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Universitas Psychologica

versão impressa ISSN 1657-9267

Univ. Psychol. vol.12 no.2 Bogotá may./agos. 2013

 

Reseña de libro

Verdugo, M. & Gutiérrez, B. (2009). Discapacidad intelectual: adaptación social y problemas de comportamiento. Madrid: Pirámide.

Maira Fernanda Hurtado Abril *

Universidad Nacional Autónoma de México, México

* Universidad Nacional Autónoma de México, México. Estudiante de posgrado. Maestría en Psicología. Residencia en Medicina Conductual. Colaboración en Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo A.C. E-mail: mairahurtadoabril@gmail.com


La discapacidad intelectual es un tema ya tratado que a su vez se ha convertido en un proceso continuo de redefinición, debido a la constante evolución del hombre provocada por los cambios perceptuales, tecnológicos y ambientales del mundo cotidiano. Sin embargo, la visión de la adaptabilidad social de la persona con discapacidad intelectual necesita evolucionar con el objetivo de que familiares, profesionales, sociedad y la persona misma interpreten el problema como un estado del funcionamiento que puede mejorar y/o cambiar.

El texto inicia la discusión con las propuestas hechas por la Asociación Americana sobre Discapacidades Intelectuales y del Desarrollo ([AAIDD]; 2002 en Verdugo & Gutiérrez, 2009) en contraste con las realizadas en el año de 1992, donde los cambios más destacados van dirigidos a la participación e interacción, el cambio de la medición de inteligencia por conducta adaptativa, el manejo de la salud mental y el contexto. Por lo tanto, de 1992 a 2002 el progreso de las dimensiones tiende a ser inclusivo y más preciso que las anteriores.

Así mismo, se presentan las cinco dimensiones retomadas de la AAIDD (2002), las cuales darán pauta a la explicación del abordaje de los problemas comportamentales y de adaptación social que proponen los autores en los capítulos siguientes. La primera dimensión, "habilidades intelectuales", se refiere a la evaluación del coeficiente intelectual (CI), solamente como un criterio vacío si no se integra con las demás. La segunda dimensión, "conducta adaptativa", busca la evaluación de habilidades sociales y prácticas que permitan la inserción a la comunidad, mediante un modelo o perspectiva de competencias donde la inteligencia es interpretada como conceptual, práctica y social (p. 17).

"Participación, interacciones y roles sociales" constituyen la tercera dimensión que se relaciona con un análisis de contexto o ambiente. La cuarta dimensión, "salud", tiene una concepción multidimensional-factores biomédicos, sociales, conductuales y educativos-que se integra haciendo posible un desarrollo potencialmente pleno.

La última dimensión, "contexto", se desarrolla desde la teoría ecológica de Bronfenbrenner, fomentando el bienestar de la persona (p. 27). En síntesis, la propuesta consiste en que la discapacidad intelectual requiere ser vista desde una perspectiva siempre multidimensional, ecológica y centrada en la persona.

La concepción de los sistemas de apoyos es una de las principales aportaciones presentadas en el texto reseñado; además de ser considerada esencial para la adaptabilidad social de las personas con discapacidad intelectual, define en primera instancia una línea clara y concisa de diferencia entre los servicios y los sistemas de apoyos, no solo referida a la cantidad y eficiencia de las instituciones al servicio de la persona discapacitada, sino que contempla recursos y estrategias para promover el desarrollo, la educación, el bienestar, la amistad, la ayuda al empleado, entre otras cuestiones. De esta forma, los apoyos se perciben en una línea ecológica, iniciando con los del propio individuo, después los de la familia, seguidos de los informales hasta llegar a los servicios especializados (p. 36). Así mismo, estos sistemas de apoyos se ubican dentro de las funciones del proceso de evaluación, junto con el diagnóstico y la clasificación del problema, para lo cual el apartado brinda instrumentos de medición específicos para una evaluación clara, precisa y funcional.

El concepto principal del segundo capítulo, "conducta adaptativa", radica en el logro de la independencia y el ajuste a la sociedad como cualquier otra persona, con sus limitaciones y habilidades.

Respecto a las intervenciones y a los planes de estudio, los autores se centran en los programas conductuales alternativos (PCA) y, de la mano del Modelo Centrado en la Persona, proponen un novedoso Programa de Habilidades Sociales, desarrollando seis objetivos generales con sus correspondientes objetivos específicos y operativos que permitirán homogeneizar la línea de acción de las intervenciones.

Los problemas de comportamiento abarcan el tercer y cuarto capítulos del presente libro; al primero le corresponde el abordaje de la descripción y evolución de problemas tales como estereotipias, conductas autolesivas, agresión, ecolalia y desórdenes emocionales específicos. Por su parte, "Problemas de comportamiento: procedimientos de intervención" va analizando claramente cada problema de conducta y argumentando alternativas respecto al tipo de tratamiento; además, se explica el por qué, el cómo evaluarlo y resolverlo, siendo entonces un referente para el diseño de programas de intervención.

Se emprende una reflexión sobre el aprendizaje, la discapacidad y la conducta problema bajo la premisa de que si el sujeto ejecuta conductas problema es porque siguió un proceso de aprendizaje a través del cual la conducta se asoció a un valor funcional. Por lo tanto y de la misma manera, siguiendo el mismo principio de aprendizaje se podrán generar contingencias en conductas apropiadas para el logro de su propia independencia (p. 138).

Se presentan los conceptos de enfermedad mental y de discapacidad intelectual como dos términos que se encuentran aislados; sin embargo, la persona con discapacidad intelectual no está excluida de padecer algún problema mental o psicológico, debido a que tiene la probabilidad de presentar este tipo de enfermedades como cualquier otra persona, requiriendo, en ese caso, una intervención particular y un tratamiento para lograr la estabilidad emocional, derecho de todo ser humano.

Sin duda, la explicación clara, el orden, la definición, la presentación del texto y los cuadros facilitan la comprensión del enfoque que los autores quieren dar a conocer. Sin embargo, ¿ cuál es el grado de eficiencia del modelo presentado por Verdugo y Gutiérrez? Los autores recomiendan la puesta en marcha de esta perspectiva en diferentes contextos para su medición y consecuentes cambios y mejoras pertinentes. Lo que sería recomendable es iniciar con la validación de instrumentos, debido a que muchas de las medidas para la evaluación de la discapacidad intelectual proporcionadas por el presente libro no se encuentran ajustadas a población latinoamericana.

De igual manera, la persona con discapacidad necesita un tipo de atención individualizada, innovadora y eficiente, aunque es ya argumentado y comprobado que la debilidad intelectual no es solamente un problema de un individuo, sino que tiene un impacto familiar y social que exige ser atendido paralelamente (Muñoz & Lucero, 2008). Sin embargo, a pesar de su importancia es un punto que los autores no abordan.

Por último, el sistema de apoyo en relación con las cinco dimensiones (discapacidad intelectual, conducta adaptativa, participación, salud y contexto) permitirá el adecuado funcionamiento de la persona. No obstante, al transpolar estas dimensiones a la vida cotidiana de una familia mexicana, colombiana, peruana, brasileña o en general latina, con las realidades actuales, se pone en cuestión el modelo como esquema ideal o como modelo real de la discapacidad intelectual.


Referencia

Muñoz, M. & Lucero, B. (2008). Integración familiar de jóvenes con discapacidad intelectual moderada pertenecientes a un hogar de menores. Interdisciplinaria, 25(1), 77-99.         [ Links ]