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Universitas Psychologica

Print version ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.5 no.1 Bogotá Apr. 2006

 

Diseño y validación inicial de un instrumento para evaluar prácticas de crianza en la infancia

Assol Cortés Moreno, Patricia Romero Sánchez1 y Gicela Flores Torres2

Universidad Nacional Autónoma de México - Iztacala

Recibido: febrero 15 de 2006 Revisado: marzo 13 de 2006 Aceptado: marzo 31 de 2006

* Apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), referencia: 41589-H. Los autores agradecen la participación de Juan Manuel Martínez Romero y Rosendo Hernández Castro en la elaboración de la entrevista inicial.

1 Investigación en Aprendizaje Humano, División de Investigación y Posgrado, Facultad de Estudios Superiores Iztacala, Universidad Nacional Autónoma de México. Av. de los Barrios #1, Col. Los Reyes Iztacala, 54090 Tlalnepantla, Edo. de México, tel. (55)5623-1293 ext. 402, Correo electrónico Assol Cortés: assol@servidor.unam.mx; Correo electrónico Patricia Romero: pattyro74@yahoo.com

2 Becaria CONACYT, pasante de la carrera de Psicología de la FES Iztacala.

Development and initial validation of an infant rearing practices instrument

ABSTRACT

Rearing practices moderate undernourishment effects on psychological child development. There are not suitable instruments to value such aspect. This study describes development and psychometric data in support of Responsive Practices and Stimulation Questionnaire (CuPRE), a caregiver-report measure of actions oriented to assure the survival and development. The initial items were derived from interviews to 48 caregivers. Item reduction and reliability were complete with a sample of 242 caregivers. Principal components analysis yielded a five-factor structure (composed of 23 items), accounting for 49.9% of total variance. The CuPRE was found to have good internal consistency (a = 0,83). The results suggest the CuPRE can be a useful instrument to value rearing practices.

Key words: infant care, undernutrition, malnutrition, child development, early stimulation.

RESUMEN

Las prácticas de crianza moderan la relación entre la desnutrición y sus efectos sobre el desarrollo psicológico infantil. No hay instrumentos adecuados para evaluar dicho factor. Este estudio describe el desarrollo y los datos psicométricos del Cuestionario sobre Práctica Responsiva y Estimulación (CuPRE), un instrumento sobre acciones dirigidas a asegurar la supervivencia y desarrollo infantil. Los reactivos iniciales se derivaron de 48 entrevistas. La reducción de reactivos y la confiabilización se obtuvieron con una muestra de 242 cuidadores. El análisis de componentes principales arrojó una estructura de 23 reactivos agrupados en cinco factores (49,9% de la varianza total), con buena consistencia interna (a=0,83). Se considera que el CuPRE puede ser un instrumento útil para valorar las prácticas de crianza.

Palabras clave: cuidado infantil, desnutrición, desarrollo infantil, estimulación temprana.

Las prácticas de crianza son los patrones de comportamiento de los adultos enfocados en satisfacer las necesidades de supervivencia de los infantes y que aseguran una buena calidad de vida; las acciones adoptadas por padres, abuelos y otros cuidadores se asocian con el estado de salud, nutrición y desarrollo físico y psicológico de los niños especialmente en edades tempranas; lo anterior implica que los patrones de cuidado fungen como protectores de desarrollo en la mayoría de los casos, no obstante, también es posible que se constituyan en un factor de riesgo cuando dichas pautas de atención no resultan pertinentes y efectivas (Myers, 1993).

En diferentes investigaciones se ha destacado el papel que juegan las prácticas de crianza como reguladoras del estado de salud infantil. De manera particular, este factor cobra gran importancia en estudios sobre el impacto de la desnutrición sobre el desarrollo del niño. Se ha observado que los niños con desnutrición reciben menor estimulación debido a que sus cuidadores son poco responsivos o negligentes en la satisfacción de sus necesidades. Estas condiciones explican parte de las demoras en el crecimiento físico y en el desarrollo motor, cognoscitivo y socio-emocional de los infantes con desnutrición (Baker, Grantham-McGregor, Walter & Powell, 2003; Cortés, Romero, Hernández & Hernández, 2004; Pollitt et al., 1996; Wachs, 2000).

Debemos reconocer entonces que no sólo la falta de alimentos constituye un factor de riesgo, sino también los patrones de cuidado y atención que se dirigen al infante, sobre todo en sus primeros años de vida. El adulto responsable del cuidado del menor es en primera instancia el que establece las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo infantil a través de las actividades que realiza en forma cotidiana. De manera general, se realizan acciones de cuidados al menor que se pueden considerar universales: alimentarlos, dormirlos, bañarlos, procurar que no se lastimen, procurarles un buen estado de salud, atender sus enfermedades, enseñarles comportamientos sociales, entre otros. Las diferencias entre una y otra cultura, e incluso, entre uno y otro grupo de la misma comunidad, radican en el cómo se llevan a cabo y quién está realizando estas actividades (Myers, 1993; Powers, 2004). Cómo los cuidadores se relacionan con el pequeño, el tipo de cuidados que proporcionan, la elección y presentación de alimentos, la estructuración de ambientes de estimulación y en general, la satisfacción de las necesidades básicas del niño, son prácticas de crianza específicas que resultan un factor condicionante del crecimiento y desarrollo (Engle, Bentley & Pelto, 2000; Pelto, 2000; Pelto & Brackstrand, 2003).

Estas prácticas, además, se relacionan con diferentes factores del contexto macrosocial: características étnicas y culturales, tradiciones y creencias de la comunidad, políticas públicas de educación, salud y alimentación, condiciones económicas; mismos aspectos que impactan el ambiente inmediato de desarrollo del pequeño y que afectan de manera directa las acciones de cuidado: nivel económico familiar, nivel educativo de los cuidadores, tipo de familia o número de miembros de la misma, fuentes de información sobre cuidados, alimentación y salud a las que recurren los cuidadores, y en general aspectos de la dinámica familiar. Podemos decir, por tanto, que las prácticas de crianza están fuertemente influenciadas por una amplia gama de aspectos del ambiente inmediato, del sistema de creencias, actitudes y tradiciones de la familia, así como de las fuentes de información a las que se tiene acceso (Carruth & Skinner, 2001; Vazir, 2002)

Si bien es cierto que es complicado anteponer juicios con respecto a la efectividad de cada estilo de crianza, no podemos dejar de señalar la posibilidad de que algunos patrones de cuidado sean poco adecuados como condición de desarrollo. Al respecto, Ruel y Menon (2002) han encontrado una asociación significativa y positiva entre prácticas de crianza y estado de nutrición, especialmente en edades tempranas, lo que puede significar que cuando las acciones de los cuidadores dirigidas a satisfacer las necesidades del niño son insuficientes o inefectivas, pueden presentarse consecuencias negativas en el crecimiento.

Las prácticas que exhiben los padres, abuelos u otras personas al cuidado de los niños con problemas de nutrición comúnmente resultan ser poco efectivas en la promoción de un buen estado de salud y de desarrollo: los cuidadores de niños desnutridos suelen ser menos responsivos, poco hábiles e inconsistentes para detectar las necesidades básicas del niño (Barrera, Rosenbaum & Cunningham, 1987; Lozoff et al., 1998).

Estos resultados ponen de relieve la importancia de las prácticas de crianza como factores de protección o de riesgo –según sea el caso– para el desarrollo y el estado de nutrición de los pequeños, cuestión de interés principal del presente escrito, de tal manera que la evaluación adecuada de sus efectos es vital para entender la relación entre desnutrición y desarrollo, sobre todo cuando se trata de casos de desnutrición moderada.

A pesar de haber reconocido tal necesidad de valoración empírica, los estudios en el área que han dirigido su atención a evaluar el ambiente familiar o las prácticas de alimentación y de crianza son escasos y poco sistemáticos. Además, la evidencia que existe hasta el momento es confusa. Los estudios que se han diseñado con el propósito de evaluar el ambiente en el que crece el niño – ambiente de estimulación proporcionado por la madre- para identificar su papel como moderador de la relación nutrición-desarrollo (Barrera et al., 1987; Lozoff et al., 1998; Meeks, Grantham-McGregor, Chang, Himes & Powell, 1995), presentan algunas desventajas por la forma en la que reportan los resultados obtenidos del instrumento empleado para medir el ambiente de estimulación; habitualmente se emplea el inventario Home Observation for Measurement of the Environment (HOME) de Caldwell y Bradley (1984), que mide mediante distintas aseveraciones algunas actitudes y acciones del cuidador para con el niño según diferentes áreas; no obstante cuando se reportan los resultados, se describe el grado de estimulación en el hogar según la puntuación obtenida en el inventario y se soslaya el papel que juega el nivel de responsividad, aceptación e involucramiento del cuidador para con el menor; datos que sí proporciona el inventario y que se derivan de la observación directa, lo cual permite tener un indicador de validez importante. A pesar de ello, la medición que se realiza depende del momento concreto de la observación y limita la posibilidad de conocer si el comportamiento exhibido por el cuidador es un patrón regular que presenta en situaciones cotidianas.

Una limitante adicional del empleo del inventario para este fin particular es que se enfoca en las condiciones y ambiente de estimulación, pero no integra indicadores de otras pautas de crianza que pueden reflejar la sensibilidad y efectividad del cuidador para satisfacer las necesidades básicas del niño en diferentes áreas: alimentación, higiene, atención, descanso, juego; o de las fuentes de información a las que se recurre para tomar una decisión sobre cómo satisfacer dichas necesidades. La importancia de un análisis integral de las prácticas de crianza radica en la posibilidad de identificar patrones específicos de cuidado; a partir de ello se facilitaría el diseño de estrategias de intervención puntuales orientadas a modificar las acciones que resultan poco efectivas para la promoción de salud, nutrición y desarrollo, ya sea en una familia en particular o en todo un grupo comunitario. Además de lo anterior, la generación de un instrumento de este tipo contribuiría en la investigación sobre la relación de las prácticas de crianza y el estado de nutrición infantil, más si consideramos que en poblaciones con problemas generales de pobreza tales prácticas representan un factor que puede regular el impacto de la desnutrición observada con frecuencia en dichas poblaciones. Derivado de las consideraciones anteriores, este trabajo tuvo como propósito elaborar y someter a una validación inicial un instrumento que permita identificar prácticas de crianza adoptadas por los cuidadores de infantes y su efectividad. La creación de este instrumento pretende complementar todo un sistema de evaluación de patrones de crianza y sus efectos en poblaciones de riesgo de desnutrición en niños en periodo de alimentación complementaria, porque de acuerdo con la Encuesta Nacional de Nutrición de 1999 (Rivera et al., 2001), el problema de desnutrición más grave en México, el desmedro, aumenta notablemente entre el primer y segundo año de vida, situación que se hace extensiva a los países de América Latina y el Caribe (FAO, 2003).

La construcción del instrumento se realizó en tres fases: la primera comprendió la estructuración de una entrevista para obtener indicadores generales de cuidados al menor y la elaboración de criterios para derivar reactivos; la segunda consistió en la generación y selección de reactivos y la tercera estuvo orientada al proceso de obtención de confiabilidad del instrumento.

Fase 1: Desarrollo de indicadores generales

Objetivo específico

Obtener información sobre prácticas de crianza en distintas áreas del cuidado infantil que permitiera desarrollar indicadores generales relativos a las prácticas de crianza a partir de los cuales se derivaran los reactivos para integrar el instrumento.

Método

Participantes

Una muestra no probabilística constituida por 48 madres de familia habitantes del área metropolitana de la Ciudad de México que consintieron participar en el estudio en forma voluntaria e informada, de nivel socioeconómico medio y bajo, con una edad de entre 15 a 45 años y con al menos un hijo cuya edad se encontraba entre 1 y 5 años.

Instrumento

Un formato de entrevista de 130 preguntas abiertas que permitían colectar información sobre prácticas de crianza en dos áreas generales que a continuación se describen:

1) Detección de necesidades físicas como higiene, descanso y alimentación; y psicológicas, como estimulación sensorial, motriz y verbal; por ejemplo:

  • “¿Qué actividades realiza usted para la higiene personal del niño?”
  • “¿Establece horarios para la alimentación de su niño o lo alimenta a libre demanda?”

2) Aspectos relacionados con la disposición de estímulos físicos, adaptación del ambiente de alimentación y juego y en general del espacio de interacción, por ejemplo:

  • “¿Le proporciona a su hijo alimentos diferentes en comparación con los alimentos del resto de la familia?”
  • “¿En qué lugar(es) de la casa pasa el niño la mayor parte del tiempo?, ¿qué hace en cada uno de ello?”

Materiales:

Se utilizó el formato de entrevista, audio-graba-doras y audio casetes.

Procedimiento

Se ubicó a cada participante en su domicilio y se realizó la entrevista acorde con el formato; la aplicación se realizó en un tiempo promedio de 90 minutos; la entrevista fue grabada en audio y posteriormente la información se transcribió y agrupó de acuerdo con las respuestas de mayor frecuencia.

Resultados

Las entrevistas arrojaron un listado de respuestas que se codificaron y agruparon por tópicos. Aquellas afirmaciones que se traslapaban, se combinaron para crear criterios generales representativos de cada tópico o área. Con la información anterior, se obtuvieron indicadores para identificar prácticas de crianza. Para sistematizar el desarrollo de reactivos, estos criterios generales o ejes de información se clasificaron en dos dominios:

El primer dominio se refiere a la sensibilidad de los cuidadores para detectar y satisfacer las necesidades básicas del niño (ver Tabla 1), cuyos indicadores describen las acciones del cuidador para responder a las necesidades de higiene, alimentación, atención, descanso y estimulación, y si estas respuestas ocurren a petición directa del infante o bien a otras señales indicativas. Estos indicadores se formularon a partir de 474 respuestas a las entrevistas.

El segundo dominio incluye las acciones que adoptan los cuidadores para proporcionar estimulación a sus hijos durante la realización de actividades cotidianas (ver Tabla 2). Los indicadores se derivaron de 584 respuestas relacionadas con los objetos con los que el niño tiene contacto en su hogar, juguetes, alimentos de distintas características (sabor, color, textura), intercambios verbales con otros, adaptaciones de los lugares donde realiza sus actividades, entre otros.

Además de los indicadores señalados de manera general para los dos ejes de información, se consideró necesario establecer las fuentes de información a las que se recurre comúnmente para decidir sobre las acciones de cuidado en las diferentes áreas.

Con los resultados derivados de las entrevistas se procedió a la estructuración de un instrumento con el que se pretende describir patrones específicos de crianza.  El instrumento preliminar consistió en un cuestionario elaborado con preguntas de opción múltiple, considerando los aspectos desarrollados en los dominios descritos.

Fase 2: Generación y selección de reactivos

Objetivo específico

Generar un banco de reactivos derivados de los indicadores generales y retener los más adecuados para la detección y valoración de prácticas de crianza durante los primeros años de vida.

Método

Participantes

Para la construcción y depuración de reactivos participaron como jueces cinco psicólogos posgraduados expertos en la elaboración de instrumentos y cuatro madres de familia con edades entre 26 y 38 años, con un nivel de escolaridad básico y con al menos un niño entre uno y dos años de edad.

Instrumentos

Indicadores generales para la identificación de prácticas de crianza. A partir de los indicadores generales de las dos dimensiones mencionadas anteriormente, se derivó una serie de reactivos de opción múltiple tipo Likert. Con este procedimiento se desarrolló un cuestionario, que incluye la explicación del propósito del instrumento por escrito e instrucciones para responderlos.

Cuestionario sobre Práctica Responsiva y Estimulación (CuPRE)

Un formato con 86 preguntas con cinco opciones de respuesta comprendidas en los extremos de siempre a nunca. Las preguntas están dirigidas a obtener información sobre la detección y satisfacción de necesidades básicas del niño en cuatro áreas principales:

Higiene. Acciones relacionadas con la limpieza que requiere el niño y formas de detectar tales necesidades, ejemplos:

· “Siempre que mi hijo se ensucia le cambio su ropa”

· “Me doy cuenta que mi hijo está molesto porque se ensució”

Alimentación. Actividades que indican la elección, preparación y presentación de alimentos, las formas cómo se detecta la necesidad de alimentación y las estrategias que los cuidadores emplean para el consumo de alimentos, ejemplo:

· “Me doy cuenta cuando mi hijo tiene hambre o deseos de comer”

· “Yo decido qué alimentos debo dar a mi hijo”.

Atención. Acciones que indican la respuesta a señales del niño para atraer el interés del cuidador o bien, la iniciativa del adulto para prestar atención al niño en determinadas circunstancias, ejemplo:

· “Si me pide atención y estoy ocupada se la presto cuando termino mi actividad”

Juego. Pautas conductuales del cuidador orientadas a organizar el ambiente del niño para el desarrollo de actividades exploratorias y lúdicas, ejemplo:

· “Procuro que mi hijo esté jugando la mayor parte del tiempo”

Descanso. Acciones que indican el reconocimiento de las necesidades de descanso del menor, sea por señales de cansancio que muestra el niño o por el establecimiento de rutinas diarias, ejemplo:

· “Sólo permito que descanse cuando es su hora”.

Estructuración del ambiente. Acciones que el adulto lleva a cabo para acondicionar los espacios y actividades del niño que proporcionan estimulación durante las actividades cotidianas incluyendo los aspectos ya señalados en la Tabla 2. Por ejemplo:

· “Platico con el niño la mayor parte del tiempo que estamos juntos”

· “Le pido que hable para pedirme algo o para expresarme sus deseos”

· “Puede pedirme en cualquier momento sus juguetes y objetos que no están a su alcance”.

En el cuestionario se indagaba además sobre las fuentes de información a las que recurren los cuidadores (médicos, familiares y otras fuentes como revistas o programas) y sobre la adaptación de espacios donde juega el niño, actividades de juego y recreación y objetos y juguetes en casa.

Procedimiento

Se proporcionaron a los expertos ejemplares de los cuestionarios con el fin de valorar la forma en que fue construido el cuestionario, se les pidió que evaluaran la claridad y concisión de los reactivos, la relevancia de los aspectos abordados, así como la estructura del instrumento en términos de ser exhaustivo y no incurrir en repeticiones. Adicionalmente se aplicó a las madres de familia para pedir su opinión sobre la extensión del instrumento, el lenguaje empleado y la facilidad para responderlo.

Resultados

Se elaboró la nueva versión del cuestionario a partir de las modificaciones recomendadas por los jueces expertos y madres de familia. Los expertos reportaron duplicidad de reactivos y sugirieron la combinación o eliminación de otros así como algunos cambios de redacción al preguntar sobre aspectos particulares; las madres de familia reportaron repeticiones de preguntas y propusieron acortar el cuestionario. Se realizó la modificación sugerida y se seleccionaron los reactivos pertinentes; la nueva versión del CuPRE incluyó 80 reactivos con el mismo formato de respuesta descrita anteriormente, la mayoría ellos se redactó en sentido positivo para mayor claridad. Además, se conservó la sección sobre fuentes de información y sobre las actividades y mobiliario en casa.

Fases 3: Obtención de confiabilidad y reducción de reactivos

Objetivo específico

Reducir el banco de reactivos para producir un instrumento con consistencia interna que represente las prácticas de crianza más comunes entre los cuidadores de menores entre 10 y 24 meses de edad.

Método

Participantes

Una muestra heterogénea no probabilística de 242 cuidadores principales de niños entre 7 y 36 meses de edad, de los cuales 90,4% eran madres, con una edad promedio de 28 años; 3,5% padres, con una edad promedio de 31 años; y 3,9% abuelas con una edad promedio de 54 años; el 5,8% restante de la población fueron otros familiares. El nivel de escolaridad se distribuyó como sigue: 1,3% no completó la primaria, 13,8% con primaria completa, 31,7% con estudios de secundaria, 28,6% con estudios de bachillerato o carrera técnica, 4% con estudios profesionales incompletos y 20,5% con carrera profesional terminada.

Materiales e instrumentos

1. Hoja de datos demográficos para obtener información sobre edad del cuidador y del niño, escolaridad del cuidador, parentesco o relación con el niño y número de hermanos del menor.

2. Cuestionario sobre Práctica Responsiva y Estimulación (CuPRE).

Procedimiento

Los participantes fueron captados en diferentes sitios públicos como salas de espera de hospitales, parques y centros comerciales A cada cuidador se le entregaron los cuestionarios proporcionándoles las instrucciones precisas para completarlos, o bien aplicando en forma directa –tipo entrevista- en el caso de personas analfabetas. El tiempo promedio de respuesta fue de 20 minutos.

Una vez obtenida la información, las respuestas del instrumento se tabularon asignando un puntaje distinto para cada una de las cinco opciones, partiendo de 1 para la respuesta que implicaba una práctica menos efectiva, hasta 5 para aquella considerada más adecuada. Se determinó la consistencia interna utilizando el coeficiente alpha de Cronbach y se identificó la discriminación de cada reactivo mediante la comparación de grupos de puntaje extremo a través de la prueba t de Student; asimismo, la reducción de reactivos se realizó empleando un análisis por factores (Johnson, 2000).

Una vez obtenidas las puntuaciones ajustadas del instrumento, se aplicó un análisis multivariado para identificar los efectos de las variables: edad del niño, escolaridad del cuidador y número de hermanos Todas las pruebas se realizaron mediante el programa SPSS, versión 12.

Resultados

Con las respuestas proporcionadas por la muestra se realizó, como primera medida de consistencia del instrumento, el análisis de confiabilidad alpha de Cronbach obteniéndose como resultado un valor de 0,81; a partir de este análisis se eliminaron aquellos reactivos con puntuaciones de correlación menores de 0,20; con estos reactivos seleccionados, se aplicó nuevamente el coeficiente alpha y se obtuvo un valor de confiabilidad estandarizada de 0,85, con 28 reactivos cuyas correlaciones con el puntaje total oscilaban entre 0,22 y 0,61.

Con los 28 reactivos filtrados con el análisis se obtuvo una puntuación total a partir de la cual se identificaron los participantes cuyas calificaciones estaban por debajo del primer cuartil y aquellos que tenían puntuaciones superiores al percentil 75; estos subgrupos fueron comparados a través de una prueba t de Student para muestras independientes con el fin de detectar la discriminación de cada uno de los reactivos. Las medias entre grupos en los 28 reactivos difieren estadísticamente a un nivel de 0,01 (los valores de t se ubican entre -2,61 y -9,15).

Con el listado de reactivos filtrados a partir de la prueba de confiabilidad se aplicó un análisis por factores para explorar cómo se agrupan los 28 reactivos validados; empleando el método de extracción de Máxima Verosimilitud se obtuvieron ocho factores que explican en con-junto el 44,08 por ciento de la varianza total; de los reactivos incluidos en el análisis se eliminaron aquellos con valores de comunalidad menores de 0,30 y se aplicó un nuevo factorial con 23 reactivos, que arrojó como resultado ocho componentes que integran reactivos con comunalidades mayores de 0,30 y explican el 60,178% de la varianza. La prueba de bondad de ajuste arrojó un valor de X2 (162) = 144,54 y p = 0,834.

No obstante, en los factores 6, 7 y 8 no se integraban más de dos reactivos con pesos factoriales superiores al 0,40, por lo que se solicitó un nuevo análisis de 23 reactivos con cinco factores predefinidos vía rotación ortogonal (Varimax con Kaiser) y a través del método de extracción de Componentes Principales. Los resultados finales señalan una convergencia rotada para cinco factores extraídos a partir de 14 iteraciones, con comunalidades mayores de 0,35 y una varianza explicada de 49,97 por ciento. Las pruebas de adecuación mostraron valores favorables para este tipo de análisis: con el índice de adecuación de Kaiser-Meyer-Olkin se obtuvo un valor de KMO = 0,796; la prueba de esfericidad de Bartlett mostró un valor de X2 (325) = 1278,52; p < 0,001.

Así, el cuestionario sobre Práctica Responsiva y Estimulación quedó conformado por 23 reactivos integrados en cinco factores con pesos adecuados en todos los reactivos (ver Tabla 3), con un valor alpha de Cronbach de 0,83 y correlaciones con el puntaje total entre 0,26 y 0,61; los factores derivados son los siguientes:

Estimulación a partir de juego: Implica acciones de los cuidadores para promover actividad lúdica en los niños y la posibilidad de identificar las preferencias de los menores en tal área. Este componente incluye seis reactivos y presenta un valor de confiabilidad alpha de Cronbach de 0,71 y explica el 22,04 por ciento de la varianza.

Práctica responsiva: Describe la sensibilidad de los cuidadores para detectar y responder a las necesidades básicas a partir de las señales proporcionadas por el menor. En este factor se integran cinco reactivos y se observa una confiabilidad de 0,68 y explica el 8,49 por ciento de la varianza.

Promoción de competencias: Describe estrategias de los cuidadores para generar autosuficiencia en el niño Se incluyen cinco reactivos y el valor alpha es de 0,63, explicando el 7,34 por ciento de la varianza.

Atención planeada: Acciones de los cuidadores para generar bienestar en los niños, cuya ejecución no depende de señales específicas, sino que están guiadas por normas y creencias sobre lo que debe ser el cuidado del niño. En este factor se agrupan cuatro reactivos por lo que se obtiene una confiabilidad de 0,43 y un 6,27% de explicación de la varianza.

Disposición: Refleja la disponibilidad de los cuidadores para atender las demandas del niño. Este factor agrupa tres reactivos con una confiabilidad de 0,52 y explica 5,84% de la varianza.

Es importante señalar que los primeros tres factores tienen mayor consistencia conceptual y psicométrica, además de que permiten explicar un porcentaje acumulado de la varianza de 37,87%, por lo que se propone que los componentes 4 y 5 se tomen con cautela para calificar las pautas de crianza.

Una vez validado el instrumento, se obtuvieron los valores de medias ajustadas3 y desviaciones estándar, para la muestra observada dichas estimaciones fueron similares tanto en la puntuación total como para cada factor, siendo ligeramente menor el valor en el factor 3 de promoción de competencias, estos resultados muestran un rasgo positivo en la práctica responsiva y de estimulación reportada por los cuidadores (ver Tabla 4).

Además el análisis multivariado muestra efectos significativos resultantes de la escolaridad de la madre (F(3, 141) = 3,87; p = 0,011) y la edad del (4, 141) = 3,509; p = 0,09) sobre la puntuación total; sobre el factor 3 las mismas variables arrojan efectos univariados (F(3, 141) = 2,936; p = 0,035 para escolaridad y F(4, 141) = 2,654; p = 0,035 para la edad del niño).

La información adicional que proporciona el instrumento está relacionada con las fuentes de información a las que recurren los cuidadores para tomar decisiones sobre como atender a los infantes. Las opciones de respuesta a elegir son: médicos o especialistas; familiares, experiencia propia y otras fuentes (programas de radio, televisión, revistas). Entre los participantes se observa que los médicos y especialistas son la fuente principal de información, pues un porcentaje alto de cuidadores (53,67 %) pondera esta fuente como vía principal para saber qué hacer en cuestiones de alimentación y cuidados básicos para el menor; las otras opciones son consultadas como fuente principal por una proporción menor de cuidadores (familiares, 24,35 % y 4,05% consultan otras fuentes); finalmente el 18,2 % de los padres toman decisiones sobre cuidados y atención al niño con base en su propia experiencia.

Además de lo anterior, se cuestiona a los cuidadores sobre la disposición de espacios, mobiliario y tipo de actividades que realiza el niño con mayor frecuencia; los resultados se muestran en la Tabla 5. Se observa que la mayor parte de los cuidadores restringen al niño el acceso a algunos lugares de la casa y adaptan lugares para que el niño realice actividades, de hecho, jugar en casa con materiales diversos es una actividad ponderada por una proporción alta de cuidadores.

Discusión

Este trabajo tuvo como objetivo elaborar y so-meter a una validación inicial un instrumento que permita identificar prácticas de crianza adoptadas por los cuidadores de infantes y su efectividad, dirigido a poblaciones con niños en periodo de alimentación complementaria. De acuerdo con los resultados obtenidos, podemos decir que se cumplió con el propósito pues el Cuestionario de Práctica Responsiva y Estimulación parece ser sensible para detectar con buena confiabilidad las acciones cotidianas de los cuidadores.

Las prácticas de crianza han sido reconocidas como un factor que regula la relación entre desnutrición y desarrollo debido a que dichas prácticas constituyen acciones realizadas por los cuidadores para satisfacer necesidades de alimentación, descanso, atención y juego de los infantes, mismas que son determinantes para el crecimiento y desarrollo particularmente durante los primeros años de vida.

A pesar de ello, las valoraciones conocidas de los patrones de cuidado cotidiano son poco sistemáticas y específicas por lo que se desconoce su efecto real, debido a lo anterior, el cuestionario que se reporta en este escrito representa una herramienta metodológica que permitirá dar cuenta de algunas acciones adoptadas por los cuidadores y su efectividad. El procedimiento aplicado para su construcción se apega a criterios generales de validación y se obtuvieron valores psicométricos suficientes para emplearlo de manera confiable en la medición de prácticas de crianza.

Los componentes derivados para el CuPRE a partir del análisis por factores, especialmente los tres primeros que gozan de mayor consistencia, reflejan aspectos centrales de los patrones adoptados por los cuidadores para fomentar el bienestar del niño; además son indicadores finos de la práctica cotidiana que no se han reportado en la literatura sobre nutrición y desarrollo; incluso con el empleo del HOME de Caldwell y Bradley (1984), que ha sido el instrumento al que más se recurre para evaluar el ambiente de estimulación del niño, no es posible obtener datos similares. Además, con los factores derivados a partir del análisis estadístico, es factible reconocer las diferencias en la efectividad de las prácticas para cada factor, es decir, en acciones específicas asociadas a la satisfacción de necesidades particulares. De hecho las medias ajustadas para cada factor obtenidas con la muestra de participantes en este estudio nos indican precisamente la posibilidad de encontrar diferencias entre los diferentes segmentos de conducta reflejados en cada componente.

Por otro lado, al ampliar el estudio de las prácticas de crianza con poblaciones de distintas características sociodemográficas, existen amplias posibilidades de encontrar relaciones importantes entre estas variables y las puntuaciones del instrumento, cuestión que puede contribuir a la explicación del efecto de las prácticas de crianza sobre la salud y el desarrollo infantil, y más aún, generar estrategias de intervención ajustadas a poblaciones concretas. Es importante mencionar la necesidad de someter a prueba la sensibilidad del instrumento para detectar la diferencia de la práctica exhibida por cuidadores de niños que muestran estados de nutrición, salud y desarrollo distintos; pues con la muestra encuestada se restringe la posibilidad de realizar tal descripción debido a que el estudio no fue diseñado con esa finalidad.

La aplicación del CuPRE con los 23 reactivos filtrados en el proceso de análisis, permitirá contar con elementos para identificar las características de la práctica cotidiana y tener un referente de qué tan responsiva es ésta. Los resultados obtenidos pueden ser asociados con mediciones de salud, nutrición y desarrollo infantil, para determinar si la práctica realizada por los cuidadores es efectiva.

La confiabilidad observada para el instrumento nos permite proponer su aplicación en poblaciones de riesgo de desnutrición, como respuesta a la necesidad de información al respecto. La detección de las características de los patrones de crianza de cuidadores de niños con desnutrición abriría la posibilidad de describir cómo tales patrones regulan el efecto de la mala nutrición sobre el desarrollo y su duración. Debemos recordar que se ha observado en los niños con desnutrición, ambientes de estimulación pobres y prácticas deficientes (Barrera, Rosenbaum & Cunningham, 1987; Lozoff et al., 1998; Ruel & Menon, 2002) por lo que la obtención de información sistemática es de suma importancia para planear estrategias de intervención dirigidas a modificar las acciones que resultan poco efectivas.

La información adicional que nos proporciona el instrumento con respecto a las fuentes de información y las disposiciones del ambiente regular de estimulación, nos proporciona referentes valiosos para detectar algunos de los criterios bajo los cuales los cuidadores toman sus decisiones y pueden dar cuenta del por qué de cierto tipo de cuidados, así como de la forma en que estructuran el ambiente en el que crece el niño. En la muestra observada, especialistas o médicos constituyen la fuente principal a la que se acude para saber qué actividades relacionadas con el niño han de llevarse a cabo y cómo se desarrollarán dichas actividades. Así también, un porcentaje alto de los cuidadores ajustan el espacio de juego y adquieren material diverso para las actividades del niño, esto puede relacionarse con el valor de las medias ajustadas en cada factor que nos indican, en general, una práctica positiva. Además, la información arrojada sobre las fuentes a las que se recurre regularmente para conocer sobre los cuidados y desarrollo del niño puede ser de utilidad para considerar las vías de comunicación y los agentes más indicados para promover intervenciones orientadas a mejorar las pautas de crianza en diferentes poblaciones.

Debemos considerar que los datos aquí reportados se limitan a una validación inicial de un instrumento de reciente elaboración por tanto se requiere de la aplicación de procedimientos estadísticos de validación convergente y divergente, y probar su sensibilidad asociando el puntaje a diferentes condiciones de vida del infante. Al mismo tiempo, es importante aclarar que el instrumento de medición indirecto que aquí se describe, debe complementarse con otras mediciones de la práctica de crianza, es decir, implementar metodologías de observación de interacción cuidador-infante en escenarios naturales para que el dato obtenido sea integral y con validez ecológica. Finalmente, cabe reiterar que la valoración de efectividad de la práctica del cuidador puede realizarse únicamente cuando se consideren de manera conjunta los indicadores del desarrollo y la salud del niño. De este modo, se estará en la posibilidad de estudiar de manera más precisa el papel que juegan las pautas de crianza en la presencia de la desnutrición infantil y otros problemas de salud, así como de valorar su contribución como factor mediador o moderador en la relación entre la desnutrición infantil y el estancamiento en el desarrollo psicológico del niño.

Notas al pié de página

3. Se estima el valor de la media para cada factor empleando los reactivos de mayor peso factorial (Johnson, 2000).

Referencias

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