales latinoamericanas y de estas dentro del sistema académico mundial (SAM). El SAM se constituyó como una estructura organizadora del mundo científico en relación con la consolidación de criterios, parámetros, subjetividades y formas de legitimación orientadas por los centros de excelencia, las grandes universidades y los oligopolios editoriales que centralizaron y concentraron los instrumentos materiales y simbólicos de legitimación y acumulación de capital científico.

El mundo de la ciencia es un mundo desigual. Coexisten diversas capacidades de investigación desigualmente distribuidas por lo que, en principio, debemos situar la problemática en diferentes ámbitos. La cantidad de investigadores/as es un eje fundamental para pensar el desarrollo de investigaciones, grupos de trabajo y la consolidación de temáticas en la agenda local, regional e internacional. El contexto de este desarrollo científico se da en el seno de instituciones de educación superior e investigación (universidades, facultades, departamentos, centros de investigación, asociaciones, institutos de investigación, entre otros) que se encuentran sujetos principalmente a sus posibilidades de financiamiento. Estos dos ámbitos están insertos en dinámicas de producción y circulación de conocimiento que tienen anclajes locales, regionales y mundiales. En este sentido, cuestiones referidas a las políticas científicas, al desarrollo de infraestructura local y la autonomía en la investigación se presentan como ejes que visualizan las diferencias en capacidades de investigación.

Las críticas a la formación jerarquizada y asimétrica de la ciencia han sido formuladas tempranamente, tanto en los centros como en las periferias del sistema académico mundial. Estudios como los de Altbach (2003), Gareau (1988), Chatelin, Arvanitis, Vessuri, entre otros, demostraron tempranamente la conformación desigual de las redes científicas entre las investigadoras e investigadores del Norte y el Sur, la incidencia de las agendas de investigación de los centros en las periferias, la naturalización de normas y valores vinculada a las prácticas de ciertas comunidades científicas y el desarrollo estructural de asimetrías y desigualdades en el mundo científico, entre otras apreciaciones (Altbach, 2003; Gareau, 1988; Guédon, 2008; Shils, 1988). Estas afirmaciones casi abstractas se materializan en mecanismos que estructuran la configuración del SAM. Beigel (2016) sostiene que, con base en los recursos institucionales, diferencias disciplinares y la constitución del inglés como lingua franca de la ciencia, se formularon diferentes estrategias de consagración que impactaron desigualmente en todo el mundo. Lo interesante aquí es comprender el desarrollo del proceso de periferialización del conocimiento científico producido fuera de los circuitos de la corriente principal y en una región como América Latina con una larga tradición académica.

Todos estos estudios nos permiten contextualizar de mejor manera las tensiones circundantes a la producción y circulación de la ciencia política latinoamericana y argentina, en particular. La situacionalidad periférica de nuestra politología nos invita a considerar menos linealidades en la construcción de agendas de investigación, a sopesar las actuales reglas de la competencia científica internacional a la hora de analizar las estrategias de publicación, y a repensar las formas más locales y nacionalmente orientadas de las revistas científicas.

La ciencia política argentina tuvo su devenir en el siglo XIX, el cual estuvo anclado en las discusiones de las corrientes del pensamiento político. Fernández (2002) afirma que fue en la imbricación entre la abogacía y la filosofía donde las discusiones políticas tuvieron lugar en el campo intelectual argentino. Por tanto, es interesante cómo el desarrollo de la ciencia política como área disciplinar se ha llevado a cabo al calor de la institucionalización y profesionalización de las ciencias. Ya en las décadas de 1950 y 1960, debemos considerar el rol preponderante de dos corrientes que marcaron a fuego el devenir de los objetos de investigación: por un lado, el conductismo y, por otro, el neoinstitucionalismo. Así fue como la ciencia política latinoamericana y argentina forjaron su institucionalidad ligada principalmente a corrientes anglosajonas de pensamiento.

Siguiendo a Lesgart (2008), es interesante señalar que la disciplina tuvo como punto de inflexión y emergencia el análisis del cambio social y político del contexto de los golpes de Estado. Según la autora, la dictadura de Onganía (1966-1970) significó la diferenciación de los estudios de la disciplina -particularmente de la sociología- a partir del estudio de las interrupciones del orden democrático y sus consecuencias en las esferas de politicidad (sindicalismo, partidos políticos, parlamento, etcétera). Esta ruptura se potenció e intensificó en los setenta y ochenta cuando el Estado burocrático-autoritario, los golpes de Estado, las transiciones a la democracia y la democratización se instalaron fuertemente en la agenda de las ciencias sociales, en general, y en la ciencia política, en particular (Lesgart, 2008; Retamozo, 2009).

La disciplina ha recibido especial atención a partir de la década de 1980 con los procesos de democratización o transiciones a la democracia (en Argentina, en 1983). Sin embargo, como destaca Ravecca (2019), tuvo espacios de producción y circulación durante dictaduras que signaron los itinerarios y agendas temáticas:

El simple hecho de reconocer el “avance” de la ciencia política durante una dictadura es un gesto importante de apertura intelectual que deconstruye el prejuicio democrático-liberal (encarnado en la mayoría de los textos sobre el desarrollo de la disciplina) que desaparece tanto las contribuciones del marxismo como del pensamiento conservador en sentido fuerte. (Ravecca, 2014, p. 20)

La ciencia política como disciplina ha sido tensionada por su adopción sistemática del conductismo, el análisis institucional y de métodos cuantitativos. Sin embargo, recientemente, Calvo et al. (2020) han demostrado que estas afirmaciones no poseen actualmente -para el caso argentino- alguna consonancia empírica. Incluso, los autores encuentran una fuerte presencia de estudios cualitativos y de casos más allá de la importante formación en EE. UU. de los autores estudiados.

El panorama actual del área disciplinar es muy complejo, particularmente si buscamos determinar las características de la ciencia política como disciplina y quiénes se dedican a la investigación politológica. En especial porque el espacio de producción sobre ciencia política en la Argentina tiene una estructura heterogénea (Beigel et al., 2018), rasgo que se expresa con fuerza sobre las posibilidades de construir datos fiables del universo de agentes que lo componen. No es posible, por ejemplo, conocer el conjunto de individuos que realizan algún tipo de investigación o producción politológica en las universidades nacionales. La Argentina no tiene un sistema o base de datos unificada de antecedentes curriculares. Existe un sistema de evaluación que abarca a los y las docentes que realizan también investigación en las universidades (el Programa de Incentivos a Docentes Investigadores -PROINCE- actualmente en proceso de reforma) pero todavía no existe un padrón con todos los agentes en él incluidos.

A diferencia de otros países latinoamericanos, una parte no menor de la investigación en ciencias sociales se produce en ámbitos institucionales distintos de las universidades. El CONICET, creado en 1956 sobre la idea del CNRS francés, no es únicamente un organismo de financiamiento o de evaluación (como podrían ser el CONICYT chileno o el CNPq brasilero), sino también un espacio de conducción de la investigación. Este consejo es el principal organismo en el país que otorga becas y puestos estables de investigación de tiempo completo y, si bien se coordina con las universidades y otras instituciones científicas y tecnológicas, dispone de amplios grados de autonomía. El CONICET, además, ha afianzado, una determinada cultura evaluativa valiosa, como principal resultado de la investigación científica y la publicación indexada en el circuito mainstream.

En las universidades nacionales, por otro lado, se tiende a recompensar el prestigio de la actividad docente, la circulación local del conocimiento científico y diversas actividades que abarcan, pero exceden, la publicación indexada (Beigel y Bekerman, 2019). Tanto en el CONICET como en las universidades nacionales y en el resto de los organismos científicos y tecnológicos, existen lógicas evaluativas y espacios de circulación que combinan distintos elementos de las dos grandes culturas evaluativas. Estas, además, no existen de manera aislada, sino que se entrecruzan en las trayectorias individuales, en las lógicas institucionales y en los espacios en disputa (como el acceso al financiamiento, la legitimación ante los actores académicos y extraacadémicos, el establecimiento de criterios de evaluación, etcétera).

En tanto es el único espacio institucional que permite acceder al universo de individuos que lo componen, y a datos sobre los mismos, esta sección se restringe al espacio de la ciencia política dentro del CONICET. Los resultados, por lo tanto, permiten ilustrar algunas tendencias del caso argentino, pero no plasmar un panorama completo2.

El organismo está compuesto por 10 619 investigadores e investigadoras de tiempo completo3, de los cuales, un 22 % pertenece al área de Ciencias Sociales y Humanidades (CSH). Esta, a su vez, abarca ocho comisiones disciplinares, una de las cuales se denomina “Derecho, Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales”, la cual comprende al 9,5 % de investigadores/as de CSH. Dentro de esta comisión fueron seleccionados para este estudio un grupo de 148 agentes cuya autoadscripción dentro del organismo es en la subdisciplina “Ciencias Políticas y Administración Pública”4. Cabe aclarar que las comisiones en CONICET no se corresponden necesaria ni totalmente con disciplinas en tanto tales. En primer lugar, porque como se mencionó, el espacio de producción sobre cualquier disciplina en el país es más amplio que aquel restringido al CONICET. En segundo lugar, porque en estas comisiones se entrecruzan lógicas disciplinares con otras institucionales y con estrategias individuales de posicionamiento y reconocimiento (Beigel, 2014; Gallardo, 2019). Se trata de espacios donde se disputan y establecen los criterios de evaluación (el tipo de indexación de las publicaciones considerado óptimo, la valoración de otro tipo de resultados o transferencias, el nivel esperado de productividad, entre otros). Un investigador puede optar por una comisión u otra no únicamente por criterios de afinidad disciplinar, sino también por anticipación de una mejor valoración de sus antecedentes en un lugar más que en otro.

El espacio de producción politológica en Argentina

Las capacidades de investigación en el país —y en el CONICET, en particular— presentaron una fuerte expansión en el período 2004-2015, asociada a una política de multiplicación del financiamiento y de los recursos humanos diseñada y sostenida por el Estado nacional (Beigel et al., 2018). La cantidad de investigadores/as del CONICET se duplicó en el período 2007-2018 y en el área de CSH se multiplicó por 2,3. La pirámide poblacional de investigadores/as del organismo sufrió una muy fuerte expansión en su base, que se refleja en la composición etaria del grupo de 148 investigadores/as retenidos en el análisis. Su promedio de edad es de 45,8 años y el 80 % está incluido en las categorías iniciales de la carrera de investigador de CONICET (en las categorías denominadas ‘Asistente’ y ‘Adjunto’, ver tabla 1). Los datos también permiten visualizar que la pirámide específica del espacio de ciencia política está más acentuadamente ensanchada en su base que la del conjunto del área de CSH y la del organismo en su totalidad. Así también, se observa claramente que es más alta la proporción de investigadores/as ‘Asistentes’, dos terceras partes de los cuales ingresaron entre 2016 y 2018.

Tabla 1 Investigadores/as en ciencia política 

En CONICET (n=148), en CSH (n=2.355) y en todo el organismo (n=10.619), según categoría de investigador (%). Fuente: elaboración propia con base en la Tabla CECIC-CONICET 2020.

La distribución institucional y geográfica de estos agentes es una dimensión relevante del análisis ya que uno de los rasgos fundamentales del campo científico-universitario argentino es su heterogeneidad estructural. Este rasgo implica una desigual distribución de los recursos de investigación sobre las instituciones y sobre el territorio. La población bajo análisis muestra una muy fuerte concentración en la región metropolitana, que comprende a la Ciudad Autónoma de Buenos Aries (CABA) y los distritos de la provincia de Buenos Aires que la rodean (en conjunto, esta región se denomina AMBA, área metropolitana de Buenos Aires).

La tabla 2 muestra que casi un tercio de los investigadores/as tiene su lugar de trabajo en la Universidad de Buenos Aires (UBA, de gestión nacional y ubicada en CABA), institución que concentra una porción significativa de las capacidades de investigación en el país, en particular en CSH. La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM, de gestión nacional y ubicada en la provincia de Buenos Aires), con el 15 %, es también un lugar importante de ubicación de los investigadores e investigadoras en ciencia política. Se trata de una universidad de tamaño pequeño a intermedio, pero muy intensiva en la captación de recursos humanos para la investigación y el desarrollo, en buena medida formados o provenientes de la UBA. Esta universidad se ubica en la provincia de Buenos Aires y pertenece también al área metropolitana. La otra institución que aparece individualizada en la tabla es la Universidad Nacional de Rosario (UNR), ubicada en la ciudad homónima y en la provincia de Santa Fe. Se trata de una institución relevante en la institucionalización de la ciencia política y de las relaciones internacionales en el país, lo que explica que constituya un nodo importante. No deja de ser relevante que no aparezca como institución de referencia en este espacio la Universidad Nacional de Cuyo, ubicada en la provincia de Mendoza. Fue un ámbito pionero de institucionalización de la ciencia política en Argentina (por lo menos a partir de 1952-1967), con posterioridad a la UBA, pero antes de la UNR. En décadas recientes, parece evidente que la ciencia política en esta universidad no se construyó en proximidad al CONICET, como sí sucedió en los otros dos casos.

Por fuera de la UBA y la UNR, los investigadores e investigadoras en el resto de las universidades nacionales suman un 30 %. De ellos, aproximadamente la mitad tiene su lugar de trabajo en universidades ubicadas en la provincia de Buenos Aires, pero fuera del AMBA; la otra mitad, en instituciones del resto del país. Aparecen también las universidades privadas, que tienen cierta relevancia como lugar de trabajo de investigadores/as de CONICET particularmente en el área de CSH. De los 15 especialistas en ciencia política de este grupo, 12 tienen su lugar de trabajo en universidades privadas de CABA. La más importante es la Universidad Torcuato Di Tella (7 casos); también aparecen instituciones católicas, como las universidades del Salvador, Católica de Santa Fe y Católica de Córdoba.

Tabla 2 Investigadores/as en ciencia política de CONICET por institución de trabajo 

Nota: Si bien todos los agentes son investigadores de CONICET, su institución de trabajo puede corresponder a institutos o centros exclusivos del organismo, a universidades nacionales, a institutos de doble dependencia entre ambas instituciones o, incluso, a organizaciones no gubernamentales. Para la construcción de la tabla se consideró la participación de universidades en estos lugares de trabajo. Así, por ejemplo, los investigadores consignados en la Universidad de Buenos Aires pueden tener su lugar de trabajo en institutos de CONICET, de la universidad o de doble dependencia. Fuente: elaboración propia con base en la Tabla CECIC-CONICET 2020.

Se puede añadir que las principales instituciones concentran también los recursos humanos de mayor jerarquía, según la escala de categorías de CONICET. Las universidades privadas más las universidades nacionales de Buenos Aires y Rosario agrupan el 50 % de los investigadores e investigadoras de las categorías ‘Asistente’ y ‘Adjunto’, las iniciales de la carrera. Sin embargo, estas instituciones reúnen el 65 % de la categoría ‘Independiente’ y el 100 % de la ’Principal’. No hay, entre la población seleccionada, ningún investigador de la categoría ‘Superior’, la más alta y suerte de élite entre la élite académica argentina.

Las instituciones de obtención del doctorado reflejan también esta importante concentración. Se obtuvieron datos para 85 individuos, de los cuales el 31 % realizó su doctorado en la UBA. El 14 % lo hizo en otras universidades nacionales y el 11 % en universidades privadas. Entre las primeras se destaca la Universidad Nacional de Rosario (7 % del total) y entre las segundas, la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO sede Buenos Aires (8 %).

El restante 44 % obtuvo su doctorado en el exterior. Dos tercios de ellos culminaron este nivel de posgrado entre 2008 y 2016, dato que resulta significativo si se considera que el CONICET otorga becas doctorales para cursar carreras únicamente en universidades argentinas (hasta 2008 se otorgaban becas para el exterior, pero han sido muy escasas a partir del cambio de siglo). En CSH —y en algunas disciplinas muy específicas con tardío o escaso desarrollo del posgrado en el país— sigue teniendo algún peso el doctorado en el exterior y, a la luz de los datos disponibles, este es muy importante para el espacio de ciencia política. Como patrón comparativo, se puede señalar que, en 2014, el porcentaje de investigadores/as con doctorado en el exterior de la totalidad del área de CSH era del 26 %.

La mayor parte de los investigadores e investigadoras obtuvo su título de grado en ciencia política (59,5 %), pero aparecen también otras disciplinas relevantes como sociología (14,9 %), relaciones internacionales (9,5 %) y derecho (5,4 %). Otras carreras suman el 9,5 % de los casos y hay un 1,4 % de registros sin datos. En cuanto al doctorado, la titulación más habitual es en ciencias sociales (43,2 %), denominación común en el espacio de posgrado argentino. Los doctorados en ciencia política aparecen en segundo lugar, con el 23 % de los casos. Se destacan también las carreras de doctorado en relaciones internacionales, que agrupan al 10,1 %, y en filosofía, 5,4 %. La combinación de titulaciones más típica es el grado en ciencia política y el doctorado en ciencias sociales (30,4 %), seguidamente aparece la obtención de ambos niveles en ciencia política (15,5 %).

La distribución disciplinar del posgrado mencionada se corresponde con las muy escasas carreras de doctorado en ciencia política que existen en el país (y que, presumiblemente, eran todavía menos frecuentes en los momentos en que la población analizada cursó sus estudios). A 2019, solo existían en el país siete carreras denominadas “doctorado en ciencia política”, tres en universidades nacionales (Córdoba, Rosario y San Martín) y el resto en privadas (Belgrano, del Salvador, Torcuato di Tella y Católica Argentina). Los doctorados en ciencias sociales, por su lado, eran 14 y podrían sumárseles varios casos denominados “estudios sociales”. La opción por este tipo de carreras, presumimos, puede deberse, al menos en parte, a la escasez de titulaciones delimitadas a ciencia política. Cabe mencionar, no obstante, que es habitual que los doctorados en ciencias sociales ofrezcan orientaciones que, más allá del nombre del título, representan una orientación disciplinar específica. En cuanto al grado, 21 universidades privadas argentinas -9 de ellas católicas- ofrecen la carrera de licenciatura en ciencia política. Por el lado de las nacionales, 17 instituciones ofrecen la titulación.

En relación con la definición de las agendas temáticas y áreas de investigación, hemos analizado los perfiles de los/as investigadores/as a partir de su especialidad en el CONICET. Es decir, nos centramos en la definición que cada agente ha hecho en su tema de investigación actual dentro del organismo. Desde este punto de partida, hemos agrupado las temáticas en función de las áreas que tradicionalmente se encuentran presentes en el estudio de la ciencia política. Observamos una preeminencia de los temas clásicos dentro de la disciplina. La teoría política (23,8 %), las relaciones internacionales (14,3 %), la teoría del estado (7 %), la democracia (7 %) y la política comparada (7 %) son las áreas que mayor frecuencia poseen. Las contribuciones son amplias y cada proyecto posee sus singularidades; sin embargo, observamos una orientación al estudio del peronismo, populismo, partidos políticos, política ambiental, calidad de la democracia, sindicalismo, neoliberalismo, historia de las ideas, entre otros.

Estos itinerarios son muy interesantes porque podemos acordar que más allá de su especificidad al campo definido de la ciencia política, forman parte de preocupaciones transversales a las ciencias sociales. La institucionalización nomotética sostenida en instituciones, programas de grado y posgrado, academias nacionales, etcétera, se ve así atravesada por la práctica misma de producción de conocimiento científico.

La circulación de la ciencia política argentina

El principal capital académico para ingresar a la carrera de CONICET y ascender de categoría lo constituye el conjunto de publicaciones de artículos en revistas indexadas, en general en los circuitos mainstream. Las principales diferencias entre el resto de las áreas y Ciencias Sociales y Humanidades residen en que estas aceptan la indexación en el circuito regional (fundamentalmente Scielo y Redalyc) además del mainstream, en la no incidencia de la evaluación diferencial del factor de impacto de la publicación y en el fuerte peso del español y otros idiomas distintos del inglés. Además, aunque no es un rasgo exclusivo del CSH, la producción también está diversificada, incluyendo una importante participación de libros y partes de libros entre las publicaciones consideradas relevantes en la cultura evaluativa de CONICET.

Para la población de 148 individuos fue posible analizar algunos indicadores de circulación de su producción científica. Se trata de las cantidades de artículos en revistas científicas, libros, partes de libros e informes técnicos, así como el idioma y lugar de publicación de cada tipo. Según los datos disponibles, estos agentes han publicado un total de 3755 artículos, a razón de 25,4 en promedio cada uno. Estas cifras corresponden a las publicaciones totales, no a las reales, ya que el indicador está construido para cada individuo y no a partir de las publicaciones. Es decir, los artículos firmados por dos o más investigadores/as están contabilizados para cada uno de ellos. La mayoría de estas publicaciones fueron realizadas en español (80 %). El inglés representa el 8 % de los casos y otros idiomas apenas el 3 %. No se cuenta con datos para el 9 % de los artículos. Los artículos corresponden sobre todo a revistas argentinas (44 %), seguidas de latinoamericanas (27 %). Un 17 % fue publicado fuera de la región. Estos datos y los siguientes aparecen sistematizados en la tabla 3.

Tabla 3 Indicadores sobre publicaciones de investigadores/as en ciencia política de CONICET, por tipo de publicación 

Nota: los datos de capítulos y libros publicados fuera de América Latina se presentan agrupados ya que no se cuenta con los valores desagregados. Fuente: elaboración propia con base en la Tabla CECIC-CONICET 2020.

Las publicaciones de partes de libros (consideradas como un todo; es decir, sin distinción entre prólogos, capítulos, epílogos, etcétera) suman 2127. El panorama en cuanto a idiomas es muy similar al de los artículos en revistas. De otro lado, toma relevancia la publicación en Argentina (57 %) y disminuye la realizada en América Latina (13 %), al tiempo que se mantiene aproximadamente igual en otros países.

En el caso de los libros, el total es de 584 y no se distingue entre autorías, coautorías o roles de coordinación, dirección, edición, etcétera. La publicación en idiomas distintos del español es de apenas el 7 % y se acentúa el peso de Argentina como lugar de edición, alcanzando el 71 %.

Si bien los artículos en revistas son la forma de circulación de la producción científica dominante, los libros están lejos de ocupar una posición marginal. Solo 16 investigadores/as no han publicado un libro, mientras que todos han publicado al menos un capítulo de libro y al menos 6 artículos cada uno. La productividad es más alta en aquellas instituciones que albergan más investigadores e investigadoras de las categorías más altas (‘Independiente’ y ‘Principal’), lo que condice con la mayor edad y, en general, mayor cantidad de publicaciones.

El promedio de publicación de capítulos o partes de libro y de libros nos presenta un panorama singular. Los promedios aumentan desde el rango de menor al de mayor edad. Esto sugiere que la tensión sobre aspirantes e investigadores/as jóvenes por aumentar su productividad se enfocó, o se enfoca, preferentemente a la publicación de artículos antes que en libros. Esta hipótesis resulta congruente con la fuerte orientación de la cultura evaluativa del CONICET, más allá de las particularidades observadas para el espacio de CSH. Es interesante también señalar que los promedios de capítulos son más próximos entre sí a lo largo de las distintas instituciones de trabajo, mientras que en los otros dos formatos (artículos y libros) hay una dispersión apreciable. En particular, los investigadores e investigadoras radicados en la Universidad Nacional de Rosario y en universidades privadas muestran promedios altos de artículos.

En libros, en cambio, los investigadores e investigadoras de la UBA superan a sus colegas de otras instituciones en todos los rangos etarios, lo que sugiere una particularmente intensa tendencia a la publicación de libros por parte los investigadores e investigadoras de la universidad más grande del país. En este ámbito, y muy próximo a él, podrían estar disponibles ciertas capacidades y posibilidades de publicación de libros mucho más intensas o diversas que en el resto del país. La cercanía de las principales casas editoriales, al tratarse de la ciudad capital, y la trayectoria editorial de la UBA tal vez se conjuguen con la vigencia de tradiciones de construcción del capital académico más estrechamente ligadas al libro como instrumento privilegiado de circulación del conocimiento que a otras publicaciones. La más tenue tendencia de las investigadoras e investigadores de universidades privadas a publicar libros -teniendo en cuenta su alta productividad en artículos- parece apuntar en la misma dirección.

Estos efectos vinculados al capital institucional signado por las tradiciones y capacidades universitarias (Beigel, 2017; Gallardo, 2019) pueden visualizarse también en otros indicadores. El 40 % de los investigadores e investigadoras de la UNR tiene más del 40 % de sus artículos en revistas editadas en otros países latinoamericanos, el valor más alto del indicador. En el extremo opuesto, solo el 12 % de los investigadores e investigadoras de universidades privadas tiene tal nivel de publicación en la región. En oposición, el 76 % de investigadores/as de estas instituciones tiene al menos un artículo en revistas de Estados Unidos, mientras que solo el 32 % de los investigadores e investigadoras del resto de las instituciones ha publicado en el país norteamericano. En las revistas editadas en Europa la situación es un poco más equilibrada. Del total de investigadores/as, el 25 % ha publicado al menos una quinta parte de sus artículos en revistas europeas, y solo la UNR (10 %) y el resto de las universidades nacionales (16 %) presentan valores muy bajos.

Ahora bien, un elemento fundamental para comprender los espacios de producción de la ciencia política argentina es el análisis de la estructura de circulación. Es decir, aquel conjunto de relaciones/estructuras editoriales, estrategias de fundación de revistas científicas y el amplio abanico de sitios que albergan producción científica (bases de datos, repositorios institucionales, redes sociales académicas, indexadores, entre otros).

Dado el grado de desarrollo de la competencia científica internacional y las estrategias de ingreso/promoción en la carrera científica en Argentina, la pregunta sobre ¿dónde publicar? define la orientación y propio proceso de construcción de la producción. Elementos como el idioma de publicación, la indexación, la estructura del artículo, las políticas editoriales y los tiempos de revisión-evaluación de los artículos se constituyen en organizadores de la práctica científica, en especial, en el universo de becarios/as e investigadores/as del CONICET. En este sentido, abordamos las formas en que el conocimiento politológico circula y la estructura en la cual lo hace, lo que implica una mirada diferente y complementaria a la segunda sección de este trabajo en donde analizamos la producción de los agentes.

En otros trabajos hemos estudiado la estructura del espacio latinoamericano de revistas científicas (Salatino, 2018b), las revistas de ciencia política a escala regional (Salatino, 2018a) y las revistas universitarias argentinas (Salatino, 2019); nos interesa aquí cartografiar las revistas de ciencia política en Argentina, sus principales características y estrategias de circulación. Para ello, construimos una base de revistas científicas activas al año 2019 con un relevamiento artesanal que incluyó las bases de datos e indexadoras y, particularmente el directorio de Latindex. A partir del primer relevamiento chequeamos la actividad y depuramos errores de inclusión, sistematizamos algunas variables y, particularmente, nos enfocamos en incluir a revistas que no se encuentran indexadas. En relación con la cuestión disciplinar, hemos respetado la adscripción de las revistas en la descripción de sus enfoques y alcances, así como la clasificación propuesta por el Directorio de Latindex (ciencia política, teoría política, filosofía política, relaciones internacionales y administración pública). Retomando las consideraciones acerca de la delimitación de la ciencia política en los agentes del CONICET, las estrategias de circulación e indexación fueron importantes a la hora de la definición por parte de las revistas de su adscripción disciplinar, ya que en muchas ocasiones una definición precisa del ámbito disciplinar puede acarrear consecuencias específicas en la actividad de la publicación.

Actualmente, en la Argentina se editan 77 revistas de ciencia política. Este es un número significativo por cuanto muestra una estructura de circulación constituida y estable en el tiempo. Las publicaciones periódicas de ciencia política en Argentina han transitado una larga historia desde la creación por parte de Rivarola de la Revista Argentina de Ciencia Política en 1910, hasta el 2018 cuando Julio Pinto refundó la publicación en el marco de la UBA. Entre las revistas más antiguas activas encontramos Administración pública y sociedad; Colección - Escuela de Ciencias Políticas, Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires; Periferias; POSTData; Revista argentina de relaciones internacionales; Revista del CEID; Estudios sociales; Socialis; y Temas debates. Desde finales de la década de 1980 hasta la actualidad, se edita el grupo de 77 revistas; lo que condice con el proceso de consolidación del espacio latinoamericano de revistas científicas (Salatino, 2019).

Las revistas de ciencia política forman parte de este proceso plenamente. El 24,7 % de las revistas fueron creadas en la década de 1990 y el 35 % en la primera década del siglo XXI. En el contexto de las ciencias sociales argentinas, la ciencia política es una de las disciplinas con mayor cantidad de revistas activas (Salatino, 2019); sin embargo, estas poseen características singulares, particularmente, si consideramos sus instituciones editoras. En la figura 1, se puede observar la distribución relativa de revistas de ciencia política según institución editora y década de creación.

Fuente: elaboración propia con base en la Tabla RCA (N:77). Referencias: EECC (editoriales comerciales), ONG (organización no gubernamental, OOGG (organismo gubernamental no académico), UU ESTATAL (universidad nacional), UU PRIVADA (universidad de gestión privada).

Figura 1 Revistas de ciencia política según institución editora y década de creación 

La composición de la edición entre las universidades nacionales, editoriales comerciales o editores individuales, universidades privadas y organismos no gubernamentales es diferente al promedio argentino. La edición de revistas en Argentina se caracteriza por su fuerte impronta universitaria. En especial, las universidades nacionales son las mayores instituciones editoras concentrando el 41 % del total (Salatino, 2019). Por su parte, la edición en la ciencia política posee rasgos un tanto más equitativos, el 22 % de revistas son editadas por organismos no gubernamentales, el 18 % por editoriales comerciales y el 13 % por universidades privadas. Si observamos la distribución según la década de creación, la publicación dentro de las universidades nacionales tiene un itinerario de consolidación a partir del siglo XXI (y particularmente a partir del año 2003), lo que condice con el proceso de expansión de las capacidades de investigación ya referida. Previamente, el rol de editoriales comerciales, universidades privadas y organismos no gubernamentales (asociaciones, centros de estudio, fundaciones, entre otros) fue importante y de alguna manera signó el devenir de la disciplina a escala nacional. Es interesante destacar que, como se observó en secciones anteriores, el espacio de producción y circulación de la ciencia política tiene anclajes valiosos y fundantes por fuera del CONICET. Incluso, dos revistas consideradas como las más importantes de la disciplina se editan por fuera de las universidades nacionales: POSTData y Revista SAAP.

Las instituciones que más editan revistas de ciencia política en el país son la Universidad de Buenos Aires, Universidad Nacional de Córdoba, Pontificia Universidad Católica Argentina, Centro de Estudios Internacionales Argentinos, Universidad Católica de Córdoba, Instituto de Investigación y Formación en Administración Pública, Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional de Rosario y Universidad Nacional de Tucumán. Nuevamente aquí observamos un rol importante de las universidades nacionales como las principales instituciones editoras acompañado del rol relevante, aunque menor, de organismos no gubernamentales y universidades privadas (particularmente las confesionales).

Un dato relevante en la construcción empírica de las orientaciones de circulación corresponde a la indexación. Para el caso de las revistas argentinas de ciencia política, el 46,7 % no posee indexación alguna. Del grupo de revistas indexadas, solo 4 están incluidas en SciELO y 3 en Redalyc. Aquí, el debate se presenta frente a la consideración de la indexación como garante de calidad/excelencia de las revistas y, por efecto transitorio, de las producciones allí publicadas. Hemos argumentado en otra parte (Salatino y López-Ruíz, 2020) que la indexación se ha convertido en un modelo de práctica editorial que orienta -gratifica aceptando o castiga excluyendo- a las revistas según se acerquen o alejen de sus requerimientos. Este modelo de práctica editorial para la comunicación científica se replica también en Latinoamérica moldeando el espacio de circulación en la región. Tanto es así que la primera gran segmentación se presenta entre las revistas indexadas y las que no se encuentran en ninguna base. De la instauración de la lógica de la indexación se desprende una clasificación sencilla entre lo que se encuentra incluido y lo que no. Esta primera marca implica un recorte del universo de lo publicado. Lo indexado representa también, por su anverso, un sistema de exclusión (Salatino y López-Ruíz, 2020, p. 11).

Tradicionalmente, las revistas no indexadas son consideradas usualmente como de mala calidad científica, poco relevante y correspondiente a prácticas endogámicas de publicación. Concretamente, para el caso de las revistas argentinas, hemos detectado un dinámico circuito de orientación local de revistas, la mayor parte de ellas editadas en las grandes universidades nacionales, en formatos digitales y en papel, sin disponibilidad a texto completo de sus contenidos y sin indexación (Salatino, 2019).

Estos circuitos locales están constituidos por buena parte de las revistas de ciencia política. La disciplina ha desarrollado históricamente una práctica de publicación orientada a contribuir a discusiones relevantes para las instituciones editoras y su cuerpo editorial al tiempo que a constituir redes y audiencias académicas. Es así como revistas por fuera de los circuitos de indexación mainstream son consideradas las más importantes para la ciencia política argentina, es el caso de la Revista Argentina de Ciencia Política, POSTData, Anacronismo e Irrupción, Apuntes de investigación del CECyP, Revista SAAP, entre otras. Por tanto, la ciencia política es un buen ejemplo que permite sopesar caracterizaciones generales y basadas en criterios mainstream acerca de la calidad/excelencia de las revistas científicas.

Conclusiones

El análisis de una disciplina en el siglo XXI reviste un cúmulo importante de dificultades. ¿Cómo delimitamos el campo de la ciencia política en Argentina? ¿A partir de la titulación de grado, posgrado, comisión de CONICET, revistas donde se publique o el tema/objeto de investigación? Dado el actual desarrollo de las ciencias sociales, cada vez más existen trayectorias híbridas que fluctúan entre diferentes disciplinas y se insertan en espacios de investigación/docencia según las posibilidades existentes (concursos docentes en las universidades nacionales, convocatorias de becas doctorales y postdoctorales del CONICET, convocatorias a la carrera del investigador científico del CONICET, convocatorias a estancias doctorales/postdoctorales en el exterior, etcétera).

Por tanto, la delimitación del objeto para este trabajo ha sido guiada por cuestiones institucionales (comisiones de ingresos y promociones del CONICET) y la adscripción disciplinar de las revistas. En este sentido, hemos propuesto cartografías de la producción y circulación de la ciencia política en Argentina a partir del análisis de la producción de 148 agentes y 77 revistas científicas. Buscamos, así, dar cuenta de espacios complementarios de producción y circulación del conocimiento politológico.

La ciencia política en Argentina posee una dinámica y consolidada estructura. Aquella tendencia histórica que guiaba las trayectorias de los/as agentes hacia espacios internacionales (Rodríguez Medina, 2013) se le contrapone una tendencia reciente de titulación en universidades nacionales y de ingreso a la carrera científica en CONICET. De alguna manera, estos procesos matizan algunas afirmaciones que sostienen el carácter estrictamente internacional de la disciplina y su heteronomía en la adopción de enfoques teóricos, epistemológicos y metodológicos. La expansión del CONICET en el período 2003-2015 permitió a la carrera científica ser una posibilidad concreta y viable para los/as jóvenes politólogos/as. En comparación con las otras áreas de las ciencias sociales y humanidades y en relación con el total de investigadores/as del CONICET, la ciencia política posee un promedio menor en casi todos los escalafones de la carrera científica (con excepción de la categoría ‘Asistente’). Este no es un dato menor, ya que contextualiza las formas en las cuales la producción politológica se inserta dentro de instituciones y organismos nacionales. Incluso, buena parte de los/as agentes del CONICET poseen cargos docentes en las universidades públicas y algunas universidades privadas (como la Universidad del Salvador, Universidad de San Andrés, la Pontificia Universidad Católica Argentina, entre otras).

Más allá de las políticas científicas de descentralización de las actividades de ciencia y técnica, la concentración de capacidades de investigación en las zonas metropolitanas es casi absoluta. Para el caso de la ciencia política, el nodo UBA-UNSAM-UNR centraliza la mayor cantidad de investigadores/as y, por tanto, de producción politológica del país. Podemos advertir, sin embargo, algunas diferencias en relación con los estilos de producción. En la UNR y otras universidades nacionales, la publicación en formato de artículos ha sido privilegiada, en la UBA hay una mayor presencia de la publicación de libros y capítulos. Aquí, las capacidades y el capital editorial de la UBA y sus relaciones con las editoriales científicas magnifican las posibilidades de acceso a espacios más tradicionales y legitimantes de ejercicio de la actividad académica.

Para el caso de las revistas científicas, la ciencia política posee una estructura importante de publicaciones periódicas con diferentes orientaciones y espacios de circulación. Hemos observado cómo existe un conjunto importante de revistas ancladas en sus instituciones editoras (universidades nacionales, universidades privadas y organismos públicos no estatales, como redes académicas, fundaciones y asociaciones) con una larga trayectoria de publicación y consolidadas en sus ámbitos de interés. Estas revistas muchas veces no poseen indexación mainstream (del estilo Web of Science o Scopus) pero sí algunas regionales (Latindex, SciELO y Redalyc) y nacionales (Núcleo Básico de Revistas Científicas del CONICET). Para el caso de POSTData, la Revista Argentina de Ciencia Política, Revista SAAP, Apuntes de investigación del CECyP, Documentos y Aportes en Administración Pública y Estatal y Anacronismo e Irrupción, observamos que en sus últimos números han publicado investigadores/as reconocidos en la ciencia política argentina, muchos de ellos pertenecientes al CONICET e incluso docentes de las principales carreras de ciencia política del país.

Buscamos, así, con este trabajo realizar un mapeo/diagnóstico/caracterización general del estado de la disciplina en Argentina. Proponemos una mirada empírica, situada y contextual que nos permita conocer de mejor manera cómo la ciencia política se produce y circula en un país periférico como la Argentina. Este mapeo se ha realizado especialmente porque dado el estado de la competencia científica internacional, la propagación de criterios de internacionalización y adopción de indicadores cuantitativos de productividad e impacto de las publicaciones científicas, las políticas de evaluación de la ciencia (en este caso del CONICET) han tendido a privilegiar la publicación internacional mainstream y en inglés. Identificar las especificidades de la ciencia política en el país, particularmente sus espacios de producción y circulación, permite avanzar un poco más en la necesaria reflexión de la política de la ciencia política y sus derivas e itinerarios.

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*Artículo de investigación con apoyo de los proyectos de investigación: PICT 2017-2647 (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica); proyectos SIIP 06/F395 y SIIP F038 (Universidad Nacional de Cuyo).

1En otros países, a los estudios superiores o de carrera necesarios para acceder a estudios de posgrado se les conoce como programas de pregrado, carreras de grado, licenciaturas, undergraduate programs.

2Los datos analizados corresponden a un proyecto más amplio del que los autores forman parte (PICT- 2647/2017 de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica) y son utilizados por cortesía del Centro de Estudios sobre Circulación del Conocimiento Científico (CECIC, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo, dirigido por la Dra. Fernanda Beigel). Los datos sobre publicaciones fueron provistos por CONICET a pedido de CECIC y están identificados en las tablas y gráficos siguientes como “Tabla CECIC-CONICET 2020”. Estos datos abarcan al universo de investigadores activos a marzo de 2019 y están actualizados a enero de 2020. Algunos datos fueron completados y complementados con relevamientos realizados para las tesis doctorales de los autores.

3Además de estos, existe también el denominado personal técnico y profesional de apoyo, y becarios de doctorado y posdoctorado. Junto con el personal administrativo suman un total de 25 530 personas. Véase CONICET en cifras, disponible en https://cifras. conicet.gov.ar/publica/ (consultado el 8/3/2020).

4Los investigadores están ubicados dentro de una determinada comisión disciplinar y además informan en qué subdisciplinas, líneas de investigación y campos de aplicación. Esta información, provista por los propios individuos, permite identificar su autoadscripción específica. En el caso de la comisión señalada, es posible distinguir con claridad a quienes se inscriben en la ciencia política y administración pública (148 casos), en derecho (56) y en otras disciplinas (21 casos entre antropología, sociología, historia y filosofía).

Cómo citar: Salatino, M., y Gallardo, O. (2020). Cartografías de la ciencia política argentina. Un análisis de sus espacios de producción/circulación. Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas, 20(39), 99-114

Recibido: 10 de Marzo de 2020; Revisado: 27 de Junio de 2020; Aprobado: 03 de Julio de 2020

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