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Universitas Psychologica

Print version ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.12 no.2 Bogotá May/Aug. 2013

 

Orientación religiosa y sentido de la vida

Religious Orientation and Meaning in Life

Joaquín García-Alandete*

Eva Rosa Martínez **

Pilar Sellés Nohales ***

Beatriz Soucase Lozano ****

Universidad Católica de Valencia, España

* Universidad Católica de Valencia, España. Dpto. de Metodología, Psicología Básica y Psicología Social de la Universidad Católica de Valencia. Imparte Historia de la Psicología y Psicología de la Motivación y la Emoción. Profesor de Psicología General en la Facultad de Teología de Valencia (Sección Dominicos). E-mail: ximo.garcia@ucv.es

** Universidad Católica de Valencia, España. Facultad de Psicología y Ciencias de la Salud. Directora del Dpto. de Metodología, Psicología Básica y Psicología Social. Profesora de Metodología. Email: eva.rosa@ucv.es

*** Universidad Católica de Valencia, España. Dpto. de Ciencias de la Ocupación, Psicología Evolutiva y de la Educación. Profesora de Psicología de la Educación. E-mail: pilar.selles@ucv.es

**** Universidad Católica de Valencia, España .Dpto. de Ciencias de la Ocupación, Psicología Evolutiva y de la Educación. Profesora de Psicología Evolutiva. E-mail: beatriz.soucase@ucv.es

Recibido: noviembre 28 de 2011 | Revisado: julio 17 de 2012 | Aceptado: agosto 17 de 2012


Para citar este artículo:

García-Alandete, J., Rosa, E., Sellés, P. & Soucase, B. (2013). Orientación religiosa y sentido de la vida. Universitas Psychologica, 12(2), 363-374.


Resumen

Se analizan las relaciones entre la orientación religiosa y el Sentido de la Vida en una muestra de 180 universitarios españoles (rango de edad 1855, Μ = 22.91, DE = 6.71), medidos a través de versiones españolas de la Religious Orientation Scale y del Purpose-in-Life Test, respectivamente. De ser cierta la concepción de Batson y Ventis de que la orientación de Búsqueda es madura y flexible, mientras que la Intrínseca es dogmática y acrítica, debería ser aquella la que se relacionara de manera más positiva con el Sentido de la Vida. Contrariamente a esto, los resultados confirman lo obtenido en investigaciones anteriores, siendo la orientación Intrínseca la que explica el mayor porcentaje de la varianza de Sentido de la Vida. Esto cuestiona el planteamiento de Batson y Ventis, y plantea la posibilidad de que las convicciones religiosas intrínsecas sean una fuente de sentido.

Palabras clave autores: Orientación religiosa, religiosidad, sentido de la vida, género, edad.

Palabras clave descriptores: Investigación cuantitativa, psicometría, motivación, emoción.


Abstract

This paper analyzes the relationship between religious orientation and Meaning in Life, in a sample of 180 Spanish undergraduates (age range 18-55, Μ = 22.91, SD = 6.71), measured by means of both Spanish versions of the Religious Orientation Scale and the Purpose-In-Life Test, respectively. The starting point is the Batson and Ventis' conception that the Quest orientation is mature and flexible, but the Intrinsic orientation is dogmatic and uncritical. If it is so, the Quest orientation should be related more positively to meaning in life. Our results indicate that the Intrinsic orientation, but not Quest, explains a higher percentage of the variance of the Meaning in Life, confirming the results obtained in previous research. Batson and Ventis' approach is questioned, and it raises the possibility that intrinsic religious convictions are a source of meaning.

Key words authors: Religious Orientation, Religiosity, Meaning In Life, Gender, Age.

Key words plus: Quantitative Research, Psychometry, Motivation, Emotion.

doi:10.11144/Javeriana.UPSY12-2.orsv


La religiosidad se halla íntimamente vinculada al fenómeno humano de la búsqueda global de significado de la existencia y de un horizonte desde el que orientar la propia vida (Milanesi & Aletti, 1974). Viktor E. Frankl, fundador de la logoterapia, sugería que para poder ayudar a las personas a encontrar el sentido de sus vidas era importante, en ocasiones crucial, remitirse a sus creencias y convicciones religiosas (Frankl, 1994, 1999a, 1999b). Según Batson y Ventis (1982), para muchas personas los momentos más significativos de sus vidas han sido religiosos. La actual psicología positiva no es tampoco ajena a la importancia que la religión tiene en la vida de las personas; así, Seligman (2003) afirma que 1) aporta un sistema de creencias coherente que permite encontrar un sentido a la vida, tener esperanza ante el futuro y afrontar con optimismo las adversidades; 2) la asistencia al culto y el hecho de formar parte de una comunidad permite contar con apoyo social emocionalmente significativo y 3) se asocia a un estilo de vida más saludable, a mayor y mejor cuidado del cuerpo, de las relaciones interpersonales y del trabajo. Clásicos como Durkheim (1982), James (2002) y Weber (1998) ya señalaron las relaciones positivas entre religiosidad y salud, tanto física como psicológica. La religión, en definitiva, es una fuente de sentido y de salud.

Una cuestión fundamental es la de la medida de la religiosidad -qué medir y cómo medirlo-, no exenta de polémica y dificultades. A tales efectos, desde los tiempos de los pioneros en el estudio psicológico de la religiosidad —p. ej., E. D. Stabuck y J. H. Leuba, incluso L. L. Thurstone- se han desarrollado escalas que parten de definiciones operacionales de la religiosidad y con las que se obtiene una medida cuantificable, objetiva, válida y fiable de la misma. Al respecto, Gorsuch (1984) ya advirtió que la medida era a la vez la "bendición" y la "pesadilla" de la psicología de la religión, toda vez que era conveniente una moratoria en cuanto a nuevas medidas de la religiosidad. Con todo, a finales de los años 90 del siglo pasado y principios de los 2000 ya existían más de 100 escalas para la medida de la religiosidad (Hill & Hood, 1999; Slater, Hall & Edwards, 2001). Un problema realmente importante —no resuelto hasta el día de hoy como consecuencia de la diversidad de presupuestos metafísicos, formulaciones doctrinales, tradiciones, costumbres y ritos, normas morales, etc., de las distintas religiones- es el de conseguir una medida de la religiosidad con validez universal. A esto ha de añadirse la controversia al definir la religiosidad como un fenómeno unidimensional o multidimensional —y en este último caso, ¿cuántas y de qué naturaleza serían las dimensiones?-. La religiosidad es un fenómeno complejo y, por ello mismo, de difícil conceptualización y medida.

Una medida frecuente de la religiosidad se ha llevado a cabo a través del autoposicionamiento en variables como autodefinición religiosa, grado de religiosidad personal, frecuencia de asistencia al culto y oración, y otras similares (p. ej., García-Alandete, Rosa & Gallego-Pérez, 2011). En relación con esto, se vienen contrastando empíricamente desde hace décadas las relaciones entre religiosidad, entendida de este modo, y logro de sentido de la vida, satisfacción vital, bienestar psicológico y felicidad, entre otras variables psicosociales positivas (como trabajos de revisión, Batson, Schoenrade & Ventis, 1993; Emmons & Paloutzian, 2003; Gallego-Pérez, García-Alandete & Pérez-Delgado, 2007; García-Alandete, 2010; Hackney & Sanders, 2003; Harris, 2002; Moreira-Almeida, Neto & Koenig, 2006).

Sin embargo, es posible que este tipo de medida no sea suficiente para valorar el efecto de la religión, ya que es importante, cuando no necesario, tener en cuenta el estilo personal de vivir la religión, esto es, la orientación religiosa personal (Watson, Morris & Hood, 1992). Las diferencias interpersonales en religiosidad no son solo de grado, sino también cualitativas. En este sentido, Allport y Ross (1967) distinguieron dos tipos de orientación religiosa: a) Intrínseca: cuando la religión es un fin en sí misma, motivo fundamental de la vida para la persona, eje y criterio absoluto en sus decisiones; integra y aporta sentido a la vida en su totalidad; marca absolutamente la vida; se ha interiorizado el sistema de creencias; es la clave de la existencia y el resto de necesidades se consideran menores y se armonizan con las creencias y orientaciones religiosas; en definitiva, se vive la religión y b) Extrínseca, utilitaria e instrumental: cuando la religión es un simple medio al servicio de intereses y fines propios (seguridad, estatus social, entretenimiento, autojustificación, apoyo para el estilo de vida personal, etc.); el sistema de creencias es sostenido superficialmente y cumplido selectivamente para satisfacer necesidades más pragmáticas y beneficiosas para uno mismo (Allport & Ross, 1967; Gorsuch, 1984; Hunsberger, 1999; Nielsen, 1995).

A estas dos orientaciones, Batson y Ventis (1982) añadieron la orientación de Búsqueda (Quest), que se caracteriza por un interrogante fundamental sobre la existencia en su globalidad, sin reducir su complejidad, no es dogmática sino madura, percibe y vivencia las dudas religiosas como algo positivo y está abierta a los posibles cambios en las cuestiones religiosas (Batson, 1976; Batson, Naifeh & Pate, 1978; Batson et al., 1993; Batson & Raynor-Prince, 1983; Batson & Schoenrade, 1991a, 1991b; Batson & Ventis, 1982; Burris, 1994; Hunt & King, 1971; McFarland & Warren, 1992; Spilka, Hood & Gorsuch, 1985). La Religiosidad Intrínseca, que para Allport era la forma más positiva, sincera y genuina de religiosidad, es a juicio de Batson propia de una mente en exceso dogmática, acrítica e inflexible que no cuestiona sus creencias. Por tanto, la Religiosidad de Búsqueda sería para Batson más madura y propia de la persona genuinamente religiosa que la Intrínseca y la Extrínseca.

Esta caracterización de la Religiosidad de Búsqueda, así como el instrumento para medir las tres orientaciones religiosas, el Religious Life Inventory (Batson & Ventis, 1982) —y otras similares- no han estado exentas de críticas (p. ej., Kirkpatrick & Wood, 1990; Kojetin, McIntosh, Bridges & Spilka, 1987; Spilka, Kojetin & McIntosh, 1985), aludiendo que posiblemente la subescala de la Religiosidad de Búsqueda no sea una medida unitaria, ni la duda sea definitoria de una religiosidad madura sino una etapa transitoria propia de la adultez temprana. Con todo, la distinción entre orientaciones Intrínseca/ Extrínseca/de Búsqueda y el Religious Life Inventory siguen siendo aceptados y frecuentemente utilizados para la investigación empírica en psicología de la religión.

Desde hace décadas, los resultados de la investigación empírica vienen mostrando que las distintas orientaciones religiosas, medidas a través del Religious Life Inventory o instrumentos similares como la Religious Orientation Scale (Allport & Ross, 1967) o la 'Age Universal' I/E Scale (Gorsuch & Venable, 1983), se relacionan de modo distinto con el Sentido de la Vida, puesto que son modos distintos de ser religioso, de manera que, con cierta consistencia, la orientación Intrínseca se relaciona positivamente con el Sentido de la Vida, así como con otras medidas cognitivas y de salud psico-social, a diferencia de la orientación Extrínseca, que lo hace negativamente, y de la orientación de Búsqueda, que no muestra relaciones claras (Allport & Ross, 1967; Ardelt & Koenig, 2006, 2007; Batson et al., 1993; Batson & Raynor-Prince, 1983; Beit-Hallahmi & Argyle, 1997; Btazek & Besta, 2010; Bolt, 1975; Chamberlain & Zika, 1988; Crandall & Rasmussen, 1975; Donahue, 1985; Francis, Jewell & Robbins, 2010; Genia & Shaw, 1991; Kahoe, 1974; McFarland & Warren, 1992; Paloutizian & Ellison, 1982; Pargament et al., 1992; Soderstrom & Wright, 1977).

Si es cierto, como afirman Batson et al. (1978), que la Religiosidad Intrínseca es inmadura, acrítica, dogmática y conformista con las creencias establecidas, y que la Religiosidad de Búsqueda es madura, crítica, abierta y flexible, inconformista y exploratoria del sentido de la existencia, debería esperarse que fuera esta, y no aquella, la que se relacionara más fuertemente, de manera positiva, con el Sentido de la Vida, en tanto que este tiene que ver con el cuestionamiento de la propia existencia, el salir de sí (autotrascendencia) y modificar sustancialmente los parámetros vitales, los valores y actitudes fundamentales. Siendo esto signo de una personalidad en proceso de crecimiento personal existencial, cabría esperar que se relacionara más con una religiosidad crítica y madura. Para Allport y Ross (1967) esta religiosidad madura y crítica es la Intrínseca, mientras que para Batson y Ventis (1982) es la de Búsqueda.

En relación con lo expuesto, el presente trabajo tiene como objetivo analizar las relaciones entre la orientación religiosa Intrínseca/Extrínseca/de Búsqueda y el Sentido de la Vida, en un grupo de estudiantes universitarios, mediante análisis de regresión lineal múltiple, hipotetizándose, en la línea de los estudios precedentes, una relación positiva de la Religiosidad Intrínseca y negativa de la Extrínseca y de Búsqueda. adicionalmente, se analizan las diferencias en Sentido de la Vida y en las orientaciones religiosas en función del género y la edad de los participantes.

Método

Participantes

Participaron 180 estudiantes universitarios españoles, concretamente 138 mujeres (76.7 %) y 42 hombres (23.3 %), con edades comprendidas entre los 18 y los 55 años (M = 22.91, DE = 6.71), reclutados incidentalmente y sin recibir ningún tipo de incentivo por su colaboración.

Instrumentos

Para la recolección de datos se utilizó un protocolo que incluía distintos ítems sociodemográficos y las medidas utilizadas en este trabajo que se describen a continuación.

Religious Orientation Scale (Batson & Ventis, 1982)

Se utilizó la adaptación española de Ramírez de la Fe (2006), la Escala de Orientación Religiosa (EOR), una escala tipo Likert (1 = Muy en desacuerdo, 9 = Muy de acuerdo) de 27 ítems que permite identificar la orientación religiosa personal Extrínseca, Intrínseca y de Búsqueda como dimensiones continuas independientes entre sí. En nuestro estudio, estas escalas mostraron una consistencia interna (alfa de Cronbach) de 0.932 (subescala Intrínseca), de 0.757 (subescala Extrínseca) y de 0.835 (subescala de Búsqueda).

Purpose-In-Life Test ([PIL]; Crumbaugh & Maholick, 1969)

Se utilizó la adaptación española de Noblejas de la Flor (1994), concretamente la parte A del PIL, escala compuesta por 20 ítems tipo Likert (de 1 a 7, con anclajes específicos para cada ítem) que permite obtener una medida del nivel de logro del Sentido de la Vida desde claves logoterapéuticas (Crumbaugh, 1968; Crumbaugh & Maholick, 1964). La puntuación total oscila entre 20 y 140. La consistencia interna (alfa de Cronbach) de esta escala fue de 0.889 en el presente estudio.

Procedimiento y análisis

Los participantes cumplimentaron, bajo supervisión de los autores de este trabajo, un protocolo que incluía la EOR y el PIL, en las aulas en las que de ordinario desarrollan su actividad académica. Tras ser revisados, se rechazaron los protocolos que presentaban omisiones y se introdujeron los datos en una hoja del programa SPSS 15.0 para Windows, con el que se realizaron los análisis estadísticos.

Resultados

Estadísticos descriptivos y correlaciones de las escalas

La Tabla 1 muestra la media y la desviación estandar de las escalas utilizadas. La media más alta en orientación religiosa es la de Religiosidad de Búsqueda, seguida de la de Religiosidad Extrínseca y, finalmente, de la de Religiosidad Intrínseca.

Las correlaciones fueron dispares entre Sentido de la Vida y orientación religiosa: positiva y significativa con Religiosidad Intrínseca, r = 0.225, p = 0.001, positiva pero no significativa con Religiosidad Extrínseca, r = 0.066, p = 0.189, y negativa pero no significativa con Religiosidad de Búsqueda, r = -0.113, p = 0.066. Las correlaciones entre las escalas de religiosidad, Intrínseca-Extrínseca = 0.571, Intrínseca-Búsqueda = 0.324, Extrínseca-Búsqueda = 0.504, fueron significativas, p < 0.01.

Análisis de regresión

La Tabla 2 ofrece un resumen del modelo de regresión obtenido mediante el método por pasos sucesivos. En el primer paso se seleccionó la variable Religiosidad Intrínseca y, en el segundo paso, la variable Religiosidad de Búsqueda. No se eliminaron variables previamente seleccionadas, en ninguno de ellos.

En el paso 1, el valor del coeficiente de determinación R2 fue de 0.051, lo cual significa que Religiosidad Intrínseca explicó un 5.1 % de la varianza de Sentido de la Vida, F(1, 178) = 9.467, p = 0.002. En el paso 2, el valor del coeficiente de determinación R2 del modelo de regresión aumentó hasta 0.089 (8.9 % de la varianza explicada), suponiendo un cambio de 0.039 (3.9 % más de la varianza explicada), F(1, 177) = 7.496, p = 0.007. Aunque se trata de un incremento pequeño, el valor del nivel crítico permite afirmar que la variable Religiosidad de Búsqueda, incorporada al modelo en el paso 2, contribuye significativamente a explicar lo que sucede con la variable Sentido de la Vida. El valor del coeficiente de determinación del modelo corregido fue ligeramente inferior, R2 corregida= 0.079, 7.9 % de la varianza explicada de Sentido de la Vida. Al incluir en el segundo paso la variable Religiosidad de Búsqueda no hubo una disminución notable del error típico de estimación. Por otra parte, el estadístico Durban-Watson, muy próximo a 2, indicó incorrelación de los residuos.

Ambas variables seleccionadas en el modelo final consiguieron explicar el 8.9 %, R2 = 0.089, de la variabilidad observada en Sentido de la Vida. La Tabla 4 contiene el valor de F para los modelos 1 y 2, que en ambos casos fueron significativos, indicando que efectivamente Religiosidad Intrínseca y Religiosidad de Búsqueda eran variables predictoras de Sentido de la Vida, si bien en un porcentaje muy modesto, como más arriba se ha indicado.

La Tabla 5 muestra los coeficientes de regresión para ambos modelos de regresión, p < 0.01 en todos los casos. La primera contribuyó a la ecuación de regresión con un mayor coeficiente, y la segunda con un coeficiente Beta estandarizado negativo. El valor del nivel crítico de ambos modelos fue inferior a 0.01. La variable Religiosidad Intrínseca contribuyó a la ecuación de regresión con un coeficiente positivo que, a su vez, fue el de mayor valor absoluto, mientras que la variable Religiosidad de Búsqueda lo hizo con un coeficiente ligeramente menor y negativo. Como puede comprobarse, el valor del coeficiente estandarizado de regresión Beta del modelo 1 indicó que Sentido de la Vida aumentaría en 0.225 unidades por cada unidad que aumentara Religiosidad Intrínseca. El coeficiente Beta del modelo 2 indicó que Sentido de la Vida aumentaría en 0.292 unidades por cada unidad de aumento de Religiosidad Intrínseca, y disminuiría en -0.208 unidades por cada unidad de aumento de Religiosidad de Búsqueda. La regresión fue significativa para las dos variables predictoras relacionadas, p = 0.007.

En la Tabla 6 se observan los coeficientes de regresión parcial de las variables no seleccionadas para formar parte de la ecuación de regresión en cada paso. En el paso 1 se seleccionó Religiosidad Intrínseca porque fue la más altamente correlacionada, en valor absoluto, con Sentido de la Vida. Las orientaciones religiosas Extrínseca y de Búsqueda, no seleccionadas en el paso 1, aportarían un valor negativo al coeficiente de regresión estandarizado en caso de ser seleccionadas en el siguiente paso. El valor del coeficiente que aportaría Religiosidad Extrínseca a la ecuación de regresión no sería significativo, a diferencia del valor de Religiosidad de Búsqueda, la cual fue incluida en el paso 2.

Diferencias en función del género y la edad

Las mujeres alcanzaron una puntuación media superior en Sentido de la Vida y en Religiosidad Intrínseca, y los hombres en Religiosidad Extrínseca y en Religiosidad de Búsqueda. Pero ni el género ni la edad se asociaron a diferencias significativas en estas variables, tal y como indicaron una prueba t para muestras independientes y un ANOVA, respectivamente:

  • Género: Sentido de la Vida, t(178) = 0.734, p = 0.464; Religiosidad Intrínseca, t(178) = 0.278, p = 0.781; Religiosidad Extrínseca, t(178) = -0.486, p = 0.627; Religiosidad de Búsqueda, t(178) = -0.755, p = 0.452.
  • Edad: Sentido de la Vida, F(25, 154) = 0.902, p = 0.603; Religiosidad Intrínseca: F(25, 154) = 1.199, p = 0.249; Religiosidad Extrínseca: F(25, 154) = 1.006, p = 0.463; Religiosidad de Búsqueda: F(25, 154) = 0.751, p = 0.796.

Discusión

Desde hace décadas se viene constatando, de manera sistemática, una relación positiva entre Sentido de la Vida y Religiosidad Intrínseca, negativa con la Religiosidad Extrínseca y no clara con la Religiosidad de Búsqueda. Este trabajo ha tenido como objetivo analizar estas relaciones, mediante un análisis de regresión múltiple, utilizando el método de pasos sucesivos.

Los resultados muestran que la orientación Intrínseca es la relacionada en mayor medida con el Sentido de la Vida, coincidiendo con lo hallado en estudios previos (p. ej., Ardelt & Koenig, 2006, 2007; Batson et al., 1993; Beit-Hallahmi & Argyle, 1997; Bkazek & Besta, 2010; Francis et al., 2010; Genia & Shaw, 1991; McFarland & Warren, 1992; Pargament et al., 1992). El método de selección por pasos sucesivos ha conducido a una ecuación de regresión con dos variables, en dos pasos: Religiosidad Intrínseca y Religiosidad de Búsqueda. La Religiosidad Extrínseca fue excluida del modelo de regresión en ambos pasos, al no satisfacer el criterio de entrada de la probabilidad de F (< 0.05). Las dos variables seleccionadas poseen coeficientes de regresión parcial significativos, explicando la Religiosidad Intrínseca un mayor porcentaje, 5.1 %, R2 = 0.051, de la varianza de Sentido de la Vida. La Religiosidad de Búsqueda ha sido incluida en un segundo paso en la ecuación de regresión, contribuyendo con un coeficiente negativo a la misma y explicando un 3.9 %, R2 = 0.039, de la varianza de Sentido de la Vida. El modelo final en el que se incluyen ambas variables predictoras explica un 8.9 %, R2 = 0.089, de la variable Sentido de la Vida. El modelo de regresión, pues, se formalizaría con la siguiente ecuación:

Sentido de la Vida = 111.288 + 0.233*Religiosidad Intrínseca-0.182*Religiosidad de Búsqueda

Se trata de una potencia predictora estadísticamente significativa, aunque con un tamaño del efecto ciertamente modesto. El porcentaje de varianza no explicado por las dos variables predictoras incluidas en el modelo es el 91 %. Esto es, hay otras variables no contempladas en el modelo que explican una gran parte de la varianza de la variable Sentido de la Vida. No significa esto que no haya efecto en la relación entre las orientaciones religiosas incluidas en el modelo y el Sentido de la Vida, pues el análisis de regresión ha mostrado que sí existe y es significativa, pero hay que ser cautos a la hora de interpretar estos resultados y concluir la predictibilidad del Sentido de la Vida por parte de estos dos tipos de religiosidad.

Por otra parte, debemos subrayar el hecho de que la Religiosidad de Búsqueda contribuye negativamente a la ecuación de regresión. Esto es, a menor Religiosidad de Búsqueda en combinación con Religiosidad Intrínseca, mayor predictibilidad del Sentido de la Vida. Esto no está en la línea de la idea de Batson y Ventis (1982) de que la Religiosidad de Búsqueda es la más madura de las tres orientaciones religiosas. De ser así, su relación con el Sentido de la Vida sería mayor, contribuyendo a explicar un mayor porcentaje de la varianza de esta variable. Por el contrario, es la Religiosidad Intrínseca la que muestra una relación positiva y explica un mayor porcentaje de la varianza de Sentido de la Vida.

Como se señaló, para Batson et al. (1978) la orientación Intrínseca es dogmática, acrítica, cognitivamente simple y rígida, e inflexible en el mantenimiento, justificación y defensa de las propias creencias, mientras que la Religiosidad de Búsqueda es más madura y genuinamente religiosa, caracterizada por el afrontamiento de las cuestiones existenciales sin reducir su complejidad, la valoración de la duda y la autocrítica como positivas, y los intentos de encontrar el sentido y estar dispuesto al cambio (Batson & Raynor-Prince, 1983; Batson & Schoenrade, 1991a; Batson & Ventis, 1982). De ser así, esperaríamos una mayor relación entre la Religiosidad de Búsqueda y el Sentido de la Vida, ya que este se entiende inserto en un proceso vital de búsqueda de significado de la existencia, cuestionándola, escrutándola y sometiendo a crítica las circunstancias y el estilo de vida personal, con el fin de lograr que esta sea lo más plena posible. Si algo tiene el proceso de búsqueda de sentido es la crítica inconformista a las condiciones existenciales actuales, su cuestionamiento y la disposición al cambio personal en sus aspectos más profundos.

Siguiendo en esta línea argumentativa, esperaríamos, por el contrario, una relación negativa entre la Religiosidad Intrínseca y el Sentido de la Vida, porque aquella ofrecería acríticamente un horizonte de sentido que haría innecesaria la búsqueda crítica personal de significado existencial. Pero justamente esto es lo que la investigación empírica previa muestra, y lo que el presente estudio confirma: el Sentido de la Vida tiene una relación más potente con la Religiosidad Intrínseca que con la Religiosidad de Búsqueda. Como ya se señaló, algunos autores se han mostrado críticos con la caracterización de esta última (Kojetin et al., 1987; Spilka, Kojetin et al., 1985), especialmente en su caracterización como una religiosidad más madura que la Intrínseca -al igual que se critica la concepción de Batson y Ventis de ésta como dogmática e inflexible-. Para Allport, la Religiosidad Intrínseca era la forma más positiva y auténtica de religiosidad, y, a la luz de los datos empíricos, los previos y los presentes, habría quizás que darle la razón: la fuerza de las convicciones religiosas puede ser una fuente de sentido. Esta idea ha sido afirmada por filósofos, psicólogos y sociólogos de la religión, y tiene apoyo empírico, como se viene señalando. Los resultados, pues, podrían estar apuntado a una conceptualización teórica errónea de la Religiosidad de Búsqueda por parte de Batson y Ventis (1982) como una orientación cognitivamente abierta, crítica y flexible. Podría ser más bien, como apuntan sus críticos (p. ej., Kojetin et al., 1987; Spilka, Kojetin et al., 1985), que esta orientación religiosa fuera en realidad una expresión actitudinal caracterizada por la duda y la búsqueda de la identidad personal, propias de la etapa evolutiva de las edades durante la que tiene lugar la formación universitaria, y de las edades que tenían los participantes de Batson cuando construyó la escala de orientación religiosa. Por tanto, la duda y la búsqueda de la identidad no serían en sentido estricto características de una religiosidad madura, sino de una religiosidad en desarrollo, de una etapa de transición desde una religiosidad acríticamente asumida a la religiosidad adulta, personalmente integrada (Hood & Morris, 1985; Watson, Howard, Hood & Morris, 1988). Esto estaría en la línea de lo que algunos autores apuntan sobre el desarrollo religioso. Así, Fowler (1981, 1986) afirma que la religiosidad podría ser entendida como un proceso evolutivo propio, en el que a medida que se va integrando la religión en la vida diaria, la fe progresa desde una perspectiva rígida y centrada en uno mismo hacia una visión más flexible, compleja y coherente, propias de las etapas "individual—reflexiva" y "conjuntiva", respectivamente. Por su parte, Oser y Gmünder (1998), en su modelo evolutivo del juicio religioso, consideran que durante la juventud y adultez temprana -edades en las que se incluyen mayoritariamente los participantes del presente estudio- la persona se encuentra en un estadio religioso de «perspectiva de la autonomía absoluta y del deísmo», caracterizado por el sometimiento a revisión crítica de las convicciones previas y una creciente conciencia de la propia autonomía, competencia y responsabilidad, distintas e independientes de lo que estos autores denominan «Referencia Última» (destino, ser absoluto, espíritu, Dios). En definitiva, la orientación de Búsqueda podría relacionarse con una etapa del desarrollo religioso caracterizada por el cuestionamiento en un proceso hacia la madurez religiosa, más que por la madurez religiosa misma, y relacionada con un cuestionamiento personal y existencial global, pero no con el logro de sentido propiamente.

Junto a lo ya señalado, hay que subrayar que la Religiosidad Extrínseca, que en la mayoría de estudios muestra una relación negativa, y estadísticamente significativa, con el Sentido de la Vida, en el actual estudio no parece ser una variable relevante, pues no alcanza el criterio de entrada en el modelo de regresión. Es decir, la Religiosidad Extrínseca no contribuye significativamente en la presente investigación a predecir el Sentido de la Vida.

Por otra parte, en cuanto al papel del género y la edad en relación con el Sentido de la Vida y las orientaciones religiosas, los resultados apuntan en la línea de que las mujeres presentan una religiosidad más Intrínseca que los hombres, y estos una religiosidad más Extrínseca y de Búsqueda; pero las diferencias no son significativas. Tampoco lo son en cuanto a la edad. Esto no coincide con la mayoría de investigaciones, en las cuales las mujeres y los participantes de mayor edad se caracterizaban por una religiosidad más Intrínseca, de manera significativa (p. ej., Beit-Hallahmi & Argyle, 1997; Donahue, 1985; Kahoe, 1974), aunque está en la línea de otros que no mostraron diferencias significativas en función del género (Bkazek & Besta, 2010). Posiblemente, con un rango de edades más amplio, equilibrados y con suficiente representación, la potencia de los contrastes hubiera sido mayor y algunos resultados podrían haber resultado significativos. Con todo, parece ser importante seguir indagando en el rol del género y la edad en la orientación religiosa.

Sin menoscabo de las aportaciones realizadas, se debe constatar que la composición del grupo de participantes es una limitación de este estudio, pues se trata de estudiantes universitarios de una región muy concreta de España, lo cual hace difícil generalizar los resultados obtenidos. Quizás, con una muestra que incluyera participantes de mayores edades los resultados habrían sido sensiblemente distintos y habrían posibilitado una mayor discusión en torno a las relaciones entre edad y orientación religiosa, pues muchos estudios concluyen que la Religiosidad de Búsqueda es propia de la adultez temprana —la edad media de nuestra muestra- y la Intrínseca es propia de la madurez. Esto habría permitido discutir las relaciones edad-orientación religiosa —desde el punto de vista evolutivo, tanto en relación con el desarrollo cognitivo (aspectos internos) como con la influencia del contexto social (aspectos externos)- y, además, analizar el efecto conjunto de la edad y la orientación religiosa sobre el Sentido de la Vida. Se plantea, por tanto, la conveniencia de desarrollar líneas de investigación evolutivas que diluciden este tipo de relaciones, fundamentalmente mediante diseños de investigación secuenciales. Este tipo de diseños permitirían comprobar el efecto independiente y de interacción de los factores internos y externos que pudieran condicionar el desarrollo del estilo religioso.

A la luz de los resultados obtenidos, así como del cuerpo de investigación precedente, creemos que las cuestiones teóricas en relación con las orientaciones religiosas distan mucho de estar resueltas y que deberían ser revisadas, pues condicionan la medida e interpretación de los resultados de las investigaciones empíricas. De hecho, tanto las escalas de Allport y Ross (1967) como las de Batson y Ventis (1982) son de las más utilizadas en el análisis de los estilos religiosos y otras variables psicosociales. Asimismo, parece necesario considerar las mismas orientaciones religiosas como etapas en un proceso hacia una religiosidad madura de convicciones personales, exigiendo tener en cuenta estudios evolutivos de lo que podrían ser considerados "estilos cognitivos religiosos". Estos estudios deberían incluir en el análisis variables socioculturales (externas) que, en conjunción con las evolutivas (internas) pudieran intervenir en el proceso de valoración, vivencia y expresión de la religiosidad personal, ya que, como evidencian algunos estudios, son variables relevantes (Beit-Hallahmi & Argyle, 1997).


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