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Pensamiento Psicológico

Print version ISSN 1657-8961

Pensam. psicol. vol.14 no.2 Cali July/Dec. 2016

https://doi.org/10.11144/Javerianacali.PPSI14-2.ppem 

Propiedades psicométricas de una escala para medir dificultades en habilidades sociales relacionadas con la victimización1

Psychometric Properties of a Scale to Assess the Social Skills Difficulties Related to Victimization

Propriedades psicométricas de uma escala para medir dificuldades nas habilidades sociais relacionadas com a vitimização

Ángel Alberto Valdés Cuervo2
Esthela Jacqueline Madrid López3
Ernesto Alonso Carlos Martínez4
Belén Martínez Ferrer5

Instituto Tecnológico de Sonora, Obregón (México)
Instituto Tecnológico Superior de Cajeme, Obregón (México)
Universidad Pablo de Olavide, Sevilla (España)

1Este trabajo forma parte de un proyecto financiado por el Programa de Mejoramiento del Profesorado (Prodep) con folio ITSON-EXB-09
2Doctor en Ciencias. Profesor investigador titular, Departamento de Educación, Instituto Tecnológico de Sonora. Calle 5 de Febrero 818 Sur, ciudad Obregón, Sonora, México. CP: 85000. Correo de correspondencia: angel.valdes@itson.edu.mx
3Licenciada en Educación
4Doctor en Ciencias Sociales
5Doctora en Psicología

Recibido: 14/12/2015 Aceptado: 15/05/2016


Para citar este artículo / to cite this article / para citar este artigo

Valdés, Á. A., Carlos E. A., Martínez, B. y Madrid, E. J. (2016). Propiedades psicométricas de una escala para medir dificultades en habilidades sociales relacionadas con la victimización. Pensamiento Psicológico, 14(2), 77-88. doi:10.11144/Javerianacali.PPSI14-2.ppem


Resumen

Objetivo. Establecer las propiedades psicométricas de una escala para medir dificultades en habilidades sociales para afrontar la agresión por pares. Método. Participaron 502 estudiantes mexicanos de educación primaria, 2 79 niños (M = 10.52, DE = 1.13 años) y 223 niñas (M = 10.81, DE = 1.25 años). Se comparó el ajuste empírico de dos modelos (unidimensional y bidimensional), y se determinó la validez concurrente de la escala al indagar la relación de sus puntajes con reportes de victimización. Resultados. El modelo bidimensional (vulnerabilidad y pasividad) presentó mejores indicadores de ajuste (X2 = 36.60, gl = 19, p = 0.009; X2/gl = 1.92; CFI = 0.98; AGFI = 0.96; RMSEA = 0.04 IC 90 [0.02 - 0.06]; SRMR = 0.04; AIC = 70.60) que el unidimensional (X2 = 290.42, gl = 20, p = 0.000; X2/gl = 15.27; CFI = 0.48; AGFI = 0.75; RMSEA = 0.27 IC 90 [0.20 - 0.25]; SRMR = 0.16; AIC = 337.42). Las dificultades en las habilidades sociales explican una parte significativa de la varianza de los reportes de victimización en ambos sexos (hombres: R2 = 0.20, f2 = 0.25; mujeres: R2 = 0.24, f2 = 0.32). Conclusión. La escala posee propiedades psicométricas que permiten su utilización en la medición de dificultades en habilidades sociales para afrontar la agresión por pares.

Palabras clave: Habilidades sociales, validez de la prueba, acoso escolar.


Abstract

Objective. Determine the psychometric properties of a scale to measure social skills difficulties in handling peer aggression. Method. 502 Mexican students participated in the study of which 279 were boys (M = 10.52, DE = 1.13 years) and 223 girls (M = 10.81, DE = 1.25 years). The study compared the empirical adjustment of two measurement models (one-dimensional and two-dimensional) to measure social skills difficulties associated with victimization by peers and establish evidence of concurrent validity of the scale to investigate the relationship of their scores with reports of victimization. Results. It was found that the measurement model comprised of two dimensions (vulnerability and passivity) has better indicators of adjustment (X2 = 36.60, df = 19, p = 0.009; X2/df = 1.92; CFI = 0.98; AGFI = 0.96; RMSEA = 0.04 CI 90 [0.02 - 0.06]; SRMR = 0.04; AIC = 70.60) with respect to a dimension for both (X2 = 290.42, df = 20, p = 0.000; X2/df = 15.27; CFI = 0.48; AGFI = 0.75; RMSEA = 0.27 CI 90 [0.20 - 0.25]; SRMR = 0,16; AIC = 337,42). The difficulties in developing social skills explain a significant part of the variance of the reports of victimization of both students (men: R2 = 0.20, f2= 0.25; women: R2 = 0.24, f2= 0.32). Conclusion. The scale has psychometric properties that allow its use in measuring social skills difficulties to face peer aggression.

Keywords: Social skills, validity of tests, bullying.


Resumo

Escopo. Estabelecer as propriedades psicométricas de uma escala para medir dificuldades nas habilidades sociais para afrontar a agressão por pares. Metodologia. Participaram 502 estudantes mexicanos de educação primária, 279 crianças masculinas (M = 10.52, DE = 1.13 años) e 223 femininas (M = 10.81, DE = 1.25 años). Foi comparado o ajuste empírico de dois modelos (unidimensional e bidimensional), e foi determinada a validez concorrente da escala ao indagar a relação de suas pontuações com reportes de vitimização. Resultados. O modelo bidimensional (vulnerabilidade e passividade) apresentou melhores indicadores de ajuste (X2 = 36.60, gl = 19, p = 0.009; X2/gl = 1.92; CFI = 0.98; AGFI = 0.96; RMSEA = 0.04 IC 90 [0.02 - 0.06]; SRMR = 0.04; AIC = 70.60) que o unidimensional (X2 = 290.42, gl =20, p = 0.000; X2/gl = 15.27; CFI = 0.48; AGFI = 0.75; RMSEA = 0.27 IC 90 [0.20 - 0.25]; SRMR = 0.16; AIC = 337.42). As dificuldades nas habilidades sociais explicam uma parte significativa da variação dos reportes de vitimização em ambos sexos (homens R2 = 0.20, f2 = 0.25; mulheres R2 = 0.24, f2 = 0.32). Conclusão. A escala possui propriedades psicométricas que permitem sua utilização na medição de dificuldades nas habilidades sociais para afrontar a agressão por pares.

Palavras chave: Habilidades sociais, validação da prova, acosso escolar.


Introducción

En México se ha producido una creciente atención en el estudio de la frecuencia y las consecuencias negativas de la violencia escolar entre iguales en la adaptación psicosocial de los estudiantes, especialmente en las víctimas (Castillo y Pacheco, 2008; Haro, García y Reidl, 2013; Instituto Nacional de Evaluación Educativa [INEE], 2007; Valdés y Carlos, 2014). Investigaciones en el tema han encontrado que la experiencia de un niño de ser víctima de agresión por los pares se asocia con menor bienestar psicológico (Brockenbrough, Cornell y Loper, 2002; Kochenderfer-Ladd, 2003), mayor incidencia de problemas internalizantes, como depresión (Batsche y Knoff, 1994; Carney, 2008), e incluso con riesgo de suicidio (Holt y Espegale, 2007; Smith, Talamelli, Cowie, Naylor y Chauhan, 2004).

Los agresores dirigen su acción hacia pares con escasa aceptación social (D'Esposito, Blake y Riccio, 2011; Estévez, Martínez y Jiménez, 2009; Fox y Boulton, 2005; Martínez, Musitu, Amador y Monreal, 2010; Perry, Hodges y Egan, 2001) y con vulnerabilidades asociadas a rasgos físicos (Card y Hodges, 2008; Kaukiainen, Salmivalli, Lagerspetz y Tamminen, 2002) o psicológicos (Estévez, Martínez y Musitu, 2006; Hunter, Boyle y Warden, 2007; Kokkinos y Kipritsi, 2012). Existe evidencia de que los estudiantes que cuentan con pocos recursos psicológicos para afrontar y detener a los agresores tienden a convertirse en víctimas constantes de los agresores (Cava, Musitu, Buelga y Murgui, 2010; Fox y Boulton, 2006; Hoglund y Leadbeater, 2007). Ahora bien, uno de los aspectos a los que se les ha brindado menor atención en la comunidad científica son las características de los niños que aumentan el riesgo de que sean víctimas de las agresiones de pares y que les dificultan afrontar esta violencia de forma efectiva.

El afrontamiento efectivo de situaciones estresantes, como la victimización, resulta de la combinación de factores personales, familiares, escolares y comunitarios (Jensen-Cambell, Knack, Waldrip y Ramírez, 2009; Riley y Masten, 2005).

Las habilidades sociales, uno de los factores que aumentan la resiliencia a las agresiones de pares, permiten a los niños solucionar los conflictos e integrarse de forma efectiva a sus grupos de socialización (Dill, Vernberg, Fonagy y Templow, 2004; Gresham, 1986; McFall's, 1982; Nilsen, Karevold, Gustavson y Mathiesen, 2012; O'Dougherty, Masten y Narayan, 2013).

La perspectiva contextual sostiene que las habilidades sociales permiten no solo maximizar los refuerzos en situaciones relacionales específicas (Merrel y Gimpel, 1998), sino que también facilitar la integración social en los grupos, las relaciones de amistad y la resolución funcional de conflictos interpersonales (Gresham, 2002; Jones, 2014; Spence, 1995; Vaughn y Hogan, 1990). El desarrollo de conductas socialmente asertivas en los niños está condicionado por características de sus contextos familiares, escolares y sociales que favorecen o inhiben su expresión (Spence, 1995; Stump, Ratliff y Hawley, 2009).

En relación con la victimización, existe evidencia de que los niños con dificultades en las habilidades sociales presentan problemas para integrarse socialmente a los grupos de iguales y resolver conflictos interpersonales, lo cual aumenta el riesgo de que sean víctimas de agresiones por parte de los pares (Beran, 2009; Crick y Bigbee, 1998; Dodge, Bates y Pettit, 1990; Fox y Boulton, 2006; Kochenderfer-Ladd y Skinner, 2002; McFall's, 1992).

Aunque los hallazgos mencionados sugieren que las dificultades en el desarrollo de habilidades sociales para afrontar la agresión aumentan la vulnerabilidad de los estudiantes de ser victimizados, existen escasos estudios en México en los que se describen indicadores psicométricos de instrumentos para medir el constructo. Por este motivo, el presente estudio tuvo como objetivo establecer las propiedades psicométricas en estudiantes de primaria de una adaptación realizada por Valdés, Reyes y Carlos (2014) de la escala DHS-AP desarrollada por Fox y Boulton (2005) para medir dificultades en las habilidades sociales para afrontar la agresión por pares.

Esta escala fue seleccionada porque su diseño se fundamenta en un marco teórico contextual para el análisis de las habilidades sociales, lo que se manifiesta en su interés por indagar de forma particular estas habilidades en los estudiantes para el manejo de situaciones que involucran agresiones por parte de pares. También se consideró el hecho de que se trata de un instrumento que requiere poco tiempo para su administración, lo que facilita su utilización con fines de diagnóstico e investigación en niños de educación primaria (De Vellis, 2012; Veloso, De Lucena, Santos, Gouveia y Cavalcanti, 2010).

En su adaptación, los autores retoman 8 de los 20 ítems de la escala original, al decidir no incluir los ítems con confiabilidad menor a 0.20 (p. ej., cinco ítems fueron excluidos: "Peleo cuando me agreden") y los que no diferenciaban a estudiantes con y sin reportes de victimización por pares (p. ej.: siete ítems fueron excluidos: "Hablo en voz muy baja"). El análisis factorial exploratorio con el método de estimación de máxima verosimilitud y rotación oblimin (KMO = 0.83; X2 = 1257.1, p < 0.000; varianza explicada = 67.7%) reporta un modelo de medición en el que los ítems se agrupan en dos dimensiones: (a) vulnerabilidad, involucra conductas que denotan debilidad y fragilidad que conducen a que los agresores perciban como poco riesgosa su conducta violenta (Crick y Bigbee, 1998; D'Esposito et al., 2011; Hupp, LeBlanc y Warnes, 2009; Sijtsema, Veenstra, Linderberg y Salmivalli, 2009; Toblin, Schwartz, Hopmeyer y Abou-Ezeddine, 2005); y (b) pasividad, respuestas poco asertivas ante las agresiones de los pares que refuerzan las ganancias instrumentales y sociales de los agresores (Hoglund y Leadbeater, 2007; Kochenderfer y Ladd, 1997).

En primer lugar, el estudio se propuso comparar el ajuste empírico de la estructura interna de tipo unidimensional, sugerido por Fox y Boulton (2005), con otra bidimensional propuesta en la adaptación de este instrumento realizada por Valdés et al. (2014; ver figura 1). En segundo lugar, se indagaron las evidencias de validez concurrente del instrumento al determinar la relación de sus puntajes con los reportes de los estudiantes víctimas de agresión por parte de sus pares.

Teniendo en cuenta que el modelo de medición bidimensional presenta solidez teórica al visualizar las habilidades sociales como un constructo complejo (Angelico, Crippa y Loureiro, 2013; Stump et al., 2009; Taub y Pearrow, 2013) y que existen reportes acerca de la validez de su estructura interna (Valdés et al., 2014), en este estudio se parte de la hipótesis de que el modelo de medición bidimensional de la escala DHS-AP presenta mejor sustentabilidad empírica que el modelo unidimensional. También se sostiene la hipótesis de que las dificultades en las habilidades sociales se relacionan de forma positiva y explican una parte significativa de los reportes de victimización en niños de educación primaria agredidos por pares.

Método

Participantes

Se seleccionaron intencionalmente 437 estudiantes de 23 escuelas primarias públicas urbanas, de clase socioeconómica media baja de un municipio del noroeste de México, inscritos en el curso escolar enero-junio 2015. Los instrumentos fueron diligenciados por la totalidad de los participantes. En el momento en que se realizó la investigación, 117 estudiantes estaban cursando cuarto año (27.08%); 166, quinto año (38.43%), y 149, sexto año de educación básica (34.49%). De la muestra, 252 (57.66%) eran hombres (M = 10.52, DE = 1.13 años) y 185 (43.34%) mujeres (M = 10.81, DE = 1.25 años).

Instrumentos

Dificultades en habilidades sociales para el manejo de las agresiones por pares (DHS-AP).

Se utilizó la adaptación desarrollada por Valdés et al. (2014) de la escala propuesta por Fox y Boulton (2005). En esta versión, los autores incluyeron solo 8 de los 20 ítems que conforman la escala original. Como se mencionó anteriormente, se excluyeron 5 ítems por presentar una confiabilidad menor a 0.20 y otros 7 ítems por no discriminar a estudiantes con y sin reportes de victimización por pares.

En las instrucciones se solicitó a los estudiantes que seleccionaran la opción que mejor representara la frecuencia con que presentaban las conductas descritas en la escala. El instrumento se respondió mediante una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta que oscilaron desde 0 (nunca) hasta 5 (siempre).

Victimización por pares.

Se utilizó el instrumento de Valdés y Carlos (2014), que mide con nueve ítems (p. ej.: "Me pegan, me dicen sobrenombres ofensivos") la frecuencia de victimización por parte de pares durante el último mes. Se utilizó una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta: 0 (nunca), 1 (casi nunca: 1 - 2 ocasiones), 2 (a veces: 3 - 5 ocasiones), 3 (frecuentemente: 5 - 10 ocasiones) y 4 (siempre: más de 10 ocasiones). Mediante un análisis factorial confirmatorio con el método de estimación de máxima verosimilitud se estableció la sustentabilidad empírica de una estructura unidimensional en la escala (X 2 = 69.72, p = 0.08; X2/gl = 1.47; CFI = 0.96; RMSEA = 0.04, IC 90 [0.02 - 0.07]). Su confiabilidad medida con el alfa de Cronbach fue de 0.87.

Procedimiento

Se explicó a las autoridades de las escuelas el objetivo de la investigación y se solicitó su autorización para acceder a las aulas. Participaron en el estudio los niños cuyos padres dieron su consentimiento informado por escrito. A los estudiantes se les invitó a participar de forma voluntaria y se garantizó la confidencialidad de la información. Para que las escuelas se beneficiaran de su apoyo se les entregó la versión final del instrumento con un instructivo acerca de cómo administrarlo e interpretarlo.

Análisis de los datos

La verificación del ajuste empírico de ambos modelos se realizó mediante un análisis factorial confirmatorio con el método de ecuaciones estructurales con apoyo del software AMOS 5. Para determinar la relación de los puntajes de la escala con los reportes de victimización se utilizó una prueba de regresión lineal múltiple con apoyo del SPSS 22.

Resultados

Dimensionalidad del modelo

Se comparó el ajuste empírico de los modelos unidimensional y bidimensional por medio de un análisis factorial confirmatorio con el método de estimación de máxima verosimilitud. Este método se utilizó puesto que no se encontraron casos extremos en la muestra (se determinó mediante el estadístico D2, cuyos valores de probabilidad asociada fueron no significativos en todos los casos), y se verificó, con el estadístico de Mardia (CR = 4.85), la presencia de normalidad multivariada en los datos (Bentler, 2005). El análisis de los índices de ajuste sugiere que el modelo de medición de dos factores presenta mejor sustentabilidad empírica con respecto al modelo unidimensional (Blunch, 2013; Byrne, 2010; Cea, 2004; ver tabla 1).

En el modelo unidimensional, cuatro coeficientes de regresión no resultaron significativos, lo cual indica que no se agrupan en el constructo en que lo hacen los demás indicadores. Sin embargo, en el modelo de dos dimensiones todos los coeficientes de regresión se relacionaron de forma significativa con los factores establecidos en el modelo (ver figura 2), lo que muestra la pertinencia del constructo subyacente. Es necesario puntualizar que la covarianza entre los factores no fue significativa, por ello se infiere que se trata de dimensiones independientes que deben ser tratadas por separado en la investigación del constructo. La confiabilidad de los puntajes en vulnerabilidad (α = 0.86) y pasividad (α = 0.83) fue aceptable.

Validez concurrente de los puntajes

Se determinó la validez concurrente de los puntajes del modelo bidimensional mediante el análisis de la correlación de sus puntajes con los reportes de los estudiantes de victimización por parte de los pares. Se encontró que en las niñas ambos factores se relacionaron de forma positiva con los reportes de ser víctimas de agresión por pares, mientras que en los niños la vulnerabilidad se relacionó de forma positiva únicamente con este tipo de agresión (ver tabla 2).

Los resultados del análisis de regresión muestran que tanto en niños (R2 = 0.20, f2 = 0.25) como en niñas (R2 = 0.24, f2= 0.32) el modelo explica una parte significativa de los reportes de victimización por parte de los pares y posee un tamaño del efecto moderado. En ambos sexos la dimensión de vulnerabilidad se relaciona de forma más importante con los reportes de agresión por pares (ver tabla 3).

Discusión

Los resultados sostienen la hipótesis de que el modelo de dos factores (vulnerabilidad y pasividad) se ajusta mejor que el modelo unidimensional en la medición de dificultades en habilidades sociales para el manejo de la agresión por pares. Esto coincide con lo reportado en la literatura en la que se refiere que las habilidades sociales constituyen un constructo complejo que se integra por un subconjunto de habilidades de distinta naturaleza (Angelico et al., 2013; Stump et al., 2009; Taub y Pearrow, 2013).

Las propiedades psicométricas de la escala se fortalecen por su validez concurrente, ya que explica una parte significativa de la varianza en los reportes de victimización por pares de los niños y las niñas. Este hallazgo es consistente con otros estudios que señalan que los estudiantes víctimas de violencia se caracterizan por no poseer un adecuado desarrollo de habilidades sociales que les permitan hacer frente a las agresiones de los pares (Aoki, 2014; Fox y Boulton, 2006; Habashy, 2013; Hupp et al., 2009; Perry, Willard y Perry, 1990; Swearer y Hymel, 2015). Una hipótesis para explicar el hallazgo anterior es que los comportamientos que implican tanto vulnerabilidad como pasividad refuerzan de forma directa o indirecta las ganancias psicológicas de la conducta del agresor, la cual se asocia con el logro de poder y control sobre la víctima (Hanish y Guerra, 2004; Salmivalli y Nieminen, 2002).

Es necesario resaltar que la relación de las dimensiones del instrumento con los reportes de victimización es distinto en los niños, lo que sugiere diferencias asociadas al sexo en la relación entre las dificultades en las habilidades sociales para afrontar las agresiones y la frecuencia de victimización por pares. Entre tanto, los puntajes de las niñas se asocian de forma significativamente positiva, en ambas dimensiones, con ser víctimas de agresiones por pares; en los niños esta relación se encuentra únicamente con la dimensión de vulnerabilidad. De lo anterior se infiere que el comportarse de forma pasiva ante las agresiones de los pares tiene efectos diferentes en ambos sexos, pues si bien en los niños no aumenta el riesgo a ser victimizados, en las niñas sí lo hace. Aunque se debe realizar mayor investigación para comprender este hallazgo, este resultado sugiere la necesidad de incorporar la perspectiva de sexo en el estudio del fenómeno de la violencia entre estudiantes (Navarro, Larrañaga y Yubero, 2013).

Por otra parte, los resultados del estudio reafirman la pertinencia del enfoque contextual en el análisis de habilidades sociales relacionadas con la victimización por pares, al constatarse que un instrumento desarrollado en este marco teórico presenta propiedades psicométricas adecuadas para ser utilizado en la medición del constructo. Se infiere también el valor de considerar la perspectiva de sexo en el análisis de la violencia escolar y, en particular, del fenómeno de la victimización.

Los hallazgos reafirman la importancia de que, como parte de los programas de prevención de la violencia escolar, se lleven a cabo acciones dirigidas a favorecer en los niños el desarrollo de habilidades sociales que les permitan manejar de forma más efectiva la violencia por parte de los pares y, con ello, contribuir a la prevención de problemas de victimización crónica y sus consecuencias negativas en el desarrollo cognitivo y socioemocional.

A pesar de que se evidencia que la escala es un instrumento valioso en la medición del constructo, se sugiere que otras investigaciones la amplíen de tal forma que evalúe otras dificultades en las habilidades sociales asociadas al manejo de la agresión por pares, tales como las que obstaculizan la integración de los niños a grupos y aquellas vinculadas con la obtención de apoyo social para detener las agresiones (Erah, Flanagan y Bierman, 2008; Jenkins y Kilpatrick, 2012; You y Bellmore, 2012). Se señala, del mismo modo, que en la muestra del estudio solamente se incluyeron estudiantes de estratos socioeconómicos medios y bajos de escuelas públicas urbanas, lo cual hace necesario actuar con cautela cuando el instrumento se utilice para evaluar este constructo en otros grupos, como en estudiantes de clase alta o en aquellos en situación de pobreza extrema.

Por otro lado, sería conveniente elaborar instrumentos para evaluar las dificultades en habilidades sociales de los agresores, de tal manera que se pueda fortalecer la convivencia armónica entre pares (Fox y Boulton, 2005) y contribuir de manera integral a la solución del problema (Ahmed y Braithwaite, 2004; Ortega y Del Rey, 2008).

Se resalta que estos resultados no sugieren que los niños sean responsables de ser victimizados por los pares, ya que es el apoyo social que reciben en sus contextos familiares y escolares lo que facilita o no la expresión de estas habilidades sociales. Esto abre la necesidad de indagar acerca de cómo las características de los contextos familiares y escolares favorecen la presencia de dificultades en las habilidades sociales en los niños para afrontar la agresión de los pares (Hartas, 2011; Nation, Vieno, Perkins y Santinello, 2008; Taub y Pearrow, 2013).


Referencias

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