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Pensamiento Psicológico

versión impresa ISSN 1657-8961

Pensam. psicol. vol.11 no.1 Cali ene./jun. 2013

 

Mediación moderada, sensibilidad emocional y atontamiento en el contexto del estrés1

Moderated Mediation, Emotional Sensitivity and Coping in the Context of Stress

Mediação moderada, sensibilidade emocional e afrontamento no contexto do stress

Leticia Guarino2

Universidad Simón Bolívar, Caracas (Venezuela)

1El presente manuscrito recoge parte de lo expuesto en el trabajo de ascenso a la categoría de profesor titular (USB, 2009) denominado "Validación del modelo de sensibilidad emocional. Propuesta de un modelo de mediación moderada" aprobado por el jurado designado por el Consejo Directivo de la Universidad Simón Bolívar.
2Doctora en Psicología. Dpto. de Ciencia y Tecnología del Comportamiento. Edificio de Estudios Generales, 1er. piso. Valle de Sartenejas, Aptdo. Postal 89.000 - A. Edo. Miranda. Venezuela. Correspondencia: lguarino@usb.ve

Recibido: 25/10/2012 Revisado: 01/04/2013 Aceptado: 15/04/2013


Para citar este artículo/ to cite this article/ para citar este artigo

Guarino, L. (2013). Mediación moderada, sensibilidad emocional y afrontamiento en el contexto del estrés. Pensamiento Psicológico, 11(1), 141-159.


Resumen

El presente trabajo describe una propuesta teórica explicativa de la relación estrés-enfermedad, denominada modelo de mediación moderada, en el cual se establece la intervención de la sensibilidad emocional y el afrontamiento en tal relación; actuando la primera como variable moderadora y la segunda como variable mediadora del modelo. La propuesta pasa por una revisión exhaustiva de la literatura reportada en los últimos 15 años sobre el tema de las variables moderadoras y mediadoras en el contexto del estrés y la importancia de su diferenciación a la hora de integrarlas en los modelos explicativos. Para ello, se usaron las palabras clave "moderación, mediación y estrés" como criterios de búsqueda en las bases de datos bibliográficas. Asimismo, se ofrecen múltiples evidencias sobre la influencia de la sensibilidad emocional y el afrontamiento en la relación estrés-enfermedad en diferentes contextos y poblaciones. El modelo de mediación moderada se presenta como una propuesta teórica a ser validada empíricamente.

Palabras clave: Moderación, mediación, estrés, sensibilidad emocional.


Abstract

The present paper describes a theoretical proposal of the stress-illness relationship, called the moderated mediation model, in which the intervention of emotional sensitivity and coping in such relationships are established, with the former acting as moderating variable and the latteras mediating variable of the model. The proposal was subjected to an exhaustive review of literature over the last 15 years on the subject of moderating and mediating variables in the context of stress, and the relevance of their differentiation when integrated in explanatory models. Key words such as "moderation, mediation and stress" were used as search criteria in the bibliographical data bases. Likewise, considerable empirical evidence is offered regarding the influence of emotional sensitivity and coping in the stress-illness relationship in different contexts and populations. The moderated mediation model is being presented as a theoretical proposal to be empirically validated.

Key words: Moderation, mediation, stress, emotional sensitivity.


Resumo

O presente trabalho descreve uma proposta teórica explicativa da relação stress- doença, denominada modelo de mediação moderada, no qual estabelece-se a intervenção da sensibilidade emocional e o afrontamento em tal relação, atuando a primeira como variável moderada e a segunda como variável mediadora do modelo. A proposta passa por uma revisão exaustiva da literatura reportada nos últimos 15 anos sobre o tema das variáveis moderadoras e mediadoras no contexto do stress e a importância de sua diferenciação à hora de ser integradas nos modelos explicativos. Para isto foram usadas as palavras chave "moderação, mediação e stress" como critérios de procura nas bases de dados bibliográficas. Assim mesmo, são oferecidas múltiplas evidencias sobre a influencia da sensibilidade emocional e o afrontamento na relação stress- doença em diferentes contextos e populações. O modelo de mediação moderada apresenta-se como uma proposta teórica para ser avaliada empiricamente.

Palavras chave: Moderação, Mediação, stress, sensibilidade emocional.


Introducción

Mediación y moderación en la relación estrés-enfermedad: inconsistencia conceptual

La identificación del papel mediador o moderador de variables predictoras del comportamiento humano, refleja la madurez y sofisticación alcanzada por un área de investigación, así como el desarrollo conceptual de la teoría que la soporta, siendo un claro signo de evolución de una disciplina cuando, después de haber determinado relaciones directas entre variables, se teorizan y explican esas relaciones (Hoyle y Kenny, 1999). Hopwood (2007) denomina, la investigación sobre la relación directa entre variables de investigación de primera generación; mientras que el descubrimiento de relaciones multivariables, donde se identifican los factores que median y moderan el comportamiento de las variables y permiten proponer modelos explicativos, se denomina investigación de segunda generación.

La investigación actual del fenómeno del estrés y sus repercusiones sobre la salud, bienestar, adaptación, incluso su relación con la enfermedad y desequilibrio, está precisamente en esta segunda etapa en la cual es fundamental entender qué variables influyen en el efecto que los individuos

presentan cuando se enfrentan a determinadas demandas ambientales o de estrés, de qué manera y porqué actúan esas variables. Sin embargo, el uso impreciso de los conceptos de moderación y mediación ha generado múltiples confusiones en la comprensión de la relación estrés-enfermedad, limitando el desarrollo de explicaciones coherentes y comprehensivas sobre este fenómeno. Precisamente, las próximas páginas están dedicadas a revisar el uso inconsistente y ambivalente de estos dos conceptos en la literatura científica sobre el estudio del estrés y su impacto en la salud, en los últimos 15 años. Tales conceptos serán aclarados para, sobre esa base, plantear un modelo de mediación moderada del estrés, objeto principal, de este trabajo.

Baron y Kenny (1986) expresan que las variables moderadoras se introducen como objetivo de investigación cuando las relaciones entre dos variables son inconsistentes o inesperadas, y cuando éste tipo de relaciones se encuentra entre variables predictoras y variables criterio. Esencialmente, este ha sido el caso de la relación entre estrés y enfermedad (Roger, 1995), en el que recurrentemente los estudios reportan correlaciones bajas, no mayores a 0.30. Es por ello que Schroeder y Costa (1984) y Payne (1988) sugirieron la posibilidad de que tal relación estuviera moderada por otros factores, siendo el más popular las diferencias individuales. Estudios que han explorado el efecto moderador de diferencias individuales en la relación estrés-enfermedad, destacan el papel del neuroticismo o la afectividad negativa, inicialmente descrita por Eysenck (1967, 1 994) y Costa y McCrae (1992) e investigada por Guarino (2004). En este último estudio, se evaluó el papel moderador de la sensibilidad emocional como una redefinición del neuroticismo, aplicado al contexto de la investigación sobre estrés (Guarino, 2005; Guarino, Roger y Olason, 2007).

La literatura sobre este tema se caracteriza por confusiones e imprecisiones en el uso de los conceptos de mediación y moderación (Cox y Ferguson, 1991), lo cual parece trascendental clarificar para alcanzar una plena comprensión del fenómeno del estrés, sus implicaciones y alternativas de regulación y prevención. Además, la apropiada aplicación de los conceptos de mediación y moderación y su forma de análisis, permitirá identificar hallazgos inconsistentes en la investigación sobre sensibilidad emocional y su relación con el estrés y la salud (Bethelmy y Guarino, 2008a; Herrera y Guarino, 2008) contando con fundamentos teóricos y metodológicos para formular explicaciones más acertadas de este fenómeno.

A modo de ilustración, se presentan algunos trabajos en los cuales ha prevalecido la ambigüedad de los conceptos de mediación y moderación, para ejemplificar sus principales limitaciones al momento de dar cuenta del fenómeno del estrés. Posteriormente, se detallarán las directrices ofrecidas por Baron y Kenny (1986) como plataforma para analizar, en detalle, el papel de la sensibilidad emocional en esta área de investigación.

Taylor y Aspinwall (1996), en un trabajo titulado "Mediating and Moderating processes in Psychosocial Stress", describen los posibles factores que inciden en la relación estrés - enfermedad, sin diferenciar entre variables mediadoras y moderadoras, así como tampoco la forma de explorarlas y analizarlas estadísticamente. Entre los factores moderadores, descritos por los autores, se encuentran las predisposiciones genéticas, ciertos rasgos de personalidad como afectividad negativa, estilos de pensamiento pesimista, fortaleza personal (hardiness), optimismo y percepción de control, así como la capacidad de evaluación cognitiva y afrontamiento.

Los autores dan un tratamiento bastante equivalente a todo este conjunto de variables, sin ahondar en los mecanismos a través de los cuales operan ni cómo se relacionan entre ellas. De hecho, se hace referencia a múltiples estudios en los cuales sólo se determina la asociación existente entre cada una de las variables mencionadas y los resultados en adaptación o salud / enfermedad de los evaluados. No se especifican los modelos sobre los cuales se basan tales relaciones ni tampoco se menciona si alguna de esas variables se comporta como moderadora o mediadora del proceso. La única hipótesis que hacen Taylor y Aspinwall (1996), que podría acercarse a una explicación sobre los mecanismos que operan en la relación estrés - salud, es que las diferencias individuales pueden contribuir a la forma de evaluación de los estresores, en la selección de estrategias de afrontamiento o sobre la resistencia o vulnerabilidad frente a los efectos adversos del estrés, lo cual requiere evaluarse de forma sistemática.

En síntesis, el trabajo de estos autores, si bien ofrece una revisión general sobre el tema, poco aporta al lector experto sobre cuáles variables moderan y/o median el proceso de estrés y cómo lo hacen; por el contrario, mantiene la confusión sobre la diferencia entre ellas y la manera en que tales diferencias pueden explorarse para contribuir a una comprensión más exacta del fenómeno del estrés.

Por su parte, Cohen y Edwards (1989), al estudiar la relación entre estrés y enfermedad, refieren sólo la participación de características de personalidad como variables moderadoras, sin mencionar el término mediación o las posibles variables mediadoras de esta relación.

En este trabajo, los autores hacen una revisión exhaustiva de múltiples estudios que intentaron evaluar el efecto moderador "amortiguador" de algunas variables personales como edad, estatus social, antecedentes de salud, fortaleza personal, habilidades sociales, expectativas generalizadas de control, patrón de conducta tipo A, estilos de afrontamiento, autoestima y nivel de activación, en la relación estrés-resultado. Los estudios escogidos para el análisis debían corresponder a un diseño de investigación básico, en el cual se incluyeran dos niveles de estrés y dos niveles de la variable personal a examinar (diseño 2 X 2), sugiriendo que los autores estaban efectivamente interesados en el tema de las variables moderadoras.

Las conclusiones de su trabajo fueron que sólo muy pocas variables (p. ej. expectativas generalizadas de control) mostraron resultados significativos como para ser consideradas efectivamente moderadoras de la relación estrés-resultado, sin embargo, ninguno de ellos logró explicar el mecanismo a través del cual actúan tales variables. Si bien Cohen y Edwards (1989) habían sugerido que teóricamente los factores moderadores podrían estar interviniendo en la fase inicial de evaluación del estrés o a nivel de los esfuerzos de afrontamiento frente a los estresores, una vez ocurrida la evaluación (tal como posteriormente lo sugirieron Taylor y Aspinwall, 1996), ninguno de los estudios revisados por ellos, hasta el año 1991, había hecho un esfuerzo por clarificar exactamente en qué estadio del proceso de estrés actuaban tales variables moderadoras, dejando para el momento un vacío importante de conocimiento que debía ser cubierto.

Matthews y Deary (1998) también hicieron una revisión de los estudios más importantes sobre el tema estrés-enfermedad, destacando el rol de variables de personalidad y diferencias individuales en el proceso. En su texto, destacan múltiples hallazgos sobre la relación entre el neuroticismo / afectividad negativa y el deterioro psicológico, aunque no se detalla ninguno que haya examinado, a profundidad, esta variable como moderadora o mediadora. A partir de los resultados de esta revisión, Matthews y Deary (1998) concuerdan con otros autores en sugerir que el papel del neuroticismo / afectividad negativa, así como de otras diferencias individuales, podría ser el de influir sobre la evaluación cognitiva del estresor o bien determinar formas específicas de afrontamiento. No obstante, resaltan que tales hipótesis no han sido evaluadas hasta el momento, por lo que se requiere más investigación al respecto.

Estos mismos autores concluyen tres interesantes ideas sobre la relación estrés - personalidad-salud: (a) no hay duda de la sólida relación entre ciertos rasgos de personalidad e indicadores de distrés psicológico; (b) se desconoce aún si el neuroticismo y otros rasgos personales predicen el distrés subjetivo (referido a la evaluación individual del entorno) o, si por el contrario, predicen un complejo síndrome emocional y conductual desadaptativo (refiriéndose al patrón de respuesta individual), por lo que sugieren intensificar las investigaciones sobre estos temas; y (c) dadas las evidencias sobre la relación entre rasgos personales y vulnerabilidad al estrés, el modelo transaccional descrito por Lazarus y Folkman (1986) luce como un modelo teórico promisorio para fundamentar las explicaciones derivadas de los estudios empíricos, sobre todo, para entender la posible asociación entre neuroticismo y formas específicas de evaluación cognitiva y afrontamiento.

A pesar de formular estas claras conclusiones sobre el tema, para el momento en que estos autores desarrollaron su trabajo, no parecía existir pleno y acertado conocimiento sobre la participación de las variables moderadoras y mediadoras en los modelos explicativos del estrés, al punto en que proponen modelos hipotéticos de las rutas de mediación y moderación que resultan claramente contrarias a las que Baron y Kenny (1 986) y Frazier, Tix y Barron (2004), entre otros, han propuesto como ilustración gráfica de las mismas (Matthews y Deary, 1998).

Con el objeto de dar respuesta a la hipótesis de la relación estrés-personalidad-salud, Ferguson, Matthews y Cox (1999) realizaron un estudio en el que midieron simultáneamente varios de los componentes del proceso de estrés, buscando observar el patrón de interrelación entre los mismos, basados en el enfoque transaccional de Lazarus y Folkman (1986). Utilizando instrumentos de autorreporte, los autores administraron, a un grupo de 268 estudiantes de postgrado, una serie de cuestionarios para evaluar: (a) la percepción de amenaza, reto y pérdida (evaluación cognitiva), (b) la intensidad de malestar generado por dos eventos estresantes concretos (presión académica y vivir lejos del hogar), (c) los estilos de afrontamiento a estos eventos, (d) los niveles de neuroticismo y extraversión (rasgos de personalidad) y (e) varios indicadores de salud física y psicológica. Las interrelaciones entre las puntuaciones de los cuestionarios fueron evaluadas a través de correlaciones bivariadas.

En general, los resultados obtenidos apoyaron las hipótesis del estudio, coincidiendo ampliamente con la teoría, en el sentido de que el neuroticismo resultó positivamente asociado a evaluaciones cognitivas de amenaza y pérdida y estas evaluaciones, a su vez, correlacionaron positivamente con formas de afrontamiento poco funcionales como la evitación y el afrontamiento emocional. Tal como se esperaba, las evaluaciones de amenaza y pérdida relativas a las dos situaciones estresantes correlacionaron positivamente con todos los indicadores de deterioro físico y psicológico. En síntesis, la matriz de asociaciones obtenidas en este estudio comprueba las hipótesis iniciales de los autores y de otros, previos a ellos, en el sentido de que ciertos rasgos de personalidad están asociados a formas específicas de evaluación cognitiva, y éstas, a su vez, están asociadas a formas particulares de afrontamiento, lo que parecería constituir la vía por la cual determinadas demandas ambientales impactan la salud biopsicosocial de los individuos (Cohen y Edwards, 1989; Cox y Ferguson, 1991; Lazarus y Folkman, 1986; Taylor y Aspinwall, 1996; Watson y Clark, 1992; Wells y Matthews, 1994).

La enorme debilidad del estudio Ferguson et al. (1999) es no haber planteado estas complejas interrelaciones usando los modelos de moderación y mediación ni haber empleado los métodos estadísticos adecuados para evaluar las mismas (por ej.: regresiones múltiples, SEM, etc.), retardando aún más la comprensión global del proceso de estrés. Es precisamente sobre la base de estas limitaciones y de la revisión de múltiples hallazgos empíricos sobre el tema, que Guarino inició una línea de investigación sobre la relación entre personalidad, estrés y salud, a principios del año 2000 (Guarino 2004, 2005; Guarino, Gavidia y Antor, 2000) y cuyas evidencias resultan en una propuesta de modelo en este trabajo.

Continuando con la revisión de la literatura sobre el tema, los trabajos de José Buceta y Ana Bueno (Buceta y Bueno, 2001; Bueno y Buceta, 1997) exponen que:

"El estrés está determinado por la interacción entre situaciones potencialmente estresantes (situaciones que tienen la propiedad de provocar estrés, aunque no necesariamente lo provoquen) y características personales relevantes (aquellas que en interacción con las situaciones potencialmente estresantes aumentan la probabilidad del estrés). Esta interacción se produce, en primer lugar, en la percepción y valoración que la persona hace de las situaciones potencialmente estresantes y, en segundo lugar, en la percepción y valoración de los propios recursos para hacer frente a tales situaciones. Del resultado de esta interacción dependerán posteriormente la aparición, la duración y la intensidad de la respuesta de estrés, así como de sus manifestaciones específicas (Buceta y Bueno, 2001, p. 20)".

Esta definición propuesta por los autores llama la atención por el uso del término interacción, dejando claro que el proceso de estrés involucra interrelaciones entre variables que deben evaluarse y que sólo el conocimiento de estas interacciones permitirá la comprensión profunda del fenómeno. Por otra parte, destaca que el término interacción se emplee para referirse a procesos de moderación / mediación que intervienen en la dinámica del estrés.

Basados en Lazarus y Folkman (1986), los autores señalan que la presencia y el impacto del estrés dependen de la valoración que las personas hacen de la situación estresante y de los propios recursos para hacerle frente. Estas valoraciones, a su vez, dependen de patrones de conducta y estilos de afrontamiento relativamente estables, de valores, creencias y actitudes que pueden afectar la atención selectiva, el procesamiento de la información y el juicio sobre los propios recursos, de la existencia o ausencia real de recursos eficaces para controlar las situaciones estresantes y de la disponibilidad o falta de disponibilidad de apropiados apoyos sociales (Buceta y Bueno, 2001).

Posteriormente, los autores hacen una breve descripción de las características personales señaladas, donde los estilos de afrontamiento, vistos como disposiciones más o menos estables en la forma de hacer frente a las demandas ambientales, son identificados como elementos moderadores de la relación entre las situaciones potencialmente estresantes y la aparición del estrés y sus consecuencias (curiosamente, única vez que los autores emplean el término moderador). Así, visto como disposición estable cercana aun rasgo, la consideración del afrontamiento que hacen Buceta y Bueno (2001) como variable moderadora coincide con la descripción que Baron y Kenny (1986) y otros autores han hecho sobre este tipo de variables y sus efectos. Esta posición teórica, sin embargo, es contraria a la planteada por Lazarus y sus colegas (Folkman y Lazarus, 1985; Lazarus, 1991a, 1991b, 1999; Lazarus y Folkman, 1986) y por otros autores como Steptoe (1991 a, 1991 b), quienes conciben al afrontamiento como un proceso cambiante, dinámico y altamente asociado al contexto, sugiriendo un efecto más bien mediador. Más adelante, se discutirá esta posición teórica y sus implicaciones para el modelo de sensibilidad emocional.

Al igual que se hizo en estudios y revisiones previas, varias limitaciones pueden identificarse en el trabajo de Buceta y Bueno (2001), como: no basarse en ningún estudio o hallazgo empírico concreto que explique cómo y por qué el afrontamiento se comporta como variable moderadora, no asumir la existencia de posibles variables causales o mediadoras en el proceso, así como no incorporar en su descripción la participación de otras diferencias individuales o características personales que han demostrado estar íntimamente relacionadas con la manifestación del estrés. Estas limitaciones conducen a los autores a presentar un modelo teórico parcial, de lo que se supone un proceso complejo.

Otro de los investigadores hispanoparlantes que ha venido trabajando suficientemente el tema del estrés y que ha sido un referente teórico para científicos de habla hispana es Sandín (1995). Este autor propuso un modelo procesual de la relación estrés-enfermedad. En este sentido, habla de variables moduladoras como las diferencias individuales disposicionales (por ej.: personalidad, autoestima, optimismo, fortaleza personal, factores hereditarios, sexo, raza, etc.) que intervienen entre los estresores, la evaluación cognitiva, el afrontamiento y las reacciones al estrés. En su modelo, Sandín enfatiza en el apoyo social como variable que puede actuar tanto de manera directa sobre la salud, como en forma indirecta por la vía de la moderación, mientras que clasifica la evaluación cognitiva y el afrontamiento como variables mediadoras de la relación entre estresores y estatus de salud.

Si bien el modelo de Sandín (1995) es resultado de un enorme esfuerzo de integración que hace el autor de las visiones parcializadas de otros estudiosos sobre las complejas interrelaciones entre las dimensiones del proceso de estrés, no deja de contribuir a la confusión de los conceptos de mediación y moderación al incorporar el término variables moduladoras, para referirse a las disposiciones personales, mientras que el apoyo social es visto como moderador. En este punto, cabría preguntarse si para el autor el término modulador tiene el mismo significado conceptual que el término moderador o si por el contrario se está refiriendo aun nuevo concepto que difiere de los dos que están en discusión. Esta última suposición parece ser la que aplica, ya que el modelo del autor hace referencia específica a que el apoyo social interactúa con el estrés psicosocial para determinar sus efectos sobre el bienestar (clara alusión a un efecto de moderación), mientras que la acción de las variables disposicionales es la de modular las reacciones del individuo frente al estrés. Frente a este enfoque o dualidad de conceptos, cabría también preguntarse cómo podría examinarse el rol de las variables disposicionales descritas por Sandín (1995) en forma estadística, siguiendo los parámetros de Baron y Kenny (1986), dado que éstas no son concebidas ni como moderadoras ni como mediadoras de la relación estrés-salud. De hecho, el autor no hace referencia a la manera como podría evaluarse y validarse su modelo a la luz de los métodos avanzados de análisis multivariante que ofrece la estadística, para poder así dilucidar el rol de cada uno de los componentes del proceso y esclarecer los mecanismos sobre los cuales operan.

En forma similar, el trabajo de Pereyra (2004), basado a su vez en González (1989, 1991) podría generar confusión cuando titula una sección de su capítulo "Moderadores de la experiencia del estrés" (Pereyra, 2004, p. 225) para, en la misma sección, usar el término factores moduladores al referirse a las mismas variables. Este autor describe los factores moduladores como variables, tanto internas del individuo como del medio ambiente, que actúan como condicionantes o modificadores de la interacción entre los factores internos (respuestas habituales al estrés) y externos (estresores). Entre estos factores, se encuentran el apoyo social, estados afectivos, características de personalidad, locus de control y resiliencia. De acuerdo con esto, los factores moduladores actúan sobre la interacción estímulo-respuesta para generar su efecto sobre el estado de salud, lo cual podría parecerse al rol de moderación descrito por Baron y Kenny (1986) y Aguinis (2004).

En este mismo capítulo, Pereyra (2004) usa el término variables mediadoras para referirse nuevamente a la acción del apoyo social en el proceso, agregando a este grupo la evaluación cognitiva y el afrontamiento, resaltando el uso indistinto de los términos y su poca comprensión de los efectos diferenciales (por ej.: a qué se refieren cada uno, cómo operan en el proceso de estrés, etc.). En síntesis, el trabajo de Pereyra (2004), así como los anteriormente descritos, está lejos de aclarar la relación entre estrés-enfermedad y la exacta participación de variables moderadoras y mediadoras, sus diferencias y los mecanismos a través de los cuales actúan. En este orden de ideas, repiten las inconsistencias de otros autores sobre el tema, generando mayor confusión en los lectores a la hora de entender la complejidad del proceso.

Sorprendentemente, a pesar del impacto que los conceptos de mediación y moderación están teniendo en los modelos explicativos del comportamiento en las ciencias sociales, aún se encuentran investigaciones en el campo de la personalidad, estrés, afrontamiento y salud, en general, que en absoluto mencionan tales conceptos ni los consideran a la hora de interpretar las interrelaciones entre variables. Tal es el caso de los trabajos de Vollrath y Torgensen (2000; 2002) sobre las relaciones entre personalidad, afrontamiento y conductas de riesgo. Estos autores exploraron tales asociaciones en muestras de estudiantes universitarios, ratificando hallazgos previos sobre la propensión de los individuos con alto neuroticismo y baja conformidad a una mayor vulnerabilidad al estrés y a usar formas de afrontamiento disfuncionales. Estas conclusiones, sin embargo, son planteadas en términos simplistas, al basarse en la interpretación de correlaciones bivariadas entre las dimensiones de personalidad, formas de afrontamiento, frecuencia de estresores y conductas de riesgo, sin explicar el proceso ni los mecanismos a través de los cuales tales variables se interconectan y actúan para producir el efecto final. No obstante, esto solo puede ser comprendido, a profundidad, empleando modelos de moderación y mediación.

Bajo el mismo esquema teórico y metodológico, se reportan los trabajos de Lau, Hem, Berg, Ekerberg y Torgensen (2006), quienes evaluaron la relación de estrés-enfermedad en miembros del servicio de policía noruego; Tyssen et al. (2007) lo evaluaron con estudiantes de Medicina y Rovik et al. (2007) con médicos en su año de internado. Los autores del primer estudio concluyeron que los individuos con alto neuroticismo, combinado con baja extraversión, son quienes reportan mayores niveles de estrés percibido y formas más disfuncionales de afrontamiento. En el segundo, los autores hallaron resultados ligeramente diferentes, pues fue la combinación alto neuroticismo-alta conformidad la que estuvo relacionada con mayores reportes de estrés entre los estudiantes de Medicina, mientras la extraversión pareció tener un efecto protector. Por su parte, el tercer estudio comparó los enfoques tipológico (alto vs. bajo puntaje en cuestionario) y dimensional (tratamiento continuo de la variable) de la personalidad, para establecer el mejor predictor a la hora de estudiar su relación con el estrés. Los resultados indicaron que ambos enfoques generan predicciones al mismo nivel, en los cuales el neuroticismo predice consistentemente mayores reportes de estrés laboral y deterioro de la salud.

A pesar de estos interesantes resultados, la limitación fundamental de este tipo de estudios es haberse centrado únicamente en establecer las asociaciones simples entre personalidad y estrés percibido (usando estadísticos Anova, correlaciones y regresiones), sin aludir al posible comportamiento moderador de estas dimensiones de personalidad en la relación estrés percibido-enfermedad. Estudios de este corte, denominados por Hopwood (2007), investigaciones de primera generación, se siguen realizando en el campo de las diferencias individuales y la salud, mientras que la necesidad de profundizar hacia relaciones más complejas, que realicen investigaciones de segunda generación, es aún escasa y rudimentaria.

Por supuesto, algunos estudiosos se están dando a la tarea de desarrollar investigaciones de segunda generación que, de acuerdo con Hopwood (2007), tienen como objetivo el descubrimiento de las relaciones multivariables, específicamente, de los factores que median y moderan el estrés en su relación con la salud y la enfermedad. Precisamente, estas aproximaciones se realizan para superar las limitaciones ampliamente observadas en la literatura, en las cuales se hacía uso indiscriminado de los términos moderación y mediación para explicar la relación entre estrés y enfermedad con otras variables, dejando grandes vacíos de conocimiento sobre su rol en el proceso.

Tomando como referencia el trabajo pionero de Baron y Kenny (1986) y las propuestas de autores como Frazier et al. (2004), Shrout y Bolger (2002) y Little, Card, Boyaird, Preacher y Crandall (2007), a continuación, se reportan algunas investigaciones sobre la identificación de variables moderadoras y mediadoras en la relación estrés-salud, para luego discutir estos hallazgos a la luz del enfoque transaccional descrito por Lazarus y Fol kman (1986), finalizando con la propuesta sobre sensibilidad emocional y su rol particular en la relación estrés-salud, que intenta recoger las formulaciones teóricas y metodológicas de todos estos autores.

En este orden de ideas, una de las revisiones más integradoras y completas sobre el tema de moderación/mediación, en la relación estrés-enfermedad, es la de Grant et al. (2006), quienes analizaron los hallazgos empíricos reportados en revistas especializadas durante casi veinte años, en los que se evaluaron efectos de moderación y mediación en la relación entre estresores y síntomas psicopatológicos en la infancia y adolescencia.

Los autores encontraron que las variables examinadas como moderadoras entre estresores y síntomas psicopatológicos en población infantil han sido edad, sexo, raza, cogniciones, competencia, afrontamiento, apoyo social, ambiente familiar, ambiente de pares, actividades y eventos positivos. En comparación con los estudios que examinaron variables como edad, sexo y raza, un porcentaje sustancialmente alto de los trabajos identificó las cogniciones como moderadoras, reportándose efectos significativos y evidencias de moderación en un 83% de ellos. Para estos autores, las cogniciones hacían referencia a estilos atribucionales, creencias autorregulatorias desadaptativas, pensamientos de pesimismo y procesos de evaluación cognitiva. Por su parte, las competencias se referían específicamente a las competencias académicas y sociales, encontrándose mayor evidencia de moderación para las académicas.

En relación con el afrontamiento, los autores hallaron que, hasta el año 2006, sólo ocho estudios habían examinado su rol como moderadora de la relación estrés-psicopatología infanto-juvenil, no obstante, los resultados no fueron concluyentes, pues sólo la mitad de estos estudios pudo demostrar evidencias de moderación. Finalmente, Grant et al. (2006) concluyen que las investigaciones sobre efectos de moderación han sido inconsistentes debido a la alta variabilidad de constructos y medidas utilizadas, limitando la comprensión del tema. Su llamado es a seguir investigando desde una forma más metódica que permita la construcción de modelos explicativos completos y ajustados a la realidad.

Con respecto a los estudios que han evaluado las hipótesis de mediación, Grant et al. (2006) indican que su análisis resultó más complejo, pues ha sido evidente que los investigadores no han podido dar seguimiento estricto a la propuesta metodológica de Baron y Kenny (1986), ya que según autores como MacKinnon, Lockwood, Hoffman, West y Sheets (2002), Shrout y Bolger (2002) y Collins, Graham y Flaherty (1998), el seguimiento de tales lineamientos resulta en pérdida de poder de las pruebas estadísticas, sobre todo a la hora de detectar efectos pequeños y moderados cuando se tienen muestras de sujetos entre pequeñas y medianas (situación que también advirtieron Frazier et al., 2004). Otras recomendaciones metodológicas recientes incluyen sugerencias como analizar la fortaleza de las relaciones indirectas y usar intervalos de confianza, más que evaluar estadísticamente la hipótesis de nulidad, así como diseñar investigaciones longitudinales en vez de transversales para evaluar modelos de mediación. Todas estas consideraciones podrían explicar por qué hasta ahora se han desarrollado tan pocas investigaciones que intenten determinar el rol mediador de ciertas variables en la investigación estrés-enfermedad, o que muchas de las realizadas reporten evidencia contraria al efecto esperado.

Aún así, los autores reportaron varios estudios en los cuales se ha encontrado evidencia del efecto mediador de ciertas variables en la relación estresores-psicopatología, en los cuales se usaron los lineamientos de Baron y Kenny (1986). Basados, principalmente, en las teorías cognitiva e interpersonal, Grant et al. (2006) categorizaron las variables mediadoras en tres grupos: aquellas relativas al ambiente (por ej.: estresores del vecindario), las relativas a la familia (por ej.: procesos familiares como conflictos maritales y depresión de los padres) y las relativas al propio niño (por ej.: estrategias de afrontamiento, creencias, autoestima, locus de control).

En su mayoría, las investigaciones reportadas en este estudio obtuvieron resultados satisfactorios en cuanto al soporte que recibieron las hipótesis de mediación, sin embargo, los autores advierten que los resultados pudieran ser aún más consistentes si los estudios se hicieran considerando contextos de moderación y grupos específicos, bajo la presunción de que los procesos de mediación actúan en correspondencia con ciertas variables moderadoras (contextos, grupos, características personales específicas). Esta interesante posición de Grantetal. (2006), con respecto a la complejidad de la relación estrés-psicopatología infantil, coincide con los planteamientos de autores mencionados previamente (Baron y Kenny, 1986; Edwards y Shurer, 2007; Frazier et al., 2004; Little et al., 2007; Muller, Judd y Yzerbyt, 2005), quienes han descrito efectos combinados de moderación y mediación en un mismo modelo y que parecieran aplicarse eficientemente para explicar el proceso complejo de la relación estrés-enfermedad. Estos modelos alternativos serán discutidos en detalle más adelante, en el marco de la propuesta del modelo de sensibilidad emocional.

En síntesis, la revisión de Grant et al. (2006) destaca como una referencia necesaria para todos aquellos investigadores interesados en estudiar el tema de la relación estrés-psicopatología infantil y la participación de variables mediadoras y moderadoras en dicho proceso. A la luz del presente trabajo, se pueden enumerar tres grandes aportes de la revisión de estos autores: (a) los trabajos dedicados a investigar los efectos de moderación no han sido consistentes en sus resultados, en particular, aquellos interesados en determinar el rol moderador del afrontamiento; (b) las investigaciones cuyo objetivo ha sido la evaluación de variables mediadoras han sido más numerosas y con resultados más sólidos, consistentes y congruentes con las teorías que les subyacen; y (c) la urgencia de desarrollar investigaciones sobre la base de modelos más complejos (por ej.: moderación-mediada), en los cuales se pueda establecer bajo qué circunstancias (contextos y factores moderadores) ciertas variables mediadoras actúan para ejercer su impacto sobre la variable dependiente (salud-enfermedad).

Tal como se mencionó anteriormente, algunos estudios buscan explorar la validez de ambos modelos de mediación y moderación para un mismo conjunto de variables, y un ejemplo de ello es el trabajo de Gaher, Simons, Jacobs, Meyer y Johnson-Jimenez (2006), quienes evaluaron los modelos de mediación y moderación de la afectividad negativa y las motivaciones del afrontamiento con respecto a los problemas de consumo de alcohol en un grupo de 779 trabajadores de la Cruz Roja Americana, que participaron en los rescates de los ataques terroristas del 11 -S. Específicamente, los autores buscaron determinar si las motivaciones para usar el alcohol como forma de afrontamiento actuaban como moderadoras o mediadoras en la relación entre afectividad negativa y consumo de alcohol. La hipótesis principal del estudio era que la afectividad actuaría sobre los problemas de consumo, a través de la mediación de las motivaciones.

Siguiendo los lineamientos de Baron y Kenny (1986), los autores realizaron un conjunto de análisis de regresión para evaluar el ajuste de ambos modelos, encontrando fuerte apoyo para la hipótesis de mediación, a través de la cual se comprobó que los problemas en el consumo de alcohol están asociados con la afectividad negativa de los participantes, pero sólo cuando ellos están motivados a ingerir alcohol como forma de afrontar su distrés psicológico. Un modelo similar había sido comprobado previamente por Catanzaro y Laurent (2004), quienes encontraron evidencias para la mediación de la motivación para usar el alcohol, como forma de afrontamiento, en la relación entre las expectativas de reducción de tensión a través del uso del alcohol y de consumo de alcohol propiamente dicho.

Lo interesante de este estudio y que será retomado más adelante, es la comprobación de que las motivaciones para usar determinadas formas de afrontamiento actúan como mediadoras de la relación entre emoción y conducta, planteándose un modelo diferente a los revisados hasta ahora, donde el afrontamiento y las motivaciones para su uso eran vistos más bien como variables moderadoras de la relación entre estrés y síntomas, al mismo nivel de las variables personales y como diferencia individual generalmente estable. Bajo el mismo modelo de reducción de la tensión, percibir que se han afrontado inadecuadamente o ineficientemente ciertos estímulos estresores parece moderar la relación entre ansiedad social y uso de sustancias estupefacientes (canabis), indicando que aquellos individuos con alta ansiedad social, que se perciben ineficaces para afrontar los eventos estresantes, son eventualmente los que más consumen drogas (Buckner, Schmidt, Bobadilla y Taylor, 2006).

Estos últimos tres estudios reportan enfoques diferentes pero interesantes del afrontamiento, sugiriendo que sus dimensiones cognitivas (percepción, motivación, intención) actúan diferencialmente en los modelos de moderación y mediación y, por lo tanto, deben seguirse investigando para mayor claridad sobre el tema.

En la misma línea de interés de Gaher et al. (2006), se centra el trabajo de Jose y Huntsinger (2005), quienes evaluaron los posibles efectos de mediación o moderación del afrontamiento en la relación entre estrés y síntomas psicológicos en dos grupos culturalmente disímiles de adolescentes (chino-americanos y europeo-americanos). En este caso, los autores encontraron evidencias significativas de moderación del afrontamiento para todos los participantes, mientras que los efectos de mediación funcionaron diferencialmente para ambos grupos culturales, dado que mientras para los adolescentes chino-americanos el afrontamiento por evitación medió la relación entre estrés y síntomas psicológicos, para el grupo de adolescentes europeo-americanos sólo se evidenciaron efectos directos.

Otras evidencias del afrontamiento como variable moderadora las encontramos en el estudio de Haden, Scarpa, Jones y Ollendick (2007), desde un inicio, se plantearon la hipótesis de moderación, partiendo de una conceptualización del afrontamiento como variable disposicional. Estos autores se plantearon como objetivo de estudio evaluar si el apoyo social percibido y las conductas de afrontamiento moderaban la relación entre severidad percibida del daño y subsecuentes reacciones de estrés post-traumático. Usando instrumentos de autorreporte y regresiones jerárquicas como método de análisis, los datos de 150 estudiantes universitarios que habían reportado experimentar diferentes tipos de trauma, apoyaron la hipótesis de moderación para el afrontamiento y el apoyo social, específicamente, para el afrontamiento activo interpersonal (búsqueda de apoyo social) y para el apoyo social proveniente de amigos.

A diferencia de Haden et al. (2007), autores como Beasley, Thompson y Davidson (2003) avalaron el modelo de moderación del afrontamiento, hallando sólo efectos directos para el mismo en la relación estrés-salud, de un grupo de estudiantes universitarios de edad madura, siendo los resultados de las ecuaciones de regresión significativos para la resiliencia (fortaleza cognitiva).

Lo revisado hace pensar que, al menos para el afrontamiento, los hallazgos siguen siendo inconsistentes e indefinidos, a pesar de que ambas posturas teóricas (afrontamiento como moderadora -afrontamiento como mediadora) siguen recibiendo evidencias significativas. Por supuesto, esto debe conducir necesariamente a investigar más para esclarecer su rol en la relación estrés-enfermedad, teniendo en cuenta que existen dos posturas teóricas contrapuestas para concebir el afrontamiento: el afrontamiento visto como característica estable -estilos de afrontamiento - (variable disposicional) y el afrontamiento como proceso dinámico y cambiante ajustado a las demandas del contexto -estrategias de afrontamiento - (variable contextual).

A continuación, se revisa la literatura sobre evaluación efectiva en los modelos de moderación y mediación en el contexto de la investigación del estrés, específicamente, la participación de variables de personalidad. Uno de ellos, es el estudio de Hutchinson y Williams (2007), quienes examinaron la relación entre neuroticismo y estresores diarios en el desarrollo de síntomas depresivos en estudiantes universitarios de recién ingreso a la educación superior. Específicamente, los autores contrastaron los modelos de moderación y mediación para el neuroticismo, utilizando análisis de regresión según los lineamientos de Baron y Kenny (1986) y Aiken y West (1991). Los resultados de su estudio apoyaron la hipótesis de moderación para el neuroticismo, en el sentido de que los individuos con alto puntaje en esta variable tenían mayor probabilidad de desarrollar síntomas depresivos que aquellos con bajo puntaje. Los autores también encontraron evidencias de que los estresores diarios parcialmente median la relación entre neuroticismo y síntomas depresivos, aunque desconocen si esta mediación ocurre bien porque los individuos con alto neuroticismo se exponen más a ambientes estresantes o simplemente porque evalúan su ambiente cotidiano como más estresante.

En la misma línea, Besser y Shackelford (2007) evaluaron los efectos mediadores de las dimensiones de personalidad del modelo de cinco factores, en su relación con estados de ánimo negativo y confirmación de expectativas afectivas, producidas por estresores situacionales, en un grupo de 100 empleados que desarrollaban su plan vacacional anual. El objetivo principal del estudio era examinar los mecanismos subyacentes a las asociaciones potenciales entre personalidad y estados afectivos positivos y negativos, basados en los modelos que asumen el estrés como la ruta por la cual la personalidad activa estados emocionales negativos (Kling, Ryff, Love y Essex, 2003). Para ello, los autores administraron instrumentos de autorreporte para evaluar las dimensiones de personalidad, los estados de ánimo (pre y post vacacional), las expectativas afectivas percibidas (pre-vacacional) / experiencia subjetiva post-vacacional) y el estrés relacionado con las vacaciones (esperado y experimentado); calcularon dos modelos de ecuaciones estructurales para contrastar efectos directos y mediacionales.

Tal como se esperaba, los resultados indicaron que el estrés percibido medió el efecto de la escrupulosidad (conscientiousness) sobre el estado de ánimo negativo durante las vacaciones y sobre la confirmación de expectativas afectivas positivas. Es decir, la escrupulosidad como dimensión de personalidad, actuó sobre los estados afectivos, disminuyendo el estrés percibido en la situación.

Por esta razón, se concibe la percepción de estrés (evaluación cognitiva de la situación) como variable mediadora en el proceso. Lo interesante de este estudio y de la hipótesis propuesta por los autores fue que definieron como variables independientes o predictoras del modelo (normalmente asumidas como variables moderadoras) las dimensiones de personalidad, mientras que emplearon como variable mediadora que activa reacciones afectivas particulares, a la percepción de estrés situacional (evaluación de estresores del contexto).

Esta propuesta, aunque diferente a las observadas hasta el momento, no contradice la noción básica de que la personalidad participa de manera fundamental en la relación entre las demandas del ambiente y sus resultados (salud, enfermedad, adaptación, etc.), posibilitando retomar los enfoques teóricos fundamentales de los cuales partió todo este análisis.

Por su parte, los trabajos de Bethelmy (2006), Herrera (2006) y Lousinha (2009), realizados con participantes venezolanos médicos, cadetes navales y profesores universitarios, respectivamente, evaluaron el rol moderador de la sensibilidad emocional en la relación estrés-síntomas en estas tres poblaciones. Usando los procedimientos propuestos por Baron y Kenny (1986), las autoras exploraron si la sensibilidad egocéntrica negativa (SEN) moderaba la relación entre estresores percibidos y el reporte de síntomas físicos y psicológicos en estos grupos. Sin ahondar en detalles sobre los resultados y sus implicaciones, sólo Lousinha (2009) comprobó la hipótesis de moderación para la sensibilidad emocional, habiéndose rechazado la hipótesis en los otros dos trabajos, a pesar de que se había comprobado el efecto moderador del afrontamiento en el trabajo de Bethelmy (2006). De hecho, esta última autora, a la luz de sus evidencias, propuso que el afrontamiento parecía ser una variable moderadora aún más importante y potente en la relación estrés-enfermedad que la misma sensibilidad emocional, en virtud de ser el afrontamiento una variable que combinaba los efectos de diversas características personales (entre ellas la sensibilidad emocional) con factores del entorno para producir su impacto directo sobre el estatus biopsicosocial del individuo. Por supuesto, esta propuesta permitió comenzar a reconocer el posible rol del mecanismo subyacente que el afrontamiento podría tener en la explicación del impacto de los estresores ambientales sobre la salud, aunque tal hipótesis fue planteada equívocamente en términos de moderación y no de mediación.

Ahora bien, la revisión de la literatura, realizada hasta el momento, permite concluir: (a) que muchos autores e investigadores en el campo de estudio del estrés aún muestran un desconocimiento importante (falta de conocimiento y/o manejo inadecuado) sobre el tema de moderación y mediación, generando vacíos, confusiones e inconsistencias que retardan el desarrollo de modelos más complejos y comprehensivos del fenómeno; (b) que las dimensiones de personalidad y otras diferencias individuales han evidenciado un rol moderador en los modelos explicativos, y (c) que el afrontamiento ha sido concebido tanto como variable moderadora, como variable mediadora de la relación estrés-resultados y ha recibido respaldo empírico para ambas posturas. Por supuesto, esta visión no es contradictoria, ya que como han referido Frazier et al. (2004) y Judd, Kenny y McClelland (2001), las variables podrían ser evaluadas como mediadoras o moderadoras dependiendo de la teoría subyacente. En el caso del afrontamiento, lo que parece necesario es desarrollar una visión teórica única y sólida que permita avanzar en la comprensión de su participación en el proceso estrés-enfermedad, definiendo si finalmente actúa como diferencia individual o como conjunto de acciones ajustadas a las demandas específicas del contexto.

Moderación de la sensibilidad emocional y mediación del afrontamiento del estrés. Una propuesta de mediación moderada

Desde los planteamientos teóricos de Baron y Kenny (1986), Frazier et al. (2004), Aguinis (2004) y Little et al. (2007), cabe recordar las diferencias fundamentales entre variables moderadoras y mediadoras:

  1. Una variable moderadora explica los cambios en la naturaleza del efecto de X sobre Y, esto es, explica cuándo y bajo qué condiciones X causa a Y, alterando la dirección o la fuerza de la relación entre el predictor (X) y el resultado (Y). Las variables moderadoras son, preferiblemente, categóricas dicotómicas, aunque también se habla de la interacción entre predictora y moderadora, cuando se trata de una medida continua. Las variables moderadoras están referidas, generalmente, a condiciones estables del individuo o el ambiente.
  2. Las variables mediadoras brindan información sobre por qué o a través de qué mecanismos X causa a Y. Tradicionalmente, han sido llamadas variables intervinientes o "procesos", dado que explican la relación entre dos variables (por ej.: procesos de transformación internos al organismo, interpretaciones o reinterpretaciones de la realidad, representaciones cognitivas), haciendo que los eventos físicos externos asuman un significado psicológico interno. La relación entre una variable predictora (X) y un criterio (Y) desaparece o disminuye significativamente cuando la mediadora es incorporada al modelo.
  3. Los métodos de abordaje y comprobación estadística de los efectos de moderación y mediación son sustancialmente diferentes.

En función de estas diferencias, vale la pena también retomar los enfoques teóricos que sobre el estrés y el afrontamiento han hecho autores como Lazarus y colegas (Folkman y Lazarus, 1985; Lazarus, 1991a, 1991b, 1991c, 1993, 1999; Lazarus y Folkman, 1986), seguidos por Steptoe (1989, 1990, 1991a, 1991b) y otros investigadores (Aldwin, 1994; Parker y Endler, 1996; Schwarzer y Schwarzer, 1996; Zeidner y Saklofske, 1996), quienes han dejado claro que los procesos de evaluación cognitiva y afrontamiento median la relación entre las demandas externas (posibles estresores) y los resultados en salud, rendimiento y adaptación de los individuos. Especialmente, es importante resaltar que el enfoque transaccional de Lazarusy sus colaboradores centra su descripción del fenómeno del estrés en los procesos mediacionales, aquellos que son inherentes a las capacidades superiores de los individuos y que cambian en función de las necesidades de adaptación. A su vez, son estos procesos los que determinan los cambios emocionales positivos o negativos que experimentan los individuos frente a las demandas internas y externas (Folkman y Moskowitz, 2007; Lazarus 1991a, 19991b, 1991c, 1993, 1999; Steptoe, 1991 b). De hecho, los términos moderador o moderación son prácticamente inexistentes en los trabajos de estos autores, los cuales sólo fueron incorporados en años recientes al estudio del estrés, influenciados por las teorías de la personalidad y otras teorías sociales en su relación con la salud.

Aún más, al referirse a las diferencias individuales y características del entorno que determinan la evaluación cognitiva y el afrontamiento, Lazarus y Folkman (1986) plantean variables antecedentes que, hoy en día, son concebidas y estudiadas bajo el nombre de variables moderadoras (por ej.: personalidad, locus de control, apoyo social).

De manera similar, Steptoe (1989, 1990, 1991 a, 1991 b) ha identificado el afrontamiento como un proceso que media la relación entre las demandas ambientales y los resultados en salud y adaptación. Además, explicita que el afrontamiento está influenciado por la interacción entre factores personales (características de personalidad, creencias de control, experiencias previas) y factores situacionales (apoyo social recibido). Por esta razón, el autor ha enfatizado, especialmente, en diferenciar al afrontamiento como disposición individual, del afrontamiento como proceso adscrito al contexto, señalando que es esta segunda forma de entender el afrontamiento la que puede explicar la dinámica de la interacción individuo-ambiente y la variabilidad inter - situacional de las respuestas al estrés.

A partir de sus estudios, Steptoe (1991 b) brinda una útil clasificación del afrontamiento, la cual ha demostrado su aplicabilidad a la hora de estudiar el correlato fisiológico subyacente al mismo, como mecanismo determinante de la salud o enfermedad en una confrontación estresante.

Así, lo que resalta de los enfoques de Lazarus y Folkman (1986), Steptoe (1989, 1990, 1991a, 1991b) y otros autores avalados por algunas evidencias empíricas, es que la evaluación cognitiva y el afrontamiento son procesos cambiantes, dinámicos y contextuales, que median la relación entre los eventos internos y externos y sus resultados. Esta noción teórica coincide con la propuesta de Baron y Kenny (1986) sobre el rol de las variables mediadoras o mediacionales en la explicación de la relación existente entre estímulos externos y cambios conductuales en el estrés. Aún más, autores como Tennen, Affleck, Armeli y Carney (2000), basados en esta noción dinámica del afrontamiento, proponen diseños longitudinales intrasujeto para estudiar esta variable y entender su ajuste continuo a los eventos estresantes diariamente cambiantes.

Visto de esta manera, la propuesta de este trabajo es que las diferencias individuales y ciertas características del ambiente pueden ser consideradas variables moderadoras, que interactúan con los estímulos del entorno para producir su impacto o efecto sobre el rendimiento, la salud o la adaptación individual, mediada esta interacción por los procesos de evaluación cognitiva y, muy especialmente, por el afrontamiento. A diferencia de múltiples estudios que asumen el afrontamiento como diferencia individual estable, midiéndola con instrumentos dirigidos a evaluar disposiciones y tendencias (léase estilos de afrontamiento), la presente propuesta sugiere que el afrontamiento, como conjunto de conductas y pensamientos que se ajusta al desarrollo y cambio constante de la experiencia estresante, tal como lo definieron Lazarus y Folkman (1986) y Steptoe (1989, 1990, 1991a, 1991b), sea asumido como variable mediadora. Esta presunción aún puede hacerse si el afrontamiento refleja el efecto de las características propias del contexto y de diferencias individuales estables como personalidad, sistema de creencias y valores, disposición a buscar apoyo social, entre otras características propias de la demanda ambiental, para producir un resultado final sobre la salud del individuo.

La propuesta específica de este trabajo resulta de la investigación y estudio de la literatura sobre el estrés como proceso, desde el año 1991. La misma propone que los efectos de las características de personalidad y otras diferencias individuales, así como la evaluación cognitiva y el afrontamiento, ejercen su acción moderadora y mediadora simultáneamente en un mismo modelo, por lo que el impacto específico de la sensibilidad emocional sobre la salud ocurre a través de un efecto de mediación moderada. La sensibilidad emocional, específicamente, la dimensión de sensibilidad egocéntrica negativa, actúa como moderadora de la relación estresor - síntoma, impactando en la evaluación cognitiva y ésta, a su vez, en las formas de afrontamiento específicas desplegadas por el individuo y que median tal interacción. Lo que se propone es que la sensibilidad egocéntrica negativa, como disposición estable y disfuncional en el individuo, interactúa con las situaciones potencialmente estresantes, generando en el individuo una percepción de mayor perjuicio, daño o amenaza, que activa formas de afrontamiento también disfuncionales (afrontamiento emocional y evitación). Estas formas de afrontamiento impactan directamente sobre la salud del individuo, ya sea adoptando mayores conductas de riesgo, como el consumo de alcohol, cigarrillo, drogas y hábitos de vida poco saludables (Ng y Jeffery, 2003; Vollrath y Torgersen, 2002) o, simplemente, generando una mayor reactividad emocional, con subsecuente activación cardiovascular, endocrina e inmunológica (por la vía de la activación del eje hipotalámico-hipofisiario). Este último, parece ser el mecanismo subyacente que explica el deterioro de la salud física y psicológica, habiendo múltiples evidencias en la literatura (Brosschot, Pieper y Thayer, 2005; Gómez, Zimmermann, Froehlich y Knop, 1994; Guarino et al., 2000; Kemeny y Laudenslager, 1999; Roger, 1996; Roger y Najarian, 1998; Van Rood, Bogaards, Gouliny y Van Houwelingen, 1993).

El modelo de mediación moderada, inicialmente propuesto por Baron y Kenny (1986) y ampliado por otros autores en el campo de las ciencias sociales (Edwards y Shurer, 2007; Frazier et al., 2004; Little et al., 2007; Muller et al., 2005), se refiere a las situaciones en las cuales la relación mediada varía de acuerdo a los niveles de una moderadora. Así, la propuesta específica con respecto a la sensibilidad emocional y el afrontamiento es que a mayor sensibilidad egocéntrica negativa (SEN), mayor adopción de afrontamiento emocional y de evitación, y a la inversa con niveles menores o bajo SEN. La relación específica entre mayores y menores puntajes de SEN y mayores y menores puntajes en afrontamiento emocional y de evitación, respectivamente, ha sido repetidamente corroborada en estudios con participantes británicos y venezolanos de diferentes edades y estado laboral (Bethelmy, 2006; Guarino, 2004; 2005; Guarino, Scremín y Borrás, 2010; Herrera, 2006; Lousinha, 2009). Evidencias empíricas de la relación entre afectividad negativa y afrontamiento disfuncional han sido también reportadas en innumerables estudios previos ( Bolger, 1990; Deary et al., 1996; Endler y Parker, 1990; Ferguson et al., 1999; Greco y Roger, 2003; Kling et al., 2003; Lau et al., 2006; McCrae y Costa, 1986; Olason y Roger, 2001; Schaubroecky Ganster, 1991; Vollrath y Torgersen, 2000; 2002). La figura 1 ilustra el modelo propuesto.

De acuerdo con el modelo propuesto, la SEN, como característica personal presente o ausente en un individuo (o en mayor o menor grado vista como una variable continua), modera la relación al interactuar con la variable predictora (estresores/ demandas ambientales) Esta relación activa formas específicas de afrontamiento y reactividad, que son las que generarán el impacto directo sobre la salud y ajuste del individuo. Así, ante la presencia de estresores en interacción con una mayor SEN, se activan estrategias de afrontamiento disfuncionales (afrontamiento emocional y de evitación), que producen en el individuo mayor deterioro en su salud física y psicológica y mayor desajuste. La interacción potenciadora entre las demandas ambientales y la SEN genera que la variable predictora como la moderadora influyan la variable resultante en la misma dirección y juntas tengan un efecto mayor al simple efecto aditivo (Frazier et al., 2004).

Por supuesto, esta propuesta de modelo sobre la relación estrés-personalidad-salud debe ser validado experimental y estadísticamente, sobre todo para determinar si los efectos de moderación / mediación son totales o parciales. Para el caso de la sensibilidad emocional, como variable moderadora, es fácil asumir que su nivel de explicación sobre el afrontamiento (mediadora) es alto, pero parcial, ya que se conoce que el afrontamiento, además de la afectividad negativa o sus correlatos (por ej.: SEN), está también asociado a otros factores personales y ambientales como sistema de creencias, apoyo social percibido y recibido, autoestima, estilos atribucionales, estilos emocionales (rumiación e inhibición emocional; Forbes y Roger, 1999; Lazarus, 1991 a, 1991 b, 1 991 c; Lazarus y Folkman, 1986; Roger, 1995, 2007; Sojo, 2006; Steptoe, 1 989, 1990, 1991 a, 1991 b), entre otros.

Esta propuesta avanza un paso más a aquella publicada por Guarino en el 2004, cuando únicamente se planteó y evaluó el modelo de moderación para la sensibilidad emocional (Bethelmy, 2006; Herrera, 2006; Lousinha, 2009). Particularmente, se propone un modelo explicativo más complejo, que incluye el papel de la mediación moderada, a partir de las nuevas evidencias sobre la relación personalidad - afrontamiento y el análisis profundo de las mismas a la luz de los enfoques teóricos existentes. Este nuevo modelo supone que la relación estrés - sensibilidad emocional - salud es compleja, requiriendo de un modelo más elaborado para dar cuenta de este fenómeno. Parte de las actualizaciones realizadas al modelo, tiene que ver con la concepción de afrontamiento, pues en trabajos previos (Bethelmy y Guarino, 2008b; Guarino, 2004; Guarino, Sojo y Bethelmy, 2007; Sojo y Guarino, 2009) se había venido defendiendo la tesis de que el afrontamiento es una disposición individual. Sin el ánimo de abandonar completamente esta tesis, la nueva propuesta también considera que el afrontamiento es resultado de la acción de otras variables antecedentes, entre las cuales se encuentra la sensibilidad emocional. En este sentido, se evalúa el afrontamiento desde una perspectiva más contextual y dinámica, a la planteada originalmente. El conocimiento de la fuerte relación existente entre variables predictoras y criterio en el fenómeno del estrés, conlleva a la formulación de modelos, como el aquí presentado, pues buscan explicar el mecanismo detrás de esta relación, profundizando, especialmente, en el conocimiento y evaluación de variables mediadoras para ajustar el modelo (Baron y Kenny, 1986; Frazier et al., 2004).

Autores como Muller et al. (2005) y Edwards y Shurer (2007) proponen formas de analizar tales modelos de mediación moderada, tanto en diseños experimentales, como en investigaciones básicas y aplicadas. Para ellos, la mediación moderada implica que el efecto indirecto de la variable predictora X (o tratamiento en el caso de diseños experimentales) en el resultado Y, depende de la moderadora (Mo). Esto es, tanto el efecto de X sobre la variable mediadora (Me) depende de la moderadora, así como el efecto parcial de Me sobre Y depende de la moderadora. En cualquier caso, el efecto de la predictora sobre el resultado estará moderado, una vez controlado el efecto de la mediadora. Para determinar tales efectos, los autores proponen calcular tres ecuaciones de regresión, aunque los mismos efectos pueden obtenerse a través de análisis de ruta (ver Edwards y Shurer, 2007, para una extensa revisión del tema):

  1. Usando como variable criterio Y, determinando en la misma ecuación el valor predictivo de X, Mo y el producto de ambas (XxMo).
  2. Usando como variable criterio a Me y como predictoras en la ecuación a X Mo y XxMo. Se esperaría un efecto significativo de la interacción.
  3. Usando como variable criterio Y, introducir en la ecuación las siguientes variables en orden: X, Mo, XxMo, Me y el producto de Mo y Me (MexMo). El efecto de mediación moderada se probará si los valores de XxMo y Me sobre Y resultaran significativos.

Conclusiones

En síntesis, el objetivo de este trabajo ha sido establecer la diferencia entre los conceptos de mediación y moderación y su implicación directa en la investigación en las ciencias del comportamiento, particularmente, en el tema de la relación estrés-salud. Tal implicación ha sido difícil de determinar hasta el momento, dado el uso ambivalente e inconsistente de ambos conceptos por parte de los investigadores, impidiendo el desarrollo de un cuerpo teórico coherente para entender la relación entre estrés, diferencias individuales y salud.

Como producto de esta revisión y basados en las trabajos de autores como Baron y Kenny (1986), Edwards y Shurer (2007), Frazier, et al. (2004), Little et al. (2007) y Muller et al. (2005), el presente trabajo hace una propuesta teórica que intenta explicar la ruta por la cual la sensibilidad emocional y el afrontamiento, interactuando en un modelo de mediación moderada, actúan para influir en la salud y bienestar de los individuos, proponiéndose la sensibilidad emocional como variable de personalidad moderadora y el afrontamiento como mediadora.

Esta propuesta amplía lo explicado sobre la relación estrés - sensibilidad y emoción - salud plasmado en el trabajo de Guarino (2004) y expone la posibilidad de un análisis más profundo y comprehensivo del fenómeno del estrés, incorporando el afrontamiento en esta relación. Futuros estudios deben dirigirse a determinar la validez estadística de este modelo, empleando métodos estadísticos sofisticados, recientemente desarrollados para tal fin. Actualmente, se está realizando un estudio para contrastar empíricamente el modelo propuesto y se espera que a la brevedad sean reportados los resultados encontrados.


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