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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

versión impresa ISSN 1657-8953versión On-line ISSN 2619-189X

Civilizar vol.21 no.41 Bogotá jul./dic. 2021  Epub 17-Ago-2022

https://doi.org/10.22518/jour.ccsh/2021.2a09 

Artículos

La barra Holocausto Norte y su trayectoria vital: configuración de su dimensión política a través del barrismo social*

"Holocausto Norte" soccer fans and their vital trajectory: Configuration of a political dimension through social barrism

Jaime Andrés Quintero Gaviria1 
http://orcid.org/0000-0001-1724-2304

Yolanda Medina Bermúdez2 
http://orcid.org/0000-0002-7129-2771

Christy Janeth Pérez3 
http://orcid.org/0000-0002-7277-0771

1 Doctor en Ciencias Sociales y Humanas (mención en Psicología y Psicopatología Clínica), Universidad de Estrasburgo, Francia. Profesor de la Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Correo electrónico: jaime.quintero@ucaldas.edu.co

2 Magíster en Ciencias Sociales. Profesora de la Universidad de Caldas, Manizales, Colombia. Correo electrónico: yolanda.medina@ucaldas.edu.co

3 Magíster en Gerencia del Talento Humano, Universidad de Manizales, Colombia. Departamento Administrativo para la Prosperidad Social. Correo electrónico: christy.perez@prosperidadsocial.gov.co


Resumen

En este artículo se presentan los resultados de la investigación “Narrativas del Ho-Nor: trayectoria vital de la barra Holocausto Norte y su dimensión política en la construcción de ciudadanía en el municipio de Manizales (Caldas)”1, realizada entre julio de 2016 y agosto de 2018. Esta investigación se realizó a través de la construcción de narrativas territoriales, artísticas y biográficas alrededor de la trayectoria vital de la barra Holocausto Norte y su transición hacia el barrismo social. Como conclusión principal se consideró que este tránsito comprende diversas acciones de carácter comunitario y social inspiradas en el discurso del barrismo social, cuya práctica conlleva una configuración inicial de su dimensión política.

Palabras clave: Fútbol; identidad; ciudadanía; jóvenes.

Abstract

This article shows some reflections from the study “Narratives of Ho-Nor: vital trajectory of the Holocausto Norte soccer fans and their political dimension in citizenship construction in Manizales (Caldas),” carried out between July 2016 and August 2018. These insights are the result of the construction of territorial, artistic and biographical narratives around the vital trajectory of Holocausto Norte soccer fans and their transition through social barrism. As a central reflection, we proposed that such a transit path entails various community and social actions inspired by the discourse of social barrism, whose practice takes soccer fans to an initial configuration of their political dimension.

Keywords: Soccer; identity; citizenship; young people.

Introducción

Los orígenes del fútbol como deporte reconocido socialmente se localizan en Europa Occidental. Su práctica, en un comienzo, estaba reservada a las élites (Hourcade, 2002). A medida que esta actividad pasó a ser objeto de entretenimiento dio lugar a la aparición de un nuevo actor: el espectador. Gracias a esta aparición se abrieron las puertas de la actividad a otras clases sociales.

Como espectáculo el fútbol ofrece a los espectadores la satisfacción de un placer estético (Hourcade, 2002) provocado por los movimientos técnicos de los futbolistas. No obstante, como dice el mismo Hourcade (2002), el espectador comenzó a buscar otro tipo de sensaciones. Además de las motivaciones emocionales de los espectadores, relacionadas con el placer del juego y la victoria, cabe destacar, como factor significativo dentro de la emergencia de los denominados hinchas, la construcción de vínculos afiliativos con los clubes. A diferencia de los espectadores, los hinchas encontrarán una nueva motivación en la construcción de la identidad y del sentido de pertenencia al club de fútbol del cual se reconocían como seguidores. Pero la profesionalización de los clubes de fútbol, que aconteció principalmente en el mundo occidental entre los años 1960 y 1980 (Hourcade, 2002), produjo una ruptura en este vínculo identitario entre clubes e hinchas.

Desde ese momento, los hinchas comenzaron a sentirse “desposeídos de la pequeña influencia que tenían sobre el club. Ellos se reducen así a la sola función de apoyar en el estadio” (Hourcade, 2002, p. 78). Poco a poco, el hincha encontró en la tribuna su “hábitat”, un punto de referencia ligado a su equipo. Con la aparición de este “hábitat”, emerge una nueva forma de vivir la relación con el espectáculo del fútbol: el barrismo. En el caso de los barristas sus intereses los llevan a establecer un tipo de relación muy particular con el club puesto que no están motivados únicamente por la búsqueda del placer estético ni de la sensación de la victoria.

La emergencia del barrista como nuevo actor ocurrió en contextos históricos en los que confluyeron procesos de cambio sociocultural significativos en las construcciones identitarias y de participación en el espacio público. En Europa Occidental (y en particular en Gran Bretaña, donde el fenómeno barrista se hizo famoso gracias a los hooligans) la configuración del barrismo como expresión social estuvo vinculada a la aparición de la juventud como clase social. A partir de entonces el barrismo se empezó a diferenciar de cualquier otra forma de ser hincha.

El barrista se caracteriza entonces por establecer una relación con el equipo que vive de una manera muy emotiva y activa. Según Hourcade (2002), el barrismo, con el ejercicio de una autonomía expresada en sus modos particulares de actuar a través de su presencia permanente en todos lados y sus cánticos continuos, y que incluso se posiciona como una especie de contrapoder ante los clubes a los cuales siguen, se remonta a los años 60.

Estos hinchas reivindican a la vez una fidelidad extrema al club, lo que les impide chiflar al equipo cuando va perdiendo, y les da el derecho de criticar a los jugadores, lo que los autoriza a pedirles cuentas, a veces violentamente, a estos últimos (percibidos con frecuencia como mercenarios) en caso de malos resultados recurrentes (…). Preocupados por defender su territorio frente a los hinchas rivales, ellos recurren en ocasiones a la violencia física, pero ellos no la ejercen sistemáticamente. (Hourcade, 2002, p. 83)

En el contexto sudamericano, la aparición del barrismo data también de la década del 60, cuando comenzaron a formarse en Argentina de manera organizada los primeros grupos de hinchas (Alabarces, 2004). Fue allá precisamente donde las barras de fútbol empezaron a estar asociadas con la violencia, por lo que se les denominó “barras bravas”. Este apelativo surgió a partir de un hecho trágico en la historia del fútbol de ese país: el 9 de abril de 1967 fue asesinado a golpes Héctor Souto, de 15 años de edad, seguidor de Racing Club, por uno de los líderes de la barra de Huracán, cuando ingresó por equivocación a la tribuna de los hinchas rivales (Alabarces, 2004).

Según Arroyo (2014), en Colombia, a finales de la década de los 90, se adoptó el modelo de la barra brava como una herencia del modelo organizativo de las barras en Inglaterra y Argentina.

Desde principios de los años noventa, en la capital de la República se empezó a acuñar el término “barras bravas” para identificar una serie de sujetos sociales, en su mayoría agrupaciones juveniles de hinchas del fútbol, que, al parecer, presentaban características similares a las de los aficionados argentinos, no solo por su manera extremadamente emotiva de alentar a sus escuadras predilectas, sino por su excesivo empleo de la violencia como vehículo para visibilizarse. (Villanueva, 2013, p. 4)

La irrupción de las barras en la esfera pública y sus impactos socioculturales se convirtieron rápidamente en tema para los medios de comunicación y objeto de preocupación para la institucionalidad.

Los medios de comunicación también han contribuido en el nombramiento de los aficionados al fútbol, afirmando que lo contrario de hincha es la barra brava, siendo un grupo de personas que tienen una mirada negativa de la sociedad y que están relacionados directamente con los actos violentos; que al igual (…) designa a unos sujetos y a un conjunto de prácticas violentas que deben de ser excluidos, eliminados (…). La barra brava funciona como un concepto que centraliza todo lo negativo social. (Celestino, 2009, pp. 7-8)

Para los académicos de las ciencias sociales y humanas, el tema del barrismo también se convirtió en un objeto de su interés. En Colombia el barrismo se convirtió en objeto de estudio para las ciencias sociales hace poco más de diez años. Las investigaciones realizadas en este campo han girado alrededor de cuestiones que se pueden agrupar en dos asuntos principales. El primero de estos comprende las problemáticas psicosociales asociadas a la violencia y al consumo de sustancias psicoactivas. Esto es considerado como determinante en la aparición de las conductas violentas de los barristas frente a otros barristas y la policía. Para Castaño et al. (2014) la violencia se explica también como el efecto de las carencias y problemas de orden social de los miembros de las barras, tales como el desempleo, la falta de oportunidades, la falta de comunicación en el hogar y los trastornos de personalidad. La violencia barrista supone así aspectos no solo psicológicos sino también sociodemográficos y socioeconómicos.

El segundo asunto mencionado se refiere a la barra como fenómeno psicosociocultural (asociado frecuentemente al fenómeno de las tribus urbanas o subculturas juveniles), en términos de lo que son sus procesos de organización, la construcción de identidades y sus patrones de comportamiento. Según Aponte et al. (2009), a escala de país se reconocen estudios sobre las barras fundamentados en diversas perspectivas teóricas, principalmente en disciplinas como la antropología, la sociología y la psicología, que permiten comprender las características y dinámicas de este fenómeno social.

Las investigaciones de corte antropológico sitúan su énfasis en el análisis de símbolos, códigos, ritos y prácticas culturales asociadas a formas de apropiación territorial y construcción identitaria. La sociología, por su parte, da cuenta del fenómeno desde los procesos de socialización y de los sistemas de conducta y códigos de comunicación para la construcción de identidad y delimitación con otros colectivos sociales. En relación con los estudios realizados desde la psicología, se observa un énfasis en el estudio de comportamientos disruptivos y violentos en lo que respecta a su origen, sus manifestaciones e implicaciones psicosociales.

En su investigación Barras en el fútbol, consumo de drogas y violencia, Castaño et al. (2014) concluyen, por ejemplo, que el grupo poblacional vinculado a las barras de fútbol tiene una edad promedio de 21 años. Se trataría además de jóvenes en su mayoría hombres, con un nivel de escolaridad básico, solteros y de un estrato socioeconómico medio (Castaño et al., 2014). De esta manera, se tiene una primera forma de interpretar el fenómeno barrista que deja entrever un enfoque funcionalista y patologizante. Bajo esta mirada la violencia es reconocida como su principal característica, ya que los jóvenes afectados por diferentes problemáticas psicosociales y económicas dan cuenta, a través de sus conductas disruptivas, de sus dificultades para adaptarse al mundo social.

Existe sin embargo otra perspectiva que frente al fenómeno barrista se pregunta por el significado de las conductas y expresiones simbólicas de estos grupos. Desde este enfoque semiológico la violencia y el consumo dejan de ser vistos como un indicador de desadaptación social y empiezan a verse como un signo a descifrar en sí mismo. Una de las interpretaciones que se inscribe en este enfoque semiológico sugiere que los comportamientos violentos hacen parte de los procesos de construcción de identidad colectiva (Aponte et al., 2009).

La relación entre identidad y violencia tiene que ver con la forma en que la identidad se visibiliza a través de los actos violentos. La configuración de esta relación se da en la medida en que la expresión de la identidad comprende la construcción de lazos afectivos que constituyen un sentimiento de pertenencia. La identidad que se forma a través de este enlazamiento se describe bajo el concepto de uniformidad, entendido como un amalgamiento afectivo que conlleva un borramiento de las diferencias individuales. El origen de las barras, de hecho, supone la construcción de tales lazos o vínculos.

La identidad se construye en el tiempo por afinidades y desde allí se tejen relaciones de camaradería, complicidad y de compartir sueños. Aquí también existen principios presentes tales como el respeto y el compromiso a través de los cuales se aceptan desde sus individualidades. El vínculo de amistad determina, de alguna manera, la flexibilidad de aquellos pactos que hacen posible estar en el grupo. (Medina, 2015, p. 55)

La construcción de lazos de afectividad se presume, así, como la condición para el nacimiento de la barra devenida luego como una suerte de totalidad psicosocial en donde las individualidades se disuelven. El comportamiento de los barristas es en sí mismo el comportamiento de la barra, una manera de proceder que, según Castaño et al. (2014), recordando a Freud y a Le Bon, podría considerarse como el comportamiento de una masa. En este orden de ideas, se entiende cómo la identidad grupal absorbe la identidad individual en virtud del amalgamiento o masificación afectiva del grupo. La violencia, como expresión de la identidad colectiva, es entonces un comportamiento grupal que se evidencia en las conductas de los individuos a condición de que no haya individualidad.

En esa red de relaciones que construyen los jóvenes, se comparten gustos, acciones colectivas y generan lazos de afectividad, se crea un sentido de pertenencia con su semejante y como resultado nacen las barras, donde las ideas se convierten en actos y se pierde la individualidad. (Castaño et al., 2014, p. 32)

Los comportamientos colectivos tienen lugar así sin ningún tipo de contención o elaboración psíquica. Es decir, el comportamiento colectivo es un comportamiento irracional (para lo cual el consumo de sustancias sería un detonante). La uniformidad colectiva atribuida a las barras como explicación psicológica de la violencia supone el atributo de la irracionalidad (ausencia de individualidad) como factor explicativo de este tipo de comportamientos. Una mirada semiótica más sociológica de los comportamientos violentos los interpreta como la expresión del interés de los barristas por ser reconocidos e incluidos socialmente, y no simplemente vistos como un conjunto de individuos irascibles e interdictos.

En este sentido los comportamientos o “acciones de los barristas que alteran el orden público (hurto, agresiones físicas, daño a la propiedad privada) y de manera menos recurrente las acciones artísticas con las que las barras animan el partido” (Miranda et al., 2015, p. 168), constituyen una especie de mensaje a la sociedad a través del cual le demandan atención y reconocimiento. El código violento de este mensaje responde a que “socialmente se les da mayor importancia a los hechos delictivos, pues son los que generan mayor ruido social y se transmiten con mayor facilidad en los medios de comunicación” (Miranda et al., 2015, pp. 183-184).

Con el giro semiológico de la mirada sobre el barrismo se pasó de la violencia como objeto a considerar dos asuntos profundos y estructurales, a saber: la identidad colectiva y el reconocimiento social2. Este giro supone además una mirada epistemológica diferente en tanto que da lugar al interés por “comprender y analizar de manera holística la vivencia del fútbol de aquellos jóvenes que pertenecen a las barras bravas” (Aponte et al., 2009, p. 10). Es decir, da cuenta de un enfoque orientado al reconocimiento de la complejidad del barrismo en tanto que fenómeno social, cultural y psicológico.

En consecuencia, con este giro semiológico se configura la necesidad de una mirada investigativa comprehensiva. Esto en razón de que las investigaciones sobre el fenómeno barrista además de haber redundado en sus comienzos en una interpretación disfuncional de la violencia, daban cuenta de marcos epistemológicos y conceptuales reducidos.

No obstante sus aportes, algunas investigaciones manifiestan falencias en su desarrollo teórico y conceptual, lo que limita un profundo análisis e interpretación de la información recopilada. Se debe hacer énfasis en no solo la incoherencia e imprecisión que fundamentan la relación entre los objetivos y los resultados de varias investigaciones, sino también la escasez de un marco teórico definido y riguroso que permita deducir ciertas tendencias en el fenómeno. (Gómez, 2014, p. 16)

Al respecto, Cardona (2012) sugiere que el análisis de las barras debe tener en cuenta sus fines, prácticas, valores y normas. Por lo tanto, el interés investigativo debe orientarse hacia las formas y procesos de organización de las barras a partir de sus propios contextos, expresiones simbólicas y formas de habitar la ciudad.

Metodología

La investigación “Narrativas del Ho-Nor”3 tuvo como objetivo reconstruir de forma narrativa la historia de esta barra con el fin de identificar aquellas acciones, prácticas y discursos que, por ser recurrentes, han estructurado su mundo social (Espinosa-Herrera y Castellanos-Obregón, 2018), y que devienen en una trama de significados a partir de la cual se construye su identidad. Para ello se propuso un enfoque de investigación cualitativo, específicamente desde el construccionismo social.

El construccionismo social privilegia el conocimiento local, es decir la experticia, los valores, las verdades, las convenciones y las narrativas que son creadas en una comunidad de personas, que tienen el conocimiento de primera mano de ellos mismos y de sus situaciones. Si el conocimiento es formulado desde el interior de la comunidad, tendrá mayor relevancia y será más pragmático y sostenible. A este tipo de conocimiento es que Shotter ((1993) 2001) denomina “conocimiento desde adentro” o “conocimiento del tercer tipo” (p. 36); una modalidad especial de conocimiento, incorporada al fondo conversacional de nuestra vida, un conocimiento conjunto en la práctica, sostenido en común con los demás y creado desde adentro de una situación, institución o sociedad. (Sánchez y Salazar, 2021, 38-39)

El interés por comprender este mundo social y su entramado de significados surgió inicialmente de la motivación pedagógica de realizar un ejercicio investigativo en el marco del proyecto de aula4 de la actividad académica Teorías y Procesos de Intervención con Grupos del Programa de Trabajo Social de la Universidad de Caldas (Colombia). Dado este interés, la orientación metodológica propuesta para el desarrollo de la actividad fue precisamente la del método narrativo.

El sentido de realizar estas narrativas radica en el propósito de establecer ese “nexo de formas de actividad que se despliegan en el tiempo y en el espacio y que son identificables como una unidad” (Ariztía, 2017, p. 224). Lo que se pretendió entonces fue reconstruir esta unidad de actividad entendida como una trama construida históricamente y que configura el mundo social de la barra. Recordemos con Ricoeur que una trama

organiza y une componentes tan heterogéneos como las circunstancias encontradas y no queridas, los agentes de las acciones y los que las sufren pasivamente, los encuentros casuales o deseados, las interacciones que sitúan a los actores en relaciones que van del conflicto a la colaboración. (2006, p. 11)

Podríamos decir, bajo la lógica de este filósofo francés, que no se puede acceder a una trama si no es a través del proceso narrativo. Para este proceso, el papel de los estudiantes fue precisamente el de construir estas narrativas sobre la trayectoria de la barra. Para ello, los estudiantes se dieron a la tarea de vivir la experiencia de ser parte de la barra a través de ejercicios de observación participante, realizar entrevistas a profundidad para registrar los relatos de los barristas alrededor de la experiencia de ser parte de la barra, y construir una cartografía social para visibilizar los modos en que los barristas perciben la relación con sus barrios, comunas y con la ciudad en general. De esta forma los estudiantes lograron construir una serie de narrativas alrededor de las experiencias de ser barristas, sus prácticas barristas, sus símbolos y las relaciones que establecen con los espacios de la ciudad.

A través de las narrativas construidas con los barristas, fue posible entonces reconstruir esta trama alrededor de lo que ha sido su trayectoria vital y el proceso de configuración de su dimensión política. Para tal fin, se organizaron cuatro tipos de narrativas a partir de los siguientes aspectos: expresiones artísticas, biografías barristas, cartografía de la barra en la ciudad y acciones performativas de la barra. La narrativa construida a partir de las expresiones artísticas del colectivo barrista se logró escribir gracias a las entrevistas que se les realizaron a los barristas acerca de los significados de los murales alusivos a la barra que se pueden encontrar a lo largo y ancho de la ciudad de Manizales, así como de los que están asociados a sus tatuajes corporales.

La narrativa elaborada sobre las biografías barristas nos permitió reconstruir aquellos hechos significativos en las trayectorias de vida de los barristas y sus parches. Esta narrativa habla precisamente de los procesos de construcción de identidad de la barra a lo largo de sus más de 20 años de existencia. Así fue posible identificar los cambios de la barra en términos de número de integrantes, pero también a nivel organizativo en lo que respecta a su estructura (parches, líderes y actividades barristas) y a sus propósitos como barra (emergencia y consolidación del barrismo social como discurso identitario y regulador de la barra).

La tercera narrativa, derivada de la cartografía de la barra en la ciudad, nos dio luces sobre el sustento espacial y simbólico de los discursos y las prácticas de la barra a través de las cuales habita la ciudad vivenciando procesos de relación, convivencia e interacciones no solo geográficos sino también históricos y culturales.

La cuarta y última narrativa se centró en las acciones performativas de la barra. Desde esta narrativa se logró un acercamiento a la dimensión ritual y simbólica (preparación de la puesta en escena de la barra en la tribuna con sus fiestas previas, cantos, banderas y coreografías) de la vida de los barristas y sus parches, reconociendo en ellos sus personajes, sus acciones y sus espectadores. La construcción de estas narrativas ofreció entonces una lectura inicial de la complejidad de este fenómeno, entendida en el sentido de organización creciente y de su tendencia a redefinir sus motivaciones, sus acciones y su propia identidad.

Resultados y discusión

Surgimiento de la Holocausto Norte y de los parches

El Once Caldas es el club de fútbol oficial de la ciudad de Manizales5. Primero se conoció como Deportes Caldas desde el año 1947, y luego, en el año 1961 fue rebautizado con su nombre actual (Once Caldas, s. f.)6. Para el año 1998 el Once Caldas disputó su primera final en un campeonato nacional (Copa Mustang) después de 40 años. Aunque el equipo perdió dicha final, una de las consecuencias fue la aparición de la barra Holocausto Norte.

En el año 1998 la barra fue conformada por un grupo de 40 jóvenes de distintos sectores de la ciudad que se ubicaban en la tribuna norte. Sobre su nombre, Holocausto Norte, los integrantes señalan que tiene un origen griego: holo, que es ‘fuego’, y causto, que significa ‘humo’, ya que ellos en su momento quemaban sal de nitro; por su parte, la palabra norte fue designada por la tribuna donde comenzaron a ubicarse.

Ya en el año 1999, el Once Caldas participó por primera vez en la Copa Libertadores de América. En ese torneo fue justamente donde la barra Holocausto Norte hizo su presentación en público. Por otro lado, la buena campaña del año 2001 le dio de nuevo al equipo la oportunidad de jugar su segunda Copa Libertadores. Para el 2001 la barra ya contaba con tres años de existencia y con un número de integrantes que superaba por mucho el grupo de los 40 jóvenes que fundaron la barra. Luego de varios años, el grupo de jóvenes fue creciendo y, dado el tamaño y la diversidad de sus integrantes, la barra se fue reorganizando a través de los denominados parches7.

El Once Caldas jugó su segunda Copa Libertadores en el año 2002 y, por primera vez, después de más de 50 años, en el mes de junio del 2003 logró su segundo título profesional. Entre los años 2002 y 2003 la barra siguió creciendo aún más en cuanto a número de integrantes, y se fueron creando cada vez más símbolos: cánticos, banderas, y referencias de espacios públicos donde se reunían, y de igual manera también fueron aumentando las situaciones de violencia, principalmente con otras barras.

Para el año 2004, el Once Caldas obtuvo la Copa Libertadores, lo que a la postre dio lugar a otro acontecimiento importante en la historia del equipo: la final que jugó en Yokohama (Japón) en la disputa de la Copa Intercontinental de Fútbol. La derrota por penales no impidió que ese partido se convirtiera en una especie de leyenda para los barristas. El Once Caldas obtuvo su tercer y cuarto título en los años 2009 y 2010, respectivamente; así como un subtítulo en el año 2011. Estos logros, junto con la participación en la Copa Libertadores en los años 2005, 2010, 2011, 2012 y 2015, y los subtítulos de la Copa Colombia en los años 2008 y 2018, motivaron a algunos de los nuevos hinchas a ser parte de la barra.

En la actualidad, la barra ha aumentado su número de parches. De las 11 comunas en las que está dividida actualmente la ciudad de Manizales, la barra está presente en 10. En la comuna Atardeceres se encuentran los parches La Linda, Chipre y Adicción Blanca. En la comuna San José hacen presencia los parches Anarquía la 2 y Las Delicias. Las comunas Cumanday y Tesorito cuentan con un solo parche, el parche Campoamor y el parche de La Enea, respectivamente. La comuna Estación cuenta con los parches Estación Tricolor y Futboleras.

Con un total de seis parches, la comuna Ciudadela del Norte es la segunda comuna con más parches, ellos son: el Caribe, Pasión Tricolor, Descendencia, Somos la 5, Villahermosa y Peralonso. Con dos parches, Alta Suiza y La Cumbre, está la comuna Cerro de Oro. En la comuna Universitaria están los parches Fátima y Malhabar. La comuna con más parches es La Fuente dado que reúne siete: La Central de Corazones, El Vélez, Barrio Colombia, Los Borrachos, Fortineras, La Isla y Eucalipto. La comuna La Macarena por su parte agrupa cinco, estos son: San Antonio, El Carmen, El Bosque, Praga y Estambul.

Fuente: elaboración propia a través del Sistema de Información Geográfica QGIS (versión 3.16.12).

Figura 1 Distribución de las comunas de Manizales 

Por otro lado, la estructura organizativa de cada parche tiene como punto de referencia al líder que se encarga, junto con los demás líderes de los parches, de resolver asuntos logísticos para la participación del parche dentro de la barra, pero también de crear soluciones para la comunidad, como se observará más adelante. Además, es preciso tener presente que dicho líder se escoge no solo por la antigüedad, sino también por la capacidad de proteger y generar en otros una relación de familia; sin descuidar, claro, el papel individual y vital que tienen los demás en el grupo:

La conformación de un grupo con tanta pasión, amor y compromiso es un trayecto difícil. El liderazgo del grupo ha sido compartido, siempre ha tenido alguien en frente (Puerta, Juancho, Adriana, Jairo), pero entre todos se apoyan para tomar las mejores decisiones y lograr llegar a esas metas que se han trazado, de la mano de la perseverancia, la paciencia y un trabajo arduo y constante, que requiere de mucho más que 24 horas al día y 7 días a la semana. (Cholo 48, entrevista realizada el 13 de noviembre de 2015)

Símbolos e identidad

La barra del Holocausto Norte se vincula tanto con el equipo Once Caldas como con la ciudad de Manizales principalmente por dos razones: la primera es que la barra (en donde se encuentran incluidos cada uno de los parches) no restringe su existencia a simplemente alentar al equipo, sino que también propende por habitar la ciudad a través de su participación en actividades de carácter público que conciernen a temas sociales y políticos de la ciudad. La segunda, por otro lado, se vincula con la identidad que los integrantes crean en relación con equipo a través de sus símbolos, y que también hace parte ya de la representación de la ciudad. Es decir, en este caso la ciudad no se concibe solamente como un espacio urbanístico, sino como un lugar que expone la conexión entre cultura e instituciones (Rodríguez, 2001).

Podemos hablar así, en este punto, tanto de la relación que existe entre los símbolos y la identidad de los barristas, como de la relación entre los barristas y su dimensión política en la ciudad. Respecto a su identidad con relación a los símbolos tanto del equipo como de la ciudad, se puede observar cómo los integrantes de la barra han re-significado el estadio. Para ellos, el estadio es su casa, una casa en donde se comparten valores, y también donde se exponen sus símbolos más representativos: la bandera tricolor, la camiseta del equipo Once Caldas, los murales y ciertos espacios de la ciudad, tales como: el Estadio Palogrande, La Catedral, el Nevado del Ruiz, entre otros.

Dentro de estos espacios en los que se condensa la identidad del barrista en términos no solo del equipo sino también de la ciudad, encontramos los murales. Para ellos, los murales manifiestan el amor de pertenecer al equipo de su ciudad, acompañándolo tanto en los triunfos, como en las derrotas y tristezas. Además, se evidencia una apropiación de la ciudad al utilizarla como lienzo para expresar su apoyo:

Lo de los murales es un proyecto de recuperación de espacios. Yo lo veo más como arte que como un simple mural. Antes de ser hinchas somos ciudadanos y personalmente digo que como Manizales no hay otra ciudad. Ese mural como dice el compañero es lo más simbólico; tenemos una catedral que es una de las más altas de Sur América, tenemos el cóndor que es patrimonio nacional, el Nevado que también es patrimonio y es de nosotros, y la Copa Libertadores. Nosotros antes de ser hinchas somos ciudadanos, luego somos equipo y sin equipo no existiría hinchada. (Cholo 4, entrevista realizada el 13 de noviembre de 2015)

De esta misma manera, los símbolos, además de verse como algo propio de la ciudad y de la barra, también se entienden como algo que los identifica dentro de un grupo social particular. Dicho en otras palabras, los trapos, el escudo, los murales, los tatuajes y demás, los identifican como familia:

Yo creo que es un sentimiento que crece igual que como el de ser hincha: por eso se llama Pasión Tricolor. Este tatuaje es como una marca familiar y un reflejo de lo que somos, debido a la unión que tenemos, a lo que hablamos. Me siento identificado como si estuviera dentro de una familia… es por este motivo que también tengo un tatuaje de la barra del Holocausto, no solo es por el parche, porque como siempre les he dicho, esto incluye la ciudad, el equipo, la barra y la familia. (Cholo 6, entrevista realizada el 3 de abril de 2016)

A partir de lo anterior, es posible decir que la identificación no solo se da por pertenecer a un parche, sino que se vincula con el equipo y la ciudad. Lo que quiere decir, a su vez, que la barra no se asume como un colectivo alejado de la vida social de la ciudad, pues lo que busca es precisamente construir una interconexión con esta a través de sus símbolos, como soporte de su identidad, así como lo busca hacer a través de las acciones comunitarias y sociales que cada vez tienden a ser más recurrentes.

Dimensión política, ciudad y barrismo social

Para la barra, la ciudad, además de experimentarse como una fuente de identificación, se reconoce en términos de una comunidad político-jurídica. Los barristas, como se aprecia precisamente en sus narrativas, han buscado desmarcarse del imaginario social que se ha creado sobre ellos como sujetos violentos, para asumirse como sujetos políticos insertos en dicha comunidad. Como lo afirma Rancière:

La ciudadanía es la vía por excelencia de estar políticamente en el mundo. El derecho a tener derechos revela una demanda de inclusión en la ciudadanía y una denuncia contra la exclusión social y política de sujetos insertos en grupos minoritarios. Los ropajes que cubren la desnudez humana son los derechos (…), el derecho a tener derechos, hace referencia al derecho a pertenecer a una comunidad político-jurídica, el derecho a ser reconocido como ciudadano de un Estado en el cual poder ejercer los derechos de ciudadanía o dicho en términos actuales, el derecho (moral) a poder ejercer los derechos (jurídicos) individuales políticos y sociales. (1996, p. 52)

La ciudadanía, tal como queda expuesto, es la vía por excelencia de estar políticamente en el mundo. Sumado a lo anterior, la complejización de la barra a través de la territorialización9 comprende una expansión, como una forma de habitar la ciudad que devela un interés por lograr reconocimiento en virtud de sus acciones comunitarias y sociales más que por los actos violentos:

Sin ciudad no hay equipo y sin equipo no hay barra, y si no hay ninguna de las anteriores no hay nada. La barra puede desaparecer, pero no puede desaparecer el equipo ni la ciudad; el equipo puede desaparecer, pero la ciudad nunca; o sea, la ciudad es todo para nosotros, somos ciudadanos manizaleños 100 % y amantes de esta ciudad. Por eso somos ciudadanos de primera y queremos que todos sean ciudadanos de primera para que dejen el estigma social de que los integrantes de la barra son todos gamines, y muchas veces las barras les damos ejemplo de muchas cosas a la sociedad. (Cholo 14, entrevista realizada en julio de 2016)

Ahora, la pregunta que puede surgir es: ¿Qué hacen los barristas para contribuir a la construcción de esta comunidad? En primer lugar, se parte de un reconocimiento e identificación como grupo (o familia, como se percibía en párrafos anteriores), y luego se piensa en problemas que afecten a cada una de las comunas en donde se encuentran los parches o a la ciudad en general. Para este agenciamiento localizado de la barra en los espacios barriales y comunales, los parches juegan un papel decisivo. El parche es un lugar de encuentro común para los barristas en el cual se comparten experiencias, preocupaciones, historias o sueños; es, por tanto, un lugar que se construye a partir de la conversación y la interacción con los demás integrantes:

El mundo común es el lugar de reunión de todos quienes están presentes y ocupan diferentes posiciones en él. Ser visto y ser oído por otros, deriva su significado del hecho de que todos ven y oyen desde una posición diferente. (Fair, 2009, p. 17)

Esta forma de relación barra-ciudad se enmarca, por lo tanto, en la relación parche-barrio (o comuna). En consecuencia, para los integrantes de la barra Holocausto Norte su pertenencia a los parches no solo les permite sentirse ligados a la barra, sino también vincularse a la común-unidad que constituye la ciudad de Manizales. La intención de la barra de presentarse ante la ciudad como una barra social queda demostrada, por una parte, en las celebraciones y actividades lúdicas en las que regalan juguetes a los niños y niñas, preparan comida para compartir con la comunidad o pintan paredes en los parques. Un ejemplo de ello es lo que uno de los barristas del parche Anarquía la 2 relataba:

En la 2 siembran felicidad a los pequeños de la comuna, cada año en las épocas más esperadas para los niños, brindan sonrisas y alegrías con actividades y regalos que hacen del día del niño y la Navidad, un recuerdo inolvidable. Asimismo, se han organizado para llevar a cabo actividades que además de fomentar la creatividad y el trabajo en equipo, les permite ser visibles ante la comunidad y las personas que visiten este acogedor lugar. (Cholo 9, entrevista realizada el 23 de marzo de 2016)

Además de estas acciones comunitarias existen otras que trascienden los espacios barriales. En el estadio, por ejemplo, acciones encaminadas a la convivencia pacífica durante los partidos a través de la autorregulación de los comportamientos violentos al interior de la barra en el marco de los acuerdos de cooperación establecidos con la Policía para facilitar el ingreso al estadio y la permanencia en este de forma tranquila. O a través de la participación con su banda musical y un grupo significativo de barristas en estrategias públicas para la construcción de paz10, en algunas actividades de carácter humanitario a raíz de situaciones de desastre natural11, e incluso hacen participar y dan vital importancia la voz de las mujeres, tal como lo expone Alejandra Alzate, fundadora de las Futboleras: “Hemos estado en diferentes actividades musicales y artísticas dentro y fuera de la barra, somos partícipes activas de la percusión y cada día trabajamos en pro de la mujer barrista, fomentando la emancipación de género a través del deporte” (citada por Gutiérrez, 2020).

Ahora bien, lo anterior no es una iniciativa de los integrantes hombres de la barra, sino que es un grupo que las mujeres hicieron para terminar con la competencia y agresividad que a veces podía surgir entre ellas, y en lugar de eso crear campañas antimachistas dentro y fuera del estadio. Este conjunto de acciones y actividades de carácter comunitario, público y humanitario, más aquellas adelantadas por la Fundación Voces del Aliento con sus proyectos sociales12, hacen parte de las estrategias a través de las cuales se materializa el barrismo social. Es justamente como parte de estas estrategias que se constituye el grupo de Hinchas por Manizales. Se trata de una iniciativa juvenil orientada a la transformación del concepto que los jóvenes y la sociedad tienen sobre el barrismo, así como de las prácticas barristas.

Las prácticas políticas y ciudadanas del grupo Hinchas por Manizales están configuradas desde un referente de ciudadanía, a partir del cual los jóvenes asumen de forma autónoma, voluntaria, consciente y reflexiva una responsabilidad de acción con su grupo y sociedad. (Londoño y Pinilla, 2009, p. 85)

El discurso del barrismo social ha impregnado los significados y sentidos del barrismo como estilo de vida dando cuenta de la intención de “producir cambios en los sistemas de normas, relaciones sociales y estereotipos culturales que determinan a las barras” (Londoño y Pinilla, 2009, p. 75). Es importante recordar que la aparición del barrismo social se enmarca en una iniciativa a nivel nacional que se propuso durante el Segundo Encuentro Nacional de Líderes de Barras (junio de 2006), y que a posteriormente se formalizó con la Ley 1270 de 2009. Se trata de un encuentro que se configuró como un acontecimiento en la historia del barrismo en Colombia pues condujo a la toma de decisiones trascendentales para las barras (Gómez, 2016).

Lo que define el barrismo social es precisamente la re-significación de las prácticas violentas a través del reconocimiento de los aspectos positivos de las barras, evidenciados principalmente en la capacidad de movilización, solidaridad y trabajo en equipo. Esta re-significación tiene que ver con la forma en que la barra ha pasado de expresarse a través de la violencia frente a las precariedades sociales en las que muchos de sus integrantes —especialmente jóvenes— viven, a expresiones que incluso pueden leerse como un aporte a la construcción de paz.

Si bien la condición juvenil está atravesada por toda clase de adversidades asociadas a la precariedad económica y vital, a la incertidumbre frente al futuro, al desencanto y a las violencias, en el contexto actual están emergiendo formas de acción colectiva juvenil que pueden aportar a la constitución de nuevos horizontes de país basados en una cultura de paz. (Aguilar y Muñoz, 2015, p. 1021)

En este Encuentro Nacional de Barras se propuso comprender el barrismo social como “una herramienta y como una metodología para la transformación y resolución de los conflictos” (Darwin Torres, exbarrrista de América, FJMBN, comunicación personal). El Documento poblacional sobre el barrismo social (Ministerio de Cultura, 2010) plantea:

Esta propuesta alternativa se fundamenta en procesos formativos tales como el diálogo de saberes que recogen valores sociales, normas, creencias, ideales y sentimientos y le permiten a los barristas, sin perder su esencia, re-significar la realidad que los sumerge en su pasión por el mundo del fútbol, y a la vez, asumir su identidad como sujetos sociales y políticos. La propuesta implica la construcción de formas de relación diferentes y nuevas con el Estado y las instituciones, que hasta ahora se limitan a los programas de atención temporal a los jóvenes y a la judicialización, hacia la participación con decisión en el diseño y ejecución de las políticas públicas. (p. 25)

En la búsqueda de construir una relación con la comunidad, las instituciones y la ciudad a través del discurso y las prácticas del barrismo social, la mayoría de los parches y los barristas de la Holocausto Norte buscan desde entonces ser reconocidos como “ciudadanos de primera”. Por consiguiente, es común encontrar en sus palabras el deseo de vivir el barrismo a través de su interés de lograr ser reconocidos como ciudadanos.

Yo soy un ciudadano de primera, soy un ciudadano común y corriente, pago impuestos, pago arriendo, pago facturas, pago el colegio de mi hijo, eso es ser ciudadano de primera; un ciudadano común y corriente que representamos una institución como es la barra, porque la hinchada es una institución y eso nos hace ciudadanos de primera (…), mientras que la gente no se preocupe por la sociedad y la gente esté en la calle, gano mi sueldo, me lo gasto y me acuesto, pensando nada más en eso, nada más va a pasar, pero cuando la sociedad está teniendo cambios, cuando en la sociedad van saliendo jóvenes como nosotros que nos vamos integrando cada vez más en las cosas, vamos a empezar a tener un cambio. (Cholo 10, entrevista realizada el 13 de abril de 2016)

La emergencia del barrismo social y la adopción de este como enfoque por parte de la barra Holocausto Norte ha significado para esta colectividad una transición hacia una forma de vivir el barrismo que supone la configuración de una dimensión identitaria inscrita en un ámbito que trasciende el de la acción inmediata del barrista. El barrismo social permite al barrista habitar la ciudad más allá de las circunscripciones simbólicas del equipo de fútbol y del estadio. Con el barrismo social los integrantes de la barra Holocausto Norte han re-significado su lugar y posición dentro la sociedad. Es pues en el transcurso de esta transición que se empieza a configurar lo que podría denominarse la dimensión política de la barra Holocausto Norte.

Ahora bien, en el caso de los jóvenes, la importancia relativa de un plano y otro varía significativamente hasta el punto de que la dimensión del actuar cobra mayor importancia que la del ser, invirtiendo la relación que les vincula. En el actuar se hace posible el ser. A través de las prácticas, y del consiguiente aprendizaje asociado a las mismas, se supera la situación de carencia de recursos que impide a los jóvenes ser ciudadanos. Y es que los jóvenes no se convierten necesariamente en ciudadanos al llegar a la mayoría de edad, ni tampoco al alcanzar la independencia económica que suele proporcionar la inserción en el mercado de trabajo. Se hacen ciudadanos de una manera fluida y contingente, en muchas ocasiones de forma episódica, a través de las experiencias cotidianas de presencia y protagonismo en los diferentes espacios de la esfera pública. (Benedicto, 2016, p. 933)

Hablamos de dimensión política en el sentido precisamente de reclamar un lugar dentro de dicha comunidad más allá del que se les ha asignado en virtud del estigma que se construyó sobre ellos por los actos de violencia de épocas anteriores. Se trata de una dimensión política en tanto que se constituye como una apuesta colectiva por hacer presente lo invisible de aquellos sectores que no han sido escuchados, aquellos “incontados” cuya voz ha estado silenciada por el “orden policial” dominante (Rancière, 1996). En consecuencia, la dimensión política que se configura como apuesta explícita de la barra es, siguiendo a Rancière, la de una política que expresa la revancha de los silenciados.

Conclusiones

El estudio de las barras de fútbol se ha ido ampliando en cuanto a las perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas desde las cuales ha sido abordado. Gracias a la ampliación de estos marcos interpretativos, otro tipo de lecturas se han podido proponer a partir del interés por ahondar cada vez más en las motivaciones, prácticas, discursos y procesos de cambio que caracterizan a las barras.

Bajo esta lógica el fenómeno barrista puede ser leído en clave de una dinámica y complejidad que se constituyen no solo sobre el sentido de la barra como un grupo que se estructura a sí mismo sino también en el ámbito de una relación que va construyendo con la ciudad. Esta complejización de la barra se explica tanto en virtud de su crecimiento en tamaño, estructura organizativa y nuevas configuraciones identitarias, que se evidencia en sus comportamientos sociales en escenarios barriales, comunitarios, pero también por su participación en la esfera pública.

La participación a lo largo de estos 20 años de existencia de jóvenes de distintas edades provenientes de diferentes estratos sociales, en particular de sectores populares, el incremento de la violencia barrista y de otras problemáticas sociales asociadas al barrismo, la aparición del mundo barrista en medios de comunicación y redes (popularización del barrismo), y la instauración del tema de las barras de fútbol en las discusiones políticas y en la agenda pública del Estado y de la sociedad civil dan cuenta precisamente de cómo el fenómeno social de las barras se ha venido reconfigurando no solo al interior de estas sino también a la luz de la opinión pública y de los intereses de otro tipo de actores, como lo son, por ejemplo, los profesionales de las ciencias sociales.

Asimismo, podríamos mencionar la incidencia de muchos de los líderes de algunas de las barras del país que comenzaron a interrogarse por sus maneras de vivir el barrismo, y cuyo fruto principal fue la construcción de un marco legal y simbólico para instituir dentro de algunas barras del país el discurso del barrismo social. En la medida en que la barra, como organización social, se ha complejizado en virtud de la influencia de las dinámicas propias del espectáculo deportivo del fútbol, de la vida social, cultural y política del país que constituyen su entorno, se evidencia un aumento en su capacidad de reflexión reflejada en el interés y en los esfuerzos prácticos por transitar de una forma de vivir el barrismo centrado en la violencia hacia una forma de barrismo direccionado a la construcción de ciudadanía.

En una palabra, el correlato principal de la trayectoria de la barra Holocausto Norte en sus 20 años de existencia es el desarrollo de la capacidad de reflexionar sobre sí misma en términos de su discurso y prácticas en tanto que barra. Es así como esta capacidad emergente de la barra le ha permitido cambiar su identidad y modificar su estructura organizativa. La constitución de esta capacidad de autonomía y de decisión es la que suponemos ha posibilitado la configuración de su dimensión política. Prueba de ello ha sido el posicionamiento, dentro de su discurso y de sus prácticas, del objetivo claramente definido de incidir en la vida social de la sus barrios, comunas y ciudad. Un producto de esta reflexión y autonomía es precisamente la construcción y puesta en práctica del barrismo social.

Esta dimensión política, que progresivamente ha ido emergiendo a lo largo de su trayectoria, la vemos configurarse precisamente por la vía de las diferentes acciones de carácter comunitario y social que expresan las pretensiones del barrismo social. La materialización de la dimensión política por intermedio de estas acciones supone a su vez una manera alternativa de habitar la ciudad para hacerse visibles y ser reconocidos más allá de los actos de violencia de épocas pasadas. Por todo lo anterior, concluimos que a través de la reconstrucción de esta trayectoria se constata el movimiento de transición de la barra en su paso de reconocerse como “barra brava” a reconocerse a sí misma como una barra social. En otras palabras, se trata de un interés de reconocerse y ser reconocidos como ciudadanos a través de sus acciones socio-comunitarias e incluso de participación en la esfera política de la ciudad.

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* Artículo de investigación

2Para Fraser y Honneth (2006) “el término reconocimiento [… ] designa una relación recíproca ideal entre sujetos, en la que cada uno ve al otro como su igual y también como separado de sí” (p. 20).

3Agradecemos a la barra Holocausto Norte, que a través de sus líderes y cada uno de sus integrantes participaron de este proceso investigativo. Gracias por compartir sus historias y sus, percepciones, sentimientos e ideas acerca de lo que ha significado ser parte de esta colectividad.

4El proyecto de aula se concibe como una herramienta pedagógica que contiene intencionalidades de aprendizaje acordes a la actividad académica donde se implemente; la pretensión es que los estudiantes, frente a un asunto de interés en particular, lo problematicen, exploren, comprendan y elaboren un producto como fase final del proceso. En el caso de este proyecto de aula el producto fueron las narrativas.

5Manizales es una ciudad intermedia que tiene 434 403 habitantes, y el 93,3 % de ellos vive en zonas urbanas (Departamento Administrativo Nacional de Estadística, 2018).

6Bajo el nombre Deportes Caldas, el equipo consiguió su primer título en 1950. Según el sistema del torneo nacional de ese año, el equipo salió campeón gracias a que obtuvo el mayor puntaje después de enfrentarse a los equipos que disputaron el torneo.

7“Toda barra es la unión de secciones; cada sección es la suma de grupos de amigos; y cada grupo de amigos recibe el nombre de parche, que son reconocidos por los demás con un título: puede ser parche 1, parche 2..., o por el apodo de un personaje llamativo en el grupo” (Ávila, 2008, p. 6).

8Dentro del argot barrista colombiano se le denomina cholo o chola a todo integrante de la barra Holocausto Norte. Cabe destacar que se trata de un apelativo que los propios integrantes de esta barra asumen como parte de su identidad. A los miembros de esta barra que aportaron sus relatos para la construcción de las narrativas de esta investigación, y que aparecen en este artículo, los hemos referenciado precisamente con este apelativo seguido de un número.

9“El territorio se articula a un ámbito explicativo multidimensional concebido como un escenario de vinculaciones, pactos, alianzas y negociaciones permanentes que se originan por diversas formas de acción colectiva, las cuales dependen sustancialmente de procesos de activación y canalización de fuerzas sociales, de avance a la capacidad participativa, la asociativa, la cooperación y la sostenibilidad” (Pérez-Martínez, 2018, p. 34).

10El 23 de septiembre de 2016 se realizó en Manizales el evento denominado Festipaz. Se trató de una estrategia articulada entre la Secretaría de Educación departamental y la Universidad de Caldas para que la comunidad educativa y distintos grupos y colectivos sociales de la ciudad se movilizaran a través de una marcha multitudinaria hasta la Plaza de Bolívar de la ciudad de Manizales. Esta actividad se desarrolló en el marco del Día Internacional de la Paz y contó con programación artística y cultural. Uno de los objetivos principales del Festipaz era generar un escenario en el que ciudadanos informados (estudiantes, profesores, activistas) resolverían a la ciudadanía en general sus inquietudes sobre los acuerdos pactados en La Habana para que de esta manera votasen de manera informada, ya fuera por el Sí o por el No. La barra Holocausto Norte hizo presencia.

11El 19 de abril de 2017, como consecuencia de las fuertes lluvias que cayeron la noche anterior, la ciudad de Manizales amaneció con derrumbes en 30 puntos diferentes, un número de 17 personas muertas y cerca de 3500 damnificadas. La barra Holocausto Norte, a través de sus parches e integrantes, brindó ayuda removiendo escombros y asistiendo a las personas afectadas a través de la recolección y repartición de donaciones en especie.

12Escuelas deportivas y charlas informativas y de sensibilización en colegios de Manizales y Caldas

Cómo citar:Quintero Gaviria, J. A, Medina Bermúdez, Y. y Pérez, C. J. (2021). La barra Holocausto Norte y su trayectoria vital: configuración de su dimensión política a través del barrismo social. Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas, 21(41), 105-118.

1 En este proceso investigativo participaron estudiantes de la actividad académica Teorías y Procesos de Intervención con Grupo de cuarto semestre del programa de Trabajo Social (Universidad de Caldas), entre los períodos 2016-1, 2016-2, 2017-1 y 2017-2, así como los estudiantes del semillero de investigación Convivencia y Ciudadanía, adscrito al Grupo de Investigación Cedat del Departamento de Desarrollo Humano de la Universidad de Caldas.

Recibido: 22 de Diciembre de 2020; Revisado: 01 de Septiembre de 2021; Aprobado: 30 de Diciembre de 2021

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