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Pensamiento Psicológico

Print version ISSN 1657-8961

Pensam. psicol. vol.15 no.2 Cali July/Dec. 2017

https://doi.org/10.11144/Javerianacali.PPSI15-2.cpda 

Conflíctívídad parental, divorcio y ansiedad infantil1

Parental Conflict, Divorce and Childhood Anxiety

Conjunto de conflitos parentais, divorcio e ansiedade infantil

Olga Gómez-Ortiz2
Lourdes Martín3
Rosario Ortega-Ruiz4

Universidad de Córdoba, Córdoba (España)

1Esta investigación se realizó en el marco de los proyectos EDU2013-44627-P, PSI2016-74871-R y PSI2015-64114-R, los cuales fueron subvencionados por el Ministerio de Economía y Competitividad, dentro del Plan Nacional I+D+i del Gobierno de España.
2Doctora en Psicología. Departamento de Psicología, Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad de Córdoba. Av. San Alberto Magno S/N. 14.004, Córdoba. Teléfono: 957 21 2603. Fax: 957 21 251 3. Correo de correspondencia: olga.gomez@uco.es
3Máster en Cultura de Paz, Conflictos, Educación y Derechos Humanos
4Doctora y catedrática en Psicología

Recibido: 01/06/2016 Aceptado: 20/02/2017


Para citar este artículo / To cite this article / Para citar este artigo

Gómez-Ortiz, O., Martín, L. y Ortega-Ruiz, R. (2017). Conflictividad parental, divorcio y ansiedad infantil. Pensamiento Psicológico, 15(2), 67-78 doi:10.11144/Javerianacali.PPSI15-2.cpda


Resumen

Objetivo. Examinar la relación entre el nivel de ansiedad infantil, la conflictividad parental y la situación de divorcio de los progenitores, teniendo en cuenta el sexo y el ciclo educativo de los menores. Método. El diseño del estudio fue transversal, ex post facto retrospectivo, un grupo, múltiples medidas. Participaron 94 escolares de educación primaria de Cádiz (52.13% niños y 47.87% niñas; edad media 8.24 años), quienes respondieron al autoinforme Multidimensional Anxiety Scale for Children y a otras cuestiones para delimitar la relación de pareja entre sus progenitores. Resultados. Los resultados de la prueba t-student no indicaron diferencias en los niveles de ansiedad entre los escolares en función de la situación de divorcio o separación marital. El grado de conflictividad parental sí determinó la presencia de diferencias en los niveles de ansiedad infantil, siendo las niñas, al describir la relación entre sus progenitores como altamente conflictiva, las que reflejaron la mayor ansiedad. Conclusión. Se discute la importancia que la relación de pareja tiene en el propio desarrollo familiar y en el bienestar psicosocial infantil, destacando la necesidad de conseguir una relación pacífica y armónica entre los progenitores para favorecer la estabilidad emocional de los menores.

Palabras clave: Divorcio, conflictividad, familia, ansiedad, psicopatologia infantil.


Abstract

Objective. The aim of this study was to examine the relationship between child anxiety, parental conflict and divorce, taking into account gender and education level of children. Method. The study had a transversal, retrospective, ex post facto, group, and multiple measures design. Ninety-four primary schoolchildren of Cádiz, Spain, (52.13% male and 47.87% female; average = 8.24) filled out the self-report Multidimensional Anxiety Scale for Children and answered other questions to define the relationship between their parents. Results. t-student results showed no differences in anxiety levels among schoolchildren whose parents were divorced or married. However, the level of parental conflict determined the presence of differences in levels of child anxiety; the girls who described the relationship between their parents as highly conflictive were those who reflected the greatest increase in anxiety. Conclusion. The importance of family relationships on children's development and psychosocial well-being is discussed, highlighting the need to achieve a peaceful and harmonious marital relationship, and to promote emotional stability for the children.

Keywords: Divorce, parental conflict, family, anxiety, childhood psychopathology.


Resumo

Escopo. O objetivo de este estudo foi examinar a relação entre o nível de ansiedade infantil, os conjuntos de conflitos parentais e a situação de divorcio dos progenitores, levando em conta o sexo e ciclo educativo das crianças. Metodologia. O desenho do estudo foi transversal, ex post fato retrospectivo, um grupo, múltiplas medidas. Participaram 94 escolares de educação primaria de Cádiz (52.13% masculinos e 47.87% femininos; idade média 8.24 anos de idade) responderam ao auto-informe Multidimensional Anxiety Scale for Children e a outras questões para delimitar a relação de casal entre seus progenitores. Resultados. Os resultados da prova t-student não indicaram diferencias nos níveis de ansiedade entre as crianças em função da situação de divorcio ou separação marital. O nível de conjunto de conflitos parentais determinou sim a presencia de diferencias nos níveis de ansiedade infantil, sendo as crianças femininas que descreveram a relação entre seus progenitores como altamente conflitiva as que reflexaram a maior ansiedade. Conclusão. Foi discutida a importância que a relação de casal tem no próprio desenvolvimento familiar e no bem-estar psicossocial infantil, destacando a necessidade de conseguir uma relação pacífica e harmônica entre os progenitores para favorecer a estabilidade emocional das crianças.

Palavras-chave: Divorcio, conjunto de conflitos, família, ansiedade, psicopatologia infantil.


Introducción

La atención, el cuidado y la disponibilidad para el apoyo y el consuelo son características de crianza exigibles para todos los procesos de desarrollo. Los seres humanos necesitan ser atendidos, cuidados y ayudados por los adultos durante la infancia. Esta tarea recae normalmente en padres y madres, u otros familiares cercanos. Así, la familia se erige como un contexto de desarrollo humano clave para fomentar el aprendizaje y la salud emocional y psicológica de los niños, dado que en la mayoría de los casos la familia es la encargada de proporcionar el cuidado y la ayuda de los menores hasta que estos alcanzan una adecuada autonomía y competencia social y emocional. Sin embargo, esta función de atención y cuidado que implica la crianza resulta importante para los adultos que están a cargo, quienes mejoran su estabilidad emocional y construcción de su propia identidad personal mediante la asunción de responsabilidades y compromisos (Palacios y Rodrigo, 1998).

No obstante, las interacciones, los procesos y los conflictos que acontecen en el seno del grupo familiar también pueden impactar de forma negativa en el desarrollo de sus miembros, sobre todo cuando los adultos no logran encontrar la funcionalidad positiva de estabilidad y realización personal en este contexto, y hacen de él una fuente de problemas y a veces de traumas psicológicos que impactan negativamente en el desarrollo de los menores (Gómez-Ortiz, Del Rey, Casas y Ortega-Ruiz, 2014). En este sentido, la calidad de la relación de pareja de los progenitores parece ser un elemento de influencia directa e indirecta, no solamente en el propio bienestar y ajuste de los miembros de esa pareja, sino que también, y muy especialmente, en el de los menores, fruto de esa unión, de la cual dependen independientemente del estado de la misma.

Los estudios científicos sobre parentalidad y desarrollo humano destacan especialmente dos situaciones derivadas de la relación marital, como elementos de influencia en el ajuste psicológico de los menores: la conflictividad parental y la separación o divorcio de los progenitores (Cortés, 2007). Dada la elevada prevalencia del divorcio, que ha aumentado exponencialmente en la última década (Instituto Nacional de Estadística, 2016), y las dificultades que pueden anteceder a esta situación o surgir en el seno de cualquier pareja, generando conflictos que suelen ser presenciados por los menores, resulta imprescindible conocer la influencia de ambas situaciones en el ajuste de los hijos para determinar su impacto potencial y, por ende, la necesidad de diseñar intervenciones dirigidas a prevenir o paliar sus efectos negativos en caso de que estos fueran demostrados. A continuación, se exponen los resultados de las investigaciones previas que han examinado la relación entre la conflictividad parental, el divorcio y el ajuste de los menores.

Los primeros estudios sobre la relación entre las dinámicas conyugales y la adaptación de los menores se realizaron a finales de los años ochenta y principios de los noventa. Entre estos, destacan los resultados de Smith y Jenkins (1991), que demostraron que los niños cuyos padres presentaban mala calidad relacional, tenían un peor ajuste comparados con aquellos pertenecientes a hogares armoniosos. Dadds y Powell (1991), por su parte, examinaron el tipo de conflicto parental en relación con las consecuencias negativas para los hijos, y encontraron una relación entre la aparición de conductas agresivas y la exposición a conflictos parentales basados en la falta de acuerdo. Estos mismos autores observaron una influencia del sexo de los menores en el padecimiento de algunas consecuencias, siendo básicamente los hombres los que parecían indicar una mayor ansiedad ante dicha conflictividad. De manera similar, Fainsilber-Katz y Gottman (1993) determinaron que las parejas que resuelven sus conflictos de forma hostil favorecen el padecimiento de problemas internalizantes en sus hijos, y que emociones como la ira y la frialdad emocional entre los progenitores incrementan la probabilidad de que los menores desarrollen ansiedad o sean rechazados socialmente.

Otros estudios también han apoyado la relación entre el conflicto parental y el autorreporte infantil de problemas internalizantes y de conducta, o su percepción por parte del profesorado o los propios progenitores, evaluando su contribución directa (Davies y Lindsay, 2004; Justicia y Cantón, 2011; Kerig, 1998; Ulu y Fiçiloglu, 2002) o indirecta (Iraurgi, Martínez-Pampliega, Iriarte y Sanz, 2011) a los problemas de ajuste infantil. Esta última línea de estudios ha permitido testar modelos explicativos de la influencia del conflicto parental en la adaptación del menor, afectando las pautas educativas o disciplinarias de los progenitores (Erath, Bierman y Conduct Problems Prevention Research Group, 2006; Kaczynski, Lindahl, Malik y Laurenceau, 2006) y reconociendo el efecto mediador que la relación paterno-filial (Braithwaite, Steele, Spjut, Dowdle y Harper, 2015) y la implicación de los menores en el conflicto (Mueller, Jouriles, McDonald y Rosenfield, 2015) puede tener en su adaptación al mismo.

Las variables sexo y edad también parecen condicionar los resultados de los estudios más recientes, aunque estos son poco homogéneos. Así, algunos autores coinciden en atribuir, como consecuencia del nivel de conflictividad parental, los mayores problemas externalizantes a los hombres y las tasas más elevadas de dificultades y trastornos internalizantes a las mujeres (Davies y Lindsay, 2004; Ulu y Fiçiloglu, 2002). Sin embargo, otros trabajos no hallan diferencias significativas (Justicia y Cantón, 2011; Kerig, 1998). Con respecto al papel moderador de la edad, existe consenso sobre su importancia, pero no sobre la disposición problemática vinculada al grupo de los menores o de los mayores (Cortés y Cantón, 2007; Justicia y Cantón, 2011; Ulu y Fiçiloglu, 2002).

Al margen del conflicto, otro grupo de estudios examinó el efecto que el divorcio o la separación podría tener en el desarrollo psicosocial de los hijos. Algunos trabajos describen el divorcio o la separación como una situación de riesgo para el menor, vinculándolo a numerosas consecuencias negativas como un empeoramiento en la calidad de vida (López-Larrosa, 2009; Orgilés y Samper, 2011) o en el desarrollo de diversos problemas de conducta (Robbers et al., 2012) e internalizantes, entre los que se destacan la depresión (Ge, Natsuaki y Conger, 2006), la ansiedad general y el trastorno de ansiedad por separación (Bengoechea, 1992; Õngider, 2011; Orgilés, Espada y Méndez, 2008).

Referente al rendimiento académico, existen algunas contradicciones: mientras que algunos estudios demuestran que los hijos de padres divorciados pueden ver altamente comprometido su rendimiento escolar, otros no parecen encontrar diferencias en este indicador de ajuste (Justicia y Cantón, 2007; Martínez-Pampliega, Sanz, Iraurgi e Iriarte, 2009). En todo caso, se ha comprobado que las familias en las que ha acontecido un divorcio suelen presentar peor funcionamiento general, más estrés familiar y un mayor uso de estilos parentales no democráticos tendentes a la permisividad (Arranz, Oliva, Olabarrieta y Antolín, 2010).

No obstante, el divorcio no siempre va precedido de un empeoramiento en el desarrollo psicosocial infantil o adolescente. De hecho, algunos estudios no encuentran diferencias en las medidas de ajuste entre los hijos de padres divorciados y los de familias estables (Pons-Salvador y Del Barrio, 1995), y si las encuentran son de escasa magnitud (Morgado y González, 2012). Otras investigaciones incluso han revelado resultados positivos en hijos de divorciados, como es el caso de Órgiles, Espada, Méndez y García-Fernández (2008), quienes hallaron que los hijos de familias intactas tienen una mayor probabilidad de presentar miedos relacionados con el fracaso y el castigo escolar que aquellos que han vivido una ruptura conyugal.

Las consecuencias de este proceso parecen estar moduladas, al igual que sucedía con la confhctividad, por ciertas variables, como el sexo, la edad del menor o la situación en que se desarrolla el proceso de divorcio. De esta manera, los hijos que sufran la ruptura conyugal de sus padres, basada en el conflicto y resuelta por la vía judicial, sostienen creencias negativas y presentan más problemas de adaptación y ajuste que aquellos cuyos padres han resuelto pacíficamente las disputas (Martínez-Pampliega et al., 2009; Orgilés y Samper, 2011; Pons-Salvador y Del Barrio, 1995; Ramírez, Botella y Carrobles, 1999). Por otro lado, cuando los progenitores entienden la separación como la mejor solución a sus problemas familiares, los menores padecen menos dificultades psicológicas y se adaptan mejor a la crisis; en cambio, cuando una parte de la pareja no está de acuerdo con la separación o ruptura, ya sea el padre o la madre, se observa en los hijos mayor sufrimiento (Justicia y Cantón, 2007).

En relación con la edad, Lansford et al. (2006) encontraron que cuando la separación de los progenitores se produce en la infancia temprana se relaciona más con una trayectoria de problemas internalizantes y externalizantes, y cuando se produce en años posteriores se vincula a un peor rendimiento académico. El sexo de los menores también parece condicionar la forma en que la situación de divorcio puede afectar su adaptación. Así, aunque algunos autores atribuyen al sexo masculino una mayor vulnerabilidad (Hetherington y Stanley-Hagan, 1999), otros explican esta diferencia con base en la sintomatología que los hijos suelen manifestar, siendo más probable que las niñas desarrollen más problemas internalizantes y, por tanto, menos visibles, y los niños conductas de tipo más externalizante, que terminan afectando a otras personas (Storksen, Roysamb, Holmen y Tambs, 2006).

La literatura revisada pone de manifiesto un notable avance en la investigación sobre la importancia de las dinámicas interpersonales de los progenitores en relación con el riesgo de problemas de adaptación en los hijos. No obstante, existen ciertas contradicciones en torno al papel que el divorcio tiene como elemento de riesgo para el ajuste psicosocial de los hijos, o sobre la influencia de las variables sexo y edad en el impacto de la relación marital sobre el ajuste psicosocial infantil, que aún no han sido resueltas. El presente estudio surge, por tanto, de la necesidad de responder a estos interrogantes, buscando clarificar la relación entre el divorcio, la conflictividad parental y el ajuste de los hijos de la pareja y la posible influencia del sexo y la edad de los menores en esta relación. En este sentido, el principal objetivo de esta investigación fue analizar la relación entre la conflictividad parental, o la propia estructura familiar delimitada por la situación de divorcio, y la presencia de ansiedad en los hijos de la pareja o expareja. Si bien esta relación no se ha explorado con la suficiente profundidad, en estudios previos se ha observado que es un problema internalizante que afecta de forma importante el ajuste psicosocial de los menores y aparece vinculado a las dinámicas parentales. Este objetivo puede concretarse en los siguientes objetivos específicos: (a) comprobar si existen diferencias significativas en los niveles de ansiedad de los hijos en relación con la posible conflictividad que puedan o no presentar los padres, (b) analizar si existen diferencias significativas en los niveles de ansiedad entre hijos de padres divorciados y no divorciados, y (c) examinar las posibles diferencias que puedan surgir en los resultados derivados de los objetivos planteados al agrupar a los menores según su sexo o edad. Para ello, los objetivos serán analizados de forma general, seleccionando a los participantes en función del sexo y la edad.

Como hipótesis de este estudio se entendió que el elemento de mayor interferencia en el ajuste infantil lo constituirían los conflictos a los que los niños son expuestos por sus progenitores y no tanto la situación de pareja en términos de divorcio o unión. Esta hipótesis se subdividió en dos:

  1. Existe una relación significativa entre la ansiedad infantil y la conflictividad parental, que muestra la mayor ansiedad en los hijos de padres con elevados niveles de conflictividad (Davies y Lindsay, 2004; Justicia y Cantón, 2011; Kerig, 1998; Ulu y Fiçiloglu, 2002).
  2. No hay diferencias significativas entre los niños en esta medida de ajuste, en función de la situación de divorcio de sus progenitores (Morgado y González, 2012; Espada, Méndez y García- Fernández, 2008; Pons-Salvador y Del Barrio, 1995).

Método

Diseño

Esta investigación tiene un diseño transversal, ex post facto, retrospectivo, un grupo y múltiples medidas (Montero y León, 2007).

Participantes

La muestra del estudio estuvo compuesta por 94 estudiantes de educación primaria (52.13% niños y 47.87% niñas), con un rango de edad entre 6 y 11 años (M=8.24 años; D7=1.55). La distribución por edades de los niños es la siguiente: 14.90% de 6 años, 20.21% de 7 años, 25.53% de 8 años, 14.90% de 9 años, 13.83% de 10 años y 10.63% de 11 años. De los 94 estudiantes, el 39.36% provienen de familias cuyos padres se encuentran separados o divorciados.

Instrumentos

Para conocer la relación que mantenían los progenitores del alumnado, se elaboraron dos preguntas: ¿tus padres están divorciados o separados? y ¿ves a tus padres discutir con frecuencia?

Para la evaluación de la ansiedad se empleó el cuestionario Multidimensional Anxiety Scale for Children (MASC; March, Parker, Sullivan, Stallings y Conners, 1997). Este es un instrumento ampliamente utilizado que ha demostrado adecuadas propiedades psicométricas en su uso con niños de diversas culturas (Kingery, Ginsburg y Burstein, 2009; Ólason, Sighvatsson y Smári, 2004; Thaler, Kazemi y Wood, 2010; Yen, Yang, Wu, Hsu y Cheng, 2010). Se compone de 39 ítems que se estructuran en cuatro factores: (a) ansiedad social (AS), que comprende nueve ítems relacionados con los miedos que aparecen ante algunas situaciones sociales en las que el niño se sentiría evaluado (p. ej.: "tengo miedo de que otros niños se rían de mí"); (b) ansiedad por separación (APS), con nueve ítems vinculados al temor a separarse de los progenitores (p. ej.: "intento estar cerca de mi madre o padre"); (c) evitación del daño (ED), que contiene nueve ítems que aluden a los comportamientos que el niño realiza en orden para evitar peligros o daños (p. ej.: "mantengo los ojos abiertos por si hay peligro"); y (d) síntomas físicos (SF), con 12 ítems que recogen el malestar físico vinculado al sufrimiento de ansiedad que puede padecer el niño (p. ej.: "me siento tenso, engarrotado"). Estas preguntas se responden mediante una escala tipo Likert de 0 a 3, en la que 0 significa nunca, 1 raramente, 2 algunas veces y 3 frecuentemente. La consistencia interna, evaluada a través del omega de McDonald, fue apropiada en cada uno de los factores (QAS = 0.88; QAPS = 0.70; QED = 0.74; QSF = 0.88) y en la escala total (Q = 0.80).

Procedimiento

Este estudio fue desarrollado de acuerdo con las normas éticas recogidas en la declaración de Helsinki. Sin embargo, no se obtuvo el consentimiento formal de ningún comité ético, ya que cuando la naturaleza del estudio es retrospectiva y no se produce experimentación con seres vivos, el Ministerio Español de Ciencia e Innovación exime de obtener este consentimiento. Tras obtener el permiso del equipo directivo del centro escolar, se entregó una carta a 200 niños de entre 6 y 11 años en la que se informaban los objetivos y el procedimiento del estudio, con el fin de obtener el consentimiento de las familias para que sus hijos participaran en la investigación. De las 200 cartas entregadas, solo se obtuvieron 94 respuestas positivas. Estos participantes completaron el cuestionario de manera individual y autónoma, excepto aquellos con edades comprendidas entre los 6 y los 7 años, quienes fueron entrevistados individualmente, debido a su corta edad. En todos los casos se insistió sobre el carácter anónimo y voluntario de la participación. El tiempo medio de cumplimentación del cuestionario osciló entre 15 y 30 minutos.

Análisis de datos

Para los análisis estadísticos se empleó el programa SPSS (versión 18.0). Con el propósito de determinar la posible existencia de diferencias en ansiedad entre los hijos de padres divorciados o no divorciados y entre los menores cuyos padres presentaban bajos o elevados niveles de conflictividad, se realizaron contrastes de medias t-student. El nivel de significatividad adoptado fue p < 0.05. Las variables independientes dicotómicas fueron la presencia o la ausencia de conflictividad parental o divorcio. Como variables dependientes se utilizaron las medias de cada subescala del cuestionario de ansiedad y la media total con todos los ítems, escala que se denominó ansiedad general.

Las diferencias significativas obtenidas a través de la prueba t-student fueron contrastadas con los resultados derivados de la medida del tamaño del efecto (d de Cohen). Un valor en este índice menor o igual a 0.20 indicaría un efecto pequeño, mientras que valores superiores a 0.20 y hasta 0.50 mostrarían un efecto moderado, y superiores a 0.80 indicarían un efecto elevado (Cohen, 1992).

Resultados

Diferencias en ansiedad infantil en función de la conflictividad parental

Los resultados del estadístico t-student indicaron diferencias significativas en ansiedad general y en ansiedad por separación entre los hijos testigos de la conflictividad de sus progenitores y los que no perciben tal conflictividad, siendo los primeros los que más ansiedad reflejaron. El tamaño del efecto fue elevado en todos los casos. Sin embargo, no se hallaron diferencias significativas en las dimensiones ansiedad social, evitación del daño y síntomas físicos (ver tabla 1).

Los resultados de la prueba t-student en cada una de las submuestras de los niños reflejan algunas discrepancias con respecto a los resultados obtenidos en la muestra general. En la submuestra de niños se encontró que estos perciben conflictividad entre sus progenitores; comparados con los que no perciben tal situación, muestran puntuaciones significativamente superiores solo en la dimensión ansiedad por separación (t(47) = 2.41; p = 0.020; d = 1.09) (M conflictividad = 1.37; D.T. = 0.48; M no conflictividad = 0.92; D.T. = 0.41). Por su parte, en la submuestra de niñas se encontraron diferencias significativas en las dimensiones ansiedad general, ansiedad social, ansiedad por separación y síntomas físicos. Las niñas que indicaron la existencia de conflictividad entre sus progenitores mostraron las mayores puntuaciones en los indicadores de ansiedad mencionados (ver tabla 2). Tanto en la submuestra de niños como en la de niñas, el tamaño del efecto sobre la diferencia de medias fue elevado en todas las dimensiones.

En el análisis diferencial entre ciclos educativos solo se encontraron diferencias en los niveles de ansiedad entre los hijos que perciben conflictividad entre sus padres y los que no, en segundo ciclo. En este caso, los escolares de 3° y 4° curso de primaria que describieron una relación conflictiva entre sus progenitores fueron los que reflejaron los mayores niveles de ansiedad general, social y por separación, y una mayor cantidad de síntomas físicos indicadores de esta ansiedad, comparados con aquellos estudiantes que no percibieron conflictividad entre sus progenitores. El tamaño del efecto fue elevado en todos (ver tabla 3).

Diferencias en ansiedad infantil en función del divorcio o unión de los progenitores

Los resultados de la prueba t-student no mostraron diferencias significativas entre los hijos de padres divorciados y no divorciados en ansiedad general (t(92) = 0.06; p = 0.948), ansiedad social (t(92) = -0.17; p = 0.859), ansiedad por separación (t(92) = 0.54; p = 0.059), evitación del daño (t(92) = -1.603; p = 0.112) ni en la escala de síntomas físicos (t(92) = 1.04; p = 0.298).

Diferenciando la muestra según el sexo, se realizó de manera independiente la prueba t-student para el subgrupo de niñas y para el de niños. En general, los resultados son prácticamente iguales a los hallados anteriormente, pero no en todas las dimensiones. Concretamente, aparecieron diferencias significativas en evitación del daño entre las niñas cuyos progenitores se encuentran divorciados, frente a aquellas cuyos padres no lo están (t(43) = -2.28; p = 0.027; d = -0.70), siendo estas últimas las que mostraron una mayor puntuación en esta escala (M divorciados = 1.89; D.T. = 0.35; M no divorciados = 2.17; D.T. = 0.45). El tamaño del efecto de esta diferencia fue moderado.

Con respecto a los ciclos educativos, la prueba t-student mostró resultados idénticos a los hallados con toda la muestra en cada una de las subescalas de ansiedad y en la ansiedad total.

Discusión

El presente estudio se llevó a cabo con el propósito de examinar los niveles de ansiedad del alumnado de una muestra de escolares españoles de educación primaria, en función de la presencia de conflictividad en la relación de pareja de sus progenitores y de que los mismos se encuentren o no en una situación de divorcio.

Los resultados obtenidos no reflejaron diferencias significativas entre los hijos de padres divorciados y no divorciados en ninguna de las dimensiones de ansiedad analizadas. Sin embargo, sí se hallaron mayores niveles de ansiedad general y de ansiedad por separación en los hijos que percibían elevados niveles de conflictividad parental, comparados con los que describieron la relación parental como escasamente conflictiva.

Estos resultados, que apoyan las hipótesis planteadas, son coherentes, en su mayoría, con la literatura previa, en la que se defiende que los niños que son testigos de la conflictividad de sus progenitores muestran peor nivel de funcionamiento psicosocial que aquellos cuyos padres mantienen una relación positiva y no manifiestan delante de los menores sus desavenencias o problemas interpersonales (Dadds y Powell, 1991; Davies y Lindsay, 2004; Iraurgi et al., 2011; Justicia y Cantón, 2011; Kerig, 1998; Smith y Jenkins, 1991; Ulu y Fiçiloglu, 2002).

Por otro lado, estos datos parecen contradecir la idea, reportada en ciertos estudios, de que el divorcio, por el hecho de generar un cambio en la estructura familiar, es un elemento de riesgo que amenaza el desarrollo psicosocial del menor, incrementando sus problemas internalizantes y de ansiedad (Bengoechea, 1992; Ge et al., 2006; Õngider, 2011; Orgilés, Espada y Méndez, 2008; Orgilés y Samper, 2011). Ciertamente, y puesto que el estudio se centró en un indicador de ajuste concreto, no es posible descartar que la separación marital pueda ser el detonante de otro tipo de problemas en los hijos, como las dificultades de rendimiento académico o la conducta externalizante (Justicia y Cantón, 2007; Martínez-Pampliega et al., 2009; Robbers et al., 2012; Storksen et al., 2006). No obstante, y a la luz de las contradicciones presentes en la literatura, lo que estos datos parecen sugerir es que no es la ruptura conyugal en sí misma lo que deteriora el ajuste del menor. En todo caso, quizás son los elementos contextuales negativos que acompañan esta situación (p. ej.: la resolución del divorcio por vía judicial, las relaciones hostiles o violentas entre los progenitores) y, en general, los patrones de interacción marital que alteran y dificultan el clima familiar, como es la alta conflictividad parental, los que podrían comprometer la adaptación futura de los hijos (Fainsilber-Katz y Gottman, 1993; Pons-Salvador y Del Barrio, 1995; Ramírez et al., 1999). Todo ello subraya la importancia del clima familiar positivo (Moreno, Estévez, Murgui y Musitu, 2009; Páez, Fernández, Campos, Zubieta y Casullo, 2006; Palacios y Rodrigo, 1998) y de las dinámicas y estilos educativos parentales que lo condicionan (Gómez-Ortiz, Del Rey, Romera y Ortega-Ruiz, 2015) como elementos determinantes en la adaptación de niños y jóvenes. Elementos cuya influencia parece rebasar la de la propia estructura familiar, aunque pueden aparecer vinculados a la misma (Arranz et al., 2010; Oliva y Arranz, 2011).

Al atender las diferencias encontradas en función del sexo o de la edad de los escolares, se destaca la mayor puntuación en evitación del daño en las niñas con familias intactas, lo que indica que este grupo tiende a evitar las situaciones desagradables o potencialmente dañinas y a ser más perfeccionistas que aquellas cuyos progenitores están divorciados. Aunque estos resultados deben ser tomados con cautela debido al reducido tamaño de la muestra, otros estudios también reportan resultados similares atribuyendo a los hijos de familias intactas una mayor probabilidad de presentar miedos relacionados con el fracaso y el castigo escolar, que aquellos que han vivido una ruptura conyugal (Orgilés, Espada, Méndez y García-Fernández, 2008). Esto podría sugerir que los hijos de divorciados, tras haberse adaptado a la nueva situación con sus elementos positivos y negativos, desarrollan no solo una mayor tolerancia a la frustración, que los aleja, en parte, de idealizar su propia vida, sino ciertas preocupaciones vinculadas al fracaso. Este planteamiento apunta a una transformación del concepto de divorcio como un modelo de pareja en crisis del que solo pueden surgir consecuencias negativas, a un modelo de reto o cambio. A partir de esta transformación es posible obtener una nueva realidad basada en novedosas experiencias que pueden contribuir a una mayor evolución (Justicia y Cantón, 2007).

Otro resultado que merece la pena resaltar es el hecho de que en el análisis de la conflictividad parental aparecieron muchos más indicadores de ansiedad comprometidos en las niñas que en los niños. Así, mientras que los hijos que percibían conflictos entre sus progenitores presentaron un mayor nivel de ansiedad por separación que aquellos que no lo percibían, las hijas de progenitores conflictivos mostraron puntuaciones elevadas en ansiedad por separación, síntomas físicos, ansiedad social y general. Otros estudios también atribuyen a las niñas los mayores problemas internalizantes, como consecuencia de los elevados niveles de conflictividad parental, basados en la mayor responsabilidad sobre el equilibrio y la armonía de las relaciones familiares que las menores suelen sentir, comparadas con los niños (Davies y Lindsay, 2004; Ulu y Fiçiloglu, 2002).

El análisis diferencial por ciclos educativos solamente reflejó diferencias en ansiedad en función de la conflictividad parental en los niños de segundo ciclo (8 y 9 años). Aunque la naturaleza transversal del estudio imposibilitó la elaboración de conclusiones sobre los patrones de desarrollo relativos al impacto de las dinámicas matrimoniales en el ajuste infantil, estos resultados podrían indicar que los estudiantes de más edad, próximos al inicio de la adolescencia, disponen de un mayor número de recursos y herramientas psicológicas y tienen un mejor dominio de las estrategias de regulación emocional (Gómez-Ortiz, Romera, Ortega-Ruiz, Cabello y Fernández-Berrocal, 2016), lo que les ayudaría a afrontar esta situación de forma más positiva, aunque tengan una mayor conciencia sobre las causas y las repercusiones de las peleas entre sus padres (Bengoechea, 1992). Por su parte, los más pequeños aún muestran cierta inmadurez para comprender las implicaciones que las discusiones parentales pueden tener (Cortés y Cantón, 2007). Del mismo modo, la afectación ante situaciones en las que los menores no se ven directamente vinculados podría ser menor en este grupo de edad, al no disponer de un pleno dominio sobre las habilidades relacionadas con la teoría de la mente (Rosnay y Hughes, 2006).

En conclusión, los resultados de este trabajo demuestran la importancia que tiene la calidad de la relación interpersonal de la pareja y concretamente la conflictividad parental en el ajuste psicológico de los hijos, remarcando la necesidad de conseguir un adecuado clima familiar que comienza con el establecimiento de una relación marital y paterno-filial positiva. Según los resultados de esta investigación, el divorcio no parece afectar de forma tan directa los niveles de ansiedad de los menores, siendo más determinante la acumulación de situaciones negativas en las que los niños se pueden encontrar inmersos en su hogar, como un clima lleno de rencor y falta de respeto. Aun así, no es posible negar que la separación sea un suceso decisivo para todos los miembros de la familia que a largo plazo puede ocasionarles un gran dolor, especialmente a los hijos. Sin embargo, se ha de tener claro que sus consecuencias no siempre serán negativas y en cualquier caso dependerán de cómo los progenitores gestionen la nueva situación entre ellos y con los menores (López-Larrosa, 2009).

Este estudio tuvo algunas limitaciones relativas a la muestra y a los instrumentos de medida. En relación con la muestra, los resultados deben ser interpretados con prudencia, dado su reducido tamaño y la ausencia de representatividad. Por otro lado, los cuestionarios autocumplimentados abordaron la percepción subjetiva de los encuestados sobre la conflictividad parental y la ansiedad de los niños. Sin embargo, se demostró que la descripción filial de las conductas parentales es un indicador más estrechamente vinculado al ajuste de los menores que a la descripción realizada por parte de los progenitores (Cortés, 2007).

Como futuras líneas de investigación se propone la realización de análisis multivariantes de mayor complejidad y la inclusión de otras variables individuales, contextuales y relacionadas con las disposiciones de custodia, los recursos económicos y de apoyo social de la familia, con el fin de profundizar en el conocimiento sobre los factores que condicionan la influencia del divorcio y la conflictividad parental en los niveles de ansiedad de sus hijos.


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