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Civilizar Ciencias Sociales y Humanas

Print version ISSN 1657-8953On-line version ISSN 2619-189X

Civilizar vol.22 no.42 Bogotá Jan./June 2022  Epub Jan 16, 2023

https://doi.org/10.22518/jour.ccsh/20220110 

Artículos

La investigación en contextos sociales y educativos desde métodos narrativos*

Research in social and educational contexts from the perspective of narrative methods

John Jairo Pérez Vargas1 
http://orcid.org/0000-0001-9978-3997

Johan Andrés Nieto-Bravo2 
http://orcid.org/0000-0002-8608-8511

Ciro Javier Moncada Guzmán3 
http://orcid.org/0000-0003-0796-9546

1 Doctor en Educación. Magíster y especialista en Bioética y Licenciado en Teología. Docente de la Maestría en Educación de la Corporación Universitaria Iberoamericana. Correo electrónico: johnjapeva@gmail.com

2 Doctor en Educación, Universidad Católica de Córdoba, Argentina; Doctorando en Teología. Magíster en Educación, licenciado en Filosofía y Educación Religiosa, Universidad Santo Tomás. Docente investigador de la Maestría en Educación de la Corporación Universitaria Iberoamericana. Correo electrónico: profesorjohannieto@gmail.com

3 Doctorando en Humanidades, Humanismo y Persona; Magíster en Tecnologías Digitales Aplicadas a la Educación, y licenciado en Filosofía y Educación Religiosa. Docente de la Maestría en Educación de la Corporación Universitaria Iberoamericana. Correo electrónico: cjm2321@gmail.com


Resumen

La consolidación de propuestas investigativas en el campo social y educativo necesita en la actualidad de procesos metodológicos que permitan adelantar dinámicas comprensivas de las cosmovisiones de la cotidianidad de los sujetos abordados en sus contextos, condición que exige la irrupción de la pregunta por la realidad desde la experiencia vivida. Ante ello, este artículo se plantea como objetivo indagar por los aportes de los métodos narrativos a dicha tarea. Para cumplir con esta meta, se presentan los resultados de una revisión sistemática de literatura sobre dicho problema. Al final, se dan a conocer los resultados sobre el interrogante por el sentido, la identidad, la fundamentación epistemológica y la incidencia de esta entrada metodológica en la investigación social, para luego enmarcarlo en el contexto propiamente educativo, de tal forma que se pueda concluir con la manifestación de las contribuciones de la indagación narrativa a la comprensión del mundo de la vida de una comunidad educativa.

Palabras clave: Educación; narrativas; investigación social; investigación educativa; método.

Abstract

The consolidation of research proposals in the social and educational field currently requires methodological processes that enable comprehensive dynamics of the worldviews of everyday life of the subjects addressed in their contexts. This condition requires the irruption of the question about reality from experience. Consequently, this article seeks to investigate the contributions of narrative methods to this task. To meet this goal, the results of a systematic literature review on the subject are presented. In the end, findings on the question of meaning, identity, epistemological foundation, and the incident of this methodological input in social research are disclosed, to later frame these insights into the educational context, in such a way that the manifestation of the contributions of narrative inquiry to the understanding of the world of life in an educational community can be clearly identified.

Keywords: Education; narratives; social research; educational research; methods.

Introducción

Es posible encontrar diferentes denominaciones para la entrada metodológica que se propone como objeto de estudio en este escrito. Algunos autores prefieren hablar de métodos narrativos mientras que otros usan la expresión “biográfico-narrativos”, incluso, algunos solo hablan de “narrativas”. En lo que sí hay consenso en la actualidad es en su comprensión como apoyo a los procesos investigativos que se proponen desde el paradigma de la investigación cualitativa (Nieto-Bravo y Pérez-Vargas, 2022). Dicha intuición corresponde a la percepción de los diversos aportes evidenciados en los procesos de indagación social cuando se analizan factores tales como las interacciones humanas, la cultura, las concepciones sobre determinados saberes populares, las representaciones sociales, los imaginarios colectivos, las creencias y las diversas relaciones intersubjetivas que pueden ser susceptibles de análisis en la cotidianidad humana.

Estas búsquedas se configuran como puente de comunicación entre la comunidad y el investigador, posibilitando un ejercicio holístico de indagación, expresión y comprensión de las realidades experienciales sentidas, vividas y expresadas por los seres humanos en el marco del fenómeno abordado (Pérez Vargas y Nieto-Bravo, 2020). Desde esta perspectiva, resulta evidente la irrupción de los diversos aportes que las narrativas brindan a la dinámica investigativa, principalmente para el campo social y educativo, que es el centro de preocupación en este texto.

Se puede inferir que su incidencia en los paradigmas de investigación está dada, en primera instancia, a partir de la indagación por las diferentes intencionalidades que subyacen a los relatos de vida de los sujetos, los cuales no se pueden entender de primera mano como meramente anecdóticos, sino como resultado de la propia experiencia del mundo de la vida. Esta condición ha sido aprovechada por distintas disciplinas tales como la antropología, la sociología, la psicología, la historia, la filosofía, la educación, el arte, la comunicación social, y otros saberes en el contexto de las ciencias sociales (Nieto-Bravo y Moncada, 2022).

Aunque los métodos narrativos no tienen una perspectiva de generalización ni de estandarización estadística, su aporte está fundamentado desde la búsqueda de una comprensión profunda y detallada de la intersubjetividad humana entretejida en la cotidianidad del mundo de la vida (Cortés y Medrano, 2005). De ahí que sea necesario visibilizar en este artículo sus elementos en orden a concienciar sobre su contribución holística al análisis de las particularidades del fenómeno problematizado por el investigador.

Dicho paso posibilita el reconocimiento de las singularidades y particularidades que le otorgan un estatuto propio, tanto teórico como metodológico, para luego situar los métodos narrativos ante una tarea de análisis e interpretación profunda de fenómenos variados de orden social y educativo (García, 2016). Una vez cumplido este paso, es posible dar continuidad con una caracterización acerca de los recursos que se circunscriben al trabajo de campo, las intencionalidades que la entretejen, y las búsquedas y procesos que la dinamizan.

Por ello este texto tiene como objetivo indagar por los aportes que los métodos narrativos brindan a los diversos procesos de investigación, principalmente en el campo social y educativo. Para cumplir con este horizonte, se plantea una fundamentación epistemológica que pretende evidenciar la identidad de esta entrada metodológica a partir de tres elementos fundantes: naturaleza, sentido e incidencia en la dinámica de la investigación general. De ahí que se presente en primer lugar la relación entre la narratividad y la hermenéutica; posteriormente la indagación sobre su relación con la investigación social y educativa; luego sus particularidades en tanto entrada metodológica; en cuarto lugar, algunas recomendaciones para la construcción de narrativas, y por último, unas conclusiones que se circunscriben como prospectiva de los métodos narrativos en la investigación en contextos sociales y educativos.

Narratividad y hermenéutica

La riqueza de la narrativa exige la irrupción de procesos de interpretación, de modo que para emprender una dinámica comprensiva se necesita de un ejercicio hermenéutico que permita la profundización de su constitución (Ricoeur, 2002). Dicha tarea posibilita la comprensión de la dimensión significativa acontecida en la tensión de una condición ad intra que constituye la estructura de la narrativa, y otra ad extra que viabiliza el análisis de lo externo al universo narrativo, como su contexto (Ricoeur, 1984).

Es necesario concebir la interpretación como una acción básica del pensamiento que hace posible el conocimiento de la realidad en la medida en que se pregunta por el sentido de un objeto de estudio, en palabras de Palmer (2002) “se moldea mediante la pregunta con la que el intérprete enfoca el tema” (p. 93). En el contexto griego, por ejemplo, la mitología presenta al Oráculo de Delfos como prototipo de escenario hermenéutico que interpelaba al sujeto por su propia identidad y lugar en el mundo, es decir, por su comprensión de la dimensión del sentido. Apoyado en esto y en el precedente de la hermenéutica bíblica, Schleiermacher (2019) afirma al respecto que existe una distancia dialógica que separa a autor, contexto, texto e intérprete; por ello entiende el ejercicio comprensivo como una reelaboración de los procesos mentales del autor de un texto.

Dilthey (2000) propone en cambio una hermenéutica histórica fundamentada en una reflexividad de tres escenarios: la vivencia, la objetivación y la comprensión. Rocca (2008) define la vivencia como “una unidad significativa común” (p. 479), resaltando que la historicidad posibilita una experiencia pre-reflexiva para ser leída como temporalidad humana que se narra. Por su parte, la objetivación es la expresión reflexiva de la experiencia, y por último, la comprensión es el proceso que permite al sujeto situarse en la experiencia vital de otro: “no es un simple acto de pensamiento, sino una transposición y experimentación del mundo tal y como lo conoce otra persona en la experiencia vivida” (Palmer, 2002, p. 147). Así, Dilthey aprovecha la irrupción de la hermenéutica moderna para sustentar epistemológicamente el estudio de las ciencias del espíritu dando primacía al ejercicio comprensivo.

Heidegger (1971; 2007) aprovecha estos presupuestos para vincular a la discusión el concepto de facticidad que vuelve al sujeto histórico, y por ende capaz de narrar su historicidad. De ahí que la hermenéutica pueda interpretar la vida, no desde la diáspora estática de la metafísica de un hombre y una mujer abstractos e incapaces de decirse algo a sí mismos, sino desde la propia existencia. La hermenéutica ontológica heideggeriana, entonces: “transforma a los interlocutores del proceso educativo, ya que la comprensión es una experiencia existencial, dinámica, donde nada es estático […], por ello nada sigue igual después del ejercicio hermenéutico” (Nieto-Bravo, 2019, p. 28).

La interpretación puede concebirse en este contexto como un develamiento del ser que muestra a la luz aquello que está oculto con la intención de expresar la novedad del ser que se cuestiona e interroga al narrarse a sí mismo. En este sentido, Gadamer (2005) afirma que no existe como tal un método conducente a la verdad absoluta pues la comprensión no debe ser vista como un proceso cognitivo sino como una forma en que el ser sale a la luz, es decir, “se-es-comprendiendo” porque el acto interpretativo transforma al sujeto que está en-el-mundo (Gadamer, 2013). La hermenéutica amplía de esta forma la visión de mundo de la vida del sujeto, como cuando se aprecia una obra de arte donde se busca una “perspectiva otra” donde el horizonte personal se une con un horizonte diferente (De la Maza, 2005). Así, la búsqueda comprensiva no tiene una intencionalidad de conocer un objeto fijo, por el contrario, es el conocimiento el que irrumpe ante la realidad del sujeto (Gutiérrez-Pozo, 2018).

Es necesario entonces situarse en el universo del texto y del lector para construir un proceso de comprensión. En el caso del problema abordado aquí, la narrativa es el mundo del texto y el lector es un investigador, dos mundos que según Ricoeur (2002) se afectan mutuamente, por lo cual no podría hablarse de procesos de conocimiento objetual en el marco de los métodos narrativos, sino de indagación por la subjetividad de los actores que se articulan con la investigación. La vinculación de la hermenéutica es necesaria en dicho marco por cuanto posibilita el tránsito de la temporalidad en tanto realidad cosmológica y la reflexividad del tiempo antropológico de la historia que se relata, para lograr así la consolidación comprensiva de una identidad narrativa (Ricoeur, 2004).

Esta identidad no hace referencia a un proceso de reconocimiento a manera de caracterización psico-fisiológica. Desde la perspectiva de Ricoeur (1999) primero es necesario entender a qué se hace referencia con el concepto de “sí mismo”, pues este presenta dos dimensiones: el idem, la mismidad, que permanece en el tiempo, y el ipse, la ipseidad, que hace referencia a la diferencia frente al otro y la variedad en el tiempo. De esta forma, no se habla en términos de diferencias fenotípicas o genéticas, sino de la introducción de la temporalidad a la comprensión de la narrativa, pues lo identitario funge así como un espacio de interacción entre un yo y una tercera persona que se entrelazan en el relato. La historicidad permite hacer reflexivo el pasado y proyectarlo al campo del autoconocimiento, por lo cual es posible afirmar que la hermenéutica goza de importancia en diversos ámbitos que superan comprensiones textuales y llegan a fronteras donde la misma acción humana ejerce presencia (Moreno, 2018).

Investigación social y educativa

La investigación es concebida aquí como un acto de indagación estructurada y procesual que promueve el análisis, la reflexión y la transformación de problemas y fenómenos humanos. Ahora bien, cuando se sitúa en el campo social se vincula directamente a aspectos relacionados con la persona, la cultura y la sociedad, conduciendo a la comprensión detallada y profunda de las diferentes dinámicas que se entretejen al interior de la humanidad (Pérez Vargas y Nieto-Bravo, 2020). Esta diversidad contextual ha motivado otra oposición de tipo metodológico que se sintetiza en paradigmas investigativos concretos: cualitativo y cuantitativo.

En cuanto al cuantitativo, este supone un ejercicio de análisis objetivo que versa sobre muestras que se analizan de manera imparcial en procura de determinar patrones, segmentos y propensiones estadísticas que vinculan dinámicas en las que el pensamiento matemático predomina. Así, la medición y cuantificación de los aspectos sociales es posible gracias al descubrimiento de tendencias y probabilidades verificables empíricamente, datos que hacen posible la triangulación de la información con la intención de entender y explicar el objeto abordado (Sánchez y Murillo, 2021).

El orden cualitativo es diferente pues su fundamento radica en tradiciones metodológicas alternativas al pensamiento empírico-analítico del anterior paradigma. En primer lugar, su orden práctico es diferente gracias a los diversos tipos de técnicas de recolección de información, análisis y comprensión (Sampieri, 2018). Sin embargo, esto solo es la punta del iceberg, ya que más allá de lo metódico su sentido no está fundamentado en el abordaje instrumental de los fenómenos humanos y sociales a través del uso de diferentes estrategias metodológicas, sino que es su misma epistemología la que lo hace diferente del enfoque cuantitativo (Nieto-Bravo et al., 2020). Así, lo propio de la investigación cualitativa no es ser descriptiva -toda investigación en algún punto debe hacer una descripción-, sino que su identidad radica en la comprensión del mundo de la vida y la cotidianidad humana en tanto vividas, en tanto producto humano donde no se busca objetivar al mundo de la vida sino entender a profundidad la intersubjetividad humana, que tiene flujos de conexiones fáctico-teleológicas (Lorenzo, 2017, p. 24).

En la actualidad se suele hablar también de la investigación mixta, la cual no es propiamente un paradigma sino una mixtura metodológica que integra técnicas cuantitativas y cualitativas buscando comprensiones complementarias y articuladas dentro de una dinámica amplia de análisis e interpretación del fenómeno abordado. Para autores como Pablo Forni y Pablo de Grande (2020) hay tres ejes asociados a estos métodos mixtos: “1) diseños de estatus equivalente (entre el componente cualitativo y el cuantitativo), 2) diseños de estatus dominante y 3) diseños con niveles de abordaje múltiples” (p. 168). Estas vertientes se emplean para todo lo referente al diseño investigativo y al análisis de los datos.

En este contexto, los métodos narrativos se involucran directamente con el paradigma de la investigación cualitativa en razón a su naturaleza no cuantificable, a la interpelación por la intersubjetividad humana, a la búsqueda de sentido de vivencias humanas, y a su lugar dentro de una perspectiva epistemológica hermenéutica (García, 2016), aunque esto no le cierra las puertas a formar parte de alguna fase dentro de una apuesta mixta (Rojas et al., 2020). Esto se da en tanto “la investigación cualitativa se basa en un replanteamiento de la relación sujeto-objeto. La integración dialéctica sujeto-objeto es el principio articulador de todo el andamiaje epistemológico de la investigación cualitativa” (Gurdian, 2007, p. 54).

Así las cosas, la investigación de carácter narrativo no se vincula a una dinámica positivista que responde a principios abstractos y universales, sino que se preocupa por las particularidades intersubjetivas que salen a flote a través de la hermenéutica. Es por ello que Bolívar et al. (2001) plantean que el valor de los métodos narrativos radica en primer lugar en la indagación por el mundo de la vida de los individuos reportado en sus relatos, y en segundo lugar, en la búsqueda de las estructuras sociales que representan, interpelan, limitan o condicionan a los sujetos.

Estas particularidades hacen que la investigación social, perfilada desde el paradigma cualitativo, suponga un balance entre las narrativas sociales macro que representan o idealizan las realidades de facto, y las subjetividades que establecen valor a la comprensión de las dinámicas sociales en lo que se considera la trama narrativa de la vida donde converge el espacio y el tiempo, dando lugar a procesos de entendimiento y comprensión intersubjetiva de la realidad (Álvarez y Amador, 2017). Así, las maneras de ser y comprender las distintas realidades del mundo de la vida emergen como producto de las diversas configuraciones sociales que no siempre corresponden a la realidad tal y cual es percibida por los sujetos. De ahí, que la encarnación de la narrativa social en los individuos cobre importancia trascendental para el rastreo de las percepciones que subyacen a la cotidianidad simbólica.

En este sentido, Bolívar (2002) señala que “ante el desengaño postmoderno de las grandes narrativas y la reivindicación del sujeto personal en las ciencias sociales, están adquiriendo cada día mayor relevancia [las pequeñas narrativas]” (p. 42). Dicha transformación no es fortuita, sino que es producto de la reivindicación de la voz de los sujetos en sus contextos, circunstancia que permite construir perspectivas nuevas sobre las maneras de ser en el mundo mientras este es comprendido.

La vitalidad de los métodos narrativos se da entonces en tanto que estos “permiten dar cuenta de aspectos que son relevantes, como los sentimientos, propósitos y deseos que con otras formas de investigación quedarían fuera” (Huchim y Reyes, 2013, p. 23). De ahí que haya una sensibilidad marcada de la cual los métodos sociales han resultado cada vez más reveladores por medio de la incorporación de metodologías y dinámicas de investigación emergentes, lo que reivindica la vigencia de estas perspectivas de emprender la investigación (Bolívar y Domingo, 2006).

Es necesario señalar que el uso de los métodos narrativos en la investigación cualitativa no es fruto de una moda metodológica, sino que encuentra sus raíces en una nueva perspectiva analítica que posibilita la conjugación de puntos de vista únicos desde la experiencia vivida de los diversos contextos y circunstancias históricas, por lo cual se fundamenta “en una epistemología crítica e inductiva, que parte de los diversos rostros humanos y las luchas del día a día por su subsistencia” (Nieto-Bravo, 2022, p. 16).

Algunos autores que responden a las tradiciones clásicas de la investigación social como Clifford Geertz (2008) reivindican la importancia del uso de métodos tradicionales en diálogo con las emergencias y aperturas que brindan nuevas entradas metodológicas, lo que produce líneas innovadoras que posibilitan el acceso a lugares donde antes no era posible llegar. Con ello se abren las puertas de la investigación a nuevos fenómenos y posibilidades de acción en el marco de las lógicas cualitativas (Mateos y Núñez, 2011; Bolívar y Porta, 2010; Nieto-Bravo y Pérez-Vargas, 2022; Arias y Alvarado, 2015).

Los métodos narrativos paulatinamente han sido acogidos en diversos escenarios de análisis, reflexión e indagación dentro de las dinámicas de las ciencias sociales, ampliando paulatinamente sus particularidades metodológicas, sus técnicas de recolección de la información y las maneras de aproximarse al mundo de la vida de los sujetos y sus contextos. Martin Packer (2013) resalta esta ampliación de sus prácticas al señalar que el interés por las narrativas ha crecido impactando diferentes escenarios académicos. Puntualmente, señala los casos de “antropólogos (Clifford Geertz), historiadores (Hayden White), psiquiatras (Donald Spence), psicólogos (Jerome Bruner) y filósofos (Alasdair McIntyre, Stephen Toulmin)” (p. 120). Hoy en día sería necesario añadir a esta lista los usos de las narrativas en el periodismo, la comunicación social en general y el arte.

Bolívar y Domingo (2006) indican que esta expansión de su uso responde a la dinámica transversal de los métodos narrativos, no solo en lo que respecta a su implementación en el trabajo de campo, sino a cómo ha bebido, para la constitución de su identidad, de teorías lingüísticas, literarias, históricas, antropológicas, psicológicas, semióticas, pragmáticas y del análisis del discurso. Señalan, además, que la sociología ha dado un fuerte impulso a su uso gracias a la articulación entre dicho método y las intencionalidades propias de esta área del saber, así como en la filosofía ha encontrado su nicho gracias a la hermenéutica.

Detallando ahora la reflexión en lo que respecta al campo de la educación, es posible señalar que en diversos manuales de metodología de la investigación educativa existen variados desarrollos que evidencian no solo la existencia, sino también la práctica y la pertinencia de los métodos narrativos dentro de la lógica de la investigación educativa y pedagógica. Denzin y Lincoln (2015), por ejemplo, señalan aportes concretos de las narrativas en los diferentes escenarios y contextos pedagógicos. Carr y Kemmis (1986), por su parte, evidencian derivaciones que se pueden hacer de las propuestas de investigación acción donde la narrativa docente tiene un lugar fundamental. Lo mismo se podría afirmar de las propuestas de Elliott (1990), Lewin (1992), Latorre (2003) y Stenhouse (1988), quienes resaltan la vitalidad de la práctica docente que puede ser narrada en busca del saber pedagógico.

Así, los métodos narrativos permiten construir nuevas maneras de analizar, comprender, interpretar y transformar el quehacer pedagógico a partir de la indagación de las percepciones, concepciones, representaciones, imaginarios y creencias de los docentes, los estudiantes y la comunidad académica en general. Esto es posible gracias a su dinámica intersubjetiva fundamentada en la perspectiva epistemológica hermenéutica, pues el relato pedagógico que emerge como producto no solo funge como una descripción de la cotidianidad docente, sino que posibilita la pregunta por el saber pedagógico, y crea así espacios de concienciación histórica y contextual.

De esta manera, las narrativas se constituyen como un marco de referencia que supone la creación y la transmisión del conocimiento en donde el participante expresando su voz genera una reconstrucción “ya que ciertas prácticas conscientes no se mantienen eternas, sino que se movilizan y demandan de la reconstrucción para lograr claridad en la persona” (Barrera, 2020, p. 209). A partir de lo anterior, se comprende que la reconstrucción de sentidos se torna parte fundamental del trabajo que supone una investigación narrativa, de tal manera que resulta una buena posibilidad para la investigación social y educativa.

Investigación narrativa como método

Las narrativas han sido constituidas con un estatus epistemológico y ontológico, y han ofrecido maneras y modos de situar, pensar y comprender la realidad como espacio de construcción de sujetos (García, 2016). En palabras de Yvonna Lincoln et al. (2012), la narrativa como método de investigación ha consolidado una epistemología transaccional y un fundamento anclado en la hermenéutica dialéctica. Con ello, da cabida a posibilidades alternas para la representación y comprensión de las diversas realidades situadas en contextos de acción particulares en donde el sujeto está presente.

En la reconstrucción subjetiva se comprende que el individuo cobra un papel protagónico que con frecuencia en diversas rutas metodológicas se ve mermado por dar potestad a las búsquedas de objetividad y universalización. En este sentido, la narrativa se presenta como una contracara a estas dinámicas y comprensiones epistémicas, dando valor a la subjetividad que emana de la persona, y permite con la comunidad valorar otras subjetividades para gestar maneras alternas de conocer y comprender la realidad a partir de la experiencia vivida. En este orden de ideas,

narrar implica poner lo vivido en palabras, en tanto ideas y emociones; resignificar las experiencias, llenar de sentido la propia historia al re-nombrar y re-crear una serie de acontecimientos, que más que responder a un orden cronológico y objetivo, responden a un entramado lógico y subjetivo, que da cuenta de la configuración particular y compleja frente a los hechos vividos. (Arias y Alvarado, 2015, p. 172)

En esta dinámica narrativa, el participante toma un rol protagónico, de tal manera que su propia voz se exterioriza reflejando de un modo u otro su mismidad (Porta y Flores, 2017). Esta perspectiva individual se interpela desde otra subjetividad generando encuentros que permiten dinámicas de conocimiento, comprensión y recreación de la realidad a la cual hacen referencia. Con frecuencia, este intercambio desencadena un cruce de dimensiones afectivas y cognitivas generador de opciones de indagación que no se podrían decantar bajo otra perspectiva epistemológica (Nieto, 2019).

Esta dinámica fortalece la comprensión de la interacción de las singularidades de los sujetos; sin embargo, esto no significa que los métodos narrativos estén proponiendo un desarrollo de conocimientos intimistas, por el contrario, la problematización que sostiene una dinámica metodológica como la que aquí se discute debe prestar atención al aporte que las narrativas brindan a las lecturas sociales y comunitarias. Es imprescindible que el núcleo del dato investigativo tenga en cuenta la consideración de la experiencia vital de los sujetos abordados que se hace histórica al relatarse, pero que no es una mónada de datos aislada, sino que manifiesta distintas representaciones sociales del mundo de la vida y la cotidianidad del contexto.

Los diseños de investigación narrativa responden directamente a la particularidad y detalle de cada contexto abordado y configurado por la intencionalidad del investigador, de ahí que ninguna formulación práctica sea igual a otra. Esto no significa que no se pueda hablar de una constitución como método, de un corpus, pues la particularidad radica en la construcción de la narración, pero la metódica macro sí tiene elementos constitutivos que se perciben a través de la definición de las entrevistas narrativas, la necesidad de detonantes para los relatos, la edificación sobre categorías teóricas contextualizadas, la necesidad de fundamentos teórico-conceptuales robustos y la apertura a la escucha detallada (Nieto-Bravo y Pérez-Vargas, 2022).

Sin embargo, la narración tiene la particularidad de ser más próxima a los métodos inductivos, pues configura su ruta de acción a partir de la construcción narrativa de los sujetos (Barrera, 2020). De ahí que su formulación categorial sea a posteriori, debido a que las experiencias son exteriorizadas desde la vivencia personal para así interpelar la intersubjetividad (Landín y Sánchez, 2019). Los métodos deductivos, como es el caso de las revisiones sistemáticas de literatura, los estados del arte o los procesos de experimentación positiva, proponen en cambio las categorías teóricas de forma a priori, pues es el investigador quien las establece bajo sus propios criterios ya sea por interés, conveniencia o encargo (Pérez et al. 2020).

Este giro es importante porque la investigación ya no queda a merced del investigador y sus intereses, sino que la formulación del proceso da centralidad al tamiz de las experiencias vividas por los sujetos, ya sean estos individuales o colectivos. En consecuencia, las voces de los participantes con las del investigador se reconocen como voces en diálogo (Barrera, 2020), lo que supone continuos encuentros y desencuentros que aportan a la fundamentación de las lógicas investigativas.

Construcción de narrativas

El punto de partida es el reconocimiento de la narrativa como una construcción existencial, la cual puede ser comprendida por el investigador a la vez que lo funda como sujeto en relación con el otro. Esto solo es posible cuando la técnica diseñada para la recolección de la información se configura como una entrevista a profundidad, una historia de vida, una entrevista biográfica o un relato autobiográfico. La relevancia de esta apuesta está dada a partir de la intención de la comprensión de los significados que los individuos dan a su propia vida a partir del problema abordado. Se sobreentiende, en el ejercicio de implementación, la existencia de la libertad humana, por la cual se expresan pensamientos, sentidos y comprensiones que representan o simbolizan su realidad atravesada por la memoria en tiempos y espacios concretos (Landín y Sánchez, 2019).

Es necesario además aclarar que estas técnicas de recolección para la información responden a una forma y dinámica propia para la construcción de conocimientos colectivos que buscan la representación de eventos que trascienden la vida de los participantes (Bolívar, 2002). De esta manera, los datos recabados no son exógenos a las realidades humanas y ello supone una construcción que emana de la misma vida que se recrea en el relato (Santamaría-Rodríguez et al, 2020).

La riqueza de la narrativa tiene además como elemento amplificador los modos de su aparición, pues esta puede ser oral o escrita, puede emerger tanto en una conversación como también en una entrevista abierta, incluso de forma inesperada durante el trabajo de campo del investigador (Pérez y Pinto, 2022). De ahí que la consideración de los instrumentos para la recolección de la información sea una tarea de cuidado, ya que al centro debe estar la intención del investigador que anhela la transformación de un sujeto entrevistado en un narrador experto desde la vivencia de su cotidianidad (Santamaría-Rodríguez et al. 2019).

En el caso de una recolección oral, la estructura puede proponerse a manera de una entrevista narrativa que posibilite el registro y la preservación de la memoria que corresponde a las experiencias vividas por los sujetos abordados (Barrera, 2020). Sin embargo, es necesario primero empoderarlos en primera persona, esto es, brindar los elementos para su reconstrucción del mundo de la vida según es comprendido por ellos para que configuren un relato de la historia de su vida a manera biográfica, como narrativa personal, testimonio o como una narrativa performativa (Huchim y Reyes, 2013).

El detonante para este tipo de entrevistas orales debe ser una pregunta intencionada proyectada por el investigador de acuerdo con los objetivos planteados para su trabajo de campo, y en concordancia con las categorías sobre las que desea obtener información. El diálogo debe ir conduciendo a los sujetos abordados por el problema definido libres de cualquier tipo de coacción que sesgue o manipule la información, ya que ellos deben manifestar de forma libre la experiencia vivida y su percepción del mundo de la vida en relación con el fenómeno problematizado. Dichos presupuestos le exigen al investigador una transformación en la definición de la naturaleza de sus preguntas y las respuestas esperadas (Chase, 2015, p. 77).

Ahora bien, en el caso de las narrativas escritas, parten por la misma necesidad de una pregunta detonante que reactiva su memoria para testimoniar sus vivencias en relación con el problema de la investigación. Se ha de buscar la motivación de la expresión, lo cual puede cumplirse a través de la solicitud de construcción de historias de vida que puede redactar a manera de relatos en diversos tipos de documentos, y con mediaciones tales como testimonios, anécdotas, autobiografías e incluso imágenes que permitan la exteriorización y materialización de su propia historicidad (Cortés y Medrano, 2005).

Empero, es recomendable que no se pida un solo tipo de narrativa, pues ello se configuraría como un relato solitario que puede evidenciar solo la visión particular de un fenómeno en un momento determinado. Lo ideal es desplegar diversas acciones narrativas en distintos tiempos para la recolección de la información. Por ejemplo, se puede partir con una construcción desde la oralidad, pasar en unos días a otra desde la escritura, y por qué no, incluso cerrar más tarde con la vinculación de narrativas transmedia propuestas desde escenarios de la cultura digital, de modo que su experiencia vivencial en el ecosistema digital pueda complementar su conciencia histórica del problema (Moncada y Sánchez, 2017). De esta manera, el uso de diversas fuentes y estrategias para la construcción de los relatos fortalece la narrativa y aporta más datos al investigador.

Conclusiones

Es posible entonces concluir que los métodos narrativos, entendidos en el marco del paradigma de la investigación cualitativa, se reconocen como una entrada metodológica que posibilita la apertura a la intersubjetividad humana a través de la indagación por la cosmovisión sobre el mundo de la vida de los sujetos. Esto es abordado a partir de la pregunta por elementos concretos como las representaciones sociales, los imaginarios colectivos, las concepciones sobre realidades concretas, sus creencias sobre el fenómeno interpelado, y las comprensiones en términos generales que subyacen a su cotidianidad.

En este diversificado escenario, las narrativas complementan y otorgan un horizonte de comprensión único a la investigación social, pues se concentra la atención en los sujetos privilegiando su sentir y su experiencia vivencial del mundo de la vida. Así, el valor agregado se fundamenta en la cualidad de los datos recogidos, pues se ofrecen al investigador como una alternativa para la recabación de la información que no es cosificadora de los individuos, sino que por el contrario rescata la intersubjetividad humana a partir de criterios hermenéuticos claros y pertinentes para la dinámica de la investigación social y educativa.

De esta forma, los métodos narrativos exigen que su configuración investigativa esté fundada en una perspectiva epistemológica hermenéutica que proponga un ejercicio de interpretación concebido como el develamiento del sujeto que muestra a la luz aquellos aspectos ocultos en sus relatos. Esto implica la formulación de la pregunta acerca del sentido y su comprensión ulterior gracias a la reflexión sobre la historicidad de la narrativa en tanto encarnada por los sujetos en sus contextos concretos y exteriorizada en su discurso.

La dinámica propia de los métodos narrativos exige además un ejercicio de concienciación del investigador sobre sus intereses en diálogo con las categorías preestablecidas y las categorías emergentes de los propios relatos de los sujetos. Esto implica una construcción instrumental que tenga en cuenta la apertura a la dimensión dialógica de todos los individuos implicados en el proceso para dar cabida a aquellas particularidades emergentes que enriquecen la recabación de la información. Así, los instrumentos quedan articulados al horizonte de análisis de las narrativas en el marco de las intencionalidades entretejidas.

Estos presupuestos hacen visibles los aportes de los métodos narrativos a la investigación social y educativa. Por una parte, es evidente el rescate de la identidad propia por el paradigma cualitativo a partir del escape de la cosificación de sujetos. En segundo lugar, es resaltable la indagación del conocimiento desde la reflexividad sobre la intersubjetividad humana. En tercer lugar, la visibilización de las representaciones sociales, los imaginarios, las concepciones, las creencias y las comprensiones del mundo de la vida desde una mirada situada y contextualizada. En cuarto lugar, la interpelación por la memoria y la conciencia histórica acerca de los problemas concretos y reales para las comunidades que sistemáticamente han sido invisibilizadas. Por último, y concentrando la atención en el campo educativo, la concienciación de las propias prácticas pedagógicas a partir de la búsqueda del saber pedagógico con miras a la cualificación docente contextualizada, el fortalecimiento de las apuestas de formación integral, y el análisis de su contribución a la comunidad académica.

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*Artículo de reflexión producto del proyecto de investigación “Percepciones educativas de la educación escolar rural en época de pandemia y pospandemia en Colombia”, financiado por la Corporación Universitaria Iberoamericana, realizado aplicando métodos narrativos.

Cómo citar: Nieto Bravo, J. A., Pérez-Vargas, J. J., & Moncada-Guzmán, C. J. (2022). La investigación en contextos sociales y educativos desde métodos narrativos. Civilizar: Ciencias Sociales y Humanas, 22(42), e20220110.

Recibido: 07 de Septiembre de 2021; Revisado: 26 de Abril de 2022; Aprobado: 13 de Mayo de 2022

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