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Pensamiento Psicológico

Print version ISSN 1657-8961

Pensam. psicol. vol.13 no.1 Cali Jan.June 2015

https://doi.org/10.11144/Javerianacali.PPSI13-1.pdpa 

Las pérdidas y los duelos en personas afectadas por el desplazamiento forzado1

Loss and Grief in Persons Affected by Forced Displacement

As perdas e os dolos em pessoal afetado pelo deslocamento forçado

Victoria Eugenia Díaz2
Astrid Natalia Molina3
Manuel Antonio Marín4

Universidad de Antioquia, Medellín (Colombia)

1Artículo derivado de la investigación "Significación de la experiencia de la pérdida y el duelo en población que habita actualmente en la ciudad de Medellín", realizada por el Grupo de investigación en Psicología Social y política de la Universidad de Antioquia. Fue financiada por el Comité para el desarrollo de la investigación de la Universidad de Antioquia, CODI, Acta 624 del 14 de febrero de 2012. La realización de la investigación y del artículo contó con el apoyo de la estrategia de sostenibilidad para grupos de investigación 2011 - 2012 de la misma institución, Acta E01665. Fecha de inicio: mayo de 2012: fecha de finalización: mayo de 2014
2Psicóloga, magíster en Ciencias Sociales. Dirección postal: Universidad de Antioquia, Calle 67 Número 53 - 108, Medellín, Antioquia, Bloque 9 - 227. Correo de correspondencia: victoria.diaz@udea.edu.co
3Psicóloga, magíster en Psicología
4Estudiante de pregrado de Psicología

Recibido: 20/05/2015 Aceptado: 01/03/2015


Para citar este artículo/to citethis article/para citar este artigo

Díaz, V. E., Molina, A. N. y Marín, M. A. (2015).Las pérdidas y los duelos en personas afectadas por el desplazamiento forzado. Pensamiento Psicológico, 13(1), 65-80. doi: 10.11144/Javerianacali.PPSI13-1.pdpa


Resumen

Objetivo. Se analizaron los significados atribuidos a las experiencias de pérdidas múltiples y la elaboración del duelo en personas desplazadas que habitan actualmente en la ciudad de Medellín (Colombia). Método. Estudio descriptivo con enfoque fenomenológico-hermenéutico. Participaron voluntariamente 18 personas en situación de desplazamiento, quienes reconstruyeron su experiencia en entrevistas semiestructuradas. El análisis de los datos se realizó mediante el programa Atlas Ti. Resultados. El desplazamiento forzado causa múltiples pérdidas físicas y simbólicas. El dolor, la incertidumbre, la desconfianza, el miedo, las expresiones somáticas y las conductas de aislamiento son respuestas comunes frente a esta experiencia y enmarcan los significados construidos alrededor de ella. El duelo sigue un proceso de elaboración parcial de acuerdo con las características personales, el apoyo social y los recursos simbólicos y económicos disponibles en los lugares de reasentamiento. Conclusión. La fuerza del apego al campo y a los otros, las características personales, los aspectos contextuales y la forma en que el vínculo se rompe permiten comprender las posibilidades y los límites para la reconstrucción de la vida. Algunas pérdidas, generalmente aquellas asociadas con experiencias de horror, permanecen para los afectados como heridas imposibles de sanar.

Palabras clave: Migración interna, violencia, duelo.


Abstract

Objective. The meaning attributed to the experiences of multiple losses, and the handling of grief in displaced persons in Medellin (Colombia) were analyzed. Method. Using a phenomenological-hermeneutical approach, a descriptive, qualitative study was carried out. Eighteen displaced persons, who voluntarily participated, reconstructed their experiences in semi-structured interviews. Atlas Ti software was used for data analysis. Results. Forced displacement causes multiple loss, both physical and symbolic. Pain, uncertainty, distrust, fear, somatic manifestations and isolation behavior are common responses to this experience and form a framework of the meanings built around it. Grief follows a process of partial management, according to personal characteristics, social support and the symbolic and economic resources available at the place of resettlement. Conclusion. Strength of attachment to the countryside and to other people, personal characteristics, contextual aspects and the way in which the bond was torn allow the understanding of the possibilities and limits for life reconstruction. However, some losses remain as wounds impossible to heal, generally those associated with horror-related experiences.

Keywords: Internal migration, violence, grief.


Resumo

Escopo. Foram analisados os significados atribuídos às experiências de perdas múltiplas e a elaboração do dolo em pessoas refugiadas que habitam atualmente na cidade de Medellín (Colômbia). Metodologia. Estudo descritivo com enfoque fenomenológico-hermenêutico. Participaram voluntariamente 18 pessoas em situação de deslocamento forçado que reconstruíram sua experiência em entrevistas semiestruturadas. A análise dos dados foi realizada mediante o programa Atlas Ti. Resultados. O deslocamento forçado causa múltiplas perdas físicas e simbólicas. A dor, a incerteza, a desconfiança, o medo, as expressões somáticas e as condutas de isolamento são respostas comuns frente a esta experiência e quadra os significados construídos ao redor dela. O dolo segue um processo de elaboração parcial de acordo com as características pessoais, o apoio social e os recursos simbólicos e econômicos disponíveis nos lugares de reassentamento. Conclusão. A força do apego ao campo e aos outros, as características pessoais, os aspetos contextuais e a forma em que o vínculo é quebrado permite compreender as possibilidades e os limites para a reconstrução da vida. Algumas perdas, geralmente aquelas associadas com experiências de horror, permanecem para os afetados como feridas impossíveis de sanar.

Palavras chave: Migração interna, violência, dolo.


Introducción

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM, 2006) define la migración como un traslado "de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas desarraigadas, migrantes económicos" (p. 38). El desplazamiento es un tipo de migración cuya especificidad es la existencia de un actor que pone en riesgo la vida de una comunidad, de una familia o de un individuo que los obliga a trasladarse a otras regiones del país, al no encontrar la seguridad ni las garantías para sus derechos.

La cantidad de desplazados internos en el mundo ha aumentado progresivamente. En el año 2013, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) calculó 45.2 millones de afectados. Este panorama no ha sido ajeno a la realidad nacional. En los últimos años Colombia se ha mantenido entre los primeros ocho países en el mundo en generar desplazamientos internos (ACNUR, 2013). Esta situación ha provocado que este país se encuentre en la lista de países de origen de la población que anualmente solicita asilo en otras naciones. Según el último informe de la Consultoría para los derechos humanos y el desplazamiento (CODHES, 2013), durante el 2012 el país registró 256590 víctimas de desplazamiento forzado por el conflicto armado y totalizó 5701996 millones de ciudadanos desplazados desde 1985. De acuerdo a este mismo informe, Antioquia es el departamento que más población afectada tuvo en 2012, con un total de 4650 personas desplazadas en eventos masivos o múltiples. Concretamente, a Medellín llegaron 37938 personas desplazadas durante2012, lo que lo posiciona como el municipio con el mayor índice de recepción de población afectada por esta violencia.

Si bien las cifras permiten situar la dimensión del problema del desplazamiento, no alcanzan a reflejar tanto la experiencia particular que viven las personas y las comunidades afectadas como los diversos significados que construyen alrededor del ser desplazados. Se ha hecho necesario entonces, en el marco de las disciplinas sociales y humanas, acercarse a las vivencias particulares, para construir conocimientos acerca de sus historias de sufrimiento y de reconstrucción. Algunas investigaciones previas siguen esta perspectiva y plantean la necesidad de pensar los efectos del desplazamiento desde un enfoque en el que el protagonista sea el sujeto afectado. En este sentido, Ospina y Gallo (2002) afirman que:

Se ha definido al sujeto desplazado como un ser obligado a vivir en un estado de liminalidad forzada, situado en un anonimato donde su palabra no cuenta y su experiencia vital es reemplazada por una masa homogénea denominada 'los desplazados' (p. 20). En esta línea, la investigación realizada por Jaramillo, Villa y Sánchez (2004) sustenta la importancia de poner en primer lugar los elementos subjetivos del desplazamiento. Estos autores se preguntan: ¿cómo han sentido las personas que han vivido el desplazamiento este entrecruzamiento entre miedo y terror? ¿Cómo se recuerda este momento? ¿Cómo se da sentido a esta experiencia desde sus concepciones del mundo y de la vida? A su vez, Bello (2001) propone que no se puede pensar el impacto del desplazamiento de una manera generalizada; las relaciones que una persona establece con su medio social y la apropiación y la construcción subjetiva que hace de ellas y que se consolidan en su identidad permiten comprender los efectos que genera la experiencia. Lo anterior permite plantear la necesidad de un análisis de los vínculos que se establecen en los lugares de origen y cómo su ruptura llega a generar procesos de duelo y reconfiguraciones de la identidad.

En la primeras sobre el duelo, este concepto es entendido como la respuesta ante la pérdida de lo amado o lo valorado, lo que implica un trabajo psíquico del afectado, quien se debate entre la negación y la aceptación de la pérdida y avanza, poco a poco, en el camino de renunciar a lo perdido y a reconstruir la vida sin ello (Freud, 1981). Bowlby (1997) desarrolla su teoría del apego para conceptualizar las reacciones ante la pérdida de las figuras significativas y señala que el apego es un vínculo afectivo que une a una persona con otra específica, claramente diferenciada y preferida. Cuando los vínculos de apego se rompen se dan las reacciones típicas del duelo, las cuales siguen cuatro etapas: aturdimiento, búsqueda y anhelo, desorganización y reorganización y recuperación. Worden (2004) retoma los elementos de la teoría del apego, no obstante cuestiona la idea de un proceso lineal. Este autor prefiere señalar que el duelo precisa del cumplimiento de tareas que pueden tener lugar simultáneamente: (a) aceptar la realidad de la pérdida, (b) trabajar las emociones y el dolor de la pérdida, (c) adaptarse a un medio en el que lo perdido está ausente y d) reubicar emocionalmente aquello que se perdió y seguir viviendo.

El proceso de duelo no solo se da ante la muerte de seres significativos. Los desarrollos de la teoría del apego dan lugar a la llamada segunda generación de teorizaciones sobre el tema (Wright yHogan, 2008), que consideran la reacción ante otro tipo de pérdidas. En esta perspectiva, el duelo es un proceso dinámico y multidimensional que depende de variables personales, relacionales y socioculturales, cuyo desenvolvimiento depende del tipo de pérdidas (Parkes citado en Wright yHogan, 2008). Casado y Leung (2001) proponen la existencia de pérdidas físicas y simbólicas, las primeras son tangibles, como los seres queridos o las posesiones, las segundas son intangibles, como el estatus, los roles sociales o la identidad.

Estas diferentes formas de la pérdida confluyen en el desplazamiento forzado, lo que causa respuestas emocionales de gran magnitud. Esto ha llevado a que algunos estudios propongan una interpretación de las reacciones de las personas afectadas desde una mirada psicopatológica que generaliza la experiencia del desplazamiento. Ospina y Gallo (2002) señalan que en las víctimas se desarrolla el síndrome del desplazado:

Cierto tipo de actos violentos (...) producen alteraciones psíquicas (...) cuya sintomatología no puede inscribirse en las clasificaciones de los desórdenes psiquiátricos vigentes, razón por la cual hemos tenido que crear categorías nosológicas que los contemplen, tal es el caso del 'síndrome del desplazado' (...) La psicopatología de base encontrada en adultos fue: trastorno de personalidad por evitación, masoquismo, rasgos de personalidad ansiosos, obsesivos, depresivos, narcisistas, dependientes, paranoides, histriónicos, activo-dependientes; inmadurez, etc. (p. 24).

Por su parte, Correa, López y Vanegas (2003) encuentran en los afectados un 'estado depresivo' asociado a la vivencia del duelo por la pérdida del pueblo, deducen que todas las pérdidas sufridas movilizan procesos de duelo, con lo que se olvidan de que no toda pérdida genera necesariamente movimientos de elaboración.

Desde otra perspectiva, Bello (2000) señala que las condiciones personales previas y las características de la comunidad inciden en la posibilidad de asunción de los cambios y de la elaboración de duelos derivados del desplazamiento. Las primeras aluden a las características particulares relacionadas con la historia personal y familiar, así como al momento vital en el que sucede el desplazamiento. Las segundas se refieren a la autogestión y al desarrollo comunitario, símbolos que fortalezcan una identidad cultural, unas relaciones de solidaridad y unas tradiciones religiosas y sociales.

Las divergencias en la manera como los estudios previos abordan la pregunta por las pérdidas y los duelos derivados del desplazamiento motivaron al grupo investigador a interrogar la equivalencia establecida entre el desplazamiento, las pérdidas y el duelo. Si el desplazamiento es un fenómeno generador de indudables cambios para la población, era preciso indagar cómo significaban los afectados estos cambios, si les atribuían o no el carácter de pérdidas y, de ser así, cuáles habían sido los movimientos particulares o colectivos que facilitaban u obstaculizaban la elaboración de los duelos y de la reestructuración de sus vidas. Para ello, se asumió que la respuesta a la pregunta por el duelo puede ser ofrecida en relación con la construcción que cada persona establece frente a su experiencia de desplazamiento. Frente a esto Neimeyer (2002) propone dejar de lado las perspectivas que universalizan las reacciones de duelo e identifican como anormales todas aquellas expresiones que no encajen en las etapas, tareas o reacciones establecidas. Además, critica la idea de que el duelo implica una recuperación o vuelta a un estado previo y que se desarrolla como un proceso privado. Al contrario, reitera la necesidad de pensar el duelo como un proceso narrativo personal, que depende de los contextos históricos, culturales, familiares y que implica la reconstrucción de significados sobre la pérdida y de los sistemas de creencias sobre sí mismo y el mundo que se ven alterados cuando la pérdida irrumpe.

Por lo anterior, se consideró importante indagar por la experiencia de personas que han sido afectadas por la violencia, particularmente por las posibilidades y los límites de los procesos de duelo frente al desplazamiento. Por esta razón, el objetivo de la investigación fue comprender los significados atribuidos a las experiencias de pérdida y los movimientos de elaboración del duelo en personas desplazadas que habitan actualmente en la ciudad de Medellín.

Este acercamiento aporta a la consolidación de bases teóricas de la Psicología que orienten la política pública de restitución a las víctimas del conflicto armado y la generación de medidas efectivas de reparación emocional y construcción de bienestar. Asimismo, abre las líneas de trabajo sobre una conceptualización psicosocial del duelo frente a las diferentes formas de pérdida que se viven en el contexto de violencia política en Colombia y permite la comprensión de las particularidades del duelo por el desplazamiento forzado. Finalmente, la investigación pretendió que la reconstrucción de los relatos de dolor y de resistencia de las personas participantes les permitiera ir configurando sentidos alrededor de las pérdidas, así como avanzar en la redefinición del mundo de significados que se ve cuestionado con el desplazamiento.

Método

Diseño

Se realizó un estudio cualitativo con un enfoque fenomenológico hermenéutico, el cual permite destacar el énfasis en la experiencia subjetiva como forma de acercarse a los núcleos significativos de un fenómeno y se interesa por las formas en las que las personas experimentan su mundo, lo que significa para ellas y cómo lo comprenden (Arnal, Del Rincón y La Torre, 1992). El análisis siguió los cuatro existenciales básicos propuestos por Van Mannen (citado en Sandoval, 1996): el espacio vivido/espacialidad, el cuerpo vivido/corporeidad, el tiempo vivido/temporalidad y las relaciones humanas vividas/relacionabilidad o comunalidad.

Participantes

Se contactó población en situación de desplazamiento forzado que reside en la ciudad de Medellín y que asiste a los servicios ofrecidos por dos entidades públicas: el Consultorio Jurídico de la Universidad de Antioquia y la Unidad para la Atención y Reparación integral a las Víctimas (UARIV). En total, participaron 18 personas, de las cuales 13 eran mujeres y 5 eran hombres entre los 27 y 65 años de edad. Los criterios de inclusión fueron que las personas cumplieran la mayoría de edad, que hubieran sido desplazadas del campo a la ciudad en respuesta a acciones de violencia y que desearan participar voluntariamente en el estudio. Como criterios de exclusión se incluyeron personas con impedimentos cognitivos y/o víctimas de desplazamiento intraurbano. Para el acceso a los casos se utilizó un muestreo de casos tipo. Aunque inicialmente se habían establecido entre 24 a 30 casos, al final esta cifra se redujo por el engrosamiento de las categorías emergentes, a partir de las entrevistas realizadas con las 18 personas que conformaron la muestra.

Instrumentos

La estrategia usada fue el estudio cualitativo de casos el cual "permite al investigador alcanzar mayor comprensión y claridad sobre un tema o un aspecto teórico concreto, o indagar un fenómeno, una población o una condición en particular" (Galeano, 2007, p. 67). La técnica utilizada fue la entrevista semiestructurada con una guía de 17 preguntas (tabla 1); las segundas entrevistas puntualizaron elementos particulares en cada caso e indagaron, principalmente, sobre facilitadores y obstáculos en el duelo y reconstrucción de la vida en la ciudad.

Procedimiento

Inicialmente, se realizaron entrevistas exploratorias a personas encargadas del acompañamiento jurídico y psicosocial a población desplazada. A partir de ellas y de la revisión del estado del arte sobre el tema, se construyó el sistema categorial inicial que sirvió de guía para las entrevistas. Después del proceso de codificación abierta, en el que se siguieron las lógicas de sentido de las narraciones de los participantes, se construyeron las categorías emergentes. En algunos casos las categorías iniciales y las emergentes coincidieron; en otros, las emergentes dieron lugar a nuevas vías no consideradas previamente (tabla 1).

Los participantes fueron convocados por medio de los facilitadores psicosociales de las UARIV y el consultorio jurídico. En un encuentro grupal con las personas que asistían a los servicios de recuperación emocional y asesoría jurídica fueron invitados a participar voluntariamente del estudio; posteriormente se realizó contacto telefónico con los interesados. La recolección de información se realizó en estas mismas instituciones o en lugares de acceso público cercanos a las residencias de los participantes. Se llevaron a cabo uno o dos encuentros con cada uno. Asimismo, el número de entrevistas se estableció de acuerdo a la disponibilidad de las personas y el desarrollo de sus narraciones. La segunda entrevista se realizó cuando, tras el análisis del primer encuentro, se consideró necesario ahondar en algunos aspectos del relato. La recolección de la información y el análisis inicial duró ocho meses, que correspondieron a la fase de trabajo de campo.

El estudio siguió los requerimientos señalados tanto en la resolución 8430 de 1993 del Ministerio de Salud, que establece los aspectos éticos de la investigación con seres humanos, como en el código de Ética del Psicólogo, Ley 1090 del 2006. En un primer encuentro con los participantes se explicaron los aspectos éticos referidos a la protección del anonimato, la confidencialidad de sus narraciones, la apertura del espacio para la reconstrucción de su experiencia, el aporte que pudieran tener los resultados en la atención a personas en situación de desplazamiento forzado. Además, se aclaró que el estudio no representaba beneficios económicos o retribuciones como privilegios en la participación de procesos de reparación administrativa. Los procedimientos desarrollados en el estudio se consideraron de bajo riesgo, por lo que se informó a los participantes que la investigación podría implicar un riesgo de afectación emocional al rememorar los eventos de violencia y, cuando fue necesario, se los derivó a profesionales de atención psicosocial. Se firmó un consentimiento informado referido a la voluntariedad en la participación, el carácter confidencial de la información y el anonimato, los procedimientos a realizar, los riesgos y beneficios, las responsabilidades de los investigadores y la difusión de los resultados; la devolución y difusión de los mismos se realizó con los participantes, los funcionarios de las UARIV y el consultorio jurídico. En este sentido, se desarrolló un taller sobre duelo con víctimas no participantes del estudio en el Museo casa de la Memoria de Medellín, se presentaron las recomendaciones para la atención en salud mental a los afectados por el desplazamiento forzado en un seminario regional y dos eventos internacionales.

Análisis de los datos

La información fue registrada en audio, transcrita y analizada usando los procedimientos de la teoría fundamentada (Strauss y Corbin, 2002). Se utilizó el software Atlas ti5, el cual permite realizar la codificación y el establecimiento de relaciones entre unidades de sentido en el discurso de los participantes. Una vez codificada la información, se procedió a la construcción de las categorías emergentes, en las que se explicitan las relaciones entre códigos. Las citas seleccionadas en los diferentes códigos y categorías fueron sometidos a un proceso de articulación, descripción y contrastación constante, este dio lugar a la construcción de memos analíticos y al desarrollo de la conceptualización. Las categorías emergentes fueron: (a) las violencias del desplazamiento, (b) los cambios y las pérdidas múltiples, (c) los significados del desplazamiento, (d) las manifestaciones y las respuestas psicológicas, (e) las redes de apoyo y el trabajo y (f) la elaboración de los duelos y la reconstrucción de la vida. Debido a los límites en la extensión de este artículo, se presentan en él los resultados de las categorías que constituyen la pregunta central del estudio referidas a los cambios, las manifestaciones y la elaboración del duelo.

Resultados

Los participantes del estudio provienen, en su totalidad, de áreas rurales del departamento de Antioquia y de otros departamentos cercanos. En sus lugares de origen se dedicaban a actividades productivas relacionadas con la tierra, el trabajo con animales y el comercio. Se desplazaron a la ciudad de Medellín a causa de diferentes formas de victimización en el marco del conflicto armado, tales como asesinato o desaparición de familiares, apropiación ilegal de sus tierras por parte de grupos armados, extorsiones y amenazas a su propia vida. En la ciudad cuentan con escasos recursos económicos y la mayoría no tiene una vivienda digna, por lo que habitan en viviendas informales en asentamientos de la periferia de la ciudad o en casas de familiares, bajo condiciones de hacinamiento. Aunque algunos han logrado encontrar fuentes precarias de ingresos trabajando en actividades de reciclaje, construcción, limpieza, entre otras más, la mayoría de los participantes no cuenta con los recursos mínimos para sus necesidades básicas, por lo que deben recurrir a los apoyos institucionales o la solidaridad de vecinos y familiares para garantizar su subsistencia.

En este contexto, se encontró que la experiencia del desplazamiento forzado está marcada por múltiples cambios en la vida de quienes han pasado por ella, muchos de los cuales son significados como pérdidas de los seres queridos, del campo y los roles que en él desempeñaban, de la sensación de libertad, del estilo de vida, de la dignidad, de la seguridad, entre otros. No es posible entonces responder a la pregunta por el duelo -en singular- frente al desplazamiento forzado; al ser una experiencia que implica la ruptura simultánea con diversas fuentes de apego, se hallaron manifestaciones de elaboraciones parciales, cicatrización de algunas de las heridas emocionales, anclajes o imposibilidad para elaborar algunas otras. Los hallazgos que se presentan en esta investigación se refieren a las categorías previamente mencionadas, específicamente las respuestas y manifestaciones psicológicas, los cambios y las pérdidas múltiples, la elaboración de los duelos y la reconstrucción de la vida.

Reacciones y respuestas psicológicas frente al desplazamiento forzado

En las entrevistas las personas hacen referencia a cómo se han sentido y qué han hecho para hacer frente a la situación de desplazamiento y las pérdidas a él asociadas. Aluden a manifestaciones que pueden considerarse normales ante los eventos violentos y que se refieren a cuatro ámbitos de la vida: los afectos, los comportamientos, los pensamientos y el cuerpo.

Los afectos.

Los afectos de tono doloroso, esencialmente la tristeza y la nostalgia, son los predominantes ante la experiencia del desplazamiento. Para algunos, estos permanecen estáticos y atraviesan su cotidianidad, otros sienten que han menguado, que en parte se han transformado, aunque reconocen que de nuevo los sienten tangibles cuando recuerdan el pasado y lo perdido. Varias personas señalan que confían en la posibilidad de superar la experiencia de dolor, sin embargo enfatizan la dificultad y el tiempo que esto requiere. "Me daban ganas de llorar, me daban ganas de llorar por la gallina, me daban ganas de llorar por la finca (...) sí, me da un poquito de. de nostalgia (...) pero de resto yo pienso que uno aprende a superar todo" (C1 - 4:68)6.

Una fuerte tendencia de las respuestas y reacciones afectivas se relaciona con las formas del miedo. La que más se reitera es el miedo ante las acciones de los grupos armados en sus lugares de origen, tales como el reclutamiento, la usurpación; las masacres dejan marcas de horror difíciles de sanar:

El miedo, o sea que lo que más ata a uno es el miedo; esa, esa sensación de miedo, es un miedo incontrolable, un miedo que se sale de lo común (...) a mí me parece que el desplazamiento es eso, sí, es el miedo absoluto a esas personas y yo no me les quito el miedo. (C - 4:198)

La otra forma común es el miedo ante las condiciones de vida en los lugares de llegada. La ciudad representa para ellos nuevas amenazas, con sus violencias y sus lógicas particulares, que dificultan el restablecerse sin que haya un permanente sentimiento de aprehensión.

Varios afectos se dirigen en contra de los otros. Los entrevistados aluden a la desconfianza que queda como huella tras las situaciones de violencia sufridas; es un sentimiento que desestructura el vínculo con los otros. No confían en quienes fueron sus amigos o vecinos, pues interpretan que cualquiera pudo estar tras las amenazas que condujeron al desplazamiento. Por esta razón, vínculos que en el campo solían ser de solidaridad y confianza, en la ciudad se vuelven distantes, cautos, prevenidos. La desconfianza también se dirige contra las personas de la ciudad, pues sienten que no saben quién puede actualizar la amenaza que traen a cuestas desde el campo o representar nuevos riesgos en sus nuevos lugares de habitación.

El rencor, el resentimiento y la rabia también marcan los relatos. Los dirigen contra quienes les han hecho daño, hacia todo aquel que sabe que tuvo que ver con sus pérdidas y su desplazamiento, o hacia aquellos que se intuye que no hicieron lo suficiente para evitarlo:

A nosotros nos tocó esa violencia tan dura, que mi tío, un primo, un sobrino. tanta confianza con ellos, cuando menos pensaba, uno se daba cuenta de que era el peor; era el que más información estaba cogiendo de uno (A2 - 2:205).

La culpa y la vergüenza son sentimientos dirigidos contra los mismos afectados. Sienten vergüenza frente a las condiciones actuales de vida que perciben carentes de dignidad. Sienten culpa por no haber evitado los actos de violencia contra los cercanos o por las violencias dirigidas contra ellos mismos: "mamá, con la muerte de los muchachos me culpó a mí muchos años, me decía que por qué yo los dejé (...) entonces yo me sentí muy culpable de eso (...)" (K1 - 12:19).

Algunas personas señalan que han podido alcanzar una cierta calma que puede describirse en tres vías: la esperanza de recuperar los bienes perdidos les brinda la tranquilidad de no creer que la pérdida sea definitiva; la resignación emerge al asumir una situación que no se ha elegido y frente a la cual el entrevistado se aquieta porque no hay otra opción; la tranquilidad surge al sentirse en un lugar en el que, aunque con dificultades y limitaciones, no se está confrontado con la amenaza permanente; también aparece como la posibilidad de sentirse distintos, de no anclarse en la propia historia y de seguir adelante asumiendo un nuevo lugar.

Manifestaciones comportamentales.

Varias manifestaciones relativas a las conductas son relevantes en los entrevistados. Entre ellas, es significativa la expresión del dolor y la tristeza por medio del llanto; es una conducta que hay que ocultar, aunque sirva de descarga; una manifestación que los demás intentan bloquear aduciendo su inutilidad; una expresión que expresa que algunas de las heridas aún están abiertas.

Algunas formas de evitación son significativas: una es el consumo de licor, circunstancial o persistente, como una forma de evitar la realidad que se impone. Es relevante también la evitación por medio del silencio con el que recubren la experiencia e intentan no remover lo que aún duele o avergüenza. Asociada a la anterior, emerge la tendencia a no vincularse con otros, pues cuestionan la pertinencia de construir relaciones que, por la experiencia vivida, anticipan como transitorias. Esta manifestación se soporta también en la desconfianza ya descrita, pues expresan no saber quién puede ser alguien potencialmente peligroso.

Otra conducta significativa es intentar mantener el vínculo con lo perdido, pues uno atesora la ropa de su hermano asesinado como forma de asegurar una futura venganza, otros sostienen conversaciones con los seres queridos muertos, algunos recrean algunas características del campo perdido en el estrecho espacio que la ciudad les permite; por ejemplo, trabajando con animales o buscando pequeños espacios verdes como formas de reencontrar algo de lo que en su lugar de origen era esencial.

Los pensamientos.

Otra de las respuestas tiene que ver con los procesos asociados al pensamiento, particularmente, lo que sucede con los recuerdos y los olvidos relativos a las experiencias de violencia. Alrededor de los recuerdos se encuentran posiciones diferentes. En este sentido, algunos relatan los eventos de violencia y señalan que estos son recuerdos que no se olvidan, que permanecen vigentes removiendo afectos dolorosos. Además, afirman que permanecen pensando siempre en estos eventos, pues los muertos, los heridos y las pérdidas son recuerdos que no pueden sacarse de la cabeza. Para otros el recuerdo no es ya tan doloroso, afirman que ya se puede traer su experiencia a la memoria y hablar de ello sin tanta carga de tristeza.

Vinculado con los recuerdos de la violencia, el olvido emerge en las siguientes vías: (a) el querer olvidar como un esfuerzo consciente para no tener de frente, de forma permanente, sus historias dolorosas; (b) el olvido como una imposición de los otros que consideran que evitar el recuerdo puede ayudar a vivir mejor; (c) el olvido asociado a la distracción que buscan en actividades con las que intentan olvidar por ratos los recuerdos dolorosos; y (d) el olvido como un proceso necesario que les permite no anclarse en los recuerdos dolorosos para poder seguir viviendo, este es más cercano a la elaboración, a la reconstrucción de una nueva vida en la que ya el recuerdo no tiene una carga tan negativa:

Hay que sacar cosas ventajosas y pensar que no se puede quedar ahí, no mirar tanto para atrás que ese es el problema, como aprender a borrar ese pasado y decir bueno, aquí hay un punto de partida de aquí para allá; para allá, para atrás nada; pero es difícil (Q1 - 13:71).

El cuerpo.

El cuerpo se vuelve el lugar en el que se materializa la experiencia del desplazamiento en dos vías. La primera se refiere a lo que los entrevistados significan como situaciones de enfermedades; por un lado, padecimientos enigmáticos cuya comprensión ha excedido los recursos de la medicina tradicional; por el otro, eventos accidentales que dejaron lesiones en el cuerpo con repercusiones posteriores al tener que desplazarse. En ocasiones el origen de sus enfermedades se ubica claramente en las situaciones de violencia vividas; su interpretación acerca de cómo el cuerpo se deteriora, duele y limita el trabajo, tiene una relación directa con eventos en los que la violencia dejó marcas directas o con experiencias en las que el cuerpo responde indirectamente a las situaciones límites, con dolores y padecimientos sin explicaciones: "No se sabía si era enferma de. de tantas cosas que yo había sufrido. si era de enfermedad o de la violencia" (A2 - 2:90).

Una segunda vía se refiere a manifestaciones corporales que no son enfermedades. Los entrevistados hablan del cansancio, la presión, la opresión, el frío, el temblor, los nervios y la tensión como algunos síntomas que causan sufrimiento. Nombran con frecuencia el estrés y la depresión para explicar las manifestaciones corporales asociadas a las experiencias de violencia vividas y para las cuales no han logrado encontrar un origen tangible; intentan nombrar con estas categorías aquello que no logran comprender pero que de todas formas emerge en su cuerpo y en su palabra: "(...) yo rapidito empecé a sufrir una neuralgia, un dolor así en la cara impresionante, entonces iba donde los médicos y me decían 'es un estrés que tiene hasta raro'" (Q1 - 13:27).

Cambios y pérdidas múltiples en el desplazamiento forzado

Aunque en general puede plantearse que el desplazamiento forzado es una situación que conlleva múltiples cambios, no todas las personas atribuyen a lo mismo el carácter de pérdida. Para algunos tiene más relevancia la pérdida del lugar de origen y lo que este representa en contraste con la vida en la ciudad; para otros, especialmente para los hombres, la pérdida fundamental es el trabajo, incluso, para algunos nada resulta tan doloroso como la pérdida de los hijos por acciones violentas. Lo que cada persona significa como las pérdidas más dolorosas es lo que causa mayores dificultades en los procesos de elaboración del duelo. Aunque en el momento de llegada a la ciudad tienen un lugar muy importante las pérdidas materiales, posteriormente, reconocen que además de estas hay pérdidas simbólicas que adquieren gran significación.

Las pérdidas del vínculo con los otros.

Perder a los otros tiene como primera forma la muerte violenta de las personas significativas, la cual genera, con frecuencia, dificultades para la elaboración del duelo. El estudio mostró que esto resulta particularmente significativo cuando se trata de los hijos, no solamente porque se alteran las lógicas naturales de la vida, sino porque es una muerte causada por un tercero que se impone con crueldad: "La muerte del hijo... esa es la que no recupera. esa es la que no recupera. no ha recuperado y queda sin recuperar" (R1 - 14:90). Además de la muerte del ser amado, también causan gran dolor las muertes de personas que representan una pérdida para la comunidad por haber ocupado un lugar reconocido colectivamente, las de aquellos que simbolizaban el compromiso con los otros o la resistencia ante las condiciones de la guerra.

Por otro lado, el desplazamiento rompe los vínculos con los vivos. Los vecinos, los amigos del campo con quienes se tenían relaciones de solidaridad y confianza se pierden al abandonar los lugares de origen. Para algunos, los cambios en la dinámica familiar también son vividos como pérdidas; las nuevas lógicas de la vida en la ciudad, quién provee económicamente al hogar, cómo deben acomodarse para vivir en los lugares de llegada, los nuevos vínculos que establecen los hijos, modifican los roles familiares y generan distanciamientos físicos y simbólicos. Para algunas familias, esto sucede temporalmente mientras se reajustan los vínculos; para otras, el desplazamiento causa rupturas definitivas y no logran reconstruirse juntos en los nuevos lugares.

La pérdida del estilo de vida en el lugar de origen.

Es importante la pérdida que los entrevistados refieren en relación con la vida de antes, que es significada por ellos como una vida buena. Esta pérdida afecta aspectos relacionados con la seguridad vital, como la alimentación y la habitación, e impone un tipo de vida atravesado por la pobreza, la falta de solidaridad, los señalamientos y la ausencia de trabajo: "Lo más duro. no poder vivir como antes (...) por bien que uno esté ahora, nunca va alcanzar las condiciones que vivía, ni por muchas cosas que le den a uno (...) eso no se recupera" (B1, 3:195).

Las pérdidas más significativas asociadas al lugar de origen tienen que ver tanto con cosas tangibles como con los aspectos simbólicos que ese lugar representa. Las pérdidas materiales se remiten generalmente a la casa, la tierra, los cultivos y los animales. Estas representan, además del valor económico, las pérdidas intangibles de lo que era propio y de la autonomía. Otras pérdidas simbólicas se refieren al estilo de vida, los vínculos, la libertad que sentían en el campo:

Lo que perdí fue la libertad, esa sí la perdí, es como el que meten a la cárcel, allá no le falta nada, pero le falta mucho, le falta todo (...) usted en la ciudad tiene que tener la puerta cerrada a toda hora, esto es una cárcel. Prácticamente yo no tuve pérdidas, la pérdida es la libertad de uno (J1, 11: 20-36).

Para la mayoría de los participantes la vida de antes es significada como un ideal que por las condiciones del conflicto y las dificultades propias de la vida en la ciudad se asume como irrecuperable. Este carácter ideal dificulta los movimientos del duelo en tanto se perpetúa el anhelo sobre la representación del lugar de antes. Para otros, aunque preservan un sentimiento de nostalgia sobre la vida del campo, ha sido posible empezar a valorar algunos aspectos de la vida actual y disponerse a construir un nuevo proyecto en la ciudad.

Las pérdidas en la representación de sí mismos.

Otras pérdidas simbólicas tienen que ver con la representación que las personas tienen de ellas mismas en relación con lo que eran y sabían. Sienten que el desplazamiento les arrebata parte de su ser: "Nos preguntaban qué habíamos perdido con el desplazamiento y todos hablábamos de algo material. En este momento, si nos juntan a todos, tenemos algo que nos quisieron arrebatar: el ser. Quisieron desaparecernos como seres" (K1, 12:58). La discontinuidad en la representación de sí mismos se origina en las pérdidas de sus lugares físicos y simbólicos. Perdieron sus tierras, pero también los roles que en ellas desempeñaban y las formas en que se percibían ellos mismos. Señalan lo difícil de perder la autonomía para resolver los problemas de la vida y de tener que depender de apoyos externos para seguir viviendo. Esto hace que perciban menoscabada su dignidad y el sentimiento de estima de sí: "No vale uno nada, uno es nada" (J1, 11:26). Las pérdidas referidas a la representación de sí mismos también afectan las relaciones con el saber hacer. Así, los saberes que tenían para la vida en el campo parecen no servir en la ciudad, lo que se vuelve un obstáculo para conseguir una fuente de ingreso y les produce una sensación de inutilidad.

Elaboración de los duelos y reconstrucción de la vida

Los hallazgos sobre las pérdidas múltiples orientan la pregunta por las posibilidades o los límites del duelo frente al desplazamiento forzado. Las experiencias de los entrevistados dan cuenta de este proceso, de sus posibilidades y de sus dificultades. Una vertiente central en los hallazgos sobre el duelo se refiere a lo que los entrevistados significan como lo imposible de sanar, aquello que permanece inamovible en su memoria y en sus afectos marcado por huellas de la violencia. Se refiere, con frecuencia, a las experiencias del horror, el asesinato o desaparición de personas significativas, la confrontación con los cadáveres de quienes murieron de forma cruel, el haber sido víctima directa o testigo de abusos o masacres, las amenazas que se ciernen sobre la vida propia y la de los amados. Los entrevistados relatan como la pérdida violenta causa una gran impotencia que se contrapone con la percepción que de que el agresor es omnipotente. Son experiencias en las que el horror obstaculiza las estrategias que ayudan a los humanos a sortear la muerte; por ejemplo, la muerte de los hijos cuestiona a los padres sobre el orden lógico de la pérdida; el abandono o el ocultamiento de los cuerpos impide el ritual funerario que es un recurso simbólico importante para el duelo; las masacres confrontan al sobreviviente con el destrozo de los cuerpos, con la masificación del horror, con la vulnerabilidad del que ha sobrevivido y no entiende su razón; la desaparición del ser querido dificulta la confrontación con la realidad de la muerte: "Yo digo que si los hubieran matado y que yo hubiera tenido la dicha de llevarlos a un campo santo mejor sería, pero no (...)" (N2, 11:30).

En los testimonios de los entrevistados se encontró la persistencia de algunas de estas heridas sin cicatrizar, se manifiesta con claridad en sus palabras que algunas de ellas nunca cerrarán. Son las marcas del horror, a pesar de las cuales todos ellos han logrado algunos procesos de reconstrucción de la vida:

Dígame usted, ya once años y ese vacío y yo esperando que él llegue (...) Todavía lo espero, yo todavía lo espero, pero también digo yo 'pero ¿qué espero?, si él está muerto, ya no viene ¿qué espero yo?' (...) Esa herida yo la tengo, y yo no puedo, yo no sé qué me pasa, pero yo no puedo, o sea. como me dicen 'sáqueselo de la mente', yo no lo puedo sacar (L2, 3:5)

Pero no todo en los relatos habla de la imposibilidad del duelo. A partir de la vivencia dolorosamente aguda de las pérdidas múltiples que los llevaron a sentirse inicialmente paralizados frente a la vida e impotentes frente al futuro, muchos relatan haber vivido un proceso lento, difícil, que les ha permitido empezar a sentirse distintos, menos adoloridos, acallados e inmóviles. En esta perspectiva, han empezado a asumir una nueva vida -un asumir forzado como todos los que las pérdidas de lo amado imponen-, en la que han reconocido lo imposible de recuperar lo perdido, de volver al campo y al estilo de vida que tenían allí, y han decidido construir una vida en la ciudad. Para algunos esto es significado como un nuevo comienzo que les permite salir adelante en su nuevo lugar. "Quisieron desaparecernos como seres, pero ya estamos volviendo a retomar a ser personas, que sentimos, que soñamos y que queremos salir adelante (...)" (K1, 12:61).

Las entrevistas mostraron dos tendencias de lo que para ellos ha sido fundamental en su reconstrucción y que tienen que ver con elementos externos e internos. Los primeros se refieren a cómo han logrado cubrir las necesidades básicas de la vida, por medio de la consecución de un trabajo que les provee ingresos económicos estables y les permite no depender de los apoyos estatales o de terceros. También es fundamental haber conseguido una nueva casa y sentir como propio un lugar después de haber sido despojados del que tenían en el campo. En relación con los elementos internos es fundamental la posición activa que los ha llevado a decidir no quedarse anclados en la imposibilidad y victimizados por las experiencias de violencia. Esta decisión se construye lentamente, tras un tiempo de no vislumbrar salidas frente a la desestructuración que la violencia ha causado en sus vidas; ha sido sustentada además en lo que ellos significan como fortaleza interior, pues optan por no quedarse esperando las soluciones externas, sino que comprenden que deben moverse desde adentro para empezar a salir adelante.

Es uno quien tiene que asentar los pies en la tierra, las ganas y la pasión salen de uno. Hay un momento en que yo misma me pregunto 'si no soy yo, yo soy la perjudicada, la que quiere salir adelante, entonces ánimo y vamos a dar el primer paso (...) (Q2, 2:54).

Estas dos tendencias no están separadas en sus experiencias; una mueve a la otra ayudando conjuntamente en la reconstrucción de la vida. Tiene mucha fuerza en sus relatos la primera vertiente: para reconstruirse en la vida es fundamental poder cubrir las necesidades básicas. No basta, sin embargo, lo que viene de afuera, hace falta la integración con lo interior, asumir una actitud de no quedarse quieto, construir alternativas propias para cubrir las necesidades y hacerse responsable de ir ganando la autonomía que les permita dejar de sentirse como desplazados.

Discusión

Los hallazgos descritos sobre las manifestaciones psicológicas, las pérdidas y los procesos de duelo frente al desplazamiento llevan a concluir que hay factores diversos que intervienen en los procesos de reconstrucción de la vida tras esta forma de violencia. Estos factores encuentran su correlato en la propuesta de Worden (2004) sobre los mediadores del duelo. La naturaleza del apego y la fuerza de este, la forma de ruptura del vínculo, las características personales de quien ha perdido y los factores contextuales se entremezclan e imponen a cada duelo una particularidad.

En los hallazgos de este estudio ha sido importante destacar la gran fuerza del apego al campo que se vislumbra cuando los participantes aluden a su tierra como el lugar que les permitía el acceso a recursos para la subsistencia, que era fuente constante de vínculos de solidaridad y confianza y de referentes simbólicos para su identidad. La fuerza del apego al campo motiva la constante comparación entre este y la ciudad, lo que es clave para comprender el prolongado mantenimiento del anhelo. En la misma vía, Fried (2000) señala que "como consecuencia de la identidad espacial, construida en la convergencia de lugares físicos y relaciones sociales, el desplazamiento de las comunidades conlleva un dolor generalizado y duelo" (p. 193).

El apego al campo se sostiene también en que las personas definen su identidad alrededor de los roles, quehaceres y relaciones construidas allí, por lo que esta ruptura no significa solamente una pérdida material, también representa la sensación de una pérdida simbólica fundamental: la del sí mismo. De acuerdo con Palacio, Correa, Díaz y Jiménez (2003), "la identidad posibilita la certeza de saber quién soy en función de con quienes construyo las realidades sociales o políticas que me afectan directa o indirectamente" (p.28). Para los entrevistados, el vínculo con la tierra sustentaba una imagen propia fundamentada en la confianza, la autonomía y la sensación de control sobre la propia vida, sobre el ambiente y sobre los recursos para sustentar la vida; por esto, la ruptura con el campo trastoca la imagen de sí y emerge en los relatos en forma de anhelo de poder volver a ser lo que se era antes. Moser (2003) propone que la identidad se ancla en los recursos físicos y simbólicos que ofrece un lugar específico, lo que permite comprender la dificultad de algunos participantes para reconstruir su vida en los nuevos escenarios de la ciudad. Para el autor, los fenómenos de apropiación y los procesos de construcción de la identidad alrededor de los lugares son los que permiten experimentar el sentimiento de sentirse en su casa y la construcción de bienestar; si tales procesos no se dan en los nuevos espacios se dificulta la reubicación y la adaptación.

La fuerza del apego también resulta esencial cuando el desplazamiento implica la pérdida de los hijos, particularmente por muerte violenta o desaparición forzada. Los afectados atribuyen a estas pérdidas la significación de irrecuperables, de duelos que solo son elaborables parcialmente. Gerlein (2001) destaca los particulares impactos que tiene la muerte violenta en los procesos de duelo, especialmente, cuando se trata de la pérdida de los hijos:

(...) muchas veces mutilado, destruido, deshonrado o irrespetado, es un cuerpo que ha sido expuesto y que (...) sigue viviendo el deshonor, el maltrato y la vejación(...) Es un cuerpo que pierde su intimidad (...) y con ella, también se pierde la intimidad psicológica del doliente (p. 3).

Por otro lado, las características personales e imágenes de sí constituyen otro de los mediadores para la comprensión de los procesos de duelo. La propia imagen se ve afectada por la experiencia del desplazamiento; al llegar a la ciudad las personas sienten desconfianza en sus posibilidades e incapacidad para enfrentar las nuevas situaciones. Esto se agudiza por el desconocimiento de las lógicas de la ciudad y la falta de apoyo de los contextos de llegada, aspectos que configuran una percepción de escases de recursos para afrontar la experiencia. Abello et al. (2009) plantean que en esas circunstancias se establecen posiciones de fatalismo que dificultan la búsqueda activa de estrategias para la readaptación; para algunos, las condiciones de precariedad e inseguridad vital que representa la ciudad, aún después de varios años de habitarla, dificultan moverse hacia la reconfiguración de imágenes propias más positivas. Generalmente, las personas desplazadas van modificando esas imágenes de sí en la medida en que restablecen las redes de apoyo, obtienen recursos para la subsistencia y comienzan a percibir control sobre los nuevos territorios, lo que da lugar a la apropiación de nuevos lugares y al establecimiento de confianzas mínimas.

Vinculado con lo anterior, los aspectos contextuales, particularmente las condiciones sociales y económicas que enmarcan las experiencias del desplazamiento, son otro mediador importante para los procesos de duelo por el desplazamiento forzado. Zamora (2012) señala que a la vivencia de la pérdida y su carácter simbólico se suman una serie de estresores relacionados con las condiciones de vida en los nuevos lugares, que generalmente no son favorables. Las condiciones desfavorables dan lugar al mantenimiento del anhelo por lugar de origen y el dolor que en ocasiones persiste al contrastar las posibilidades que el campo ofrecía con las carencias que caracterizan el reasentamiento en la ciudad.

En este contexto, la ausencia o la presencia de apoyo social, especialmente en el momento de llegar a la ciudad, constituye otro factor importante para el duelo. La condiciones de precariedad y los escenarios de riesgo por la violencia persistente pueden sortearse con menor dificultad cuando se cuenta con redes de apoyo, de lo contrario, se suma la pobreza de recursos relacionales a la ausencia de recursos físicos. Para Worden (2004), el grado percibido de apoyo emocional y social, tanto fuera como dentro de la familia, es un mediador importante en el proceso de elaboración de las pérdidas. En este estudio, los participantes perciben como altamente significativo el apoyo de otros en la consecución de recursos, en la validación emocional de sus vivencias de dolor y en la integración a las nuevas lógicas de la ciudad; por el contrario, la ausencia de ese apoyo social resulta clave para comprender las dificultades en el avance del duelo. Para González (2005), el apoyo social también es definitivo en el duelo ante la migración para lograr que las personas dejen de centrar sus pensamientos en el pasado y empiecen a moverse gradualmente hacia el presente y el futuro.

Particular importancia cobra el mediador referido a la forma en que el vínculo con lo amado se rompe. El estudio del duelo por el desplazamiento obliga a reiterar lo obvio, que el desplazamiento constituye una ruptura forzosa, violenta, atravesada por la falta de comprensión de los motivos que rodean el evento. El abandono involuntario, sumado a las amenazas y acciones de intimidación que llevan al destierro, hacen que esta sea una experiencia marcada por afectos desbordantes para las personas. Las pérdidas originadas por la violencia y las dificultades para su tramitación tienen las cualidades de lo que Benyakar (2003) nombra eventos disruptivos, que irrumpen en las personas o comunidades y alteran en ellas un estado previo de equilibrio u homeostasis. El autor propone que hay entornos que adquieren el carácter de disrupción en tanto son contextos masivamente distorsionados por la ocurrencia de hechos violentos, los cuales causan una deformación en la experiencia, crean un estado permanente de incertidumbre y amenaza a la seguridad. Una situación se consolida como disruptiva cuando desorganiza, desestructura y provoca discontinuidad. En consonancia con los hallazgos de esta investigación, las cualidades que potencian la capacidad disruptiva de un evento son el hecho de ser inesperado, el interrumpir un proceso habitual para la existencia, el minar el sentimiento de confianza en los otros, el contener rasgos novedosos no interpretables según los códigos que ofrece la cultura, el amenazar la integridad física propia de los seres significativos y el distorsionar o destruir el hábitat cotidiano del sujeto.

Lo anterior permite plantear que el desplazamiento representa la vivencia de crisis simultáneas a la pérdida de los seres queridos, del lugar de origen; a la transformación de los referentes de la identidad se suma la necesidad de hacer frente a los nuevos roles y necesidades. El estudio realizado por Bello y Restrepo (2009) señala conclusiones similares, una de ellas es que la vulnerabilidad física y la experiencia de muerte, la pérdida de bienes materiales, la pérdida de los saberes y habilidades, el cambio de roles y la identidad, la pérdida de la ciudadanía y la organización social, la pérdida de la viviendas, la pérdida del trabajo y de la seguridad vital permiten comprender la amplia gama de manifestaciones que acompañan la evolución del proceso de duelo ante el desplazamiento. Señalan, además, que la forma en que las personas afrontan estas situaciones está dada no solamente por sus experiencias y saberes previos, sino que por las características de los contextos a los que arriban. También Sacipa, Vidales, Galindo y Tovar (2007) muestran cómo la vergüenza, la tristeza, la incertidumbre, el miedo y la desconfianza caracterizan las narrativas de las personas que han sido desplazadas y configuran una experiencia intensa y dolorosa que, en ocasiones, conlleva la percepción de impotencia e inseguridad.

Aunque a la vivencia de las múltiples pérdidas materiales y simbólicas se suman las condiciones desfavorables de la vida en los nuevos lugares, es posible identificar que cuando las circunstancias en la ciudad mejoran y los participantes comienzan a tomar activamente decisiones, empiezan a percibir cambios positivos y aumenta la confianza en poder sortear la situación de desplazamiento, lo cual favorece mayores avances en el duelo.

A lo largo de la investigación ha sido posible identificar que los diversos elementos que median en el duelo por el desplazamiento no se configuran siempre de manera positiva para permitir un avance del proceso de duelo; sin embargo, en la experiencia de los participantes ha sido posible encontrar cambios positivos y avances en el logro del restablecimiento en los nuevos lugares. Este proceso no ha de pensarse como un absoluto, hay duelo o no lo hay, la herida está abierta o cerrada, pues la integración entre recursos internos y externos da lugar a movimientos posibles, a duelos parciales, aún en presencia de pérdidas de difícil elaboración.

Para finalizar, es importante plantear algunas fortalezas y limitaciones del presente estudio. En relación con las primeras, es preciso decir que aunque la investigación cualitativa no propone una representatividad estadística ni amplios niveles de generalización, las experiencias de vida que las personas participantes construyeron alrededor de las pérdidas y los procesos de duelo causados por el desplazamiento forzado permiten comprender los altos niveles de afectación psicosocial de las poblaciones desplazadas y sustentar elementos conceptuales que aporten a la política pública de atención a víctimas, particularmente, el acompañamiento en los procesos de duelo. De la misma forma, el estudio puede aportar a una atención psicosocial más certera en las instituciones que apoyan a las personas afectadas por esta forma de violencia.

Sobre los límites es necesario señalar que, por el tipo de investigación realizada, este trabajo consideró un número relativamente pequeño de personas. La ampliación del número y las características de los participantes en nuevos estudios podría aportar un mayor conocimiento sobre dimensiones más amplias del problema. Sería importante considerar las características del duelo en una investigación con enfoque diferencial, en la que se indague su especificidad de acuerdo al género de los afectados y se incluya la pregunta por la experiencia de niños y adolescentes.

Por otro lado, si bien se logró la comprensión de aspectos significativos del duelo en el desplazamiento, los límites en el tiempo y en los objetivos del estudio no permitieron abarcar temas importantes que emergieron en las entrevistas. En este sentido, se recomienda en futuros estudios profundizar sobre los significados atribuidos a los lugares de origen y la forma como estos median la relación que se establece con los nuevos lugares de la ciudad. Asimismo, será fundamental continuar la investigación sobre la relación entre las condiciones materiales de vida y los movimientos del duelo; especialmente, en relación con el lugar central que para las personas tiene el trabajo y la autonomía económica en la reconstrucción de la vida tras el desplazamiento. Por último, será importante investigar los procesos de restablecimiento y reubicación, los cuales están atravesados por la percepción ambigua que las personas tienen respecto al retorno al campo.


Pie de página

5Es un software que permite la sistematización de información siguiendo los procedimientos de codificación abierta, selectiva y axial propuestos por la teoría fundamentada (Strauss y Corbin, 2002). Da herramientas para el desarrollo de memos en la construcción de la escritura y la visualización de relaciones entre códigos y categorías, unidades de sentido que agrupan los datos y permiten la construcción de nuevas conceptualizaciones.

6La identidad de las personas participantes fue protegida asignando letras en lugar de su nombre en la citación de las narraciones. La letra corresponde al informante entrevistado, el número al lado se refiere a la entrevista, con algunas personas se realizaron dos. El código posterior señala el documento primario y el número de la cita tal como se registra en el Atlas ti. Así, en esta cita, C1, 4:68 nombra la primera entrevista con la informante C, el documento primario 4 y la cita 68 de ese documento.


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