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Universitas Psychologica

versión impresa ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. v.8 n.1 Bogotá ene./abr. 2009

 

Algunas consideraciones metapsicologicas acerca de la transferencia*

Some Metapsychological Considerations about Transference

 

SERGIO -GUILLERMO

CASTELLANOS-UREGO** Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia

* Artículo teórico — clínico.

** Docente-investigador, miembro del grupo de inves' tigación sujeto y relaciones. Facultad de Psicología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá. Correo electrónico: scastellanos@javeriana.edu.co

Recibido: noviembre 22 de 2007 | Revisado: febrero 26 de 2008 | Aceptado: abril 10 de 2008

Resumen

Se presenta una aproximación metapsicológica de la transferencia desde una conceptualización sobre las representaciones como unidades del psiquismo. La transferencia se origina por el esfuerzo de las investiduras libidinales insatisfechas, todavía activas en el inconsciente, que a través de un "falso enlace" permiten al proceso primario filtrarse inadvertidamente en el secundario y por ello una percepción actual se identifica con la representación-expectativa, convenciendo al sujeto de que con este nuevo objeto si se satisfará dicha investidura. La neurosis de transferencia es un pilar psicoanalítico pues sólo a través de ella se pueden hacer conscientes y actuales las mociones pulsionales inconscientes reprimidas, propias de la sexualidad infantil, y a partir de allí también será posible reanudar el desarrollo psicosexual detenido en los puntos de fijación.

Palabras clave autor Psicoanálisis, metapsicología, transferencia, representaciones, neurosis de transferencia, proceso primario, proceso secundario.

Palabras clave descriptores Psicoanálisis, parapsicología, desarrollo psicosexual.


Abstract

This paper shows a metapsychological recreation of transference from a conceptualization of representations as the units of psychism. Transference has its origins in the effort of an unsatisfied libidinal investiture that continues to be active in the Unconscious, and which allows the primary process to inadvertently filter into the secondary process through a "false link". Therefore, a current perception becomes identified with the expectative representation, which makes the individual believe that this new person will satisfy the aforementioned investiture. Transference neurosis is a psychoanalytic pillar, since only through it may one consciously and currently have access the repressed unconscious drives, a feature of childhood sexuality, and restart the psychosexual development.

Key words author Psychoanalysis, Methapsychology, Transference, Representations, Transference Neurosis, Primary Process, Secondary Process.

Key words plus Psychoanalysis, Psychical Research, Psycho Sexual Development.


Como bien dijo Freud (1912/1980a) en Sobre la dinámica de la transferencia este es un tema difícilmente agotable. Desde la experiencia clínica es posible observar que un primer momento del análisis está caracterizado por una transferencia móvil y plástica que Glover (1927 citado por Etchegoyen, 1986) denominó como "transferencia flotante" refiriéndose a "las reacciones transferenciales espontáneas diferentes y previas a la neurosis de transferencia" (p. 559). Lo conveniente es seguir el consejo técnico de Freud (1913/2003b), de que:

... en tanto que las comunicaciones y las ocurrencias del paciente se suceden sin interrupción, no debemos tocar para nada el tema de la transferencia, dejando esta labor, la más espinosa de todas las que se nos plantean en el análisis, para el momento en que la transferencia se haya convertido en resistencia". (p. 1671)

Pero también es posible observar que en ese material, con variadas reacciones transferenciales, hay muchos elementos que dan información clara acerca de la neurosis del paciente y de sus modalidades defensivas. Se comprende entonces el valor de la afirmación de Etchegoyen (1986) de que "la teoría de la transferencia es uno de los mayores aportes de Freud a la ciencia y es también el pilar del tratamiento psicoanalítico" (p. 93).

En el presente trabajo se pretenden explorar algunas de las consideraciones metapsicológicas que sustentan y respaldan teóricamente la importancia que en el proceso psicoanalítico <relación establecida entre analizando y psicoanalista > se encuentra en este fenómeno.

Metapsicología

La metapsicología es la psicología fundada por Freud que nos ha de llevar más allá de la psicología tradicional, es decir, de la psicología de la consciencia a la psicología del inconsciente; para explicar desde allí los fenómenos del comportamiento humano que la psicología tradicional no ha podido explicar, que no son otros que los determinados por el inconsciente.

Para ello Freud acude fundamentalmente a tres puntos de vista: dinámico, económico y topográfico. En palabras de Arcila (1981), un enfoque metapsicológico ha de considerar pues el triple punto de vista dinámico, económico y tópico. Desde el punto de vista dinámico, su relación con las resistencias y su relación con lo reprimido (sexualidad infantil). Desde el punto de vista económico, su relación con la producción, distribución y consumo de la libido en el aparato psíquico. Y finalmente desde el punto de vista tópico, el lugar en que se producen los sucesos psíquicos (en lo Consciente, en lo Preconsciente y en lo Inconsciente). (pp. 8-9)

Para poder hacer un análisis metapsicológico de la transferencia, conviene precisar algunos conceptos fundamentales en este abordaje. Analicemos la siguiente propuesta de definición de transferencia: La transferencia es una investidura libidinal que para cada sujeto tiene una especificidad establecida en la infancia, en la que intervienen factores internos y externos, que se traduce en estereotipos o clisés del comportamiento erótico y además, en personas neuróticas estará acompañada por representaciones-expectativa, éstas últimas determinadas por el acomodamiento de mociones pulsionales conscientes e inconscientes.

En esta definición observamos dos partes. En la primera se tiene en cuenta que ésta es una manera particular y estereotipada en cada sujeto de buscar un objeto con el cual lograr la satisfacción de las mociones pulsionales conscientes. Esta manera de transferir hace parte de la personalidad consciente del sujeto y se establece a partir del interjuego de las series complementarias, constitución del sujeto <elementos internos> y su relación con el mundo en un contexto <elementos externos>. En la segunda parte se precisa cómo este fenómeno se observa de manera particular en los neuróticos. En ellos no sólo intervienen los factores antes mencionados, sino que estos factores además se acompañarán y acomodarán con aquellos que se derivan de su condición de ser personas parcialmente insatisfechas por y en la realidad. Las mociones pulsionales insatisfechas, que no han alcanzado su pleno desarrollo y que en relación con la personalidad consciente no son tenidas en cuenta ya que han permanecido por entero en lo inconsciente o sólo se han desplegado en la fantasía, se organizan y expresan a través de las representaciones-expectativa.

Como se anunció, se hace necesario profundizar en este concepto, pero para poder abordarlo adecuadamente es conveniente primero hacer algunas precisiones metapsicológicas de las representaciones. Según el Diccionario de la Real Academia (1992) representar es: "hacer presente una cosa con palabras o figuras que la imaginación retiene" (p. 1776), es decir, hacer presente lo que ahora está ausente. Por su parte Laplanche (1994) refuerza lo anterior cuando define representación como el "término usado clásicamente en filosofía y psicología para designar «lo que uno se representa, lo que forma el contenido concreto de un acto de pensamiento» y «especialmente la reproducción de una percepción anterior»" (p. 367).

Retomando lo anterior y algunas ideas de Valls (1995) se puede afirmar que las representaciones son las unidades del psiquismo, "las células del psiquismo" que permiten hacer presente una vivencia justamente cuando no se está viviendo. Esto significa que la representación se construye a partir de las huellas mnémicas que han sido dejadas por la percepción de una vivencia.

Ahora bien, estas huellas mnémicas conservan de la percepción los aspectos relacionados con la cualidad y con la cantidad. Esto significa que en ellas se conservan la necesidad de descarga, la cantidad de la excitación, la sensación producida por la descarga (si ésta tiene lugar) y otros elementos del objeto y del sujeto que se tenían precisamente en el momento de la percepción. Por esto las representaciones que se construyen a partir de estas huellas van unidas al respectivo quantum de afecto con el que son investidas.

Las huellas mnémicas son lo que queda registrado en el aparato psíquico después de cada percepción y no son las representaciones propiamente dichas; de las percepciones más significativas, se derivarán representaciones también muy significativas para el funcionamiento del aparato psíquico. Las huellas más importantes son aquellas que corresponden a las vivencias de satisfacción o a las vivencias de dolor. La función de las representaciones es facilitar el proceso para que el aparato psíquico pueda volver, más fácilmente, a vivir experiencias placenteras, pero también ayudarlo a defenderse de tener que vivir situaciones dolorosas.

La pregunta por hacer es: ¿este proceso de construcción de las representaciones cómo tiene lugar? Según Valls (1995), la representación se construye a partir de una vivencia de satisfacción que deja huellas de tres tipos: la imagen de un objeto, la imagen de movimientos o acciones realizadas por el objeto y por el sujeto y, por último, la sensación de descarga placentera. Cada vez que retorne la necesidad de descarga surgirá unida a la representación que dejó aquella vivencia de satisfacción. Por su parte, en la vivencia de dolor la tercera huella no será de descarga y placentera, sino de un aumento intolerable de la excitación, sin descarga, que corresponde a una sensación dolorosa, displacentera.

Es pertinente puntualizar que el proceso que se ha descrito hasta aquí corresponde claramente a las representaciones-cosa. Éstas son el resultado del procesamiento de las huellas mnémicas dejadas en el aparato psíquico por las vivencias, por las experiencias de la vida. Pero lo que ocurra en el aparato psíquico con una representación-cosa dependerá de la cantidad de excitación, del quantum de afecto que la invista. Esto es, que para que una representación sea percibida por la consciencia o no, dependerá del montante de energía libidinal con el que esté investida; más exactamente del quantum de afecto que corresponde como factor cuantitativo de la moción pulsional. Las representaciones son investidas por el quantum de afecto, pero a su vez, dicho quantum también es investido por la representación. La investidura es mutua, es el punto de unión de la cantidad de excitación con el representante psíquico de ella.

Ahora bien, metapsicológicamente hablando el afecto no es susceptible de ser reprimido y puesto que no podrá ser desalojado de la consciencia siempre será percibido inmediatamente por ésta. Las representaciones-cosa sí podrán ser inconscientes. Es decir, que puede ocurrir que la consciencia perciba un afecto sin tener noticia de la representación-cosa que lo produce.

Las representaciones-cosa recogen las vivencias de todo el aparato perceptual y de todas las zonas erógenas. Se sabe que las imágenes visuales son el componente predominante sobre otro tipo de huellas perceptuales y por ello es el que también predomina en estas representaciones-cosa.

En este punto es conveniente traer unos mínimos aspectos relacionados con las representaciones-palabra. Éstas también se originan en el sujeto a partir de huellas mnémicas de las vivencias, pero en ellas predomina lo relacionado con el vínculo con el objeto, pero no con cualquiera sino con el mayor y más constante objeto satisfaciente: la madre. El pedido de satisfacción, o la comunicación de la necesidad, del sujeto se va convirtiendo en un llamado particular, que es precursor del lenguaje propiamente dicho. A su vez, la madre le ayuda a organizar al bebé sus sensaciones corporales nombrándolas con la palabra respectiva. Así las cosas, las representaciones-palabra inicialmente perfeccionan y después hacen directamente posible la percepción por parte de la consciencia de las representaciones-cosa, convierten en auditivo lo predominantemente visual. Las representaciones-palabra permiten remitirse a las representaciones-cosa, las significan y de esta manera hacen más fácil el conocimiento de estas últimas por la consciencia. El surgimiento de estas representaciones permite perfeccionar la función del pensamiento puesto que se abren nuevas posibilidades de relaciones entre las representaciones en general.

Antes de analizar lo que ocurre a través del proceso secundario, conviene hacer lo propio con el proceso primario. Es posible inferir que el aparato psíquico acude a estas representaciones-cosa regido por el principio de displacer-placer, inicialmente acompañado por las leyes del proceso primario, y más adelante, con suerte, contará con el refuerzo del principio de realidad y las leyes del proceso secundario. Más sin embargo, en el Inconsciente continuarán gobernando las leyes del proceso primario.

El hecho de que el aparato psíquico esté regido por las leyes del proceso primario permite que las representaciones-cosa sufran varias transcripciones y vinculaciones dada la atemporalidad y la ausencia de contradicciones, y que se condense y se desplace entre sí la energía de investidura en forma libre, sobre todo en lo que tiene que ver con el objeto. Es así como los vínculos que se establecen siguen las llamadas leyes de la asociación. Dos o más representaciones se vinculan entre si a través del desplazamiento libidinal que ocurre. Se les reconoce ahora como idénticas cuando en realidad sólo están asociadas.

La asociación puede ocurrir por analogía, por oposición, o por contingencia. En el último caso, la contigüidad propiamente se refiere al espacio, a estar al lado de aquel objeto con el que ocurre una vivencia. Cuando la contigüidad no se refiere al espacio sino al tiempo se le denomina simultaneidad. En todos estos casos de asociación el efecto es el mismo: recordar, desear, evitar,... un objeto, una representación, por otro(a). También puede ocurrir la condensación, es decir que un solo elemento, ya existente, o nuevo o con características mezcladas, represente a varios a la vez.

Para el aparato psíquico el proceso primario, y su lógica particular con sus propias leyes que sólo son válidas allí, resultará inadecuado para la satisfacción de ciertas necesidades y en lugar de facilitar el camino hacia el placer deseado logrará como efecto que aumente el displacer. Es por ello que el aparato psíquico se abre paso hacia el proceso secundario, hacia el pensamiento y el juicio de la realidad. La explicación de esto radica en que a través de las asociaciones el aparato psíquico logra una identidad de percepción respecto a la representación correspondiente a la vivencia de satisfacción en relación con los dos primeros aspectos de las huellas correspondientes: la imagen del objeto (sus atributos) y la imagen de los movimientos realizados por ambos objeto y sujeto. Pero en lo que tiene que ver con el núcleo de la representación que es la sensación de descarga, ésta no es experimentada a pesar de los esfuerzos de facilitarla llevados a cabo por el aparato psíquico. Por el contrario, puesto que no hay descarga, la excitación aumenta a niveles intolerables y lo que se experimenta es displacer o dolor propiamente dicho.

El proceso secundario es básicamente la evolución del funcionamiento mental y las leyes por las que se gobierna. En éste se tienen en cuenta las cosas que por principio de realidad se vienen experimentando. Por ejemplo, que el tiempo y el espacio si existen y nos afectan, que si pueden haber elementos y experiencias contradictorias entre sí, que resulta más conveniente poseer una fuerte ligadura de la investidura con los objetos y un menor desplazamiento, que para realizar una acción determinada conviene tener en cuenta tanto lo que ocurre en la realidad externa como las propias necesidades. En definitiva, esto no es otra cosa que permitir que sea el pensamiento, como proceso del Preconsciente el que gobierne el funcionamiento mental.

Establezcamos ahora la relación del desarrollo psicosexual con el funcionamiento mental y con las representaciones. Es un hecho que a medida que va cambiado el predominio de las diferentes zonas erógenas van quedando huellas en el psiquismo de las vivencias tenidas con los objetos a través de dichas zonas. Estas huellas corresponden a las llamadas fijaciones libidinales. Son puntos en los cuales el desarrollo libidinal se estanca. Cada etapa del desarrollo psicosexual se caracteriza por una manera particular de satisfacción de alguna de las aspiraciones parciales de satisfacción de la pulsión sexual. Que se produzca una fijación significa que ha ocurrido un hecho traumático, bien sea por falta de estimulación o por sobreestimulación prematura, que en ambos casos implica que el aparato psíquico del niño no tiene los elementos necesarios para elaborar dicha sensación. Es decir, la sensación es vivida como displacentera y por esto el aparato psíquico se defenderá de ella por medio de una contrainvestidura.

Cuando se planteó el fenómeno de la introversión de la libido originado por una frustración en la actualidad, se explicó que la defensa ante esta frustración produce una regresión de la libido a los puntos de fijación, de manera tal que la persona actúa, siente y vive sus relaciones de objeto, sus angustias, sus maneras de satisfacción tal como las vivía en aquella época en la que predominaba determinada zona erógena correspondiente a la etapa a la cual está fijado. Este aspecto es muy importante para comprender el proceso analítico pues también el analizando por frustraciones actuales, vividas con el analista, se ha de regresar a sus puntos de fijación y es desde allí que se actualiza en la neurosis de transferencia el punto del estancamiento del desarrollo libidinal del paciente, que se espera que ahora continúe su desarrollo, también a través de la relación analítica y por medio del levantamiento de la represión.

Recordemos dos aspectos de las fijaciones. Por un lado, que éstas son el resultado de un hecho traumático y el otro, que la sensación es vivida como displacentera y por ello el aparato psíquico se defenderá de ella por medio de una contrainvestidura, de un intento de desalojo de la consciencia. Pues bien, estos dos aspectos se repiten de manera semejante, pero con una magnitud arrolladora con el paso del complejo de Edipo, y además, se unen a él. El complejo de Edipo es a su vez el más grande suceso traumático, y el instaurador de la represión primaria definitiva. Entre sus efectos están la generación de la amnesia infantil y el sepultamiento de la sexualidad infantil.

¿Y esto qué tiene que ver con las representaciones-cosa? Que en términos metapsicológicos lo que se reprime, lo que se relega al Inconsciente son las representaciones-cosa de la sexualidad infantil que han devenido en incestuosas durante la etapa fálico-edípica. No necesariamente todas las representaciones-cosa serán desalojadas de la Consciencia.

Si bien el Inconsciente no es accesible a la observación directa, sí se le puede observar a través de sus manifestaciones en el síntoma neurótico, que no es otra cosa que pequeñas fallas de la represión que permiten su entremezcla con aspectos del Preconsciente. También se sabe que las representaciones-cosa pueden estar en el Inconsciente pero que su quantum de afecto será percibido en la Consciencia aun cuando no se sepa de cuál representación procede. Además, en relación con el tratamiento psicoanalítico, también se sabe que la neurosis del paciente se reeditará de manera particular en la relación analítica a través de la neurosis de transferencia.

Las representaciones-cosa de la sexualidad infantil relegadas al Inconsciente, no tendrán acceso directo al Preconsciente, pero sí se filtrarán pues siguen investidas de libido buscando satisfacción. Por ello, aun cuando las vivencias actuales del adulto tienen sus características propias, también son usadas por las representaciones-cosa pertenecientes a los deseos del Inconsciente para expresarse. Busca entonces el Inconsciente, hacer coincidir lo deseado con lo percibido pero de acuerdo con sus leyes, es decir, por desplazamiento o condensación de su investidura libidinal.

Así se abre un camino para entender las alucinaciones y la fantasía, pero lo que debemos es establecer la relación con la transferencia, que es lo que nos ocupa ahora. La movilidad libidinal puede llevar a confundir una percepción actual con la deseada por el hecho de que esta última posee un atributo que permite su asociación.

¿Pero cómo es el proceso de investidura de una representación? Cuando una necesidad instintiva libidinal produce una cantidad de excitación suficiente, es decir, sobrepasa un determinado umbral, penetra en el aparato psíquico e inviste las huellas mnémicas de aquellas vivencias de satisfacción y a su vez inviste la representación-cosa correspondiente. De esta manera, cuando el aparato psíquico está regido por el proceso primario, a la vez que se reactiva el deseo, se inviste la representación-cosa de satisfacción y así el deseo se percibe como realizado. Esto es lo que se denomina identidad de percepción.

Sin embargo, la identidad de percepción falla. Si bien, regidos por el proceso primario, se puede alucinar el objeto y realizar los movimientos o acciones con él asociados, e incluso fantasear la sensación de la descarga, ésta última realmente no ha ocurrido. Esto se traduce en que en lugar de experimentar la sensación placentera de la descarga, el efecto real es que aumenta la cantidad de excitación y se experimenta displacer o dolor. El aparato psíquico busca entonces por todos sus medios, observando todas sus leyes, desplazamientos, condensaciones, asociaciones, atemporalidad, entre otras, lograr la identidad de percepción con la vivencia de satisfacción previa.

Esta inevitable falla lleva al funcionamiento mental a buscar otro nivel; a regirse por las leyes del proceso secundario y el principio de realidad. Ahora, en lugar de evitar diferenciar las representaciones deseadas con lo percibido en la realidad, se buscará reconocer tales diferencias y tenerlas en cuenta, es decir que el proceso secundario lo que busca es precisamente darle curso de manera realista al proceso primario. Al domeñar el proceso primario por el proceso secundario, el funcionamiento mental sigue al servicio del principio del placer, pero no ya de una satisfacción fantaseada, sino de una satisfacción real y efectiva.

En busca del placer real el principio de realidad realiza un examen de la realidad. Para facilitar el estudio del objeto percibido, compararlo y conocer con precisión hasta donde se acerca al objeto deseado <o al temido> y así actuar en consecuencia, se vale de las leyes del proceso secundario que busca que la investidura libidinal con que se cargan las representaciones sea fuerte y que sus posibilidades de desplazamiento y condensación sean débiles. Se buscará una cierta identidad de percepción entre lo percibido y lo deseado pero ésta se hará a través del pensamiento, lo cual, en lugar de forzar una identidad, que ahora se sabe imposible, permitirá la resignación a una identidad parcial. Sin embargo la situación planteada es la ideal, es la tendencia, pero en la realidad se suelen observar fallas en la instauración de este proceso. Estas fallas se encuentran en algunos fenómenos de la psicopatología de la vida cotidiana, en los sueños, en las neurosis y por supuesto también en la psicosis.

Consideraciones metapsicologicas de la transferencia

Hemos revisado el concepto de las representaciones; representaciones-cosa, representaciones-palabra, su investidura libidinal y sus movimientos; también mínimamente el concepto de fijación, de represión y el proceso de desarrollo del funcionamiento mental pasando del proceso primario al proceso secundario. Básicamente ha sido necesario recorrer algunos de los elementos fundamentales de la metapsicología, pero todo esto con miras a plantear algunas consideraciones metapsicológicas de la transferencia.

Retomemos las representaciones-expectativa. La pertinencia de este concepto está en que éstas se presentan en la neurosis, es decir, cuando no ha habido aún una vivencia de satisfacción total y el aparto psíquico, regido por el proceso primario, está expectante de lograrla. Esto implica que tampoco se ha tenido una vivencia de dolor. Es decir que el sujeto no está totalmente insatisfecho pues ha logrado descargas de los instintos sexuales parciales.

En la neurosis, cuando una moción pulsional inconsciente parcialmente satisfecha produce una cantidad de excitación suficiente, penetra en el aparato psíquico y simultáneamente inviste las huellas mnémicas de aquellas vivencias parciales de satisfacción y en este caso inviste también las representaciones-expectativa correspondientes. Como hay fallas en la instauración del proceso secundario, el proceso primario permea el proceso secundario. En la transferencia, cada vez que se reactiva el deseo, se inviste la representación-expectativa y, parafraseando a Freud, la persona se volcará, con sus representaciones-expectativa libidinosas, hacia cada nueva persona que aparezca. Se volcará hacia esa persona convencido de que es el objeto con el cual sí va a ser posible la satisfacción del deseo. No percibe el deseo como satisfecho, pero sí está convencido de que en esta ocasión sí se satisfará.

Las transferencias se originan por la fuerza de la investidura libidinal que continúa activa en el Inconsciente y que lleva al sujeto neurótico a identificar la percepción actual de una persona con la deseada <expectante>, por el hecho de que esta última posee un atributo que permite la movilidad de la investidura libidinal. En definitiva, el aparato psíquico y su proceso secundario no alcanzan, en su juicio de la realidad, a distinguir aquello percibido de lo deseado que se ha filtrado del Inconsciente.

Para complementar introduzcamos los elementos que nos ofrece Valls (1995) en la definición de su diccionario. La transferencia es el traspaso de una investidura libidinal "correspondiente a una representación de deseo objetal inconsciente reprimida, hacia una representación-palabra preconsciente, con la que mantiene un tipo de relación asociativa (contigüidad, analogía u oposición) desconocida por el Preconsciente" (p. 630). Conviene detenerse en dos aspectos que no se habían mencionado. El primero es lo "objetal", esto significa que la representación que se inviste por el monto de excitación es una representación que está ligada a un objeto con el cual se ha vivido la satisfacción previamente, pero que ahora por la represión no se tiene noticia de él en la Consciencia. El segundo aspecto es que, como se ha señalado ya, las representaciones-palabra permiten remitirse a las representaciones-cosa, las significan y de esta manera hacen más fácil el conocimiento de estas últimas por la consciencia; pero en este caso no mantiene el vínculo original entre una representación-cosa y una representación-palabra. Se sabe que precisamente uno de los mecanismos de la represión es romper esta ligazón. Sin embargo, puesto que la represión falla parcialmente, la transferencia es la investidura de una representación-palabra nueva, que guarda algún tipo de conexión asociativa con la "original", por parte de la representación-cosa respectiva reprimida.

Por eso, para la consciencia, las transferencias resultan inusitadas y generalmente inadecuadas ya que el quantum de afecto en busca de descarga que se traspasa a la vida actual, originalmente corresponde a las vivencias de la sexualidad infantil y es con esta intensidad que busca en el presente su satisfacción. Lo mismo ocurre con el objeto. El objeto correspondiente a la sexualidad infantil está ahora reprimido, pero se está convencido que es el actual al que se percibe como idéntico.

La transferencia descrita metapsicológicamente hasta aquí corresponde al fenómeno universal. Lo pertinente ahora es detenerse sobre las particularidades metapsicológicas que este fenómeno tiene en el tratamiento psicoanalítico. Sobre todo en los términos técnicos, de la resistencia que ofrece y de las bondades de su análisis e interpretación, para hacer consciente lo inconsciente, y retomar el desarrollo psicosexual.

La regla fundamental se plantea para buscar la asociación libre del paciente, pero sabiendo que en este camino hacia lo reprimido han de surgir resistencias. Por medio de su formulación, al iniciar el tratamiento y cada vez que el analista estime pertinente interpretar su incumplimiento, se le pide al paciente que elimine sus censuras y que se deje llevar por sus ocurrencias. Metapsicológicamente hablando, se le pide que elimine las censuras conscientes (la autocensura del hablar y la del autopensar consciente) y del Preconsciente (la de tener pensamientos, del paso de lo Preconsciente a la Consciencia durante la sesión o una parte de ella) y que comunique y permita que las representaciones-palabra se vinculen siguiendo las leyes asociativas. Estas palabras que en otro contexto podrían parecer insensatas se irán presentado y en sus contenidos se encuentran rastros de los deseos inconscientes reprimidos, que ahora se esconden por la contrainvestidura.

Freud (1917/1980b) dijo en su conferencia acerca de la transferencia, que en un primer momento del análisis el paciente desarrolla un interés muy particular por el médico que lo ayuda a colaborar con el tratamiento. Este interés particular no es otro que el permitido por la sublimación de la transferencia positiva. En palabras de Arcila (1981) "Mientras el sufrimiento y la angustia de la enfermedad ocupan un primer plano en la vida consciente del enfermo, ello constituye un motivo de vinculación transferencial que sirve en la lucha contra los riesgos del enamoramiento" (p. 6). Se trata entonces de una transferencia positiva sublimada que con el apoyo consciente del paciente permite que se establezca la llamada alianza terapéutica.

Un segundo periodo del análisis que implica el establecimiento de la neurosis de transferencia, se origina cuando la transferencia positiva ya no se sublima, sino que ahora se erotiza, se inviste con la libido correspondiente a la sexualidad infantil reprimida. Esa transferencia positiva, que antes sublimada ayudaba al tratamiento, se transforma en resistencia, más exactamente en resistencia de transferencia, interrumpiendo las asociaciones del paciente y originando el llamado amor de transferencia.

La transferencia usualmente expresa mociones pulsionales inconscientes, pero en este caso, en el de volverse una resistencia, ocurre que dichas mociones están dirigidas hacia la persona del médico, lo cual hace que las ocurrencias sean mucho más difíciles de comunicar. En el Inconsciente están las representaciones-cosa investidas y buscando representación-palabra para poder ser conocidas por la consciencia, ante la posibilidad de que esto ocurra a través de la asociación libre, éstas son desplazadas defensivamente con la ayuda de la contrainvestidura correspondiente a la representación preconsciente del analista.

Ocurre así lo que Freud (1895/2003a) denominó un "falso enlace" que no es otra cosa que el camino que elige el proceso primario para filtrarse en el proceso secundario; el afecto, siempre consciente, correspondiente a una representación-cosa reprimida se liga por asociación a la representación-palabra preconsciente del analista y puesto que evade el examen de la realidad, es percibida como idéntica a la representación-palabra original, pero ahora, por obra de las censuras conscientes y preconscientes, el paciente encontrará dificultad para comunicarlas. Se entiende por qué también nos referimos al psicoanálisis como el análisis de las resistencias, como un camino para hacer consciente lo inconsciente.

Así se explica que durante el tratamiento y en el vínculo con el analista, se viva la neurosis que antes se vivía sintomáticamente, es decir, se instaura la llamada neurosis de transferencia, neurosis artificial favorecida por el tratamiento en la que se actualizan todas las características de la neurosis que llevó al paciente a consultar. Será la interpretación, sobre todo transferencial, la que permite hacer consciente lo inconsciente, y ponerlo al servicio del proceso secundario. Retomemos la cita de Freud (1912/1980a) en la que afirma que la lucha entre el intelecto y la vida pulsional se da sobretodo en torno a los fenómenos transferenciales y sus efectos resistenciales, que lo que permiten es "el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes; pues nadie puede ser ajusticiado in absentia o in efigie" (p. 105).

A través de la interpretación de la situación transferencial el paciente podrá traer a la Consciencia, someter al juicio de la realidad, las resistencias que se le oponen para comunicar sus ocurrencias; analizadas y vencidas podrá hacerse lo propio con lo resistido, con lo reprimido, que encontrará la representación-palabra original, que estaba perdida o desalojada de la consciencia. Encontrada esta representación-palabra, la representación-cosa que estaba ligada a ella podrá acceder así también por este camino a la consciencia.

Claro que el trabajo es harto más complejo de lo aquí mencionado pues bajo el efecto de la represión han entrado en conexión asociativa múltiples representaciones. Hacer consciente una de ellas a través del vencimiento de la resistencia no es algo permanente, ya que por obra de lo aún reprimido y de la conexión asociativa volverá a ser halado hacia el Inconsciente. Sin embargo, que esta representación acceda nuevamente a la Consciencia será, en algunos casos algo más fácil.

Queda aún un aspecto de la transferencia por explicar metapsicológicamente en cuanto a la técnica del tratamiento: la reanudación del proceso del desarrollo psicosexual, estancado en los puntos de fijación, que a su vez obstaculiza también el desarrollo del funcionamiento mental en términos del paso del predominio del proceso primario a la tendencia del predominio del proceso secundario.

En el funcionamiento neurótico del aparato psíquico es posible plantear dinámicamente tres niveles. Desde el punto de vista genético se entiende el desarrollo de la vida mental humana con "progresiones, fijaciones y regresiones" (Arcila, 1981, p. 9). Los tres niveles a los se hace referencia aquí no son otros que los correspondientes uno, a la situación actual del desarrollo psíquico; dos, a las progresiones hacia la observancia de las leyes del proceso secundario, que bien se podría llamar madurez o vida psíquica adulta propiamente dicha; y tres, las regresiones hacia los puntos de fijación.

Entendido así el desarrollo psíquico y con la comprensión de que el segundo momento del análisis implica la instauración de la neurosis de transferencia, se infiere entonces, en palabras de Arcila (1981), que esta instauración de la neurosis de transferencia marca la reanudación de la evolución de la sexualidad en el punto máximo alcanzado, que corresponde en el sujeto a su propia pubertad: un vaivén entre tendencias regresivas a la fase genital infantil (Edipo, masturbación, protofantasías de seducción, castración y escena primaria) y tendencias progresivas de la genitalidad madura con la correspondiente disociación puberal de la sexualidad en una corriente de sensualidad y una corriente de ternura. (p. 10)

Por su parte la libido va oscilar también entre la libido narcisista autoerótica, propia de la genitalidad infantil, y la libido objetal genital adulta, como tendencia a la genitalidad madura, pasando por la consecuente disociación de la libido en las corrientes sensual y tierna, propia de la pubertad.

Será a través del análisis del enamoramiento transferencial y de la neurosis de transferencia como se tendrá acceso a la sexualidad infantil inconsciente reprimida. La interpretación de los elementos allí presentes, vividos como actuales, permitirán traer a la Consciencia lo inconsciente reprimido que ahora será sometido al juicio de la realidad, por un funcionamiento mental en mejores condiciones en relación con las que se tuvieron cuando se establecieron los puntos de fijación, y por ello podrán continuar su desarrollo, eso sí, no linealmente, sino con las oscilaciones pendulares propias del aparato psíquico.

En uno de los polos de oscilación del aparato psíquico está el sometimiento al proceso primario, con la fuerza de las representaciones-cosa reprimidas que continúan cargadas libidinalmente, en la búsqueda de su satisfacción desconsiderada e inconsciente, logrando o bien una descarga parcial, algo placentera, o en su lugar un incremento de la tensión que termina por tornarse displacentera.

El otro polo del aparato psíquico está gobernado por el proceso secundario. Allí es el pensamiento, a través del juicio de la realidad, el que domeña los impulsos, se libera de su sometimiento, en búsqueda de su adecuada satisfacción a través del placer real adulto.

De esta manera se han cubierto algunas consideraciones metapsicológicas de la transferencia, interés del presente trabajo. Sin embargo, en consideración a que el tratamiento se logra a través de la relación de la pareja analítica, bien valdría la pena hacer un análisis metapsicológico del fenómeno contratransferencial y coligarlo con lo expuesto aquí y con las consideraciones técnicas propias de la pareja analítica. Esto será tarea de otro trabajo; sin embargo, es pertinente mencionar que Freud en sus artículos La iniciación del tratamiento de 1913 y Puntualizaciones sobre el amor de transferencia de 1914/1980c, plantea lo que él considera debe hacer el analista, contratransferencialmente hablando. A esto habría que agregar que estas acciones y su correspondiente actitud, lo que Arcila (1980) denominó "la actitud interna psicoanalítica", se le imponen al psicoanalista por la naturaleza misma del fenómeno, y por su interés en acompañar el proceso de hacer consciente lo inconsciente.

A manera de conclusión, el fenómeno de la transferencia que en el contexto de la relación analítica <<analizando-analista>> se ha de convertir en neurosis de transferencia, resistencia cuya elaboración transferencial y contratransferencial favorece el desarrollo de la actitud interna psicoanalítica, es por lo tanto la vía regia para hacer consciente lo inconsciente; entendido esto como el proceso de vincular las representaciones-cosa, inconscientes, reprimidas y regidas por el proceso primario correspondiente a la sexualidad infantil, con sus representaciones-palabra, para que el proceso secundario, juicio de la realidad y pensamiento, las pueda utilizar dentro de su lógica y así el analizando logre reanudar el desarrollo psicosexual de su sexualidad infantil, fijada, con una evolución que tienda hacia el ejercicio psíquico de una sexualidad genital adulta.

En síntesis, según Freud (1914/1980c, p. 174), "... de igual modo seguirá siendo imprescindible el psicoanálisis practicado con arreglo al arte, no amortiguado, que no teme manejar y dominar en bien del enfermo las más peligrosas mociones anímicas", esto es el enamoramiento transferencial.

Referencias

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